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May 28, 2020 1449 0 Obispo Robert Barron, EUA
Disfrutar

COMO PREDICAR COMO LOS APÓSTOLES

Siempre me ha encantado el libro de Los Hechos de los Apóstoles, y con frecuencia lo recomiendo a los que se acercan a la Biblia por primera vez. Lleno de narraciones coloridas, aventura, martirio, persecución, y jornadas por el mar, se vuelve en una lectura muy estimulante por supuesto. Pero me encanta especialmente porque nos muestra la emoción de ser seguidores de Jesús. Mucho antes de que existieran las parroquias, las diócesis, el Vaticano, y otras estructuras institucionales, existía esta banda de hermanos y hermanas que estaban tan abrumados y llenos de energía por la resurrección que fueron por el mundo llevando el mensaje de Jesús hasta sus muertes.

También presenta algunos maravillosos ejemplos de la predicación Cristiana, pues nos relata algunas de las primera proclamaciones Kerigmáticas de los apóstoles. Si le ponemos atención a estas predicaciones, aprenderemos mucho acerca de la buena predicación, pero también mucho acerca de la naturaleza del Cristianismo. Un buen ejemplo particular es el sermón dado por San Pedro el día de Pentecostés y descrito en el segundo capítulo de los Hechos de los Apóstoles.

Escuchamos que Pedro se puso de pie con los Once y levantó la voz. Primera Lección: toda doctrina y proclamación Cristiana legítima es apostólica, lo que quiere decir que está fundada en el testimonio de los primeros íntimos seguidores de Jesús. Los obispos deben predicar con precisión porque son sucesores de los apóstoles; a través de los obispos, los sacerdotes y diáconos están formalmente encargados de predicar. Esto es para asegurar que lo que los predicadores digan no sea debido a opinión privada o algún consenso cultural, sino más bien arraigado en la experiencia de aquellos que conocieron personalmente a Jesús.

Entonces ¿Cómo se ve la predicación apostólica? Pedro dice, “Que sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías.” Notemos primero la fuerza, confianza y la inquietud de esta proclamación. No hay debilidad, vacilación o inseguridad en esto. Esto no es un predicador compartiendo sus dudas contigo o revelándose en la complejidad y ambigüedad de la fe. Esto es un hombre hablando (en voz alta) acerca de su convicción absoluta. ¿Y de qué estaba convencido?  de que “a este Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías.” Christos, el término Griego del cual viene la palabra Cristo, tiene un sentido de ungido, lo cual implica el nuevo David y significa el complimiento de las expectativas de Israel. La buena proclamación siempre pone a Jesús en relación a Israel, pues Él tiene sentido solo kata ta grapha (de acuerdo con las escrituras). Un Jesús sacado de la historia de Israel se convierte en poco tiempo en un simple maestro religioso o maestro de verdades espirituales eternas.

Y no solo es Cristo: Él también es Kyrios (Señor). El término tenía sentido Judio y Romano en tiempos de Jesús y Pedro. En la lectura Judía, se designa a Yahveh, el Dios de Israel, como Adonai (Señor en Hebreo). Este término era comúnmente un sustituto para la palabra impronunciable YHWH. Pablo, quien continuamente se refiere a Jesús como “Señor,” dice que a Jesús se le dio el nombre que está sobre todo nombre, por lo cual él se refiere al nombre de Dios.

La predicación que deja a lado u oscurece la divinidad de Jesús, por eso, no es predicación apostólica. Entonces, Kyrios también tiene sentido Romano, pues el César era llamado kyrios, es decir a quien se le debe toda lealtad. ¿Ves que tan Vanguardista y subversivo era declarar que Jesús es Señor, lo cual implicaba que el César no lo era? Y ¿Ves por qué los que proclamaban esto terminaban presos y/o ejecutados? Un obispo Anglicano del siglo XX expresó memorablemente la idea de la siguiente manera: “Cuando Pablo predicó, hubo disturbios; cuando yo predico, me sirven té.”

Noten, en seguida, que Peter no le hace cosquillas a los oyentes: “a este Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías.” No está golpeando ni tratando de ganar amigos e influenciar a las personas. Con la mayor franqueza y claridad posible, él menciona el pecado de su audiencia. Y esto es precisamente lo que «llega hasta el corazón» de sus oyentes. Creanme cuando les digo que los principios espirituales abstractos, los bromuros cansados ​​y las verdades morales intemporales no llegan al corazón de las personas. Y entonces gritan: «¿Qué debemos hacer?» El sermón de Pedro continúa: «Arrepiéntanse y bautícense para el perdón de sus pecados». Cada sermón verdaderamente evangélico debería llamar al arrepentimiento, a cambiar el rumbo de nuestras vidas. Si no lleva a la contrición y la convicción de cambio, no llega al corazón; no corta al corazón. Eso sí, esto no implica la moralización de una manera deslumbrante, sino la presentación del mensaje de Jesús en una manera tan clara y convincente que las personas naturalmente ven cómo se han quedado cortas y quieren cambiar.

Pedro concluye diciendo: “salvense de esta generación corrupta”. Los seguidores de Jesús son una nación santa, un pueblo apartado. Tenemos voluntad y mente renovada, y debemos perfilarnos claramente en el contexto del mundo. Si pensamos y actuamos como todos los demás, no hemos asimilado el Evangelio. Relativamente, si todo lo que escuchamos desde el púlpito es lo que se puede escuchar en los programas de entrevistas y en los grupos de discusión y en las conversaciones políticas, no hemos escuchado el Evangelio.

Finalmente, se nos dice que “Unas tres mil personas se unieron ese día [a la iglesia]”. Yo se que so nos dice que no nos preocupemos por los números, y por supuesto hay verdad en eso. Dios quiere que seamos, no triunfadores, sino fieles, como lo dijo la Madre Teresa. De cualquier modo, nos guste o no, a la BIblia le interesan los números. Una buena predica, si es verdaderamente evangélica, tiene la intención de atraer a la gente a la iglesia. El Hecho de que hoy se mantienen alejados de la Iglesia en masa, dice algo bastante negativo sobre la calidad de nuestra predicación.

A todos los predicadores, les recomiendo una consideración cautelosa de los sermones kerigmáticos en Hechos de los Apóstoles. Si tú predicas como Pedro, tal vez no te sirvan un té después de cada homilía, pero sabrán que el evangelio te ha llegado hasta el corazón.

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Obispo Robert Barron

Obispo Robert Barron is the founder of Word on Fire Catholic Ministries and Auxiliary Bishop of the Archdiocese of Los Angeles. Bishop Barron is a #1 Amazon bestselling author and has published numerous books, essays, and articles on theology and the spiritual life. ARTICLE originally published at wordonfire.org. Reprinted with permission.

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