Trending Articles
A todos se nos ha dado el regalo del tiempo, pero ¿qué hacemos con él?
A veces tengo problemas para entender lo que Dios está tratando de decirme. A menudo hago que Él me lo repita. El año pasado, una y otra vez, sentí que el Señor estaba poniendo estas palabras en mi corazón – “Ponle un cerco alrededor”.
Eventualmente pedí una aclaración y me vino a la mente esta escritura: “Había un terrateniente que plantó un viñedo, puso un seto alrededor, cavó en ella un lagar y construyó una torre”. (Mateo 21:33)
Sabía que los setos eran arbustos que crecían muy juntos, a menudo para cercar jardines. Cuando le pregunté a Dios qué quería que le encerrara, llegué a comprender que debía cuidar mi tiempo, especialmente mi tiempo con Él.
Entonces, comencé a tener más cuidado con mi rutina matutina. Me volví más consciente de mis pensamientos, los sueños y canciones que pasaban por mi cabeza. Empecé a escribir un diario. Me esforcé por elevar mi corazón al Señor con alabanza y acción de gracias incluso antes de levantarme de la cama. En lugar de revisar las redes sociales o leer las noticias, leí las lecturas de la Misa diaria todos los días, con mi café de la mañana en la mano.
Vigilo mi vida interior. Estoy vigilando mi tiempo con el Señor. Me siento como un vigilante al amanecer.
Cuando busqué un director espiritual el año pasado, lo primero que me preguntó fue si tenía una rutina diaria de oración. Su objetivo número uno para mí era mantener una vida de oración constante y regular.
Mi esposo y yo ahora oramos más fielmente como pareja. Hemos comenzado a orar más intencionalmente a la hora de las comidas, agregando oraciones sinceras junto con las que sabemos de memoria. Al final del día, mantenemos nuestro compromiso de orar en familia.
Rezo en el coche. Rezo en la iglesia. Rezo en mi trote matutino. A veces camino al rededor de un parque mientras rezo el Rosario o la Divina Misericordia, poniendo un cerco de oración alrededor.
Creo que estos nuevos hábitos ya están dando sus frutos. He notado una disminución de actividades cuestionables en el parque de al lado. También he notado que mi esposo y yo estamos trabajando más sincronizados y estamos más dispuestos a reírnos de nuestras diferencias. Pero lo más importante, he notado un cambio en mí misma. Estoy más en paz.
Estoy más en sintonía con lo que el Señor me está hablando al corazón. Estoy más preparada para afrontar los retos de cada día.
Dios desea que todos oremos sin cesar, pero el primer paso es poner cercos de oración alrededor de nuestros días. Necesitamos ofrecer los primeros frutos de nuestro día al Señor y terminar nuestro día con oración. Nuestros cercos de oración pueden ser diferentes, pero debemos asegurarnos de levantarlos para acabar con las tácticas del diablo.
Dios está siempre acercándose a nosotros, y quiere que nos acerquemos a Él. Pero nos distraemos fácilmente. Tenemos que vigilar diligentemente nuestro tiempo. Los setos de oración conducirán a un lugar más fructífero.
Denise Jasek has served the Catholic Church for many years and is currently a music minister, mom of five mostly grown children, and lives in Ohio with her beloved husband.
Pregunta: Me estoy preparando para casarme en unos meses, pero la idea de un compromiso de por vida me llena de ansiedad. Conozco muchos matrimonios que terminan en divorcio o miseria, ¿Cómo puedo asegurarme de que mi matrimonio se mantenga fuerte y lleno de felicidad? Respuesta: ¡Felicitaciones por su compromiso! Este es un momento emocionante en su vida, pero también un momento importante para prepararse, no sólo para la boda, sino para los muchos años de matrimonio con los que Dios los bendecirá. Hablando humanamente, el matrimonio es una realidad difícil, porque une a dos personas muy imperfectas en una sola familia ... por el resto de sus vidas. Pero afortunadamente, el matrimonio no es sólo una realidad humana. ¡Fue establecido por Cristo como un Sacramento! Como tal, es una fuente de gracia para todos los que entran en ella, gracias a las que podemos acceder en todo momento. Entonces, el primer paso para un matrimonio feliz es mantener a Dios en el centro. El venerable Fulton Sheen escribió un libro titulado “Tres para casarse”, porque el matrimonio no es solo entre un hombre y una mujer, también incluye a una tercera persona: Dios, quien debe permanecer en el centro. Así que recen juntos como pareja y recen por su cónyuge. Cuanto más tiempo pases con Dios, más te parecerás a Él, lo cual es bueno, porque necesitarás desarrollar virtudes a medida que avanzas en tu vida matrimonial. La paciencia, la bondad, el perdón, la honestidad, la integridad y el amor abnegado son virtudes indispensables. Incluso antes de tu matrimonio, esfuérzate por crecer en estas áreas. Vayan al sacramento de la confesión con regularidad mientras buscan crecer y ser más como Cristo. Oren por estas virtudes, practíquenlas a diario, especialmente el perdón. Un buen matrimonio nunca existe fuera de una comunidad más amplia, así que rodéate de mentores, parejas que han estado casadas por un tiempo y han resistido algunas tormentas, pero han salido más fuertes. Pueden acudir a ellos en busca de consejos e inspiración cuando lleguen los días difíciles. No todos estos mentores necesitan estar vivos: algunos grandes santos vivieron la vida de casados, como San Luis y Zelie Martin, o Santa Mónica, cuyo difícil matrimonio la convirtió en una gran santa. Su matrimonio SERÁ atacado: el Maligno odia los buenos matrimonios, porque el matrimonio es el símbolo más claro de la Trinidad aquí en la tierra. Así como la Trinidad es una comunidad de amor vivificante, como tres Divinas Personas se entregan mutuamente por la eternidad, así un buen matrimonio debe ser un ejemplo visible de eso aquí en la tierra: dos personas que se dan la una a la otra para su cónyuge tan plenamente que su amor da como resultado la creación de nuevas personas, los hijos. De modo que el diablo aborrece el matrimonio con un odio especial. Entonces, prepárate para la guerra espiritual. Por lo general, eso toma la forma de un desacuerdo humano natural que se exagera. Quizás tenga un pequeño desacuerdo y, de repente, los pensamientos de divorcio comiencen a molestarles; tal vez se sientan tentado, tan pronto como esté casado, a soñar despierto con otros maridos o esposas; tal vez se encontrará demasiado distraído para pasar mucho tiempo comunicándose con su cónyuge. ¡Resiste estos ataques! Como le gusta decir al autor protestante John Eldredge, el matrimonio involucra a dos personas “espalda con espalda con espadas desenvainadas”. El enemigo NUNCA es su cónyuge: ustedes dos son un equipo, unidos por votos y gracia, luchando por su matrimonio luchando contra el verdadero Enemigo, el Maligno. ¡Y tenemos muchas armas! Los sacramentos, la Palabra de Dios, la oración, el ayuno ... todos estos deben ser parte habitual de su matrimonio. Tenga la seguridad de que Dios les dará la gracia de vivir sus votos, pase lo que pase. Siempre es generoso con los que son generosos con Él; Él es fiel a los que le son fieles. Estudien las enseñanzas de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia, como las encíclicas Humanae Vitae y Familiaris Consortio, o la “Teología del Cuerpo” o “Amor y responsabilidad”, y ajusten su matrimonio a esta hermosa visión del amor conyugal que propone la Iglesia. ¡Sobre todo, nunca se rindan! Una vez, cuando estaba dando una clase de educación religiosa, traje a una pareja que había estado casada por más de 50 años. Hicieron una gran presentación sobre su matrimonio y luego le preguntaron a los niños si tenían alguna pregunta. Un niño precoz de 12 años habló y dijo: "¿Alguna vez pensaste en separarte?" Había mucha incomodidad en la habitación. A regañadientes, la esposa dijo: “Bueno, sí, ha habido días…” Su esposo la miró con sorpresa y respondió: “¿En serio? ¿Tú también?" Ellos perseveraron y llegaron a los 50 años. ¡Rezo para que ustedes hagan lo mismo!
By: EL PADRE JOSEPH GILL
MoreLa vida en mi familia ha sido un viaje de alegría y tristeza. El amor y la alegría a menudo se han visto ensombrecidos por la pérdida de amigos, fracaso en los exámenes, cambio de escuelas y problemas de vivienda. He experimentado una gran miseria y soledad a lo largo de estas pruebas, pero a pesar de esto, me aferraba a la ayuda de nuestra Señora que me apoyaba y me consolaba. Empezar la escuela secundaria fue un gran cambio en mi vida. Muchos de mis amigos y compañeros que tuve en la escuela primaria se habían mudado a otras escuelas secundarias, así que tuve que tratar de encajar con gente nueva y encontrar a los que serían mis amigos. Habían mucho más trabajos y evaluaciones en la nueva escuela, y fue difícil sin un amigo cercano a mi lado. A medida que pasaban los meses, me preguntaba si estas dificultades y pruebas llegarían a su fin. Oré a nuestra Santisima Madre pidiendole consuelo durante estos tiempos difíciles y comencé el retiro personal del P. Michael E. Gaitley llamado "33 Días Hacia un Glorioso Amanecer" para prepararme para la consagración a María. Cada día del retiro incluye una lectura diaria de los santos. Me inspiraron pasajes clave de las enseñanzas de San Luis de Montfort, San Maximiliano Kolbe, Santa Teresa de Calcuta y el Papa San Juan Pablo II. Este libro profundizó mi relación con la virgen María y mi confianza en su cuidado maternal mientras reflexionaba sobre lo que leía cuando rezaba el Rosario cada día. Ahora, cuando estoy consumido por el estrés o la preocupación, simplemente rezo el Rosario y puedo sentir la consoladora mano de nuestra Santisima Madre sobre mi hombro. "Mientras recito el Rosario, estoy sosteniendo la mano de la Santa Madre. Después de recitar el Rosario, la Santa Madre tiene mi mano” (Papa Juan Pablo II). A medida que mi amor y confianza por la Virgen María se profundizaba con cada día del retiro, ya no me sentía triste y solo en la escuela. Orar el Rosario y otras oraciones marianas trajo consigo un gran cambio en mi vida espiritual. El día de la consagración, me desperté temprano en la mañana para rezar la oración de la consagración. A medida que las palabras pasaron por mis labios, mi corazón burbujeó con gran alegría y felicidad mientras me deleitaba en el conocimiento de que finalmente estaba consagrada a María. Muchos de nosotros, enfrentados con dificultades similares en nuestras vidas, a menudo no estamos seguros de qué hacer o a dónde ir. Aprovechemos esta oportunidad para confiar en la intercesión de nuestra Señora. Necesitamos recordar que María experimentó muchas penas y dificultades cuando estaba en la tierra y puede entender exactamente cómo nos sentimos. Tomar su mano y pedirle que nos acompañe en nuestros sufrimientos puede llevarnos a un camino dulce y hermoso. Oremos esta poderosa oración pidiendo la ayuda de la Virgen María durante las dificultades de la vida: Madre de Dios y Madre nuestra, Ruega por nosotros ante Dios, nuestro Padre misericordioso, Para que este gran sufrimiento termine y que la esperanza y la paz amanezcan de nuevo. Amen.
By: Eva Treesa
MoreYo no sabía que una simple excursión en familia me ayudaría a descifrar una estrategia que cambiaría mi vida… El año pasado, mi hijo quería que visitáramos su campus universitario. A pesar de que ya yo había visto aquel extenso campus universitario y las montañas que lo rodeaban, su padre y sus hermanos no lo habían visitado. Como dueños y administradores de restaurantes, planear un viaje de cinco horas y pasar tiempo fuera de casa presentaba ciertos retos, pero estaba determinada a hacer que sucediera. Como no podíamos pasar más de una noche fuera, le dije a mi hijo que planeara una forma de que aprovecháramos nuestro limitado tiempo de la mejor forma posible. Él escogió hacer una excursión en familia. Voluntad sobre Habilidad Admito que a los 49 años, mi cuerpo es más blando que firme. Mi rutina de ejercicios consiste en cargar cestos de ropa sucia, agacharme para recoger calcetines tirados por el piso y libros olvidados, y subir los tres escalones que hay en nuestra casa. Cuando puse mi primera pisada en el camino en el cual realizaríamos la excursión, supe que mi voluntad, no mi habilidad, tendría que impulsarme a continuar. Rápidamente quedé al final de la cola ya que los demás miembros de mi familia tenían más energía y capacidad pulmonar que yo. Algunas yardas más adelante, mi respiración se hizo dificultosa y superficial, y mis piernas dolían debido a la continua contracción de mis músculos carentes de condiciones físicas. Me di cuenta de que necesitaba una estrategia para poder terminar la excursión. Decidí dejar de pensar en grande y enfocarme en los detalles. En vez de concentrarme en las tres millas que nos faltaban por recorrer del sendero, puse mis pensamientos en el siguiente paso a tomar. A menudo pensar en una situación me pone ansiosa, pero enfocarme en los detalles ancla mi mente al momento presente. Me decidí a saborear cada observación y no pensar en todas las cosas que podrían salir mal (¿y si mis piernas me fallan? ¿y si me quedo sin aliento? ¿y si no puedo seguir con el resto de mi familia?) El Mundo que No Vemos Pronto, mi mente quedó atrapada en la belleza de la creación, y me olvidé de la situación en la que me encontraba. Escuchaba el gentil silbido de la brisa y el ruido de las hojas tras la alegre conversación de mis hijos. Mientras luchaba para mantener el paso y mis pulmones de adaptaron al ejercicio, una corriente cálida recorrió mi piel. El matiz verde de las plantas floreciendo en el suelo de la montaña atrajo mi atención, así como el puzle de enredaderas en el dosel de otoño. Mi mente se abrió a un mundo no conocido sobre mí, bajo mis pies, y a mi alrededor. Pisando la tierra firme, me imaginé los ejércitos de insectos marchando cerca de mis pisadas. Soñé despierta sobre las vidas de las muchas criaturas que habitan en nuestro mundo: los pájaros haciendo nido en los árboles cercanos, los roedores que se escondían bajo tierra, y la gran cantidad de insectos trepando, volando y marchando. Agradecí al Dios bueno por cada criatura y cada pedazo de paisaje magnífico en el que me había puesto esa tarde. La Estrategia Descubierta En cierto punto, me detuve para fotografiar un tronco para recordar que aquel árbol que ahora estaba descomponiéndose era parte del plan de Dios para esta montaña. Dentro de un tiempo, ese tronco desaparecería, y su legado sería absorbido por la propia montaña. Mientras enfocaba mi cámara, un arcoíris se estrechó en la imagen, y recordé el pacto entre Dios y la humanidad. Recordé que ese pacto continúa hoy, y le agradecí a Dios por su fidelidad. Mis pasos se hicieron más llevaderos cuando dejé de contarlos. La travesía se hizo ligera cuando bajé el yugo de mis miedos e invité a Cristo a caminar a mi lado. Cuando la tentación deseaba entrar, yo me acercaba a Jesús. En vez de rechazar el reto o volverme abrumada por él, ofrecí una oración de abandono y confié mi caminar a Su cuidado. Para empezar el 2021, lo que aprendí de esa excursión en la montaña aun lo estoy descifrando. Mientras el mundo continúa girando hacia el caos, estoy entendiendo el valor del momento presente. Si bien mirar la imagen completa de una situación es importante para establecer metas y la dirección a tomar, nos puede robar la belleza, la paz y el acompañamiento del momento presente. La Libertad nos espera Si me hubiera enfocado en lo largo del trayecto y mis capacidades insuficientes, me hubiera perdido la excursión. En vez de hacer eso, descubrí un tesoro lleno de belleza y bendiciones. En vez de obsesionarme con la situación, ahora me enfoco en el momento presente. Abrazar a un ser amado en el sofá, leer un libro en voz alta, servirme una taza de café e inhalar el aroma, o llamar a un amigo y reírnos juntos. Me estoy haciendo más atenta y encontrando formas de poner mi amor en acciones. Mi simple excursión resultó en una estrategia para mi vida: ser atenta en el momento presente y expresar mi gratitud por las bendiciones que hay en él. Esta estrategia está haciendo que mi camino sea más llevadero (ya sea escalar una montaña, completar una tarea diaria, cargar una pesada cruz, o vivir en estos tiempos sin precedente en la historia). Vivir el momento presente se ha hecho clave en desbloquear la libertad, una libertad que nadie puede suprimir. Cristo es el momento presente. Busquémoslo donde seguramente Lo vamos a Encontrar.
By: Tara K. E. Brelinsky
MoreLa semana pasada tuve la alegría de hablar el Día de la Juventud, en el Congreso de Educación Religiosa de Los Ángeles. Mi audiencia era alrededor de cuatrocientos estudiantes de secundaria de todo el país; y mi tema, a petición de los organizadores del congreso, era la relación entre religión y ciencia. Sabían, como he estado argumentando durante años, que una de las principales razones por las que muchos jóvenes se están desafiliando de nuestra Iglesia es el supuesto conflicto entre la ciencia y la fe. Le dije a mi joven audiencia que esta "guerra" es de hecho una fantasía, una ilusión, el fruto de un trágico malentendido. E intenté mostrar esto analizando cuatro temas, que resumiré brevemente en este artículo. Primero, en un sentido muy real, las ciencias físicas modernas provienen de la religión. Los grandes fundadores de la ciencia —Kepler, Copérnico, Galileo, Newton, Descartes, etc.— fueron, sin excepción, formados en escuelas y universidades patrocinadas eclesialmente. Fue bajo la tutela de la Iglesia que aprendieron la física, astronomía y matemáticas que desarrollaron. Más específicamente, aprendieron en esas instituciones dos verdades esencialmente teológicas, necesarias para el surgimiento de las ciencias experimentales; a saber, que el universo no es Dios y que el universo, en cada rincón y grieta, está marcado por la inteligibilidad. Si la naturaleza fuera divina, como de hecho es considerada por muchas religiones, filosofías y misticismos, entonces nunca podría ser materia apta para la observación, el análisis y la experimentación. Y si la naturaleza fuera simplemente caótica, vacía de forma, nunca revelaría las armonías y las inteligibilidades modeladas que los científicos buscan de buen grado. Cuando se obtienen estas dos verdades, las cuales están en función de la doctrina de la creación, las ciencias pueden ponerse en marcha. En segundo lugar, podemos ver que cuando la ciencia y la teología se entienden correctamente, no están en conflicto; esto debido a que no están compitiendo por la primacía en el mismo campo de juego, como equipos de fútbol opuestos. Utilizando el método científico, las ciencias físicas estudian eventos, objetos, dinámicas y relaciones humanas dentro del orden empíricamente verificable. La teología, empleando un método completamente diferente, estudia sobre Dios y las cosas de Dios; y Dios no es un objeto en el mundo, no es una realidad circunscrita dentro del contexto de la naturaleza. Como dijo Tomás de Aquino, Dios no es ens summum (ser más elevado), más bien es ipsum esse (el acto de ser como tal); es decir, Dios no es un ser entre los seres, sino la razón por la que de hecho hay un universo empíricamente observable. En este sentido, Dios es como el autor de una novela enriquecida y compleja. Charles Dickens nunca aparece como personaje en alguna de sus extensas narrativas; aún así, él es la razón por la que cualquiera de esos personajes existe. En consecuencia, las ciencias, como tales, no pueden adjudicarse la resolución de los cuestionamientos sobre la existencia de Dios ni hablar sobre su actividad o atributos. Se requiere otro tipo de racionalidad, que no compita con el razonamiento científico, para la determinación de esos asuntos. Y esto me lleva a mi tercer punto: el cientificismo no es ciencia. Tristemente desenfrenado hoy en día, especialmente entre los jóvenes, el cientificismo es la reducción de todo el conocimiento a la forma científica del conocimiento. El innegable éxito de las ciencias físicas y la extraordinaria utilidad de las tecnologías a las que han dado lugar, han producido en la mente de muchos esta convicción, pero esto representa un trágico empobrecimiento. Un químico podría decirnos la composición química de las pinturas que Miguel Ángel usó en el techo de la Capilla Sixtina, pero no podría, como científico, decirnos nada sobre lo que hizo de esa obra de arte algo tan hermoso. Un geólogo podría hablarnos sobre la estratificación de la tierra debajo de la ciudad de Chicago, pero jamás podría explicarnos como científico si esa ciudad está siendo gobernada justa o injustamente. No hay rastro del método científico en Romeo y Julieta, pero ¿quién sería tan ingenuo como para afirmar que esa obra no nos habla sobre la verdadera naturaleza del amor? De manera similar, los grandes textos de la Biblia y la tradición teológica no son "científicos"; sin embargo, nos hablan de las verdades más profundas sobre Dios, creación, pecado, redención, gracia, etc. Tanto la causa como el efecto del cientificismo, tristemente, es la atenuación de las artes liberales en nuestras instituciones de educación superior. Hoy en día, en lugar de apreciar la literatura, historia, filosofía y religión como conductos de la verdad objetiva, muchos los relegan a la arena del sentimiento subjetivo o los someten a una crítica ideológica que los hace ver marchitos. Mi cuarto y último punto es el siguiente: Galileo es un párrafo en un capítulo de un libro muy largo. El gran astrónomo es a menudo invocado como el santo patrón de los científicos heroicos que luchan por liberarse del oscurantismo y la irracionalidad de la religión. La censura de sus libros por parte de la Iglesia, y el virtual encarcelamiento del gran científico a instancias del Papa, se toma como el oscuro paradigma de la relación Iglesia/ciencia. Obviamente, el episodio de Galileo no fue el mejor momento de la Iglesia; de hecho, Juan Pablo II expresando una verdadera contrición, se disculpó explícitamente por ello. Pero usarlo como la lente para observar el juego entre la fe y la ciencia es crucialmente inadecuado. Han existido, desde los primeros días de las ciencias modernas, miles de personas profundamente religiosas involucradas en la investigación y desarrollo científico. Por nombrar solo algunos: Copérnico, cosmólogo revolucionario y dominico de la tercera orden; Nicolás Steno, el padre de la geología y obispo de la Iglesia; Luis Pasteur, uno de los fundadores de la microbiología y un devoto laico católico; Gregorio Mendel, padre de la genética moderna y fraile agustino; Georges Lemaitre, formulador de la teoría del Big Bang sobre el origen del cosmos y sacerdote católico; Mary Kenneth Keller, la primera mujer en los Estados Unidos en recibir un doctorado en ciencias de la computación y hermana religiosa católica. Creo que es justo decir que todas estas personalidades de la ciencia entendieron los puntos fundamentales que he expuesto en este artículo y, por lo tanto, contemplaron que sí podían dedicarse por completo tanto a su ciencia como a su fe. En conclusión, podría instar especialmente a los científicos católicos de hoy —investigadores, médicos, físicos, astrónomos, químicos, etc.— a hablar con los jóvenes sobre este tema. Díganles por qué la supuesta guerra entre la religión y la ciencia es de hecho una ilusión, y aún más importante, muéstrenles cómo ustedes han reconciliado la ciencia y la religión en su propia vida. Simplemente no podemos permitir que esta tonta justificación para la desafiliación se mantenga.
By: Bishop Robert Barron
MoreLa pregunta del por qué El físico Christian Simon de 33 años, fue un ateo por largo tiempo; así que esperaba que todas las respuestas a las preguntas apremiantes de la vida vinieran de la ciencia, hasta que se encontró con sus límites. Crecí católico, recibí todos los sacramentos como es costumbre y también fui muy devoto cuando era niño. Desafortunadamente, con el tiempo desarrollé una terrible y falsa imagen de Dios: Dios como un juez severo que arroja a los pecadores al infierno; además, muy distante y sin un verdadero interés en mí. Dudaba mucho que para Dios fuera importante mi bienestar. En mi juventud, incluso me convencí cada vez más, que Dios tenía algo en contra mía. Imaginé que él actuaba haciendo siempre exactamente lo contrario a lo que yo pedía. En algún punto nuestra relación terminó para mí. No quería saber nada más acerca de Dios. Religión: Cosa de raritos A los 18 años, estaba convencido de que Dios no existía. Para mí, solo contaba lo que podía experimentar con mis sentidos o lo que podía medirse por las ciencias naturales. La religión, parecía ser solo algo para bichos raros que tenían demasiada imaginación o simplemente estaban totalmente adoctrinados y nunca habían cuestionado su fe. Estaba convencido de que, si todos fueran tan inteligentes como yo, nadie creería en Dios. Después de trabajar varios años por mi cuenta, comencé a estudiar física a los 26 años. Estaba muy interesado en cómo funciona el mundo y esperaba encontrar mis respuestas en la física. ¿Quién podría culparme? La física puede parecer muy misteriosa con sus matemáticas increíblemente sofisticadas que muy pocas personas en el mundo pueden entender. Es fácil tener la idea de que, si pudieras descifrar estos formularios y símbolos codificados, se abrirían horizontes inimaginables de conocimiento, y que literalmente cualquier cosa sería posible. Después de estudiar todo tipo de subcampos de la física e incluso de familiarizarme con la física fundamental más actualizada, me senté a trabajar en mi tesis de maestría sobre un tema teórico abstracto; uno que no me convencía de que alguna vez fuera a tener relación con el mundo real. Finalmente me estaba dando cuenta de los límites de la física: el objetivo más alto que la física podría alcanzar sería una completa descripción matemática de la naturaleza. Y eso es de por sí un pensamiento muy optimista. En el mejor de los casos, la física puede describir cómo funciona algo, pero nunca por qué funciona exactamente en la forma que lo hace y no de manera diferente. Pero esta pregunta sobre el por qué me atormentaba en ese momento. La Probabilidad de Dios Por razones que no puedo explicar satisfactoriamente, en otoño de 2019 me envolvió la enorme duda sobre la existencia de Dios. Esta era una duda que me había asaltado de vez en cuando, pero esta vez no me dejaba ir. Exigía una respuesta, y no me detendría hasta encontrarla. No hubo una experiencia clave o golpe del destino que me hubiera llevado a ella. Incluso el coronavirus no era un problema para mí en ese momento. Durante medio año, todos los días devoré todo lo que pude encontrar sobre el tema de "Dios". Durante ese tiempo prácticamente no hice nada más; tanto así me cautivó la pregunta. Quería saber si Dios existía y qué tenían que decir las diversas religiones y cosmovisiones al respecto. Al hacerlo, mi enfoque fue muy científico. Pensé que una vez que hubiera recopilado todos los argumentos y pistas, eventualmente podría determinar la probabilidad sobre la existencia de Dios; si fuera mayor al 50 por ciento, entonces creería en Dios, de lo contrario no. Bastante simple, ¿no es así? ¡La verdad es que no! Durante este intenso período de investigación, aprendí una cantidad increíble. Primero, me di cuenta de que no alcanzaría mi meta solamente con razonamientos. Segundo, había pensado hasta el final las consecuencias de una realidad sin Dios. Inevitablemente llegué a la conclusión de que en última instancia, en un mundo sin Dios, nada tendría sentido. Ciertamente, uno podría dar sentido incluso a su propia vida; pero ¿qué sería eso sino una ilusión, una presunción, una mentira? Desde un punto de vista puramente científico, sabemos que en algún momento se apagarán todas las luces en el universo. Si no existe nada más allá de eso, ¿qué diferencia hacen mis pequeñas y grandes decisiones?; de hecho, ¿cualquier cosa? Ante esta triste perspectiva de un mundo sin Dios, en la primavera del 2020 decidí darle una segunda oportunidad. ¿Qué mal podría causar simplemente fingir que creía en Dios por un tiempo y probar haciendo todo lo que hacen las personas que creen en Dios? Así que traté de orar, asistí a los servicios de la iglesia y solo quería saber cómo repercutiría eso en mí. Por supuesto, mi apertura básica a la existencia de Dios no me había convertido aún en un cristiano; después de todo, había otras religiones. Pero mi investigación me había convencido rápidamente de que la resurrección de Jesús era un hecho histórico. Para mí, la autoridad de la Iglesia, así como de las Sagradas Escrituras, se derivan de eso. Prueba de Dios Entonces, ¿cómo resultó mi experimento de "fe"? El Espíritu Santo despertó mi conciencia de sus años de hibernación. Me dejó muy claro que necesitaba cambiar radicalmente mi vida y me recibió con los brazos abiertos. Básicamente, mi historia está en la parábola bíblica del hijo pródigo (Lucas 15: 11-32). Recibí el sacramento de la reconciliación por primera vez con todas mis fuerzas. Hasta el día de hoy, después de cada confesión, me siento como si hubiera renacido. Siento esto por todo mi cuerpo: el alivio, el amor desbordante de Dios que lava todo nubarrón del alma. Esta experiencia por sí sola es una prueba de Dios para mí, ya que supera con creces cualquier intento de explicación científica. Además, Dios me ha regalado una plétora de grandes encuentros en los últimos dos años. Justo al principio, cuando comencé a asistir a los servicios de la Iglesia, conocí a una persona que representó para mí la ayuda perfecta ante la situación de dudas y problemas que atravesaba en ese momento. Hasta el día de hoy, él es un buen y fiel amigo. Desde entonces, casi todos los meses he conocido a personas increíbles, que me han ayudado mucho en mi camino hacia Jesús, ¡y este proceso aún continúa! "Felices coincidencias" como éstas se han acumulado hasta un punto tan abrumador, que ya no soy capaz de creer en las coincidencias. Hoy, he centrado completamente mi vida en Jesús. Por supuesto, ¡fallo en eso todos los días! Pero también me levanto cada vez. ¡Gracias a Dios que Dios es misericordioso! Lo conozco un poco mejor cada día y se me permite dejar atrás al viejo cristiano Simón. Esto a menudo es muy doloroso, pero siempre es sanador y me fortalece. Recibir regularmente la Eucaristía ha contribuido en gran medida a mi fortalecimiento. Para mí, una vida sin Jesús hoy en día es inimaginable. Lo busco en la oración diaria, la alabanza, las escrituras, el servicio a los demás y los sacramentos. Nadie me ha amado como él lo hace; y a él pertenece mi corazón, para siempre.
By: Christian Simon
MoreTodos hemos llorado incontables lágrimas a lo largo de nuestra vida. Pero ¿sabías que Dios ha recolectado cada una de ellas? ¿Por qué lloramos? Lloramos porque estamos tristes o hartos. Lloramos porque estamos heridos y solos. Lloramos porque hemos sido traicionados o desilusionados. Lloramos porque nos arrepentimos, nos preguntamos por qué, cómo, dónde, qué. Lloramos porque... bueno, ¡a veces ni siquiera sabemos por qué estamos llorando! Si alguna vez has cuidado a un bebé, conoces el estrés de tratar de entender por qué el niño está llorando, ¡especialmente después de haberlo alimentado, cambiado, ponerlo a dormir una siesta! A veces solo quieren estar en tus brazos. En ocasiones, del mismo modo nosotros también solo queremos ser sostenidos en el abrazo de Dios, pero somos conscientes de nuestra pecaminosidad que parece distanciarnos de él. De Los Ojos Al Corazón De Dios Las escrituras nos dicen que incluso Jesús lloró: "Y Jesús lloró" (Juan 11:35); el versículo más corto del Evangelio abre una ventana al corazón de Jesús. En Lucas 19: 41-44 aprendemos que Jesús “derramó lágrimas sobre Jerusalén” porque sus habitantes “no reconocieron el tiempo de su visitación". En el libro del Apocalipsis, encontramos que Juan "lloró amargamente" porque no había nadie apto para abrir el pergamino y leerlo (Apocalipsis 5:4). Esta conciencia de la condición humana puede limitar nuestra capacidad de captar la plenitud de la vida que Dios ofrece continuamente a cada uno de nosotros. Apocalipsis 21:4 nos recuerda que “Dios enjugará toda lágrima”; sin embargo, el Salmo 80, 5 dice que el Señor “los ha alimentado con el pan de lágrimas y los ha hecho beber lágrimas en gran medida”. Entonces, ¿cuál de las dos?: ¿Quiere Dios secar las lágrimas y consolarnos, o quiere hacernos llorar? Jesús lloró porque hay poder en las lágrimas; hay solidaridad en las lágrimas. Porque ama tanto a cada persona que no puede soportar la ceguera que nos impide aceptar las oportunidades que nos da para estar cerca de él, para ser amados por él y experimentar su gran misericordia. Jesús se sintió abrumado por la compasión cuando vio a Marta y María sufrir la pérdida de su hermano Lázaro. Pero sus lágrimas también pueden haber sido una respuesta a la profunda herida del pecado que causa la muerte. La muerte ha consumido la creación de Dios desde el tiempo de Adán y Eva. Sí, Jesús lloró... por Lázaro y por sus hermanas. Sin embargo, durante esta dolorosa experiencia, Jesús realiza uno de sus mayores milagros: "¡Sal!", dice, y su buen amigo Lázaro sale de la tumba. El amor siempre tiene la última palabra. Otra hermosa Palabra que habla sobre las lágrimas y ofrece una imagen que atesoro, se encuentra en el Salmo 56:9: "Tú has tomado en cuenta mi vida errante; pon mis lágrimas en tu frasco; ¿acaso no están en tu libro?" Nos llena de humildad y consuelo pensar que el Señor recoge nuestras lágrimas. Son preciosas para el Padre; pueden ser una ofrenda a nuestro Dios misericordioso. Oraciones Sin Palabras Las lágrimas pueden sanar el corazón, limpiar el alma y acercarnos a Dios. En su gran obra maestra, “El Diálogo”, Santa Catalina de Siena dedicó un capítulo entero al significado espiritual de las lágrimas. Para ella, las lágrimas expresan "una sensibilidad exquisita, profunda, una capacidad de conmoción y de ternura”. En su libro, “Discerniendo corazones”, el Dr. Anthony Lilles dice que Santa Catalina "presenta esos afectos santos como la única respuesta adecuada al gran amor revelado en Cristo crucificado. Estas lágrimas nos alejan del pecado y nos llevan al corazón mismo de Dios". Recordemos a la mujer que ungió los pies de Jesús con precioso nardo, los lavó con sus lágrimas y los secó con su cabello. Su dolor es real, pero también lo es su experiencia de ser infinitamente amada. Nuestras lágrimas nos recuerdan que necesitamos a Dios y a los demás caminando con nosotros al peregrinar en la vida. Las situaciones de la vida pueden hacernos llorar, pero a veces esas lágrimas pueden regar las semillas de nuestra felicidad futura. Charles Dickens nos recordó que "nunca debemos avergonzarnos de nuestras lágrimas, porque son lluvia sobre el polvo cegador de la tierra, que cubre nuestros duros corazones". A veces, las lágrimas son el único puente para que lleguemos a Dios, para pasar de la muerte a la vida, de la crucifixión a la resurrección. Cuando Jesús se encontró con María Magdalena el día de la resurrección, le preguntó: "Mujer, ¿por qué lloras?" Pero pronto, él transformó sus lágrimas en una explosión de alegría pascual al mandarla a ser la primera persona en llevar el mensaje de su resurrección. A medida que continuemos nuestro peregrinaje, a veces luchando por comprender la locura de la Cruz, podremos llorar por aquellas cosas que hacen llorar a Jesús: guerra, enfermedades, pobreza, injusticia, terrorismo, violencia, odio, por cualquier cosa que menosprecie a nuestros hermanos y hermanas. Lloramos con ellos; lloramos por ellos. Y cuando las lágrimas se precipiten sobre nosotros en los momentos más inesperados, podremos descansar en la paz de saber que nuestro Dios tomará en sus manos cada lágrima con gentileza y cuidado. Él conoce cada lágrima y sabe qué la causó. Él las recoge y las mezcla con las lágrimas divinas de su Hijo. ¡Un día, unidos a Cristo, nuestras lágrimas serán lágrimas de alegría!
By: Sister M. Louise O’Rourke
MoreAlgunas veces las pequeñas cosas de la vida nos pueden enseñar valiosas lecciones. Recientemente una amiga compartió una historia interesante. Ella y su esposo estaban manejando en una incómoda y calurosa tarde, por lo que decidieron encender el aire acondicionado que no habían utilizado en todo el invierno. Inmediatamente un hedor horrible llenó el auto. Era tan desagradable que mi amiga empezó a sentir náuseas. Apenas pudo decir a su esposo: “¡Rápido, apágalo, huele como que algo murió aquí!”. Él apagó el aire acondicionado y abrió las ventanas para eliminar el mal olor. Al llegar a casa, su esposo comenzó a investigar. Empezó buscando en el filtro del aire y eso fue suficiente; allí encontró a un ratón acurrucado, muerto. Debido a que el ratón había muerto durante el invierno, el olor no los había molestado hasta que comenzó el deshielo de la primavera. El esposo de mi amiga sacó al ratón junto con su nido y encendió el aire acondicionado hasta que el hedor se fue por completo. Maneras en las que habla Dios Una historia así me hace pensar en las parábolas. En los evangelios, Jesús acostumbraba a usar ejemplos del día a día para enseñarle a la gente cómo vivir y cómo revelar las verdades sobre ellos mismos y el Padre. Job 33:14 dice: "Habla Dios una vez, y otra vez, sin que se le haga caso." Me esfuerzo en ser una persona que pone atención al Señor; por lo que tengo el hábito de preguntarle: “Señor, ¿estás tratando de enseñarme algo con esto que estoy pasando? ¿Cuál es el mensaje aquí?” Mientras reflexionaba sobre el ratón escondido en el auto de mis amigos y del hedor que causó, pensé en cómo algunas cosas en nuestra vida permanecen escondidas y de pronto aparecen y se convierten en un problema inesperado. El no querer perdonar o el resentimiento son buenos ejemplos. Estas emociones, como el roedor en descomposición, a menudo permanecen latentes en nosotros sin que nos demos cuenta. Entonces un día se activa un interruptor emocional y el hedor inunda el ambiente. Guardar resentimientos o no perdonar, o cualquier otra emoción negativa puede traer serias consecuencias. Infectan y causan estragos en nuestras mentes, corazones y nuestras relaciones interpersonales. A menos que lidiemos con la fuente, esto nos causará un gran daño. ¿Qué hay dentro? Entonces, ¿cómo podemos darnos cuenta si existe algún apestoso roedor escondido en nuestros corazones? Un método excelente nos los muestra San Ignacio de Loyola, quien nos aconseja prestar atención a las profundas mociones de nuestra alma; un método que él llama “discernimiento de espíritus”. Así que pregúntate: “¿Qué me agita o inquieta?, ¿qué me llena de alegría, paz y contentamiento?” Para “discernir” espíritus en nuestras vidas, primero debemos reconocer que hay espíritus en nuestras vidas – buenos y malos. Nosotros tenemos tanto un Abogado como un enemigo. Nuestro Abogado, el Espíritu Santo, nos inspira y guía hacía la plenitud y la paz. El enemigo de nuestras almas, Satán, el acusador, es un mentiroso y ladrón que quiere “robar, matar y destruir” (Juan 10:10). San Ignacio recomienda que pasemos tiempo cada día en reflexión silenciosa para reconocer qué es lo que se mueve en nuestro interior, así como invitar al Señor a ayudarnos a reflexionar y revisar: “¿Estoy ansioso, calmado, feliz, inquieto? ¿Qué está causando estas mociones? ¿Necesito actuar… Perdonar a alguien… Arrepentirme de algo y asistir a la confesión? ¿Necesito dejar de quejarme y ser más agradecido?” Prestar atención con la ayuda de Dios a estas profundas mociones de nuestros corazones, nos facilitará identificar áreas problemáticas que requieren nuestra atención, para que no puedan sorprendernos en el futuro. Mis amigos tomaron acción sólo después de haberse dado cuenta que algo apestaba. Y al lidiar rápidamente con el problema fueron capaces de disfrutar un aire limpio y fresco en su vehículo por el resto del verano. Si nos tomáramos un tiempo de silencio cada día con el Señor y le pidiéramos que nos revelara lo que está “apagado” en nuestro espíritu, él nos lo mostraría y nos enseñaría cómo manejarlo. Entonces el aire fresco del Espíritu Santo podrá fluir entre nosotros y traer alegría y libertad a nuestras vidas y relaciones interpersonales.
By: Ellen Hogarty
More