Home/Disfrutar/Article

Abr 20, 2020 1078 0 Diácono Doug McManaman, Canada
Disfrutar

Reza, Espera y No te Preocupes

Nunca es demasiado tarde para empezar a rezar y Dios nunca está demasiado lejos para escuchar. 

Pasamos nuestros días ocupados en el hogar o en nuestro lugar de trabajo, distraídos en cosas buenas que nos alejan de la oración.  Cuando dejamos de orar, ¡las cosas empiezan a ir mal!

No hay duda que cuando oramos, somos más felices, estamos menos ansiosos y tenemos una paz mental y sentimos paz en nuestro corazón. Cuanto más oramos, más nos entendemos porque llegamos a conocer a Dios más íntimamente y por experiencia sólo nos conocemos, en la medida que conocemos a Dios de una forma personal.   Cuanto más oramos, empezamos a ver la mano de Dios en nuestra vida cotidiana, es decir, lo vemos actuar en nuestra vida.  Empezamos a ver que él nos ama y eso hace que nuestra vida sea más significativa.

Cultivando el hábito de rezar

Lo más importante es adquirir el hábito de la oración.  Sin eso, no tenemos una vida interior, sólo tenemos una vida exterior.

Cuando solamente tenemos una vida exterior, nos ponemos ansiosos, inquietos y eso nos lleva a la codicia y al amor excesivo de tener cosas.  Terminamos tratando de asegurar nuestra propia seguridad y reducir nuestra ansiedad y cuando las cosas no salen como las queremos, nos enojamos nos impacientamos, nos irritamos, perdemos la paz que anhelamos.  Cuando estamos en ese punto, significa que hemos tomado nuestra vida en nuestras propias manos.

Estamos destinados a ser llevados por Dios de la mano como un bebé es llevado en su asiento de automóvil.  Estamos destinados a ser llevados por la divina providencia.   Dios está en control, no nosotros y tenemos que rendirnos a su control. Cuando lo hacemos, la vida se vuelve mucho más inspiradora.

Si no rezamos nos abrimos al engaño.  Este es un punto tan importante.  El engaño diabólico es tan sutil y simplemente no somos lo suficientemente inteligentes para defendernos del sutil engaño del maligno.  Un ángel es inconcebible, intelectualmente superior a los seres humanos y a las personas que no tienen costumbre de orar, que éstos están abiertos a todo tipo de engaño.  La meta del diablo es sembrar mentiras y engaños en la mente de los seres humanos, crear enemistada y división.  Esto lleva a los divorcios, enemistades, desconfianza mutua, rencor en las familias y en la comunidad religiosa.

La única defensa contra esto es la oración ferviente y persistente.  Cuando oramos en la presencia de Dios, muchas cosas ocurren.  Cuando rezamos entramos en la región más profunda del ser, donde solamente habita Dios.  En esa región solamente habita Dios puede y nos espera a ti y a mí individualmente, y es allí donde nos habla en silencio.   Cuando entramos en esto, a menudo la vida se nos vuelve más rica, menos ansiosa y mucho más tolerable. El Mundo se ve diferente; comenzamos a ver la belleza del mundo que nos rodea.  Comenzamos a ver a las personas desde el punto de vista de Dios.  Comenzamos a vernos y a sentirnos mejor con nosotros mismos.

¿Qué pasa si no rezo en absoluto?

Si no adquirimos el hábito de la oración, la vejez será difícil y dolorosa prueba.  Si una persona tiene una vida interior entonces la vida se limita a un hospital o un hogar de anciano, lo cual no es una posibilidad horrible, porque la alegría de esa persona proviene de la comunión con Dios en lo más profundo de su alma.  Estas almas nunca están solas porque conocen profundamente al Dios que habita en lo profundo de ellos y sienten la presencia de Dios dentro de ellos mismos.

Es como estar en presencia de alguien que amas.   Recuerdo haber visitado en el hospital a una feligresa que sufrió un derrame cerebral y cuando entré lentamente a su habitación vi a su esposo sentado allí, mirando al espacio sin decir nada.  No tenían que decir nada, ambos disfrutaban de estar en uno compañía de otro.  No tenían que mantener una conversación.

Cuando era adolescente a veces levantaba el teléfono y no oía el tono de marcado, tampoco escuchaba hablar. Cría que el teléfono estaba dañado.  Me hubiera gustado escuchar a mi mamá con su buena amiga, pero descubrí que no hablaban, sólo estaban en presencia la una de la otra.

Ese es el punto al que tenemos que llegar con Dios.  Cuando conocemos su presencia interior como resultado del hábito de la oración, no estamos solos.  Estamos vivos, alegres, aunque en el exterior pudiese parecerles a dos demás que estamos aburridos o solitarios. 

¿Estás Muerto en Vida?

Si nunca hemos rezado, en nuestra vejez estaremos simultáneamente vivos y muertos.  Sufriremos una muerte en vida.   Como no tenemos una vida interior, hemos buscado nuestra paz desde el exterior; no podemos viajar o ir de excursión, no podemos ir a nadar o trotar, o hacer lo que solíamos hacer cuando somos jóvenes.  Conozco algunas personas mayores que por problemas con sus ojos ya no pueden leer o ver películas, etc.  La vida se vuelve intolerable si no tenemos una vida interior.

Cuando tenemos una rica vida interior como resultado de años de oración, todas estas actividades externas son en realidad bastante aburridas y rápidamente “envejecen” junto a las alegrías intensas que provienen de la Oración meditativa.

Si realmente no ha empezado a orar regularmente, y desea saber cómo comenzar, empiece reservando un tiempo determinado todos los días y leyendo un Salmo del Antiguo Testamento; le tomará 5 meses para leer los 150 de ellos.  Luego ofrezca una oración y petición y confíe en que Dios le otorgará esa oración, si es por un aumento en la santidad. Entonces reza una oración de intercesión.  Dios escucha las oraciones que hacemos por los demás y responde a ellas a su manera y a su propio tiempo, por lo que debemos orar por los demás persistentemente y en un espíritu de confianza, para nuestros hijos, parientes, nuestros enemigos, aquellos que no podemos soportar, aquellos a los que encontramos difíciles de perdonar, pero a quienes necesitamos perdonar.

Debemos recordar orar por los enfermos, por los que sufren y por el país en su conjunto, que como cultura podemos volver a Dios.  Luego ofrezca una oración de gracias en silencio.

Eventualmente adquirimos un profundo sentido de Dios en nuestras almas.  Después años de eso, estaremos listos para dejar este mundo y no temeremos a la muerte, lo haremos en espera que veamos el rostro de Dios directamente.   Eso es la vida eterna y esta vida es una preparación.   Todo esto empieza en la decisión de rezar regularmente.  Amén.

Share:

Diácono Doug McManaman

Diácono Doug McManaman is a retired teacher of religion and philosophy in Southern Ontario. He lectures on Catholic education at Niagara University. His courageous and selfless ministry as a deacon is mainly to those who suffer from mental illness.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Latest Articles