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Ago 22, 2023 210 0 Sarah Barry
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¿Fe y ciencia?

Una de las mayores tragedias en el mundo actual es la idea errónea de que la ciencia y la religión tienen que estar en guerra.

He pasado la totalidad de mi carrera trabajando en escuelas primarias y secundarias; en escuelas públicas donde la fe y la cultura secular chocan. Durante años escuché la declaración reiterada de que la fe y el mundo real simplemente no pueden coexistir; o que la fe es para las personas a las que les han lavado el cerebro, como los soñadores y aquellos que se niegan a ver la vida por lo que es. La vida de fe se ha vuelto anticuada a los ojos de muchos; como algo que ya no es necesario ahora que tenemos ciencia y filosofía modernas para explicarlo todo. Este choque siempre fue más visible en mis cursos de ciencias; si los maestros no lo declaraban abiertamente, a menudo los estudiantes señalaban que uno no puede creer tanto en Dios como en la ciencia; los dos son, dicho de manera simple: mutuamente excluyentes. Para mí, nada podría estar más lejos de la verdad. A mis ojos, todo en la naturaleza sirve para probar la existencia de Dios.

El diseño perfecto de Dios

Cuando miramos el mundo natural, todo está perfectamente diseñado: El sol está a la distancia perfecta para sustentar la vida en la tierra; los organismos que habitan en el océano aparentemente sin ningún propósito, en realidad sirven para eliminar el dióxido de carbono de nuestros mares y atmósfera, para mantener la tierra habitable para otras especies; el ciclo de la luna a muchos kilómetros de distancia en el espacio exterior es lo que hace que las mareas cambien justo delante de nosotros; incluso los eventos aparentemente aleatorios en la naturaleza no son tan aleatorios cuando los analizamos.

Durante mi tercer año de secundaria, tomé un curso de ciencias ambientales; en mi unidad favorita aprendimos sobre los ciclos de la naturaleza. El ciclo del nitrógeno me impresionó particularmente; el nitrógeno es un nutriente crucial para que las plantas crezcan; sin embargo, en su forma atmosférica no es utilizable para ese propósito. Para que el nitrógeno se transforme en forma utilizable, desde la atmósfera, se necesitan bacterias en el suelo o un rayo; ¡un simple rayo! Algo que parece tan aleatorio y sin importancia sirve a un propósito mucho mayor.

Toda la naturaleza está perfectamente entretejida, al igual que el plan de Dios para nuestras vidas; incluso las cosas más pequeñas tienen una cadena de causas y efectos, todo sirviendo a un propósito final que alteraría el destino del mundo si faltara. Sin la luna, los innumerables animales y plantas que dependen del flujo y reflujo de las mareas para alimentarse morirían; sin esos rayos «aleatorios», nuestras plantas tendrían dificultades para crecer a medida que disminuye la fertilidad del suelo.

Del mismo modo, cada incidente en nuestras vidas, por confuso o insignificante que parezca, está previsto y se incorpora al plan perfectamente diseñado por Dios para nosotros, cuando alineamos nuestras voluntades con la suya. Si todo en la naturaleza tiene un propósito, todo en nuestras vidas también debe tener un significado mayor.

Creador en la Creación

Siempre he escuchado que encontramos a Dios en tres cosas: Verdad, belleza y bondad.

Un análisis lógico de la función de la naturaleza puede servir como evidencia de la verdad y de cómo Dios encarna esa verdad. Pero Dios no es sólo el emblema de la verdad, sino la esencia misma de la belleza. La naturaleza tampoco es solo un sistema de ciclos y células, sino también una cosa de gran belleza, otra representación de las muchas facetas de Dios.
Uno de mis l

ares favoritos para orar siempre ha sido en mi tabla de surf en medio del océano; mirar a mi alrededor la belleza de la creación de Dios me acerca mucho más al creador; sentir el poder de las olas y reconocer mi pequeñez entre el vasto mar siempre sirve para recordarme el inmenso poder de Dios. El agua está en todas partes y presente en todo; está dentro de nosotros, dentro del mar, dentro del cielo y dentro de las plantas y animales en la naturaleza.

Incluso cuando cambia de forma (sólido, líquido, gas), sigue siendo agua. Esto nos recuerda que Dios está presente como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; todos los seres vivos dependen del agua para sostenerse. No solo necesitamos del agua, sino que nuestros cuerpos también consisten en un gran porcentaje de agua. Dios también es omnipresente, Él es la fuente de toda vida y la clave para sostener la vida, Él está dentro de nosotros y está presente en todo lo que nos rodea.

Cuando miro al mundo, veo a su creador; siento el latido del corazón del Señor mientras me acuesto bajo el cálido sol en medio de la suave hierba y las flores; veo cómo pintó perfectamente las flores silvestres, con colores tan vivos como la paleta de un artista, sabiendo que me traerían alegría. La belleza del mundo natural es inconmensurable; los seres humanos se sienten atraídos por la belleza y han tratado de crearla ellos mismos a través del arte y la música. Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, y su amor por la belleza no podría ser más evidente; lo vemos en todas partes a nuestro alrededor. Por ejemplo, vemos el arte de Dios en el intrincado diseño de una hoja de otoño, y escuchamos su música en el sonido de las olas rompiendo y los pájaros cantando cada mañana.

Misterios sin fin

El mundo puede tratar de decirnos que seguir a Dios, atender a la antigua sabiduría de la Biblia o centrarse en la fe es un rechazo ignorante de la verdad. “La ciencia es la verdad” -se nos dice-, “y la religión no lo es”. Sin embargo, lo que muchos no ven es que Jesús vino como la encarnación misma de la verdad. Dios y la ciencia no son mutuamente excluyentes; más bien, una creación perfecta es sólo una prueba más de que debe haber un creador perfecto; tanto la tradición religiosa como el descubrimiento científico pueden ser verdaderos y buenos. La fe no se está volviendo obsoleta en nuestros tiempos modernos; nuestros avances científicos solo presentan perspectivas más hermosas sobre los misterios interminables de nuestro Señor.

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Sarah Barry

Sarah Barry is a student at the University of St Andrew’s in Scotland pursuing a degree in Biblical Studies. Her love of writing has allowed her to touch souls through her Instagram blog @theartisticlifeofsarahbarry.

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