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Nov 25, 2023 108 0 Denise Jasek
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Punto ciego

¿Alguna vez has pensado dos veces antes de tomar una decisión de vida, por detenerte a  tomar en cuenta los puntos ciegos?

Conocemos la importancia de comprobar los puntos ciegos de nuestro coche, especialmente antes de cambiar de carril, dar marcha atrás o girar. Desafortunadamente, a veces aprendemos de la manera más difícil.

Últimamente me ha asaltado la idea de que todos poseemos puntos ciegos físicos y espirituales. Jesús nos enseñó a tener cuidado con esto cuando dijo: “«Yo he venido a este mundo para que los ciegos vean y los que ven se queden ciegos». Algunos fariseos que estaban con Él le oyeron decir esto y preguntaron:  «¿Acaso nosotros también somos ciegos?» Jesús dijo: «Si fueran ciegos, no serían  culpables de pecado; pero como dicen que ven, son culpables».” (Juan 9,39-41). ¿Qué nos está diciendo Jesús con esto?

Debemos cuidar mucho el tiempo que permanecemos sentados a los pies de Jesús prestando atención a sus instrucciones, aprendiendo de Él y manteniéndonos abiertos a sus correcciones. Tan pronto como pensemos que “hemos llegado” o que “hemos dominado este estilo de vida cristiano”, nos encontraremos en territorio peligroso. Nuestros pensamientos más sabios, nuestros mayores sacrificios y nuestros amores más profundos son meras inspiraciones comparadas con la infinita sabiduría de amor de Dios.

Esto es porque solo vemos parcialmente; no vemos el panorama completo, el plan maestro: Solo Dios lo hace. San Pablo lo expresa así: “Ahora sólo vemos un reflejo como en un espejo, pero un día veremos cara a cara. Mi conocimiento ahora es imperfecto; pero un día conoceré a Dios como Él me ha conocido desde siempre” (1 Corintios 13:12).

Aprender de la manera difícil

Mirando hacia atrás en mi vida, recuerdo que nunca me di cuenta realmente de mi orgullo, mis pecados, defectos, juicios, presunciones, prejuicios, miedos ni de mi falta de confianza. Afortunadamente, Dios introdujo personas y eventos en mi vida, que me ayudaron a descubrir algunas de estas áreas ocultas por mi ceguera espiritual.

Tiendo a aprender de la manera más difícil. Durante años, no pude entender por qué una mujer me evitaba constantemente. Eso creó mucha tensión, ya que formábamos parte del mismo grupo de servicio y oración. Finalmente, tuve el coraje y la humildad de preguntarle en qué forma la había ofendido. Su respuesta me dolió muchísimo y, aunque nunca nos hicimos amigas, al menos ahora soy consciente de uno de mis puntos ciegos que antes pasaba desapercibido.

Se necesita un corazón humilde para permitir que las personas nos quiten las astillas de los ojos; y nuestro problema es que muchas veces no somos lo suficientemente humildes.

En muchas ocasiones a lo largo de mi vida, no fui consciente del daño que causé por mi falta de perdón, orgullo, necesidad de control, tolerancia al pecado o mi falta de gratitud. No deseo hacer una confesión pública aquí, pero entiendo que Dios poco a poco me ha ido quitando las capas de mi ceguera espiritual. Pudo haber sido doloroso, pero he obtenido una mayor libertad espiritual.

Aprender más cada día

Una amiga sabia me dijo una vez que cada año espera con emoción la cuaresma. Nunca he sido una de esas almas santas, así que mis oídos se abrieron cuando dijo eso. Me dijo que ella no elige los sacrificios o renuncias que hace durante la cuaresma. Ella deja que su marido lo haga por ella. Me quedé absolutamente anonadada por este concepto.

¿Qué pasaría si acudiéramos a nuestro cónyuge o amigo de confianza y le preguntáramos cómo podemos crecer espiritualmente, o qué hábito pecaminoso deberíamos confesar?

Muchas veces, la raíz de nuestro pecado está enterrada bajo las situaciones más obvias. Por ejemplo, la ira puede deberse a la falta de perdón, la preocupación puede deberse a la necesidad de controlar y el perfeccionismo a menudo implica orgullo. La mayoría de los pecados surgen de la falta de confianza en la bondad de Dios.

El poder de la dirección

Hay un poder real que surge cuando eres capaz de nombrar la raíz de tu pecado. Si puedes identificarla, podrás arrepentirte y liberarte del mismo. Sin embargo, los pecados que han echado raíz guardan algunas trampas… les gusta permanecer enterrados. Contar con un buen confesor habitual o un buen director espiritual será de gran ayuda. Santa Faustina escribió: “Oh, si hubiera tenido un director espiritual desde el principio, entonces no habría desperdiciado tantas gracias de Dios”.

Podemos buscar socios responsables. Dios a menudo usa a otras personas para ayudarnos a «observar» mejor nuestro interior; los miembros de la familia, especialmente aquellos que siguen activamente a Cristo, pueden ser excelentes verificadores de puntos ciegos, ya que nos observan en los mejores y peores momentos. Y no olvidemos simplemente pedir a Dios que nos muestre cuáles son nuestros puntos ciegos.

¿Qué pasaría si nos preparásemos para la confesión pidiéndole al Espíritu Santo que nos mostrara un área de pecado que obviamos o ignoramos? ¿Y si hiciéramos lo mismo al final de cada día?

Recomiendo particularmente buscar el consejo de hermanos sabios en la fe, antes de tomar decisiones importantes. De la misma manera que comprobamos los puntos ciegos cuando planeamos salir de un estacionamiento o cambiar de dirección en un vehículo, debemos ser cuidadosos al discernir nuestra vocación, elección profesional y otras decisiones importantes de la vida.

Padre Celestial, danos corazones humildes y atentos para que puedas transformarnos en mejores personas. Concédenos tu visión de crecer en nuestro amor a ti y a nuestro prójimo.

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Denise Jasek

Denise Jasek has served the Catholic Church for many years. She is currently a music minister, mom of five mostly grown children, and lives in Ohio with her beloved husband Chris.

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