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Tu tiempo está cerca
¿Tienes miedo a la muerte? Yo también lo tenía, hasta que me enteré de este doctorado
Cuando era niña, siempre me resultaba bastante intimidante asistir a los funerales. Me angustiaba al imaginar el profundo dolor que envolvía a los afligidos miembros de la familia. Pero con la pandemia, la noticia del fallecimiento de vecinos, familiares, feligreses y amigos me llevó a dar un cambio de 180 grados en la manera en que afronto la muerte.
La muerte da menos miedo estos días. Ahora, parece un regreso gozoso a la casa del Padre después de haber hecho su voluntad en la tierra.
El aumento constante de la transmisión en vivo de funerales por YouTube ha sido de alguna manera una experiencia muy edificante para mí. Me ha ayudado a comprender lo incierta que es la vida. «Nada es más seguro que la muerte, pero nada es más incierto que la hora de la muerte. «Por lo tanto, debemos estar preparados porque la muerte vendrá como un ladrón en la noche. San Gregorio afirma que Dios, para nuestro bien, nos mantiene oculta la hora de nuestra muerte, para que de esa manera podamos siempre ser encontrados, preparados para la misma.
Recientemente, mientras reflexionaba sobre las últimas siete palabras de Jesús, escuché a un predicador hablar sobre la importancia de realizar un “doctorado”, que no sería otra cosa que “la preparación para una muerte feliz”. Al profundizar en esto, me encontré con un libro escrito por San Alfonso María de Ligorio titulado: “Preparación para la muerte”. Es una lectura obligada para cualquiera que se esfuerce por vivir una vida cristiana. Me hizo darme cuenta de la fragilidad de la vida en la tierra y de cómo debemos esforzarnos por vivir para el cielo. Me gustaría compartir algunas ideas importantes que cambiaron mi perspectiva general sobre la vida y la muerte.
Toda la gloria mundana en nuestras vidas desaparecerá
A la hora de la muerte, todos los aplausos, las diversiones y la grandeza desaparecen como la niebla. Las aclamaciones mundanas pierden todo su esplendor cuando se repasan desde el lecho de muerte. No vemos más que humo, polvo, vanidad y miseria. Por lo tanto, abstengámonos de perseguir títulos mundanos, para poder ganar la corona eterna. El tiempo que tenemos es demasiado corto para desperdiciarlo en vanidades mundanas.
Los santos siempre contemplaron la muerte
San Carlos Borromeo mantenía una calavera sobre su mesa para poder contemplar la muerte. El Beato Juvenal Ancina tenía este lema escrito en una calavera: «Lo que eres, yo fui una vez; lo que soy, tú serás». El Venerable César Baronio escribió: «¡Recordad la muerte!» sobre su anillo.
Verdadero significado de «autocuidado»
El cuidado personal no se trata de mimarnos con una variedad de delicias, ropa, diversiones y disfrutes sensuales del mundo. El verdadero amor por el cuerpo consiste en tratarlo con rigor, en negarle todos los placeres que puedan conducirle a la infelicidad y a la miseria eternas.
Visitemos el cementerio a menudo
Hay que ir allí no sólo a rezar por los muertos, sino como dice San Crisóstomo: “Hay que ir a la tumba a contemplar el polvo, las cenizas, los gusanos… y suspirar”.
El cadáver primero se vuelve amarillo y luego negro. Después el cuerpo se cubre con un moho blanco y repugnante. Luego forma una baba pegajosa que atrae a los gusanos que se alimentan de la carne. Los gusanos, después de haber consumido toda la carne, se devoran unos a otros. Al final no queda más que un esqueleto fétido que con el tiempo se desmorona. He aquí lo que es el hombre: es un poco de polvo en el suelo de la trilla, que se lleva el viento.
Ese ‘mañana’ para confesarse quizás nunca llegue
¿Qué pasa si hoy es mi último día en la tierra? Si cometo un pecado hoy y decido reconciliarme con Dios mañana, ¿qué sería de mí en la eternidad?, ¿cuántas almas pobres y difuntas podrían haber pasado por episodios tan lamentables? Una vez San Camilo de Lellis comentó: “Si todos estos cadáveres pudieran volver a la vida, ¿qué no harían para obtener la vida eterna?” Tú y yo tenemos la oportunidad de hacer cambios: ¿Qué estamos haciendo por nuestras almas?
Nuestra vida actual es una guerra continua con el infierno, en el que estamos en constante peligro de perder nuestras almas. ¿Qué pasaría si ahora estuviéramos al borde de la muerte? ¿No le pediríamos a Dios que nos concediera un mes más o una semana más para que nuestra conciencia estuviera limpia ante su vista? Pero Dios, en su gran misericordia, nos está dando ese tiempo AHORA. Seamos agradecidos con Él, tratemos de expiar los pecados cometidos y utilicemos todos los medios para encontrarnos en estado de gracia. Cuando llegue la Hermana Muerte, no habrá tiempo para expiar los pecados pasados, porque ella vendrá cantando: “Date prisa, ya casi es hora de dejar el mundo; apresúrate, lo hecho, hecho está”.
Suja Vithayathil works as a high school teacher in India, where she lives with her parents.
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Oct 31, 2023
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Oct 31, 2023
Por lo general la gente se sorprende cuando les digo que mi amigo más cercano en el monasterio es Fr. Phillip, quien resulta tener 94 años. Siendo el monje más viejo de la comunidad, y yo el más joven, somos todo un dúo; otro compañero monje, se refiere a nosotros cariñosamente como los “alfa y omega”. Además de nuestra discrepancia de edad, hay algunas otras diferencias entre nosotros: Fr. Phillip sirvió en la guardia costera antes de entrar al monasterio; estudió botánica e inglés, ha vivido en Roma y Ruanda y habla varios idiomas con fluidez. En resumen, él tiene más experiencias de vida que yo. Dicho esto, puedo decir que sí tenemos ciertas cosas en común: Ambos somos nativos de California y convertidos del protestantismo (él presbiteriano y yo bautista). Disfrutamos inmensamente de la ópera y, lo más importante, llevamos una vida de oración juntos.
Es natural seleccionar amigos que compartan nuestros intereses. Pero a medida que envejecemos y nuestras situaciones de vida cambian, nos encontramos a nosotros mismos perdiendo algunos amigos a la par que vamos ganando otros nuevos. Aristóteles decía que todas las amistades deben compartir algo en común; las amistades duraderas son aquellas que comparten cosas duraderas. Por ejemplo, la amistad entre dos surfistas durará mientras haya olas para montar. Sin embargo, si no hay olas o si alguno se lesiona y ya no puede surfear, la amistad se desvanecerá, a menos que encuentren algo nuevo para compartir. Por lo que, si deseamos tener amistades que duren toda la vida, la clave es encontrar algo que pueda ser compartido de por vida, o mejor aún, para la eternidad.
El sumo sacerdote, Caifás, acusó a Jesús de blasfemia cuando afirmó ser el hijo de Dios. Mayor blasfemia la declaración de Jesús cuando dijo a sus discípulos: “Ustedes son mis amigos”. Porque ¿qué podría tener en común el Hijo de Dios con pescadores, un recaudador de impuestos y un zelote? ¿Qué puede tener Dios en común con nosotros? Él es mucho mayor que nosotros; tiene más experiencias de vida; Él es tanto alfa como omega. Todo lo que compartimos en común, nos fue dado por Él en primer lugar. Entre los muchos dones que comparte con nosotros, la escritura es explícita sobre cuál de ellos dura más tiempo: “Su amor inquebrantable dura para siempre”, “el amor…soporta todo”; “el amor nunca termina”. Como resultado, ser amigos de Dios es bastante simple: Todo lo que tenemos que hacer es “amar porque Él nos amó primero”.
By: Hermano John Baptist Santa Ana, O.S.B.
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Ago 22, 2023
Comprometer
Ago 22, 2023
P: No estoy de acuerdo con algunas de las enseñanzas de la Iglesia Católica. ¿Sigo siendo un buen católico si no estoy de acuerdo con todo?
R: La Iglesia es más que una institución humana, es tanto humana como divina. No tiene ninguna autoridad por sí sola para enseñar nada en absoluto; más bien, el papel de la Iglesia es enseñar fielmente lo que Cristo enseñó en la tierra: interpretar auténticamente las Escrituras y transmitir la Tradición apostólica que nos ha llegado de los mismos apóstoles. La palabra "Tradición" proviene de la palabra latina traditio, que significa "entregar".
Hacemos la distinción, sin embargo, entre Tradición (con T mayúscula) y tradiciones (con t minúscula); la Tradición es la enseñanza inmutable y eterna de la Iglesia que tiene sus raíces en los apóstoles y Cristo; ejemplos de esto incluyen el hecho de que solo el pan de trigo y el vino de uva pueden usarse para la sagrada Eucaristía; sólo los hombres pueden llegar a ser sacerdotes; ciertas acciones morales son siempre y en todas partes incorrectas; etc. Las tradiciones se refieren a las que son hechas por el hombre que son cambiantes, como abstenerse de comer carne los viernes (esto ha cambiado en el curso de la historia de la Iglesia), recibir la comunión en la mano, etc. A las personas de buena voluntad se les permite tener diversas opiniones sobre las prácticas pastorales, las disciplinas de la Iglesia y otras tradiciones "pequeñas", que provienen de los seres humanos.
Sin embargo, cuando se trata de la Tradición apostólica (T mayúscula), como buenos católicos debemos aceptarla como proveniente de Cristo a través de los apóstoles.
De todas formas, debemos hacer otra distinción: la diferencia entre la duda y la dificultad. Una "dificultad" implica que luchamos por entender por qué la Iglesia enseña una cosa específica, pero que la aceptamos con humildad y buscamos encontrar la respuesta; después de todo, ¡la fe no es ciega! Los teólogos de la fe tenían una frase: Fides quaerens intellectum, -la fe que busca el entendimiento-. ¡Debemos hacer preguntas y tratar de entender la fe en la que creemos!
Por el contrario, una duda dice: "¡Porque no entiendo, no creeré!" Mientras que las dificultades provienen de la humildad, la duda proviene del orgullo: pensamos que necesitamos entender todo antes de creerlo. Pero seamos honestos: ¿alguno de nosotros es capaz de entender misterios como la Trinidad? ¿Realmente creemos que somos más sabios que San Agustín, Santo Tomás de Aquino y todos los santos y místicos de la Iglesia Católica? ¿Pensamos que la constante Tradición de 2,000 años de antigüedad, que fue transmitida por los apóstoles, está de alguna manera equivocada?
Si encontramos una enseñanza con la que lidiamos, sigamos luchando, pero hagámoslo con humildad y reconozcamos que nuestras mentes son limitadas y que a menudo necesitamos que nos enseñen. Dice la Escritura: “busquen, y encontrarán”. Es recomendable leer el Catecismo o a los Padres de la Iglesia, las encíclicas de los Papas u otros materiales católicos sólidos; busca un sacerdote santo para preguntarle tus dudas; ¡y nunca olvides que todo lo que la Iglesia enseña es para tu felicidad! Las enseñanzas de la Iglesia no están destinadas a hacernos miserables, sino más bien a mostrarnos el camino hacia la libertad y la alegría genuinas, ¡que solo se pueden encontrar en una vida vibrante de santidad en Jesucristo!
By: EL PADRE JOSEPH GILL
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May 27, 2023
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May 27, 2023
P. Siempre me he sentido abrumado y ansioso al pensar en el futuro de mi familia, mi salud, mi situación financiera, mi trabajo; también he sentido esa misma ansiedad al pensar en mi salvación. ¿Cómo puedo encontrar la paz dentro de mi corazón entre tantos temores?
R. Es significativo que la frase "no temas" aparezca 365 veces en la Biblia, ¡una para cada día del año! ¡Parecería que Dios sabía que necesitaríamos recordatorios diarios de que Él está a cargo, y con ello, podríamos poner todos nuestros temores en sus manos!
Puede resultar difícil creer que cada circunstancia de nuestra vida está en manos de un Dios amoroso. Pero cuando miramos la fidelidad de Dios y no nuestros problemas, de repente, nos damos cuenta de cómo Él puede sacar algo bueno de todo lo que experimentamos día con día.
Por ejemplo, al leer las Escrituras podemos ver cómo Dios fue fiel a los grandes héroes de la Biblia. En el Antiguo Testamento, José fue vendido como esclavo en Egipto y luego arrojado a prisión; Dios, convirtió esta tragedia en una oportunidad; primero, para que José fuera elevado a la categoría de magistrado y segunda mano del Faraón en Egipto, y luego, para que salvara a su familia cuando el hambre azotara la tierra. O, en el Nuevo Testamento, Pablo fue encarcelado, y su vida fue amenazada varias veces; pero en cada ocasión, Dios lo rescató de sus enemigos.
Mira las vidas de los santos, ¿alguna vez los abandonó Dios? Piensa en San Juan Bosco, muchas personas buscaban quitarle la vida a este santo sacerdote; pero Dios milagrosamente le proveía un guardián especial, ¡un gran perro gris que aparecería en la escena para protegerlo! Piensa en San Francisco que fue capturado en batalla y encarcelado durante un año, y ese año se convirtió en su experiencia de conversión. Piensa en el beato Carlo Acutis, el joven adolescente que murió de leucemia en 2006 a los 15 años y cómo Dios ha traído un gran bien desde esa muerte temprana, ya que millones han sido inspirados a la santidad por su historia y ejemplo.
Puedo decirles que mi momento más difícil fue cuando me echaron de la escuela y me dijeron que abandonara mis planes para el sacerdocio, terminó siendo una de las experiencias más
agraciadas y bendecidas de mi vida, ya que abrió la puerta al sacerdocio en otra diócesis más adecuada al plan de Dios en mí, donde puedo usar mis dones y talentos para su gloria. Fue sólo en retrospectiva que reconocí la intervención de Dios en mi vida. Las formas en que Dios me ha mantenido a salvo y me ha acercado más a Él en el pasado, me da confianza de que Él que fue fiel entonces, será fiel en el futuro. Y ahora, vuélvete a tu propia vida. ¿Cómo has visto a Dios trabajar por ti?
Concéntrate en las promesas que Dios hizo en las Escrituras. Él nunca nos prometió una vida fácil, Él prometió que nunca nos abandonaría. Prometió que "ningún ojo puede ver y ningún oído puede oír lo que Dios ha preparado para aquellos que lo aman". Nunca prometió que la vida siempre iría bien, pero prometió que "todas las cosas funcionan para el bien de aquellos que aman a Dios" (Romanos 8:28).
Finalmente, reza la Letanía de Confianza. Las Hermanas de la Vida en Nueva York escribieron esta hermosa letanía que nos invita a rendir nuestras ansiedades a Dios. Dice, en parte:
De la ansiedad por el futuro, líbrame, Jesús.
Del inquieto egoísmo en el momento presente, líbrame, Jesús.
De la incredulidad en Tu amor y Tu presencia, líbrame, Jesús.
Reza continuamente la breve oración: ¡Jesús, confío en Ti! Y Él puede llenar tu corazón con una paz que sobrepasa todo entendimiento.
By: EL PADRE JOSEPH GILL
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