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Aquella soleada y agradable mañana salí nuevamente como cada día rumbo a la Universidad de San Miguel en la India,
renombrada universidad de mi ciudad natal donde estaba estudiando. Poco sabía que sería un día inolvidable.
Las clases se interrumpieron abruptamente no mucho después de haber comenzado; el sindicato universitario había
declarado una “protesta” en respuesta a una decisión que había tomado el gobierno estatal. El rector declaró día libre
para los estudiantes universitarios. Los estudiantes activistas políticos salieron en bola hacia la calle atravesando los
límites del campus universitario, y comenzaron a bloquear el servicio público de transporte.
Mis compañeros de clases decidieron disfrutar el día libre y comenzaron a jugar cricket dentro del área universitaria y
yo me uní a ellos. Fue un acto de desobediencia de mi parte, porque mi padre me había instruido estrictamente salir
de la universidad lo antes posible en caso de una protesta.
Mientras disfrutábamos del juego, las cosas comenzaron a ponerse peores por todos lados. La protesta se tornó
violenta. Los estudiantes comenzaron a lanzar piedras contra los policías y éstos respondían a “macanazos”. Los
estudiantes regresaron al campus y desde allí siguieron lanzando piedras; la policía tenía prohibida la entrada al área
universitaria.
Con el paso del tiempo la situación se fue saliendo de control. Un par de oficiales policiacos tenían heridas graves.
Finalmente, la policía irrumpió en el área universitaria y los aterrados estudiantes comenzaron a correr por todas
partes. ¡No teníamos otra opción más que correr! Nosotros nos dirigimos al Seminario del “Sagrado Corazón” cerca de
la universidad, en donde las autoridades intentaron ayudarnos encerrándonos en un corredor, pero no fue suficiente.
Nos detuvieron y nos llevaron a la estación de policía. Se presentaron cargos y nos llevaron a la corte, y la corte
dictaminó prisión preventiva. Nos tomó cuatro días presentar una fianza, y dos años para que nos absolvieran de
todos los cargos. Durante ese tiempo, tuve que presentarme en la estación de policía cada semana para pasar lista, y
en la corte para escuchar audiencias casi una vez al mes.
Más tarde, cuando comencé mi camino con el SEÑOR, pude fácilmente relacionar aquel incidente con la manera en
que escuchaba y seguía al Señor. Todas las ocasiones en que le había puesto atención, habían llovido bendiciones
sobre mi vida; y las veces que no lo hice, fui víctima de una gran cantidad de tentaciones en las que finalmente había
caído. He aquí algunas de las lecciones que aprendí:
La desobediencia siempre trae una etiqueta con precio: Cuando desobedecemos a Dios pagamos un precio
por ello. Al principio quizás nos liberemos de serias consecuencias, pero si continuamos desobedeciendo,
invariablemente terminaremos pagándolo. En mi caso, no era la primera vez que desobedecía a mi padre,
pero como no tuve ningún problema grave, seguí desobedeciendo hasta que terminé pagando un alto precio.
No se trata de un castigo, sino de consecuencias naturales: “…sino que cada uno es probado por su propia
concupiscencia que le arrastra y le seduce." (Santiago 1,14). Mi padre jamás me castigó por desobedecer, sino
que intentaba evitar que me metiera en problemas. Todos los sufrimientos que padecí, fueron consecuencias
naturales de mi desobediencia. Asimismo, cuando desobedezco a Dios, los problemas que enfrento son
consecuencias naturales de mis actos, y no un castigo del cielo.
La desobediencia lastima a otros: Mi acto de desobediencia no sólo me causó sufrimiento a mí, sino a toda mi
familia. Desde el segundo día en la prisión, me recuperé de la batalla inicial y comencé a ajustarme a la vida de
la prisión. Las autoridades nos habían puesto en un solo corredor, y pasados dos días nos permitieron jugar
juegos de mesa. Comenzamos a disfrutar la vida de la cárcel, pero en casa mis padres y mis hermanos sufrían
profundamente hasta que regresé a casa. De igual manera, cuando nos alejamos de Dios por desobedecerle,
nos adaptamos rápidamente a nuestra dolorosa y penosa situación, pero el cielo estará inquieto hasta que
regresemos.
Oración:
“Abba, Padre, deseo obedecerte en todos y cada uno de los momentos de mi vida, pero muchas veces no escucho tus
palabras y fracaso. Estoy muy arrepentido, Señor, de haberte causado tanto dolor. Te pido que derrames abundantes
gracias sobre mí para que jamás vuelva a herirte. Amén.”
Antony Kalapurackal serves in the Editorial Council of Shalom Tidings. Antony lives in Brisbane with his wife Vinita and children Abiel, Ashish, and Lucina.
Una razón principal por la que el movimiento de los derechos civiles de las décadas de 1950 y 1960 fue tan exitoso tanto moral como prácticamente fue el hecho que fue dirigido en gran medida por personas con una fuerte sensibilidad religiosa. El más notable de estos líderes fue, por supuesto, Martin Luther King. Para apreciar la sutil relación entre el compromiso religioso de King y su trabajo práctico, quisiera llamar su atención sobre dos escritos: su Carta desde la cárcel de Birmingham City y su discurso "Tengo un sueño", ambos de 1963. Mientras estaba encarcelado en Birmingham por dirigir una protesta no violenta, King respondió a algunos de sus compañeros ministros cristianos que lo habían criticado por ir demasiado rápido, esperando que el cambio social sucediera de la noche a la mañana. El ministro Bautista respondió a sus críticos de una manera tal vez sorprendente, invocando la ayuda de un teólogo católico medieval. King llamó su atención sobre las reflexiones de Santo Tomás de Aquino acerca del derecho y la ley, específicamente la teoría de Tomás de que el derecho positivo encuentra su justificación en relación con la ley natural, que encuentra su justificación en relación con la ley eterna. Tomás de Aquino quiso decir que lo que justifica a una ley práctica y cotidiana es que de alguna manera esprese los principios de la ley moral, que a su vez reflejan de la propia mentalidad de Dios. Por lo tanto, King concluyó que las leyes positivas injustas, tales como las regulaciones de Jim Crow que él mismo estaba impugnando, no son sólo leyes malas, sino que son inmorales y finalmente ofensivas para Dios. Aquí está el propio lenguaje de King: "Uno bien puede preguntarse: '¿Cómo puedes abogar por romper algunas leyes y obedecer a otras?' La respuesta está en el hecho de que hay dos tipos de leyes: justas e injustas. Yo sería el primero en abogar por obedecer las leyes justas. Uno no sólo tiene una responsabilidad legal sino moral de obedecer leyes justas". Pero entonces King contrasta esto con la obediencia a una ley injusta: "Por el contrario, uno tiene la responsabilidad moral de desobedecer las leyes injustas. Estoy de acuerdo con San Agustín en que ‘una ley injusta no es ley.’” Y al aclarar la diferencia, se dirige a Tomás de Aquino: “ahora, ¿cuál es la diferencia entre las dos? ¿Cómo se determina si una ley es justa o injusta? Una ley justa es un código hecho por el hombre que cuadra con la ley moral o la ley de Dios. Una ley injusta es un código que está fuera de armonía con la ley moral. Para decirlo en los términos de Santo Tomás de Aquino: Una ley injusta es una ley humana que no está arraigada en la ley eterna y en la ley natural". Esto no es un asunto piadoso; más bien, revela lo que dio al movimiento de King su justificación y propósito. La misma dinámica estuvo en exhibición seis meses después, cuando King se dirigió a la multitud que se había reunido en el Lincoln Memorial para la marcha en Washington. No estaba dando un sermón, sino que estaba dando un discurso político, abogando por un cambio social en un lugar público. Pero pongan atención al lenguaje que usó: “Yo tengo el sueño de que un día cada valle será exaltado, cada colina y montaña será bajada, los sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán enderezados, y que la gloria del Señor será revelada y toda la carne la verá al unísono”. Estaba directamente relacionando la revolución social que estaba defendiendo con la visión mística del profeta Isaías. Y escucha la magnífica conclusión del discurso en el que mezcla ingeniosamente la letra de una canción patriótica americana con la letra de una canción que él y su familia cantaron en la iglesia: “y cuando esto suceda, y cuando permitamos que suene la libertad, cuando la dejemos sonar desde cada pueblo y cada aldea, desde cada estado y cada ciudad, podremos acelerar ese día cuando todos los hijos de Dios, hombres negros y blancos, judíos y gentiles, protestantes y católicos, podrán unir sus manos y cantar las palabras del viejo Negro espiritual: ¡por fin libre! ¡por fin gratis! Gracias a Dios Todopoderoso, ¡por fin somos libres!" Una vez más, en la lectura de King, lo políticos anida dentro de lo moral, que anida dentro de lo sagrado. Martin Luther King derivó de su herencia religiosa no sólo la metafísica que le informó de su activismo social, sino también del método no violento que él empleó. Lo que Jesús revela en la retórica del Sermón de la Montaña ("Amen a sus enemigos"; "bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los maltratan";“Si alguien les golpea en la mejilla derecha, prestenle también la mejilla isquierda ”; etc.) y aún más sorprendente en sus palabras de perdón en la cruz es que el camino de Dios es el camino de la paz, la no violencia y la compasión. Como cristiano, King sabía que reaccionar a la opresión con violencia sólo exacerbaría las tensiones dentro de la sociedad. Resume este principio en uno de sus sermones más conocidos: “devolver el odio multiplica el odio, añadir más oscuridad a una noche ya borra las estrellas. La oscuridad no puede sacar a la oscuridad; solo la luz puede hacerlo. El odio no puede sacar al odio; solo el amor puede hacerlo”. Dentro de los límites de este breve artículo, no puedo empezar a abordar adecuadamente la agitación social que se está produciendo en nuestra cultura hoy. Pero diré simplemente lo siguiente: Es indudable que hay graves déficits morales en nuestra sociedad que deben ser abordados, pero la mejor manera de hacerlo es desde un marco moral y finalmente religioso. Que el modelo de liderazgo de Martin Luther King en este sentido sea un ejemplo a seguir.
By: Bishop Robert Barron
MoreEl coronavirus está causando estragos en nuestro mundo hoy; Pero ¿existe un virus más mortal que este? Mientras escribo esto, casi todo el mundo está en las garras de un virus que ha paralizado a la humanidad. ¿Quién hubiera pensado que en esta era de avances tecnológicos, con descubrimientos científicos diarios, un virus vendría a tomarnos por sorpresa? O que, en tiempos donde la humanidad ha llegado a planetas vecinos, ¿quién hubiese imaginado que nuestros planes de vida y nuestro futuro juntos en la Tierra podría verse tan afectado que nos obligaría a adoptar un estilo de vida tan inferior a lo que estábamos acostumbrados? El año 2020 a penas está en su primera mitad, pero Australia (lugar en el que vivo) ya ha sufrido eventos desastrosos que han culminado en la crisis actual. El año empezó con incendios forestales catastróficos que arrasaron con gran cantidad de terreno, mataron a numerosas personas y animales y destruyeron muchas casas y propiedades. El humo oscureció nuestros cielos, se introdujo en nuestros hogares e incluso interfirió con eventos deportivos. Justo cuando estábamos empezando a recuperarnos de eso, fuimos golpeados por tormentas y fuertes lluvias, que causaron granizadas e inundaciones repentinas. Y justo cuando pensamos que podíamos empezar a seguir adelante, el coronavirus invadió nuestras vidas. Ahora, todos estamos soportando las estrictas restricciones, que están afectando nuestra economía, nuestras comunidades, nuestra educación y nuestro acceso a los sacramentos. La humanidad está asustada y aunque muchos aun intentan demostrar valentía, todos estamos conscientes de que algunos no viviremos para ver un mañana. Actualmente, gran parte del mundo está en una situación similar a una guerra. Algunos están luchando para conseguir papel higiénico, almacenar comida para meses y aislarse de cualquier contacto físico. Todos los lugares públicos, excepto algunos servicios esenciales están cerrados y Nueva York – el centro de negocios internacionales- está bajo supervisión de la guardia Nacional. Este es un tiempo extraordinariamente difícil para los líderes de todas las naciones, que se aventuran en terrenos desconocidos. Algunos de ellos incluso han contraído el virus. El virus, y todas las restricciones que ha causado, solo puede dañarnos física y psicológicamente. La Escritura nos enseña que el cuerpo es el templo del Espíritu Santo, así que debemos protegerlo y cuidarlo, pero Jesús nos recuerda que no debemos temerle a aquello que solo daña al cuerpo. Nuestras almas son valiosas ante Dios y viven eternamente. Jesús vino a un mundo que solo se enfocaba en la vida terrena y las cosas materiales para demostrarnos que la vida espiritual es más importante que todo lo demás. La carne puede fallecer, pero el alma vivirá eternamente. El virus que realmente ha paralizado a la humanidad hoy es el PECADO. Ningún otro virus ha causado mayor daño que el pecado, el cual nos ha lisiado y degenerado tanto, que muchos ya son muertos vivientes, vidas vacías, cumpliendo ningún otro propósito salvo el de entretenerse a sí mismos. El pecado nos ha distanciado de Dios, oscurecido nuestras mentes, endurecido nuestros corazones, ensordecido nuestros oídos, cegado nuestros ojos y enfermado nuestras almas. Esto es mucho más terrible que no poder movilizarse libremente ni hacer lo que queramos. Podríamos enfrentar una eternidad separados de todo lo que es bueno, a menos que cambiemos nuestro camino. Jesús tomó el yugo de los pecados de la humanidad y murió por todos nosotros, para que podamos vivir junto a Él para siempre. Así que no debemos temer a la muerte si aceptamos Su salvación y Lo seguimos diariamente. Todos moriremos algún día, y como nuestra esperanza está puesta en Jesús, nos podemos alegrar cuando acerque la hora de nuestra muerte. Así que si eres cristiano, este es el momento para demostrar tu fe, para confiar plenamente en la vida que Jesús ya ha ofrecido y preparado para nosotros. Este es el tiempo en que la Iglesia enseña a recibir la comunión espiritual. El corazón de un cristiano debe estar lleno de alegría en este tiempo porque nada nos puede separar del amor de Cristo. Como dice San Pablo “Para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia” Filipenses 1:21. Ahora debemos, sin excusa, orar pidiendo misericordia y perdón para nuestros hermanos y hermanas que no conocen a Jesús y no lo han aceptado como su Señor y Salvador, y no se dan cuenta de la alegría que contiene esta relación. Debemos también hacer todo lo posible para ayudar a aquellos que están a nuestro alrededor, inspirados por el Espíritu Santo a realizar obras de caridad. Si solo tienes una relación superficial con Dios, este es tu momento para buscarlo en lo profundo de tu corazón, donde Cristo te espera. Ahí es donde Él siempre te ha buscado. En vez de llenar tu tiempo libre con cosas vacías durante esta cuarentena, busca la oportunidad para pasar tiempo en silencio, leer la Biblia y permitirle a Su palabra hacerse vida en tu vida. No hay mejor tiempo que este para pedirle perdón a aquellos a quienes hemos ofendido. Jesús declara que Él es el camino, la verdad y la vida. Esto significa que si estás buscando la verdad, todos los caminos te llevarán a Jesucristo. ¿Estás buscando la verdad, o te conformas con las migajas que caen de la mesa? Si eres de aquellos que dependen solo de sus buenas obras o no buscas nada en concreto, este es su momento para reflexionar en tu vida personal y darle tu alma y corazón a Jesús. “Haz la prueba y verás lo bueno que es el Señor” Salmos 34:8. Preparémonos, porque nuestro último día vendrá cuando menos lo esperemos. Podría ser cuando Jesús regrese con gloria para reunir a todos los que lo aman y lo siguen. O podría venir en cualquier momento antes de eso. Chris Hadfield (el primer canadiense en ir al espacio) dice que “los astronautas no van al espacio con los dedos cruzados” y que “mientras más conoces, menos temes”. Te invito a que pases este tiempo, en el que están distanciado de tus amigos y actividades, para que renueves tu amistad con Jesucristo, el Hijo de Dios, porque conocerlo es conocer la verdad (Juan 8:32) y tener vida eterna (Juan 17:3). Reconozcamos que el virus que realmente nos aflige es el pecado. Permitámosle a Jesús que se apodere de nuestras vidas, nos libre del pecado y nos lleve a la vida eterna.
By: Cyril Abraham
MoreEl historiador popular Tom Holland ha escrito un libro extraordinario llamado Dominio: Como la revolución Cristiana Renovó el mundo. El subtítulo resume su argumento. Holland es profundamente impaciente con la ideología secularista que reina en la academia y que tiende a considerar al cristianismo como una religión desacreditada y pasada de moda, un vestigio de una era primitiva y precientífica, un obstáculo para el progreso tanto moral como intelectual. De hecho, argumenta, el cristianismo ha sido y sigue siendo el moldeador más poderoso de la mente occidental, aunque su influencia es tan penetrante y profunda que fácilmente se pasa por alto. Su estrategia muy eficaz para sacar esto a la luz es, en primer lugar, desconocer el cristianismo a través de un relato brutalmente realista de lo que significaba la crucifixión en el mundo antiguo. Ser ejecutado en una cruz romana era casi el peor destino que alguien en ese momento podría haber imaginado. El mismo hecho de que nuestra palabra "insoportable", que designa el tipo de dolor más agonizante, proviene del latín ex cruce (de la cruz) claramente delata el juego. Pero más que el terrible sufrimiento físico de la cruz fue su insuperable humillación. Ser desnudado, clavado en dos trozos de madera, dejado morir en el transcurso de varias horas o incluso días, expuesto a las burlas de las personas, y luego, incluso después de la muerte, que le entreguen el cuerpo para ser devorado por las aves y las bestias del campo era una de las experiencias más degradantes posibles. Por lo tanto, que los primeros cristianos proclamaran a un criminal crucificado como el Hijo de Dios resucitado no podría haber sido un mensaje más cómico, desconcertante y revolucionario. Cambió todas las suposiciones del mundo antiguo acerca de Dios, la humanidad y el orden correcto de la sociedad. Si Dios podía ser identificado con un hombre crucificado, entonces hasta los miembros más humildes y olvidados de la humanidad son dignos de amor. Y que los primeros seguidores de Jesús no sólo declararan esta verdad, sino que la vivieran de manera concreta cuidando a los desamparados, los enfermos, los recién nacidos y los ancianos, hizo que su mensaje fuera aún más subversivo. Aunque él explora muchas otras formas en que la filosofía cristiana influyó en la civilización occidental, Holland identifica esta idea, que irradia del Jesús crucificado, como la más impactante. Que demos por sentado que todo ser humano es digno de respeto, que todas las personas portan los mismos derechos y dignidad, que el amor compasivo es la actitud ética más loable es sencillamente una función de nuestra formación cultural cristiana, lo reconozcamos o no. Una prueba de esto se puede encontrar mirando hacia atrás a la civilización antigua, donde ninguna de estas nociones prevalecía, y mirando, incluso ahora, a las sociedades no moldeadas por el cristianismo, donde estos valores no son de ninguna manera incuestionablemente reverenciados. La mayor parte del libro de Holland se ocupa del análisis de momentos clave de la historia occidental, que revelan la influencia de la idea maestra de la cruz. Pondría especial énfasis en su lectura de la Ilustración, cuyos valores políticos son impensables fuera del Evangelio, y de los movimientos "despertados" contemporáneos, cuya preocupación por el sufrimiento de las víctimas y los marginados es fruto de una cultura en cuyo corazón, durante dos mil años, ha sido un hombre crucificado y condenado injustamente. Aprecié particularmente su cobertura de la famosa grabación de Abbey Road de 1967 de los Beatles de "Lo único que necesitas es el amor" frente a una audiencia en vivo. El sentimiento que transmite esa icónica canción es uno con el que ni César Augusto, ni Genghis Khan ni Friedrich Nietzsche tendrían simpatía en lo más mínimo, pero que de hecho es profundamente congruente con el pensamiento de San Agustín, Santo Tomás de Aquino, San Francisco de Asís y San Pablo Apóstol. Nos guste o no, la revolución cristiana da forma masivamente a la manera en que en Occidente seguimos viendo el mundo. Con esta parte del argumento de Holland, que ocupa el 90% del libro, estoy completamente de acuerdo. El punto que está haciendo no solo es cierto; es de crucial importancia en un momento en que el cristianismo es, con tanta frecuencia, abandonado o dejado de lado. Dicho esto, para mí, todo el libro se deshizo al final, cuando el autor admitió que no cree ni en Dios ni, obviamente, en la divinidad de Jesús o su Resurrección. La ética revolucionaria que surgió de esas creencias le parece convincente, pero las convicciones en sí mismas son sin garantía, o así lo siente el. Esta extracción de un sistema ético a partir de dogmas profundamente cuestionables es un movimiento familiar entre los filósofos modernos. Tanto Immanuel Kant como Thomas Jefferson se esforzaron por hacer precisamente eso. Pero es una empresa insensata, porque finalmente es imposible separar la ética cristiana de la metafísica y de la historia. Si no hay Dios y si Jesús no resucitó de entre los muertos, ¿cómo es posible que todo ser humano sea digno de respeto infinito y sujeto de derechos inviolables? Si no hay Dios y si Jesús no resucitó de entre los muertos, ¿cómo no podríamos concluir que, mediante el poder de su terrible cruz, César ganó? Jesús puede ser admirado vagamente como un maestro ético con el coraje de sus convicciones, pero si murió y permaneció en su tumba, entonces prevalecerá la política de poder, y la afirmación de la dignidad de cada persona es solo un tonto cumplimiento de deseos. Es instructivo que, cuando los primeros cristianos evangelizaron, no hablaron de los derechos humanos o de la dignidad de todas o de otras abstracciones semejantes; hablaron de Jesús resucitado de entre los muertos por el poder del Espíritu Santo. Insistieron en que Dios había levantado a aquel a quien el imperio de César había dado muerte. Tom Holland tiene toda la razón en que muchos de los mejores instintos éticos y políticos de Occidente provienen de Cristo. Pero, así como las flores cortadas durarán poco tiempo en el agua, esas ideas no durarán mucho si las desarraigamos de la asombrosa facticidad de la cruz de Jesús.
By: Bishop Robert Barron
More¿Tienes un mal día? ¡Sal del "pensamientos negativos" ahora! Me desperté malhumorada y fuera de especie esta mañana. Conoces el dicho: 'Me levanté en el lado equivocado de la cama', esa era yo, claramente. Ciertamente no fue bueno comenzar el día como si hubiera comido un montón de gomas de gusano agrias. Sin embargo, mientras me sentaba en mi mesa dentro mi cocina comiendo desayuno y leyendo mis escrituras diarias, abrí la puerta principal para dejar entrar el sol y el brillo. ¡Entonces sucedió! Escuché el glorioso sonido de una sinfonía de pájaros cantando. Me senté allí con los ojos cerrados y escuché, mientras los pájaros alababan a su Creador por un día más. “Las aves del cielo anidan junto a las aguas y cantan entre el follaje” Salmo 104:12. Era como si el Espíritu Santo derramara en mi corazón una melodía de alabanzas. Mi rencor se desmoronó en medio del coro de pájaros cantando alegremente alabanzas a Dios, su Creador. “Vengan, cantemos con júbilo al Señor; aclamemos a la roca de nuestra salvación” Salmo 95. Este momento del Espíritu Santo me ayudó a darme cuenta de que mi mejor escudo, para desviar un mal humor, es cantar alabanzas a Nuestro Dios. No estoy segura de si las aves alguna vez tienen un mal día o se ponen malhumoradas. Pero incluso si lo hacen, todavía cantan alabanzas a su Creador. Jesús nos dice: “Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?” He oído decir que la manera de dejar los pensamientos negativos es contrarrestarlos con tres pensamientos positivos. Un remedio seguro para sacarme de una actitud negativa es leer los Salmos y agradecer a Dios por todas mis bendiciones y su cuidado amoroso por mí y mi familia y amigos. Claro, a veces solo quiero quedarme en mi mundo de pensamientos negativos por un tiempo con su perdición y melancolía. Pero entonces el Espíritu Santo me invita a sentarme en mi cubierta, cerrar los ojos y escuchar a la orquesta de pájaros cantando. Cuando lo hago, respiro en la Luz de Cristo, cambiando mi melancolía en una actitud gozosa de acción de gracias y alabanza. Gracias, Jesús, por mostrarme a través del canto de los pájaros y las flores silvestres, que yo también puedo regocijarme y cantar alabanzas a Nuestro Creador. “Ya brotan flores en los campos; ¡el tiempo de la canción ha llegado! Ya se escucha por toda nuestra tierra el arrullo de las tórtolas”. Cantar de Cantares 2:12
By: Connie Beckman
MoreComo autor, narrador y conferenciante nacional, trata de difundir la luz de Cristo a todo el mundo. luz de Cristo a todo el mundo. Conozca a Graziano Marcheschi, consultor principal de programación de Shalom World, que describe con gran belleza la esencia del ministerio Shalom. Prólogo No son frecuentes. Días de concentración singular en los que todo funciona, y todo encaja; días libres de autoconciencia paralizante cuando nos rendimos al flujo y al desarrollo de los acontecimientos... y de la gracia de Dios. Así fue el día de la boda de mi hija. Me desperté feliz, esperando el día sin ninguno de los nervios del día de la boda del padre de la novia. Todo era como debía ser. A lo largo del día, encontré paz en cada momento. La misa, presidida por nuestro arzobispo local, fue perfecta: su homilía fue una brillante apertura a la palabra de Dios. La recepción, el brindis del padre de la novia, la pancarta de seis metros de largo desplegada por mis sobrinos en la que se profesaba el amor de un padre por su hija, todo santo, todo parte de un fluir perfecto. Nada podría perturbar el perfecto equilibrio. Ni siquiera los susurros frenéticos de mi hija-novia en mi oído de que los camareros estaba sirviendo el menú "equivocado" me alarmaron. "¿Qué quieres decir con 'el menú equivocado'?" pregunté, "¡no es lo que hemos pedido!", recalcó. Pero la comida estaba buena. Demasiado buena para alterar el equilibrio de ese día tan especial. Compartí con amigos y miembros de la familia. "Muchas gracias por incluirnos", dijo uno. "¡Por supuesto, por supuesto!" Todo pasó tan rápido, tan tranquilo, tan como si fuera guiado desde algún lugar más allá. Pero la verdadera gracia de ese día, lo que lo hizo excepcional y único, fue mi falta de autoconciencia y auto preocupación. Por supuesto, estaba allí. No estaba retraído ni aturdido. Estaba plenamente consciente, aunque no de mí mismo, sino de todo lo que se desarrollaba hermosa y gratamente entre nosotros. Era una magia poco común que sólo he probado unas pocas veces en mi vida. Un rompecabezas Cuando conocí los ministerios de Shalom World, me pregunté por qué una organización católica adoptaría un nombre tan judío. Los amigos que conocen mi trabajo con Shalom suelen hacerse la misma pregunta. Así que decidí profundizar para entender mejor una palabra que ha acaparado mi vocabulario desde que tengo uso de razón. Como el "Ciao" italiano o el "Aloha" hawaiano, Shalom es una palabra prosaica que se utiliza para saludar y despedirse: "¡Shalom!" cuando se conoce a alguien. "¡Shalom!" cuando se va. Aunque se traduce comúnmente como "paz", shalom tiene un significado mucho más profundo para el pueblo judío del que hemos tomado prestada la palabra. Mucho más que la ausencia de conflicto, shalom implica una sensación de plenitud y totalidad. La palabra deriva del verbo "shalem", que sugiere una plenitud y unidad en el cuerpo, la mente y el estado de vida. Celebra una tranquilidad o armonía interior que se manifiesta en el impulso de retribuir, restaurar y hacer algo completo. Cuando un judío saluda a otro con shalom, le está deseando salud, bienestar y prosperidad. Lo mismo ocurre cuando los judíos o los cristianos bendicen a alguien con la famosa invocación del Libro de los Números: "¡El SEÑOR te bendiga y te proteja! Que el SEÑOR haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia. Que El SEÑOR te descubra su rostro y te conceda la paz" (Números 6: 24-26). No se trata de la "paz y tranquilidad" que a veces pedimos a gritos en tiempos de estrés. Es una tranquilidad y armonía que no podemos fabricar y que sólo Dios puede darnos. Sólo de Dios mismo, de "su rostro" que brilla sobre nosotros, de su protección que nos rodea, podemos recibir la paz interior y la plenitud que son el verdadero significado de Shalom. La Escritura identifica a Dios con la paz hasta tal punto que Shalom se convierte en un nombre de Dios. En el Libro de los Jueces (6:24) Gedeón construye un altar al SEÑOR y lo llama "Yahvé-Shalom" ("Dios es la paz"). Cuando deseamos shalom a alguien, le estamos deseando a Dios. Un anticipo Desde el punto de vista cristiano, shalom se convierte en otra palabra para referirse al Reino de Dios. En su sentido más profundo, el Reino es Jesucristo mismo. En su persona, Jesús encarna el Reino de Dios. Cuando dice: "El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca", Jesús anuncia que en su persona, como Dios y como hombre, el cielo y la tierra se han encontrado y el Reino de Dios, la presencia misma de Dios, está ahora entre nosotros. Y qué entendemos por reino sino el gobierno de Dios sobre nosotros, su reinado extendido por la tierra, una manifestación de los mismos atributos del shalom: plenitud, seguridad, tranquilidad, armonía y paz. En un libro titulado Not the Way It's Supposed to Be: A Breviary of Sin, el autor Cornelius Plantinga presenta la comprensión de la Biblia hebrea de shalom de esta manera: "El entrelazamiento de Dios, los seres humanos y toda la creación en justicia, plenitud y deleite es lo que los profetas hebreos llaman shalom. ... En la Biblia, shalom significa florecimiento universal, plenitud y deleite - un rico estado de cuestiones en el que se satisfacen las necesidades naturales y se emplean fructíferamente los dones naturales, un estado de cuestiones que inspira un alegre asombro cuando su Creador y Salvador abre las puertas y acoge a las criaturas en las que se deleita. Shalom, en otras palabras, es la forma en que las cosas deben ser". Qué descripción tan perfecta del Reino de Dios. Como cristianos, cuando decimos shalom, deseamos la plenitud del Reino. Pedimos que Dios nos guíe como individuos y como naciones. Anhelamos la plenitud de la morada del Espíritu Santo en nosotros. El shalom en los labios de Jesús era un recordatorio para los discípulos de que lo que él traía no era más que un anticipo de lo que vendría en la plenitud del Reino de Dios. Este concepto de shalom es lo que experimenté el día de la boda de mi hija: una sensación de armonía, la ausencia de lucha y de preocupación por uno mismo, el abandono del miedo y la confianza sin esfuerzo en la providencia de Dios. Por eso Jesús reprendió más que los vientos cuando los discípulos gritaron: "¡Señor, sálvanos! ¡Estamos pereciendo!" en respuesta a la repentina tormenta que los llenó de terror mientras Jesús yacía dormido en la parte trasera de la barca. Les echó en cara porque se siento decepcionado de que hubieran renunciado al shalom. No estaban simplemente ansiosos; tenían mucho miedo en el fondo. Olvidaron que no estaban en verdadero peligro porque el SEÑOR del cielo y de la tierra estaba en la barca con ellos. Temían que les fallara, que se durmiera ante el peligro y que les dejara ahogarse. Pero el verdadero shalom significa saber que nunca estamos en peligro mortal; recordar que siempre estamos en manos del SEÑOR del cielo y de la tierra. Significa confiar, en lo más profundo de nuestro ser, que en las manos de Dios encontramos seguridad, consuelo, armonía y paz. Si quisieras crear un ministerio para llevar las buenas noticias del Evangelio a millones de personas en todo el mundo, si soñaras con una revista impresa, una programación de televisión y una oración permanente que animará a los lectores y espectadores con el mensaje de Jesús: "Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo" (Juan 16:33). ¿Cómo llamarían a ese ministerio? ¿Qué tal Shalom World?
By: Graziano Marcheschi
MoreLe pregunté al Señor, “¿Por qué, por qué esta cruz en nuestras vidas?" ¡Y me dio una respuesta increíble! Como Simón el Cireneo, es vocación de todo cristiano llevar la Cruz de Cristo. Es por eso que San Juan María Vianney dijo: "Todo es un recordatorio de la Cruz. Nosotros mismos estamos hechos en la forma de la Cruz". Hay mucho que desempacar en esa enseñanza profunda, aunque aparentemente simple. El sufrimiento que experimentamos nos permite participar del sufrimiento de Cristo. Sin la voluntad de abrazar el sufrimiento por Cristo, no podemos cumplir nuestra misión cristiana en la tierra. El cristianismo es la única religión que reconoce los aspectos salvíficos del sufrimiento y enseña que el sufrimiento puede ayudarnos a alcanzar la salvación eterna, si lo unimos al propio sufrimiento de Cristo. El venerable Fulton Sheen, dijo que a menos que haya una cruz en nuestras vidas, nunca habrá una resurrección. Jesús mismo nos dice lo que se requiere para ser su discípulo, “Si alguno quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga” (Mateo 16:24). Una vez más dijo Jesús en Mateo 10:38, “El que no tome su cruz y me siga, no es digno de mí”. Jesús murió en la Cruz para salvar al mundo. Después de su muerte, ascendió al cielo, pero dejó la cruz en el mundo. Él sabía que cada persona que quisiera seguirlo al cielo lo haría a través del camino de la cruz. San Juan María Vianney también nos recuerda que “La Cruz es la escalera al Cielo.” Nuestra disposición para abrazar la Cruz nos permite subir por esa escalera al cielo. Hay muchos caminos a la destrucción, pero un sólo camino al cielo —el camino de la Cruz. Lo Profundo de mi Corazón En 2016, mientras estudiaba para mi Maestría, mi madre comenzó a mostrar signos de debilidad. Los médicos sugirieron una biopsia. Durante la Semana Santa, recibimos el informe de que mi madre tenía cáncer. Mi familia estaba devastada por la noticia. Esa noche, me senté en mi habitación y miré una estatua de Jesús cargando Su Cruz. Lentamente, las lágrimas fluyeron de mis ojos mientras le reclamaba a Jesús: durante los últimos dos años casi nunca falté a la Santa Misa, rezaba Rosarios todos los días y dedicaba mucho tiempo al trabajo del reino de Dios (yo estaba bastante activo en Jesus Youth en ese momento). Mi piadosa madre era muy devota de la Virgen María. Así que le pregunté a Jesús desde lo profundo de mi corazón, "¿Por qué, por qué esta cruz en nuestras vidas?" Durante esa Semana Santa, yo pasé por una gran agonía. Mientras estaba sentado en mi habitación mirando la estatua, un pensamiento llegó a mi mente. Jesús está solo llevando Su cruz. Después de un momento, escuché una voz en mi corazón que decía: "Josin, ¿puedes ayudarme a llevar mi cruz?" Me di cuenta de lo que Jesús me estaba llamando a hacer y mi vocación se hizo evidente. Iba a ayudar a llevar la Cruz de Jesús, como Simón de Cirene. Alrededor de ese tiempo, hice una visita a uno de mis mentores en Jesus Youth y compartí con él el dolor que estaba sufriendo desde el diagnóstico de cáncer de mi madre. Después de escuchar mis problemas, me dio sólo un consejo: “Josin, al orar por tu situación actual, encontrarás una de dos respuestas: o Dios sanará completamente a tu madre, o de lo contrario Él no tiene ningún plan para curar esta enfermedad, sino que está permitiendo esta enfermedad como una cruz para llevar. Pero si ese es el caso, Él también les dará a ti y a tu familia la gracia y la fuerza para soportarlo". Pronto llegué a entender que Dios estaba respondiendo a mis oraciones de la segunda manera. Me dio la gracia y la fuerza para llevar Su cruz; y no sólo a mí, sino a toda mi familia. Con el paso del tiempo, comencé a darme cuenta de que esta cruz de cáncer estaba purificando a nuestra familia. Aumentó nuestra fe. Transformó a mi padre en un hombre de oración. Me ayudó y me guió a elegir la vida religiosa. Ayudó a mi hermana a acercarse más a Jesús. Esta cruz finalmente ayudó a mi madre a ir pacíficamente a la Jerusalén celestial. La Carta de Santiago (1:12) dice "Feliz el hombre que soporta pacientemente la prueba, porque, después de probado, recibirá la corona de vida que el Señor prometió a los que lo aman." En junio de 2018, la enfermedad de mi madre había empeorado. Ella estaba bajo tremendo dolor, pero sorprendentemente, se mantuvo alegre. Un día le dijo a mi padre: "Basta ya de todo este tratamiento. Después de todo, me voy a ir al cielo". Unos días más tarde, se despertó de un sueño y le dijo a mi padre "Vi un sueño", pero antes de que pudiera elaborar, Celine Thomas partió de este mundo, completando su peregrinación terrenal. Durante el transcurso de dos años, a través de 30 quimioterapias y dos cirugías mayores, ella llevó su cruz fielmente sin alivio de su dolor. Ahora estoy seguro de que ella está viendo la gloria de Cristo, cara a cara. EL SECRETO ¿Podemos imaginar a nuestro Señor diciéndonos: "Tengo muchos amigos en Mi mesa, pero muy pocos en Mi Cruz?" Durante la crucifixión de Jesús, María Magdalena estuvo valientemente ante la Cruz. Ella buscó estar con Cristo en su sufrimiento. Y por esto, tres días después, fue ella la que vio por primera vez la gloria del Señor resucitado. Este encuentro transformó su dolor en alegría y la convirtió en Apóstol de los Apóstoles. El gran místico carmelita San Juan de la Cruz dice: “El que no busca la cruz de Cristo no busca la gloria de Cristo”. La gloria de Cristo está oculta en Su Pasión. ¡Este es el maravilloso secreto de la cruz! San Pedro nos recuerda, “Más bien alégrense de participar en los sufrimientos de Cristo, pues también se le concederán las alegrías más grandes el día en que se nos descubra su gloria” (1 Pedro 4:13). Al igual que Santa María Magdalena, si estamos al pie de la cruz con la voluntad de sufrir con Él, también nosotros encontraremos al Señor resucitado, y Él convertirá nuestros problemas en mensajes, nuestras pruebas en testimonios, y nuestras dificultades en triunfos. Señor Jesús, me entrego totalmente a ti a través de las manos de la Virgen María. Dame la fuerza para llevar mi cruz después de Ti, todos los días de mi vida. Amén.
By: Brother Josin Thomas O.P
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