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La vida en mi familia ha sido un viaje de alegría y tristeza. El amor y la alegría a menudo se han visto ensombrecidos por la pérdida de amigos, fracaso en los exámenes, cambio de escuelas y problemas de vivienda. He experimentado una gran miseria y soledad a lo largo de estas pruebas, pero a pesar de esto, me aferraba a la ayuda de nuestra Señora que me apoyaba y me consolaba.
Empezar la escuela secundaria fue un gran cambio en mi vida. Muchos de mis amigos y compañeros que tuve en la escuela primaria se habían mudado a otras escuelas secundarias, así que tuve que tratar de encajar con gente nueva y encontrar a los que serían mis amigos. Habían mucho más trabajos y evaluaciones en la nueva escuela, y fue difícil sin un amigo cercano a mi lado.
A medida que pasaban los meses, me preguntaba si estas dificultades y pruebas llegarían a su fin. Oré a nuestra Santisima Madre pidiendole consuelo durante estos tiempos difíciles y comencé el retiro personal del P. Michael E. Gaitley llamado «33 Días Hacia un Glorioso Amanecer» para prepararme para la consagración a María. Cada día del retiro incluye una lectura diaria de los santos. Me inspiraron pasajes clave de las enseñanzas de San Luis de Montfort, San Maximiliano Kolbe, Santa Teresa de Calcuta y el Papa San Juan Pablo II. Este libro profundizó mi relación con la virgen María y mi confianza en su cuidado maternal mientras reflexionaba sobre lo que leía cuando rezaba el Rosario cada día.
Ahora, cuando estoy consumido por el estrés o la preocupación, simplemente rezo el Rosario y puedo sentir la consoladora mano de nuestra Santisima Madre sobre mi hombro. «Mientras recito el Rosario, estoy sosteniendo la mano de la Santa Madre. Después de recitar el Rosario, la Santa Madre tiene mi mano” (Papa Juan Pablo II). A medida que mi amor y confianza por la Virgen María se profundizaba con cada día del retiro, ya no me sentía triste y solo en la escuela. Orar el Rosario y otras oraciones marianas trajo consigo un gran cambio en mi vida espiritual. El día de la consagración, me desperté temprano en la mañana para rezar la oración de la consagración. A medida que las palabras pasaron por mis labios, mi corazón burbujeó con gran alegría y felicidad mientras me deleitaba en el conocimiento de que finalmente estaba consagrada a María.
Muchos de nosotros, enfrentados con dificultades similares en nuestras vidas, a menudo no estamos seguros de qué hacer o a dónde ir. Aprovechemos esta oportunidad para confiar en la intercesión de nuestra Señora. Necesitamos recordar que María experimentó muchas penas y dificultades cuando estaba en la tierra y puede entender exactamente cómo nos sentimos. Tomar su mano y pedirle que nos acompañe en nuestros sufrimientos puede llevarnos a un camino dulce y hermoso.
Oremos esta poderosa oración pidiendo la ayuda de la Virgen María durante las dificultades de la vida:
Madre de Dios y Madre nuestra,
Ruega por nosotros ante Dios, nuestro Padre misericordioso,
Para que este gran sufrimiento termine y que la esperanza y la paz amanezcan de nuevo.
Amen.
Eva Treesa is a high school student. Faith is her first priority and she deepens her relationship with Jesus through daily prayer and scripture readings. She lives with her family in Brisbane, Australia.
Martín de Porres nació en el Perú del siglo XVI; creció enfrentando los estigmas de su raza mixta y su ilegitimidad. Después de recibir enseñanza para ser barbero-médico, en sus años de juventud, se unió a los dominicos como "ayudante laico" y continuó su trabajo de barbero en el monasterio. Un día, el hermano Francisco Velasco Carabantes se acercó a Martín para hablar con él; en ese tiempo, las personas ya comenzaban a creer que era un santo. Martín estaba ocupado con su trabajo de barbero, y distraídamente sujetó al novicio Francisco y lo colocó en la silla del barbero. El hermano Francisco no tenía ninguna inclinación a que le afeitaran la cabeza; no le gustaba el “corte” que usaban los dominicos. Antes de que pudiera resistirse, Martín había terminado su trabajo, y el hermano Francisco estaba furioso más allá de toda expresión. Empezó a gritar, insultando a Martin con toda clase de palabras altisonantes. Martín estaba absorto en la oración, y para cuando se dio cuenta de que el novicio estaba gritando, uno de los rectores había visto la conmoción y estaba regañando al hermano Francisco, quien fue severamente castigado y expulsado. Una vez que se dio cuenta lo que había sucedido, Martín acudió al rector con todas las excusas posibles. Pidió perdón por esta persona que había abusado verbalmente de él, tratando incluso de explicar las malas palabras utilizadas. Finalmente, le dijo al rector: "Todo el mundo sabe lo pecador que soy". El rector, que conocía la vida santa de Martín, accedió a su petición y perdonó al hermano Francisco. No satisfecho con esto, el hermano Martín también envió fruta fresca, que era un manjar raro en el monasterio, al hermano Francisco. ¿Cuántas veces nos hemos regocijado en los castigos "justos" que recibieron nuestros transgresores? Recemos a San Martín por la virtud de la humildad, para perdonar y mostrar la otra mejilla, como Jesús nos enseñó a hacer.
By: Shalom Tidings
MoreEn tiempo de problemas, ¿alguna vez has pensado: “si tan solo pudiera contar con alguien que me ayudara”, sin realmente comprender que tienes toda una muchedumbre a tu disposición personal? Mi hija me ha estado preguntando por qué no parezco la típica polaca si soy 100% polaca; nunca tuve una buena respuesta hasta esta semana, cuando me enteré de que algunos de mis antepasados son montañeses górales. Los górales viven en las montañas a lo largo de la frontera sur de Polonia; son conocidos por su tenacidad, su amor por la libertad y su vestimenta, cultura y música distintivas. Existe una canción folklórica góral que resuena una y otra vez en mi corazón, tanto que le compartí a mi esposo que siento como si me estuviera llamando de regreso a mi país. El enterarme de que tengo ascendencia góral ¡ha hecho que mi corazón se goce! La búsqueda de las raíces Creo que hay un cierto deseo dentro de cada uno de nosotros de entrar en contacto con nuestras raíces; eso explica los muchos sitios de genealogía y negocios de pruebas de ADN que han aparecido recientemente. ¿A qué se deberá esto? Tal vez se deba a la necesidad de saber que somos parte de algo más grande que nosotros mismos; anhelamos el significado y la conexión con aquellos que nos han precedido; descubrir nuestra ascendencia demuestra que somos parte de una historia mucho más profunda. No solo eso, sino que conocer nuestras raíces ancestrales nos da un sentido de identidad y solidaridad. Todos venimos de algún lugar, pertenecemos a algún lugar, y estamos en un viaje juntos. Reflexionar sobre esto me hizo darme cuenta de lo importante que es descubrir nuestra herencia espiritual, no solo la física. Después de todo, los humanos somos cuerpo y alma, carne y espíritu; por eso realmente creo que nos beneficiaría mucho conocer a los santos que nos han precedido; no solo debemos conocer sus historias, sino que también debemos familiarizarnos con ellas. Encontrar la conexión Tengo que admitir que no siempre he sido muy buena en la práctica de pedir la intercesión de un santo; esta es ciertamente una nueva adición a mi rutina de oración. Lo que me despertó a esta realidad fue el consejo de San Felipe Neri: "La mejor medicina contra la sequedad espiritual es colocarnos como mendigos en la presencia de Dios y de los santos, y andar como un mendigo de uno a otro y pedir limosna espiritual con la misma insistencia con la que un pobre de la calle pediría limosna". El primer paso es llegar a saber quiénes son los santos; hay muchos buenos recursos en línea. Otra forma es leer la Biblia; existen poderosos intercesores tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, y es posible que te identifiques con uno más que con el otro; además, hay innumerables libros sobre los santos y sus escritos. Ora por su guía y Dios te guiará a tu muchedumbre personal de intercesores. Por ejemplo, le he pedido ayuda a San David rey con mi ministerio musical, San José es mi recurso cuando intercedo por mi esposo y por el discernimiento laboral; pido ayuda a San Juan Pablo II, a San Pedro y a San Pío X cuando me siento llamada a rezar por la Iglesia; rezo por las mamás a través de la intercesión de Santa Ana y Santa Mónica; cuando rezo por las vocaciones, a veces invoco a Santa Teresita y a al Padre Pío. La lista continúa, el Beato Carlo Acutis es mi recurso para los problemas tecnológicos, Santa Jacinta y San Francisco me enseñan sobre la oración y cómo ofrecer mejor los sacrificios; San Juan Evangelista me ayuda a crecer en la contemplación; y sería negligente de mi parte no mencionar que a menudo pido la intercesión de mis abuelos, ellos oraron por mí mientras estaban en la tierra, y sé que están orando por mí en la vida eterna. Pero mi intercesora favorita de todos los tiempos siempre ha sido nuestra muy querida y amada Santísima Madre. A solo una oración de distancia Con quién pasamos el tiempo es importante; nos moldea en lo que nos convertimos. Realmente hay una "nube de testigos" que nos rodea y con la que estamos conectados de una manera real (Hebreos 12, 1); esforcémonos por conocerlos mejor. Podemos enviar oraciones sencillas y sinceras como: "Santo ____, me gustaría conocerte mejor; por favor, ayúdame". No estamos destinados a hacerlo solos en este viaje de fe, vamos en el camino de la fe en comunidad, como el cuerpo de Cristo; al mantenernos conectados con los santos, encontramos una brújula que nos proporciona dirección y una ayuda concreta para viajar con seguridad a nuestra patria celestial. ¡Que el Espíritu Santo nos ayude a ponernos en contacto con nuestras raíces espirituales, para que podamos crecer como santos y pasar la eternidad como una gloriosa familia de Dios!
By: Denise Jasek
MoreCuando te asalten pensamientos de inutilidad, prueba esto... Apestaba. Su cuerpo sucio y hambriento se consumió como su herencia desperdiciada. La vergüenza lo envolvió. Lo había perdido todo: su riqueza, reputación, familia; su vida estaba destrozada. La desesperación lo consumió. Entonces, de pronto, el rostro amable de su padre apareció en su mente. La reconciliación parecía imposible, pero en su desesperación “partió y fue donde su padre; pero cuando aún estaba lejos, su padre lo vio y se llenó de compasión; corrió, lo rodeó con sus brazos y lo besó. Entonces el hijo le dijo: 'Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo.’ Pero el padre dijo: ‘este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a vivir; ¡estaba perdido y ha sido encontrado!’ Y comenzaron a celebrar” (Lucas 15,20-24). Aceptar el perdón de Dios es difícil. Admitir nuestros pecados significa admitir que necesitamos a nuestro Padre. Y mientras tú y yo luchamos con la culpa y la vergüenza de ofensas pasadas, Satanás el acusador nos ataca con sus mentiras: “No son dignos de ser amados ni perdonados”. ¡Pero el Señor nos llama a rechazar esta mentira! En el bautismo, tu identidad como hijo de Dios quedó estampada en tu alma para siempre. Y al igual que el hijo pródigo, estás llamado a descubrir tu verdadera identidad y valor. Dios nunca deja de amarte, no importa lo que hayas hecho. “No rechazaré al que viene a mí” (Juan 6,37). ¡Tú y yo no somos excepciones! Entonces, ¿cómo podemos tomar medidas prácticas para aceptar el perdón de Dios? Busca al Señor, abraza su misericordia y sé restaurado por su poderosa gracia. Busca al Señor Busca tu iglesia o capilla de adoración más cercana y encuentra al Señor cara a cara. Pídele a Dios que te ayude a verte a través de sus ojos misericordiosos, con su amor incondicional. A continuación, haz un inventario honesto y valiente de tu alma. Sé valiente y mira a Cristo en el crucifijo mientras reflexionas: acércate al Señor. Admitir la realidad de nuestros pecados es doloroso, pero un corazón auténtico y vulnerable está dispuesto a recibir los frutos del perdón. Recuerda, eres un hijo de Dios: ¡el Señor no te rechazará! Abraza la misericordia de Dios Luchar contra la culpa y la vergüenza puede ser como intentar mantener una pelota de playa bajo la superficie del agua. ¡Se necesita mucho esfuerzo! Además de esto, el diablo a menudo nos lleva a creer que no somos dignos del amor y el perdón de Dios. Pero en la cruz brotaron sangre y agua del costado de Cristo, para limpiarnos, sanarnos y salvarnos. Tú y yo estamos llamados a confiar radicalmente en esta divina misericordia. Intenta decir: “Soy un hijo de Dios. Jesús me ama. Soy digno de perdón”. Repite esta verdad todos los días. Escríbelo en algún lugar que veas con frecuencia. Pide al Señor que te ayude a liberarte en su tierno abrazo de misericordia. Suelta la pelota de playa y entrégasela a Jesús: ¡nada es imposible para Dios! Ser restaurado En el sacramento de la reconciliación somos restaurados por las gracias de sanación y fortaleza de Dios. Lucha contra las mentiras del diablo y encuentra a Cristo en este poderoso sacramento. Di al sacerdote si estás luchando contra la culpa o la vergüenza, y cuando digas tu acto de contrición, invita al Espíritu Santo a inspirar tu corazón. Elige creer en la infinita misericordia de Dios al escuchar las palabras de absolución: “Que Dios te dé el perdón y la paz; y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. ¡Ahora estás restaurado en el amor incondicional y el perdón de Dios! A pesar de mis fracasos, le pido a Dios todos los días que me ayude a aceptar su amor y su perdón. Puede que hayamos caído como el hijo pródigo, pero tú y yo seguimos siendo hijos e hijas de Dios, dignos de su infinito amor y compasión. Dios te ama, aquí y ahora; entregó su vida por amor a ti. ¡Ésta es la esperanza transformadora de la Buena Nueva! Entonces, abraza el perdón de Dios y atrévete a aceptar con valentía su divina misericordia. ¡La compasión inagotable de Dios te espera! “No teman, porque yo los he redimido; te puse tu nombre, tú eres mío” (Isaías 43,1).
By: Jody Weis
MoreExiste una meditación poética de principios del siglo XX de un novelista griego llamado Nikos Kazantzakis que guardo en mi mesita de noche cuando comienza el Adviento cada año. Presenta a Cristo como un adolescente observando al pueblo de Israel desde la cima de una colina distante, aún sin estar listo para comenzar su ministerio, pero aguda y dolorosamente sensible al anhelo y sufrimiento de su pueblo. El Dios de Israel está allí entre ellos, pero aún no lo saben. El otro día estaba leyendo esto a mis alumnos, como hago todos los años al comienzo del Adviento, y uno de ellos me dijo después de clase: "Apuesto a que así es como Jesús se siente también en estos tiempos". Le pregunté a qué se refería. Él dijo: "sabemos que Jesús está presente en el Sagrario y nosotros simplemente pasamos como si Él ni siquiera estuviera allí"; desde entonces, en mis oraciones de Adviento, he tenido esta nueva imagen de Jesús esperando en el Tabernáculo, mirando a su pueblo, escuchando nuestros gemidos, nuestras súplicas y nuestros clamores. Esperando... De alguna manera, esta es la forma en que Dios elige venir a nosotros. El Nacimiento del Mesías es EL ACONTECIMIENTO CLAVE EN TODA LA HISTORIA HUMANA y, sin embargo, Dios quiso que se llevara a cabo "tan silenciosamente que el mundo siguiera con sus asuntos como si nada hubiera sucedido". Algunos pastores se dieron cuenta de lo que pasaba, también lo hicieron los reyes magos (e incluso podríamos mencionar a Herodes, que se dio cuenta aunque por las razones equivocadas); luego, aparentemente, todo quedó en el olvido… por un tiempo. De algún modo debe haber algo muy provechoso para nosotros en la espera, pues Dios mismo elige que esperemos; Él elige hacernos esperar en Él, y cuando lo meditas bajo esta luz, toda la historia de la salvación se convierte en una historia de espera. Podemos también observar que existe un sentido simultáneo de urgencia en nuestra pronta respuesta al llamado que Dios nos hace, y la necesidad de que Él también nos responda pronto: "Respóndeme, Señor, cuando te llame", dice el salmista, hay algo tan atrevido en este versículo que resulta encantador. Existe un sentido de urgencia en los salmos; pero también existe la sensación de que debemos aprender a ser pacientes y esperar, esperar con gozosa esperanza y encontrar la respuesta de Dios en la espera.
By: Padre Augustine Wetta O.S.B
MoreA la edad de seis años, una niña decidió que no le gustaban las palabras "prisión" y "ahorcado". Lo que no sabía era que, a la edad de 36 años, estaría caminando con prisioneros condenados a muerte. En 1981, el impactante asesinato de dos niños pequeños se convirtió en noticia de primera plana en Singapur y en todo el mundo. La investigación condujo al arresto de Adrian Lim, un médium que había abusado sexualmente, extorsionado y controlado a una serie de clientes haciéndoles creer que tenía poderes sobrenaturales, torturándolos con "terapia" de electrochoque. Una de ellas, fue Catherine. Ella había sido mi alumna y había acudido a él para tratar su depresión tras la muerte de su abuela. La había prostituido y abusado de sus hermanos. Cuando me enteré que la acusaban de participar en los asesinatos, le envié una carta y un hermoso cuadro del Sagrado Corazón de Jesús. Seis meses después, ella respondió preguntando: “¿Cómo puedes amarme cuando he hecho cosas tan malas?” Durante los siguientes siete años visité semanalmente a Catherine en prisión. Después de meses de orar juntas, quería pedir perdón a Dios y a todas las personas a las que había herido. Después de haber confesado sus pecados, tuvo tanta paz que era como una persona diferente. Cuando fui testigo de su conversión, estaba fuera de mí de alegría, pero mi ministerio con los prisioneros apenas comenzaba. Recordando el pasado Crecí en una amorosa familia católica con 10 hijos. Todas las mañanas íbamos todos juntos a misa y mi madre nos recompensaba con un desayuno en una cafetería cerca de la iglesia. Pero después de un tiempo, dejó de ser alimento para el cuerpo y pasó a ser únicamente alimento para el alma. Puedo recordar mi amor por la Eucaristía en aquellas misas matutinas con mi familia, donde se sembró la semilla de mi vocación. Mi padre hacía que cada uno de nosotros nos sintiéramos especialmente amados y siempre corríamos alegremente a sus brazos cuando regresaba del trabajo. Durante la guerra, cuando tuvimos que huir de Singapur, él nos educaba en casa. Nos enseñaba fonética todas las mañanas y nos pedía que repitiéramos un pasaje en el que alguien fue condenado a muerte en la prisión de Sing Sing. A la tierna edad de seis años ya sabía que no me gustaba ese pasaje. Cuando llegó mi turno, en lugar de leerlo, recité el Salve Santísima Reina. No sabía que algún día estaría orando con los prisioneros. Nunca es demasiado tarde Cuando comencé a visitar a Catherine en prisión, algunos de los otros prisioneros mostraron interés en lo que estábamos haciendo. Cada vez que un prisionero solicitaba una visita, me alegraba reunirme con él y compartir la amorosa misericordia de Dios. Dios es un Padre amoroso que siempre está esperando que nos arrepintamos y volvamos a Él. Un prisionero que ha violado la ley es similar al hijo pródigo, que recobró el sentido cuando tocó fondo y se dio cuenta diciendo: “Puedo volver a mi Padre”; y cuando regresó con su Padre pidiendo perdón, el Padre salió corriendo para darle la bienvenida. Nunca es demasiado tarde para que alguien se arrepienta de sus pecados y vuelva a Dios. Abrazando el amor Flor, una mujer filipina acusada de asesinato, conoció nuestro ministerio a través de otros prisioneros, así que la visité y la apoyé mientras apelaba su sentencia de muerte. Después del rechazo de su apelación, ella estaba muy enojada con Dios y no quería tener nada que ver conmigo. Cuando pasaba por su puerta, le decía que Dios todavía la amaba sin importar nada, pero ella se sentaba desesperada mirando la pared en blanco. Le pedí a mi grupo de oración que rezara la novena a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y ofreciera sus sufrimientos específicamente por ella. Dos semanas después, Flor cambió repentinamente de opinión y me pidió que volviera con un sacerdote; ella estaba llena de alegría porque la Madre María había visitado su celda diciéndole que no tuviera miedo porque se quedaría con ella hasta el final. Desde ese momento, hasta el día de su muerte, sólo hubo alegría en su corazón. Otro recluso memorable fue un australiano que fue encarcelado por tráfico de drogas. Cuando me escuchó cantar un himno a Nuestra Señora, a otro prisionero, se conmovió tanto que me pidió que lo visitara regularmente. Su madre incluso se quedó con nosotros cuando vino de visita desde Australia. Finalmente, también pidió ser bautizado como católico. A partir de ese día estuvo lleno de alegría, incluso mientras caminaba hacia la horca. El superintendente allí era un hombre joven, y mientras el ex-traficante de drogas caminaba hacia su muerte, este oficial se adelantó y lo abrazó. Fue muy inusual y sentimos que era como si el mismo Señor abrazara al joven. Simplemente no puedes evitar sentir la presencia de Dios allí. De hecho, sé que cada vez, la Madre María y Jesús están allí para recibirlos en el cielo. Ha sido un gozo para mí creer verdaderamente que el Señor que me llamó ha sido fiel conmigo. El gozo de vivir para Él y para su pueblo ha sido mucho más gratificante que cualquier otra cosa.
By: Hermana M. Gerard Fernandez RGS
MoreEn una tarde abrasadora en las calles de Calcuta, conocí a un chico… La oración es una parte innegable, central y clave en la vida de todo cristiano. Sin embargo, Jesús hizo hincapié en otras dos cosas que iban claramente de la mano de la oración: el ayuno y la limosna (Mateo 6, 1-21). Durante la cuaresma y el adviento, se nos pide específicamente que dediquemos más tiempo y esfuerzo a estas tres prácticas ascéticas. “Más” es la palabra que subrayamos. Cualquiera que sea el tiempo en que nos encontremos, la abnegación y la entrega radicales son una llamada continua para cada creyente bautizado. Hace unos ocho años, Dios me hizo literalmente detenerme a pensar en esto. Encuentro inesperado En 2015, tuve el gran privilegio y la bendición de cumplir el sueño de toda mi vida: estar con y servir a algunos de los hermanos y hermanas más necesitados de todo el mundo, en Calcuta, India, donde los pobres son descritos no solo como pobres, sino como "los más pobres de los pobres". Desde el momento en que llegué, fue como si electricidad corriera por mis venas. Sentí una inmensa gratitud y amor en mi corazón por esta increíble oportunidad de servir a Dios en la orden religiosa de la Santa Madre Teresa, las Misioneras de la Caridad. Los días fueron largos, pero absolutamente llenos de acción y de gracia. Mientras estuve allí, no quise perder ni un momento. Después de empezar cada día a las 5 de la mañana con una hora de oración, seguida de la Santa Misa y el desayuno, salíamos para servir en un hogar para enfermos, indigentes y moribundos adultos. Durante la pausa del almuerzo, después de una comida ligera, muchos de los religiosos con los que me alojaba dormían la siesta para recargar las pilas y estar listos para reemprender la marcha por la tarde y hasta la noche. Un día, en lugar de descansar en casa, decidí dar un paseo en busca de un cibercafé para ponerme en contacto con mi familia por correo electrónico. Al doblar una esquina, me encontré con un niño de unos siete u ocho años. Su rostro expresaba una mezcla de frustración, rabia, tristeza, dolor y cansancio. Parecía que la vida ya había empezado a pasarle factura. Llevaba al hombro la mayor bolsa de plástico transparente y resistente que había visto en mi vida. Estaba llena de botellas y otros objetos de plástico. Se me partió el corazón mientras ambos nos examinábamos en silencio. Mis pensamientos se dirigieron entonces a preguntarme ¿qué podría darle al pequeño? Me llevé la mano al bolsillo y me di cuenta de que sólo llevaba una pequeña cantidad de cambio para pagar el Internet; era menos de una libra inglesa. Cuando se lo di mirándolo a los ojos, todo su ser pareció cambiar. Estaba tan animado y agradecido, mientras su hermosa sonrisa iluminaba su bello rostro. Nos dimos la mano y siguió caminando. Mientras permanecía de pie en aquel callejón de Calcuta, me quedé asombrado al darme cuenta de que Dios Todopoderoso acababa de enseñarme personalmente una lección tan poderosa a través de este encuentro, que cambiaría el resto de mi vida. Cosechando bendiciones Sentí que Dios en ese momento, me había enseñado de una manera maravillosa que lo importante no es el regalo en sí, sino la disposición, la intención y el amor del corazón con los cuales se entrega el regalo. Santa Madre Teresa lo resumió bellamente diciendo: "No todos podemos hacer grandes cosas, pero podemos hacer pequeñas cosas con gran amor". De hecho, San Pablo dijo que aún si damos todo lo que tenemos "pero no tenemos amor", no ganamos nada (1Corintios 13, 3). Jesús describió la belleza del dar, diciendo que “cuando demos... se nos dará una medida buena, apretada, remecida, rebosante, que se nos pondrá en el regazo. Porque la medida que demos será la medida que recibiremos" (Lc 6, 38). San Pablo nos recuerda también que "todo lo que el hombre siembre, eso también cosechará" (Ga 6,7). No damos para recibir algo a cambio; pero Dios, en su infinita sabiduría y bondad, nos bendice personalmente en esta vida y también en la otra cuando damos pasos en el amor (Juan 4,34-38). Como nos enseñó Jesús, "hay mayor bendición en dar que en recibir" (Hechos 20,35).
By: Sean Booth
MoreLa historia de esta familia parece salida de una película, pero el final seguramente te sorprenderá Nuestra historia comienza en casa, en San Antonio, Texas, donde crecí con mis dos hermanos menores: Oscar y Louis. Papá era ministro de música en nuestra iglesia, mientras que mamá tocaba el piano. Nuestra infancia fue feliz, todo giraba en torno a la iglesia y la familia, junto con mis abuelos que vivían cerca. Pensamos que todo estaba bien, pero cuando cursaba el sexto grado, mamá y papá nos dijeron que se iban a divorciar. Al principio no sabíamos lo que eso significaba porque nadie en mi familia se había divorciado, pero pronto nos enteramos. Estuvimos de casa en casa mientras peleaban por la custodia. Aproximadamente un año después, papá salió de la ciudad durante el fin de semana; se suponía que mis hermanos y yo íbamos a estar con mamá, pero terminamos quedándonos con algunos amigos en el último minuto. Nos sorprendió cuando papá voló a casa temprano para recogernos, y quedamos devastados cuando nos dijo por qué: mamá había sido encontrada muerta en su auto en un estacionamiento desierto. Al parecer, dos hombres la habían asaltado a punta de pistola, le quitaron el bolso y las joyas; luego, ambos la violaron en el asiento trasero antes de dispararle en la cara tres veces y dejarla morir en el piso de su automóvil. Cuando papá nos habló sobre esto, no podíamos creerlo. ¿Por qué alguien querría matar a mamá? Nos preguntábamos si iban a venir también tras nosotros; el miedo se convirtió en parte de nuestras jóvenes vidas. Las secuelas Después del funeral, tratamos de volver a la vida normal con papá; pero he aprendido que la normalidad nunca regresa para las víctimas de delitos graves. Papá tenía un negocio de construcción; un año después del asesinato de mamá, fue arrestado con dos de sus empleados y acusado de asesinato capital y solicitud criminal por contratar a estos dos hombres para matar a mamá. Los tres se culpaban mutuamente; uno de los empleados afirmó que escuchó a papá contratar al otro tipo para cometer el asesinato. Papá se decía inocente, y le creímos, pero su fianza fue negada, y todo cambió para nosotros. Cuando mataron a mamá, éramos los hijos de la víctima; la gente, especialmente en la iglesia, quería ayudarnos a través del proceso, eran generosos y amables; sin embargo, después de que papá fue arrestado, de repente nos trataron de manera diferente: Hay un estigma cuando se es el hijo de un delincuente; la gente nos describió como bienes dañados que no equivaldrían a nada. Nos mudamos con mis tíos, comencé la escuela secundaria en Austin, pero continuamos visitando a papá en la cárcel del condado porque lo amábamos y creíamos en su inocencia. Dos años y medio después, papá finalmente fue llevado a juicio; fue muy difícil para nosotros ver todos los detalles salpicados en todas las noticias; particularmente porque él y yo compartíamos el mismo nombre. Cuando lo declararon culpable, quedamos devastados; especialmente cuando fue sentenciado a muerte y trasladado a Huntsville para esperar la ejecución. Cuando eres miembro de la familia de un recluso, es como si tu vida estuviera en espera. Confesión impactante Durante mi último año en la universidad, hubo un nuevo desarrollo en el caso; el secretario del fiscal de distrito reveló que el fiscal había alterado la evidencia para demostrar que papá era culpable. Siempre habíamos creído en la inocencia de papá, así que estábamos muy contentos. Papá fue removido del corredor de la muerte y enviado de vuelta a la cárcel del condado para esperar un nuevo juicio que tuvo lugar cuatro años después. Mis hermanos y yo testificamos a su favor, y el jurado lo declaró inocente de asesinato capital, lo que significaba que no sería ejecutado. No puedo expresar el alivio que sentí al saber que no iba a perder a papá de esa manera. Sin embargo, lo encontraron culpable del cargo de asesinato en menor grado, que conllevaba cadena perpetua. A pesar de esto, todos sabíamos que pronto sería puesto en libertad condicional; habíamos hecho todo lo posible durante todos esos años para regresar a papá a casa, así que estábamos muy emocionados porque eso estaba a punto de suceder, y porque pronto vendría a vivir con nuestra familia. Mientras lo visitaba antes de su liberación, le pedí que aclarara algunas de las cuestiones que habían surgido durante el juicio. Dijo que podía preguntarle cualquier cosa; pero cuando llegué a una pregunta en particular, me miró directamente a la cara y dijo: "Jim, lo hice, y ella se lo merecía"; me sorprendió, estaba confesando el hecho y ni siquiera se arrepentía de ello. Le estaba echando la culpa a mamá; pensó que él era la víctima porque estaba en prisión. Yo estaba furioso, quería que supiera que él no era la víctima; mi madre, que yacía bajo tierra, ella era la víctima. No puedo describir lo traicionados que todos nos sentimos porque nos estuvo mintiendo durante todo ese tiempo; se sentía como si todos estuviéramos llorando a mamá por primera vez, porque cuando papá fue arrestado, toda la atención se volcó hacia él. Mi familia protestó su libertad condicional, por lo que la junta de libertad condicional se la negó. Volví a verlo en la cárcel para decirle que volvería a prisión, no al corredor de la muerte donde estaba a salvo de otros prisioneros; sino a una prisión de máxima seguridad por el resto de su vida. Le dije que nunca nos volvería a ver; habíamos estado visitándolo todos estos años, escribiéndole y poniendo dinero en su cuenta de la prisión; él había sido parte importante de nuestras vidas… pero ahora le dabamos la espalda. Dejar el gancho Después de cuatro años sin contacto, volví a ver a papá en prisión. Ahora yo tenía mi propio hijo, y jamás había pasado por mi cabeza la idea de lastimarlo. Digo esto porque me enteré de que papá también había contratado a esos hombres para matarnos a mis hermanos y a mí. Quería algunas respuestas, pero lo primero que hizo al verme fue disculparse conmigo por lo que nos había hecho a mamá, a mis hermanos y a mí. Era un hombre que nunca había pedido perdón por nada. No podía creerlo, pero aprendí que cuando escuchas a alguien decir que lo siente, comienzas a sanar. Lo siguiente que dijo fue: "Jim, finalmente entregué mi vida a Dios y me convertí al cristianismo, después haber tocado fondo en prisión". Durante el año siguiente, visité a papá una vez al mes. Durante ese tiempo, pasé por un proceso de perdón. A primera vista, me parecía imposible poder perdonar a papá por matar a mi madre. Trabajo con muchas víctimas de delitos, lo que he aprendido es que, si no perdonas a un ofensor o a alguien que te ha lastimado, te amargas, te enojas y te deprimes. No quería que papá me controlara más, así que lo perdoné; no para dejarlo libre, sino para liberarme a mí. No quería ser ese hombre amargado, enojado y deprimido. En el proceso de reconciliación, perdoné en nombre de mamá, hablé por ella pues le habían quitado su voz. Durante ese año, mientras hablábamos sobre los problemas, vi un cambio de vida en papá. Aproximadamente un año después de reanudar el contacto, recibí una llamada del capellán de la prisión diciéndome que papá había sufrido un aneurisma cerebral; se encontraba con muerte cerebral, así que tuvimos que tomar la decisión de quitarle el soporte vital, lo que suena fácil; pero no lo fue. A pesar de todo, todavía lo amaba. Reclamamos su cuerpo para no atravesar por la mala fortuna de tener a nuestro padre enterrado en los terrenos de la prisión. Nos sorprendió ver al alcaide y al capellán de la prisión en el funeral. Ellos nos dijeron que, por primera vez, se había aprobado tener un servicio conmemorativo para nuestro padre en la capilla de la prisión. Cuando llegamos, nos sentamos en la primera fila con 300 reclusos detrás de nosotros, rodeados de guardias; durante las siguientes tres horas, los hombres se acercaron al micrófono, uno por uno, nos miraron directamente a la cara y nos contaron sus historias de cómo se habían vuelto a Cristo porque papá había compartido su fe con ellos y cambiado sus vidas. Mi padre, al admitir y arrepentirse de sus malas decisiones, al asumir la responsabilidad de sus acciones y pedirle perdón a Dios, había llevado su vida a una nueva dirección, y había guiado a otros con él. Cuando escuchas a una persona decir eso, es poderoso, pero escucharlo de 300 es abrumador. Comencé a hablar en iglesias, prisiones y programas de justicia restaurativa, a víctimas y delincuentes que desean rehabilitarse, compartiendo nuestra historia de restauración después de un proceso de perdón. He sido testigo una y otra vez de cómo las personas pueden cambiar. Cuando cuento nuestra historia, puedo honrar a nuestros padres: a mamá por el impacto positivo que tuvo en nuestras vidas y a papá por su decisión de arrepentirse verdaderamente de sus pecados. El final de nuestra historia pudimos ver cómo Dios puede tomar situaciones horribles y convertirlas en buenas; lo que hemos aprendido acerca del arrepentimiento y el perdón nos ha hecho mucho mejores esposos y padres, porque trabajamos para dar a nuestras familias algo mejor. Hemos aprendido a través de esta amarga experiencia que, para arrepentirse verdaderamente, tienes que seguir arrepintiéndote, y para perdonar verdaderamente, tienes que seguir perdonando; no una vez, sino constantemente.
By: Shalom Tidings
MoreSan Januarius (o Gennaro, como se le conoce en su Italia natal), nació en Nápoles durante el siglo II en una familia aristócrata con mucho poder económico. Fue ordenado sacerdote a la notable edad de 15 años. Para cuando tenía 20, ya era obispo de Nápoles. Durante la persecución cristiana iniciada por el emperador Diocleciano, Gennaro escondió a muchos cristianos, incluido su antiguo compañero de clase, Sossius, quien también se convirtió en santo. Sossius fue expuesto como cristiano y fue encarcelado; cuando Gennaro lo visitó en la cárcel, él también fue arrestado. Los relatos sobre él varían en cuanto a si él y sus compañeros fueron arrojados a animales salvajes que se negaron a atacarlos, o si fueron llevados a un horno del cual salieron ilesos. Pero todas las historias coinciden en que Gennaro fue finalmente decapitado alrededor del año 305 d.C. Y aquí es donde la historia se pone interesante: Los seguidores piadosos reunieron parte de su sangre en frascos de vidrio y la conservaron como reliquia. Esa sangre, sigue preservada hoy, y manifiesta cualidades notables. Tres veces al año, desde que sucedió por primera vez en 1389, la sangre coagulada se licúa. Almacenada en ampollas de vidrio, la sangre seca de color rojo oscuro que se adhiere a un lado del recipiente se convierte milagrosamente en líquido que llena la botella de lado a lado. Además de su fiesta, el 19 de septiembre, el milagro también ocurre el mismo día que sus restos fueron trasladados a Nápoles y en el aniversario en que esta ciudad se salvó de los efectos de la erupción del Monte Vesubio en 1631. Varias investigaciones científicas han intentado y han fallado a la hora de explicar cómo es que la sangre sólida logra licuarse; y cualquier engaño o juego sucio ha sido excluido. Gritos alegres de: ¡El milagro ha sucedido!, llenan la catedral de Nápoles mientras los fieles besan el relicario que sostiene la sangre del santo. Qué regalo tan asombroso le ha dado Dios a la Iglesia en este notable santo, y en el milagro que cada año nos recuerda como Gennaro – y muchos otros más – derramaron su sangre por el bien de su Señor. Como dijo Tertuliano: “La sangre de los mártires es la semilla de la Iglesia”.
By: Graziano Marcheschi
MoreSemiparalizada después de una mordedura de araña venenosa, Marisana Arambasic sintió que su vida se desvanecía; aferrada al Rosario pedía por un milagro. He estado viviendo en Perth, Australia durante mucho tiempo, pero soy originaria de Croacia. Cuando tenía 8 años fui testigo de un milagro: un hombre de 44 años con las piernas lisiadas fue sanado a través de la poderosa intercesión de la Virgen María; muchos de nosotros fuimos testigos de este milagro. Todavía recuerdo correr hacia él y tocar sus piernas con asombro después de que fue sanado. A pesar de esta experiencia, al ir creciendo me fui alejando de Dios; creía que el mundo era mío, todo lo que me importaba era disfrutar mi vida. Mi madre estaba preocupada porque yo disfrutaba de la vida de la manera equivocada; ella frecuentemente ofrecía misas por mí, y le pidió a Nuestra Madre María que intercediera por mí. Aunque mi madre oró fervientemente durante 15 años, yo no parecía estar mejor. Cuando mi madre mencionó mi caso a un sacerdote de la localidad, él le dijo: "Ella vive en este momento en pecado, una vez que deje de pecar, Dios la pondrá de rodillas, todas las gracias a través de la Santa Misa serán derramadas y los milagros sucederán". La mordedura venenosa Esta predicción se hizo realidad cuando cumplí 33 años. Como madre soltera había tocado fondo, pero poco a poco volví a Dios; sentí que la Virgen María me acompañaba y ayudaba en los momentos difíciles. Un día, una araña de cola blanca me mordió en la mano izquierda; la araña era nativa de Australia y muy venenosa. Aunque gozaba de buena salud, mi cuerpo no podía recuperarse de esa picadura; el dolor era horrible, el lado izquierdo de mi cuerpo estaba paralizado: no podía ver con mi ojo izquierdo y mi pecho, corazón y todos mis órganos se sentían como si estuvieran acalambrados. Busqué ayuda de especialistas y tomé los medicamentos que me recetaron, pero no podía recuperarme. En un momento de desesperación, tomé mi Rosario y oré como nunca. Al principio rezaba el Rosario todos los días de rodillas, pero pronto mi condición empeoró y ya no podía ni arrodillarme; terminé postrada en cama, con ampollas en toda mi cara; las personas se mostraban reacias incluso a mirarme. Esto aumentó mi dolor; comencé a perder grandes cantidades de peso; lo único que podía comer eran manzanas, si comía cualquier otra cosa, mi cuerpo sufría espasmos. Solo podía dormir durante 15 a 20 minutos cada vez, antes de despertarme por calambres; el deterioro de mi salud fue muy difícil para mi hijo que tenía 15 años en ese momento; se distanció buscando un escape en los videojuegos. Y yo, aunque era muy allegada a mis padres y hermanos, todos vivían en el extranjero; cuando les conté sobre mi condición, mis padres fueron inmediatamente a Medjugorje, donde se reunieron con un sacerdote que oró por mí. En ese momento exacto, estaba acostada en un colchón en el piso de mi cocina, porque moverme de una habitación a otra era demasiado difícil para mí; de repente pude levantarme y caminar, aunque todavía tenía algo de dolor; llamé a mi hermana y me contó que un sacerdote había orado por la intercesión de Nuestra Madre María para mi curación. En ese momento no me detuve a pensar, inmediatamente compré boletos para ir a Medjugorje; me fui, aún en contra del consejo de los especialistas médicos: mi inmunidad era baja y mi cuerpo estaba débil; sin embargo, me decidí a ir. Subiendo la colina Cuando llegué a Croacia, mi hermana me recogió en el aeropuerto y llegamos a Medjugorje esa noche; conocí al sacerdote que había orado con mis padres, él oró por mí y me pidió que subiera a la Colina de las apariciones al día siguiente. Durante ese tiempo, todavía no podía comer nada más que manzanas sin que mi garganta se cerrara, todavía tenía ampollas por todas partes; sin embargo, no podía esperar para subir la colina donde la Madre María había aparecido. Mi hermana quería venir conmigo, pero yo quería ir sola, no quería que nadie fuera testigo de mi dolor. Cuando llegué a la cima, estaba nevando; no había mucha gente allí; tuve un momento especial con la Madre María, sentí que ella podía escuchar mis oraciones, pedí una segunda oportunidad en la vida y más tiempo con mi hijo; oré: "Jesús, ten piedad de mí". Cuando bajé la colina iba rezando el Padre Nuestro; cuando llegué a “danos hoy nuestro pan de cada día”, me sentí triste, porque no podía comer pan; anhelaba profundamente recibir la Eucaristía, pero no podía. Oré para poder comer pan de nuevo; ese día decidí probar y comer un poco de pan… no tuve reacciones negativas. Luego, dormí durante dos horas seguidas, el dolor y mis otros síntomas habían disminuido; se sentía como el cielo en la tierra. Al día siguiente volví y subí a la colina de Jesús que tiene una gran cruz en la cima; sentí una paz abrumadora. Le pedí a Dios que me mostrara mis pecados desde su perspectiva; a medida que subía, Dios gradualmente me revelaba pecados que había olvidado; estaba ansiosa por confesarme tan pronto volviera a bajar la colina; estaba llena de alegría. A pesar de que tomó un tiempo, ahora estoy completamente curada. Mirando hacia atrás me doy cuenta de que todos mis sufrimientos me hicieron una mejor persona; ahora soy más compasiva y dispuesta a perdonar. El sufrimiento puede hacer que una persona se sienta sola y desesperada; todo puede desmoronarse, incluyendo la situación económica y el matrimonio. Durante ese tiempo, se necesita tener esperanza; la fe nos permite entrar en lo desconocido e ir por caminos inciertos, llevando la cruz hasta que pase la tormenta.
By: Marisana Arambasic
MoreNada lo hace sentirse tan orgulloso que el ser llamado el "niño de mamá". Rob O' Hara nos narra su hermosa historia de vida viviendo cerca de la Madre de Dios. ¿Dónde empezó todo? Hace muchos años, cuando era niño, crecí en Dublín como hijo único con padres fantásticos. Les encantaba rezar el rosario todos los días sin dudarlo. El lema del Padre Patrick Payton, "La Familia que ora unida, permanece unida" fue el lema de mi vida hogareña. Recuerdo haber conocido a Nuestra Señora cuando era un niño pequeño. Mamá y papá invitaron a muchas personas a rezar el rosario en el mes de mayo, el mes de María. Esto al principio no significó mucho para mí, pero de repente, mientras me sentaba entre la multitud de personas rezando el rosario, sentí un fuerte deseo de orar. El aroma de las rosas llenó el aire y sentí la presencia de Nuestra Señora. Cuando terminó el rosario, sentí la necesidad de seguir orando e insté a la gente a quedarse por más tiempo, -recemos otro rosario, Nuestra Señora está aquí- dije. Entonces, rezamos otro rosario, pero eso no parecía ser suficiente. La gente comenzó a irse, pero yo me quedé allí y recé otros 10-15 rosarios en compañía de Nuestra Señora. No la vi, pero sabía que estaba allí. Cuando tenía cuatro o cinco años, experimenté la gracia y el auxilio de Nuestra Señora por primera vez, de una manera tangible. En los años 80, el desempleo era alto; mi padre había perdido su trabajo y como tenía más de cuarenta años no le era fácil conseguir otro. Escuché esta historia muchas veces mientras crecía, así que los detalles están claros en mi mente. Mis padres se volvieron a Nuestra Señora con confianza. Comenzaron a rezar una novena del rosario y al final de la novena, mi papá consiguió el trabajo que quería. Vacío persistente Cuando llegué a la adolescencia, comencé a notar que la fe, la oración e incluso hablar de Nuestra Señora no era "genial". Así que dejé de rezar el rosario y encontré excusas para no estar allí cuando mis padres lo rezaban. Es triste decirlo, caí en el mundo secular y ahí me estacioné. Me olvidé de la paz, la alegría y la satisfacción que había encontrado en la oración cuando era niño y en mi adolescencia. Me volqué a los deportes, a socializar y, finalmente, a mi carrera. Era exitoso y popular, pero siempre tuve un vacío dentro de mí. Anhelaba algo, pero no sabía qué era. Llegaba a casa para ver a mi mamá y a mi papá rezando el rosario y me reía para mí mismo y pasaba de largo. Cuando este vacío persistente continuó arruinando mi vida, me pregunté por qué este vacío no me dejaba, sin importar lo que hiciera. Aunque tenía un buen trabajo, estaba siendo intimidado tanto que estaba cayendo en depresión. Un día, después de otro día terrible, llegué a casa para ver a mis padres de rodillas, rezando el rosario como de costumbre, se volvieron hacia mí con deleite y me pidieron que me uniera a ellos en oración. No podía pensar en una excusa, así que dije: "Está bien", recogí las cuentas del rosario que una vez fueron tan familiares para mi tacto e incliné la cabeza en oración. Bajo el manto de María Fui a misa donde algunos viejos amigos me notaron sentado en la parte trasera de la iglesia, así que me invitaron a unirme a ellos en una reunión de oración. Cuando fui, me sorprendió encontrar a otros jóvenes rezando el rosario. Cuando me arrodillé para orar, todos estos recuerdos encantadores de mi infancia, de mí rezando esta hermosa oración, pasaron por mi mente. Desde que había roto esa relación con mi "Madre" no había hablado con ella durante mucho tiempo. Comencé a verter mi corazón a Nuestra Señora, rezando regularmente el rosario de camino al trabajo. De vuelta en el abrazo maternal de la Madre María, todas las áreas oscuras de mi vida y la pesadez comenzaron a alejarse y comencé a pasar un buen rato en el trabajo. Cuando me di cuenta de cuánto me amaba Nuestra Señora, comencé a verter más y más mi corazón hacia ella. Me sentí envuelto en su manto azul rodeado de paz y calma. La gente comenzó a notar lo feliz que estaba y me preguntó qué había cambiado. "Oh, estoy rezando el rosario otra vez", les decía. Estoy seguro de que mis amigos pensaron que esto era un poco extraño para un joven de unos 20 años, pero podían ver lo feliz que estaba. Cuanto más oraba, más me enamoraba de Jesús en el Santísimo Sacramento y la eucaristía. Mi relación con Jesús creció y me volví más y más a Él, comencé a involucrarme en movimientos juveniles católicos en Irlanda como Puros de Corazón Juventud 2000. Devoré libros como "Consagración total a Jesús por María" y "Verdadera devoción a María" de San Luis de Montfort. Su lema Totus Tuus, que el Santo Papa Juan Pablo II había adoptado, me impactó profundamente. También le dije a Nuestra Señora: "Me entrego totalmente a ti". Mi fe creció a medida que era alimentada por estas grandes organizaciones, y sentí una superabundancia de alegría. Pensé: "¡Esto es el cielo, esto es genial!" Encontrar "la indicada" Sabía en mi corazón que tenía la vocación de casarme, pero en ese momento simplemente no encontraba a la dama adecuada. Así que acudí a Nuestra Señora y le pedí: "Ayúdame a encontrar la esposa perfecta para mí, para que podamos orar para ti y amar a tu hijo juntos más profundamente". Oré esta oración todos los días y comencé a agradecer a Jesús y María por mi futura esposa y por los hijos con los que esperaba que fuéramos bendecidos. Tres meses después, conocí a mi futura esposa, Bernie. En la primera cita le dije: "Vayamos a la iglesia y recemos el rosario a Nuestra Señora". Bernie podría haber dicho que no, pero ella dijo: "Sí, hagamos eso" y nos arrodillamos ante la estatua de Nuestra Señora y rezamos el rosario juntos. ¡Esa fue la mejor primera cita que he tenido y la última primera cita que he tenido! A lo largo de nuestro noviazgo rezamos el Rosario todos los días a Nuestra Señora y a San José para ayudarnos a prepararnos para el sacramento y para que estuviera con nosotros en nuestro matrimonio. Nos casamos en Roma y fue el mejor día de nuestras vidas. Poco después, Bernie concibió. Cuando nació nuestra niña, Lucía, la consagramos a Nuestra Señora el día de su Bautismo. Días tormentosos En los primeros años de nuestro matrimonio, dejé mi trabajo en el mundo de la banca corporativa. No era el lugar para mí por muchas razones. Mientras estaba desempleado, tratando de pagar el alquiler y criar a una niña pequeña, rezamos el rosario para que llegara el trabajo correcto. Eventualmente, nuestras oraciones fueron respondidas con un trabajo maravilloso para una organización de caridad llamada Vida Humana Internacional. ¡Gloria a Dios y gracias a Nuestra Señora! Estábamos aún más encantados cuando Bernie concibió gemelos, sin embargo, dieciséis semanas después del embarazo, Bernie tenía mucho dolor así que corrimos al hospital. Los escaneos revelaron que los gemelos no sobrevivirían, pero en lugar de desesperarnos, nos volvimos a Nuestra Señora. Ella estaba con nosotros, animándonos a encomendarnos a ella. Oramos para que ella intercediera por una curación milagrosa. La semana que pasamos en el hospital, estábamos alegres, bromeando y riendo, estábamos tan llenos de esperanza que nunca sentimos desesperación. El personal del hospital se sorprendió de que esta joven pareja que pasaba por un momento tan difícil de alguna manera mantuviera su alegría y esperanza. Me arrodillaba en la cama y rezábamos el rosario, rogando a Nuestra Señora que estuviera con nosotros. Confiamos a los gemelos al cuidado de Jesús y María, pero el día 6 tuvimos un aborto y confiamos a nuestros hijos a su amoroso cuidado. Fue un día difícil, tuvimos que sostenerlos y enterrarlos. Pero Nuestra Señora estaba con nosotros en nuestro dolor. Cuando me sentí débil, como si me estuviera desmoronando en el suelo, Nuestra Señora me sostuvo. Cuando vi llorar a mi esposa y supe que tenía que mantenerme fuerte, fue Nuestra Señora quien me ayudó. Señal de gracia Mientras todavía estábamos afligidos, fuimos en peregrinación a Medjugorje. El primer día, inesperadamente descubrimos que el celebrante de la misa era nuestro muy buen amigo, el Padre Rory. Aunque no sabía que estábamos allí, su homilía parecía estar dirigida a nosotros. Describió cómo una celebridad enfrentó la perdida trágica de un joven amigo, recurriendo a su rosario. El rosario lo llevó a través de ese lugar oscuro. Para nosotros, eso fue una confirmación, un mensaje de Jesús y María; podríamos superar este momento difícil volviéndonos a ellos y rezando el rosario. Dos años más tarde, fuimos bendecidos con otra niña encantadora, Gemma. Después, mi padre enfermó, y mientras estaba en su lecho de muerte, mi esposa me animó a preguntarle quién era su santo favorito. Cuando le pregunté, una hermosa sonrisa iluminó su rostro mientras respondía con ternura: "María... porque ella es mi madre". Nunca olvidaré eso. Estaba muy cerca del final de su vida, su cara irradiaba una gran alegría al saber lo que lo esperaba.
By: Shalom Tidings
MoreEl padre Jerzy regresaba a Varsovia después de ofrecer la misa. Tres agentes de los servicios de seguridad detuvieron el coche, se llevaron las llaves del vehículo y lo sacaron a rastras. Los oficiales lo golpearon brutalmente, lo encerraron en el maletero del auto y se fueron a toda velocidad con él adentro. El conductor corrió a la iglesia local para informar a las autoridades del incidente. Mientras tanto, Jerzy comenzó a gritar y casi logra abrir el maletero. Al percibir el peligro, los hombres detuvieron inmediatamente el coche para cerrar el maletero, pero él escapó y corrió hacia el bosque. Lo siguieron y finalmente lo atraparon, luego se dirigieron al embalse del río Vístula, donde ataron a Jerzy de una manera segura, le metieron ropa en la boca y le taparon la nariz. Después de atarle las piernas a un saco de piedras, lo arrojaron al embalse. Este fue el segundo atentado contra su vida en seis días. Este sacerdote polaco fue ordenado el 28 de mayo de 1972, en pleno régimen comunista. En la imagen de su primera misa podían leerse las memorables palabras: "Dios me envía a predicar el Evangelio y a curar las heridas de los corazones adoloridos". Su vida sacerdotal fue testimonio de estas palabras. Apoyó a los oprimidos y predicó sermones que interpretaban las dolorosas situaciones políticas existentes a través del prisma del Evangelio, convirtiéndose pronto en uno de los principales objetivos del gobierno. Los interrogatorios, las acusaciones falsas y los arrestos ocurrieron en numerosas ocasiones; pero incluso en su último sermón, su llamado fue a "orar para que estemos libres del miedo, la intimidación y, sobre todo, la sed de venganza y violencia". ¡Y con esto, caminó valientemente hacia su martirio, sin miedo ni ira! Diez días después del incidente, el 29 de octubre, su cuerpo apenas reconocible fue recuperado del río. El 2 de noviembre, cuando este joven guerrero fue finalmente enterrado, alrededor de 800 mil personas acudieron a despedirse de él. Fue beatificado solemnemente en presencia de su madre de 100 años en 2010, y recordado como "un sacerdote que respondió a las mociones que recibió de Dios, y que durante años, maduró para su martirio". Que este mártir, que plantó firmemente el catolicismo en su patria, nos inspire a estar encendidos por el Reino de Dios, no solo en la muerte, sino también en la vida.
By: Shalom Tidings
MoreLa navidad se acerca con el recordatorio de conseguir regalos para todos, ¿pero es realmente el regalo lo que importa? Hace algunos años, mientras buscaba ejemplares en una tienda de libros cristianos con mi novio de aquel entonces, nuestra mirada se detuvo al mismo tiempo en una imagen en particular. Era grande, una colorida representación de Jesús, titulada “El Cristo que ríe”; con la cabeza ligeramente echada hacia atrás, algo despeinado, con su cabello castaño oscuro enmarcado por unos ojos entrecerrados, ¡destellando alegría! ¡Fue verdaderamente encantador! Nos encontramos mirando la sonrisa ligeramente angulada de aquel hombre de atractiva mirada. Oh, ¡tan contagioso!, ¡tan cercano!, ¡tan atrayente! Al mirarnos uno al otro desde este sentimiento común, compartimos la alegría que ambos experimentamos al descubrir esta imagen tan única de la persona a quien habíamos llegado a conocer y en quien confiábamos desde hacía un par de años. Ambos crecimos con figuras y pinturas de Jesús en nuestras casas, pero Él siempre había sido representado serio, y de alguna manera distante a la vida tal como nosotros la conocemos. Aunque ambos creímos siempre que la persona que veíamos en esas imágenes había verdaderamente vivido en esta tierra, e incluso orábamos cuando necesitábamos algo, recientemente nuestra fe se había convertido en algo muy real… incluso, vivo. La impresión de este artista reflejaba a quién nosotros habíamos descubierto como Señor en nuestras vidas: alguien con quien podíamos compartir la vida, alguien que nos amaba de una manera que nunca antes habíamos conocido, alguien que se mostraba a nosotros cuando orábamos. Como resultado, nuestra comprensión de Dios pasó de ser un entendimiento intelectual de su existencia, a una nueva experiencia de amistad, de una manera viva, comunicativa y maravillosa; nuestro verdadero mejor amigo. Aún tiempo después de habaer salido de la tienda, nuestra emocionante conversación sobre esa representación de Jesús, continuaba. Había capturado cada uno de nuestros corazones; sin embargo, ninguno de los dos tuvo la intención de comprarlo. Tan pronto como llegué a mi casa supe que debía volver y comprar ese cuadro. Algunos días más tarde, simplemente lo hice; entonces lo envolví cuidadosamente, y esperé ansiosa la llegada de la navidad. Un regalo de honor Los días pasaron, hasta que finalmente llegó la víspera de la Navidad. Con villancicos sonando de fondo, nos sentamos en el piso cerca del pequeño árbol artificial que mi mamá me había regalado. Al entregarle el regalo a mi amado, esperé expectante escuchar su agradecimiento mientras veía el nuevo reloj de pulsera que yo había colocado en la pata del perrito de peluche que hábilmente entregaría el reloj. Un “gracias” a manera de susurro fue toda la respuesta que obtuve; pero no me preocupé, ese no era el regalo que yo sabía que sería perfecto. Pero primero, yo tendría que abrir el regalo que él me dio. Al tomarlo, me sentí un poco desconcertada. Era grande, rectangular y plano. al comenzar a abrirlo, e ir retirando la envoltura del regalo, repentinamente vi… ¡mi cuadro! ¿El mismo que yo en secreto compré para él? Así es, ahí estaba “El Cristo que ríe”. Era la pintura que me había encantado, pero en lugar de sentirme emocionada, me sentía decepcionada; se suponía que este debería ser su regalo, el que yo sabía, era exactamente lo que él quería. Traté de esconder mi decepción, dándole a él un beso para expresarle mi agradecimiento. Entonces saqué el regalo que yo cuidadosamente había envuelto y que había escondido detrás del árbol y se lo di al objeto de mi amor. Él lo abrió rompiendo el papel rápidamente, revelando el contenido del paquete. Su cara parecía feliz… ¿no? ¿O estaba un poco abatido... como me podría haber visto yo si no me hubiese esforzado para ocultarle mi decepción cuando fue mi turno de abrir el regalo? Por supuesto que ambos dijimos las palabras correctas, sin embargo, de alguna manera sentíamos que el regalo que recibimos del otro no estuvo ni cerca de lo grandioso que nosotros esperábamos que fuera. Era la entrega de ese regalo lo que ambos esperábamos con tanta anticipación. Reflejaba al Cristo que ambos habíamos experimentado y nuestro deseo era compartir a quién habíamos llegado a conocer. Ahí fue donde se encontraba la alegría, no en que se cumplieran nuestros propios deseos, sino en satisfacer los deseos del otro. Con el tiempo, mi relación con ese joven terminó. Aunque fue doloroso, la alegre imagen de Jesús continúa colocada en un lugar de honor en mi pared. Ahora, es mucho más que solo una representación, mucho más que sólo un hombre. Permanece como un recordatorio de aquel que nunca me abandonará, de aquel con quien siempre estaré en una relación, de aquel que ha enjugado mis lágrimas en incontables ocasiones a través de los años; pero más que eso, de aquel que siempre será en mi vida un motivo de alegría. Después de todo, Él es mi vida. Esos ojos arrugados se encuentraron con los míos, y entonces esa sonrisa cautivadora me invitó a levantar las comisuras de mis labios, y así… me reí junto a mi mejor amigo.
By: Karen Eberts
MoreNo conocía su idioma ni su dolor emocional... ¿Cómo podría conectarme con ellos? El jueves 22 de febrero de 2024 es un día que nunca olvidaré. A las 05:15 a. m., junto con varios hermanos de los Servicios Sociales Católicos, esperé la llegada de 333 refugiados de Etiopía, Eritrea, Somalia y Uganda. La compañía aérea Egyptian Airlines se encargó de llevarlos desde Entebbe, Uganda, a El Cairo, Egipto, y finalmente a su punto de entrada en Canadá: Edmonton. De repente, las puertas del otro extremo se abrieron y los pasajeros comenzaron a caminar hacia nosotros. Como no sabía hablar sus idiomas, me sentí extremadamente vulnerable. ¿Cómo podría yo, una simple persona normal que nunca ha pasado un momento en un campo de refugiados, comprender y saludar a estos hermanos y hermanas exhaustos, esperanzados y aprensivos, de una manera que les dijera: "Bienvenidos a su nuevo hogar"...? Le pregunté a uno de mis hermanos que habla cinco idiomas: “¿Qué puedo decir?” “Solo digan: Salam, eso será suficiente”. Cuando se acercaron, comencé a decir: “Salam” mientras sonreía con los ojos. Noté que muchos se inclinaban y se ponían la mano sobre el corazón. Comencé a hacer lo mismo. Cuando se acercó una familia joven con 2 a 5 niños, me agaché a su altura y les ofrecí el signo de la paz. Inmediatamente respondieron con una gran sonrisa, devolvieron el signo de la paz, corrieron hacia mí, me miraron con sus hermosos ojos castaños y me abrazaron. Incluso mientras comparto estos preciosos momentos, me conmuevo hasta las lágrimas. No se necesita un idioma para comunicar amor. “El idioma del Espíritu es el idioma del corazón”. Extendiendo una mano Después de que todos estuvieron en fila en la sala de aduanas, nuestro equipo bajó las escaleras y comenzó a repartir botellas de agua, barras de granola y naranjas. Noté que una mujer musulmana mayor, de unos 50 a 55 años, se inclinaba sobre su carrito, tratando de empujarlo. Fui a saludarla con un “Salam” y sonreí. Con gestos, traté de preguntarle si podía ayudarla a empujar su carrito. Ella negó con la cabeza: “No”. Seis horas después, fuera de la aduana, había gente sentada en diferentes zonas acordonadas; sólo 85 permanecerían en Edmonton y esperaban a que sus familiares o amigos los recibieran y los llevaran a casa. Algunos subirían a un autobús para ir a otras ciudades o pueblos, y otros pasarían la noche en un hotel y volarían a su destino final al día siguiente. A los que iban a viajar en autobús a otras ciudades de Alberta, les esperaba un viaje de cuatro a siete horas. Descubrí que la anciana musulmana que había visto en la aduana iba a volar a Calgary al día siguiente. La miré y sonreí, y todo su rostro estaba radiante. Cuando me acerqué a ella, dijo en un inglés vacilante: “Me amas”. Tomé sus manos entre las mías, la miré a los ojos y dije: “Sí, te amo y Dios/Alá te ama”. La joven que estaba a su lado, que entendí, era su hija, me dijo: “Gracias. Ahora mi mamá está feliz”. Con lágrimas en los ojos, el corazón lleno de alegría y los pies muy cansados, salí del Aeropuerto Internacional de Edmonton, profundamente agradecida por una de las experiencias más hermosas de mi vida. Puede que nunca más me vuelva a encontrar con ella, pero sé con absoluta certeza que nuestro Dios, que es la encarnación del amor tierno y compasivo, se hizo visible y tangible para mí a través de mi hermosa hermana musulmana. En 2023, hubo 36,4 millones de refugiados que buscaban una nueva patria y 110 millones de personas desplazadas a causa de la guerra, la sequía, el cambio climático y más. Día tras día, escuchamos comentarios como: “Construyan muros”, “cierren las fronteras” y “nos están robando el trabajo”. Espero que mi historia ayude, de alguna manera, a que la gente comprenda mejor la escena de Mateo 25. “Los justos preguntaron a Jesús: «¿Cuándo Señor, Dios, hicimos todo esto por ti?» Y Él respondió: «Cada vez que lo hicisteis a uno de estos pequeños míos, a mí lo hicisteis»”.
By: Mary Clare
MoreLa cruz del día a día se hacía cada vez más pesada, ¡pero la misericordia del Señor nunca falló a esta familia! Di a luz a mi primogénita hace diez años, ¡y estábamos muy contentos! Todavía recuerdo ese día; estábamos muy felices de saber que era una niña. No podía agradecerle lo suficiente al Señor por sus bendiciones sobre mi familia. Como toda madre, soñaba con comprar lindos vestidos, pinzas y zapatos tejidos para mi pequeña princesa. La llamamos "Athalie", que significa "Dios es exaltado". Estábamos alabando a Dios por el hermoso regalo que le dio a nuestra familia; nuestra pequeña. Aún no sabíamos que nuestra alegría pronto se convertiría en un profundo dolor; que nuestra oración de gratitud pronto sería reemplazada por peticiones de su misericordia para nuestra preciosa bebé. A los cuatro meses, se enfermó gravemente. Con múltiples convulsiones lloraba durante horas y no podía dormir ni alimentarse bien. Después de múltiples pruebas, le diagnosticaron daño cerebral. Ella también sufría de un tipo raro de epilepsia infantil grave llamada "síndrome de West", que afecta a uno de cada 4,000 niños. Golpe tras golpe El diagnóstico fue demasiado impactante y desgarrador para nosotros. No sabía cómo podría enfrentar esa tormenta. Quería que mi corazón estuviera insensible al dolor emocional que estaba atravesando. Muchas preguntas pasaron por mi mente. Este fue solo el comienzo de un largo y doloroso camino que nunca estuve preparada para emprender. Mi niña continuó sufriendo convulsiones durante casi dos años y medio. Los médicos probaron con múltiples medicamentos, dolorosas inyecciones diarias y numerosos análisis de sangre. Lloraba durante horas y todo lo que podía hacer era pedirle a Dios que tuviera misericordia de mi hija. Me sentía impotente por no poder consolar a mi pequeña de ninguna manera. La vida se sentía como un pozo profundo y oscuro de agonía y desesperación. Sus convulsiones finalmente remitieron, pero sufrió múltiples retrasos en el desarrollo. A medida que avanzaba su tratamiento, otra noticia impactante sacudió a nuestra familia. A nuestro hijo Asher, que tenía retraso en el habla y problemas de comportamiento, le diagnosticaron autismo de alto funcionamiento, con tan sólo tres años de edad. Estábamos a punto de perder la esperanza; la vida se nos hacía demasiado abrumadora como padres primerizos. Nadie podía entender ni sentir el dolor por el que pasábamos. Nos sentíamos solos y miserables. Sin embargo, este período de soledad y los dolorosos días de la maternidad me acercaron a Dios; su Palabra brindó consuelo a mi alma cansada. Sus promesas, que ahora me mostraban un significado más profundo y una comprensión más plena, me animaron. La pluma del Espíritu Fue durante esta difícil etapa de mi vida que Dios me permitió escribir blogs llenos de fe y de aliento para personas que atravesaban desafíos y sufrimientos similares a los míos. Mis artículos, nacidos de mis devociones diarias, compartían los desafíos de una paternidad especial e incluían mis experiencias de vida y mis percepciones. Dios usó mis palabras para sanar muchas almas doloridas. Estoy verdaderamente agradecida con Él por convertir mi vida en un recipiente funcional de su amor. Diría que la desesperación por la enfermedad de nuestra hija afianzó la fe de nuestra familia en Dios. Mientras mi esposo y yo nos aventuramos en este desconocido y singular camino de la paternidad, a lo único que nos aferramos fue a las promesas de Dios y a la fe en nuestros corazones, teniendo la certeza de que Dios nunca nos dejaría ni nos abandonaría. Lo que una vez había parecido un camino bastante obscuro, comenzó a transformarse en fortaleza a medida que Dios nos extendía su gracia, paz y alegría, durante la temporada más desgarradora y oscura de nuestra vida. En los momentos más solitarios, pasar tiempo a sus pies nos trajo una esperanza renovada y el coraje para seguir adelante. Oraciones contestadas Después de años de tratamiento y oraciones incesantes, las convulsiones de Athalie ahora están controladas, pero sigue teniendo una forma grave de parálisis cerebral. No puede hablar, caminar, ver ni sentarse por sí sola y depende completamente de mí. Hoy en día, tras mudarnos recientemente de la India a Canadá, nuestra familia está recibiendo el mejor tratamiento. Una mejora sustancial en su salud está haciendo que nuestras vidas sean más alegres. Asher está fuera del espectro autista y ha recuperado completamente el habla. Después de que muchas escuelas lo rechazaran inicialmente debido a su falta de atención, lo eduqué en casa hasta quinto grado. Aunque muestra algunos rasgos de TDAH, por la gracia de Dios, ahora está inscrito en sexto grado en una escuela cristiana privada. Es un amante de los libros que muestra un interés único en el sistema solar. Le encanta aprender sobre diferentes países, sus banderas y mapas. Aunque la vida todavía está llena de desafíos, el amor de Dios es lo que nos hace educar a nuestros hijos con amor, paciencia y bondad. Mientras continuamos abrazando la esperanza que tenemos en nuestro Señor Jesús y recorremos este camino único de ser padres con necesidades especiales, podemos ver que hay momentos en los que recibimos respuestas a nuestras oraciones de manera inmediata, y nuestra fe obra y produce resultados. En esos momentos, la fuerza y el poder de Dios se revelan en lo que Él hace por nosotros: la respuesta segura a nuestras oraciones. En otras ocasiones, su fuerza sigue brillando a través de nosotros, permitiéndonos soportar nuestro dolor con valentía, permitiéndonos experimentar su amorosa misericordia en nuestras dificultades, mostrándonos su poder en nuestras debilidades, enseñándonos a desarrollar la capacidad y la sabiduría para dar los pasos correctos hacia adelante, dándonos la gracia para contar historias sobre su fortaleza y animándonos a ser testigos de su luz y su esperanza en medio de nuestros desafíos, en medio de nuestra cruz de cada día.
By: Elizabeth Livingston
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