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La vida en mi familia ha sido un viaje de alegría y tristeza. El amor y la alegría a menudo se han visto ensombrecidos por la pérdida de amigos, fracaso en los exámenes, cambio de escuelas y problemas de vivienda. He experimentado una gran miseria y soledad a lo largo de estas pruebas, pero a pesar de esto, me aferraba a la ayuda de nuestra Señora que me apoyaba y me consolaba.
Empezar la escuela secundaria fue un gran cambio en mi vida. Muchos de mis amigos y compañeros que tuve en la escuela primaria se habían mudado a otras escuelas secundarias, así que tuve que tratar de encajar con gente nueva y encontrar a los que serían mis amigos. Habían mucho más trabajos y evaluaciones en la nueva escuela, y fue difícil sin un amigo cercano a mi lado.
A medida que pasaban los meses, me preguntaba si estas dificultades y pruebas llegarían a su fin. Oré a nuestra Santisima Madre pidiendole consuelo durante estos tiempos difíciles y comencé el retiro personal del P. Michael E. Gaitley llamado «33 Días Hacia un Glorioso Amanecer» para prepararme para la consagración a María. Cada día del retiro incluye una lectura diaria de los santos. Me inspiraron pasajes clave de las enseñanzas de San Luis de Montfort, San Maximiliano Kolbe, Santa Teresa de Calcuta y el Papa San Juan Pablo II. Este libro profundizó mi relación con la virgen María y mi confianza en su cuidado maternal mientras reflexionaba sobre lo que leía cuando rezaba el Rosario cada día.
Ahora, cuando estoy consumido por el estrés o la preocupación, simplemente rezo el Rosario y puedo sentir la consoladora mano de nuestra Santisima Madre sobre mi hombro. «Mientras recito el Rosario, estoy sosteniendo la mano de la Santa Madre. Después de recitar el Rosario, la Santa Madre tiene mi mano” (Papa Juan Pablo II). A medida que mi amor y confianza por la Virgen María se profundizaba con cada día del retiro, ya no me sentía triste y solo en la escuela. Orar el Rosario y otras oraciones marianas trajo consigo un gran cambio en mi vida espiritual. El día de la consagración, me desperté temprano en la mañana para rezar la oración de la consagración. A medida que las palabras pasaron por mis labios, mi corazón burbujeó con gran alegría y felicidad mientras me deleitaba en el conocimiento de que finalmente estaba consagrada a María.
Muchos de nosotros, enfrentados con dificultades similares en nuestras vidas, a menudo no estamos seguros de qué hacer o a dónde ir. Aprovechemos esta oportunidad para confiar en la intercesión de nuestra Señora. Necesitamos recordar que María experimentó muchas penas y dificultades cuando estaba en la tierra y puede entender exactamente cómo nos sentimos. Tomar su mano y pedirle que nos acompañe en nuestros sufrimientos puede llevarnos a un camino dulce y hermoso.
Oremos esta poderosa oración pidiendo la ayuda de la Virgen María durante las dificultades de la vida:
Madre de Dios y Madre nuestra,
Ruega por nosotros ante Dios, nuestro Padre misericordioso,
Para que este gran sufrimiento termine y que la esperanza y la paz amanezcan de nuevo.
Amen.
Eva Treesa is a high school student. Faith is her first priority and she deepens her relationship with Jesus through daily prayer and scripture readings. She lives with her family in Brisbane, Australia.
La devoción mariana no es un fin en sí misma... Es un camino santo que siempre conduce a Cristo Mi madre y mi abuela tenían una gran devoción a Nuestra Señora y al Sagrado Corazón. Cuando éramos niños, orábamos a menudo a María por las muchas cosas que necesitábamos. Incluso cuando estábamos tratando de encontrar una muñeca perdida o una bicicleta que fue robada, recurríamos a Nuestra Señora. Mi padre trabajaba en el sector de la construcción. Cuando el trabajo era escaso, que a menudo lo era, mi madre rezaba a María e inevitablemente, poco tiempo después, un contratista llamaba ofreciendo trabajo a mi padre. Debido a que pensábamos que el rezo era demasiado largo, la mayoría de nosotros los niños nos escondíamos cada vez que escuchábamos la palabra 'Rosario'. Pero nuestra madre eventualmente nos encontraba y nos reunía para orar. Desgraciadamente, a medida que envejecimos, Nuestra Señora se hizo menos importante para nosotros que cuando éramos niños. De regreso a los brazos de María En 2006, la comunidad de San Patricio vino a nuestra parroquia para servir en una misión. Cada día se oficiaba la Santa Misa por la mañana y se compartían charlas y testimonios por la noche. Para el final de la semana, descubrí que mi corazón estaba empezando a cambiar. Me inundó una ola de recuerdos de la infancia, de cuando orábamos a Nuestra Señora; y recordé el importante papel que ella desempeñó en nuestras vidas. Anhelaba recuperar la relación que tuve con nuestra Madre María en la infancia. En el último día de la misión, celebramos una hermosa Santa Misa. Después, los niños de la parroquia se reunieron alrededor de Nuestra Señora encendiéndole velas, y los adultos nos unimos a ellos. Mientras encendíamos velas y orábamos, los niños hicieron muchas preguntas acerca de la Santísima Madre: "¿Dónde está ahora?" querían saber, y "¿cómo podemos hablar con ella?" Rezaban fervientemente con los ojos cerrados y las manos unidas. Una vez más, sentí el deseo de recuperar la piedad de mi infancia. Comencé a hablar con Nuestra Señora de la misma manera que lo hice cuando era niña. Los adultos a veces nos contentamos con hablarle a ella, pero no con ella. No le hablamos como lo haríamos con nuestras madres. Durante la misión parroquial, reaprendí a relajarme con Nuestra Señora y a dejar que las oraciones fluyeran en mí. Un día iba en el coche con mi pequeña hija Sarah y le dije que me encantaría ver a Nuestra Señora. Ella respondió que sería "genial”. Después dijo: "Espera mamá, sí vemos a Nuestra Señora; la vemos todos los días, pero nadie toma el tiempo para verla realmente o hablar con ella.” Estaba tan asombrada por su comentario que casi me salgo de la carretera. Lo que dijo Sarah se sintió acertado. Cuando me di la vuelta para pedirle que lo explicara, había regresado a jugar con su muñeca. Estaba convencida de que su comentario había sido inspirado por el Espíritu Santo. "Porque ocultaste estas cosas a sabios e inteligentes, y las revelaste a los niños " (Mt 11:25). Sosteniendo las manos de María Por supuesto, mi devoción a nuestra Santísima Madre incluye rezar el rosario. Aunque es una oración importante y hermosa, durante muchos años luché para rezarlo porque aún no había superado mi queja de la infancia de que era demasiado larga. Pero comencé a reconocer la importancia del rosario cuando inicié la meditación en la vida de Jesús. Antes de eso, el rosario era una oración que me apresuraba a terminar. Pero mientras reflexionaba sobre la vida de Jesús, Nuestra Señora me enseñó que el rosario nos lleva más profundamente al corazón de su Hijo. Debido a que ella es la Madre de Dios y nuestra Madre también, podemos confiar en que ella nos toma de la mano y nos guía a ese camino más profundo con Cristo, que solo ella entiende completamente. A medida que avanzamos en la vida, las dificultades que encontramos pueden llevarnos a dudar del amor de Dios o a distanciarnos de Nuestra Señora. Mi cuñada murió de cáncer cuando solamente tenía cuarenta y dos años dejando atrás un esposo y tres hijos. En esos momentos, es natural preguntar: “¿por qué sucedió esto?” Pero, ¿quién puede entender nuestras pruebas mejor que María? Ella se paró al pie de la cruz y observó a su Hijo sufrir y morir. Ella puede ser una compañera para nosotros en cualquier sendero que caminemos, incluso el camino del sufrimiento. El camino más corto hacia el corazón de Cristo Fue a través de Nuestra Señora que Dios me guió al verdadero deseo de mi corazón; pero tomó algún tiempo. A través de ella llegué a comprender la importancia de la Eucaristía. A veces, la devoción de las personas a Nuestra Señora no les conduce a un mayor conocimiento de Cristo. Pero para Nuestra Señora, todo se trata de su Hijo y de llevarnos a una relación más profunda con él. Por medio de Nuestra Señora hice la consagración total a Jesús. Es un viaje personal con María hacia su divino Hijo. María es una guía que siempre nos lleva al Sagrado Corazón de Jesús. En 2009 fui a Medjugorje después de escuchar que Nuestra Señora se estaba apareciendo en ese lugar a seis niños pequeños. Es un lugar simple pero hermoso donde la paz se puede sentir. En Medjugorje había una estatua del Sagrado Corazón alrededor de la cual los peregrinos se reunían para orar. Cuando llegó mi turno, me acerqué, cerré los ojos y oré con la mano sobre el hombro de la estatua. Pero cuando abrí mis ojos, descubrí que mi mano no descansaba sobre el hombro sino ¡sobre el corazón de Jesús! Mi sencilla oración había sido: "Jesús, no te conozco tan bien como conozco a tu Madre." Creo que Nuestra Señora me estaba diciendo: "Bueno, ahora es el momento; es tu hora de ir al corazón de mi hijo". No sabía que el día siguiente ¡era la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús! Nace un nuevo ministerio En agosto del 2009, nos visitó un sacerdote que me inspiró a comenzar la devoción a la Divina Misericordia en mi parroquia. Esperaba hacer algo relacionado con el rosario, pero en retrospectiva veo que Nuestra Señora me estaba llevando directamente a su Hijo. También programé charlas sobre la Divina Misericordia en toda Irlanda, y oraciones por el apostolado de la Adoración Eucarística. Finalmente, me invitaron a ayudar en la planeación del Congreso Eucarístico Internacional celebrado en Irlanda. ¡Todas las cosas que nunca imaginé hacer! Fue al final del Congreso Eucarístico que la semilla de mi ministerio fue plantada en mi corazón. Debido a que había encontrado tanta alegría y gracia fluyendo en el Congreso Eucarístico, me pregunté: "¿Por qué esto tiene que terminar después de una semana de gracia? ¿Por qué no puede continuar?" Y por gracia de Dios, no terminó. En los últimos diez años, he estado coordinando a los Niños de la Eucaristía, formados bajo el auspicio del apostolado de la Adoración Eucarística en Irlanda. El objetivo del ministerio es mejorar la fe de nuestros hijos y acercarlos a Cristo a través de la adoración. Este ministerio nació cuando reconocí la necesidad de que los niños aprendieran más sobre la adoración eucarística y la experimentaran regularmente, de una manera amigable para los niños. Después de probar el programa en nuestra escuela primaria local, el programa se extendió rápidamente a muchas escuelas en toda Irlanda. Cuando era joven, tenía la esperanza de eventualmente dedicarme a la enfermería o alguna otra profesión, pero esos sueños se desvanecieron cuando me casé a los 22 años. Después de comenzar el apostolado de los Niños de la Eucaristía, un sacerdote me dijo: "Tal vez si estuvieras cuidando la salud de las personas, no estarías cuidando la salud de las almas ahora. Estás cuidando el alma de los niños, llevándolos a la adoración, ayudándolos y guiándolos." La Madre María no solamente me llevó más cerca de su Hijo, sino que también me inspiró a ayudar a los niños a acercarse a él. Cuando damos nuestro fiat, nuestro más profundo “sí” a Nuestra Señora, comienza un viaje. Ella se mueve con nuestro fiat, llevándonos a una unión más profunda con Jesús, a fin de que se cumpla el plan de su Hijo en nuestras vidas.
By: Antoinette Moynihan
MoreUna noche, mi esposa me dijo que había invitado a un grupo de Rosario a nuestra casa. Llevarían una estatua de Nuestra Señora y rezarían el Rosario. Me encogí de hombros porque no creía en el poder de la oración. No podía racionalizar cómo el pronunciar palabras podría generar una relación significativa con Dios. Para preparar un hermoso escenario para la estatua de Nuestra Señora, mi esposa compró dos jarrones de brillantes rosas rojas. El grupo de oración trajo la hermosa estatua de Nuestra Señora. Cuando llegaron, me fui a la parte trasera de la sala. Pero mientras se rezaba el Rosario, mirando la imagen y me preguntaba sobre el Rosario. Preguntas como: "¿Realmente le estamos rezando a una estatua?" Pero también me encontré preguntando: “¿Estás realmente presente aquí? ¡Realmente necesito saber!" Sentí ganas de decir: "Necesito una señal que me muestre que estás aquí". Mis ojos se posaron en las rosas rojas brillantes y oré: "Si tan solo pudieras cambiar el color de una o dos de esas rosas ..." A la mañana siguiente, me apresuré a trabajar. Cuando llegué a casa por la noche, mi esposa me recibió en la puerta y exclamó emocionada: "Echa un vistazo a las rosas ... Alguien debe haber pedido una señal". Cuando miré para verlas, me sorprendió ver rosas rosadas en lugar de rosas rojas brillantes. Me dejó sin aliento. Recuperando la compostura, le dije a mi esposa: "Cariño, creo que sí, alguien pidió una señal ... y ese alguien soy yo". Mi esposa estalló de alegría: "¡Es un milagro!" Las examiné cuidadosamente para ver si las rosas rosadas eran de una variedad diferente a las rosas rojas, pero eran claramente idénticas excepto por el color. Verdaderamente fue una señal de Nuestra Señora que me decía: “Estoy aquí. Estoy aquí para ayudarte. Llámame". A partir de entonces, comencé a “rezar” el Rosario en lugar de “decir” las oraciones del Rosario. Cada vez que rezo el Rosario con todo mi corazón, es una experiencia enormemente poderosa de nuestra Madre Celestial. Ella siempre está a mi lado, sosteniendo mi mano y caminando conmigo en el viaje de la vida.
By: Shalom Tidings
MoreEn ese momento sentí como que la Madre Santísima me había envuelto en su En 1947, nací en un pequeño pueblo de Italia, cerca de Casalbordino, el sitio de la aparición de "Nuestra Señora de los Milagros". El día que nací cae entre el día de la fiesta de "Nuestra Señora de los Milagros" y la fiesta de San Antonio, entonces por esa razón mis padres me nombraron María Antonia. Emigramos a Canadá cuando tenía 7 años. Mis padres no eran ávidos asistentes a la iglesia, pero se aseguraron de que nosotros siguiéramos la fe católica, además yo no presté mucha atención a la importancia y el significado de Nuestra Señora hasta que mis padres visitaron Medjugorje en 1983. Mi mamá estaba muy afectada por la experiencia, así que vino a casa y nos contó lo que estaba pasando allí. Entre los rosarios, las medallas, los anillos y las baratijas que trajo de vuelta había una pequeña tarjeta postal con una foto de la Virgen rodeada de los seis visionarios. Cada vez que yo entraba en su dormitorio, veía esta imagen en un pequeño estante en la esquina de su cocina, y me toco sinceramente. Podía sentir a la Virgen mirándome al corazón. En 1995, mientras veía un video sobre los acontecimientos en Medjugorje, sentí que la Virgen me preguntaba: "¿Cuándo vienes? Soy tu madre y te estoy esperando." Al año siguiente, oímos hablar de un peregrinaje desde Calgary hasta Medjugorje y me sentí obligada a inscribirme. Debido a la guerra en Bosnia, muchas personas se retiraron del peregrinaje por temor a lo que pudiera pasar, pero yo estaba determinada a ir. En Medjugorje, sentí una profunda confirmación de que la Virgen me estaba llamando. Un día, conocí al Padre Slavko Barbaric, quien me miró y me dijo: "Cuando te vayas a casa, me gustaría que inicies un grupo de oración y las oraciones tienen que estar dirigidas a ayudar a la familia porque la familia está en crisis hoy". Después de regresar, comenzamos la Hora de oración en San Buenaventura. Cada año, llegan más personas que se unen a nosotros para orar. Visité Medjugorje seriamente comprometida a hacer cambios drásticos. Sabía que necesitaba una profunda conversión de corazón, así que busqué la ayuda de Nuestra Señora para entender mejor la Escritura, para crecer en mi vida de oración y para una experiencia con alegría y amor en mi corazón mientras rezaba el Rosario. Todas estas bendiciones, y más, fueron otorgadas. Durante ese tiempo, pensé que era solo "mi" peregrinación porque no me di cuenta de que nuestra Señora me estaba invitando a traer más personas a ella. En 1998 el padre Slavko había insistido que yo trajera a mi marido, así que fuimos juntos. Me sentía llamada a traer más personas a nuestra Señora, pero le pedí a nuestra Señora una señal para confirmarlo. Poco después, dos señoras se me acercaron, buscando mi ayuda para ir a Medjugorje. Cada año desde entonces, tengo una conversación íntima con nuestra Señora sobre si debo ir de nuevo. Cada vez recibo la respuesta de que hay más personas que necesitan recibir gracia y bendiciones del Señor con la ayuda de Nuestra Santísima Madre, que está llena de gracia... Nuestras vidas no han sido perfectas y también hemos tenido momentos que ponen a prueba nuestra fe. Hace ocho años, recibimos noticias que nos impactaron. Mi hija fue diagnosticada con leucemia. Inmediatamente nos dirigimos al Señor, pero estando en tal pánico, fue difícil enfocarnos en Dios y en lo que Él puede hacer por nosotros. Un día en particular, pasamos por un momento muy difícil. Se había desarrollado un coágulo en el puerto, entonces no se podía administrar medicamentos y los médicos tenían que averiguar cómo tratarla. Como de costumbre, llevamos nuestras preocupaciones a la presencia del Señor en la Capilla de la Adoración para recibir su consuelo. Miré hacia arriba al Señor y le pregunté por qué le estaba pasando esto a nuestra hija y “¿por qué nosotros?” Muy claramente, le escuché responder "¿por qué no tu?" Me di cuenta de que Él pasó por un sufrimiento tan terrible y Él nos acompañaba en nuestro sufrimiento, para que pudiéramos crecer en Su amor. En ese momento, sentí que la Madre Bendita me envolvió en su manto, manteniéndome cerca igual como ella había sostenido a su Hijo después de Su nacimiento y después de Su muerte. Cuando regresamos al hospital, nuestra hija estaba rodeada por un equipo de personas que resolvían los problemas que impedían su tratamiento. Me sentí segura de que nuestras oraciones habían sido escuchadas. Nuestro Señor y Nuestra Señora estaban allí. Todo lo que teníamos que hacer era confiar. Todo iba a estar bien. Siempre estarían en nuestra vida, cuidando de nosotros. El año pasado, nuestra hija celebró su 25 aniversario de bodas. Dios ha sido tan bueno con nosotros. Nuestra Señora en Medjugorje nos dio 5 piedras para construir el fundamento de nuestra fe: 1. Rezar todos los días, especialmente el Rosario. 2. Leer las Escrituras todos los días, para recibir la Palabra de Dios. 3. Participar en la Santa Misa con la mayor frecuencia posible, si no todos los días, al menos los domingos. 4. Recibir la sanación y el perdón del Señor en el Sacramento de la Penitencia, al menos una vez al mes sin falta. 5. Ayunar con pan y agua los miércoles y viernes. Esto no es fácil, especialmente si eres nuevo en ello. Toma mucho tiempo construir estos hábitos y el aguante para seguirlos, pero Nuestra Señora siguió animándonos. Lo que más me sorprendió fue que cuando fuimos más consistentes en rezar el Rosario, pudimos practicar las otras piedras más fácilmente. El Rosario nos ayudó a tener la confianza de ponerlos en nuestra vida cotidiana y desarrollarlos en una rutina de la que hemos crecido para amar y depender. Se ha convertido en una presencia diaria en nuestras vidas. Muchos de sus mensajes nos dicen, no puedo lograr el plan de Dios sin ti. Te necesito. Dame tus problemas y reza por mis intenciones que son las de todas las personas que están rezando el Rosario. Así que cuando rezamos el Rosario por las intenciones de María nos sentimos conectados con todos. Hemos visto muchos cambios asombrosos a medida que las personas que vienen en las peregrinaciones regresan y se involucran en tantos ministerios vitales. Medjugorje ha sido una escuela de amor para mí. Ella es tan «llena de gracia» que cuando nos unimos a ella en oración, nos abrimos a todas las gracias y bendiciones que Nuestro Señor tiene que ofrecer.
By: Marie Paolini
MoreEn tiempos de incertidumbre, no hay necesidad de infundir pánico. ¡Sólo asegúrese que está en el lazo! Hace algunos años, hice una peregrinación, con un amigo mío, a lo largo del camino de Santiago en España. Un día nos encontramos con un grupo de peregrinos que incluía a un ciego. Parecía tener unos 25 años y estaba caminando con la ayuda de su madre. Inmediatamente noté que los lazos de una cuerda elástica les unía las muñecas; un lazo estaba alrededor de su muñeca, el otro lazo alrededor de la muñeca de su madre. Con su otra mano sostenía un bastón blanco utilizado por personas con discapacidades visuales. Mi amigo y yo caminamos a una distancia leve detrás de este grupo por bastante tiempo, observándolos silenciosamente. Eran un grupo animado. Charlaban con entusiasmo unos con otros. El joven caminó con mucha confianza, unido a su madre solo por esa delgada cuerda elástica. Aunque estábamos caminando por una zona boscosa con caídas y giros en el sendero y pequeños arroyos para cruzar, ella parecía dirigirlo sin esfuerzo, sin preocupación indebida. Ella no se volteaba hacia él ni miraba ansiosamente dónde estaba colocando los pies, ni se movía vacilante o cautelosamente, sino que se mantuvo con facilidad con el grupo mientras que caminaban a un buen ritmo. Parecía tan natural que se podía decir que ella lo había estado guiando toda su vida, y él confiaba en ella. Si realmente encontrábamos un terreno rocoso o desigual, entonces ella se paraba y tomaba su brazo para dirigirlo. Pero en su mayor parte, charlaba y se relacionaba con el grupo en una manera despreocupada, al igual que él. La madre y el hijo tomaron todo esto con calma. He reflexionado mucho sobre la parábola de la vida real que presencié ese día. El Señor quiere guiarnos a lo largo del camino de la vida, como la madre que guiaba a su hijo ciego. Jesús es el Buen Pastor, y los buenos pastores guían y protegen a sus ovejas. Entonces, ¿cómo podemos permitir que el Señor nos guíe? Para recibir Su orientación y permanecer seguro en el camino correcto, mantente conectado al Señor y confía en que Él sabe lo que hace. Como esta madre que suavemente dirigió a su hijo con la ayuda del lazo que los unía, Dios nos invita a estar unidos a Él. Ha prometido que nunca nos abandonará, como dice Hebreos 13:5, “Nunca los dejaré ni los abandonaré”, y podemos contar con esto. Pero tenemos que poner de nuestra parte. ¿Cuál es nuestra parte? Es permanecer conectado con él. Lo hacemos a través de una vida de oración sería. Pasar tiempo diariamente con el Señor – conocerlo; escuchar su voz pequeña y suave; aprender a sentir esos pequeños tirones e indicaciones de hacia dónde nos dirige ese día. Mientras permanezcamos firmemente unidos al Señor a través de la oración, sabremos cuando nos acercamos al peligro; creceremos en confianza que el Señor nos guiará a través de cualquier crisis, cualquier peligro, y cualquier dificultad. El Señor nos dará visión y sabiduría sobre cómo negociar cualquier situación. La oración es el "lazo" que nos une a nuestro Buen Pastor. Una cosa que esta pandemia mundial debería habernos enseñado es que no estamos en control. Pero tenemos un Dios que lo esta. Él nos ama tanto que envió a su Hijo a morir por nosotros. No hay nada que Dios no haga para guiarnos en nuestro camino hacia la vida eterna. Incluso en medio de tanta incertidumbre, podemos confiar en el Señor. Mantente unido a él, como este joven ciego que nunca perdió la conexión con su madre. Llegó a su destino seguro y sano, y disfrutó del viaje a lo largo del camino. Este también puede ser nuestro destino si vamos de la mano con nuestro Buen Pastor.
By: Ellen Hogarty
More¿Estás pasando por tensión financiera y deudas? Aquí está una solución a todos tus problemas. Desde la escuela secundaria, cuando leí sobre las quince promesas de la Virgen María a los que rezan el Santo Rosario, hice todo lo posible por rezar un Rosario todos los días. Como estudiante, me prometí que nunca cobraría a la gente por prestarles ayuda, especialmente si involucra el uso de mis talentos dados por Dios. Las palabras de gratitud de aquellos que se beneficiaron de mi ayuda me hicieron sentir más satisfecho que cualquier forma material de aprecio. Giro Inesperado Mientras era estudiante universitario en el Instituto católico de África Occidental (CIWA) en Estudios de Comunicación y Comunicaciones Organizativas, yo esperaba que siempre tendría suficiente apoyo financiero de mi familia, porque teníamos una estación de servicio que vendía productos petrolíferos. Por supuesto, es un negocio en auge en mi país, Nigeria, así que nunca anticipé ninguna falta de fondos. Pero cuando entré en mi último año como estudiante de pregrado, el gobierno federal marcó los locales de negocios de mi familia y otros edificios para la demolición para expandir un camino importante, prometiendo una compensación generosa. Como resultado de la demolición prevista, mi familia tuvo que cerrar el negocio y comprar otro sitio para reubicar la estación de servicio, esperando que los pagos de compensación cubrirían el préstamo y el costo de la reconstrucción. Sin embargo, seis años después, todavía no se ha pagado ninguna indemnización. Esto afectó mi educación, porque no podía pagar mis honorarios. Afortunadamente, mis otros hermanos ya habían terminado la universidad. Peso del Estrés Dios siendo tan amable, yo tenía algunos ahorros, lo que me permitió pagar mis facturas para el último año de mis estudios de pregrado. Con la expectativa de que pronto se pagaría la compensación, me inscribí en un curso de maestría de dos años, pero esto nunca ocurrió, así que el negocio familiar no pudo recuperarse. Al final de mi último año de maestría ya había acumulado una deuda de tres mil dólares, y no podría graduarme antes de pagar cada centavo de la deuda. El estrés de mi deuda me pesaba físicamente, emocionalmente y psicológicamente. Me sentí incapaz de pedir ayuda a nadie porque no podía soportar el trauma de ser rechazado. Llegué a beber alcohol y a pasar noches con amigos para evitar los constantes recordatorios de mi penuria que me asedia cuando estaba solo y no intoxicado. Algunos de mis amigos, que estaban sorprendidos por los cambios en mi estilo de vida, me preguntaron qué estaba pasando, pero me sentí demasiado avergonzado de decirles. Cuando el estrés se volvió insoportable, finalmente confié en mi moderador de tesis, el profesor Oladejo Faniran, que también es el jefe de mi departamento, y un sacerdote católico. Después de revelar mis problemas, le pedí que aprobara mi solicitud de aplazamiento, para que pudiera remitirla al registrador de la escuela para su aprobación. Se opuso, pidiéndome que no renunciara. Me animó a confiar en Dios, a rezar mi Rosario, a compartir los problemas con otros, y prometió hablar con algunas personas en mi nombre. Esa noche, en vez de intoxicarme con alcohol como de costumbre, salí a la oscuridad de la noche para orar el Santo Rosario. Con lágrimas en mis ojos, clamé mi corazón a Dios, pidiendo misericordia y ayuda. El Último Encuentro Con solo unas semanas para mi graduación, encontré el valor de revelar mi situación a cualquiera que se interesara, incluyendo amigos, compañeros de clase e incluso a mis conocidos de las redes sociales. Incluso los compañeros estudiantes, que lo escucharon por parte de otros, vinieron a mi ayuda con contribuciones financieras que iban más allá de mi imaginación. Para mí, el aspecto más milagroso de todo esto fue que nadie me rechazó. La gente vino a mi rescate de maneras que nunca esperaba. Pude recaudar toda la suma, con dinero para ahorrar. Anteriormente, siempre había confiado en mi poder de voluntad por excelencia, pero cuando la presión se hizo insoportable, me di por vencido y me deprimí. Pero ahora que estoy volviendo a la oración para ayudarme a hacer frente al estrés, especialmente el Rosario de cada mañana, estoy lleno de una confianza tranquilizadora que me impulsa a dar lo mejor de mi y esperar lo mejor. Incluso cuando las cosas no salgan como esperaba y deseaba, mi espíritu seguirá siendo elevado y en paz. No me siento completo si pasa algún día sin rezar el Rosario, porque no puedo permitirme perderme las promesas de Jesucristo como se revela a través de Su madre, la Santísima Virgen María. Mi encuentro diario con Él en su Rosario continúa contribuyendo significativamente a construir mi confianza en mí mismo, alimentando mis interacciones diarias y situándome en un camino de vida responsable.
By: Innocent Umezuruike Iroaganachi
MoreEn un paseo reciente, mi hija estaba afligida por un mal humor justo cuando habíamos trepado a una caverna espectacular. Mientras todos nos maravillamos de la belleza natural, ella mantuvo su mirada constantemente hacia abajo, negándose a mirar hacia arriba. Parecía ilógico negarse a sí misma una sola mirada a la grandeza que nos rodeaba, sólo mirar la tierra bajo sus pies o sujetar sus manos sobre sus ojos evitando que un vistazo la sacara de su estado de ánimo. Al reflexionar, me recordó los tiempos en que estoy tan inmerso en las ansiedades y la carga de trabajo de la vida cotidiana que no aprecio los tesoros que Dios ha puesto ante mí: la maravilla de la sonrisa de un niño; el calor del sol en una mañana de invierno; la comida preparada con amor por mi esposo; o los increíbles amaneceres y puestas de sol que Dios pinta en el cielo todos los días. ¿Con qué frecuencia nos distraemos de nuestras preocupaciones al pasar mucho tiempo frente al televisor? Innumerables variedades de películas, series, programas de televisión de personas ordinarias en la realidad, deportes, redes sociales y videojuegos compiten por nuestra atención. Sin embargo, nunca parece haber suficiente tiempo para la oración, las actividades familiares y los deberes en el hogar. A menudo lamentamos que no tenemos tiempo suficiente para interactuar con amigos en la vida real. Sin embargo, incluso nuestro tiempo con amigos o familiares a menudo se centra alrededor de una pantalla, o todos tienen una pantalla en la mano. Tal vez sea hora de apagar las pantallas, sacar los auriculares, y olvidar las ansiedades y la carga de trabajo por un tiempo mientras fijamos nuestras miradas hacia arriba para abrazar la gloria que el Señor nos ofrece cada día. Demos gracias a Dios e invitemoslo a nuestro compromiso diario con el mundo real que nos rodea.
By: Shalom Tidings
MoreYo estaba orando por un milagro y luego escuché la suave voz de María, mi madre. A tu Corazón Soy hija única, amada y apreciada por mis padres. Mi padre era católico devoto, pero mi madre era miembro de la Iglesia Protestante de Escocia. Sin embargo, estaba muy feliz de que me criaran en la Fe Católica, así que asistí a una escuela católica donde tuve la suerte de ser enseñada por las Hermanas de la Misericordia y los Hermanos Maristas. Recuerdo que cantaba todos los himnos que había aprendido, pero, como mi mamá no era católica, los himnos a la Virgen Maria le eran desconocidos. Sorprendentemente, estos se convirtieron en sus cantos favoritos y ella los cantaba con orgullo cuando asistía a las devociones y procesiones marianas en mayo con mi padre y yo. Ella me animó a unirme a los hijos de María y fue su amor por la Madre de Dios lo que la llevó a unirse a la Iglesia Católica muchos años después.También tuve la suerte de tener una tía muy devota que fomentó mi amor por María. En mi camino a casa, me encantaba pasar a la hermosa iglesia de Nuestra Señora de las Victorias, que estaba junto a mi escuela, y pasar unos minutos frente al Altar de la Virgen y sentía que esto era agradable para ella y que ella me amaba. Esta relación que nació en mi infancia continuó en mi vida adulta, así que en tiempos de estrés o dificultades recurría a María, mi Madre y siempre sentía su ternura, preocupación y apoyo amoroso. Tuve un matrimonio muy difícil, debido a que mi marido tenía una adicción al alcohol, así que un día decidí rezar una novena a nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Mi parroquia en ese momento estaba dirigida por los Redentoristas que tienen una devoción particular a nuestra Señora bajo ese título. ¡una semana después mi marido dejó de beber! Tuvimos 14 meses de sobriedad pacífica, pero desafortunadamente la adicción volvió. Sin embargo, estoy muy agradecida con María, porque durante ese tiempo nació mi hija menor, Alice, una cuarta bendición. ¿Pentecostés sin María? En 1989, experimenté el Bautismo en el Espíritu Santo. Mi vida espiritual se enriqueció al formar parte de un grupo de oración carismática y ayudé a organizar talleres de "vida en el Espíritu" para varias parroquias. Luego, en 1993, empecé a dirigir un grupo de oración y volvimos a organizar estos talleres. Siempre he estado agradecida por la nueva relación con Jesús que surgió como resultado de mi Bautismo en el Espíritu Santo, pero me di cuenta de que nuestra Santísima Madre no era mencionada porque los talleres estaban basados en un programa introducido por las iglesias pentecostales. ¿Cómo podemos tener una experiencia de Pentecostés sin María? Cuando sugerí que esto era una omisión, mi buen amigo John Vaughan Neil estuvo de acuerdo y reescribió su excelente programa, “Hijos e Hijas del Dios Viviente” con oraciones para llevar a los participantes a una nueva y más profunda relación con su Madre Celestial. En I994, sentí un fuerte llamamiento de nuestra Señora para visitar Medjugorje y aunque la guerra seguía en Bosnia, mi amiga, Anne y yo logramos viajar allí con un pequeño grupo de Irlanda. Esto trajo un cambio radical en mi vida espiritual. Tuvimos el privilegio de estar en este pueblo santo durante el décimo aniversario de la Consagración del Mundo al Inmaculado Corazón de María. El 25 de marzo, participamos en una procesión por la colina de las Apariciones (Podbrdo) dirigida por un obispo checoslovaco que era amigo personal del Papa Juan Pablo II. Allí nos instó a consagrarnos a nosotros mismos y a nuestras familias al corazón Inmaculado de María, diciéndonos que este era un lugar de refugio y seguridad para todo el mundo. Hice esto, sintiéndome feliz de haber ofrecido una oración tan hermosa. Al día siguiente, me sorprendió descubrir que repetía la misma oración, palabra por palabra, y me di cuenta de que me la había dado nuestra Señora. Lo he rezado todos los días desde entonces. También he rezado los 33 días de Consagración a María, escrito por San Luis de Montfort. Confiarlo todo en las manos de nuestra Santisima Madre y a su intercesión más poderosa es experimentar su cuidado maternal y encontrar la paz verdadera. Una Suave Voz Necesitaría todo su apoyo inquebrantable en 2016 cuando mi hijo menor Ruairi, fue diagnosticado con un tumor cerebral. Solo tenía 33 años, un padre de 2 niños pequeños, sano y en forma. Inmediatamente clamé a nuestra Señora, pidiéndole que sostuviera a mi hijo en sus brazos tal como ella había sostenido a Jesús y que se sentara con él en su regazo, al pie de la Cruz. También le pedí a Jesús que Él sólo viera a Ruairi en los brazos de su Madre. Lamentablemente, a pesar del tratamiento que recibió y de todas las personas que estaban orando por él, se hizo evidente en julio de 2017 que no había milagro. Mi hijo estaba muriendo. Un sábado en la Misa, sentí una suave voz dentro de mí diciendo: "Necesito tu permiso". Traté de ignorarlo, pero continuó, suave pero persistentemente, "Necesito tu permiso". Sabía que era nuestra Señora pidiéndome que le diera permiso de llevarse a Ruairi. Lloré tantas lágrimas, pero sabía que Dios amaba a mi hijo y quería lo mejor para él, así que di mi permiso. Qué tan amable es nuestra querida Madre para pedir permiso. Días después, mi querido hijo falleció, pero saber que estaba con nuestra Madre Celestial fue un gran consuelo para mí. Ahora, 3 años más tarde, puedo incluso agradecer a Dios el gran privilegio que él me concedió, permitiéndome compartir los dolores y sufrimientos de María. Ambas hemos experimentado la agonía de perder a un hijo. Ruairi eligió a San Maximiliano Kolbe como su santo de confirmación. Al igual que este gran santo, amaba a nuestra Santa Madre y el Memorare era su oración favorita. San Maximiliano dijo: "Nunca tengas miedo de amar a María demasiado porque nunca podrás amarla tanto como Jesús". ¡Es verdad! Pon tu mano en la suya y deja que ella te lleve al Cielo.
By: Patricia Dowey
MoreEn las apariciones de María, su mensaje predominante era “oren bien”. ¿Has comprendido el poder de la oración en tu vida? Mi esposa y yo tenemos una tradición navideña de reunir a nuestros hijos y nietos para las celebraciones navideñas. El día de Boxeo mi esposa lleva a los nietos a una pantomima, acompañada por algunos de nuestros hijos adultos. Sé que los nietos esperaban con mucho entusiasmo el panto. La última vez que lo hicimos fue hace cuatro años. Como los nietos han crecido un poco, el pantomima no es muy atractivo como solía serlo. Hace catorce años, tuve un ataque al corazón. Después de que me dieron dos stents y un poco de rehabilitación, estaba absolutamente bien. Pero 10 años después, a las 3 de la mañana del día de Boxeo, me desperté con mucho dolor. Sentí como una repetición de mi ataque al corazón. Como no quería molestar a mi esposa, me levanté y bajé a orar en la cocina. Decidí no llamar a una ambulancia, principalmente porque no quería estropear todas las celebraciones de Navidad. Nunca había orado tan duro o tan fervientemente en toda mi vida, implorando a la Virgen María que pidiera a su hijo, Jesús, que esto no sucediera en ese momento, no por mi bien, sino por mi familia. Imaginé la angustia que esto les causaría a todos si me llevaran al hospital. En mi oración a nuestra Señora, recordé como le concedió su petición en el Milagro de Caná. Me dio tanta esperanza que ella escuchara mis súplicas. A medida que pasa el tiempo, el dolor aumenta cada vez más. Diez años atrás, yo había sufrido los mismos síntomas. Para mi alivio, después de varias horas de oración ferviente y urgente, el dolor se calmó y luego desapareció completamente. Estaba tan agradecido con nuestra Santa Madre por consolarme en mi dolor y ansiedad e interceder por mí. Ahora, cuatro años más tarde, he permanecido completamente sin dolor de mi condición cardíaca y soy capaz de andar en bicicleta muchas millas cada semana. Confía en el poder de la oración.
By: Michael Maxwell
MoreEl padre Chris da Souza estaba ciego hasta que una peregrinación a Fátima le concedió un milagro, y ese no fue el último milagro que Ella le obtuvo a su familia. Mi devoción a Nuestra Señora empezó desde mi infancia. Nací en Australia, pero mis padres son inmigrantes portugueses, así que siempre hemos tenido una gran devoción a Nuestra Señora de Fátima. Orábamos el Santo Rosario a diario en frente su altar en nuestra casa, así que desarrollé una gran confianza en su intercesión. Nací legalmente ciego en mi ojo derecho y afligido con una condición patológica en mi ojo izquierdo que causaba que mi visión se deteriorara cada año. A medida que iba creciendo, mis padres determinadamente me llevaron de un especialista al otro, buscando una cura, pero siempre recibiendo las mismas noticias. No había tratamiento y estaría completamente ciego cuando llegara a la mayoría de edad. Arriesgate Cuando llegué a la mayoría de edad, ya no tenía visión en el ojo izquierdo, así que mis estudios de leyes se vieron severamente afectados. Mis padres estaban afligidos al ver mis dificultades para leer grandes libros de leyes con mi visión severamente limitada. Así que en mi segundo año de estudios, fueron a una peregrinación a Fátima a pedir la intercesión de Nuestra Señora para restaurar la visión de su hijo. Yo me quedé para completar mi año de estudios. Cuando regresaron con una fe fortalecida y confianza en la intercesión de Nuestra Señora, encontraron un especialista que había aprendido un nuevo procedimiento en Bélgica que podría ayudarme. A pesar de que una cita con este especialista era algo casi inalcanzable, le pidieron ayuda a Nuestra Señora e inesperadamente, fui llamado para obtener una consulta. A pesar de que yo ya estaba resignado a haber quedado ciego, no podía decepcionar a mis padres luego de todos sus esfuerzos. Inmediatamente luego de haber evaluado mi visión, el especialista también me dijo que no estaba seguro si el procedimiento me ayudaría. También era muy riesgoso y, ya que no tenía aprobación del gobierno, iba a ser muy costoso. Sin embargo, mis padres tenían tanta confianza en la intercesión de Nuestra Señora que inmediatamente estuvieron de acuerdo en pagar la cirugía y me rogaron que me sometiera a ella. Yo tenía algo de miedo, pero acepté, encomendándome al cuidado amoroso de Nuestra Señora. Toma la oportunidad Empezaron con mi ojo derecho, el que estaba legalmente ciego. El cirujano me dijo que iba a tomarme unos meses antes de ver una mejoría real, así que no estaba esperando ningún cambio inmediato. Pero dentro de 15 a 20 minutos luego de la operación, pude ver claramente por primera vez con el ojo que estaba legalmente ciego. ¡Tantas formas y colores que no había visto nunca! Salí de la operación exaltando a Dios, bendiciendo y agradeciendo a Nuestra Madre Celestial por su guía e intercesión. Mientras abrazaba con alegría a mis padres, el especialista, que no era creyente, reconoció que lo que había pasado era un milagro. Él no era incapaz de explicar este don inmediato de una visión clara luego del procedimiento, y en un ojo que nunca había tenido visión. Un mes después, operó mi otro ojo, el izquierdo. Otro milagro como el anterior parecía mucho qué pedir, pero las bendiciones de Dios son abundantes. Una vez más, dentro de 15 a 20 minutos, pude ver claramente con mi ojo izquierdo. Mi visión completa había sido restaurada. Gracias a la intercesión de Nuestra Santísima Madre y la fe y confianza de mis padres, estaba por iniciar mi vida como abogado defensor. Haz un cambio Siempre había deseado ser abogado, pero también estaba abierto al Señor. ¿Qué pedía el Señor de mí? Sabía que este milagro era un regalo que no necesitaba ser merecido, pero junto con nuestra Santísima Madre, le preguntaba “Señor, ¿Qué quieres de mí? ¿Por qué has restaurado mi visión cuando hay tantos otros que permanecen ciegos?” Esto me llevó a iniciar un periodo de discernimiento, cuando empecé a trabajar. A pesar de que me sentía satisfecho como abogado y me imaginaba una vida de matrimonio y familia, recibí en mi corazón un llamado a la vida religiosa y al sacerdocio durante la peregrinación de la Jornada Mundial de la Juventud. Me sentí abrumado por el miedo y me tomó varios meses aceptar mi llamado. El 13 de mayo, durante la misa de la festividad de Nuestra Señora de Fátima en mi pueblo, le pedí a Nuestra Santísima Madre “Si esto es lo que tu Hijo quiere de mí, ayúdame a verlo tan claramente como me ayudaste a ver con mis ojos.” Fue como si un velo se hubiera levantado de mis ojos. Sabía que su Hijo me estaba llamando a la vida religiosa. Su hijo me estaba llamando al sacerdocio. Encomendándome a su manos maternas, eventualmente discerní que debía darle mi vida al Señor, con los Hermanos Somascos. Siguiendo una antigua tradición de nuestra orden religiosa, además de profesar mis votos de pobreza, castidad y obediencia, también me consagré a Nuestra Señora y agregué su nombre, Maria, al mío. Nuestro fundador, San Jerónimo Emiliani, había sido liberado milagrosamente por Nuestra Señora cuando era prisionero de guerra hace 500 años. Yo también había sido liberado de mi ceguera a través de su intercesión, permitiéndome darle mi vida entera a su hijo. Los milagros sí existen Cuando estaba en Roma, preparándome para mis exámenes finales de Teología, mi padre se enfermó de leucemia. Mientras se preparaba para recibir tratamiento, fui en una peregrinación a Fátima para encomendar la salud de mi padre a Nuestra Señora y para dar gracias por el milagro de mi visión restaurada. En el mismo día en que caminé de rodillas al lugar donde se les apareció a los niños 100 años atrás, el médico especialista de mi padre descubrió que el cáncer había desaparecido completamente de su sangre. Una vez más, la intercesión de Nuestra Señora restauró milagrosamente la salud de otro miembro de nuestra familia. Luego de años de misión en la India, Sri Lanka y Mozambique, regresé a Australia a prepararme para mis votos solemnes y la ordenación sacerdotal. Mi ordenación fue en el mes de María, el mes de mayo, en un sábado en su honor. Encomendé mi sacerdocio a sus manos maternas. El siguiente día, en la festividad de Nuestra Señora de Fátima, el 13 de mayo, celebré mi primera misa. Le siguió una hermosa procesión con velas, en honor de nuestra Señora de Fátima, en las calles de Fremantle. Nuestra copa rebosaba hasta que, en el pico de nuestra alegría, mi madre se enfermó gravemente y fue llevada al hospital en ambulancia. Yo los seguí rápidamente para poder darle el Sacramento de la Unción de los Enfermos, un sacramento de sanación. Ella fue la primera persona a quien ungí con este sacramento. El haber podido ministrarle, no solo como hijo, sino como sacerdote, fortaleció mi sacerdocio. Los doctores pensaron que había sufrido un ataque al corazón, así que le estaban dando medicamentos anticoagulantes. De hecho, tenía un aneurisma que le estaba causando un sangrado interno. Solo se dieron cuenta de esto luego de varios días de tratarla con anticoagulantes. Su tratamiento de hecho estaba causando que sangrara aún más internamente. Fue sometida a una cirugía de emergencia, de la cual no esperaban que sobreviviera, pero Dios nos bendijo con otro milagro, gracias a la intercesión de Nuestra Señora. Los doctores no se explicaban cómo mi madre podía seguir viva luego de haber tenido una hemorragia interna por tantos días. Mi madre les explicó que Nuestra Señora había intercedido por ella. “Mi hijo se ha consagrado a Ella como sacerdote y ha estado ofreciendo la Santa Eucaristía por mí todos los días. Es por esto que estoy sana, es por eso que ha ocurrido este milagro.” Mamá nos indica el camino Estas profundas experiencias han profundizado mi devoción a Nuestra Santísima Madre. Los animo a que encomienden sus vidas a su santa intercesión. Soy testigo de los milagros que ocurren cuando Ella intercede por nosotros ante su Hijo. Ella, que fue inmaculadamente concebida, recibió todas las gracias obtenidas por su Hijo en la Cruz desde su concepción. Pudo decir que “sí” a ser la Madre de Dios, precediendo a Nuestro Señor quien luego aceptaría Su Pasión y Muerte en la Cruz. El deseo de Nuestra Santísima Madre en las Bodas de Caná causó que Nuestro Señor realizara su primer milagro. El corazón de Nuestra Santísima Madre fue atravesado con dolor (Lucas 2:35) presagiando que el Corazón de Nuestro Señor sería atravesado por una lanza en la Cruz (Juan 19:34). Así que ella nos muestra cómo seguir a Jesús, en todas nuestras alegrías y sufrimientos, encomendándoselos a ella.
By: Father Chris da Sousa
More¡Una manera rápida, fácil y segura de Jesús! Amor que floreció en primavera Mi amor por María comenzó en mi infancia. Cuando mi madrina me dio un pequeño rosario de plata para mi Primera Comunión, papá me prometió: "Janie, si rezas tu Rosario todos los días, la Santísima Madre siempre te cuidará". Si no me unía a papá en su rosario diario, me preguntaba: "¿Has dicho tu rosario hoy?" Por lo general, admitiría que no, pero finalmente le prometí: "Cuando tenga 8 años, comenzaré". Desde mi octavo cumpleaños, he mantenido el compromiso de decir al menos un conjunto de Misterios todos los días. Cuando Dios me llamó a la vida religiosa, me sentí atraída por las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción, en parte porque estaban dedicadas a María. Aprecié nuestro rosario diario antes de la oración de la tarde y las procesiones del rosario del sábado a la gruta de Lourdes. A menudo recurría a María cuando me sentía estresada por los desafíos de la enseñanza y el ministerio. Cuando acepté una invitación para enseñar en Taiwán, practique el único chino que aprendí, una versión fonética del Ave María, cientos de veces en el viaje en el avión allí. Poco después de regresar de Taiwán, papá reveló que cuando nací, dijo: "Madre Bendita, ella es tuya". Vaya, qué gran Epifanía. Comprendí al instante por qué María era tan importante para mí. Esto explicaba por qué me sentía atraída a hacer una gruta con una estatua de Nuestra Señora en mi habitación cuando era niña, donde podía rezar su Rosario. Mi madre y mis hermanos no se habían sentido atraídos por el Rosario, e incluso se resistieron a rezarlo en familia. Siempre estoy agradecido de que mi papá me consagró a María de esa manera simple cuando nací. Poder de la Consagración Cuando nuestras Hermanas Misioneras se reúnen para orar, comenzamos: “Oh Jesús, a través del Inmaculado Corazón de María, te consagro esta hora (o día, o a mí mismo) como un acto de amor perfecto. . . . " Pero no hice una consagración formal durante muchos años. Cuando escuché que el lema del Papa Juan Pablo II era Totus Tuus, me pregunté qué significaba darle todo a Jesús a través de María. Luego, un amigo me invitó a unirme a un grupo para prepararme para la Consagración total de De Montfort, que hicimos en una iglesia en la ciudad de Nueva York en el 1990. Durante mis cinco años en la Universidad Franciscana de Steubenville, dejé pasar varias oportunidades para unirme en la preparación para una Consagración del 8 de diciembre. Luego, en el 1998, decidí hacerlo nuevamente como una renovación con otros en este campus de fervientes Católicos. La oración de renovación de De Montfort se convirtió en una parte atesorada de mi oración diaria: "Soy todo tuyo, y todo lo que tengo es tuyo, mi Jesús más amoroso, a través de María tu santa Madre". Mi Viaje a Casa Un Sacerdote Mariano, el P. Michael Gaitley dijo que anhelaba ser un santo pero sentía que sus muchas fallas lo impedían. Sin embargo, cuando leyó que “La consagración a María es la forma corta, fácil, segura y más efectiva de convertirse en un santo” todo cambió. El P. Michael se inspiró para escribir 33 Días Hacia un Glorioso Amanecer, un retiro de hágalo-usted-mismo en preparación para la Consagración Mariana. La esencia de este método es la lectura diaria de los santos. Me inspiré reflexionando sobre los pasajes claves de San Luis de Montfort, San Maximiliano Kolbe, Santa Teresa de Calcuta y el Papa San Juan Pablo II. Usé 33 Días Hacia un Glorioso Amanecer para renovar y profundizar regularmente mi consagración a María y lo compartí con otros. Realmente puedo afirmar que Nuestra Santísima Madre me ha cuidado maravillosamente. A pesar de mis debilidades y fallas. Nuestra Señora me ha llevado más cerca del Corazón de su Hijo, Jesús. El viaje de mi vida se ha enriquecido al contemplar sus mensajes de sus apariciones en Lourdes, Fátima y México. Todos los días camino con mi hermosa Madre, felizmente segura de que me llevara a casa al Cielo. Animo de corazón a otros a hacer y renovar esta consagración total a Jesús a través de María. María, Madre mia, me entrego totalmente a ti como tu posesión y propiedad. Por favor, haz de mí, de todo lo que soy y tengo, lo que más te agrade. Déjame ser un instrumento adecuado en tus manos inmaculadas y misericordiosas para llevar la mayor gloria posible a Dios. Amén.
By: Sister Jane M. Abeln SMIC
MoreLa semana pasada tuve la alegría de hablar el Día de la Juventud, en el Congreso de Educación Religiosa de Los Ángeles. Mi audiencia era alrededor de cuatrocientos estudiantes de secundaria de todo el país; y mi tema, a petición de los organizadores del congreso, era la relación entre religión y ciencia. Sabían, como he estado argumentando durante años, que una de las principales razones por las que muchos jóvenes se están desafiliando de nuestra Iglesia es el supuesto conflicto entre la ciencia y la fe. Le dije a mi joven audiencia que esta "guerra" es de hecho una fantasía, una ilusión, el fruto de un trágico malentendido. E intenté mostrar esto analizando cuatro temas, que resumiré brevemente en este artículo. Primero, en un sentido muy real, las ciencias físicas modernas provienen de la religión. Los grandes fundadores de la ciencia —Kepler, Copérnico, Galileo, Newton, Descartes, etc.— fueron, sin excepción, formados en escuelas y universidades patrocinadas eclesialmente. Fue bajo la tutela de la Iglesia que aprendieron la física, astronomía y matemáticas que desarrollaron. Más específicamente, aprendieron en esas instituciones dos verdades esencialmente teológicas, necesarias para el surgimiento de las ciencias experimentales; a saber, que el universo no es Dios y que el universo, en cada rincón y grieta, está marcado por la inteligibilidad. Si la naturaleza fuera divina, como de hecho es considerada por muchas religiones, filosofías y misticismos, entonces nunca podría ser materia apta para la observación, el análisis y la experimentación. Y si la naturaleza fuera simplemente caótica, vacía de forma, nunca revelaría las armonías y las inteligibilidades modeladas que los científicos buscan de buen grado. Cuando se obtienen estas dos verdades, las cuales están en función de la doctrina de la creación, las ciencias pueden ponerse en marcha. En segundo lugar, podemos ver que cuando la ciencia y la teología se entienden correctamente, no están en conflicto; esto debido a que no están compitiendo por la primacía en el mismo campo de juego, como equipos de fútbol opuestos. Utilizando el método científico, las ciencias físicas estudian eventos, objetos, dinámicas y relaciones humanas dentro del orden empíricamente verificable. La teología, empleando un método completamente diferente, estudia sobre Dios y las cosas de Dios; y Dios no es un objeto en el mundo, no es una realidad circunscrita dentro del contexto de la naturaleza. Como dijo Tomás de Aquino, Dios no es ens summum (ser más elevado), más bien es ipsum esse (el acto de ser como tal); es decir, Dios no es un ser entre los seres, sino la razón por la que de hecho hay un universo empíricamente observable. En este sentido, Dios es como el autor de una novela enriquecida y compleja. Charles Dickens nunca aparece como personaje en alguna de sus extensas narrativas; aún así, él es la razón por la que cualquiera de esos personajes existe. En consecuencia, las ciencias, como tales, no pueden adjudicarse la resolución de los cuestionamientos sobre la existencia de Dios ni hablar sobre su actividad o atributos. Se requiere otro tipo de racionalidad, que no compita con el razonamiento científico, para la determinación de esos asuntos. Y esto me lleva a mi tercer punto: el cientificismo no es ciencia. Tristemente desenfrenado hoy en día, especialmente entre los jóvenes, el cientificismo es la reducción de todo el conocimiento a la forma científica del conocimiento. El innegable éxito de las ciencias físicas y la extraordinaria utilidad de las tecnologías a las que han dado lugar, han producido en la mente de muchos esta convicción, pero esto representa un trágico empobrecimiento. Un químico podría decirnos la composición química de las pinturas que Miguel Ángel usó en el techo de la Capilla Sixtina, pero no podría, como científico, decirnos nada sobre lo que hizo de esa obra de arte algo tan hermoso. Un geólogo podría hablarnos sobre la estratificación de la tierra debajo de la ciudad de Chicago, pero jamás podría explicarnos como científico si esa ciudad está siendo gobernada justa o injustamente. No hay rastro del método científico en Romeo y Julieta, pero ¿quién sería tan ingenuo como para afirmar que esa obra no nos habla sobre la verdadera naturaleza del amor? De manera similar, los grandes textos de la Biblia y la tradición teológica no son "científicos"; sin embargo, nos hablan de las verdades más profundas sobre Dios, creación, pecado, redención, gracia, etc. Tanto la causa como el efecto del cientificismo, tristemente, es la atenuación de las artes liberales en nuestras instituciones de educación superior. Hoy en día, en lugar de apreciar la literatura, historia, filosofía y religión como conductos de la verdad objetiva, muchos los relegan a la arena del sentimiento subjetivo o los someten a una crítica ideológica que los hace ver marchitos. Mi cuarto y último punto es el siguiente: Galileo es un párrafo en un capítulo de un libro muy largo. El gran astrónomo es a menudo invocado como el santo patrón de los científicos heroicos que luchan por liberarse del oscurantismo y la irracionalidad de la religión. La censura de sus libros por parte de la Iglesia, y el virtual encarcelamiento del gran científico a instancias del Papa, se toma como el oscuro paradigma de la relación Iglesia/ciencia. Obviamente, el episodio de Galileo no fue el mejor momento de la Iglesia; de hecho, Juan Pablo II expresando una verdadera contrición, se disculpó explícitamente por ello. Pero usarlo como la lente para observar el juego entre la fe y la ciencia es crucialmente inadecuado. Han existido, desde los primeros días de las ciencias modernas, miles de personas profundamente religiosas involucradas en la investigación y desarrollo científico. Por nombrar solo algunos: Copérnico, cosmólogo revolucionario y dominico de la tercera orden; Nicolás Steno, el padre de la geología y obispo de la Iglesia; Luis Pasteur, uno de los fundadores de la microbiología y un devoto laico católico; Gregorio Mendel, padre de la genética moderna y fraile agustino; Georges Lemaitre, formulador de la teoría del Big Bang sobre el origen del cosmos y sacerdote católico; Mary Kenneth Keller, la primera mujer en los Estados Unidos en recibir un doctorado en ciencias de la computación y hermana religiosa católica. Creo que es justo decir que todas estas personalidades de la ciencia entendieron los puntos fundamentales que he expuesto en este artículo y, por lo tanto, contemplaron que sí podían dedicarse por completo tanto a su ciencia como a su fe. En conclusión, podría instar especialmente a los científicos católicos de hoy —investigadores, médicos, físicos, astrónomos, químicos, etc.— a hablar con los jóvenes sobre este tema. Díganles por qué la supuesta guerra entre la religión y la ciencia es de hecho una ilusión, y aún más importante, muéstrenles cómo ustedes han reconciliado la ciencia y la religión en su propia vida. Simplemente no podemos permitir que esta tonta justificación para la desafiliación se mantenga.
By: Bishop Robert Barron
MoreLa pregunta del por qué El físico Christian Simon de 33 años, fue un ateo por largo tiempo; así que esperaba que todas las respuestas a las preguntas apremiantes de la vida vinieran de la ciencia, hasta que se encontró con sus límites. Crecí católico, recibí todos los sacramentos como es costumbre y también fui muy devoto cuando era niño. Desafortunadamente, con el tiempo desarrollé una terrible y falsa imagen de Dios: Dios como un juez severo que arroja a los pecadores al infierno; además, muy distante y sin un verdadero interés en mí. Dudaba mucho que para Dios fuera importante mi bienestar. En mi juventud, incluso me convencí cada vez más, que Dios tenía algo en contra mía. Imaginé que él actuaba haciendo siempre exactamente lo contrario a lo que yo pedía. En algún punto nuestra relación terminó para mí. No quería saber nada más acerca de Dios. Religión: Cosa de raritos A los 18 años, estaba convencido de que Dios no existía. Para mí, solo contaba lo que podía experimentar con mis sentidos o lo que podía medirse por las ciencias naturales. La religión, parecía ser solo algo para bichos raros que tenían demasiada imaginación o simplemente estaban totalmente adoctrinados y nunca habían cuestionado su fe. Estaba convencido de que, si todos fueran tan inteligentes como yo, nadie creería en Dios. Después de trabajar varios años por mi cuenta, comencé a estudiar física a los 26 años. Estaba muy interesado en cómo funciona el mundo y esperaba encontrar mis respuestas en la física. ¿Quién podría culparme? La física puede parecer muy misteriosa con sus matemáticas increíblemente sofisticadas que muy pocas personas en el mundo pueden entender. Es fácil tener la idea de que, si pudieras descifrar estos formularios y símbolos codificados, se abrirían horizontes inimaginables de conocimiento, y que literalmente cualquier cosa sería posible. Después de estudiar todo tipo de subcampos de la física e incluso de familiarizarme con la física fundamental más actualizada, me senté a trabajar en mi tesis de maestría sobre un tema teórico abstracto; uno que no me convencía de que alguna vez fuera a tener relación con el mundo real. Finalmente me estaba dando cuenta de los límites de la física: el objetivo más alto que la física podría alcanzar sería una completa descripción matemática de la naturaleza. Y eso es de por sí un pensamiento muy optimista. En el mejor de los casos, la física puede describir cómo funciona algo, pero nunca por qué funciona exactamente en la forma que lo hace y no de manera diferente. Pero esta pregunta sobre el por qué me atormentaba en ese momento. La Probabilidad de Dios Por razones que no puedo explicar satisfactoriamente, en otoño de 2019 me envolvió la enorme duda sobre la existencia de Dios. Esta era una duda que me había asaltado de vez en cuando, pero esta vez no me dejaba ir. Exigía una respuesta, y no me detendría hasta encontrarla. No hubo una experiencia clave o golpe del destino que me hubiera llevado a ella. Incluso el coronavirus no era un problema para mí en ese momento. Durante medio año, todos los días devoré todo lo que pude encontrar sobre el tema de "Dios". Durante ese tiempo prácticamente no hice nada más; tanto así me cautivó la pregunta. Quería saber si Dios existía y qué tenían que decir las diversas religiones y cosmovisiones al respecto. Al hacerlo, mi enfoque fue muy científico. Pensé que una vez que hubiera recopilado todos los argumentos y pistas, eventualmente podría determinar la probabilidad sobre la existencia de Dios; si fuera mayor al 50 por ciento, entonces creería en Dios, de lo contrario no. Bastante simple, ¿no es así? ¡La verdad es que no! Durante este intenso período de investigación, aprendí una cantidad increíble. Primero, me di cuenta de que no alcanzaría mi meta solamente con razonamientos. Segundo, había pensado hasta el final las consecuencias de una realidad sin Dios. Inevitablemente llegué a la conclusión de que en última instancia, en un mundo sin Dios, nada tendría sentido. Ciertamente, uno podría dar sentido incluso a su propia vida; pero ¿qué sería eso sino una ilusión, una presunción, una mentira? Desde un punto de vista puramente científico, sabemos que en algún momento se apagarán todas las luces en el universo. Si no existe nada más allá de eso, ¿qué diferencia hacen mis pequeñas y grandes decisiones?; de hecho, ¿cualquier cosa? Ante esta triste perspectiva de un mundo sin Dios, en la primavera del 2020 decidí darle una segunda oportunidad. ¿Qué mal podría causar simplemente fingir que creía en Dios por un tiempo y probar haciendo todo lo que hacen las personas que creen en Dios? Así que traté de orar, asistí a los servicios de la iglesia y solo quería saber cómo repercutiría eso en mí. Por supuesto, mi apertura básica a la existencia de Dios no me había convertido aún en un cristiano; después de todo, había otras religiones. Pero mi investigación me había convencido rápidamente de que la resurrección de Jesús era un hecho histórico. Para mí, la autoridad de la Iglesia, así como de las Sagradas Escrituras, se derivan de eso. Prueba de Dios Entonces, ¿cómo resultó mi experimento de "fe"? El Espíritu Santo despertó mi conciencia de sus años de hibernación. Me dejó muy claro que necesitaba cambiar radicalmente mi vida y me recibió con los brazos abiertos. Básicamente, mi historia está en la parábola bíblica del hijo pródigo (Lucas 15: 11-32). Recibí el sacramento de la reconciliación por primera vez con todas mis fuerzas. Hasta el día de hoy, después de cada confesión, me siento como si hubiera renacido. Siento esto por todo mi cuerpo: el alivio, el amor desbordante de Dios que lava todo nubarrón del alma. Esta experiencia por sí sola es una prueba de Dios para mí, ya que supera con creces cualquier intento de explicación científica. Además, Dios me ha regalado una plétora de grandes encuentros en los últimos dos años. Justo al principio, cuando comencé a asistir a los servicios de la Iglesia, conocí a una persona que representó para mí la ayuda perfecta ante la situación de dudas y problemas que atravesaba en ese momento. Hasta el día de hoy, él es un buen y fiel amigo. Desde entonces, casi todos los meses he conocido a personas increíbles, que me han ayudado mucho en mi camino hacia Jesús, ¡y este proceso aún continúa! "Felices coincidencias" como éstas se han acumulado hasta un punto tan abrumador, que ya no soy capaz de creer en las coincidencias. Hoy, he centrado completamente mi vida en Jesús. Por supuesto, ¡fallo en eso todos los días! Pero también me levanto cada vez. ¡Gracias a Dios que Dios es misericordioso! Lo conozco un poco mejor cada día y se me permite dejar atrás al viejo cristiano Simón. Esto a menudo es muy doloroso, pero siempre es sanador y me fortalece. Recibir regularmente la Eucaristía ha contribuido en gran medida a mi fortalecimiento. Para mí, una vida sin Jesús hoy en día es inimaginable. Lo busco en la oración diaria, la alabanza, las escrituras, el servicio a los demás y los sacramentos. Nadie me ha amado como él lo hace; y a él pertenece mi corazón, para siempre.
By: Christian Simon
MoreTodos hemos llorado incontables lágrimas a lo largo de nuestra vida. Pero ¿sabías que Dios ha recolectado cada una de ellas? ¿Por qué lloramos? Lloramos porque estamos tristes o hartos. Lloramos porque estamos heridos y solos. Lloramos porque hemos sido traicionados o desilusionados. Lloramos porque nos arrepentimos, nos preguntamos por qué, cómo, dónde, qué. Lloramos porque... bueno, ¡a veces ni siquiera sabemos por qué estamos llorando! Si alguna vez has cuidado a un bebé, conoces el estrés de tratar de entender por qué el niño está llorando, ¡especialmente después de haberlo alimentado, cambiado, ponerlo a dormir una siesta! A veces solo quieren estar en tus brazos. En ocasiones, del mismo modo nosotros también solo queremos ser sostenidos en el abrazo de Dios, pero somos conscientes de nuestra pecaminosidad que parece distanciarnos de él. De Los Ojos Al Corazón De Dios Las escrituras nos dicen que incluso Jesús lloró: "Y Jesús lloró" (Juan 11:35); el versículo más corto del Evangelio abre una ventana al corazón de Jesús. En Lucas 19: 41-44 aprendemos que Jesús “derramó lágrimas sobre Jerusalén” porque sus habitantes “no reconocieron el tiempo de su visitación". En el libro del Apocalipsis, encontramos que Juan "lloró amargamente" porque no había nadie apto para abrir el pergamino y leerlo (Apocalipsis 5:4). Esta conciencia de la condición humana puede limitar nuestra capacidad de captar la plenitud de la vida que Dios ofrece continuamente a cada uno de nosotros. Apocalipsis 21:4 nos recuerda que “Dios enjugará toda lágrima”; sin embargo, el Salmo 80, 5 dice que el Señor “los ha alimentado con el pan de lágrimas y los ha hecho beber lágrimas en gran medida”. Entonces, ¿cuál de las dos?: ¿Quiere Dios secar las lágrimas y consolarnos, o quiere hacernos llorar? Jesús lloró porque hay poder en las lágrimas; hay solidaridad en las lágrimas. Porque ama tanto a cada persona que no puede soportar la ceguera que nos impide aceptar las oportunidades que nos da para estar cerca de él, para ser amados por él y experimentar su gran misericordia. Jesús se sintió abrumado por la compasión cuando vio a Marta y María sufrir la pérdida de su hermano Lázaro. Pero sus lágrimas también pueden haber sido una respuesta a la profunda herida del pecado que causa la muerte. La muerte ha consumido la creación de Dios desde el tiempo de Adán y Eva. Sí, Jesús lloró... por Lázaro y por sus hermanas. Sin embargo, durante esta dolorosa experiencia, Jesús realiza uno de sus mayores milagros: "¡Sal!", dice, y su buen amigo Lázaro sale de la tumba. El amor siempre tiene la última palabra. Otra hermosa Palabra que habla sobre las lágrimas y ofrece una imagen que atesoro, se encuentra en el Salmo 56:9: "Tú has tomado en cuenta mi vida errante; pon mis lágrimas en tu frasco; ¿acaso no están en tu libro?" Nos llena de humildad y consuelo pensar que el Señor recoge nuestras lágrimas. Son preciosas para el Padre; pueden ser una ofrenda a nuestro Dios misericordioso. Oraciones Sin Palabras Las lágrimas pueden sanar el corazón, limpiar el alma y acercarnos a Dios. En su gran obra maestra, “El Diálogo”, Santa Catalina de Siena dedicó un capítulo entero al significado espiritual de las lágrimas. Para ella, las lágrimas expresan "una sensibilidad exquisita, profunda, una capacidad de conmoción y de ternura”. En su libro, “Discerniendo corazones”, el Dr. Anthony Lilles dice que Santa Catalina "presenta esos afectos santos como la única respuesta adecuada al gran amor revelado en Cristo crucificado. Estas lágrimas nos alejan del pecado y nos llevan al corazón mismo de Dios". Recordemos a la mujer que ungió los pies de Jesús con precioso nardo, los lavó con sus lágrimas y los secó con su cabello. Su dolor es real, pero también lo es su experiencia de ser infinitamente amada. Nuestras lágrimas nos recuerdan que necesitamos a Dios y a los demás caminando con nosotros al peregrinar en la vida. Las situaciones de la vida pueden hacernos llorar, pero a veces esas lágrimas pueden regar las semillas de nuestra felicidad futura. Charles Dickens nos recordó que "nunca debemos avergonzarnos de nuestras lágrimas, porque son lluvia sobre el polvo cegador de la tierra, que cubre nuestros duros corazones". A veces, las lágrimas son el único puente para que lleguemos a Dios, para pasar de la muerte a la vida, de la crucifixión a la resurrección. Cuando Jesús se encontró con María Magdalena el día de la resurrección, le preguntó: "Mujer, ¿por qué lloras?" Pero pronto, él transformó sus lágrimas en una explosión de alegría pascual al mandarla a ser la primera persona en llevar el mensaje de su resurrección. A medida que continuemos nuestro peregrinaje, a veces luchando por comprender la locura de la Cruz, podremos llorar por aquellas cosas que hacen llorar a Jesús: guerra, enfermedades, pobreza, injusticia, terrorismo, violencia, odio, por cualquier cosa que menosprecie a nuestros hermanos y hermanas. Lloramos con ellos; lloramos por ellos. Y cuando las lágrimas se precipiten sobre nosotros en los momentos más inesperados, podremos descansar en la paz de saber que nuestro Dios tomará en sus manos cada lágrima con gentileza y cuidado. Él conoce cada lágrima y sabe qué la causó. Él las recoge y las mezcla con las lágrimas divinas de su Hijo. ¡Un día, unidos a Cristo, nuestras lágrimas serán lágrimas de alegría!
By: Sister M. Louise O’Rourke
MoreAlgunas veces las pequeñas cosas de la vida nos pueden enseñar valiosas lecciones. Recientemente una amiga compartió una historia interesante. Ella y su esposo estaban manejando en una incómoda y calurosa tarde, por lo que decidieron encender el aire acondicionado que no habían utilizado en todo el invierno. Inmediatamente un hedor horrible llenó el auto. Era tan desagradable que mi amiga empezó a sentir náuseas. Apenas pudo decir a su esposo: “¡Rápido, apágalo, huele como que algo murió aquí!”. Él apagó el aire acondicionado y abrió las ventanas para eliminar el mal olor. Al llegar a casa, su esposo comenzó a investigar. Empezó buscando en el filtro del aire y eso fue suficiente; allí encontró a un ratón acurrucado, muerto. Debido a que el ratón había muerto durante el invierno, el olor no los había molestado hasta que comenzó el deshielo de la primavera. El esposo de mi amiga sacó al ratón junto con su nido y encendió el aire acondicionado hasta que el hedor se fue por completo. Maneras en las que habla Dios Una historia así me hace pensar en las parábolas. En los evangelios, Jesús acostumbraba a usar ejemplos del día a día para enseñarle a la gente cómo vivir y cómo revelar las verdades sobre ellos mismos y el Padre. Job 33:14 dice: "Habla Dios una vez, y otra vez, sin que se le haga caso." Me esfuerzo en ser una persona que pone atención al Señor; por lo que tengo el hábito de preguntarle: “Señor, ¿estás tratando de enseñarme algo con esto que estoy pasando? ¿Cuál es el mensaje aquí?” Mientras reflexionaba sobre el ratón escondido en el auto de mis amigos y del hedor que causó, pensé en cómo algunas cosas en nuestra vida permanecen escondidas y de pronto aparecen y se convierten en un problema inesperado. El no querer perdonar o el resentimiento son buenos ejemplos. Estas emociones, como el roedor en descomposición, a menudo permanecen latentes en nosotros sin que nos demos cuenta. Entonces un día se activa un interruptor emocional y el hedor inunda el ambiente. Guardar resentimientos o no perdonar, o cualquier otra emoción negativa puede traer serias consecuencias. Infectan y causan estragos en nuestras mentes, corazones y nuestras relaciones interpersonales. A menos que lidiemos con la fuente, esto nos causará un gran daño. ¿Qué hay dentro? Entonces, ¿cómo podemos darnos cuenta si existe algún apestoso roedor escondido en nuestros corazones? Un método excelente nos los muestra San Ignacio de Loyola, quien nos aconseja prestar atención a las profundas mociones de nuestra alma; un método que él llama “discernimiento de espíritus”. Así que pregúntate: “¿Qué me agita o inquieta?, ¿qué me llena de alegría, paz y contentamiento?” Para “discernir” espíritus en nuestras vidas, primero debemos reconocer que hay espíritus en nuestras vidas – buenos y malos. Nosotros tenemos tanto un Abogado como un enemigo. Nuestro Abogado, el Espíritu Santo, nos inspira y guía hacía la plenitud y la paz. El enemigo de nuestras almas, Satán, el acusador, es un mentiroso y ladrón que quiere “robar, matar y destruir” (Juan 10:10). San Ignacio recomienda que pasemos tiempo cada día en reflexión silenciosa para reconocer qué es lo que se mueve en nuestro interior, así como invitar al Señor a ayudarnos a reflexionar y revisar: “¿Estoy ansioso, calmado, feliz, inquieto? ¿Qué está causando estas mociones? ¿Necesito actuar… Perdonar a alguien… Arrepentirme de algo y asistir a la confesión? ¿Necesito dejar de quejarme y ser más agradecido?” Prestar atención con la ayuda de Dios a estas profundas mociones de nuestros corazones, nos facilitará identificar áreas problemáticas que requieren nuestra atención, para que no puedan sorprendernos en el futuro. Mis amigos tomaron acción sólo después de haberse dado cuenta que algo apestaba. Y al lidiar rápidamente con el problema fueron capaces de disfrutar un aire limpio y fresco en su vehículo por el resto del verano. Si nos tomáramos un tiempo de silencio cada día con el Señor y le pidiéramos que nos revelara lo que está “apagado” en nuestro espíritu, él nos lo mostraría y nos enseñaría cómo manejarlo. Entonces el aire fresco del Espíritu Santo podrá fluir entre nosotros y traer alegría y libertad a nuestras vidas y relaciones interpersonales.
By: Ellen Hogarty
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