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Nov 17, 2020 1061 0 Juliana Elarde
Encuentro

NUNCA DEJES DE MIRAR HACIA ARRIBA

¡En una condición debilitante durante casi nueve años, Juliana Elarde luchó para encontrar sentido en el dolor y el sufrimiento, hasta que una peregrinación a Lourdes le cambió la vida!

Era un día como cualquier otro cuando Juliana entró en el ascensor. Se sentía sana, fuerte e independiente, pero su vida estaba a punto de cambiar para siempre. Un dolor punzante irradió repentinamente a través de su espalda baja y bajó por la pierna derecha. Se derrumbó en el suelo en agonía. A pesar de las pruebas y tratamientos, su condición continuó deteriorándose hasta que ella se vio completamente debilitada. Los médicos pudieron darle un nombre—Síndrome de Dolor Regional Complejo—pero alrededor de cincuenta especialistas médicos en ocho años y medio no pudieron ofrecerle tratamiento efectivo ni alivio del dolor y ciertamente ninguna esperanza de una cura. Una y otra vez, probó tratamientos complicados y costosos con la esperanza de que algo marcara la diferencia, pero fue en vano.

Dolor Insoportable

Se sentía desesperada e indefensa. Desde la rodilla hasta los dedos de los pies, su pierna derecha estaba muy hinchada y morada por la falta de circulación y una gangrena amenazaba con formarse. Los dedos de sus pies se superponían y eran dolorosos y una llaga abierta sin curación apareció durante años. La carga constante sobre sus brazos por usar el andador resultó en el síndrome del túnel carpiano, el cual le enviaba un dolor disparando a través de sus muñecas, por lo que le era difícil hacer las cosas más pequeñas por sí misma. Incluso tomar una ducha era insoportablemente doloroso. El agua se sentía como clavos perforando a través de la pierna y la más leve abrasión se sentía como un cuchillo raspando la piel.

Cada noche, Juliana estaba despierta con un dolor tan insoportable que 2 horas de inquieto dormitamiento era todo lo que podía esperar. «Pensé que mi vida había terminado. Me habían quitado la independencia. Estaba tan enojada con Dios. Lo culpé y no pude ver ningún significado en este dolor. Emocional, espiritual y  físicamente yo era un completo desastre».

Mundo de Felicidad

A pesar de que Juliana había sido criada en una familia católica croata devota que rezaba el Rosario todas las noches, había abandonado la práctica de su fe cuando tenía sólo 19 años. Solo acudía ocasionalmente a las misas de Pascua y Navidad. Ella había querido estar a cargo de su propia vida, así que no quería a Dios en su vida. Pero cuanto más había buscado la felicidad en el mundo, más solitaria y más inquieta se había vuelto. Ella no entendía el concepto de ofrecer su sufrimiento a Jesús, como alguien le había aconsejado después de que comenzó su enfermedad. Sin embargo, cuando le dieron una tarjeta de oración, ella comenzó a orar la coronilla de la Divina Misericordia. «Aunque no tenía ningún sentimiento en mi corazón, me sentí obligada a hacerlo».

Como Juliana no tenía devoción a la Virgen Maria, se sorprendió cuando un amigo le sugirió que pidiera su intercesión. Hasta le recomendaron que hiciera un viaje a Lourdes, con la esperanza de recibir una sanación milagrosa. «Si Jesús quiere sanarte, puede hacerlo.» Juliana se sentía como una hipócrita. ¿Cómo podría pedirle a María que la ayudara cuando no tenía devoción por ella e incluso temía a María? Pero ella decidió que no tenía nada que perder, así que humildemente comenzó a pedirle a María que orara por ella.

Paz Como un Rio

Sin saber nada sobre su significado, fue a una Misa especial el Domingo de la Divina Misericordia. Ese día, hizo una confesión general de todos los pecados que recordaba de toda su vida. De ahí en adelante todo cambió espiritualmente para ella. Comenzó a orar por una hora, tres veces al día y cumplió la promesa de pasar una Hora Santa ante el Santísimo Sacramento cada lunes de 4 a 5 pm. A su hija de siete años le encantaba pasar ese tiempo allí con ella.

Una vez que entendió el significado de su dolor y sufrimiento y los unió a nuestro Señor en Su Divina Misericordia, pudo entregar su voluntad a la Voluntad de Dios y confiar en el gran plan que Él tenía para su vida. Aprendió a lidiar con el dolor y el sufrimiento alabando y dando gracias a Dios en cada momento del día. Sabía que llegaría el momento perfecto para viajar a Lourdes, así que estaba en paz.

Con la ayuda de su madre y su hija, Juliana finalmente pudo unirse a Harvest Pilgrimages en su peregrinación a Lourdes en el 2008 para el 150 aniversario de las visiones de Nuestra Señora a Santa Bernardita. Pablo, el líder del grupo, le ayudó mucho y ella se sintió muy motivada por la fuerza de la devoción que él le tenía a la virgen.

Esperando su turno en los baños, Juliana se sintió muy nerviosa. Como se le había dicho que el agua estaba helada, temía que le causara espasmos y aumentara su dolor. Antes de entrar en la bañera, miró a una estatua de la Virgen María y le pidió que calentara el agua. Para su sorpresa, cuando los asistentes la bajaron suavemente al agua, el agua estaba completamente tibia. Ella se sintió superada por la emoción de que esa simple oración había sido respondida tan completamente, pero aún había más por venir.

Cuando la regresaron a su silla de ruedas, su hija se dio cuenta de que las manchas negras en los dedos de sus pies estaban desapareciendo. Las manchas se estaban volviendo más rosadas. Cuando la sacaron en su silla de ruedas, sintió una sensación como de agua fría que fluía por encima de su pie. Ella seguía preguntándoles a su madre y a su hija si su pie estaba mojado, pero no lo estaba. El dolor en sus muñecas también había desaparecido.

Al día siguiente, fue a la Procesión del Santísimo Sacramento y la bendición en la basílica subterránea. Mientras esperaba en su silla de ruedas en la primera fila, mirando a Jesús en el Santísimo Sacramento, le pidió, «Si es Tu santa voluntad, ¿podrías sanarme espiritualmente, así como físicamente, para que yo pueda ser la madre que siempre he querido ser para mi hija?»

Cuando el sacerdote levantó el Santísimo Sacramento para la Bendición, Juliana sintió una tremenda sacudida desde la cintura hasta los dedos de ambos pies. Se sentía como si estuviera siendo electrocutada. Tal intenso dolor, encima de su agonía habitual, hizo que ella quisiera gritar, pero agarró los brazos de la silla de ruedas firmemente y sostuvo el sufrimiento en lo profundo de su interior. Mientras el sacerdote comenzaba las alabanzas al Santísimo Sacramento y lo colocaba sobre el altar, el dolor empezó a desaparecer, de la cintura hasta las piernas, parte por parte.

Momento Mistico

En ese momento, sabía que algo había ocurrido, pero ¿qué? Todavía sentía dolor, pero la pierna derecha se sentía muy ligera. Sintió en su corazón que Jesús la estaba llamando a ir a la Gruta de inmediato para que pudiera rezar el Rosario en el lugar donde la Virgen María se le había aparecido a Santa Bernardita.

Mientras rezaban el Rosario en la Gruta, ella experimentó un momento muy especial y místico con la Virgen. Aunque el sol brillaba a su derecha, vio una pequeña luz en el cielo delante de ella. Tenía la profunda sensación de que la Virgen María estaba detrás de esa luz y escuchó la voz de María en su corazón diciendo: “Juliana no te preocupes, todo estará bien. ¡Sólo confía!»

Inmediatamente Juliana sintió un amor profundo, tierno y maternal de María, y el amor por María estalló espontáneamente dentro del corazón de Juliana. Sin juzgar ni temer, Juliana sintió que realmente podía confiar en la Virgen. Sólo entonces, el Señor permitió completar su sanación física.

Los dedos de sus pies, que habían estado tan retorcidos y destrozados, se sentían como si estuvieran siendo estirados. Empezó a llorar: «¡Mis dedos!» Cuando su madre se quitó el zapato, los dedos se estaban moviendo. El dolor en la espalda baja y la pierna había desaparecido por completo y podía incluso tocarse la pierna sin estremecerse, lo que había sido imposible durante los últimos ocho años y medio.

«¡Creo que puedo ponerme de pie!», Exclamó. Cuando Pablo y su madre la levantaron de la silla de ruedas, se alegró al poder estar de pie sin ningún dolor. «¡Creo que puedo caminar!», declaró, sintiendo como si se estuviera deslizando sobre una nube, mientras se movía hacia la hermosa estatua que marcaba el lugar donde Santa Bernadita había visto a la Virgen. «¡Guau! ¿está sucediendo esto realmente?», pensó, asombrada por la falta del dolor que había sido su compañero constante durante ocho años y medio. Más tarde, se daría cuenta de que el día y la hora de su sanación era la de su hora santa habitual frente al Santísimo Sacramento.

La herida abierta en su pierna, que no había podido sanar durante varios años, se cerró unos días después y sanó de forma permanente. Aparte de una fisioterapia inicial para fortalecer los músculos desusados, no ha necesitado ningún tratamiento adicional. No tiene más síntomas ni efectos posteriores del Síndrome de Dolor Regional Complejo, una condición que se le había dicho que era incurable. Los dedos morados y destrozados en sus pies volvieron a la normalidad en Lourdes y están en perfecto estado desde entonces. El síndrome del túnel carpiano, que sanó inmediatamente después del baño en Lourdes, tampoco ha regresado. Su médico todavía se refiere a ella como su «paciente milagrosa».

Lo más importante es que en Lourdes experimentó el amor de su Madre Celestial, el momento de María, como ella lo llama. Ella admiró ese momento y apreció el afecto materno que María le había dado al orar el Rosario cada día. Para mantener siempre a María con ella, ella invita a María a unirse a ella en todas las actividades de su vida diaria. Le pide a María que la utilice como su pequeño instrumento y, como resultado, «nunca he sido más feliz en toda mi vida».

La Virgen ha intercedido para que se le concedieran muchas cosas, incluso las cosas que ella creía que eran demasiado pedir. Lo más importante es que María le trajo un esposo amoroso para compartir su vida y ser un padrastro maravilloso —siguiendo el modelo de San José— para su hija cuando entró en su adolescencia.

Aún mejor, comparte su amor por María y por Jesús en Su Divina Misericordia. Ella lo conoció en la peregrinación a Lourdes. Es Pablo, quien la cuidó con tanta ternura y estaba presente cuando ella fue sanada. Juliana y Pablo esperan con ansias su décimo aniversario de bodas.

 

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Juliana Elarde

Juliana Elarde ARTICLE is based on Juliana Elarde’s personal testimony, including her interview on the Shalom TV program, Mary my Mother https://www.shalomworld.org/episode/juliana-ellarde

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