• Latest articles
Mar 05, 2024
Encuentro Mar 05, 2024

Algo sucede ante la presencia de un bebé; si se presenta a un bebé en una habitación llena de gente, todos querrán verlo; las conversaciones se detendrán, las sonrisas se extenderán por los rostros de las personas, los brazos se abrirán para sostener al niño. Incluso el personaje más duro y cascarrabias de la habitación se sentirá atraído hacia el bebé. Las personas que momentos antes habían estado discutiendo entre sí, estarán arrullando y haciendo muecas graciosas al bebé; los bebés traen paz y alegría… es lo que hacen.

El mensaje central y aun realmente desconcertante de la Navidad es que Dios se convirtió en un bebé; el omnipotente creador del universo, el fundamento de la inteligibilidad del mundo, la fuente de la existencia infinita, la razón por la que hay algo en lugar de nada, se convirtió en un niño demasiado débil incluso para levantar la cabeza; un bebé vulnerable que yace indefenso en un pesebre donde comen los animales. Estoy seguro de que todos los que estaban alrededor del pesebre del Niño Jesús —su Madre, San José, los pastores, los reyes magos— hacían lo que la gente siempre hace con los bebés: sonreían, le arrullaban y hacían ruidos raros. El cuidado y la preocupación por el bienestar de ese bebé los tenía a todos reunidos en torno a Él.

En esto vemos la genialidad divina; durante toda la historia de Israel, Dios se esforzaba por atraer a su pueblo elegido hacia sí mismo y por atraerlo a una comunión más profunda con Él. Todo el propósito de la Torá, los diez mandamientos, las leyes dietéticas descritas en el libro de Levítico, la predicación de los profetas, los pactos con Noé, Moisés y David, y los sacrificios ofrecidos en el templo era simplemente fomentar la amistad con Dios y un mayor amor entre su pueblo. Un tema triste pero constante del Antiguo Testamento es que, a pesar de todos estos esfuerzos e instituciones, Israel permaneció alejado de Dios: la Torá ignorada, los pactos rotos, los mandamientos desobedecidos, el templo corrompido.

Así que, en la plenitud de los tiempos, Dios determinó no intimidarnos ni ordenarnos desde lo alto, sino más bien convertirse en un bebé, porque ¿quién puede resistirse a un bebé? En Navidad, la raza humana ya no miraba hacia arriba para ver el rostro de Dios, sino hacia el rostro de un niño pequeño. Una de mis heroínas espirituales, Santa Teresa de Lisieux, era conocida como «Teresa del niño Jesús»; es muy fácil caer en la romantización de esta designación, pero debemos resistir esa tentación. Al identificarse con el niño Jesús, Teresa se esforzaba sutilmente por sacar de sí mismos a todos los que encontraba, para llevarlos a una actitud de amor.

Una vez que comprendemos esta dinámica esencial de la Navidad, la vida espiritual se abre de una manera fresca. ¿Dónde encontramos al Dios que buscamos? Lo hacemos más claramente en los rostros de los vulnerables, los pobres, los indefensos, los niños. Es relativamente fácil resistirse a las demandas de los ricos, exitosos y autosuficientes; de hecho, es probable que sintamos resentimiento hacia ellos. Pero los humildes, los necesitados, los débiles, ¿cómo podemos apartarnos de ellos? Nos sacan —como lo hace un bebé— de nuestra preocupación por nosotros mismos y nos llevan al espacio del amor verdadero; esta es, sin duda, la razón por la que tantos los santos —Francisco de Asís, Isabel de Hungría, Juan Crisóstomo, la Madre Teresa de Calcuta, por nombrar sólo algunos— se sintieron atraídos al servicio de los pobres.

Estoy seguro de que la mayoría de los que lean estas palabras se reunirán con sus familias para la celebración de la Navidad; todos estarán allí: mamá y papá, primos, tíos, tal vez abuelos y bisabuelos, algunos amigos que se encuentran lejos de casa; habrá mucha comida, muchas risas, muchas conversaciones animadas, muy probablemente una o dos discusiones políticas. Los extrovertidos se lo pasarán espléndidamente, a los introvertidos les resultará todo un poco más difícil. Estaría dispuesto a apostar que, en la mayoría de estas reuniones, en algún momento, se traerá un bebé a la habitación: el nuevo hijo, nieto, bisnieto, primo, sobrino, lo que sea; ¿podría instarles este año a que estén particularmente atentos a lo que ese bebé les produce a todos, para que se den cuenta del poder magnético que tiene sobre el grupo variado de personas reunidas? Y luego los invito a recordar que la razón por la que se están reuniendo es para celebrar al bebé que es Dios, y, por último, déjense atraer por el peculiar magnetismo de ese divino niño.

'

By: Obispo Robert Barron

More
Mar 05, 2024
Encuentro Mar 05, 2024

Cortar la maleza puede ser algo tedioso, ¡pero es un gran ejercicio para alma y cuerpo!

Después de muchas excusas para evitar limpiar mi patio trasero, llegó el momento de enfrentar la realidad de que en verdad ya necesitaba ser despejado. Afortunadamente mi esposo estaba de buen humor para ayudarme; así que juntos, pasamos un día completo de nuestras vacaciones de navidad sacando a nuestros invasores.

Lo que no sabía, era que había un propósito divino en este ejercicio. A medida que comencé a romper el crecimiento de la yaka, con las pocas fuerzas que me quedaron de las reuniones navideñas, me llené de mucha alegría, aunque no fue muy divertido al principio.

Confrontación inevitable

Mientras arrancaba diligentemente a mano las malas hierbas, el entrenamiento me llevó a reflexionar sobre mi salud espiritual. ¿Qué tan saludable espiritualmente he sido?

Experimenté un encuentro con Jesús que me cambió la vida, tuve mi bautismo en el espíritu en el año 2000, he tenido muchos privilegios y oportunidades de humildad para convertirme en una mejor persona, a través de la dirección del Espíritu Santo. Hubo muchos momentos de crecimiento que me desafiaron a trabajar más duro, no tratando de perfeccionarme a mí misma (porque no existe tal cosa como la perfección aquí en la tierra); pero sí, poder acercarme más al camino de la santidad en Dios. Ya era posible hacerlo cada día, siempre y cuando me mantuviera intentándolo. Pero ¿realmente he trabajado duro para lograr este objetivo? La pandemia me había distraído de mi enfoque, ya que me sumergí en el miedo, ansiedad, incertidumbre, el dolor y el duelo por los amigos y la comunidad que perdieron a sus seres queridos, trabajos, propiedades y paz.

Durante la renovación de mi jardín me encontré con hierbas malas de varios tipos. Una maleza es «una planta que causa pérdidas económicas o daños ecológicos, crea problemas de salud para los seres humanos o los animales, o es indeseable en el lugar donde crece».

Uno a uno

Estaba la enredadera de campo, perenne y resistente, a la que se le han dado muchos nombres. Google dice que, lamentablemente, la labranza y el cultivo parecen ayudar a la propagación de la enredadera. El mejor control es la intervención temprana. Las plántulas deben eliminarse antes de que se vuelvan perennes. Después de eso, se forman las plagas y el control exitoso se convierte en una tarea difícil.

“Señor, ¿qué hay en mí que sea como la enredadera? ¿Orgullo, lujuria, mentiras, ofensa, arrogancia o prejuicio?”

Luego está la curandera, una hierba perenne rastrera y persistente que se reproduce por semillas. Sus rizomas largos, articulados y de color pajizo forman una densa estera en el suelo, de la que también pueden surgir nuevos brotes. Se nos recomienda desenterrar esta hierba de rápido crecimiento tan pronto como la veamos en nuestros jardines, asegurándonos de desenterrar toda la planta (incluidas las raíces) y desecharla en nuestro contenedor de basura en lugar de hacerlo en la pila de abono, ya que probablemente ¡seguirá creciendo allí!

“Señor, ¿cuál es mi curandera? ¿Chismes, envidia, malicia, celos, materialismo o pereza?”

La siguiente hierba verdaderamente me disgusta. El cardo canadiense es una maleza perenne agresiva y rastrera de Eurasia. Infesta cultivos, pastos, orillas de zanjas y bordes de carreteras. Si enraíza, los expertos dicen que el mejor control es estresar a la planta obligándola a utilizar los nutrientes almacenados en las raíces. Sin embargo, lo creas o no, ¡esta hierba es comestible!

“Señor, ¿cuál es mi cardo canadiense? ¿Cuáles son los pecados que al final puedo transformar en buenos frutos? ¿Estrés, preocupación, ansiedad, control, exceso de confianza o autosuficiencia?”

Los coquillos son malezas perennes que superficialmente se parecen a los pastos, pero son más gruesas, rígidas y tienen forma de V. La presencia del coquillo a menudo indica que el drenaje del suelo es deficiente o está anegado. Sin embargo, una vez establecido, es muy difícil de controlar.

“Señor, ¿cuáles son mis coquillos?, ¿los hábitos que me muestran que es tiempo de prepararme mejor? ¿La falta de oración, pereza para estudiar tu Palabra, tibieza para compartir la Buena Nueva, falta de compasión y empatía, impaciencia, irritabilidad o falta de gratitud?

Luego, está el plátano alforfón de bajo crecimiento. Con una raíz de pivote larga puede volverse tolerante a la sequía y es difícil de quitar con la mano. Para eliminar esta maleza es necesario arrancar las plantas jóvenes y destruirlas antes de que produzcan semillas. Como último recurso, varios herbicidas son eficaces.

Señor, ¿cuál es mi plátano alforfón, de esos que echan raíces y se niegan a irse cuanto más tiempo se quedan? ¿Conductas adictivas, egoísmo, glotonería, vanidad, endeudamiento o tendencias depresivas y opresivas?

Ah, y éste: ¡no aprendamos a amarlo! —El diente de león con sus cabezas de color amarillo brillante en primavera. Proporcionan una importante fuente de alimento para las abejas a principios de año. Pero con el tiempo, también se apoderarán de tu jardín. Tienen todas las características de la maleza. Quitar los dientes de león tirando a mano o con azadón suele ser inútil a menos que se haga repetidamente durante un largo período de tiempo, debido a su profundo sistema de raíces en forma de pivotes.

“Señor, ¿cuál es mi diente de león?, ¿las raíces entrelazadas que representan los nuevos problemas?, ¿el narcisismo, el pasar demasiado tiempo en las redes sociales, juegos y videos, pensamientos negativos, demasiadas excusas, juegos de culpas, procrastinar o complacer a las personas?”

¿No es doloroso podar?

De hecho, las «malas hierbas» no son intrínsecamente malas. Muchas malezas estabilizan el suelo y agregan materia orgánica. Algunas son comestibles y proporcionan un hábitat y alimento para la vida silvestre. Conocer sobre esto me ha dado mucha esperanza: ahora sé que puedo usar y transformar mis debilidades, malos hábitos, pecaminosidad arraigada y limitaciones, en algo bueno, dándoles un buen uso, pidiendo al Señor su ayuda y sanación, y volverme completamente dependiente de Él para ser podada y usada según su voluntad y para sus propósitos. Sé que el cambio es difícil y que algunos cambios esenciales solo se pueden realizar con la ayuda de Dios.

Si buscamos sinceramente a Dios y pedimos la ayuda del Espíritu Santo que viene a darnos el auxilio prometido, Él conoce las luchas que enfrentamos y nos animará a acudir a Él en busca de la ayuda adicional que necesitamos (Mateo 7,7-8; Hebreos 4,15- 16; 1 Pedro 5,6-7). Dios no hace todo el trabajo por nosotros, pero sí ofrece ayuda para hacernos más eficaces.

Cada día es una oportunidad para comenzar este proceso de regeneración, rejuvenecimiento y renovación. Tomémoslo como un reto y un momento de gratitud. Despojarnos del hombre viejo que pertenece a nuestra antigua manera de vivir y que está corrompido por los deseos engañosos, renovar el espíritu de nuestra mente, y revestirnos del nuevo hombre (Efesios 4,22-22).

'

By: Emmanuel

More
Mar 05, 2024
Encuentro Mar 05, 2024

P – ¿Por qué Jesucristo tuvo que morir por nosotros? Parece cruel que el Padre requiera la muerte de su único Hijo para salvarnos. ¿No había otra manera?

R – Sabemos que la muerte de Jesús nos alcanzó el perdón por nuestros pecados, pero ¿era esto necesario?, y ¿cómo logró nuestra salvación?

Considera esto: si un estudiante en la escuela golpeara a su compañero de clase, la consecuencia natural sería un cierto castigo, tal vez la detención, o tal vez la suspensión; pero si ese mismo estudiante golpeara a un maestro, el castigo sería más severo, tal vez sería expulsado de la escuela. Y si ese mismo estudiante le diera un puñetazo al presidente, probablemente terminaría en la cárcel. Dependiendo de la dignidad de la persona a quien se ofenda, la consecuencia podría ser mayor.

¿Cuál sería entonces la consecuencia de ofender al Dios santo y amoroso? Aquel que te creó a ti y a las estrellas merece nada menos que la adoración de toda la creación. Cuando lo ofendemos, ¿cuál es la consecuencia natural?: Muerte y destrucción eternas, sufrimiento y alejamiento de Él; por lo tanto, teníamos con Dios una gran deuda, una deuda de muerte; pero no podíamos pagarla porque Él es infinitamente bueno; nuestra transgresión causó un abismo infinito entre nosotros y Él. Necesitábamos a alguien infinito y perfecto, pero también humano (ya que tendría que morir para saldar la deuda).

Solo Jesucristo encaja en esta descripción; al vernos abandonados en una deuda impagable que nos llevaría a la condenación eterna, por su gran amor, se hizo hombre precisamente para poder pagar nuestra deuda. El gran teólogo San Anselmo escribió todo un tratado titulado: ¿Cur Deus Homo? (¿Por qué Dios se hizo hombre?), y concluyó que Dios se hizo hombre para poder pagar la deuda que teníamos pero que no podíamos pagar, para reconciliarnos con Dios en una persona: Él mismo, ya que Cristo es la unión perfecta entre Dios y la humanidad.

Considera esto también: si Dios es la fuente de toda vida, y el pecado significa que le damos la espalda a Dios, entonces ¿qué estamos eligiendo?: La muerte; de hecho, San Pablo dice que «la paga del pecado es la muerte» (Romanos 6, 23). El pecado produce la muerte de toda la persona; podemos observar que la lujuria puede conducir a enfermedades de transmisión sexual y corazones rotos, sabemos que la gula puede conducir a un estilo de vida poco saludable, la envidia conduce a la insatisfacción con los dones que Dios nos ha dado, la codicia puede hacer que trabajemos en exceso y autocomplacernos, y el orgullo puede romper nuestras relaciones interpersonales y con Dios. El pecado, entonces, ¡es verdaderamente mortal!

Se necesita una muerte, entonces, para devolvernos la vida. Una antigua homilía del sábado santo nos esclarece esto desde la perspectiva de Jesús: «Mira la saliva en mi rostro, para restaurarte esa primera inspiración divina en la creación; mira los golpes en mis mejillas, que acepté para remodelar tu forma distorsionada a mi propia imagen; mira la flagelación de mi espalda, que acepté para dispersar la carga de tus pecados que fue puesta sobre tu espalda; mira mis manos clavadas en un árbol, lo hice para ti que extendiste tu mano hacia el árbol por las intrigas de un malvado».

Finalmente, creo que su muerte fue necesaria para mostrarnos las profundidades de su amor; si Él simplemente se hubiera pinchado el dedo y derramado una sola gota de su preciosa sangre (lo que habría sido suficiente para salvarnos), pensaríamos que Él no nos amó tanto; pero, como dijo el Santo Padre Pío: «La prueba del amor es sufrir por quien amas». Cuando contemplamos los increíbles sufrimientos que Jesús soportó por nosotros, no podemos dudar ni por un momento de que Dios nos ama, Dios nos ama tanto que prefirió morir antes que pasar la eternidad sin nosotros.

Además, su sufrimiento nos da consuelo y fortaleza en nuestro sufrimiento; no hay agonía ni dolor que podamos soportar por el que Él no haya pasado ya. ¿Tienes dolor físico? Él también. ¿Tienes dolor de cabeza? Su cabeza estaba coronada de espinas. ¿Te sientes solo y abandonado? Todos sus amigos lo dejaron y lo negaron. ¿Te da vergüenza? Lo desnudaron para que todos se burlaran. ¿Luchas contra la ansiedad y los miedos? Estaba tan ansioso que sudó sangre en el jardín. ¿Has sido tan herido por otros que no puedes perdonar? Le pidió a su padre que perdonara a los hombres que le clavaban los clavos en las manos. ¿Sientes que Dios te ha abandonado? Jesús mismo exclamó: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»

Así que nunca podemos decir: «¡Dios, no sabes por lo que estoy pasando!» Porque Él siempre puede responder: «Sí, lo sé, mi amado hijo, he estado allí, y estoy sufriendo contigo en este momento».

Qué consuelo saber que la cruz ha acercado a Dios a los que sufren, que nos ha mostrado las profundidades del amor infinito de Dios por nosotros y los grandes esfuerzos que Él es capaz de hacer para rescatarnos, y que ha pagado la deuda de nuestros pecados para que podamos estar delante de Él ¡perdonados y redimidos!

'

By: EL PADRE JOSEPH GILL

More
Mar 05, 2024
Encuentro Mar 05, 2024

La vida nos golpea a todos, pero ¿alguna vez te has preguntado cómo es posible que algunas personas  nunca son derrotadas?

Para todos los expatriados que trabajan en Arabia Saudita, las vacaciones anuales son lo más esperado y relevante del año; yo también podría decir que esperaba con ansias mi viaje de regreso a la India, el cual siempre tenía lugar en Navidad.

Quedaban pocas semanas para el viaje cuando recibí un correo electrónico de mi familia; Nancy, una amiga íntima nuestra, les había llamado para decirles que Jesús estaba pidiendo oraciones especiales para mis vacaciones. Por supuesto, lo agregué a mi lista diaria de oración.

No sucedió nada memorable durante la mayor parte de mi estadía, las semanas en casa pasaron rápido; llegó la Navidad y se celebró con el entusiasmo de siempre. Después de un mes y medio de días llenos de diversión, mis días de vacaciones casi habían terminado, no había ocurrido nada extraordinario, y el mensaje quedó en el olvido.

Un duro golpe

Dos días antes de mi viaje de regreso, decidí comenzar a hacer las maletas; el primer objeto de la lista fue mi pasaporte, ¡no pude localizarlo por ningún lado! Entonces recordé que lo había llevado a la agencia de viajes esa mañana para confirmar mi vuelo, y todavía estaba en el bolsillo de los jeans que me había puesto; sin embargo, unos momentos antes, boté los pantalones en el cesto de la ropa sucia sin siquiera revisar los bolsillos.

Corrí a la lavadora y abrí la tapa: los jeans estaban dando vueltas; los saqué lo más rápido que pude y metí la mano en el bolsillo delantero; un sentimiento de pavor se apoderó de mí cuando saqué el pasaporte mojado.

Los sellos oficiales de la mayoría de las páginas interiores estaban dañados, algunos de los sellos de viaje fueron desplazados y, lo más preocupante fue que la tinta del visado de entrada a Arabia Saudíta también estaba corrida. No tenía ninguna idea de qué hacer, la única opción era solicitar un nuevo pasaporte e intentar obtener un nuevo visado de entrada a mi llegada a la capital; sin embargo, no me quedaba suficiente tiempo para esto, mi trabajo estaba en riesgo.

Mi batallón al rescate

Abrí el pasaporte en mi cama y encendí el ventilador de techo, con la esperanza de secarlo; le conté al resto de mi familia lo que había pasado. Como de costumbre, nos reunimos en oración, le confiamos la situación a Jesús y le pedimos que nos guiara. También llamé a Nancy para contarle el percance; ella también comenzó a orar por nosotros; no había nada más que pudiéramos hacer.

Más tarde esa noche, Nancy me llamó para decirme que Jesús le había dicho que ¡un ángel me llevaría a Riad! Dos días después, encontrando fuerzas en la oración, me despedí de mi familia, documenté mi equipaje y abordé mi primer vuelo.

En el aeropuerto de Mumbai donde cambié de vuelo, me uní a la fila para el despacho de inmigración en la terminal internacional. Sintiéndome un poco ansioso, esperé con mi pasaporte abierto; afortunadamente, el oficial apenas miró hacia abajo antes de sellar distraídamente la página y despedirme.

Lleno de la gracia divina, me sentí en paz. Después de que el vuelo aterrizó en Arabia Saudita, seguí orando mientras recogía mi equipaje y me unía a una de las largas filas en el puesto de control de inmigración; la fila se movía lentamente mientras el oficial examinaba cuidadosamente cada pasaporte antes de sellarlo con una visa de entrada; finalmente, me tocó a mí, con mi pasaporte abierto en la página correspondiente, caminé hacia él; en ese mismo momento, otro oficial se acercó y comenzó una conversación con él; mientras estaba inmerso en la discusión, el oficial de inmigración selló mi pasaporte con la visa de entrada, apenas mirando las páginas.

Estaba de vuelta en Riad, gracias a mi ángel de la guarda que me había «guiado a través del fuego» en el momento justo.

Guardián: entonces, ahora y siempre

Sin duda, el viaje impulsó mi relación con mi ángel de la guarda; sin embargo, Jesús subrayó otra lección para mí: estoy siendo guiado por un Dios vivo que prevé cada obstáculo en mi camino; tomado de su mano, escuchando sus instrucciones y obedeciéndolas, puedo sortear cualquier dificultad. «Cuando te vuelvas a la derecha o a la izquierda, tus oídos oirán una palabra detrás de ti que dice: «Este es el camino, ve por él»» (Isaías 30, 21).

Si Nancy no hubiera estado escuchando la voz de Dios, y si no hubiéramos estado orando como se me había indicado, mi vida podría haberse desviado del camino; desde entonces, cada Navidad es un cariñoso recordatorio de la providencia y el abrazo protector de Dios.

'

By: Zacharias Antony Njavally

More
Nov 25, 2023
Encuentro Nov 25, 2023

Cuando la lucha y el dolor persisten, ¿qué nos mantiene avanzando?

Mi hijo de 11 años se sentó pacientemente en la mesa de exploración mientras la doctora examinaba su fuerza muscular, como ya lo había hecho tantas veces. Durante los últimos ocho años, la había visto examinar su piel y probar su fuerza muscular, y cada vez, el pánico me atravesó.

Después de terminar su examen, dio un paso atrás, miró a mi hijo de 11 años y pronunció suavemente las palabras que yo temía: “Tus músculos muestran signos de debilidad; creo que la enfermedad está activa nuevamente”.

Mi hijo me miró y luego bajó la cabeza; mi estómago se retorció; ella le pasó el brazo por los hombros y le dijo. «Espera un poco; sé que a lo largo de los años los brotes no han sido fáciles para ti; sé que son muy dolorosos, pero los hemos manejado antes y podremos hacerlo de nuevo”.

Exhalando lentamente, me apoyé en el escritorio que estaba a mi lado para estabilizarme.

Ella me miró mientras preguntaba: «¿Estás bien?»

“Sí, el bebé está en una posición rara, eso es todo”, dije.

“¿Estás segura de que no quieres sentarte?”

Con una sonrisa pintada, murmuré: «No, estoy bien, gracias».

Se dirigió hacia mi hijo: «Vamos a probar un nuevo medicamento».

«Pero, ¿no le fue bien con el medicamento anterior?», pregunté.

«Así fue, pero las dosis altas de esteroides no son buenas para el cuerpo».

Y entonces pensé: ¿Por qué hice preguntas cuando realmente no quiero escuchar las respuestas?

«Creo que es hora de probar un medicamento diferente»; me explicó.

Mi hijo apartó la mirada y se frotó las rodillas con ansiedad, mientras que la doctora se dirigió a él para decirle: “Intenta no preocuparte. Tendremos esto bajo control.”

«Está bien», respondió mi hijo.

Y ella subrayó: “La medicación tiene algunos inconvenientes, pero afrontaremos lo que venga”.

Mi corazón latía con fuerza en mi pecho: ¿Inconvenientes?

Ella se volvió hacia mí y me dijo: “Hagamos un análisis de sangre. Te llamaré en una semana para elaborar un plan”.

Después de una semana de ansiedad, la doctora llamó con los resultados de las pruebas.

Ella nos explicó: “Mis sospechas se confirmaron. Está teniendo un nuevo brote, por lo que comenzaremos con la nueva medicina inmediatamente. Sin embargo, es posible que experimente algunos efectos secundarios difíciles”.

«¿Efectos secundarios?», pregunté.

«Sí»; respondió.

El pánico se apoderó de ella cuando enumeró los posibles efectos secundarios. ¿Estaban siendo respondidas mis oraciones o estaba perdiendo a mi hijo poco a poco?

“Llámame inmediatamente si notas alguno de estos”, afirmó. Las lágrimas rodaron por mis mejillas. Le compartí la noticia a mi esposo y le dije: “No estoy bien en este momento. Estoy colgando de un hilo. Los niños no pueden verme así. Necesito llorar y recuperarme”.

Puso sus manos sobre mis hombros, me miró a los ojos y me dijo: “Estás temblando, debería ir contigo; no quiero que entres en labor de parto antes de tiempo”.

“No, no lo haré; estaré bien. Sólo necesito recomponerme”. Le respondí.

«Bueno. Tengo todo bajo control aquí. Todo va a estar bien”; dijo para tranquilizarme.

Rendirse…

Conduciendo hacia la capilla sollocé: “Ya no puedo hacer esto. He tenido suficiente. Ayúdame Dios. Ayúdame.»

Sola en la capilla, miré con tristeza a Jesús Sacramentado y oré: “Jesús, por favor, por favor… Detén todo esto. ¿Cómo es que mi hijo continúa con esta enfermedad?, ¿por qué tiene que tomar una medicina tan peligrosa?, ¿por qué tiene que sufrir? Esto es tan difícil para él. Por favor, Jesús, por favor protégelo”.

Cerré los ojos y me imaginé el rostro de Jesús. Respiré profundamente y le rogué que llenara mi mente y mi corazón. Mientras el torrente de mis lágrimas menguaba, recordé las palabras de Jesús en el libro del arzobispo Fulton Sheen, “La vida de Cristo”: “Yo creé el universo, puse los planetas en movimiento; y las estrellas, la luna y el sol me obedecen”. En mi mente, lo escuché decir: “¡Yo estoy a cargo! Los efectos de su medicación no son rival para mí. Déjame tus preocupaciones. Confía en mí.»

¿Eran estos mis pensamientos o estaba Dios hablándome? No estaba segura, pero sabía que las palabras eran verdaderas. Tuve que dejar de lado mis miedos y confiar que Dios cuidaría a mi hijo. Tomé aire profundamente y lo exhalé de manera lenta con la intención de liberar mis miedos, y oré: “Jesús, sé que siempre estás conmigo. Por favor, envuélveme en tus brazos y consuélame. Estoy tan cansada de tener miedo”.

Llega la respuesta…

De repente, unos brazos me rodearon por detrás. ¡Era mi hermano!

«¿Qué estás haciendo aquí?» Le pregunté.

“Llamé a la casa buscándote… Pensé que podrías estar aquí; cuando vi tu auto en el estacionamiento, pensé en entrar y ver cómo estabas”, me dijo.

“Le estaba pidiendo a Dios que me rodeara con sus brazos cuando tú te acercaste y me abrazaste”, respondí.

Sus ojos se abrieron de par en par cuando preguntó: «¿En verdad?»

«¡Sí, en serio!», le confirmé.

Mientras caminábamos hacia el estacionamiento, le agradecí por venir a ver cómo estaba, y le dije: “Tu abrazo me recordó que Dios revela su presencia en acciones amorosas. Incluso mientras sufro, Él ve, oye y comprende. Su presencia lo hace todo soportable y me permite confiar y aferrarme a Él. Así que gracias por ser una vasija llena de su amor, para mí hoy”.

Nos abrazamos y las lágrimas brotaron de mis ojos. Me sentí conmovida hasta lo más profundo por una sensación abrumadora de la amorosa presencia de Dios.

'

By: Rosanne Pappas

More
Nov 25, 2023
Encuentro Nov 25, 2023

Pasar de ser una musulmana fiel que rezaba a Alá tres veces al día, ayunaba, daba limosna y hacía Namaz, hasta ser bautizada en la Capilla Privada del Papa; ¡el viaje de Munira tiene giros y vueltas que pueden sorprenderte!

Mi imagen de Alá era la de un maestro severo que castigaría mi más mínimo error. Si quería algo, tenía que comprar el favor de Alá con ayuno y oración. Siempre tuve miedo de que si hacía algo malo, sería castigada.

La primera semilla

Un primo mío tuvo una experiencia cercana a la muerte y me compartió que experimentó una visión de él adentrándose en un túnel oscuro, al final del cual vio una luz brillante y a dos personas que estaban allí: Jesús y María. Yo estaba confundida; ¿no debería haber visto al profeta Mahoma o al Imam Ali? Como estaba tan seguro de que eran Jesús y María, le pedimos una explicación a nuestro Imam. Él respondió que Isa (Jesús) también es un gran profeta; por eso cuando morimos, él viene a escoltar nuestras almas.

Su respuesta no me satisfizo, pero me llevó a inicilar la búsqueda de la verdad sobre Jesús.

La búsqueda

A pesar de tener muchos amigos cristianos, no sabía por dónde comenzar. Me invitaron a una novena a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y comencé a asistir a las novenas con regularidad, escuchando atentamente las homilías que explicaban la palabra de Dios. Aunque no entendí mucho, creo que fue María quien entendió lo que yo necesitaba y eventualmente me condujo a la verdad.

En una serie de sueños a través de los cuales el Señor me fue hablando a lo largo de los años, vi un dedo señalando a un hombre vestido de pastor mientras una voz me llamaba por mi nombre, diciendo: “Munira, síguelo”. Sabía que el pastor era Jesús, así que pregunté quién hablaba. Él respondió: “Él y yo somos uno”. Quería seguirlo, pero no sabía cómo.

¿Crees en los ángeles?

Teníamos unos amigos cuya hija parecía estar poseída. Como padres se sentían tan desesperados que incluso acudieron a mí para pedirme una solución. Como musulmana, les dije que  contábamos con nuestros Baba a quienes ellos podrían acudir. Dos meses después, quedé asombrada cuando volví a ver a su hija. En lugar de la figura fantasmal, delgada y débil que había visto antes, la adolescente se había convertido en una muchacha sana, radiante y robusta. Me dijeron que un sacerdote, el padre Rufus, la había liberado en el Nombre de Jesús.

Después de negarnos en varias ocasiones, finalmente aceptamos su invitación de unirnos a ellos en misa con el Padre Rufus. El sacerdote oró por mí y me pidió que leyera un versículo de la Biblia; en ese momento sentí tanta paz que sabía que no habría vuelta atrás. El Padre habló sobre el hombre en la cruz que murió por los musulmanes, los hindúes y toda la humanidad en todo el mundo. Esto despertó en mí un profundo deseo de saber más sobre Jesús, y sentí que Dios había enviado al Padre Rufus en respuesta a mi oración de conocer la Verdad. Cuando llegué a casa, abrí la Biblia por primera vez y comencé a leerla con interés.

El padre Rufus me aconsejó que buscara un grupo de oración; pero yo no sabía cómo hacer esto, así que comencé a orar a Jesús por mi cuenta. En un momento dado, estuve leyendo alternativamente la Biblia y el Corán, y pregunté al Señor: “¿Cuál es la verdad? Si tú eres la verdad, entonces dame el deseo de leer sólo la Biblia”. A partir de entonces, el Señor me condujo a abrir sólo la Biblia.

Cuando una amiga me invitó a un grupo de oración, inicialmente dije que no, pero ella insistió y la tercera vez tuve que ceder. La segunda vez que fui, llevé a mi hermana… y resultó que nos cambió la vida a ambas. Cuando el predicador habló, dijo que había recibido un mensaje: “Aquí hay dos hermanas que han venido buscando la verdad. Ahora su búsqueda ha terminado”.

Conforme asistimos a las reuniones semanales de oración, poco a poco comencé a comprender la Palabra y me di cuenta de que tenía que hacer dos cosas: perdonar y arrepentirme. Mi familia quedó intrigada al notar cambios visibles en mí, así que comenzaron a asistir también al grupo. Cuando mi papá se enteró de la importancia del rezo del Rosario, sorprendentemente sugirió que empezáramos a rezarlo juntos en casa. A partir de entonces, nosotros, una familia musulmana, nos arrodillábamos y rezábamos el Rosario todos los días.

Maravillas sin fin

Mi creciente amor por Jesús me impulsó a unirme a una peregrinación a Tierra Santa. Antes de irnos, una voz en un sueño me dijo que aunque tuviera miedo e ira en lo más profundo de mi ser, pronto iba a ser liberada. Cuando hablé a mi hermana sobre este sueño, preguntándome qué podría significar, ella me aconsejó que preguntara al Espíritu Santo. Estaba desconcertada porque realmente no sabía quién era el Espíritu Santo; pero eso pronto cambiaría de una manera sorprendente.

Cuando visitamos la Iglesia de San Pedro (donde él tuvo ese sueño sobre todos los animales que ahora Dios les permitía comer, que leemos en Hechos 10, 11-16), encontramos las puertas de la Iglesia cerradas porque habíamos llegado tarde. El padre Rufus tocó el timbre, pero nadie respondió. Después de unos 20 minutos, dijo: “Oremos afuera de la Iglesia”, pero de pronto sentí una voz dentro de mí que decía: “Munira, ve a tocar el timbre”; con el permiso del padre Rufus, toqué el timbre. En cuestión de segundos, esas enormes puertas se abrieron; el sacerdote estaba sentado junto a ellas, pero sólo escuchó el timbre cuando yo lo toqué. El padre Rufus exclamó: «Los gentiles recibirán el Espíritu Santo». ¡Yo era la gentil!

En Jerusalén visitamos el cenáculo donde tuvo lugar la última cena y el descenso del Espíritu Santo. Mientras alabábamos a Dios, escuchamos el rugir de un trueno, un viento entró en la habitación y fui bendecida con el don de lenguas. ¡No lo podía creer! Él me bautizó con su Santo Espíritu en el mismo lugar donde la Madre María y los apóstoles recibieron al Paráclito. Incluso nuestro guía turístico judío quedó asombrado; cayó de rodillas y oró con nosotros.

El brote sigue creciendo

Cuando regresé a casa deseaba mucho poder bautizarme, pero mi mamá me dijo: “Mira Munira, seguimos a Jesús, creemos en Jesús, amamos a Jesús; pero la conversión… no creo que debamos hacerla; tú sabes que habría muchas repercusiones por parte de nuestra comunidad”. Pero había un profundo deseo dentro de mí de recibir al Señor, especialmente después de un sueño en el que Él me pedía que asistiera a la Eucaristía todos los días. Recuerdo haber implorado al Señor como la mujer cananea y le dije: “La alimentaste con las migajas de tu mesa; trátame como a ella y haz que sea posible para mí asistir a la Eucaristía”.

Poco después, mientras caminaba con mi papá llegamos inesperadamente a una iglesia donde apenas comenzaba la celebración eucarística. Después de asistir a la misa, mi papá dijo: “Permitámonos asistir aquí todos los días”.

Siento que ahí comenzó mi camino hacia el bautismo.

El regalo inesperado

Mi hermana y yo decidimos unirnos al grupo de oración en un viaje a Roma y Medjugorje. La hermana Hazel, quien ahora organizaba otro viaje, me preguntó casualmente si me gustaría bautizarme en Roma. Yo quería un bautismo tranquilo, pero el Señor tenía otros planes. Ella habló con el obispo, quien nos consiguió una cita de cinco minutos con un cardenal, que finalmente duró dos horas y media. El cardenal dijo que se encargaría de todos los preparativos para que fuéramos bautizadas en Roma.

Así que fuimos bautizadas en la capilla privada del Papa por el Cardenal. En el sacramento elegí tomar el nombre de Fátima y mi hermana el de María. Allí celebramos con alegría nuestro almuerzo bautismal con muchos cardenales, sacerdotes y religiosas. Simplemente sentí que a pesar de todo, el Señor nos estaba diciendo: “Prueben y vean que bueno es el Señor; felices los que en Él se refugian” (Salmo 34,8).

Pronto llegó la cruz del calvario. Nuestra familia experimentó una crisis financiera que la gente de nuestra comunidad atribuyó a nuestra conversión al cristianismo. Sorprendentemente, el resto de mi familia tomó el camino opuesto. En lugar de darnos la espalda a nosotros y a nuestra fe, también pidieron el bautismo. En medio de la adversidad y la oposición, encontraron fuerza, coraje y esperanza en Jesús. Papá lo expresó bien: «No hay cristianismo sin cruz».

Hoy continuamos animándonos unos a otros en nuestra fe y compartiéndola con otros siempre que tenemos oportunidad. Cuando estaba hablando con mi tía sobre mi experiencia de conversión, ella me preguntó por qué me dirigía a Dios como «Padre»; Dios para ella, es Alá. Le dije que lo llamo Padre porque Él me ha invitado a ser su hija amada; me regocijo al tener una relación amorosa con aquel que me ama tanto que envió a su Hijo para lavarme de todos mis pecados y revelarme la promesa de la vida eterna. Después de compartir mis notables experiencias, le pregunté si seguiría a Alá si estuviera en mi lugar. Ella no tuvo respuesta.

'

By: Munira Millwala

More
Nov 25, 2023
Encuentro Nov 25, 2023

Conoce lo maravilloso que es nuestro mundo, a través de esta increíble historia de la vida real.

Después de años de servir al Señor brindando dirección espiritual, al escuchar a las personas compartir sus luchas me he dado cuenta que hay algo que se repite a menudo, y es la sensación de que Dios los ha abandonado o está distante y apartado de ellos cuando están pasando por pruebas. Las personas se preguntan: «¿Qué estoy haciendo mal? ¿Por qué Dios me ha hecho pasar por esto? ¿Dónde está Él en todo esto?” A menudo las personas piensan que una vez que han tenido un acercamiento y una conversión seria con Jesús, su vida estará libre de problemas. Pero el Señor nunca prometió eso. De hecho, la Palabra de Dios es clara al respecto.

Espinas y cardos

En Eclesiástico 2,1 leemos: “Hijo mío, si te has decidido a servir al Señor, prepárate para la prueba” (por cierto, es muy bueno leer ese capítulo completo). Los apóstoles también intentaron preparar a los nuevos cristianos para esta verdad mientras difundían el Evangelio. Leemos en Hechos 14,22: “fortaleciendo los ánimos de los discípulos, exhortándolos a que perseveraran en la fe, y diciendo: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.”

A medida que crecemos en nuestra relación con Dios y nos tomamos más en serio la obediencia a su Palabra, vamos enfrentando algunos desafíos y dificultades graves. Por ese motivo tendremos que tomar decisiones y adoptar posturas que nos harán impopulares. Las personas nos van a malinterpretar. No le agradaremos a todo el mundo.

Si quieres agradar a todos, olvídate de intentar seguir a Jesús. ¿Por qué? Porque vivir la vida del Evangelio como Jesús nos la predicó es ir en contra de nuestra cultura. Jesús mismo nos advirtió sobre esto: “Si el mundo los odia a ustedes, sepan que a mí me odió primero. Si ustedes fueran del mundo, la gente del mundo los amaría, como ama a los suyos. Pero yo los escogí a ustedes entre los que son del mundo, y por eso el mundo los odia, porque ya no son del mundo” (Juan 15,18-19).

Así que… sí; debemos pasar por muchas pruebas y dificultades en esta vida. Pero como les recuerdo a las personas que buscan dirección espiritual, Dios nunca nos dejará solos en tiempos difíciles. Él quiere darnos aliento y ayuda en el camino para que perseveremos y superemos las tormentas de la vida, más fuertes y más convencidos de su amor profundo y permanente por nosotros. ¡Dios es digno de confianza!

Leyendo las señales

Pensemos en el ejemplo del profeta Elías en el Antiguo Testamento. Fue contra la multitud y adoptó una postura firme contra la idolatría cuando enfrentó a los falsos profetas de Baal. Después de la dramática y tremendamente exitosa confrontación, la reina Jezabel estaba furiosa y decidida a matar a Elías. Temiendo por su vida, Elías huyó apresuradamente al desierto, y se desplomó bajo una retama, exhausto, deprimido y con ganas de morir. Fue entonces cuando Dios envió un ángel para traerle comida y agua. El ángel dijo: “Levántate y come, porque el camino es demasiado largo para ti” (1 Reyes, 18 y 19).

Dios sabe exactamente lo que necesitamos. Sabía que Elías necesitaba dormir, comer y recuperarse después de aquella fuerte experiencia. En verdad, el Señor sabe lo que necesitamos; Él quiere satisfacer nuestras necesidades y animarnos. Sin embargo, necesitamos estar atentos para entender cómo Él podría estar haciendo esto. Muchas veces creo que perdemos de vista sus intentos de comunicarse con nosotros. El Señor no le habló a Elías en el viento, el terremoto o el fuego… lo hizo en el “sonido puro del silencio”; fue cuando Elías se encontró con Dios.

Lirios por todas partes

Hace algunos años, estaba pasando por una época de pruebas difíciles y desolación. La vida se sentía muy pesada y agobiante. Un sábado, un joven amigo mío salió a montar a caballo y encontró una flor parecida a un lirio blanco en el desierto, la trajo con él y me la regaló. Al día siguiente, estaba caminando por una calle en El Paso y vi un lirio blanco artificial tirado en el suelo. Lo recogí y me lo llevé a casa.

Al día siguiente me encontré con otra flor tipo lirio blanco que crecía cerca de una acera. Tres lirios blancos en tres días. Sabía que había un mensaje del Señor en esto, pero no sabía exactamente qué estaba tratándome de decir.

Mientras reflexionaba sobre ello, de pronto me vino un recuerdo: Hace muchos años, cuando yo era una nueva misionera en nuestra comunidad, estábamos celebrando misa en nuestro centro juvenil. Después de la comunión, estaba orando con los ojos cerrados y alguien me tocó en el hombro. Sobresaltada salí de mi oración, miré hacia arriba y vi al sacerdote de pie junto a mí; me dijo: “El Señor quiere que sepas que eres un lirio ante sus ojos”. Y luego regresó al altar y volvió a sentarse. Realmente todavía no conocía a ese sacerdote y nunca volvió a compartir conmigo ningún otro mensaje como ese. Pero lo guardé en mi corazón como una palabra especial del Señor para animarme.

Ahora, después de tantos años, ese recuerdo volvió a mí y finalmente entendí el por qué de los lirios: El Señor quiso animarme durante el momento difícil que estaba pasando. Me estaba recordando que soy su lirio y que Él me ama mucho. Llenó mi corazón con una paz muy necesaria y con la seguridad de que no estaba pasando sola por las tormentas. Dios fielmente iba a verme a través de cada uno de ellos.

Prestar atención

Dios te conoce por tu nombre. Eres su hijo amado. Él te ve y sabe todo lo que estás pasando. Él quiere comunicarte su amor, pero por lo general las señales llegan de manera suave y gentil, así que podríamos perderlas si no prestamos atención.

Podría haberme perdido ese mensaje de amor con los lirios. Podría haber pensado que eran sólo una coincidencia. Pero sabía que era más que una coincidencia y quería conocer el mensaje. Dios me lo reveló mientras reflexionaba en mi corazón cuál podría ser el significado. Y cuando lo entendí, me dio consuelo y fuerza para soportar las tribulaciones.

Por eso los animo a que perseveren a través de las pruebas. ¡No renuncien! Busquen esas pequeñas señales del amor y el aliento de Dios a lo largo del camino. Les garantizo que están ahí. Sólo necesitamos abrir los ojos y los oídos, y prestar atención.

'

By: Ellen Hogarty

More
Nov 25, 2023
Encuentro Nov 25, 2023

Luchó contra la adicción de su hijo y su eventual muerte debida a una sobredosis. ¿Cómo  pudo sobrevivir a esto?

Aunque me bauticé, crecí sin ir a la Iglesia ya que mis padres tenían algunos resquemores con la Iglesia Católica, por lo que nunca fuimos a misa y nunca fui catequizado. Sin embargo, al crecer sentí cada vez más ese anhelo de algo espiritual; veía películas bíblicas populares como “La túnica”, “Los diez mandamientos”, “Ben Hur”, “Un hombre llamado Pedro” y “La historia más grande jamás contada”. Estas películas me presentaron a Dios de una manera que me intrigó mucho, y gradualmente me llevaron a desarrollar un hambre de conocerlo a nivel personal. En los años 60´s, el músico de folk, Jim Croce, interpretó Time in a Bottle (Tiempo en una botella), cantando: «He mirado a mi alrededor lo suficiente como para saber que eres tú con quien quiero viajar a través del tiempo»; yo realmente quería ‘viajar a través del tiempo’ con Dios, pero no sabía cómo conectarme con Él.

Un camino sinuoso

Cuando era estudiante de tercer año en la escuela media superior Abraham Lincoln, en San Francisco, conocí a una familia católica irlandesa muy devota en su fe; rezaban un rosario vespertino (¡en latín, nada más y nada menos!), asistían a misa diaria y se esforzaban por vivir una vida de discipulado. Su vida fervorosa era misteriosa y seductora; así que fue a través de su ejemplo que finalmente decidí ser plenamente educado en la fe católica.

Mis padres, sin embargo, no estaban contentos con mi elección; cuando llegó el gran día de mi confirmación y primera comunión tuvimos una pelea familiar, en donde se derramaron lágrimas y reverberaron por toda la casa palabras molestas y recriminaciones. Recuerdo haber dicho: «Mamá y papá, los amo, pero adoro más a Jesús, y quiero ser confirmado; la Iglesia Católica es para mí como mi hogar espiritual».  Así que salí de la casa y caminé solo hasta la iglesia de Santo Tomás Moro, cerca del lago Merced, donde recibí los sacramentos sin la bendición de mis padres. Poco después, me encontré con una referencia del Evangelio de Mateo en la que Jesús dijo: «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí…» (10, 37). Entendí exactamente lo que quiso decir el Señor con esto, pues así me sentía.

Las rampas de salida de la autopista

Me gustaría poder decir que continué con este compromiso tan profundo con Jesús cuando entré en la edad adulta; mi conversión inicial encubrió un intento bastante superficial de dedicar mi vida a Él. Comencé en la «superautopista de Jesús», pero seguí tomando estas rampas de salida mientras perseguía a los sospechosos habituales de los bienes del mundo: la búsqueda adquisitiva de riqueza y seguridad, éxito y logros profesionales, el placer hedonista y, sobre todo, el control. Al igual que el personaje de Tom Wolfe en Bonfire of the Vanities (Hoguera de vanidades), realmente quería ser yo mismo el amo y señor de mi universo. Entonces ¿dónde entraba Dios en esta ecuación? Básicamente yo esperaba que Él fuera el copiloto; quería una relación con Él, pero en mis términos; quería que Él validara el estilo de vida que yo quería.

Dando vueltas hacia atrás

Esta torre utópica que yo había construido para acomodar mi super ego, se derrumbó hace 30 años cuando nuestra familia estaba luchando con la adicción a las drogas de nuestro hijo. La dura realidad de su adicción, y una eventual sobredosis que lo llevó a la muerte precipitó mi caída libre a un lugar oscuro y vacío. Sentí que había caído en un pozo muy profundo: mi hijo no regresaría y la sensación de pérdida era abrumadora; me desilusioné totalmente y me di cuenta de cuán inútiles son los bienes del mundo para saciar nuestra hambre más profunda de intimidad, comunión y compañerismo.

Le supliqué a Jesús que me rescatara del profundo agujero de oscuridad, angustia y abandono; le rogué que me quitara el sufrimiento y rehiciera mi vida. Aunque no «arregló» mi vida, hizo algo mejor: Jesús entró al pozo conmigo, abrazó mi cruz y me hizo saber que nunca me abandonaría, ni a mí, ni a mi familia, ni a nuestro difunto hijo. Experimenté la misericordia amorosa de Jesús, el siervo sufriente que continúa sufriendo con su pueblo, la Iglesia; ese era el Dios del que me había enamorado, pues me había identificado con Él.

Jesús nos revela el rostro de Dios, como escribe San Pablo en su carta a los Colosenses, Jesús es «… la imagen del Dios invisible» (1, 15). Por lo tanto, tenemos todo lo que necesitamos para ser felices y alegres aquí y ahora; en Jesús, que es el único mediador entre el cielo y la tierra, todo encaja; nada está fuera de su círculo de amor: nuestro Señor Jesucristo nos llama a una relación más profunda con Dios, con nuestros hermanos y hermanas, y con toda la creación.

'

By: Diácono Jim McFadden

More
Oct 31, 2023
Encuentro Oct 31, 2023

Una historia sobre cómo un verso de la Biblia cambió la vida de una niña hindú, y su viaje transformador. No dejes de leer…

Nací y crecí en una familia hindú, en la India. Crecí en una familia religiosa; siempre me animaron a pasar tiempo en oración. Cuando era niña, nunca fui a la escuela sin un tilak (tilak es una marca, generalmente hecha en la frente de un hindú, que sirve para indicar la afiliación sectaria de una persona). Creía en los dioses y diosas hindús, aunque realmente era una relación muy convencional. Mis oraciones para ellos se limitaban a la semana previa a los exámenes escolares.

Irónicamente fui a una escuela católica, donde fui introducida al cristianismo; pero siempre vi al cristianismo como algo que no tenía nada que ver conmigo. A pesar de haber estado doce años en una escuela católica, nunca entendí realmente quién era Jesús ni lo que había hecho por mí.
Me gradué de la secundaria satisfactoriamente. Estaba súper contenta porque mis oraciones a los dioses hindús habían sido escuchadas. Aseguré mi admisión a la mejor universidad de la ciudad. Paradójicamente, esta era una universidad dirigida por padres jesuitas.

Un absurdo golpe

Durante mi primer año de universidad asistí a una clase obligatoria de religión donde la gente hablaba sobre su fe. Me di cuenta de que mientras los estudiantes cristianos tenían mucho que decir sobre Jesús, los hindúes como yo permanecíamos callados cuando se trataba de profesar nuestra fe. No sabía nada sobre el Gita (el Bhagavad Gita es una de las sagradas escrituras del hinduismo); todo lo que sabía era cómo pedirle a Dios para que cumpliera mis deseos. Me sentía avergonzada de llamarme hindú.

Entonces un profesor cristiano puso un video sobre Jesús, de la película de La Pasión de Cristo. Vi la manera tan brutal en la que fue azotado y cuánto sufrió cuando fue clavado en la cruz. Tenía lágrimas en mis ojos. A duras penas logré ver la crucifixión. Tristemente, aun entonces, no sabía la verdadera razón del por qué Él había muerto en esa cruz en el Calvario.

Pero después de ver el video, comencé a tener interés en saber más sobre Jesús. Visité librerías públicas para buscar una biblia, pero no tuve mucha suerte. Entonces decidí leer la versión de la biblia en PDF. Empecé buscando el libro del Génesis, pero no encontré a Jesús ahí. Entonces, comencé a buscar de manera aleatoria versículos de la biblia en Google. Me encontré con un versículo de Mateo: “Y, ¿por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo?” (Mateo 7,3). Este verso nos enseña a no juzgar a los demás.

Unas semanas después tuvimos otra clase de religión, impartida por un profesor diferente. Nos pidió a todos y cada uno que compartiéramos nuestras creencias y pensamientos sobre nuestras respectivas religiones. De la nada, levanté mi mano y hablé sobre el verso de Mateo: ¡Una niña tímida, hindú, compartiendo sus pensamientos sobre un versículo de la Biblia cristiana! Creo que mi valentía en ese momento fue obra del Espíritu Santo. El profesor no tenía idea de que yo era hindú. Le gustó mi explicación y animó a más personas a hablar sobre su religión. Este incidente fue un trampolín en mi conversión a la fe católica.

Momentos de la verdad

Durante este tiempo, cuando estaba conociendo a Jesús y al cristianismo, a menudo me preguntaba: “¿Por qué me siento con tanta paz siempre que estoy en una iglesia?”. Mi experiencia en los templos hindúes era completamente diferente: Ahí siempre me distraía por los gritos de los vendedores, el ruido de las campanas del templo, los sacerdotes cantando los mantras, y la avalancha de gente empujando a través de grandes multitudes para ver el rostro de los dioses. La paz que encontraba en la iglesia representaba un fuerte contraste.

Un día, durante la pandemia del COVID, me encontré con un video de YouTube en el que un sacerdote explicó de una manera lúcida, que sin importar cuántos pecados hubiéramos cometido a lo largo de nuestra vida, todavía podíamos reunirnos con Dios, porque su Hijo pagó el precio por nuestros pecados. Jesucristo, Hijo de Dios, se convirtió en humano, vivió entre nosotros, nos amó, nos sanó, perdonó nuestros pecados, murió en la cruz y resucitó de entre los muertos, y ahora vive con nosotros hasta el final de los tiempos.

Conocer el evangelio cambió mi vida. Aprendí que Jesús me conoce y que me amaría incluso como hindú. Antes, veía a Jesús como uno de los muchos dioses que adoraba; pero ahora, me daba cuenta de quién es el verdadero Dios. Ninguno de los dioses hindúes que había conocido, sufrieron y murieron por mis pecados. Mi corazón se llenó de amor por Jesús; y de ese día en adelante, me consideré una seguidora de Jesucristo.

Lágrimas de Felicidad

El Espíritu Santo me guió para aprender más sobre Jesús. Compré una biblia y la empecé a leer. Me sentía llena de admiración y amor por Jesús. Previamente, mi relación con Dios había sido convencional. El hecho de que Dios me amara justo tal y como soy era un concepto extraño para mí.

Aprendí que Jesús quiere hablar conmigo todos los días, y que además desea tener una relación personal conmigo. Él me ama a pesar de ser una pecadora. Él está dispuesto a perdonar todos mis pecados y aceptarme amorosamente en sus brazos. No soy digna de su amor; pero, aun así, Él me ama. Hoy, mi relación personal con Jesús es la cosa más importante en mi vida.

Mientras me encontraba en este recorrido de establecer una relación personal con Él, tuve un sueño en el que vi a un hombre vestido con una capa de color rojo pardo, caminando frente a mí en una carretera. El otro lado del camino se encontraba plagado de monstruos. Los monstruos querían hacerme daño y hacían ruidos aterradores. Como sea, estas criaturas comenzaron a perder fuerza a causa del hombre que caminaba frente a mí, porque era muy poderoso; los monstruos no pudieron herirme ni asustarme. Me sentí protegida y segura en su presencia.

No entendí de qué se trataba el sueño. Pero mucho más tarde, una monja que conocí de las Misioneras de la Caridad me ayudó a interpretar el sueño. El hombre que caminaba frente a mí era Jesús: Él vino a mí para reforzar mi fe en Él y para protegerme del maligno. Lágrimas de felicidad recorrieron mi rostro al darme cuenta de que el creador del sol, la luna y las estrellas, me conocía y se preocupaba por mí.

Me tomó dos años convertirme a la fe católica; pero cuando Dios abre una puerta, ninguna persona puede cerrarla. El Espíritu Santo mandó ángeles disfrazados de hombres y mujeres en mi camino hacia el catolicismo. El 25 de junio del 2022 recibí los sacramentos del bautismo, la santa comunión y la confirmación. Hoy predico a las personas, cómo Jesús murió en la cruz por cada uno de ellos. Veo a Cristo en cada persona con la que me cruzo. Quiero poder seguir compartiendo la alegría del evangelio en cualquier lugar que pueda.

'

By: Sarina Christina Pradhan

More
Oct 31, 2023
Encuentro Oct 31, 2023

Como actor y director, Patrick Reynolds pensaba que creer en Dios era solo para personas santas; no entendió el plan de Dios hasta el día en que tuvo una experiencia sobrenatural mientras rezaba el rosario. Aquí te contamos su increíble historia.

Nací y crecí en una familia católica; íbamos a misa todas las semanas, rezábamos nuestras oraciones diarias, asistíamos a la escuela católica y teníamos muchos objetos sagrados en la casa; pero de alguna manera la fe no penetró en mí. Cada vez que cruzábamos el umbral de la casa, mamá nos salpicaba con agua bendita; pero desafortunadamente no teníamos una relación personal con Jesús, ni siquiera sabía que eso podía ser posible. Solía pensar que Dios vivía en las nubes en alguna parte y que nos veía a todos, pero en mi propia mente y corazón Él era muy distante e inalcanzable. Aunque me enseñaron acerca de Él, no comprendía realmente quién era. Cuando tenía unos diez años, mi madre comenzó a ir a un grupo de oración carismático, y vi que su fe se volvía muy real y personal; ella fue curada de una depresión, así que sabía que el poder de Dios era real; pero pensé que Dios era solo para personas santas como mi madre. Anhelaba algo más profundo que lo que se me ofrecía. Cuando se trataba de los santos, no entendía su función y no creía que tuvieran nada que ofrecerme porque no creía que pudiera ser santo.

Vacío e insatisfecho

Cuando dejé la escuela quería ser rico y famoso para poder ser amado por todos; pensaba que eso me haría feliz. Decidí que convertirme en actor sería la forma más fácil de lograr mis objetivos. Entonces, estudié actuación y finalmente me convertí en un exitoso actor y director. Esto me abrió las puertas a una vida que nunca había experimentado y a más dinero del que podría manejar; así que lo usé tratando de impresionar a personas importantes en la industria. Toda mi vida fue un ciclo de comprar cosas para impresionar a la gente, con el fin de ganar más dinero para comprar cosas e impresionar a la gente. En lugar de sentirme realizado, me sentí vacío, me sentí como un fraude. Toda mi vida fue pretender ser lo que otras personas querían que fuera. Estaba buscando algo más, pero nunca entendí que Dios tenía un plan para mí. Mi vida se trataba de fiestas, bebidas y relaciones, pero estaba llena de descontento.

Un día, mi madre me invitó a una gran conferencia católica carismática en Escocia. Para ser honesto, no quería ir porque pensé que había dejado atrás todas esas cosas de Dios; pero las mamás son buenas para el chantaje emocional; pueden llevarte a hacer cosas que nadie más puede. Ella me dijo: «Pat, me iré a hacer trabajo misionero a África por dos años; si no vienes a este retiro, no podré pasar tiempo contigo antes de irme». Así que fui. Ahora me alegra haber ido; pero en ese momento, me sentí incómodo. Se sentía extraño ver a tanta gente cantando y alabando a Dios. Mientras miraba alrededor de la habitación haciendo juicios en mi cabeza, Dios de repente, irrumpió en mi vida. El sacerdote habló sobre la fe, Jesús en la Eucaristía, los santos y Nuestra Señora de una manera tan real y tangible, que finalmente entendí que Dios estaba muy cerca, no en algún lugar en las nubes, y que Él tenía un plan para mi vida.

Algo más

Entendí que Dios me había creado por una razón, y dije mi primera oración sincera ese día: «Dios, si estás allí, si tienes un plan para mí, necesito que me ayudes; muéstrame de una manera que pueda entender». Las personas comenzaron a rezar el rosario que no había rezado desde que era muy joven, así que me uní a cualquier oración que recordaba. Cuando comenzaron a cantar, algo en mi corazón se derritió, y por primera vez en mi vida experimenté el amor de Dios. Estaba tan abrumado por este amor que experimentaba, que comencé a llorar; fue a través de la intercesión de Nuestra Señora, que pude entrar en la presencia de Dios. Fui a misa ese día, pero sabía que no podía recibir la comunión porque no me había confesado en mucho tiempo. Mi corazón anhelaba estar más cerca de Dios, así que pasé las siguientes semanas preparándome para hacer una confesión honesta y completa. Cuando era niño, iba a confesarme regularmente, pero no creo que alguna vez haya sido realmente honesto; así que tomé mi lista de pecados y fui a confesarme; y esta vez, al experimentar la absolución, sentí un inmenso amor y una gran paz. Decidí que quería más de esto en mi vida.

¿Actuar o no?

Como actor fue muy difícil vivir mi fe; cada parte que me ofrecían contradecía mis creencias como católico; pero no tenía suficiente formación en la fe, sabía que necesitaba más ayuda. Así que comencé a asistir a una iglesia pentecostal, donde conocí a personas que me enseñaron sobre la Biblia y cómo alabar y adorar. Me ofrecieron tutoría, amistad y comunidad; pero no podía dejar atrás a Jesús en la Eucaristía, así que permanecí en la Iglesia Católica. Cada semana los pentecostales desafiaban mis creencias católicas; esto me llevó a estudiar mi catecismo, para regresar con respuestas para ellos. Me ayudaron a convertirme en un mejor católico al comprender por qué creo en lo que creo.

En un momento dado tuve un bloqueo mental y emocional sobre por qué los católicos tenían tanta devoción a María: «¿Por qué rezas a María?», me preguntaron, «¿por qué no vas directamente a Jesús?» Esto ya estaba en mi mente, así que luché para encontrar una respuesta que tuviera sentido. El Santo Padre Pío fue un hacedor de milagros cuya vida me inspiró a convertirme en una mejor persona; al leer acerca de cómo su devoción a Nuestra Señora lo llevó profundamente al corazón de Cristo, al de la Iglesia, y al Papa Juan Pablo II, el testimonio de estos dos grandes hombres me inspiró a confiar y seguir su ejemplo. Por lo tanto, recé todos los días por las intenciones del Papa a través del Inmaculado Corazón de María.

Fui a un retiro mariano para saber más; escuché sobre la gran devoción de San Luis de Montfort a María y sobre cómo el hecho de hablar con ella en oración, es la forma más rápida y sencilla de llegar a ser como Jesús. El santo explicó que hay dos formas de hacer una estatua: esculpirla arduamente a partir de una pieza dura de material con un martillo y un cincel, o llenar un molde con resina y dejar que se endurezca; cada estatua formada en el molde sigue su forma perfectamente (siempre y cuando esté llena). María es el molde en el que se formó el cuerpo de Cristo. Dios la hizo perfecta para ese propósito; si eres moldeado por María, ella te formará perfectamente, si te entregas plenamente.

Al escuchar esto, entendí que era verdad. Cuando rezamos el rosario, en lugar de simplemente decir las palabras, traté de rezarlas con todo mi corazón, meditando en los misterios. Algo inesperado sucedió: experimenté el amor de nuestra Santísima Madre; era como el amor de Dios, y sabía que venía del amor de Dios… pero era diferente. Ella me ayudó a amar a Dios de una manera que nunca había podido por mí mismo; estaba tan abrumado por este amor que me conmoví hasta las lágrimas de alegría. Encontrar este regalo tan maravilloso fue como el tesoro en el campo de la parábola; estarías dispuesto a vender todo para comprar el campo y poder quedarte con este tesoro. Desde ese momento, supe que no podía seguir actuando; no podía vivir en ese mundo secular y ser un buen católico; también sabía que la gente necesitaba saber acerca del amor de Dios, así que dejé mi carrera de lado para poder evangelizar.

Profundizando

Vine a Knock en Irlanda para preguntar a Dios qué quería de mí; Nuestra Señora apareció allí en 1879 junto con San José, San Juan y Jesús como el Cordero de Dios en el altar, rodeado de ángeles. María vino a guiar a la gente a Jesús; su papel es llevar a las personas al Cordero de Dios. En Knock, conocí a la mujer con la que me casaría y a las personas que me ofrecieron un trabajo siendo misionero. Vine por un fin de semana y 20 años después, todavía vivo en Irlanda.

Mi amor por la Santísima Virgen continuó creciendo una vez que aprendí a rezar el rosario correctamente. Siempre me había resultado muy difícil rezarlo por mi cuenta hasta que fui al Santuario Nacional en Walsingham, Inglaterra; en la pequeña capilla frente a la estatua de Nuestra Señora de Walsingham, le pedí a la Santísima Madre la gracia de rezar y entender el rosario: ¡Algo increíble sucedió! Cuando comencé a rezar los misterios gozosos, en cada misterio, entendí que Nuestra Señora no era solo la madre de Jesús: Ella era mi madre, y me sentí creciendo junto a Jesús a través de su infancia.

Así que cuando María dijo “Sí” en la Anunciación, a ser la Madre de Dios, también me estaba diciendo «Sí», dándome la bienvenida a su vientre con Jesús. Mientras María viajaba para visitar a su prima, me sentí llevado en su vientre con Jesús, y Juan el Bautista saltó de alegría de que yo estuviera allí en el cuerpo de Cristo. En la natividad de Cristo, sentí como si María me diera nueva vida, diciendo “Sí» a resucitarme. Cuando ella y San José presentaron a Jesús en el Templo, también me ofrecieron al Padre, aceptándome como su hijo. Cuando encontraron a Jesús en el Templo, sentí que María también me estaba encontrando a mí; yo estaba perdido, pero María me había estado buscando; me di cuenta de que María había estado orando con mi madre todos esos años para que mi fe regresara.

Ayudé a fundar Holy Family Mission (Misión de la Sagrada Familia), una casa donde los jóvenes podían venir a aprender sobre su fe y obtener la formación que pudieron haber perdido cuando eran niños. Elegimos a la Sagrada Familia como nuestros patrones, sabiendo que entramos en el corazón de Jesús a través de María; ella es nuestra Madre y en su seno somos formados como Cristo bajo el cuidado de San José.

Gracia sobre gracia

Nuestra Santísima Madre fue fundamental para ayudarme a encontrar a mi esposa en Knock y conocerla mientras trabajábamos juntos en un movimiento llamado Juventud 2000, que se centra en Nuestra Señora y la Eucaristía. El día de nuestra boda, nos consagramos a nosotros mismos, a nuestro matrimonio y a cualquier futuro hijo a Nuestra Señora de Guadalupe; ahora tenemos nueve hermosos hijos, cada uno de los cuales tiene su fe y devoción únicas a Nuestra Señora, por lo que estamos muy agradecidos.

El Rosario se ha convertido en una parte muy importante de mi fe y en un canal para muchas gracias en mi vida. Cada vez que tengo un problema, lo primero que hago es recoger mis cuentas de rosario y dirigirme a Nuestra Señora. San Juan Pablo II dijo que es como tomar su mano para dejarnos guiar a través de cualquier momento oscuro; una guía segura a través de los problemas.

Una vez, tuve una pelea con un amigo cercano, y me resultaba muy difícil reconciliarme; sabía que me había hecho daño, y me resultó difícil perdonar. Esta persona no podía ver el daño que me había causado a mí y a otros; una parte de mí quería hacer algo al respecto, otra parte de mí quería venganza. Pero puse mi mano en mi bolsillo y recogí mis cuentas de rosario; solo había rezado una decena del rosario, antes de que este amigo se diera la vuelta con un semblante cambiado y dijera: «Pat, me acabo de dar cuenta de lo que te hice y cuánto te he lastimado; me disculpo». Al abrazarnos y reconciliarnos, reconocí el poder que Nuestra Señora tiene para cambiar los corazones.

María es el medio que Dios eligió para entrar en este mundo, y Él todavía elige venir a través de ella; ahora entiendo que no vamos a María en lugar de ir a Jesús; vamos a María porque Jesús está dentro de ella. En el Antiguo Testamento, el Arca de la Alianza contenía todo lo que era santo: María es el Arca de la Nueva Alianza, el tabernáculo vivo de la fuente de toda santidad; Dios mismo. Por eso, cuando quiero estar cerca de Cristo, siempre me dirijo a María; a ella que compartió la relación más íntima con Él dentro de su propio cuerpo. Al acercarme a ella, me acerco a Él.

'

By: Patrick Reynolds

More
Ago 22, 2023
Encuentro Ago 22, 2023

A las seis y media, cuando todavía estaba completamente oscuro y hacía un frío congelante, Joshua Glicklich escuchó un susurro, un susurro que lo devolvió a la vida.

Mi educación fue muy típica como la de cualquier muchacho del norte, aquí en el Reino Unido. Asistí a una escuela católica donde recibí mi primera comunión. Me enseñaron la fe católica y acudíamos a la iglesia muy a menudo. Cuando llegué a los 16 años, tuve que buscar dónde continuar mi educación, y elegí seguir mis estudios no en un sexto grado católico, sino en una escuela secular. Fue entonces cuando comencé a perder la fe.

Ya no formaba parte de mi educación el constante empujón de los maestros y sacerdotes para amar a Dios y profundizar en mi fe. Llegué a la universidad, y fue allí donde mi fe resultó realmente probada. En mi primer semestre me la pasé de fiesta en fiesta, asistiendo a toda clase de eventos, y no tomé las mejores decisiones. Cometí algunos errores realmente graves, como salir a beber hasta Dios sabe qué hora de la mañana y viviendo una vida sin sentido. Ese enero, los estudiantes regresaron de sus vacaciones del primer semestre, pero yo regresé un poco antes.

Ese día inolvidable en mi vida, me desperté como a las seis y media de la mañana. Estaba completamente oscuro y helado. Incluso los zorros que solía ver fuera de mi habitación permanecieron en sus madrigueras; era así de frío y horrible. Percibí una voz inaudible dentro de mí. No fue un codazo o un empujón que me hubiera resultado incómodo; se sintió más bien como un silencioso susurro de Dios diciendo: “Joshua, te amo; eres mi hijo… vuelve a mí.” Podría haberme alejado fácilmente de eso y haberlo ignorado por completo. Sin embargo, recordé que Dios no abandona a sus hijos, no importa cuán lejos nos hayamos desviado.

Aunque estaba granizando, caminé a la iglesia esa mañana. Mientras ponía un pie delante del otro, pensé: “¿Qué estoy haciendo?, ¿a dónde voy?» Sin embargo, Dios me impulsaba a caminar hacia adelante, y así llegué a la iglesia para la misa de las ocho en ese frío día invernal. Por primera vez desde que tenía unos 15 o 16 años, dejé que las palabras de la misa lavaran mi ser. Escuché el Sanctus: «Santo, Santo, Santo, Señor Dios del universo…» Justo antes de eso, el sacerdote dijo: “en unión a los coros de los ángeles y los santos…” Puse mi corazón en ello y me enfoqué en la oración. Sentí ángeles descender sobre el altar hacia la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Recuerdo haber recibido la Sagrada Eucaristía y haber pensado: “¿Dónde he estado y qué ha sido toda mi vida si no ha sido para Él?”. Al recibir la Eucaristía, me inundó un torrente de lágrimas. Me di cuenta de que estaba recibiendo el cuerpo de Cristo. Él estaba allí dentro de mí y yo era su tabernáculo, su lugar de descanso.

A partir de entonces comencé a asistir regularmente a la misa estudiantil. Conocí a muchos católicos que amaban su fe. A menudo recuerdo la cita de Santa Catalina de Siena: “Sé quien Dios te ha destinado a ser y encenderás el mundo en llamas”. Eso es lo que vi en esos estudiantes: Vi al Señor dejando que estas personas fueran quienes deberían ser. Dios los guió suavemente como un Padre; estaban prendiendo fuego al mundo; estaban evangelizando al dar a conocer su fe a otros en el campus, compartiendo las Buenas Nuevas. Quería involucrarme, así que me hice parte de la capellanía de la universidad. Durante ese tiempo, aprendí a amar mi fe y a expresarla a los demás de una manera que no era despótica sino a la manera de Cristo.

Unos años más tarde, me convertí en el presidente de la Sociedad Católica. Tuve el privilegio de guiar a un grupo de estudiantes en el desarrollo de su fe. Durante ese tiempo, mi fe creció; me convertí en acólito. Fue entonces cuando llegué a conocer a Cristo, estando cerca del altar. El sacerdote dice las palabras de la transubstanciación, y el pan y el vino se convierten en el verdadero Cuerpo y Sangre de Cristo. Como acólito, todo esto sucedía justo frente a mí: Mis ojos se abrieron al milagro absoluto que sucede en todas partes, en cada misa, en cada altar.

Dios respeta nuestro libre albedrío y el camino de la vida que emprendemos. Sin embargo, para llegar al destino correcto tenemos que elegirlo a Él. Recuerda que no importa cuánto nos hayamos alejado de Dios, Él siempre está ahí con nosotros, caminando a nuestro lado y guiándonos al lugar correcto. No somos más que peregrinos en un viaje al Cielo.

'

By: Joshua Glicklich

More