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Nov 25, 2023 134 0 EL PADRE JOSEPH GILL, EUA
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Q&A: ¿Cómo reverenciar cada vez más la Eucaristía?

P – Estados Unidos se encuentra en medio de una campaña de tres años de «Renacimiento Eucarístico», que busca inspirar una mayor fe en la presencia real de Cristo. ¿Cuáles serían algunas maneras prácticas que llevaran a mi familia a practicar una mayor reverencia por la Eucaristía?

R – Un estudio reciente señaló que sólo un tercio de los católicos creen que Jesucristo está verdaderamente presente en la Sagrada Eucaristía. En respuesta, la Iglesia está tratando de volver a despertar lo que San Juan Pablo II llamó «asombro eucarístico»; asombrarse y maravillarse ante la presencia real: Jesús, escondido, pero verdaderamente presente en la Eucaristía.

¿Cómo podemos hacer esto como familia? Aquí hay algunas sugerencias:

Primero, la presencia

Si supiéramos que alguien está regalando libremente mil dólares cada semana en un lugar determinado, nos aseguraríamos de estar allí; sin embargo, al acudir a misa recibimos algo mucho más valioso: a Dios mismo. El Dios que creó todo el oro del universo, el Dios que te amó aun antes de existir, el Dios que murió para comprar tu salvación eterna, el único Dios que puede hacernos felices en la vida eterna.

El primer paso para una vida eucarística es hacer los sacrificios necesarios para llegar a misa al menos semanalmente (o más a menudo, si es necesario). Recuerdo que mi padre a menudo hacía todo lo posible para llevarnos a mí y a mis hermanos a misa después de ir al campamento de niños exploradores; era tal el grado de compromiso por ir el domingo a misa, que mi hermano no pudo hacer la prueba para un equipo de béisbol de élite porque las pruebas fueron el domingo por la mañana. A dondequiera que íbamos de vacaciones, mis padres se aseguraban de localizar la iglesia católica más cercana. Considerando cuán inmensamente valiosa es la Eucaristía, entendemos que ¡Jesús vale cada sacrificio!

Segundo, la pureza

Asegurarse de que nuestras almas están limpias de pecado grave es un requisito previo para el banquete eucarístico; nadie se sentaría en la cena de Acción de Gracias sin lavarse las manos, y ningún cristiano debería acercarse a la Eucaristía sin haber sido purificado con la confesión.

En tercer lugar, el ardor

A lo largo de la historia, los católicos han arriesgado sus vidas por asistir a misa; incluso hoy en día, hay al menos 12 países en el mundo donde existen restricciones significativas para los católicos, como China, Corea del Norte e Irán; y sin embargo, están dispuestos a asistir, a pesar de los desafíos. ¿Tenemos nosotros esa misma hambre por Él? Si no, ¡reafírmalo en tu corazón! Date cuenta de que estamos convocados a la sala del trono del Rey; recibimos un asiento de primera fila para el sacrificio del calvario. De hecho, ¡participamos en una especie de adelanto del cielo en cada misa!

Cuarto, la oración

Una vez que hemos recibido a Jesús Eucaristía, debemos pasar mucho tiempo en oración. El gran evangelista de Roma, San Felipe Neri, solía enviar a dos monaguillos con velas encendidas para seguir a cualquiera que saliera temprano de misa, reconociendo que la persona era literalmente ¡un tabernáculo viviente después de haber recibido a Cristo! Inmediatamente después de recibirlo, tenemos un tiempo muy privilegiado para compartir nuestro corazón con Él, ya que Él habita sustancialmente solo a unos centímetros bajo nuestros corazones, ¡en nuestros cuerpos!

Pero esta oración en la presencia eucarística de Cristo también debe durar mucho después de que concluya la misa. Hubo una vez un santo que quería vivir una vida eucarística, pero solo podía llegar a misa los domingos; dedicó jueves, viernes y sábado a una preparación espiritual para la sagrada Comunión; luego, el domingo, se regocijó de poder recibirlo, ¡y pasó el lunes, martes y miércoles en acción de gracias por haberlo recibido! Por lo tanto, debemos pasar tiempo en oración durante toda la semana para agradecer a Dios por la Eucaristía que hemos recibido y preparar nuestros corazones para recibir este regalo nuevamente.

Quinto, alabanza

Una vida eucarística continúa por la adoración eucarística, pues continuamos en adoración al cuerpo eucarístico de nuestro Señor. Asiste a la adoración tan a menudo como puedas, como dijo el Beato Carlo Acutis: «Cuando nos exponemos al sol, nos bronceamos, pero cuando permanecemos frente a Jesús Eucaristía, nos convertimos en santos». Él sabía que sólo Dios nos hace santos; y al estar en su presencia, ¡Él hará la obra!

Yo puedo dar testimonio de ello; mi parroquia comenzó la adoración perpetua (24 horas al día, siete días a la semana) cuando yo era adolescente; y comencé a pasar una hora en la adoración semanal. Fue allí donde me di cuenta de cuánto me amaba el Señor y de que estaba siendo llamado a entregarle mi vida como sacerdote. La adoración fue una gran parte de mi propia conversión. De hecho, mi parroquia tiene 160 años de haber sido construída; en esos años no había surgido ni una sola vocación religiosa de algún joven feligrés; pero en solo 20 años de adoración perpetua, nuestra parroquia ha producido más de 12 vocaciones religiosas.

El Beato Carlo Acutis nos recuerda de nuevo: «La Eucaristía es mi camino al Cielo».

No necesitamos mirar muy lejos para preguntarnos dónde mora Dios y cómo encontrarlo: ¡Él habita en cada Tabernáculo, en cada Iglesia Católica del mundo!

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EL PADRE JOSEPH GILL

EL PADRE JOSEPH GILL is a high school chaplain and serves in parish ministry. He is a graduate from Franciscan University of Steubenville and Mount St. Mary’s Seminary. Father Gill has published several albums of Christian rock music (available on iTunes). His debut novel, “Days of Grace” is available on amazon.com.

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