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May 27, 2023
Comprometer May 27, 2023

¿Quieres experimentar un gran avance en la vida? ¡Aquí está lo que estás buscando!

Ciertamente, no hace falta ser un científico espacial para saber que la oración es fundamental para la vida de cada cristiano; sin embargo, sobre la importancia del llamado al ayuno se habla muy poco, por lo que puede ser desconocido o poco familiar para nosotros. Muchos católicos pueden creer que están haciendo su parte al abstenerse de comer carne el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, pero cuando leemos las Escrituras, podemos sorprendernos al saber que estamos llamados a más. Se le preguntó a Jesús por qué sus discípulos no ayunaban, cuando los fariseos y los discípulos de Juan el Bautista sí lo hacían. Jesús respondió diciendo que cuando Él fuera quitado de ellos: “ayunarán en aquellos días” (Lucas 5, 35).

Mi introducción al ayuno llegó de una manera poderosa hace unos 7 años, mientras estaba acostado en mi cama leyendo un artículo en línea sobre niños hambrientos en Madagascar. Leí cómo una madre desesperada describió la angustiosa situación que ella y sus hijos atravesaban. Se despertaban hambrientos por las mañanas; los niños iban a la escuela con hambre y por eso no podían concentrarse en lo que estaban aprendiendo.

Llegaban a casa de la escuela con hambre y se acostaban con hambre. La situación era tan mala que comenzaron a comer hierba para engañar a sus mentes haciéndoles creer que estaban consumiendo algo que los sustentara, para quitarles los pensamientos de hambre. Aprendí que los primeros años de la vida de un niño son cruciales. El alimento que reciben o no, puede impactar el resto de sus vidas. La parte que realmente me rompió el corazón fue una fotografía de las espaldas de tres niños pequeños en Madagascar, sin ropa, mostrando clara y visiblemente la extrema falta de alimentación. Cada hueso de su cuerpo parecía ser visible. Esto tuvo un impacto profundo en mi corazón.

¿Qué puedo hacer?

Después de leer este artículo bajé las escaleras un poco aturdido, con un gran peso en mi corazón y mis ojos llenos de lágrimas. Saqué los cereales del desayuno de la alacena y, mientras iba al frigorífico a sacar la leche, me fijé en un imán de nevera de Santa Teresa de Calcuta. Sostuve la leche en mi mano, y mientras cerraba la puerta, volví a mirar la imagen de la Madre Teresa y dije en mi corazón: «Madre Teresa, viniste a ayudar a los pobres de este mundo, ¿qué puedo hacer para ayudarlos?”. Sentí en mi corazón una respuesta inmediata, suave y clara: “¡Ayuno!”. Puse la leche directamente en el refrigerador y los cereales en la alacena, y sentí tanta alegría y paz al recibir una dirección tan clara. Entonces hice una promesa, que si pensaba en comida ese día, si tenía hambre, olía comida o incluso la veía, ofrecería esa pequeña abnegación por esos pobres niños y sus padres, así como por todas las personas hambrientas y mal nutridas alrededor del mundo.

Fue un honor ser llamado a la intervención divina de Dios de una manera tan simple pero obviamente poderosa. No pensé en comida ni sentí hambre ese día hasta más tarde, por la noche, cuando asistí a la Santa Misa. Momentos antes de recibir la Sagrada Comunión, mi estómago rugió y sentí mucho el hambre. Cuando volví a arrodillarme después de recibir la Eucaristía, sentí que acababa de terminar la mejor comida de mi vida. Ciertamente lo había hecho; había recibido el ‘Pan de Vida’ (Juan 6, 27-71). La Eucaristía no solo nos une personalmente a cada uno de nosotros con Jesús, sino también entre nosotros, y de manera poderosa nos “compromete con los pobres” (CEC 1397). San Agustín describe la grandeza de este misterio como “signo de unidad” y “vínculo de caridad” (CEC 1398). San Pablo nos ayuda a entender esto explicando más detalladamente: “Porque el pan es uno; nosotros, que somos muchos, somos un solo cuerpo, pues todos participamos de un solo pan” (1 Corintios 10, 17). Por lo tanto, ser “un cuerpo en Cristo” nos hace “individualmente miembros unos de otros” (Romanos 12, 5).

Una sola dirección

Comencé a orar cada semana, preguntándole al Señor por quién quería que ayunara y orara. Antes de comenzar a ayunar, de alguna manera me encontraba con alguien; una persona sin hogar, una prostituta, un ex presidiario, etc. Me sentí verdaderamente guiado. Sin embargo, una semana en particular, me fui a dormir sin saber cuál era la intención por la que el Señor quería que ayunara y orara. Mientras me preparaba para descansar esa noche, oré, pidiendo dirección. A la mañana siguiente, cuando terminé mi oración matutina, noté que tenía un mensaje de texto en mi teléfono móvil. Mi hermana me había enviado el mensaje con la trágica noticia de que una amiga suya se había suicidado. Tuve mi respuesta. Entonces comencé a ayunar y orar por el alma de esta joven. También, por las personas que encontraron a la muchacha, su familia y todas las víctimas de suicidio, y cualquiera que actualmente estuviera contemplando quitarse la vida. Cuando llegué a casa del trabajo ese día, recé mi Rosario diario. Mientras rezaba la última oración, en la última cuenta, sentí claramente en mi corazón las palabras: “Cuando ayunas” (Mateo 6, 16-18). Mientras reflexionaba sobre estas palabras, el énfasis estaba claramente en ‘cuando’, no en ‘si’. Por mucho que se espere que oremos como creyentes, lo mismo es claramente cierto para el ayuno: ‘Cuando ayunas’. Cuando terminé el Rosario y me puse de pie, mi teléfono sonó de inmediato. Una hermosa anciana que conozco de la Iglesia me llamó en un estado desesperado y me contó algunas de las cosas que estaban pasando en su vida. Me dijo que estaba pensando en suicidarse. Me arrodillé y oramos juntos por teléfono y, por la gracia de Dios, sintió paz al final de la oración y la conversación. ¡El poder de la oración y el ayuno! Gloria a Dios.

Vuela y contraataca

He tenido la gran bendición de visitar el lugar de peregrinación mariana de Medjugorje varias veces en mi vida, y he crecido más profundamente en el aprecio por esta hermosísima arma contra el mal. Allí la Santísima Virgen ha seguido llamando a sus hijos a la penitencia y al ayuno, pidiéndoles muchas veces que los miércoles y viernes sólo tomen pan y agua. Un difunto sacerdote de Medjugorje, el padre Slavko, dijo una vez que «la oración y el ayuno son como dos alas». Seguramente no podemos esperar volar muy bien con una sola ala. Es hora de que los creyentes abracen verdaderamente todo el mensaje del Evangelio y vivan radicalmente para Jesús… y realmente vuelen.

La Biblia nos muestra claramente una y otra vez el poder de la oración cuando se acompaña con el ayuno (Ester 4, 14-17; Jonás 3; 1 Reyes 22, 25-29). En una época en la que las líneas de batalla están claramente trazadas, y el contraste entre la luz y la oscuridad es inequívocamente evidente, es hora de hacer retroceder al enemigo, recordando las palabras de Jesús, que algunos males «no pueden ser expulsados ​​​​con nada más, solo con la oración y el ayuno» (Marcos 9, 29).

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By: Sean Booth

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May 27, 2023
Comprometer May 27, 2023

Sigue leyendo este artículo para descubrir un camino nuevo en la vida de oración.

Hace algunos años, la casa de mi hermana tuvo un gran problema de plomería; había una fuga de agua no detectada en algún lugar de la propiedad que causó que el recibo del agua aumentara de $70 dólares al mes a $400 dólares. Trataron de encontrar la raíz de la fuga, hasta pusieron a su hijo a excavar y excavar sin tener éxito.

Después de días de búsqueda infructuosa, a un amigo se le ocurrió una solución; su idea fue la de olvidarse de tratar de encontrar la fuga, en su lugar, ir a la tubería principal de agua, conectar una tubería nueva y evitar el área que sabían que era problemática debido a la acumulación de agua; colocar la nueva tubería a lo largo de un nuevo camino y abandonar la tubería vieja por completo.

Así que eso es lo que hicieron; después de un día de arduo trabajo y mucha excavación, lograron ejecutar el plan y, ¡voilà! El problema se solucionó y el recibo del agua de mi hermana volvió a la normalidad.

Al reflexionar sobre esto, mis pensamientos se volvieron hacia las oraciones sin respuesta; a veces estamos orando por personas o por situaciones y esas oraciones no parecen hacer ninguna diferencia; la tubería al oído de Dios parece «permeable». Tal vez oramos y oramos y oramos para que alguien tenga una conversión, para que regrese a la Iglesia; oramos para que alguien que haya estado desempleado por algún tiempo encuentre un trabajo; oramos por la sanación de alguien que lucha contra problemas de salud graves; cualquiera que sea la situación, no vemos ningún progreso y nuestras oraciones se sienten como si fueran desperdiciadas o inútiles.

Recuerdo orar por un conflicto de personal muy difícil en la organización misionera con la que trabajo, esta fue una situación muy estresante y agotadora para mí emocional y físicamente; nada de lo que intenté en un nivel natural parecía resolverlo, y mis oraciones por una solución parecían no tener ningún efecto; en mi oración de un día, clamé una vez más a Dios con desesperación y escuché una voz apacible y tranquila en mi corazón: «Suéltamelo a mí, yo me encargaré de eso».

Me di cuenta de que necesitaba un cambio en mi enfoque, un «desvío de plomería»; por así decirlo, mi actitud hasta este punto era tratar de resolver la situación con mis esfuerzos: mediar, hablar, intentar varios compromisos, aplacar a las partes involucradas; pero como nada había funcionado y las cosas solo empeoraron, sabía que necesitaba dejar que Dios se hiciera cargo, así que le di mi consentimiento: «Señor, te lo entrego todo, haz lo que necesites hacer y cooperaré».

Dentro de las 48 horas posteriores a esa oración, ¡la situación se resolvió por completo! Con una velocidad que me dejó sin aliento, una de las partes tomó una decisión que cambió absolutamente todo, y el estrés y el conflicto se eliminaron de esa manera. Estaba asombrada y no podía creer lo que acababa de suceder.

¿Qué aprendí? Si estoy orando de cierta manera por algo o alguien y he estado atorado, y no estoy viendo avances, tal vez necesito cambiar la forma en que estoy orando; detenerme y preguntarle al Espíritu Santo: «¿Hay otra manera en que debería orar por esta persona? ¿Hay algo más que debería estar pidiendo, como una gracia específica que necesitan en este momento?” Tal vez tengamos que probar un «desvío de plomería».

En lugar de tratar de encontrar la fuga o la fuente de la resistencia, podemos orar para que Dios la evite. Dios es muy creativo (la fuente de la creatividad, el creador original) y si seguimos cooperando con Él, Él encontrará otras formas de resolver problemas y traer la gracia en la que ni siquiera hemos pensado. Deja que Dios sea Dios y dale espacio para moverse y actuar.

En mi caso, necesitaba apartarme del camino, reconocer con humildad que lo que había estado haciendo no estaba funcionando, y entregarme más profundamente al Señor para que Él pudiera actuar. Pero cada situación es diferente, así que pregúntale a Dios qué quiere que hagas y escucha sus instrucciones; síguelas lo mejor que puedas y deja los resultados en sus manos. Y recuerda lo que Jesús dijo: «Lo que es imposible para el hombre, es posible para Dios». Lc. 18, 27

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By: Ellen Hogarty

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May 27, 2023
Comprometer May 27, 2023

“Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1, 14).

La primera vez que vi a Anne estaba en la iglesia durante la Santa Misa. Entre semana, asisto a Misa en una pequeña capilla con solo dos filas de asientos. Ves a las mismas pocas personas todos los días, por lo que te familiarizas con todos. Anne parecía tener temblores de vez en cuando. Al principio, supuse que tenía la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, después de una observación más cercana, noté que solo tenía este problema cuando recibía la Sagrada Comunión. Su cuerpo, especialmente sus manos, temblaban mientras recibía la hostia consagrada del sacerdote. El temblor continuaba durante unos minutos.

Un día, decidí preguntarle a Anne sobre su reacción durante la Comunión. Anne explicó amablemente este regalo inusual. Sus temblores no estaban relacionados con ningún tipo de condición médica, aunque muchas personas asumieron que ese era el caso. Estaba un poco avergonzada por la reacción de su cuerpo, porque atraía una atención no deseada hacia ella. Este fenómeno comenzó hace varios años cuando de repente reconoció la magnitud de lo que significaba recibir el cuerpo de Cristo. Jesús, el Hijo de Dios, se hizo hombre por nosotros. Lleno de gracia y de verdad, vivió entre nosotros. Él murió en sacrificio por nuestros pecados. Después de ese momento de conciencia, Anne dice que su cuerpo tiembla involuntariamente cada vez que acepta la Comunión. La reverencia de Ana por la Eucaristía me dio una nueva apreciación de este Sacramento.

San Agustín describió un Sacramento como un «signo exterior y visible de una gracia interior e invisible». ¿Con qué frecuencia reconocemos los signos de la gracia? Cuando reducimos los sacramentos a meros rituales, perdemos la conciencia de la presencia amorosa de Dios. Las realidades sagradas sólo pueden ser apreciadas por aquellos que están atentos.

Señor Jesús, oro para que me des una profunda reverencia por todo lo que es sagrado. Permíteme encarnar a Cristo en todo lo que soy y en todo lo que hago. Conviérteme en un sacramento vivo, un signo exterior y visible de tu gracia interior e invisible. Amén.

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By: Nisha Peters

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May 27, 2023
Comprometer May 27, 2023

Los cambios repentinos en la vida pueden ser angustiosos, ¡pero ánimo! No estás solo.

Pedirme que explique el momento en que tomé conciencia de mi relación con Dios es como pedirme que recuerde cuándo empecé a respirar; no puedo hacerlo. Siempre he sido consciente de Dios en mi vida. No hay un momento definitorio de «aquí fue», en el cual me haya hecho consciente de Dios. Pero hay innumerables momentos que me recuerdan que Él siempre está presente. El Salmo 139 lo dice hermosamente: “Porque tú formaste mis entrañas, me tejiste en el vientre de mi madre. Te alabo, porque estoy maravillosamente hecho” (Salmo 139, 13-14).

La única respuesta

Mientras que Dios ha sido siempre una presencia constante en mi vida, muchas veces otras cosas no han sido tan consistentes. Los amigos, hogares, salud, fe y los sentimientos, por ejemplo, pueden cambiar con el tiempo y las circunstancias.

A veces, el cambio se siente nuevo y emocionante; pero otras veces es aterrador y me deja sintiéndome débil y vulnerable. Las cosas van y vienen rápidamente, y siento que mis pies están plantados en el borde de una playa de arena ventosa donde la marea cambia constantemente mi base y me hace buscar el equilibrio una y otra vez. ¿Cómo manejamos los cambios diarios que alteran nuestro equilibrio? Para mí, solo ha habido una respuesta; y sospecho que la misma será verdad también para ti: La gracia. La propia vida de Dios que se mueve dentro de nosotros, el regalo inmerecido de Dios que no podemos ganar ni comprar, y que nos guía a través de esta vida, a la vida eterna.

Reubicación sin tregua

En promedio, me he mudado cerca de una vez cada 5 o 6 años. Algunas mudanzas fueron más locales y temporales; otras me llevaron mucho más lejos y por períodos más largos. Pero todas fueron mudanzas y cambios de la misma manera.

El primer gran cambio se produjo cuando el trabajo de mi padre nos obligó a mudarnos por todo el país. Nuestra familia tenía profundas raíces en un estado que era muy diferente geográfica y culturalmente del nuevo estado. La emoción de algo nuevo alivió temporalmente mi miedo a lo desconocido. Sin embargo, cuando llegábamos a nuestro nuevo hogar, la realidad de que habíamos dejado todo lo que conocía: mi hogar, nuestros familiares, amigos, la escuela, la iglesia y todo lo que me era familiar, me invadía una gran tristeza y vacío.

La reubicación cambiaba nuestra dinámica familiar. Mientras todos se adaptaban a los cambios, quedaban absortos en sus necesidades individuales. No nos sentíamos como la misma familia. Nada se sentía seguro o familiar; y la soledad comenzó a asentarse.

Lagrimas sanadoras

Durante las semanas posteriores a nuestra mudanza, desempacamos y clasificamos nuestras pertenencias. Un día, mientras estaba en la escuela, mi madre desempacó un crucifijo que había estado colgado en la pared sobre mi cama desde que yo nací. Lo desenvolvió y lo colgó en mi nuevo dormitorio.

Fue algo pequeño, pero marcó una gran diferencia. La cruz era algo familiar y amado. Me recordó cuánto amaba a Dios y cómo a menudo hablaba con Él en mi antiguo hogar. Él había sido mi amigo desde que yo era una niña, pero de alguna manera, pensé que lo había dejado atrás. Tomé el crucifijo de la pared, lo sostuve con fuerza en mis manos y lloré. Algo empezó a cambiar en mí. Mi mejor amigo estaba conmigo y pude hablar con Él una vez más. Le hablé sobre lo extraño que se sentía ese nuevo lugar y cuánto anhelaba volver a casa. Durante horas le conté lo sola que me sentía, los miedos que se apoderaban de mi corazón, y le pedí su ayuda.

Poco a poco, las lágrimas que corrían por mi mejilla lavaron los pedazos de oscuridad que se habían apoderado de mi corazón. La paz, que no había sentido en mucho tiempo, se instaló en mi corazón. Las lágrimas se secaron poco a poco, la esperanza entró en mi corazón y, sabiendo que Dios estaba conmigo, volví a ser feliz. La presencia de Dios en mi habitación ese día cambió mi disposición, mi corazón y mi perspectiva. Yo no podría haber hecho eso por mi cuenta. Fue un regalo de Dios para mí… Su gracia.

La única constante en la vida

En las Escrituras Dios nos dice que no temamos porque Él siempre está con nosotros. Uno de mis versos favoritos me ayuda a lidiar con mi miedo al cambio: “Sé fuerte y valiente. No teman ni tengan miedo de ellos, porque el Señor su Dios es quien va con ustedes. Él no te dejará ni te desamparará”. (Deuteronomio 31, 8)

Me he mudado y enfrentado cambios muchas veces desde que era una niña, pero me he dado cuenta de que soy yo quien se muda y cambia, no Dios. Él nunca cambia. Él siempre está ahí conmigo sin importar a dónde vaya y lo que esté cambiando en mi vida. Dios ha restaurado mi equilibrio después de cada mudanza, cada cambio y cada movimiento en la arena. Ha sido parte de mi vida desde que tengo memoria. A veces lo olvido, pero Él nunca se olvida de mí. ¿Cómo podría? Él me conoce tan íntimamente que “hasta los cabellos de (mi) cabeza están contados” (Mateo 10, 30-31). Eso también es gracia.

El día que quité esa cruz de la pared de mi habitación y la sostuve con fuerza, simbolizó la relación que tendría con Él por el resto de mi vida. Necesito su presencia constante para disipar las tinieblas, darme esperanza y mostrarme el camino. Él es “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14, 6); así que me aferro a Él tan fuerte como puedo a través de la oración, leyendo las Escrituras, asistiendo a Misa, recibiendo los Sacramentos y compartiendo con otros las gracias que Él me da. Necesito que mi amigo esté conmigo siempre como lo prometió. Necesito todas sus gracias asombrosas y las pido diariamente. Estoy segura de que no merezco tales regalos, pero Él me los da de todos modos porque Él es Amor y quiere salvar a alguien que no lo merece, como yo.

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By: Teresa Ann Weider

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May 27, 2023
Comprometer May 27, 2023

Practica esto y nunca te arrepentirás…

Una antífona del último Adviento me llamó la atención: “Veamos su rostro y seremos salvos”. Sí, oré: Jesús, déjame ver tu rostro. Pienso en María y José mirando tu rostro por primera vez mientras te abrazaban suavemente y besaban tu cabeza, y te acostaban sobre la paja cubierta con una cálida manta. Qué hermoso eres, incluso antes de que tus ojos se abran y me devuelvas la mirada.

Reaviva tu amor

Por esa época, leí un libro de la Hermana Immaculata, una monja carmelita, (“Los caminos de la oración: COMUNION CON DIOS”; publicado por Ermita Monte Carmelo, 1981) algo que también tocó mi corazón. En su libro, ella habló de cómo podemos mantener nuestro amor por ti, Jesús, que profesamos en nuestros tiempos formales de oración y en la Eucaristía cuando te recibimos en nuestros cuerpos y almas. Leí ansiosamente sobre esto, ya que había estado luchando con la idea de conseguir una cosa más para comer o beber en la cocina cercana. Mientras estaba sentada en mi rincón de oración, me di cuenta de la verdad de un dicho que alguien colocó en su refrigerador: “Lo que estás buscando no está aquí”. Sí, podría recurrir a ti en lugar de ir a mi nevera, ¿no? Así que quería leer lo que la Hermana Immaculata tenía que decir acerca de reavivar mi Amor.

La autora afirmó: “La constante conversación con Dios en su presencia viva es el generador que alimenta el alma; mantiene el calor y la sangre fluyendo… Debe haber una gran fidelidad en esta práctica de intercambio amoroso con Dios en la vida de fe”. La hermana mostró cómo “se debe cuidar especialmente que esta mirada interior a Dios, por breve que sea, preceda y concluya toda acción exterior”. Ella comenzó a compartir cómo la gran mística, Santa Teresa de Ávila, habló de esto con sus monjas:

“Si puede, que practique el recogimiento en oración muchas veces al día.” Santa Teresa entendía que no sería fácil al principio, pero decía que “si tu practicas por un año, o quizá por solo seis meses, lo lograrás con éxito”— esto es un gran tesoro y beneficio. Los santos “nos enseñan que esta comunión constante es un medio sumamente eficaz para llegar rápidamente a un alto grado de santidad. Estos actos de amor disponen el alma para tomar conciencia del toque del Espíritu Santo y la preparan para esa infusión amorosa de Dios en el alma que llamamos contemplación… que nos permite cumplir con nuestra obligación cristiana de orar siempre y en todas partes.”

En el ciclo del hábito

Estas son algunas maneras en las que he estado incorporando esta práctica. Al subir y bajar escaleras, o incluso al caminar por ciertos caminos, digo al compás de mis pasos: “Jesús, María y José, los amo. Salven almas”. Cuando me siento a comer, le pido a Jesús que se siente conmigo. Al terminar de comer, le doy gracias. La práctica más difícil era orar antes de tomar cualquier refrigerio o bocado cuando no estaba en una comida, o cuando preparaba para una. Hice esto para la cuaresma y finalmente estoy formando un nuevo hábito.

Cuando paso por una iglesia o capilla, digo alguna variación de “Jesús, gracias por tu presencia en la Eucaristía. Por favor, bendice a todos desde este lugar sagrado”. Al renunciar a un dulce durante la cuaresma o los viernes, rezo por alguien o por algún país en gran necesidad.

Sor Immaculata nos asegura: “Dios se revelará; tiene sed de hacerlo, pero no podrá a menos que el corazón y la mente estén preparados para recibirlo. Nuestra vida de oración no comienza realmente hasta que hemos puesto los cimientos de una conciencia pura, desapego y la práctica de permanecer en su presencia”.

“La verdadera libertad es la libertad del egoísmo. El hábito del recogimiento constante y la oración continua en la presencia de Dios es el remedio para ese miedo a morir al yo y al egoísmo que están tan arraigados en nosotros… La oración y la abnegación están tan inseparablemente unidas… porque el amor de Jesús hace que una persona se desprecie a sí misma.” Este capítulo termina con una cita de la “Imitación de Cristo”:
“Sé humilde y pacífico, y Jesús estará contigo. Sé devoto y tranquilo, y Jesús se quedará contigo. Si quieres probar la infinita dulzura del Señor, necesitas despegar tu corazón de las criaturas, y tenerlo puro y elevado hacia Dios” (Libro II, capítulo 8).

A medida que descubro las áreas en las que me complazco sin haber orado primero, me siento inspirada para buscar una oración que me acerque más al Señor a quien amo, sirvo y a quien oro durante horas todos los días. Jesús, sí, ayúdame a crecer en la práctica de vivir en tu presencia, buscando ver tu rostro cada vez más”.

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By: Hermana Jane M. Abeln SMIC

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May 27, 2023
Comprometer May 27, 2023

P. Siempre me he sentido abrumado y ansioso al pensar en el futuro de mi familia, mi salud, mi situación financiera, mi trabajo; también he sentido esa misma ansiedad al pensar en mi salvación. ¿Cómo puedo encontrar la paz dentro de mi corazón entre tantos temores?

R. Es significativo que la frase «no temas» aparezca 365 veces en la Biblia, ¡una para cada día del año! ¡Parecería que Dios sabía que necesitaríamos recordatorios diarios de que Él está a cargo, y con ello, podríamos poner todos nuestros temores en sus manos!

Puede resultar difícil creer que cada circunstancia de nuestra vida está en manos de un Dios amoroso. Pero cuando miramos la fidelidad de Dios y no nuestros problemas, de repente, nos damos cuenta de cómo Él puede sacar algo bueno de todo lo que experimentamos día con día.

Por ejemplo, al leer las Escrituras podemos ver cómo Dios fue fiel a los grandes héroes de la Biblia. En el Antiguo Testamento, José fue vendido como esclavo en Egipto y luego arrojado a prisión; Dios, convirtió esta tragedia en una oportunidad; primero, para que José fuera elevado a la categoría de magistrado y segunda mano del Faraón en Egipto, y luego, para que salvara a su familia cuando el hambre azotara la tierra. O, en el Nuevo Testamento, Pablo fue encarcelado, y su vida fue amenazada varias veces; pero en cada ocasión, Dios lo rescató de sus enemigos.

Mira las vidas de los santos, ¿alguna vez los abandonó Dios? Piensa en San Juan Bosco, muchas personas buscaban quitarle la vida a este santo sacerdote; pero Dios milagrosamente le proveía un guardián especial, ¡un gran perro gris que aparecería en la escena para protegerlo! Piensa en San Francisco que fue capturado en batalla y encarcelado durante un año, y ese año se convirtió en su experiencia de conversión. Piensa en el beato Carlo Acutis, el joven adolescente que murió de leucemia en 2006 a los 15 años y cómo Dios ha traído un gran bien desde esa muerte temprana, ya que millones han sido inspirados a la santidad por su historia y ejemplo.

Puedo decirles que mi momento más difícil fue cuando me echaron de la escuela y me dijeron que abandonara mis planes para el sacerdocio, terminó siendo una de las experiencias más
agraciadas y bendecidas de mi vida, ya que abrió la puerta al sacerdocio en otra diócesis más adecuada al plan de Dios en mí, donde puedo usar mis dones y talentos para su gloria. Fue sólo en retrospectiva que reconocí la intervención de Dios en mi vida. Las formas en que Dios me ha mantenido a salvo y me ha acercado más a Él en el pasado, me da confianza de que Él que fue fiel entonces, será fiel en el futuro. Y ahora, vuélvete a tu propia vida. ¿Cómo has visto a Dios trabajar por ti?

Concéntrate en las promesas que Dios hizo en las Escrituras. Él nunca nos prometió una vida fácil, Él prometió que nunca nos abandonaría. Prometió que «ningún ojo puede ver y ningún oído puede oír lo que Dios ha preparado para aquellos que lo aman». Nunca prometió que la vida siempre iría bien, pero prometió que «todas las cosas funcionan para el bien de aquellos que aman a Dios» (Romanos 8:28).

Finalmente, reza la Letanía de Confianza. Las Hermanas de la Vida en Nueva York escribieron esta hermosa letanía que nos invita a rendir nuestras ansiedades a Dios. Dice, en parte:

De la ansiedad por el futuro, líbrame, Jesús.
Del inquieto egoísmo en el momento presente, líbrame, Jesús.
De la incredulidad en Tu amor y Tu presencia, líbrame, Jesús.

Reza continuamente la breve oración: ¡Jesús, confío en Ti! Y Él puede llenar tu corazón con una paz que sobrepasa todo entendimiento.

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By: EL PADRE JOSEPH GILL

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May 27, 2023
Comprometer May 27, 2023

¿Tus luchas parecen interminables? Cuando la desesperación se apodera de tu corazón, ¿qué haces?

Estaba sentada en una silla de gran tamaño retorciendo mis manos y esperando que el psicólogo entrara en la habitación, quería levantarme y correr; el psicólogo me saludó, me hizo algunas preguntas básicas y luego comenzó la sesión de asesoramiento; sostenía una tableta y un bolígrafo, y cada vez que yo decía algo o hacia un gesto con la mano, tomaba notas en la tableta. Después de poco tiempo, supe desde el fondo de mi corazón que él determinaría que yo estaba más allá de cualquier ayuda.

La sesión terminó con la sugerencia de que tomara tranquilizantes para ayudarme a lidiar con el desorden en mi vida, le dije que lo pensaría; pero instintivamente sabía que esa no era la solución.

Desesperada y solitaria

Cuando me encontraba en el mostrador de la recepcionista para programar la siguiente cita, divagué una y otra vez sobre el desorden en mi vida; ella, quien me escuchaba con amabilidad, me preguntó si alguna vez había considerado ir a una reunión de Al-Anon, me explicó que Al-Anon era para miembros de familias cuyas vidas están siendo afectadas por el alcoholismo de algún familiar o alguien cercano, me dio un nombre y un número de teléfono y me dijo que esta señora me llevaría a una reunión.

En mi auto, con lágrimas rodando por mis mejillas, miré fijamente el nombre y número de teléfono; al no haber obtenido alivio del psicólogo, y con mi vida hecha un desastre, estaba desesperada por intentar algo diferente. Llegué a la conclusión de que, si el psicólogo me había diagnosticado las pastillas, era porque ya no había más ayuda que esa; así que llamé a la señora de Al-Anón. Este fue el momento en que Dios entró en el lío en el que se encontraba mi vida y comenzó mi viaje de recuperación.

Me gustaría decir que fue fácil el camino de recuperación después de comenzar el programa de 12 pasos de Al-Anon, pero había montañas empinadas y valles oscuros y solitarios por recorrer, aunque siempre con un rayo de esperanza.

Asistí fielmente a dos reuniones de Al-Anon por semana; el programa de 12 pasos de Al-Anon se convirtió en mi salvavidas; me abrí a los demás miembros poco a poco. Un rayo de sol entró en mi vida, comencé a orar de nuevo y a confiar en Dios.

Después de dos años de reuniones de Al-Anon, supe que necesitaba ayuda profesional adicional; un amable amigo de Al-Anon me animó a entrar en un programa de hospitalización de 30 días.

Dejar ir

Debido a que estaba enojada con el alcohol, no quería estar cerca de ninguno de los «borrachos” en ese programa de tratamiento; sin embargo, durante el programa intensivo estuve rodeada de muchos alcohólicos y drogadictos; parece que Dios sabía lo que necesitaba para sanar. Mi corazón comenzó a ablandarse cuando fui testigo del dolor personal de mis compañeros adictos y el profundo dolor que habían causado a sus familias.

Fue durante este tiempo de entrega y abandono en las manos de Dios, que también llegué a los términos de aceptación de mi propio alcoholismo. Aprendí que bebía para cubrir mi dolor; me di cuenta de que yo también había estado abusando del alcohol y que sería mejor si me abstuviera de beber por completo. Durante ese mes dejé ir mi ira hacia mi esposo y lo puse en las manos de Dios; solo después de hacer esto, pude perdonarlo.

Después de mi programa de 30 días, por la gracia de Dios, mi esposo ingresó a un programa de tratamiento para su alcoholismo. La vida estaba mejorando para mí, para mi esposo y para nuestros dos hijos adolescentes; regresamos a la Iglesia católica y nuestro matrimonio estaba siendo sanado un día a la vez.

Dolor desgarrador

Entonces la vida nos dio un golpe inimaginable que destrozó nuestros corazones en un millón de pedazos; nuestro hijo de diecisiete años y su amigo murieron en un devastador accidente automovilístico. El accidente fue causado por exceso de velocidad y consumo de alcohol; estuvimos en shock durante semanas. Con nuestro hijo arrancado violentamente de nosotros, nuestra familia de cuatro se redujo repentinamente a tres; mi esposo, yo y nuestro hijo de 15 años nos aferramos el uno al otro, a nuestros amigos y a nuestra fe. Tomarlo un día a la vez era más de lo que podía manejar, tuve que tomarlo un minuto, una hora a la vez; pensé que el dolor nunca nos abandonaría.

Por la gracia de Dios entramos en un período prolongado de consejería. El consejero amable y cariñoso, sabiendo que cada miembro de la familia lidia con la muerte de un ser querido a su manera y en su propio tiempo, trabajó con cada uno de nosotros individualmente para procesar nuestro dolor.

Meses después de la muerte de mi hijo, todavía estaba consumida por la ira y la rabia; fue aterrador para mí darme cuenta de que mis emociones estaban totalmente fuera de control. No estaba enojada con Dios por llevarse a mi hijo, sino con mi hijo por su decisión irresponsable la noche en que murió; eligió beber alcohol y ser pasajero en un automóvil que era conducido por alguien que también estaba bebiendo, me enfurecí con el alcohol en cualquier forma.

Un día en nuestro supermercado local vi una exhibición de cerveza al final de un pasillo; cada vez que pasaba por delante de la exhibición, me sentía rabiar, quería demoler la exhibición hasta que no quedara nada de ella; salí corriendo de la tienda antes de que mi ira explotara en una rabia incontrolable.

Compartí la historia con nuestro consejero familiar y él se ofreció a llevarme al campo de tiro donde podría usar su rifle para apuntar, disparar y demoler tantas latas de cerveza vacías como necesitara para liberar con seguridad la poderosa ira que me controlaba.

Amor que sana

Pero Dios en su sabiduría infinita tenía otros planes más suaves para mí. Me tomé una semana libre del trabajo y asistí a un retiro espiritual; en el segundo día del retiro, participé en una meditación de sanación interior en la que me imaginé a Jesús, mi hijo y yo en un hermoso jardín rodeado de flores coloridas, hierba verde y magníficos árboles llenos de pájaros azules que cantaban suavemente; era tranquilo y sereno, me llené de alegría de estar en la presencia de Jesús y poder abrazar a mi precioso hijo. Jesús, mi hijo y yo caminamos tranquilamente de la mano, sintiendo en silencio un inmenso amor fluyendo entre nosotros.

Después de la meditación, sentí una profunda paz; no fue hasta después de regresar a casa del retiro que me di cuenta de que mi ira y rabia se habían evaporado; Jesús me había sanado de mi ira incontrolable y la había reemplazado con un derramamiento de su gracia. En lugar de enojo, solo sentí amor por mi precioso hijo. Estaba agradecida por el amor, la alegría y la felicidad que mi hijo me había dado a lo largo de su corta vida; mi pesada carga se estaba volviendo más ligera.

Cuando la muerte trágica golpea a una familia, cada miembro puede ser superado por el dolor; procesar la pérdida es un desafío, lo que nos obliga a caminar a través de valles oscuros. El amor de Dios y su asombrosa gracia pueden traer rayos de luz y esperanza a nuestras vidas. El dolor, saturado por el amor de Dios, nos cambia de adentro hacia afuera, transformándonos poco a poco en personas de amor y compasión.

Esperanza inagotable

A través de muchos años de lidiar con los efectos de la adicción y la locura que esta conlleva, junto con el duelo por la muerte de mi hijo, me he aferrado a Jesucristo, quien es mi roca y mi salvación.

Nuestro matrimonio sufrió tremendamente después de la muerte de nuestro hijo, pero por la gracia de Dios y nuestra voluntad de buscar ayuda, continuamos, un día a la vez, amándonos y aceptándonos el uno al otro; se necesita entrega diaria, confianza, aceptación, oración y aferramiento a la esperanza que tenemos en Jesucristo, nuestro Salvador y nuestro Señor.

Cada uno de nosotros tiene una historia que contar, a menudo es una historia de angustia, desafío y tristeza, con una mezcla de alegría y esperanza; todos estamos buscando a Dios, lo reconozcamos o no; como decía san Agustín: «Nos has hecho para ti mismo, oh, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti».

En nuestra búsqueda de Dios, cualquiera de nosotros ha tomado desvíos que nos han llevado a lugares oscuros y solitarios; algunos de nosotros hemos evitado los desvíos y hemos buscado una relación más profunda con Jesús; pero no importa por lo que estés pasando actualmente en tu vida, hay esperanza y sanación. En todo momento Dios nos está buscando, todo lo que necesitamos es extender nuestra mano y dejar que Él la tome y nos guíe.

«Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; a través de los ríos, no serás arrastrado. Cuando camines a través del fuego, no serás quemado, ni las llamas te consumirán. Yo, el Señor, soy tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador». Isaías 43, 2-3.

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By: Connie Beckman

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May 27, 2023
Comprometer May 27, 2023

¿Estás en busca de algo más en tu vida? Recibe esta llave para desbloquear el misterio.

Cada Sábado Santo, en preparación para la Pascua, nuestra familia celebra una versión cristiana del Plato del Séder. Comemos cordero, jaroset, hierbas amargas y rezamos algunas de las antiguas oraciones del pueblo judío.

‘Dayenú’, una canción alegre que relata las bondades y la misericordia de Dios durante el Éxodo, es una parte clave del Séder de Pésaj. La palabra “Dayenú” es un término hebreo que significa “hubiera sido suficiente para nosotros” o “hubiera sido suficiente”. La canción repasa los eventos del Éxodo y proclama: “Si Dios nos hubiera sacado de Egipto y no hubiera llevado a cabo juicios contra los egipcios, ¡Dayenú!... Eso hubiera sido suficiente. Si hubiera llevado a cabo juicios contra ellos, y no contra sus ídolos… Dayenú, etc. Cualquiera de las misericordias de Dios hubiera sido suficiente. ¡Pero Él nos las dio todas!

Como muchos de nosotros, pasé la mayor parte de mi juventud en una búsqueda incesante de algo que me bastara o me satisficiera. Siempre hubo este anhelo insaciable, la sensación de que había «algo más» ahí fuera; pero nunca pude entender qué, dónde o quién era. Perseguí los típicos sueños americanos de buenas calificaciones, oportunidades emocionantes, amor verdadero y una carrera satisfactoria. Pero todo esto me dejó sintiéndome insatisfecha.

Cuando lo encontré

Recuerdo cuando finalmente encontré lo que estaba buscando. Tenía 22 años y conocí a cristianos auténticos que buscaban activamente seguir a Jesús. Su influencia me ayudó a abrazar más plenamente mi propia fe cristiana y finalmente encontré la paz que anhelaba. Jesús era a quien yo estaba buscando.

Lo encontré sirviendo a los demás, adorándolo, caminando en medio de su pueblo, leyendo su Palabra y haciendo su voluntad.

Me di cuenta por primera vez que mi fe era mucho más que una obligación dominical. Me di cuenta de que estaba constantemente en la buena compañía de un Dios que se preocupaba por mí y quería que yo cuidara de los demás. Quería aprender más acerca de este Dios amoroso. Abrí mi Biblia polvorienta. Fui a un viaje misionero a Camerún, África. Pasé un año viviendo en solidaridad con los pobres en una Casa de Trabajadores Católicos.

La ‘Paz de Cristo que sobrepasa todo entendimiento’ me rodeaba y no me dejaba ir. Estaba tan envuelta por el amor de Jesús que la gente se me acercaba al azar y me preguntaba por qué estaba en paz y, a veces, me seguían.

María, la Santísima Madre de mi Señor y Salvador, guió todos mis pasos. El Rosario y la Misa diaria se convirtieron en partes indispensables de mi dieta espiritual, y me aferré tanto a María como a Jesús como si la vida misma dependiera de ello.

Sin embargo, en algún momento de la siguiente fase de mi vida, perdí este sentido de Dayenú, el sentido de satisfacción y la paz profunda que sobrepasa todo entendimiento. No puedo decir exactamente cómo o cuándo. Fue paulatino. De alguna manera, mientras llevaba una vida activa, criaba a cinco hijos y volvía a trabajar, me vi atrapada en el ajetreo de la vida. Pensé que necesitaba llenar cada momento de vigilia con productividad. No era un buen día a menos que lograra una o varias cosas.

Bolsillos de silencio

Ahora que la mayoría de mis cinco hijos están criados, todavía tengo la tentación de volver al mundo con todas mis fuerzas y llenar cada hora del día con tareas. Pero el Señor sigue tirando de mi corazón para pasar más tiempo con Él y, a propósito, crear espacios de silencio en mi día para que pueda escuchar su voz con claridad.

Para proteger activamente mi mente y mi corazón del ruido del mundo, he desarrollado una rutina que me ayuda a mantenerme en contacto con Dios. Cada mañana, lo primero que hago (después de atender cosas esenciales como el café y llevar a los niños a la escuela) es rezar las lecturas de la Misa diaria, caminar el Rosario y asistir a la Misa diaria. Biblia. Rosario. Eucaristía. Esa rutina es lo que me trae paz y me enfoca en cómo pasar el resto de mi día. A veces, ciertas personas, problemas y varias tareas me vienen a la mente mientras oro, y hago un punto (más tarde en el día) para acercarme u orar por esa persona, orar por esa preocupación o completar esa tarea. Simplemente escucho a Dios y actúo de acuerdo con lo que creo que me está pidiendo ese día.

Ningún día es igual. Algunos días son mucho más llenos que otros. No siempre respondo tan rápido como podría o amo tanto como debería. Pero ofrezco al Señor todas mis oraciones, trabajos, alegrías y sufrimientos al comienzo de cada día. Perdono a los demás por sus transgresiones y me arrepiento de cualquier falta al final de cada día.

Mi meta es saber en lo profundo de mi corazón que he sido una buena y fiel servidora y que mi Señor está complacido conmigo. Cuando siento el agrado del Señor, encuentro una paz profunda y duradera.

Y Dayenú… ¡es suficiente!

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By: Denise Jasek

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May 27, 2023
Comprometer May 27, 2023

A la edad de 20 años, Antonio perdió a sus padres y se quedó con una gran herencia y la responsabilidad de cuidar a su hermana. En ese tiempo, escuchó una lectura del Evangelio de Mateo donde Jesús le dice a un joven rico: «Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y da el dinero a los pobres». Antonio creía que él era ese joven rico. Poco después, regaló la mayor parte de su propiedad, vendió casi todo lo demás y se quedó solo con lo que necesitaba para cuidar de sí mismo y de su hermana. ¡Pero eso no era exactamente lo que el Señor había ordenado!

Poco después, Antonio estaba en Misa una vez más y escuchó el pasaje del Evangelio: “No se preocupen por el mañana; el día de mañana se encargará de sí mismo” (Mateo 6, 34). De nuevo, supo que Jesús le estaba hablando directamente, así que entregó hasta lo poco que había ahorrado, encomendó a su hermana al cuidado de unas santas mujeres y se adentró en el desierto para vivir una vida de pobreza, soledad, oración y mortificación.

En ese duro paisaje desértico, el diablo lo atacó de innumerables maneras diciéndole: “¡Piensa en todo el bien que podrías haber hecho con ese dinero que regalaste!”. Firme en la oración y la mortificación, Antonio luchó contra el demonio y sus manifestaciones. Muchos se sintieron atraídos por su sabiduría, y los animó a buscar la la negación de sí mismos, y una vida de abstinencia. No es de extrañar que después de su muerte se convirtiera en San Antonio el Grande o San Antonio del Desierto, el padre del monaquismo cristiano.

Una vez un hermano renunció al mundo y dio sus bienes a los pobres, pero retuvo un poco para sus gastos personales. Fue a ver a Abba Antonio. Cuando le dijo esto, el anciano le dijo: «Si quieres ser monje, ve al pueblo, compra algo de carne, cubre tu cuerpo desnudo con ella y ven aquí así». Así lo hizo el hermano, y los perros y los pájaros desgarraron su carne. Cuando volvió, el anciano le preguntó si había seguido su consejo. Le mostró su cuerpo herido, y San Antonio dijo: «Aquellos que renuncian al mundo pero quieren conservar algo para sí mismos, son desgarrados de esta manera por los demonios que les hacen la guerra».

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By: Shalom Tidings

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May 27, 2023
Comprometer May 27, 2023

“Soy católico y moriré por Dios con un corazón dispuesto y listo. Si tuviera mil vidas, se las ofrecería todas”.

Estas fueron las últimas palabras de un hombre que se encontraba en una situación en la que podía elegir entre vivir o morir.

Lorenzo Ruiz nació en Manila en 1594. Su padre chino y su madre filipina eran católicos. Creció con una educación dominicana, sirvió como monaguillo y sacristán, y finalmente se convirtió en calígrafo profesional. Miembro de la Cofradía del Santísimo Rosario, Lorenzo se casó y tuvo dos hijos con su esposa, Rosario.

En 1636, su vida dio un giro trágico. Acusado falsamente de asesinato, buscó la ayuda de tres sacerdotes dominicos que estaban a punto de emprender un viaje misionero a Japón, a pesar de la brutal persecución de los cristianos que tenía lugar allí. Lorenzo no supo hasta que zarparon que el grupo se dirigía a Japón, ni del peligro que allí les esperaba.

Temiendo que España usara la religión para invadir Japón como creían que lo habían hecho en Filipinas, Japón resistió ferozmente al cristianismo. Los misioneros pronto fueron descubiertos, encarcelados y sometidos a muchas torturas crueles que incluían el ser obligados a tragar grandes cantidades de agua; luego, los soldados se turnaban para pararse sobre una tabla colocada sobre sus estómagos, obligando al agua a salir violentamente de sus bocas, narices y ojos.

Finalmente, los colgaron boca abajo sobre un pozo, sus cuerpos fueron fuertemente atados para disminuir la circulación, prolongar el dolor y retrasar la muerte; pero siempre se dejaba un brazo libre, para que la víctima pudiera señalar su intención de retractarse. Ni Lorenzo ni sus compañeros se retractaron. De hecho, su fe se fortaleció cuando sus perseguidores los interrogaron y los amenazaron de muerte. Los santos mártires colgaron sobre el pozo durante tres días. Para entonces, Lorenzo estaba muerto y los tres sacerdotes que aún vivían fueron decapitados.

Una rápida renuncia a su fe podría haberles salvado la vida. Pero en cambio, eligieron morir con la corona de un mártir. Que su heroísmo nos inspire a vivir nuestra fe con valentía y sin compromiso.

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By: Tidings Staff

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Abr 12, 2023
Comprometer Abr 12, 2023

«Ten piedad de mí, oh, Señor, que soy un pecador».

Estas palabras han sido el grito de batalla de mi vida. Incluso en mis primeros años, eran mi lema, cuando ni siquiera me daba cuenta de ello.

Misericordia, si Dios tuviera un segundo nombre, sería «Misericordia».

La misericordia sostenía mi mano cada vez que entraba en el confesionario.

La misericordia me salvó una y otra vez, mientras envolvía mi alma y me perdonaba.

Mi viaje de fe comenzó hace décadas cuando mis padres eligieron para mí lo que yo aún no podía elegir para mí misma: el bautismo en la Iglesia Católica.

Fui criada para distinguir el bien del mal (sufriendo consecuencias de cuando me desvié del camino). Mis padres tomaron sus roles muy en serio y se complacían de enseñarme acerca de Jesús y la Iglesia. Eran las manos de Dios en mi vida, formando mi conciencia a través de su gracia.

A medida que crecía, tenía más hambre y sed de Él. Sin embargo, el mundo y mis propias luchas con el miedo y la ansiedad se interpusieron en el camino.

La vacilación entre lo bueno y lo malo plagaron mi vida durante años. Lo llamé «caminar por la cuerda floja entre el cielo y el infierno». Durante la universidad, recuerdo estar borracha a la 1:00am en el baño de un bar, tomando mi bebida mientras rezaba el rosario, temerosa incluso de perderme de rezarlo un día.

Cuando miro hacia atrás en momentos como éste que ilustran mi estira y afloja interno, recordaba la misericordia. Sabía a quién pertenecía, pero estaba tentada a deambular.

La lucha innata causada por el pecado original impregna nuestras vidas, ya sea que podamos nombrarlo o no. A nuestro deseo más profundo de Cristo se oponen las seducciones del mundo y del maligno. Sin embargo, la misericordia me ha sacado de la cuneta del pecado, me ha limpiado de la suciedad y me ha lavado de nuevo.

La misericordia ha esperado mi llamada, sentada junto al teléfono a todas horas de la noche hasta que estuve lista para ser recogida y llevada a casa.

La misericordia me ha librado de hundirme, apoyándome como un chaleco salvavidas.

La misericordia ha escuchado los gritos, las lágrimas, las palabras de enojo, y me ha abrazado mientras me reestablecía.

La misericordia me ha sostenido pacientemente mientras luchaba una y otra vez.

La misericordia es el fin, el comienzo, mi todo.

El Dios de la misericordia me ha esperado, me ha perseguido y me ha perdonado desde que lo conozco.

Y por su gracia, Él me ha asegurado que Él siempre está allí, con los brazos extendidos, amando y perdonando una y otra vez.

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By: Betsey Sawyer Estrade

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