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Dicen que las perlas son producidas por un molusco, como una acción defensiva causada por la intrusión de un cuerpo extraño, que encuentra su camino hacia el interior del caparazón del molusco. Una vez que el objeto extraño entra en la ostra, el molusco secreta sobre el mismo varias capas de la sustancia luminosa que utiliza para crear la parte más interna de su concha; esto lo hace en capas concéntricas, formando eventualmente una perla redonda y brillante.
Las ostras no son muy atractivas, y producir una perla no es el propósito final de una ostra; sin embargo, en el curso de su supervivencia, como un dispositivo de autoprotección, la ostra se reconstruye alrededor de una intrusión inesperada, produciendo algo bello.
En medio de la paz de una vida tranquila, cuando las intrusiones no deseadas entran en mi corazón y amenazan con comerme por dentro, ¿podrá la ostra darme una lección de vida? Cuando los fracasos, las barreras insuperables, y todas y cada una de las cargas que pueden venir a mí por elección propia o por los errores cometidos por otros, ¿podrán llevarme a secretar una capa delgada que cubra mi alma?
He descubierto que si me entrego al dador del amor eterno, mi alma se llena lentamente de Él. Mientras contemplo la Eucaristía durante horas interminables con nada más que gratitud, mientras recibo la hostia en mi alma con el mayor anhelo, mientras me siento a sus pies y escucho con confianza su voz, ese amor va llenando lentamente mi alma.
De ahora en adelante, cada pequeña perturbación que entre en mi vida amenazando con robar mi paz, será cubierta por el amor interior que proviene de Dios; la cubrirá, una capa a la vez; y eventualmente, perlas preciosas de santa luminosidad se formarán y serán cosechadas por su mano divina para adornar con ellas, muchas vidas.
Maria Teres Sebastian is a passionate young writer who aspires to spend her time and skills for the glory of God. She lives in Kerala, India.
¿Tienes miedo a la muerte? Yo también lo tenía, hasta que me enteré de este doctorado Cuando era niña, siempre me resultaba bastante intimidante asistir a los funerales. Me angustiaba al imaginar el profundo dolor que envolvía a los afligidos miembros de la familia. Pero con la pandemia, la noticia del fallecimiento de vecinos, familiares, feligreses y amigos me llevó a dar un cambio de 180 grados en la manera en que afronto la muerte. La muerte da menos miedo estos días. Ahora, parece un regreso gozoso a la casa del Padre después de haber hecho su voluntad en la tierra. El aumento constante de la transmisión en vivo de funerales por YouTube ha sido de alguna manera una experiencia muy edificante para mí. Me ha ayudado a comprender lo incierta que es la vida. "Nada es más seguro que la muerte, pero nada es más incierto que la hora de la muerte. "Por lo tanto, debemos estar preparados porque la muerte vendrá como un ladrón en la noche. San Gregorio afirma que Dios, para nuestro bien, nos mantiene oculta la hora de nuestra muerte, para que de esa manera podamos siempre ser encontrados, preparados para la misma. Recientemente, mientras reflexionaba sobre las últimas siete palabras de Jesús, escuché a un predicador hablar sobre la importancia de realizar un “doctorado”, que no sería otra cosa que “la preparación para una muerte feliz”. Al profundizar en esto, me encontré con un libro escrito por San Alfonso María de Ligorio titulado: “Preparación para la muerte”. Es una lectura obligada para cualquiera que se esfuerce por vivir una vida cristiana. Me hizo darme cuenta de la fragilidad de la vida en la tierra y de cómo debemos esforzarnos por vivir para el cielo. Me gustaría compartir algunas ideas importantes que cambiaron mi perspectiva general sobre la vida y la muerte. Toda la gloria mundana en nuestras vidas desaparecerá A la hora de la muerte, todos los aplausos, las diversiones y la grandeza desaparecen como la niebla. Las aclamaciones mundanas pierden todo su esplendor cuando se repasan desde el lecho de muerte. No vemos más que humo, polvo, vanidad y miseria. Por lo tanto, abstengámonos de perseguir títulos mundanos, para poder ganar la corona eterna. El tiempo que tenemos es demasiado corto para desperdiciarlo en vanidades mundanas. Los santos siempre contemplaron la muerte San Carlos Borromeo mantenía una calavera sobre su mesa para poder contemplar la muerte. El Beato Juvenal Ancina tenía este lema escrito en una calavera: "Lo que eres, yo fui una vez; lo que soy, tú serás". El Venerable César Baronio escribió: "¡Recordad la muerte!" sobre su anillo. Verdadero significado de "autocuidado" El cuidado personal no se trata de mimarnos con una variedad de delicias, ropa, diversiones y disfrutes sensuales del mundo. El verdadero amor por el cuerpo consiste en tratarlo con rigor, en negarle todos los placeres que puedan conducirle a la infelicidad y a la miseria eternas. Visitemos el cementerio a menudo Hay que ir allí no sólo a rezar por los muertos, sino como dice San Crisóstomo: “Hay que ir a la tumba a contemplar el polvo, las cenizas, los gusanos... y suspirar”. El cadáver primero se vuelve amarillo y luego negro. Después el cuerpo se cubre con un moho blanco y repugnante. Luego forma una baba pegajosa que atrae a los gusanos que se alimentan de la carne. Los gusanos, después de haber consumido toda la carne, se devoran unos a otros. Al final no queda más que un esqueleto fétido que con el tiempo se desmorona. He aquí lo que es el hombre: es un poco de polvo en el suelo de la trilla, que se lleva el viento. Ese 'mañana' para confesarse quizás nunca llegue ¿Qué pasa si hoy es mi último día en la tierra? Si cometo un pecado hoy y decido reconciliarme con Dios mañana, ¿qué sería de mí en la eternidad?, ¿cuántas almas pobres y difuntas podrían haber pasado por episodios tan lamentables? Una vez San Camilo de Lellis comentó: “Si todos estos cadáveres pudieran volver a la vida, ¿qué no harían para obtener la vida eterna?” Tú y yo tenemos la oportunidad de hacer cambios: ¿Qué estamos haciendo por nuestras almas? Nuestra vida actual es una guerra continua con el infierno, en el que estamos en constante peligro de perder nuestras almas. ¿Qué pasaría si ahora estuviéramos al borde de la muerte? ¿No le pediríamos a Dios que nos concediera un mes más o una semana más para que nuestra conciencia estuviera limpia ante su vista? Pero Dios, en su gran misericordia, nos está dando ese tiempo AHORA. Seamos agradecidos con Él, tratemos de expiar los pecados cometidos y utilicemos todos los medios para encontrarnos en estado de gracia. Cuando llegue la Hermana Muerte, no habrá tiempo para expiar los pecados pasados, porque ella vendrá cantando: “Date prisa, ya casi es hora de dejar el mundo; apresúrate, lo hecho, hecho está”.
By: Suja Vithayathil
MoreLos regalos son parte integral de la Navidad, pero ¿nos damos cuenta del valor del regalo que nos han dado tan generosamente? Una mañana de diciembre me despertó la exuberante proclamación de mi hijo Timmy: “¡Mamá! ¿Adivina qué? (su forma de expresar una invitación a responder, sin necesidad de esperar). Estaba rebosante de la necesidad de impartir información urgente... ¡lo antes posible! Al ver mis párpados abiertos, gritó con alegría: "¡Santa me trajo una bicicleta y TÚ una bicicleta!". La verdad, por supuesto, era que la bicicleta más grande era para su hermana mayor, pero como puedes imaginar, en realidad esa era información irrelevante; lo que realmente importaba era que Timmy estaba cumpliendo el mayor deseo de su corazón: ¡una bicicleta nueva! Se acerca rápidamente la temporada que hace que muchos de nosotros hagamos una pausa y nos quedemos con nostalgia en los recuerdos del pasado. Hay algo en la Navidad que nos remonta a aquellos tiempos de la niñez cuando la vida era sencilla y nuestra felicidad se basaba en que los deseos de nuestro corazón se cumplieran al abrir los regalos debajo del árbol. Cambiar la lente Como cualquier padre sabe, tener un hijo cambia por completo nuestra perspectiva de que la vida se centra en lo que es importante para nosotros, ya que al ser papás lo más importante es satisfacer las necesidades y, a menudo, los deseos de nuestro hijo. ¡Es casi como si desempolvaramos con cautela nuestro propio visor de juguete (view-master) y se lo entregáramos, libre y felizmente, a nuestra descendencia sin pensarlo. Para aquellos de ustedes que tuvieron la suerte de abrir uno de esos juguetes la mañana de navidad, recordarán que venía con un delgado carrete de cartón que contenía pares de pequeñas fotografías Kodachrome que, cuando se veían a través del aparato, creaban la ilusión de escenas tridimensionales. Una vez que un niño llega a nuestra familia, vemos todo no sólo a través de nuestros propios lentes sino también a través de los de ellos. Nuestro mundo se expande y recordamos, y de alguna manera revivimos la inocencia de la infancia que dejamos atrás hace mucho tiempo. No todo el mundo tiene una infancia segura y sin preocupaciones, pero muchos tienen la suerte de recordar lo bueno de sus vidas, mientras que las dificultades que experimentamos al crecer desaparecen con el tiempo. Aun así, aquello en lo que nos centramos repetidamente dará forma a la manera en que, en última instancia, viviremos nuestras vidas. Quizás por eso se dice: “¡Nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz!” Sin embargo, lo que esto requiere es intención y práctica, especialmente a través de opciones como expresar gratitud. La mirada repetida a través de un visor de juguete, que una vez amplió el paisaje de nuestros pequeños mundos, nos llevó a reconocer la belleza, los colores y las diferentes dimensiones en las imágenes dentro de nuestro campo de visión. De la misma manera, una práctica habitual y frecuente de la gratitud puede llevarnos a ver la vida con perspectivas de oportunidades, sanación y perdón, en lugar de una serie de decepciones, heridas y ofensas. Los investigadores en el campo de las ciencias sociales, que examinan y observan cómo los individuos interactúan y se comportan entre sí, han llegado a la conclusión de que las prácticas de gratitud son psicológicamente útiles. “Agradecer a los demás, agradecernos a nosotros mismos, a la Madre Naturaleza o al Todopoderoso: la gratitud en cualquier forma puede iluminar la mente y hacernos sentir más felices. Todo esto tiene un efecto curativo en nosotros” (Russell & Fosha, 2008). Un sabio proverbio dice: “La gratitud puede transformar los días comunes en acción de gracias, convertir los trabajos rutinarios en alegría y convertir las oportunidades ordinarias en bendiciones”. Regalo intacto Reflexionar sobre el pasado conduce al recuerdo. Enfocarnos en las cosas que debimos haber agradecido, nos revela las bendiciones que no pudimos comprender en nuestra juventud... es decir, ¡hasta que podamos recibir el regalo de un visor de juguete alguna navidad! En verdad a todos nos han regalado uno, pero no todos han abierto el suyo. Un regalo que yace debajo del árbol puede permanecer allí mientras que las manos extendidas recogen con entusiasmo otros obsequios coronados con lazos de colores. ¿La renuencia del destinatario a seleccionar un paquete en particular se basó en los tonos apagados del envoltorio liso?, ¿quizás la falta de cintas rizadas y etiquetas de regalo? El visor de juguete nos abriría a nuevas maneras de “ver”, traería nuevas aventuras y cambiaría el mundo de quien lo abriera, pero ese reconocimiento requiere receptividad por parte de quien recibe el regalo. Y cuando otra persona presenta un regalo de una manera que no invita a la curiosidad, es probable que permanezca intacto. Aquellos que han estado anhelando un visor de juguete, que lo buscan activamente debajo del árbol, que pueden confiar en que hay algo mejor debajo del simple exterior, no se sentirán decepcionados. Saben que los mejores regalos a menudo llegan inesperadamente y, una vez abiertos, su aprecio aumenta a medida que se reconoce su valor. Con el tiempo, a medida que se dedica más tiempo a explorar las múltiples facetas del regalo, el tesoro se convierte en una parte apreciada de la vida del receptor. ¡Es hora de desenvolverse! Hace mucho tiempo hubo un grupo de personas que esperaban recibir lo que se les había prometido durante años. Anhelándolo, vivían con la anticipación de que algún día lo recibirían. Cuando llegó el momento de que se cumpliera esta promesa, pudieron encontrarla envuelta en una tela común y corriente; pero era tan pequeña que en la oscuridad de la noche, sólo unos pocos pastores supieron de su llegada. Cuando la luz empezó a crecer, algunas personas intentaron bloquearla, pero las sombras daban evidencia de la influencia de esta luz. Recordemos el valor de volver a ser niños; muchas personas comenzaron a caminar con esta luz que iluminaba su camino. Con mayor claridad y visión, el significado y el propósito comenzaron a enmarcar su vida diaria. Maravillados y llenos de asombro, su comprensión se profundizó. Desde entonces, durante generaciones, la devoción de numerosas personas se ha fortalecido con el recuerdo de haber recibido la Palabra prometida que se hizo carne. La comprensión de lo que se les había dado lo cambió todo. Que en esta Navidad recibas el deseo de tu corazón, como lo recibió mi hijo hace muchos años. Cuando nuestros ojos se abren, nosotros también podemos exclamar: "¿Sabes qué?" ¡Dios me trajo un "maravilloso consejero", y a ti, el "Príncipe de Paz!" Si has desenvuelto este precioso regalo, sabrás la satisfacción y el gozo que sigue. Responder con gratitud nos hace querer que otros experimenten lo que hemos recibido. Una consideración cuidadosa de cómo presentamos lo que ahora queremos regalar, aumenta la probabilidad de que se abra el regalo. ¿Cómo entregaré el tesoro que he descubierto?, ¿lo envolveré de amor?, ¿lo cubriré de alegría?, ¿lo envolveré en un corazón pacífico?, ¿lo cubriré de paciencia?, ¿lo envolveré con bondad?, ¿lo empacaré con generosidad?, ¿lo protegeré mediante la fidelidad?, ¿lo manejaré con gentileza? Si el destinatario aún no está listo para abrir este regalo, quizá se pueda considerar el último fruto del Espíritu Santo, ¿podríamos entonces optar por proteger nuestro tesoro en el dominio propio?
By: Karen Eberts
MoreLo único en lo que podía pensar día y noche, era que necesitaba vengarse de aquellos que lo pusieron tras las rejas. Mi familia emigró a Estados Unidos desde Irak cuando yo tenía 11 años; abrimos una tienda de comestibles y todos trabajamos duro para que tuviera éxito. Era un entorno difícil para crecer; nunca quise que se me percibiera como un debilucho, así que no dejaba que nadie me humillara. Aunque iba a la iglesia regularmente con mi familia y servía en el altar, mis verdaderos dioses eran el dinero y el éxito. Por ese motivo mi familia ese alegró cuando me casé a los 19 años, pues con ello esperaban que sentara cabeza. Me convertí en un exitoso hombre de negocios haciéndome cargo de la tienda familiar de comestibles. Pensé que era invencible y que podía salirme con la mía, especialmente cuando sobreviví a los disparos de mis rivales. Cuando otro grupo caldeo abrió su propio supermercado cerca, la competencia se volvió feroz; no solo nos estábamos subestimando el uno al otro, estábamos cometiendo delitos para sacarnos el uno al otro del negocio. Provoqué un incendio en su tienda, pero su seguro pagó la reparación; luego les envié una bomba de tiempo, y ellos mandaron gente a matarme. Estaba furioso y decidí vengarme de una vez por todas: iba a matarlos; mi esposa me rogó que no lo hiciera, pero cargué un camión de 14 pies con gasolina y dinamita y lo conduje hacia su edificio; cuando encendí la mecha, todo el camión se incendió de inmediato, quedé atrapado en las llamas y justo antes de que el camión explotara, salté y rodé por la nieve; no podía ver, mi cara, mis manos y mi oreja derecha se derritieron. Me escapé por la calle y me llevaron al hospital; la policía vino a interrogarme, pero mi abogado me dijo que no me preocupara. Sin embargo, en el último minuto todo cambió; así que me fui a Irak y mi esposa y mis hijos me siguieron. Después de siete meses, regresé silenciosamente a San Diego para ver a mis padres, pero todavía quería ajustar cuentas con mis enemigos, así que los problemas comenzaron de nuevo. Locas visitas El FBI allanó la casa de mi mamá; aunque escapé justo a tiempo tuve que abandonar el país de nuevo. Como los negocios iban bien en Irak, decidí no volver a Estados Unidos; luego, mi abogado me llamó y me dijo que, si me entregaba, haría un trato para conseguirme una sentencia de solo 5 a 8 años; regresé, pero me enviaron a la cárcel por 60 a 90 años. En la apelación, el tiempo se redujo de 15 a 40 años, lo que todavía parecía una eternidad. A medida que pasaba de prisión en prisión, mi reputación de persona violenta me precedía. A menudo me metía en peleas con otros reclusos y la gente me tenía miedo; todavía solía ir a la iglesia, pero estaba lleno de ira y obsesionado con la venganza. Tenía una imagen grabada en mi mente, de entrar en la tienda de mi rival, enmascarado, disparando a todos en la tienda y saliendo; no podía soportar que estuvieran libres mientras yo estaba tras las rejas. Mis hijos crecían sin mi presencia y mi esposa ya se había divorciado de mí. En mi sexta prisión en diez años, conocí a estos voluntarios locos y santos; trece de ellos que venían todas las semanas con sacerdotes; estaban entusiasmados con Jesús todo el tiempo. Hablaban en lenguas y hablaban de milagros y sanaciones; pensé que estaban locos, pero les agradecí que vinieran. El diácono Ed y su esposa Bárbara habían estado haciendo esto durante trece años; un día, el diácono me preguntó: "Tom, ¿cómo es tu caminar con Jesús?" Le dije que era genial, pero que solo había una cosa que quería hacer, mientras me alejaba; me llamo de regreso y me preguntó: "¿Estás hablando de vengarte?". Le dije que simplemente lo llamaba "desquitarme". Él dijo: "Realmente no sabes lo que significa ser un buen cristiano, ¿verdad?" Me dijo que ser un buen cristiano no solo significaba adorar a Jesús, sino que significaba amar al Señor y hacer todo lo que Jesús hacía, incluyendo perdonar a los enemigos. "Bueno", dije, "ese era Jesús, es fácil para Él, pero no para mí". El diácono Ed me pidió que orara todos los días: "Señor Jesús, quita de mí esta ira, te pido que te interpongas entre mis enemigos y yo, te pido que me ayudes a perdonarlos y a bendecirlos". ¿Bendecir a mis enemigos? ¡No es posible! Pero sus repetidas lecciones de alguna manera tuvieron efecto en mi y, a partir de ese día, comencé a orar por el perdón y la sanación. Alzando una plegaria Durante mucho tiempo no pasó nada, pero un día, mientras pasaba de un canal a otro, vi un predicador en la televisión que decía: "¿Conoces a Jesús? ¿O solo eres un asistente más a la iglesia?" Sentí que me estaba hablando directamente a mí; a las 10 de la noche. Al apagarse la luz de la celda, como de costumbre me senté en mi litera y le dije a Jesús: "Señor, en toda mi vida nunca te conocí, lo tenía todo, ahora no tengo nada; toma mi vida, te la doy, a partir de ahora, úsala para lo que quieras, probablemente harás un mejor trabajo que el que yo hice con ella". Después de la plegaria me uní al estudio de la Biblia y me uní al grupo de vida en el Espíritu. Un día, durante el estudio de las Escrituras, tuve una visión de Jesús en su esplendorosa gloria, y una especie de láser que bajaba del cielo me llenó del amor de Dios. Las Escrituras me hablaron y descubrí mi propósito: El Señor comenzó a hablarme en sueños y me reveló cosas que estaban viviendo algunas personas, que nunca habían compartido con nadie; empecé a llamarlos desde la cárcel para hablar de lo que el Señor me había dicho, y les prometí orar por ellos. Más tarde, escucharía sobre cómo habían experimentado la sanación en sus vidas. En una misión Cuando me trasladaron a otra prisión, no tenían un servicio católico, así que inicié uno y comencé a predicar el Evangelio allí. Empezamos con 11 miembros, crecimos a 58 y se fueron uniendo más. Los reclusos estaban siendo sanados de las heridas que los habían tenido encarcelados incluso antes de entrar en prisión. Después de 15 años, regresé a casa con una nueva misión: salvar almas y destruir al enemigo. Mis amigos llegaban a casa y me encontraban leyendo las Escrituras durante horas; no podían entender lo que me había pasado; les dije que el viejo Tom había muerto, yo era una nueva creación en Cristo Jesús, orgulloso de ser su seguidor. Perdí muchos amigos, pero gané muchos hermanos y hermanas en Cristo. Quería trabajar con los jóvenes, entregarlos a Jesús para que no terminaran muertos o en la cárcel. Mis primos pensaron que me había vuelto loco y le dijeron a mi madre que lo superaría muy pronto; pero luego me reuní con el obispo, quien dio su aprobación, y encontré a un sacerdote, el padre Caleb, que estaba dispuesto a trabajar conmigo en este apostolado. Antes de ir a la cárcel, tenía mucho dinero, tenía popularidad y todo tenía que ser a mi manera; era un controlador. En mis viejos tiempos de crimen, todo se trataba de mí; pero después de conocer a Jesús, me di cuenta de que comparado con Él todo en el mundo era basura; ahora, todo giraba en torno a Jesús, que vive en mí, Él me impulsa a hacer todas las cosas, y no puedo hacer nada sin Él. Escribí un libro sobre mis experiencias para dar esperanza a la gente; no solo a las personas en prisión, sino a cualquiera que esté encadenado a sus pecados. Siempre vamos a tener problemas, pero con su ayuda podemos superar todos los obstáculos de la vida; es solo a través de Cristo que podemos encontrar la verdadera libertad. Mi Salvador vive, está vivo. ¡Bendito sea el Nombre del Señor!
By: Tom Naemi
MoreConoce lo maravilloso que es nuestro mundo, a través de esta increíble historia de la vida real. Después de años de servir al Señor brindando dirección espiritual, al escuchar a las personas compartir sus luchas me he dado cuenta que hay algo que se repite a menudo, y es la sensación de que Dios los ha abandonado o está distante y apartado de ellos cuando están pasando por pruebas. Las personas se preguntan: "¿Qué estoy haciendo mal? ¿Por qué Dios me ha hecho pasar por esto? ¿Dónde está Él en todo esto?” A menudo las personas piensan que una vez que han tenido un acercamiento y una conversión seria con Jesús, su vida estará libre de problemas. Pero el Señor nunca prometió eso. De hecho, la Palabra de Dios es clara al respecto. Espinas y cardos En Eclesiástico 2,1 leemos: “Hijo mío, si te has decidido a servir al Señor, prepárate para la prueba” (por cierto, es muy bueno leer ese capítulo completo). Los apóstoles también intentaron preparar a los nuevos cristianos para esta verdad mientras difundían el Evangelio. Leemos en Hechos 14,22: “fortaleciendo los ánimos de los discípulos, exhortándolos a que perseveraran en la fe, y diciendo: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.” A medida que crecemos en nuestra relación con Dios y nos tomamos más en serio la obediencia a su Palabra, vamos enfrentando algunos desafíos y dificultades graves. Por ese motivo tendremos que tomar decisiones y adoptar posturas que nos harán impopulares. Las personas nos van a malinterpretar. No le agradaremos a todo el mundo. Si quieres agradar a todos, olvídate de intentar seguir a Jesús. ¿Por qué? Porque vivir la vida del Evangelio como Jesús nos la predicó es ir en contra de nuestra cultura. Jesús mismo nos advirtió sobre esto: “Si el mundo los odia a ustedes, sepan que a mí me odió primero. Si ustedes fueran del mundo, la gente del mundo los amaría, como ama a los suyos. Pero yo los escogí a ustedes entre los que son del mundo, y por eso el mundo los odia, porque ya no son del mundo” (Juan 15,18-19). Así que... sí; debemos pasar por muchas pruebas y dificultades en esta vida. Pero como les recuerdo a las personas que buscan dirección espiritual, Dios nunca nos dejará solos en tiempos difíciles. Él quiere darnos aliento y ayuda en el camino para que perseveremos y superemos las tormentas de la vida, más fuertes y más convencidos de su amor profundo y permanente por nosotros. ¡Dios es digno de confianza! Leyendo las señales Pensemos en el ejemplo del profeta Elías en el Antiguo Testamento. Fue contra la multitud y adoptó una postura firme contra la idolatría cuando enfrentó a los falsos profetas de Baal. Después de la dramática y tremendamente exitosa confrontación, la reina Jezabel estaba furiosa y decidida a matar a Elías. Temiendo por su vida, Elías huyó apresuradamente al desierto, y se desplomó bajo una retama, exhausto, deprimido y con ganas de morir. Fue entonces cuando Dios envió un ángel para traerle comida y agua. El ángel dijo: “Levántate y come, porque el camino es demasiado largo para ti” (1 Reyes, 18 y 19). Dios sabe exactamente lo que necesitamos. Sabía que Elías necesitaba dormir, comer y recuperarse después de aquella fuerte experiencia. En verdad, el Señor sabe lo que necesitamos; Él quiere satisfacer nuestras necesidades y animarnos. Sin embargo, necesitamos estar atentos para entender cómo Él podría estar haciendo esto. Muchas veces creo que perdemos de vista sus intentos de comunicarse con nosotros. El Señor no le habló a Elías en el viento, el terremoto o el fuego… lo hizo en el “sonido puro del silencio”; fue cuando Elías se encontró con Dios. Lirios por todas partes Hace algunos años, estaba pasando por una época de pruebas difíciles y desolación. La vida se sentía muy pesada y agobiante. Un sábado, un joven amigo mío salió a montar a caballo y encontró una flor parecida a un lirio blanco en el desierto, la trajo con él y me la regaló. Al día siguiente, estaba caminando por una calle en El Paso y vi un lirio blanco artificial tirado en el suelo. Lo recogí y me lo llevé a casa. Al día siguiente me encontré con otra flor tipo lirio blanco que crecía cerca de una acera. Tres lirios blancos en tres días. Sabía que había un mensaje del Señor en esto, pero no sabía exactamente qué estaba tratándome de decir. Mientras reflexionaba sobre ello, de pronto me vino un recuerdo: Hace muchos años, cuando yo era una nueva misionera en nuestra comunidad, estábamos celebrando misa en nuestro centro juvenil. Después de la comunión, estaba orando con los ojos cerrados y alguien me tocó en el hombro. Sobresaltada salí de mi oración, miré hacia arriba y vi al sacerdote de pie junto a mí; me dijo: “El Señor quiere que sepas que eres un lirio ante sus ojos”. Y luego regresó al altar y volvió a sentarse. Realmente todavía no conocía a ese sacerdote y nunca volvió a compartir conmigo ningún otro mensaje como ese. Pero lo guardé en mi corazón como una palabra especial del Señor para animarme. Ahora, después de tantos años, ese recuerdo volvió a mí y finalmente entendí el por qué de los lirios: El Señor quiso animarme durante el momento difícil que estaba pasando. Me estaba recordando que soy su lirio y que Él me ama mucho. Llenó mi corazón con una paz muy necesaria y con la seguridad de que no estaba pasando sola por las tormentas. Dios fielmente iba a verme a través de cada uno de ellos. Prestar atención Dios te conoce por tu nombre. Eres su hijo amado. Él te ve y sabe todo lo que estás pasando. Él quiere comunicarte su amor, pero por lo general las señales llegan de manera suave y gentil, así que podríamos perderlas si no prestamos atención. Podría haberme perdido ese mensaje de amor con los lirios. Podría haber pensado que eran sólo una coincidencia. Pero sabía que era más que una coincidencia y quería conocer el mensaje. Dios me lo reveló mientras reflexionaba en mi corazón cuál podría ser el significado. Y cuando lo entendí, me dio consuelo y fuerza para soportar las tribulaciones. Por eso los animo a que perseveren a través de las pruebas. ¡No renuncien! Busquen esas pequeñas señales del amor y el aliento de Dios a lo largo del camino. Les garantizo que están ahí. Sólo necesitamos abrir los ojos y los oídos, y prestar atención.
By: Ellen Hogarty
More¡Decir “Sí” a Dios es la mejor decisión que puedes tomar! “Por favor, ayuda”, suplicó una señora en la Iglesia, mientras hacía los anuncios después de la misa: “necesitamos desesperadamente maestros para el programa de educación religiosa de secundaria”. Fingí no escuchar. Acabábamos de regresar a Arizona desde Illinois, y el mayor de nuestros cinco hijos estaba ingresando a la escuela secundaria. Cada domingo, la misma súplica sencilla. Dios debe haber estado trabajando en mí semana tras semana. Sabía que estaba agregando cinco niños a la lista; después de todo, tal vez debería ayudar. Mi negación se desvaneció y me inscribí. Siempre he dicho que no nací con un “gen no", y las organizaciones pueden verme llegar a una milla de distancia. Este nuevo “sí” es un punto en el caso. “Soy católica de cuna, ¿qué tan difícil puede ser enseñar a los niños?” Durante los siguientes dos años, los ministros de jóvenes aparecieron por todas partes. Al terminar las actividades, nuestro pastor se me acercó y me dijo que mis compañeros maestros voluntarios me habían recomendado que asumiera el cargo de ministro de jóvenes. ¿A mí? ¿Estás dispuesta a intentarlo? Una vez más, ese “gen no” faltante, no pudo salvarme. Dios obra de maneras misteriosas y, en unas pocas semanas, yo era la nueva dama de la Iglesia de secundaria. Anteriormente supuse que solo los sacerdotes y las monjas podían trabajar para la Iglesia Católica. Recuerdo haber pensado en lo asombroso que sería trabajar en un ambiente tan sagrado con compañeros de trabajo de ideas afines en la viña del Señor. No pasó mucho tiempo para que esa fantasía fuera cumplida. Poco después de iniciar mi nuevo trabajo, me di cuenta de que alguien que trabajara para la Iglesia debería tener respuestas a las preguntas difíciles y poseer inteligencia teológica. Ese pensamiento me aterrorizó. Yo no tenía experiencia laboral ni educación en nada de la rama eclesiástica. La realidad de que yo me sentía tonta e ignorante cuando se trataba del conocimiento de la fe, me invadió cada momento de vigilia. Más de cuarenta años de ser católica y lo único que sabía era ponerme de rodillas. No estaba al tanto de esa conocida frase que a menudo citan, de que Dios equipa a los que llama. Sin embargo, fue el mismo miedo el que me impulsó a la acción. Asistir a la universidad no era una opción. Esto significaba que necesitaba ser creativa. Encontré un casete de la Hermana Gloria cuando un hijo estaba en su clase de jardín de infantes. Durante ocho años, nunca tuve tiempo de escucharlo. Algo me llevó a hacerlo después de tanto tiempo. Se llamaba “La historia de conversión del Dr. Scott Hahn”. No tenía idea de quién era el Dr. Hahn, pero en un momento de tranquilidad, presioné reproducir. El viaje en la búsqueda de la verdad de este ministro presbiteriano fue fascinante; un viaje que lo llevó a la Iglesia Católica. Necesitaba más. En ese momento, nos enteramos de una conferencia de familias católicas en California que se llevaría a cabo ese verano. Nunca había oído hablar de la mayoría de los oradores, pero el Dr. Hahn estaría allí. Mi esposo también estaba intrigado y trajimos a toda la familia. Oradores como Tim Staples, Jesse Romero, Steve Ray y tantos otros conversos nos inspiraron, avivando las brasas de nuestros corazones. Compramos libros y casetes sobre muchos temas, incluida la apologética y el arte de defender la fe. Los niños estaban emocionados, y nosotros también. Una pasión que simplemente no teníamos antes, comenzaba a arder en nosotros. Año tras año, invitábamos a otras familias a unirse a nosotros en la conferencia familiar, y ellas también ardían en llamas. Necesitaba ser certificada como ministro de jóvenes. Una vez más, Dios proveyó y asistí a la conferencia de verano de San Juan Bosco en la Universidad Franciscana. Todo esto fue una nueva aventura para mí. Nunca había experimentado a Dios a través de la oración, el culto, la adoración, la catequesis y oradores increíbles. Tenía más hambre que nunca, con una voracidad antes no experimentada. Con cada precioso bocado que consumía, deseaba más. ¿Cómo podía ser tan vieja y tan ignorante de Dios y de mi fe? Al contrario de lo que la gente imagina, expandir tu conocimiento y amor por Dios no es aburrido. Fue estimulante e inspirador. Mi relación con Dios finalmente estaba siendo alimentada. La Misa cobró vida para nosotros; el gozo y el aumento en la fe fueron evidentes para todos los que encontré. Mi pasión entusiasta invadió todos los aspectos de mi vida, especialmente el trabajo ministerial. Dios me bendijo generosamente; sí, y el fruto fue abundante. Todo el tiempo, Dios me había estado acercando a Él, poniendo las migajas de pan que me acercaban paso a paso. Veintiún años después, todavía trabajo para la Iglesia Católica, pero ahora estoy en preparación para el matrimonio. Todavía busco muchas vías para seguir avivando ese fuego que se encendió hace tantos años. Mi infinita gratitud va para aquellos conversos que, a toda costa, buscaron la verdad y estuvieron abiertos a donde Dios los guiaba. Nunca sabrán cuántas vidas impactó Dios con su “sí”; y por extensión, la mía. Y esos cinco niños pequeños se casaron por la Iglesia y están criando a sus hijos para que conozcan a Dios y amen su fe católica. Mi esposo también ha sido diácono durante diez años. Toda la gloria a ti, oh Señor. Eres tan generoso y bueno con nosotros; sabías la mejor ruta para prender fuego a mi corazón. No puedo agradecerte lo suficiente. “Además, Dios puede hacer que toda gracia sea abundante para ustedes, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo necesario, abunden para toda buena obra” (2 Corintios 9, 8). A través del sufrimiento y la oración, todo lo que me has dado me ha llevado cada vez más cerca de ti y de todos los que has puesto en mi camino. ¡Gracias Señor!
By: Barbara Lishko
More¿Tus luchas parecen interminables? Cuando la desesperación se apodera de tu corazón, ¿qué haces? Estaba sentada en una silla de gran tamaño retorciendo mis manos y esperando que el psicólogo entrara en la habitación, quería levantarme y correr; el psicólogo me saludó, me hizo algunas preguntas básicas y luego comenzó la sesión de asesoramiento; sostenía una tableta y un bolígrafo, y cada vez que yo decía algo o hacia un gesto con la mano, tomaba notas en la tableta. Después de poco tiempo, supe desde el fondo de mi corazón que él determinaría que yo estaba más allá de cualquier ayuda. La sesión terminó con la sugerencia de que tomara tranquilizantes para ayudarme a lidiar con el desorden en mi vida, le dije que lo pensaría; pero instintivamente sabía que esa no era la solución. Desesperada y solitaria Cuando me encontraba en el mostrador de la recepcionista para programar la siguiente cita, divagué una y otra vez sobre el desorden en mi vida; ella, quien me escuchaba con amabilidad, me preguntó si alguna vez había considerado ir a una reunión de Al-Anon, me explicó que Al-Anon era para miembros de familias cuyas vidas están siendo afectadas por el alcoholismo de algún familiar o alguien cercano, me dio un nombre y un número de teléfono y me dijo que esta señora me llevaría a una reunión. En mi auto, con lágrimas rodando por mis mejillas, miré fijamente el nombre y número de teléfono; al no haber obtenido alivio del psicólogo, y con mi vida hecha un desastre, estaba desesperada por intentar algo diferente. Llegué a la conclusión de que, si el psicólogo me había diagnosticado las pastillas, era porque ya no había más ayuda que esa; así que llamé a la señora de Al-Anón. Este fue el momento en que Dios entró en el lío en el que se encontraba mi vida y comenzó mi viaje de recuperación. Me gustaría decir que fue fácil el camino de recuperación después de comenzar el programa de 12 pasos de Al-Anon, pero había montañas empinadas y valles oscuros y solitarios por recorrer, aunque siempre con un rayo de esperanza. Asistí fielmente a dos reuniones de Al-Anon por semana; el programa de 12 pasos de Al-Anon se convirtió en mi salvavidas; me abrí a los demás miembros poco a poco. Un rayo de sol entró en mi vida, comencé a orar de nuevo y a confiar en Dios. Después de dos años de reuniones de Al-Anon, supe que necesitaba ayuda profesional adicional; un amable amigo de Al-Anon me animó a entrar en un programa de hospitalización de 30 días. Dejar ir Debido a que estaba enojada con el alcohol, no quería estar cerca de ninguno de los "borrachos” en ese programa de tratamiento; sin embargo, durante el programa intensivo estuve rodeada de muchos alcohólicos y drogadictos; parece que Dios sabía lo que necesitaba para sanar. Mi corazón comenzó a ablandarse cuando fui testigo del dolor personal de mis compañeros adictos y el profundo dolor que habían causado a sus familias. Fue durante este tiempo de entrega y abandono en las manos de Dios, que también llegué a los términos de aceptación de mi propio alcoholismo. Aprendí que bebía para cubrir mi dolor; me di cuenta de que yo también había estado abusando del alcohol y que sería mejor si me abstuviera de beber por completo. Durante ese mes dejé ir mi ira hacia mi esposo y lo puse en las manos de Dios; solo después de hacer esto, pude perdonarlo. Después de mi programa de 30 días, por la gracia de Dios, mi esposo ingresó a un programa de tratamiento para su alcoholismo. La vida estaba mejorando para mí, para mi esposo y para nuestros dos hijos adolescentes; regresamos a la Iglesia católica y nuestro matrimonio estaba siendo sanado un día a la vez. Dolor desgarrador Entonces la vida nos dio un golpe inimaginable que destrozó nuestros corazones en un millón de pedazos; nuestro hijo de diecisiete años y su amigo murieron en un devastador accidente automovilístico. El accidente fue causado por exceso de velocidad y consumo de alcohol; estuvimos en shock durante semanas. Con nuestro hijo arrancado violentamente de nosotros, nuestra familia de cuatro se redujo repentinamente a tres; mi esposo, yo y nuestro hijo de 15 años nos aferramos el uno al otro, a nuestros amigos y a nuestra fe. Tomarlo un día a la vez era más de lo que podía manejar, tuve que tomarlo un minuto, una hora a la vez; pensé que el dolor nunca nos abandonaría. Por la gracia de Dios entramos en un período prolongado de consejería. El consejero amable y cariñoso, sabiendo que cada miembro de la familia lidia con la muerte de un ser querido a su manera y en su propio tiempo, trabajó con cada uno de nosotros individualmente para procesar nuestro dolor. Meses después de la muerte de mi hijo, todavía estaba consumida por la ira y la rabia; fue aterrador para mí darme cuenta de que mis emociones estaban totalmente fuera de control. No estaba enojada con Dios por llevarse a mi hijo, sino con mi hijo por su decisión irresponsable la noche en que murió; eligió beber alcohol y ser pasajero en un automóvil que era conducido por alguien que también estaba bebiendo, me enfurecí con el alcohol en cualquier forma. Un día en nuestro supermercado local vi una exhibición de cerveza al final de un pasillo; cada vez que pasaba por delante de la exhibición, me sentía rabiar, quería demoler la exhibición hasta que no quedara nada de ella; salí corriendo de la tienda antes de que mi ira explotara en una rabia incontrolable. Compartí la historia con nuestro consejero familiar y él se ofreció a llevarme al campo de tiro donde podría usar su rifle para apuntar, disparar y demoler tantas latas de cerveza vacías como necesitara para liberar con seguridad la poderosa ira que me controlaba. Amor que sana Pero Dios en su sabiduría infinita tenía otros planes más suaves para mí. Me tomé una semana libre del trabajo y asistí a un retiro espiritual; en el segundo día del retiro, participé en una meditación de sanación interior en la que me imaginé a Jesús, mi hijo y yo en un hermoso jardín rodeado de flores coloridas, hierba verde y magníficos árboles llenos de pájaros azules que cantaban suavemente; era tranquilo y sereno, me llené de alegría de estar en la presencia de Jesús y poder abrazar a mi precioso hijo. Jesús, mi hijo y yo caminamos tranquilamente de la mano, sintiendo en silencio un inmenso amor fluyendo entre nosotros. Después de la meditación, sentí una profunda paz; no fue hasta después de regresar a casa del retiro que me di cuenta de que mi ira y rabia se habían evaporado; Jesús me había sanado de mi ira incontrolable y la había reemplazado con un derramamiento de su gracia. En lugar de enojo, solo sentí amor por mi precioso hijo. Estaba agradecida por el amor, la alegría y la felicidad que mi hijo me había dado a lo largo de su corta vida; mi pesada carga se estaba volviendo más ligera. Cuando la muerte trágica golpea a una familia, cada miembro puede ser superado por el dolor; procesar la pérdida es un desafío, lo que nos obliga a caminar a través de valles oscuros. El amor de Dios y su asombrosa gracia pueden traer rayos de luz y esperanza a nuestras vidas. El dolor, saturado por el amor de Dios, nos cambia de adentro hacia afuera, transformándonos poco a poco en personas de amor y compasión. Esperanza inagotable A través de muchos años de lidiar con los efectos de la adicción y la locura que esta conlleva, junto con el duelo por la muerte de mi hijo, me he aferrado a Jesucristo, quien es mi roca y mi salvación. Nuestro matrimonio sufrió tremendamente después de la muerte de nuestro hijo, pero por la gracia de Dios y nuestra voluntad de buscar ayuda, continuamos, un día a la vez, amándonos y aceptándonos el uno al otro; se necesita entrega diaria, confianza, aceptación, oración y aferramiento a la esperanza que tenemos en Jesucristo, nuestro Salvador y nuestro Señor. Cada uno de nosotros tiene una historia que contar, a menudo es una historia de angustia, desafío y tristeza, con una mezcla de alegría y esperanza; todos estamos buscando a Dios, lo reconozcamos o no; como decía san Agustín: "Nos has hecho para ti mismo, oh, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti". En nuestra búsqueda de Dios, cualquiera de nosotros ha tomado desvíos que nos han llevado a lugares oscuros y solitarios; algunos de nosotros hemos evitado los desvíos y hemos buscado una relación más profunda con Jesús; pero no importa por lo que estés pasando actualmente en tu vida, hay esperanza y sanación. En todo momento Dios nos está buscando, todo lo que necesitamos es extender nuestra mano y dejar que Él la tome y nos guíe. "Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; a través de los ríos, no serás arrastrado. Cuando camines a través del fuego, no serás quemado, ni las llamas te consumirán. Yo, el Señor, soy tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador". Isaías 43, 2-3.
By: Connie Beckman
More¿Abrumado por las cargas de la vida? Descubre cómo puedes tener un suspiro de alivio. Durante muchos años de mi matrimonio, llevé la carga de estar casada con un cónyuge que no compartía mi fe. Como padres, muchos de nosotros llevamos las cargas de nuestros hijos y miembros de la familia. Pero yo les diría, confíen en el plan de Dios, confíen en Su tiempo perfecto para Su divina providencia. Salmos 68:18-20 dice: "Alabado sea el Señor, a Dios nuestro Salvador, que diariamente lleva nuestras cargas". ¿Qué debemos hacer con nuestras cargas? En primer lugar, no te desesperes. Estar desanimados no es del Señor. Sabemos que la Biblia nos dice en Mateo 6:34: "Así que no os preocupéis por el mañana, porque mañana traerá sus propias preocupaciones". La escritura también dice: "Cada día tiene suficientes problemas propios. "Estar en paz, es de Dios, pero cuando estamos preocupados, esto es del diablo. No hay preocupación en el cielo, sólo amor, alegría y paz. Mi amado esposo, Freddy, desarrolló la enfermedad de Alzheimer en los últimos ocho años y medio de su vida. Durante este período viviendo con un esposo que tenía Alzheimer, descubrí que la gracia de El Señor era increíble en mi vida. Él me dio la gracia de no cargar con la carga de su enfermedad. Esto podría haberme destruido. Me encontré en una posición en la que tenía que orar y darlo todo continuamente al Señor, momento a momento. Cuando vives con alguien que tiene Alzheimer, la vida cambia constantemente. Cada mañana, cuando me levanto, voy a la Biblia. Lo hago los primeros frutos de mi día. Sé que mi Jesús llevó cada una de nuestras cargas cuando murió en la Cruz por nosotros. Él ha pagado el precio por cada uno de nosotros y espera que cada uno de nosotros se apropie de las muchas bendiciones que ha comprado para nosotros a través de su muerte en la Cruz. Promesas que me han sostenido En esa temporada aprendí muchas lecciones. Aprendí que a veces Dios no quiere cambiar nuestras circunstancias, pero quiere cambiar tu corazón a través de las circunstancias por las que estás pasando. Eso es exactamente lo que me pasó a mí. Aprendí más en los valles que en la tierra prometida y en las cimas de las montañas. Cuando te enfrentas a situaciones difíciles, aprendes a nadar o te caes hasta el fondo. Aprendes que Dios puede encontrar un camino donde no hay camino. Continuamente le pedía al Señor: "Dame la gracia como Pablo de estar contento en todas las circunstancias. En la carta a los Filipenses, Pablo escribe que ha aprendido a estar contento independientemente de las circunstancias. Luego hizo esta declaración: "Puedo hacer todas las cosas a través de Cristo que me fortalece". Tenemos que saber que es la fuerza del Señor y no nuestra fuerza la que nos lleva. Tenemos que confiar en el Señor y no depender de nuestro propio entendimiento. Tenemos que echar nuestras cargas sobre Él y permitirle que nos sostenga. Cuando comenzamos a andar en modo de preocupación, simplemente caemos en espiral hacia abajo. Ahí es donde necesitamos venir al Señor y darle nuestras cargas. "Vengan a mí, todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso. Toma mi yugo sobre ti y aprende de mí, porque soy gentil y humilde de corazón, y encontrarás descanso para tus almas" (Mateo 11:28,29). Este es un versículo fantástico de las Escrituras que me ha llevado a lo largo de los ocho años y medio. ¡Eso es una promesa! Por lo tanto, cada uno de nosotros en la fe, tenemos que estar preparados para arrojar todo el peso de nuestra preocupación y ansiedad por nosotros mismos y nuestros seres queridos sobre el Señor. ¡Misión posible! Tómate un momento ahora para dar al Señor a todas esas personas que llevas en tu corazón. Puede ser su cónyuge, sus hijos o alguien más que se ha extraviado o es rebelde. Da un salto de fe ahora y entrégale todo al Señor porque Él se preocupa por ti. Dale al Señor todas aquellas áreas donde el enemigo de tu alma te ha robado la paz. Pasaron veintiocho largos años de espera antes de que mi esposo llegara a conocer a Jesús. Se lo entregaba al Señor todo el tiempo. Yo diría que él es un "testimonio en ciernes" y nunca me di por vencida. Dios lo convirtió y sanó su alma a través de un sueño. El tiempo de Dios es muy diferente al nuestro. Lucas 15:7 dice: "Habrá más regocijo en el cielo por un pecador que se arrepienta que por noventa y nueve personas justas que no necesitan arrepentirse.” ¡Puedo decirte que hubo una fiesta en toda regla en el cielo cuando mi Freddy se convirtió! El Señor me mostró que Él era una de mis grandes misiones. ¿Quién es tu gran misión? ¿Es tu esposo, tu esposa, hijo o hija? Pídele al Señor que los toque y Él considerará estas oraciones. Nunca es demasiado tarde Mi Freddy se fue a casa, a la gloria el 14 de mayo de 2017. Sé que él está ahí arriba, y me está mirando aquí abajo. En Lucas 5:32 Jesús dice: "No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores al arrepentimiento". Entonces, la misericordia de Dios es para los pecadores, y todos somos salvados por Su gracia. El Señor dice en Isaías 65:1: "Me revelé a los que no pidieron por mí; Fui encontrado por aquellos que no me buscaron. A la nación que no llamo a mi nombre, le dije: 'Aquí estoy, aquí estoy'. En el Diario de Santa Faustina leemos sobre la misericordia de Dios hacia los moribundos: "A menudo atiendo a los moribundos y a través de súplicas obtengo confianza en la misericordia de Dios para ellos, imploro a Dios por una abundancia de gracia divina, que siempre es victoriosa. La misericordia de Dios a veces toca al pecador en el último momento de una manera maravillosa y misteriosa. Exteriormente, parece como si todo estuviera perdido, pero no es así. El alma, iluminada por un rayo de la poderosa gracia final de Dios, se vuelve a Dios en el último momento con tal poder de amor que, en un instante, recibe de Dios el perdón de los pecados y el castigo, mientras exteriormente no muestra ningún signo de arrepentimiento o de contrición, porque las almas [en esa etapa] ya no reaccionan a las cosas externas. ¡Oh, cuán más allá de la comprensión está la misericordia de Dios!" (Párrafo 1698) Oremos: Señor, venimos a la sala del trono de la gracia donde encontraremos gracia en tiempos de necesidad. Traemos ante ti a los que están atesorados en nuestros corazones. Concédeles la gracia del arrepentimiento y la conversión. Amén.
By: Ros Powell
More“Camino por fe, no por vista”, dice sonriendo Mario Forte mientras comparte un asombroso testimonio de vida. Nací con glaucoma, así que al comienzo de mi vida, apenas veía parcialmente con el ojo izquierdo y absolutamente nada con el derecho. A lo largo de los años, he tenido más de 30 cirugías, la primera cuando tenía solo tres meses ... A la edad de siete años, los médicos me extirparon el ojo derecho con la esperanza de mantener la vista en mi ojo izquierdo. Cuando tenía doce años, me atropelló un automóvil mientras cruzaba la calle de camino a casa desde la escuela. Al salir disparado por el aire, creí que era Superman por un momento. Caí fuertemente y terminé con un desprendimiento de retina, entre otras cosas, tuve tres meses fuera de la escuela recuperándome y sometiéndome a más operaciones, así que tuve que repetir el séptimo grado. Todo es posible De niño, la ceguera era normal para mí porque no podía compararla con ninguna otra cosa, pero Dios me dio una idea. Desde muy temprana edad, antes de recibir cualquier instrucción oficial, hablaba con Dios, como con cualquier otra persona porque estaba acostumbrado a comunicarme con personas que no podía ver. Solo lograba distinguir la diferencia entre la luz y la oscuridad, pero un día, en un abrir y cerrar de ojos, todo se volvió negro, como una luz que se apaga. Aunque he estado en total oscuridad durante más de 30 años, la gracia de Dios me ha dado el valor para seguir adelante. Ahora, no es la luz física lo que veo, sino la luz de Dios en el interior. Sin Él, no sería mas que un trozo de madera. El Espíritu Santo hace todo posible. A veces, la gente incluso se olvida de que soy ciego porque puedo moverme por la casa, manejar una computadora y cuidar de mí mismo. Esto es gracias a mis padres que siempre me animaron a hacer las cosas por mi cuenta. Mi padre era un electricista que me llevaba consigo para ayudarme a comprender su oficio, incluso me hizo instalar tomas de corriente e interruptores. Me enseñó a pensar de forma lógica para que pudiera adaptarme e improvisar cuando las cosas salieran mal. Mi madre, con su naturaleza cariñosa y amorosa, sembró las semillas de mi fe. Ella se aseguró de que rezáramos juntos el Rosario y la Coronilla de la Divina Misericordia todos los días, para que esas oraciones quedasen grabadas en mi memoria. Me permitieron graduarme con éxito con un título en informática. Con su ayuda, contactaba a tutores para obtener el esquema del curso antes de que comenzara el trimestre. Luego íbamos a la biblioteca a copiar todos los materiales relevantes para que la Royal Blind Society pudiera transcribirlos por mí. Una llamada superior En mi adolescencia, tuve una experiencia extraordinaria cuando Dios me llamó. En ese momento, todavía tenía algo de vista en mi ojo izquierdo. Un día, mientras oraba en la iglesia, el altar mayor se iluminó de repente con una luz intensa y una voz interior me habló con ternura, diciendo: “Ven, ven a mí”. Esto sucedió tres veces. Desde entonces, he sentido Su mano protegiéndome con un amor y misericordia que no merezco. Este llamado me llevó a considerar si sería posible convertirme en sacerdote o diácono. Desde luego era poco realista, pero mis estudios de teología profundizaron mi fe. Comencé a liderar la devoción a la Divina Misericordia en un grupo carismático de oración con el apoyo del párroco. A pesar de todos los contratiempos que he sufrido, estoy agradecido de poder estar al servicio del Señor y las personas que he conocido a través de los eventos que organizo, las devociones a la Divina Misericordia, la adoración durante toda la noche y 40 Días por la Vida, también me han ayudado. Después de la muerte de mis padres, mi hermana y mi sobrina se han convertido en mi familia y me ayudan semanalmente con las tareas domésticas y las necesidades especiales de transporte. En lo profundo de mi corazón Los hechos más trágicos de mi vida no son la pérdida de mi vista sino la pérdida de mis parientes más cercanos, por lo que estoy especialmente agradecido a estos amigos que me acompañan al cementerio para compartir algo de comer junto a las tumbas de mis seres queridos y rezar la Coronilla de la Divina Misericordia por sus almas. Intento concentrarme en lo positivo, en lo que tengo, en lugar de lo que me falta. Me esfuerzo por hacer lo mejor que puedo para cumplir los mandamientos de Dios sobre el amor. Todos los días, estoy decidido a poner la voluntad de Dios en primer lugar y poner el Evangelio en acción. San Pablo dijo: "Por fe caminamos, no por vista". (2 Corintios 5: 7.) A menudo bromeo diciendo que literalmente hago esto. Ese pequeño verso dice mucho. No veremos los frutos de nuestro trabajo en esta vida. Es un gran gozo trabajar en la viña de Dios. Jesús sufrió y murió por mí. Cada persona puede decir esto. Cualquiera que quiera conocerlo puede venir a recibir al Señor. Doy gracias y alabo al Señor por habernos dado la oportunidad de recibir Su gloriosa presencia en nuestro ser. Su Palabra viva puede revivirnos con la esperanza de la Resurrección, para que podamos vivir cada día en Su presencia y cumplir Su mandato de amar. En mi corazón, canto ¡Aleluya! Dios eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable; Míranos con bondad y aumenta Tu misericordia para que en los momentos difíciles no nos desesperemos, sino que nos sometamos con gran confianza a Tu santa voluntad, que es el amor y la misericordia mismos. Amén.
By: Mario Forte
MoreSe suponía que iba a ser una buena fiesta de cumpleaños a la antigua. ¡Para lo que no estábamos preparados era para que Dios nos sorprendiera con su regalo! Los cumpleaños son algo muy importante en mi familia, no solo porque hay un delicioso pastel y una gran cantidad de regalos. Es porque podemos celebrar el día en que Dios bendijo al mundo con una nueva vida. Es el día que Dios eligió para traer a esta persona única a nuestras vidas. Siempre pensé que era algo que valía la pena celebrar y quería transmitir ese valor a nuestros hijos. Era importante que nuestros hijos supieran que no solo eran amados por mi esposo y yo, sino más importante aún, ¡fueron planeados y amados por Dios! De vez en cuando, les regalamos a nuestros hijos una buena fiesta de cumpleaños a la antigua. Realizábamos el evento en nuestra casa, con decoraciones vívidas, sombreros de fiesta, matracas, juegos, premios y regalos. Luego lo rematamos con helado, un pastel casero decorado y bolsas de regalos de despedida. Sus fiestas no eran necesariamente extravagantes, pero estaban bien pensadas y tardaron muchas semanas en organizarse. Si bien todas las fiestas que planeamos fueron divertidas y especiales, hubo una fiesta en particular que ninguno de mi familia olvidará jamás. ¡Fue la fiesta en la que Dios nos sorprendió con su propio regalo! Galas de cumpleaños Nuestro tercer hijo cumplió 12 años a finales de mayo de 2002. Nuestros hijos se criaron en el norte de Massachusetts, por lo que cuando apareció mayo, todos anhelaban estar al aire libre disfrutando del clima primaveral. Nuestro hijo era un chico atlético y con su contribución decidimos organizar una fiesta temática de baloncesto al aire libre. Todo en esa fiesta giraba en torno a ese tema, incluido un juego real de baloncesto que sería arbitrado por un par que jugaban al baloncesto, adultos que soplan silbatos. Se enviaron las invitaciones, se crearon los uniformes, se horneó el pastel con temática de baloncesto, se preparó la comida y se inflaron los globos. Aunque las decoraciones estaban listas, planeamos ponerlas en su lugar a la mañana siguiente antes de que llegara el maravilloso grupo de chicos animados. Habiendo orquestado varias de estas galas de cumpleaños en el pasado, la noche anterior a la celebración, me sentí muy segura de que todo estaba en su lugar y listo para un día maravilloso, festivo y lleno de energía hasta que ... una pequeña forma de pensamiento se forma en mi mente y comenzó a avanzar lentamente hasta que el horror se convirtió en una inquietante pregunta dirigida directamente a mi esposo. "Cariño, ¿cómo se supone que estará el tiempo mañana?" La pregunta flotaba en el aire, como un mal olor. Ambos sabíamos que, si se pronosticaba algo que no fuera un sol maravilloso y brisas frescas, el resultado de la fiesta estaría en juego. Estos eran los días de Internet más lento y todavía confiamos en el Canal del Clima para nuestro pronóstico. Mi intensa mirada y mi respiración de pánico hicieron que buscara a tientas el control remoto del televisor. Su rostro se puso pálido. Luego se volvió lentamente hacia mí. Enunciando cuidadosamente cada palabra, anunció que se pronosticaba lluvia constante para todo el día. ¡Me quede sin aliento! Había planeado cada detalle de esa fiesta y programado cada evento al minuto, ¡pero me había olvidado de tener en cuenta el impredecible clima primaveral de Nueva Inglaterra! ¿Qué iba a hacer yo? Palmas sudorosas Eran las 8 de la noche y no tenía un plan B para mañana por la mañana. El interior de nuestra casa no estaba preparado para soportar a todos esos chicos enérgicos. De repente, un pensamiento cruzó por mi mente. Podría tomar el teléfono y llamar a todas las instalaciones posibles en el área que podrían tener un gimnasio bajo techo, explicar mi situación y suplicar humildemente que usen su cancha de baloncesto por un par de horas. Sin embargo, la hora era tarde y significó que nadie contestó el teléfono o que los gimnasios ya estaban reservados para eventos de fin de semana. Llamé a todos los lugares que se me ocurrieron, con la excepción de un gimnasio. Este gimnasio pertenecía a la escuela primaria local a la que habían asistido mis hijos. En varias ocasiones, la directora y yo ciertamente no nos habíamos visto cara a cara y no acariciaba la idea de humillarme o endeudarme con ella. Sin embargo, estaba claro que no había otras opciones. Era un pueblo pequeño, la mayoría de la gente se conocía y, afortunadamente, tenía su número personal. Cuando sonó su teléfono, mi pulso se aceleró, mi garganta se apretó y verifiqué que las mujeres pueden tener palmas sudorosas. Ella respondió. Mientras le explicaba lo que quería y por qué, hubo una pausa significativa al otro lado de la línea. Finalmente, dijo que verificaría si el personal de conserjería podía dejarme entrar, pero que no lo sabría hasta después de las 9 de la mañana del día siguiente. Mi mente se aceleró. Me sentí incapaz de relajarme sin saber, en ese mismo momento, que se había orquestado un Plan B exitoso. La fiesta estaba programada de 11 a. M. A 2 p. M., Por lo que no había mucho tiempo para alertar a los asistentes de un cambio de plan si no llamaba hasta pasadas las 9 a. M. Sin embargo, su tono me advirtió que tenía que ser cautelosa en esta cuestión urgente si quería atraerla con éxito. Repetida y humildemente, le agradecí antes de colgar el teléfono. Volvimos a verificar el pronóstico del tiempo en numerosas ocasiones esa noche con la esperanza de que el impredecible clima de Nueva Inglaterra avanzara en nuestra dirección, pero no había señales de esperanza ... hasta que ... otro pensamiento más positivo apareció en mi cabeza. “Quizás este sea un momento muy bueno para orar. Después de todo, ¿no estaba Dios a cargo del pronóstico? " Oh, oré y oré y oré. La fiesta solo duraría de 11 am a 2 pm, así que le supliqué desesperadamente a Dios por un descanso bajo la lluvia durante esas 3 horas. La mañana siguiente comenzó con lloviznas y cielos nublados. Tuve 3 horas más de inquietud que esperar antes de recibir noticias de la directora de la escuela. Mis otras opciones se habían agotado, así que seguí orando desalentada, no con fe, sino con desesperación. “Por favor, Señor”, le rogué. "No dejes que llueva entre las 11 a. M. Y las 2 p. M.". La adrenalina fue lo único que contuvo el torrente de lágrimas detrás de mis ojos. El teléfono permaneció en silencio mientras el reloj marcaba firmemente las 9 a. M. Le pregunté a mi esposo: "¿La llamo o espero un poco más?" Antes de que pudiera responder, el timbre de bienvenida del teléfono resonó en la quietud mientras contuvimos la respiración con anticipación. Mi voz temblaba mientras trataba de contestar el teléfono con calma, estoy segura de que tropecé con cada sílaba al saludarla. Sin mucho preámbulo, me dijo que podíamos usar el gimnasio para la fiesta, pero que debíamos limpiarlo como si no hubiéramos estado allí. Quería agradecerle profusamente, pero interrumpió la conversación y de repente me dijo que estuviera en el gimnasio de la escuela alrededor de las 11:15 am, donde encontraríamos las puertas abiertas. Un regalo sorpresa Mis ruedas mentales comenzaron a girar, porque ahora había un Plan B sólido para orquestar. Aunque todavía esperaba y rezaba para que la lluvia constante se detuviera durante esas 3 horas, teníamos que seguir adelante con el plan alternativo para el día que teníamos por delante. Parecía que solo habían pasado unos momentos antes de que llegara el momento de que aparecieran los chicos. Estábamos tan preparados como podíamos dadas las circunstancias. Diez minutos antes de que llegara el primer automóvil, miré por la ventana y no podía creer lo que veía. Llamé a mi esposo y le indiqué que mirara y confirmara lo que había visto. Nos quedamos allí juntos y sin palabras contemplamos la vista que teníamos frente a nosotros. Dios había respondido a mis oraciones. Había dejado de llover, tal como le pedí y justo a tiempo. Sin embargo, sucedió algo extraordinariamente extraño que nunca podríamos haber anticipado. Aunque había dejado de llover, de manera impredecible, ¡había comenzado a Nevar! Estoy seguro de que escuché a Dios reír y reír. Nos quedamos allí con asombro y asombro momentáneos. Nunca habíamos visto nevar a fines de mayo en todos los años que habíamos vivido en Massachusetts. Nos reímos de la vista, pero no pudimos demorarnos en su significado mientras los chicos comenzaban a llegar para la fiesta. Sorprendentemente, la directora se reunió con nosotros en el gimnasio y me dijo que trabajaría en su oficina durante un par de horas, hasta que terminara el juego. Todos se divirtieron mucho y luego nos ayudaron a limpiar el gimnasio y se veía incluso mucho mejor de lo que lo habíamos encontrado. Agradecimos a la directora y trajimos a todos a nuestra casa para el pastel y regalos. Antes de que nos diéramos cuenta, llegaron las 2 de la tarde y los padres de los niños comenzaron a subir por el camino nevado para recoger a sus hijos. Sin embargo, Dios no había terminado con Su broma y estaba a punto de presentar Su gran final. Dejó en claro que había escuchado mis oraciones porque exactamente a las 2:10 pm, la nieve imprevista se convirtió en una lluvia constante. Las lágrimas que había reprimido antes me inundaron los ojos. ¿Dios había estado asistiendo a nuestra fiesta? ¿Había demostrado que respondió a mis oraciones al no permitir que lloviera entre las 11:00 am y las 2 pm? ¿Había sido Dios el orquestador del Plan B, no yo? ¿Fue Dios quien nos proporcionó un lugar para tener una gran fiesta mientras me daba una lección de humildad? ¿Dios tiene sentido del humor? La respuesta a todas esas preguntas y más fueron SÍ, SÍ, SÍ, ¡¡¡SÍ rotundamente SÍ!!! Dios enseña lecciones en capas a veces. Cuando miro hacia atrás, se cometieron muchos errores al planificar esa fiesta. Sin embargo, Dios usó mis debilidades para realinear gentil, pero con humor mi pensamiento y conducta. Todo lo puedo en aquel que me fortalece. (Filipenses 4:13 *) Inicialmente, casi todo lo relacionado con ese día parecía haberse logrado gracias a mi propia fuerza y orgullo. Ni siquiera pensé en invitar a Dios a esa fiesta o al proceso de planificación. Qué vergüenza sentí cuando reflexioné sobre el papel que tuvo mi Creador al traer a nuestro hijo a nuestras vidas. Debería haber sido el primer invitado y resultó ser, con mucho, el invitado más bienvenido. Dios respondió a mis oraciones, no exactamente de la manera que me imaginaba, sino de una manera clara, sin dejar ninguna duda de que tenía la intención de enseñarme algo. Dios me enseñó que siempre está conmigo, escuchando, proporcionando y deseando ser parte de las vidas que creó. Me otorgó gracias de humildad, perdón y gratitud en respuesta a mi oración. Esa fiesta resultó ser muy divertida y memorable para todos. Después de todo lo dicho y hecho, no llovió entre las 11:00 am y las 2:00 pm, tal como pedí en oración ... En cambio, Dios trajo Su propio presente: ¡¡¡NIEVE!!! Lo voy a decir de nuevo ... ... ¡Dios tiene un sentido del humor!
By: Teresa Ann Weider
MoreYo no sabía que una simple excursión en familia me ayudaría a descifrar una estrategia que cambiaría mi vida… El año pasado, mi hijo quería que visitáramos su campus universitario. A pesar de que ya yo había visto aquel extenso campus universitario y las montañas que lo rodeaban, su padre y sus hermanos no lo habían visitado. Como dueños y administradores de restaurantes, planear un viaje de cinco horas y pasar tiempo fuera de casa presentaba ciertos retos, pero estaba determinada a hacer que sucediera. Como no podíamos pasar más de una noche fuera, le dije a mi hijo que planeara una forma de que aprovecháramos nuestro limitado tiempo de la mejor forma posible. Él escogió hacer una excursión en familia. Voluntad sobre Habilidad Admito que a los 49 años, mi cuerpo es más blando que firme. Mi rutina de ejercicios consiste en cargar cestos de ropa sucia, agacharme para recoger calcetines tirados por el piso y libros olvidados, y subir los tres escalones que hay en nuestra casa. Cuando puse mi primera pisada en el camino en el cual realizaríamos la excursión, supe que mi voluntad, no mi habilidad, tendría que impulsarme a continuar. Rápidamente quedé al final de la cola ya que los demás miembros de mi familia tenían más energía y capacidad pulmonar que yo. Algunas yardas más adelante, mi respiración se hizo dificultosa y superficial, y mis piernas dolían debido a la continua contracción de mis músculos carentes de condiciones físicas. Me di cuenta de que necesitaba una estrategia para poder terminar la excursión. Decidí dejar de pensar en grande y enfocarme en los detalles. En vez de concentrarme en las tres millas que nos faltaban por recorrer del sendero, puse mis pensamientos en el siguiente paso a tomar. A menudo pensar en una situación me pone ansiosa, pero enfocarme en los detalles ancla mi mente al momento presente. Me decidí a saborear cada observación y no pensar en todas las cosas que podrían salir mal (¿y si mis piernas me fallan? ¿y si me quedo sin aliento? ¿y si no puedo seguir con el resto de mi familia?) El Mundo que No Vemos Pronto, mi mente quedó atrapada en la belleza de la creación, y me olvidé de la situación en la que me encontraba. Escuchaba el gentil silbido de la brisa y el ruido de las hojas tras la alegre conversación de mis hijos. Mientras luchaba para mantener el paso y mis pulmones de adaptaron al ejercicio, una corriente cálida recorrió mi piel. El matiz verde de las plantas floreciendo en el suelo de la montaña atrajo mi atención, así como el puzle de enredaderas en el dosel de otoño. Mi mente se abrió a un mundo no conocido sobre mí, bajo mis pies, y a mi alrededor. Pisando la tierra firme, me imaginé los ejércitos de insectos marchando cerca de mis pisadas. Soñé despierta sobre las vidas de las muchas criaturas que habitan en nuestro mundo: los pájaros haciendo nido en los árboles cercanos, los roedores que se escondían bajo tierra, y la gran cantidad de insectos trepando, volando y marchando. Agradecí al Dios bueno por cada criatura y cada pedazo de paisaje magnífico en el que me había puesto esa tarde. La Estrategia Descubierta En cierto punto, me detuve para fotografiar un tronco para recordar que aquel árbol que ahora estaba descomponiéndose era parte del plan de Dios para esta montaña. Dentro de un tiempo, ese tronco desaparecería, y su legado sería absorbido por la propia montaña. Mientras enfocaba mi cámara, un arcoíris se estrechó en la imagen, y recordé el pacto entre Dios y la humanidad. Recordé que ese pacto continúa hoy, y le agradecí a Dios por su fidelidad. Mis pasos se hicieron más llevaderos cuando dejé de contarlos. La travesía se hizo ligera cuando bajé el yugo de mis miedos e invité a Cristo a caminar a mi lado. Cuando la tentación deseaba entrar, yo me acercaba a Jesús. En vez de rechazar el reto o volverme abrumada por él, ofrecí una oración de abandono y confié mi caminar a Su cuidado. Para empezar el 2021, lo que aprendí de esa excursión en la montaña aun lo estoy descifrando. Mientras el mundo continúa girando hacia el caos, estoy entendiendo el valor del momento presente. Si bien mirar la imagen completa de una situación es importante para establecer metas y la dirección a tomar, nos puede robar la belleza, la paz y el acompañamiento del momento presente. La Libertad nos espera Si me hubiera enfocado en lo largo del trayecto y mis capacidades insuficientes, me hubiera perdido la excursión. En vez de hacer eso, descubrí un tesoro lleno de belleza y bendiciones. En vez de obsesionarme con la situación, ahora me enfoco en el momento presente. Abrazar a un ser amado en el sofá, leer un libro en voz alta, servirme una taza de café e inhalar el aroma, o llamar a un amigo y reírnos juntos. Me estoy haciendo más atenta y encontrando formas de poner mi amor en acciones. Mi simple excursión resultó en una estrategia para mi vida: ser atenta en el momento presente y expresar mi gratitud por las bendiciones que hay en él. Esta estrategia está haciendo que mi camino sea más llevadero (ya sea escalar una montaña, completar una tarea diaria, cargar una pesada cruz, o vivir en estos tiempos sin precedente en la historia). Vivir el momento presente se ha hecho clave en desbloquear la libertad, una libertad que nadie puede suprimir. Cristo es el momento presente. Busquémoslo donde seguramente Lo vamos a Encontrar.
By: Tara K. E. Brelinsky
MoreSi no hubiera pasado por esa oscuridad, no estaría donde estoy ahora. Mis padres realmente querían tener una familia, pero mi mamá no pudo quedar embarazada hasta los 40 años. Yo era su bebé milagro, nacida en su cumpleaños, exactamente un año después de que completara una novena especial para pedir un hijo. Y al año siguiente, me regalaron un hermanito. Mi familia era católica nominal; íbamos a la misa del domingo y recibíamos los sacramentos, pero no había nada más. Cuando tenía alrededor de 11 o 12 años, mis padres se alejaron de la Iglesia y mi vida de fe hizo una pausa increíblemente larga. Una agonía insoportable La adolescencia estuvo llena de presión, mucha de la cual me puse yo misma. Me comparaba con otras chicas; no estaba contenta con mi apariencia. Era muy tímida y ansiosa. Aunque sobresalía académicamente, la escuela se me hacía difícil porque era muy ambiciosa. Quería salir adelante, demostrarle a la gente que podía ser exitosa e inteligente. No teníamos mucho dinero como familia, así que pensé que estudiar bien y conseguir un buen trabajo lo resolvería todo. Al contrario, me puse cada vez más triste. Iba a eventos deportivos y celebraciones, pero al día siguiente me despertaba sintiéndome vacía. Tenía algunos buenos amigos, pero ellos también tenían sus propias luchas. Recuerdo intentar apoyarlos y terminar cuestionándome el porqué de todo el sufrimiento a mi alrededor. Estaba perdida, y esta tristeza me hacía encerrarme y hacerme chiquita en mí misma. A los 15 años, caí en el hábito de autolesionarme; como me di cuenta más tarde, a esa edad no tenía la madurez ni la capacidad de hablar sobre lo que sentía. A medida que la presión se intensificaba, varias veces cedí a pensamientos suicidas. Durante una hospitalización, uno de los médicos me vio en tanta agonía que me dijo: "¿Crees en Dios? ¿Crees en algo después de la muerte?" Me pareció la pregunta más extraña; pero esa noche, recuerdo haber reflexionado sobre ella. Fue entonces cuando clamé a Dios por ayuda: "Dios, si existes, por favor ayúdame. Quiero vivir, me gustaría pasar mi vida haciendo el bien, pero ni siquiera soy capaz de amarme a mí misma. Todo lo que hago termina en agotamiento si no tengo un sentido para todo esto." Una mano amiga Comencé a hablar con la Virgen María, con la esperanza de que tal vez ella pudiera entenderme y ayudarme. Poco después, una amiga de mi madre me invitó a ir a una peregrinación a Medjugorje. Realmente no quería ir, pero acepté la invitación más por la curiosidad de conocer un nuevo país y un clima agradable. Rodeada de gente que rezaba el Rosario, ayunaba, subía montañas e iba a misa; me sentía fuera de lugar, pero a la vez un poco intrigada. Era la época del Festival Católico Juvenil, y había alrededor de 60,000 jóvenes allí, asistiendo a misa y a la adoración, rezando el Rosario todos los días; no porque los obligaran, sino con alegría, por puro deseo. Me preguntaba si estas personas tenían familias perfectas que les hacían realmente fácil creer, aplaudir, bailar y todo eso. La verdad es que dentro de mí, ¡anhelaba esa alegría! Mientras estábamos en la peregrinación, escuchamos los testimonios de muchachas y muchachos en una Comunidad cercana llamada “Cenacolo”, y eso realmente cambió las cosas para mí. En 1983, una monja italiana fundó la Comunidad “Cenacolo” para ayudar a los jóvenes cuyas vidas habían tomado un mal camino. Ahora, la organización se puede encontrar en muchos países del mundo. Escuché la historia de una chica de Escocia que tenía problemas de drogas; ella también había intentado quitarse la vida. Pensé para mí misma: "Si ella puede vivir tan felizmente, si puede salir de todo ese dolor y sufrimiento y creer genuinamente en Dios, tal vez haya algo en eso para mí también." Otra gran gracia que recibí cuando estuve en Medjugorje fue que me confesé por primera vez en muchos años. No sabía qué esperar, pero ir a confesarme y finalmente decirle en voz alta a Dios todas las cosas que me habían lastimado, todo lo que había hecho para lastimar a los demás y a mí misma, fue un enorme peso quitado de mis hombros. Sentí paz y me sentí lo suficientemente limpia como para comenzar de nuevo. Regresé conmovida y comencé la universidad en Irlanda, pero lamentablemente no tuve el apoyo adecuado, y terminé nuevamente en el hospital. Encontrando el camino Al darme cuenta de que necesitaba ayuda, regresé a Italia y me uní a la Comunidad Cenacolo. No fue fácil. Todo era nuevo: el idioma, las oraciones, las personalidades diferentes, las culturas. Pero había algo auténtico en ese lugar. Nadie trataba de convencerme de nada; todos vivían su fe a través de la oración, el trabajo y la amistad verdadera, y eso los sanaba. Vivían en paz y con alegría, y era real, no algo fingido. Yo los veía todo el día, todos los días, y eso era lo que yo quería. Lo que realmente me ayudó en esos días fue la Adoración al Santísimo Sacramento. No sé cuántas veces lloré frente a la Eucaristía. No tenía a un terapeuta hablándome ni nadie me daba medicamentos, pero sentía como si me estuvieran limpiando. En la comunidad no había nada particularmente especial, excepto la presencia de Dios. Otra cosa que me ayudó mucho a salir de la depresión fue el comenzar a servir a los demás. Mientras más me enfocaba en mí misma, en mis propias heridas y problemas, más me hundía. La vida comunitaria me obligó a salir de mí misma, mirar a los demás y tratar de darles esperanza, la esperanza que estaba encontrando en Cristo. Me ayudó mucho cuando otras jóvenes llegaban a la comunidad, chicas con problemas similares a los míos o incluso peores. Las cuidaba, trataba de ser una hermana mayor e incluso a veces una madre para ellas. Empecé a pensar en lo que mi madre habría pasado conmigo cuando me autolesionaba o estaba triste. A menudo hay una sensación de impotencia; pero con la fe, aun cuando no puedes ayudar a alguien con tus palabras, puedes hacerlo de rodillas. He visto el cambio en tantas chicas y en mi propia vida gracias a la oración. No es algo místico ni algo que pueda explicar teológicamente, pero la fidelidad al rosario, la oración y los sacramentos ha cambiado mi vida y la de muchas otras personas, y nos ha dado nuevas ganas de vivir. Compartiendo mi alegría Regresé a Irlanda para estudiar enfermería; de hecho, más que una carrera, sentía profundamente que era así como quería vivir mi vida. Ahora vivo con jóvenes, algunos de los cuales están pasando por lo mismo que yo a su edad: luchando contra la autolesión, la depresión, la ansiedad, el abuso de sustancias o la impureza. Siento que es importante contarles lo que Dios hizo en mi vida, así que a veces durante la comida les digo que realmente no podría hacer este trabajo, ver todo el sufrimiento y el dolor, si no creyera que hay algo más en la vida que solo la muerte después de una enfermedad. La gente a menudo me dice: " tu nombre es Joy (Alegría), te queda perfecto; ¡eres tan feliz y sonriente!". Me río por dentro y pienso: "¡Si supieran de dónde viene!" Mi alegría surgió del sufrimiento; por eso es una alegría verdadera. Se mantiene incluso cuando hay dolor. Y quiero que los jóvenes tengan la misma alegría porque no es solo mía, es una alegría que viene de Dios, y esta disponible para que todos la puedan experimentar. Solo quiero poder compartir esta alegría infinita de Dios para que otros sepan que se puede atravesar el dolor, la miseria y las dificultades, y aún así salir de ellas, agradecidos y llenos de gozo con nuestro Padre.
By: Joy Byrne
MoreMi nueva heroína es la Madre Alfred Moes. Me doy cuenta de que no es un nombre familiar, incluso entre los católicos; pero ella debería de serlo. Ella apareció en mi radar solo hasta después de que me convertí en el obispo de la Diócesis de Winona-Rochester, donde la Madre Alfred realizó la mayor parte de su trabajo y donde además fue sepultada. Su historia está llena de un coraje sobresaliente, fe, perseverancia y un espíritu puro de determinación. Créeme, una vez que te adentres en los detalles de sus aventuras, se te vendrán a la mente un sin número de otras Madres católicas: Cabrini, Teresa, Drexel y Angélica, por nombrar algunas. La Madre Alfred nació como María Catherine Moes, en Luxemburgo, en 1828. De niña quedó fascinada con la posibilidad de hacer trabajo misionero entre los pueblos nativos de Norte América. En consecuencia, viajó con su hermana al Nuevo Mundo en 1851. Primero se unió a la escuela de Hermanas de Notre Dame in Milwaukee, pero luego se cambió con las Hermanas de la Santa Cruz en La Porte, Indiana, un grupo asociado con el Padre Sorin, fundador de la Universidad de Notre Dame. Después de haber tenido un desacuerdo con sus superiores, un hecho bastante típico para una joven tan luchadora y segura de sí misma, se dirigió hacia Joliet, Illinois, donde se convirtió en la superiora de una nueva congregación de Hermanas Franciscanas, adoptando el nombre de “Madre Alfred”. Cuando el Obispo Foley de Chicago trató de interferir con las finanzas y con los proyectos de construcción de su comunidad, ella “partió hacia pastos más verdes” en Minnesota, donde el Gran Arzobispo de Irlanda la acogió y le permitió establecer una escuela en Rochester. Fue en este pequeño pueblo del sur de Minnesota donde Dios comenzó a obrar poderosamente a través de ella. En 1883, un terrible tornado arrasó Rochester, matando a muchos y dejando a otros más sin hogar y en la indigencia. Un médico local, William Worrall Mayo, se encargó de atender a las víctimas del desastre. Abrumado por el número de víctimas, se contactó con las Hermanas de la Madre Alfred para que lo ayudaran. A pesar de que eran maestras y no enfermeras, y de que no tenían alguna capacitación formal en medicina, ellas aceptaron la misión. Justo después del desastre, la Madre tranquilamente informó al doctor Mayo que había tenido una visión en la que un hospital sería construido en Rochester, no nada más para servir a la comunidad local sino para servir a todo el mundo. Asombrado por esta propuesta totalmente irreal, el Doctor Mayo le dijo a la Madre Alfred que necesitaría recaudar la cantidad de 40,000 dólares (una cifra astronómica para la época y el lugar), para poder construir una instalación de ese tipo. Ella, a su vez, le dijo al doctor que, si lograba recaudar los fondos para construir el hospital, esperaba que él y sus dos hijos que también eran médicos, trabajaran ahí. En un corto periodo de tiempo, ella consiguió el dinero, y se estableció el hospital de Santa María. Estoy seguro de que ya habrás adivinado, que esta fue la semilla a partir de la cual crecería la poderosa Clínica Mayo, un sistema hospitalario que, de hecho, como la Madre Alfred había visualizado tiempo atrás, sirve al mundo entero. Esta intrépida monja continuó con su trabajo como constructora, organizadora y administradora, no solamente del hospital que había fundado, sino de otras instituciones del Sur de Minnesota, hasta su muerte en 1899, a la edad de 71 años. Hace apenas unas semanas, escribí acerca de la necesidad apremiante de sacerdotes en nuestra diócesis, e invité a todos a formar parte de una misión para incrementar el numero de vocaciones al sacerdocio. Con la Madre Alfred en mente, ¿podría aprovechar la ocasión para pedir más vocaciones de mujeres a la vida religiosa? De alguna manera, las últimas tres generaciones de mujeres han tenido una tendencia a ver la vida religiosa como algo indigno de ser considerado. El número de monjas se ha desplomado desde el Concilio Vaticano II, y la mayoría de los católicos, cuando se les pregunta acerca de esto, probablemente dirían que ser una hermana religiosa no es una perspectiva viable en nuestra era feminista. ¡Que tontería! La Madre Alfred, dejó su hogar siendo una mujer muy joven, cruzó el océano hacia una tierra extranjera, se convirtió en religiosa, siguió sus instintos y su sentido de misión, incluso cuando la llevó a tener conflictos con superiores poderosos, incluidos varios obispos, inspiró al Dr. Mayo a establecer el más impresionante centro médico del planeta y presidió el desarrollo de una orden de hermanas que construyeron y dotaron de personal a numerosas instituciones de salud y enseñanza. Ella fue una mujer de una extraordinaria inteligencia, empuje, pasión, coraje e inventiva. Si alguien le hubiera sugerido que estaba viviendo de una manera indigna deacuerdo a sus dones y por debajo de su valor como mujer, me imagino que ella tendría algunas palabras para responder. ¿Estas buscando una heroína feminista? Puedes quedarte con Gloria Steinem; yo me dejaré inspirar por la Madre Alfred cada día de la semana. Así que, si conoces a una joven mujer que pudiera ser una buena religiosa, que está marcada por la inteligencia, energía, creatividad y la capacidad de levantarse, comparte con ella la historia de la Madre Alfred Moes. Y dile que ella podría aspirar a ese mismo tipo de heroísmo.
By: Obispo Robert Barron
MoreEl ruido de una alarma interrumpió el sonido de la noche; me desperté con un sobresalto, y mi primera reacción fue de frustración; pero a medida que el tiempo pasaba y la alarma continuaba sonando, me di cuenta de que algo estaba mal. Más por curiosidad que por valentía, salí para dar un vistazo. Vi a mi vecino John trabajando bajo el capó de su carro, y le pregunté si escuchó la alarma; pero al parecer no le había prestado atención. Él simplemente se cruzó de brazos y dijo: “Esas cosas suenan todo el tiempo… se apagará sola en unos minutos.” Yo estaba muy confundido: “Pero ¿qué pasaría si alguien entró en la casa?”, pregunté. “En ese caso, si ellos tienen su servicio de alarma por alguna compañía, alguien tendría que venir para revisar, pero probablemente no sería nada. Como te dije, esas cosas suenan todo el tiempo por las razones más extrañas; relámpagos, carros ruidosos… y tantas cosas más.” Caminé de regreso a mi casa y me quedé observando el panel de la alarma sobre la pared cerca de nuestra puerta principal, mientras me preguntaba: “¿De qué sirve una alarma si nadie le presta atención?” ¿Cuántas veces el mensaje del Evangelio se proclama a través de los vecindarios o de las ciudades como una voz que clama en el desierto, como una alarma que anuncia un peligro inminente en medio de la noche? “Vuelvan su mirada a Dios,” nos exhorta, “arrepiéntanse y busquen su misericordia.” Muchos de nosotros simplemente nos cruzamos de brazos, damos la vuelta y continuamos “husmeando” dentro del capó de nuestros carros; contentos con nuestros estilos de vida, relaciones y en nuestra zona de confort. “¿Acaso no la escuchas?” pregunta alguien de vez en cuando; probablemente la respuesta es: “La he escuchado desde que era niño, pero no te preocupes, en algún momento sola se apaga.” “Busquen al Señor ahora que lo pueden encontrar, llámenlo ahora que Él está cerca” (Is 55,6).
By: Richard Maffeo
MoreA principios de 1900, el Papa León XIII solicitó a la congregación de Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón que fueran a los Estados Unidos para dar la atención necesaria a un número significativo de italianos que habían migrado hacia allá. La fundadora de la congregación, la Madre Cabrini, deseaba hacer una misión en China, pero obedientemente escuchó el llamado de la Iglesia y se embarcó en un largo viaje a través del mar. Como casi se ahogó cuando era niña, tenía un gran miedo al agua. Aun así, en obediencia, ella cruzó al otro lado del mar. Al llegar, ella y sus hermanas se encontraron con que su ayuda financiera no había sido autorizada y que no tenían dónde vivir. Estas fieles hijas del Sagrado Corazón perseveraron y comenzaron a servir a las personas marginadas. En pocos años, su misión entre los inmigrantes floreció tan fructíferamente que, hasta su fallecimiento, esta monja con fobia al agua realizó 23 viajes transatlánticos alrededor del mundo, fundando centros educativos y sanitarios en Francia, España, Gran Bretaña y América del Sur. Su obediencia y atención al llamado misionero de la Iglesia fueron recompensadados eternamente. Hoy en día, la Iglesia la venera como patrona de los inmigrantes y de los administradores de hospitales.
By: Shalom Tidings
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