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Nov 17, 2020
Comprometer Nov 17, 2020

¿Estás preocupado por el futuro? ¿Tienes dudas?

¡Entonces este testimonio inspirador es para ti!

Un Dia Dificil

Las olas de lluvia tocaron la ventana de la recámara como al ritmo de un tambor. Me volteé y miré al reloj. Eran las 8 de la mañana, pero el cielo estaba oscuro como si fuera de noche. Cinco minutos más, me dije a mí misma y me volví a meter debajo de mis cobijas. Mi hijo de 19 años saldría por la puerta para ir a clase en menos de treinta minutos. Se había sentido deprimido y yo estaba preocupada. Nuestra conversación de la noche anterior daba vueltas en mi mente.

«¿Qué te molesta? Hace tiempo que te ves deprimido”, le pregunté.

«Todo me molesta. Ojalá hubiera ido a otra universidad. Esta escuela no me está ayudando a llegar a donde quiero ir. Es una pérdida de tiempo. Arruiné mis calificaciones de la secundaria y ahora no hay nada que pueda hacer al respecto. Debería dejar la escuela, ir a Los Ángeles. y obtener una experiencia cinematográfica de verdad», se quejó.

Mi pecho se contrajo. Habíamos tenido conversaciones similares anteriormente. «¿Qué pasó con los días de los aprendices? Necesito ser aprendiz», insistió. Tenía mucho sentido. Aunque yo estaba decidida a que él obtuviera un título universitario, sabía que solo él y Dios podrían decidir su futuro. A final de cuentas, él tenía que decidir por sí mismo. Mi trabajo no era obligarlo a seguir mis planes, sino ayudarlo a desarrollar su propio plan. «Entonces, ¿qué crees que deberías hacer?» Lo pregunté tentativamente, temiendo su respuesta. «No lo sé», murmuró. Respiré profundamente. «Ya lo descubrirás», le dije.

Sonó mi alarma. Mientras mi hijo bajaba por las escaleras, me levanté para unirme a él. Esperaba que se sintiera mejor.

“¿Desayuno?” Le ofrecí alegremente.

“No, compraré algo en el camino”, murmuró sin levantar la vista. “ah”, pensé, todavía se siente deprimido.

“Ten cuidado. Está lloviendo y las carreteras están resbalosas”, le advertí.

“Si, lo haré,” me prometió.

“Que tengas un buen dia”, le dije mientras él salía por la puerta trasera.

¿Qué clase de cristiana soy?

 Me dejé caer en mi silla cómoda. El cielo oscuro reflejaba mi estado de ánimo. Con mi corazón pesado, mis oraciones eran de memoria. Sentí el peso de su angustia. Sus dudas sobre su futuro se convirtieron en mis dudas. Me sentí culpable. Las dificultades de la vida, el matrimonio y los hijos eran abrumadoras. Me senti decaida y encima de eso sentía vergüenza por estar decaida. En verdad, ¿Qué clase de cristiana era? Debía estar feliz, positiva y agradecida, pero no lo estaba. “Jesús, estoy tan decaída, llena de dudas y vergüenza por mis dudas. Perdón, pero esta es la verdad de como me siento”, le dije. Tomé mi devocional y lo leí. Las palabras penetraron mi corazón.

«Establece un estándar muy alto. Apunta a conquistar el mundo, el mundo que te rodea. Sólo di: ‘Jesús conquista’, ‘Jesús salva’ — ante cada duda, cada pecado, cada mal, cada miedo. Ningún mal puede oponerse a eso porque no hay ‘ningún otro nombre bajo el Cielo que haya sido dado a los hombres por el cual los hombres pueden ser salvados’. Ante todo temor de deseo o carencia, ‘Jesús salva de la pobreza’, ante todo temor, ‘Jesús salva del miedo.’ Haz esto ante toda enfermedad y desaparecerá como la noche cuando el sol se levanta”.

¿Cómo había permitido que la miseria y la duda de mi hijo se convirtieran en mi propia miseria y duda? Oré, «Jesús, sabes lo que mi hijo necesita, quién es y lo que tienes reservado para él. Tu sabes que aunque quiero arreglarlo todo y mejorarlo todo, no puedo. No conozco a nadie en la industria del cine, pero tú sí. Si quieres esto para él, entonces tráele a la gente adecuada. Si no, sé que traerás algo mejor para él. Gracias por usar las dificultades de mi hijo para su bien y para tu gloria. Perdóname por mi incredulidad y por dudar de tu plan y amor por él». Mi oración me levantó el espíritu y me hizo rendirme.

Cuando Sucede lo Increíble

Esa tarde, cuando llegué a casa y me detuve en la entrada, me di cuenta de que había dejado la puerta del garaje abierta inadvertidamente. Dentro del garaje, pegado a la puerta de la casa estaba un papel con este aviso,

«La Compañía Cinematográfica Suncoast filmará una película en su calle mañana por la mañana. La calle estará cerrada durante varias horas del día. Volveremos a su vecindario por la tarde para discutir los detalles.”

¡No pude creer lo que veía! ¡Una compañía de cine vendría a nuestra calle mañana! El representante de la compañía de cine tocó a nuestra puerta unas horas más tarde y, durante nuestra charla, aceptó ofrecerle a mi hijo un trabajo como interno o aprendiz. Tan pronto como mi hijo entró por la puerta, me apresuré a darle la noticia. Le conté los acontecimientos del día, incluyendo la lectura en el devocional y mi oración a Jesús.

Mirándolo a sus ojos, le dije: «Nunca dudes de que Jesús está contigo en cada momento. Fuiste hecho para él y para su gloria. Eres parte de su plan y él te ama. Cada respiro que tomas es una prueba de eso. Dile todo lo que sientas y todo lo que quieras. Después confía en que él te guiará a través de la situación”.

«Lo haré, mamá. Solo que no puedo creerlo. ¡Es increíble! Voy a ser un interno para una película aquí en nuestra calle. Estoy tan emocionado y aturdido por todo esto”, exclamó mientras sonreía de oreja a oreja.

Ese trabajo como interno le abrió las puertas para trabajar de manera autónoma como asistente de producción en el cine y la televisión durante sus años de universidad. Sin embargo, el verdadero regalo de esa experiencia vino antes de que el milagro de la compañía cinematográfica llegara a mi puerta. El regalo fueron las palabras de la verdad, “A cada miedo, carencia o deseo, ‘Jesús salva”, girar mi corazón del autoenfoque, la duda y el miedo hacia la paz y la libertad en Cristo.

Querido Jesús, en tus manos entrego todas mis ansiedades, temores y dudas. Confiando en tu amor y misericordia vivo cada momento y pongo mi mirada en ti. Reina en mi corazón, oh Señor, para que pueda andar en tu luz y encontrar la verdadera libertad y paz. Amén.

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By: Rosanne Pappas

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Nov 17, 2020
Comprometer Nov 17, 2020

Justo en su juventud trabaja en la Viña de Dios. ¿Quieres saber cómo Dios la recompensó?

Pide un Deseo

Descubrí el programa de becarios presidenciales de los Estados Unidos cuando estaba en la escuela intermedia. Cada año, 161 estudiantes en su último año de la escuela preparatoria eran reconocidos por sus logros sobresalientes con uno de los premios más prestigiosos del país. Al ver a los becarios, pensé que representaban un límite inalcanzable. Sin embargo, durante los siguientes cuatro años, yo mencioné el programa cada noche en mis oraciones. No pensé que era digna de recibir ese honor, pero desde niña desarrollé la costumbre de pedirle todos mis deseos a Dios. Mis padres se reían cuando mencionaba el programa de los becarios presidenciales en la oración familiar, y nosotros fuimos los más sorprendidos cuando el Señor me concedió ese deseo en particular.

En mi familia, mi madre modelaba una relación con Jesús que estaba llena de afecto, honestidad y libertad. Yo debía comunicarle todos mis planes y deseos a Dios y debía pedirle Su opinión para todo, mis clases, la universidad, mi elección de carrera, y hasta las actividades extracurriculares en las que participaba. Además, mis padres se aseguraban de llevar a mi familia a un retiro una o dos veces al año.  Durante mis años de adolescencia recibí mucho consuelo, gracia y apoyo de Shalom, Sehion, Steubenville, y otros ministerios. Independientemente de mis sentimientos al comienzo de cada programa, al final recibía la bendición de guardar cosas grandiosas en mi corazón.

Interviniendo

En la escuela, me preocupé mucho por el bienestar de mis amigos. Era obvio que mi educación estaba definida por verdades y floreciendo con bendiciones que mis compañeros nunca habían tenido la oportunidad de recibir. Incluso cuando no podía hablarles mucho acerca de Dios, a menudo iba ante el tabernáculo y hablaba con Dios acerca de ellos. Mi familia iba a misa diaria siempre que fuese posible. De esta manera, llevaba ante Jesús a los miembros de mi equipo, mis maestros, y especialmente a aquellos que me molestaban. Sus luchas eran intensamente reales, ocupando el momento presente. En estas pequeñas conversaciones, desarrollé un mayor deseo de trabajar por la evangelización no en algún momento en el futuro, sino ahora.

Dentro de mi parroquia, he servido cada semana desde que tenía siete años, ya fuese en el coro, como lectora, monaguilla o catequista. Mi casa está a sólo dos minutos de la iglesia; Soy una voluntaria «de guardia», interviniendo cuando sea necesario. A través de oportunidades de retiro, especialmente la Cumbre Shalom Media, me volví más activa a una escala más amplia. Con mis actividades escolares, ya estaba extremadamente ocupada cuando comencé a servir en Shalom como voluntaria. A pesar de gran cantidad de trabajo, le di prioridad a cualquier obra hecha para Dios. No pude comprometerme con un horario, así que di lo que pude. Durante mi hora de almuerzo podía editar algunas frases para una publicación en las redes sociales, después de mi tarea podía revisar los guiones de presentación, y me salté varios días de escuela para ayudar con los programas de Jesús Sana y acompañar a mi madre a algunas de las conferencias.

Al ayudar en áreas que yo disfrutaba, pasé tiempo que de otra manera sería menos fructífero. También era muy particular con respecto a la calidad de mi trabajo. En los clubs escolares, tenía mucho cuidado al preparar cualquier cosa para los estudiantes a los que yo ayudaba – ¿cuánto más debía hacer por Mi Jesús que me ama? Era mi responsabilidad compartir por lo menos una porción de la gracia que había recibido, pero fui recompensada por eso. Cualquier tarea o prueba para la que no podía prepararme siempre se pospuso o se hizo fácil. Una vez tenía una solicitud de beca que debía presentarse el primer viernes. El día anterior, yo estaba muy molesta, ya que me quedaba tanto por escribir que estaba segura de perder mi hora mensual de adoración. La mañana del viernes, los oficiales del programa extendieron la fecha límite. La Biblia dice que incluso un vaso de agua dado en el nombre del Señor no perderá su recompensa. ¿Cuánto más valioso es nuestro tiempo? Pensé que estaba haciendo algo por Dios, pero Él estaba marcando cada segundo, usando ese tiempo para hacer grandes cosas por mí.

La Prudencia da Resultado

 Sin embargo, el servicio implica más que solo el trabajo realizado. En los entornos sociales, debemos permanecer conscientes de las ocasiones que pueden influir en nosotros para comprometer nuestras creencias. Un obstáculo particular para los estudiantes son los viajes necesarios para la participación del club – una parte crucial de la evaluación de la universidad y las becas. Las reuniones, conferencias y sesiones de formación de equipos me presentaron muchas situaciones estresantes. Pequeñas acciones como evitar cierta música, juegos y estilos de ropa formaron una barrera entre mis compañeros y yo. Los viajes escolares me trajeron mucha diversión y éxito competitivo, pero mientras estaba en ellos, fue difícil asegurarles a los estudiantes que no los estaba juzgando por sus opciones, lo cual les pareció aceptable a nuestros chaperones. Escuchar mi conciencia hasta el ochenta por ciento de las veces fue un esfuerzo aislante. Sin embargo, mientras estaba en un retiro de verano escuché en mi corazón repetidamente, «YO SOY TU AMIGO», Estas palabras insistentes fueron extremadamente significativas para mí en los años escolares que siguieron. Jesús es un amigo personal de todo cristiano; lo difícil es ser un verdadero amigo de él.

Mi estrategia favorita es asignar al Señor la responsabilidad de todo. San José de Cupertino ha recibido avisos de cada examen que ha llegado a mi camino y mi madre ha orado en la iglesia durante cada uno de mis exámenes. Mientras me preparaba para las competiciones escolares, le preguntaba a Dios qué debía escribir; mientras presentaba ante los jueces, le recordaba a Dios que me dijera qué decir. Al iniciar proyectos o ensayos, llevé mis notas ante el Santísimo Sacramento en adoración y anoté ideas allí. ¡Incluso para este artículo, sólo queda un ligero peso sobre mis hombros – alguien más escribió el esquema!

La Oportunidad toca a la Puerta

Dios mismo hará todo lo posible, así como lo hizo para mí. Para que los estudiantes entren al proceso de elección para becarios presidenciales, deben ser nominados por un funcionario de educación estatal. Yo necesitaba estar entre los diez estudiantes recomendados por el funcionario de mi estado, pero vivía en una región que no estaba conectada a ninguna iniciativa estudiantil estatal. En mi escuela casi desconocida, no había encontrado ninguna oportunidad para conectarme con mi representante. Sin embargo, el año pasado se eligió a un nuevo superintendente quien se enfocó en expandir el acceso de los estudiantes a las oportunidades. Empezó a aceptar solicitudes para nominaciones en línea, un cambio inaudito que llegó justo a tiempo para mi clase de graduación. Con su recomendación, fui elegible para el honor que Dios finalmente me concedió. Como siervos, estamos llamados a estar atentos a las oportunidades que el Maestro nos da, no a preocuparnos por cómo surgirán.

Si alimentamos dentro de nosotros mismos la pasión de servir, Dios nos proporcionará aún más oportunidades de hacerlo – ¡Incluso nos recompensa por ello! Bajo Su dirección estamos facultados para hacer cosas que nunca nos hubiéramos imaginado manejar por nuestra cuenta. Nuestro Padre no defraudará a Sus hijos, especialmente cuando lo dejamos a cargo de los resultados de nuestros esfuerzos. Nuestra tarea es decir de SÍ y ver como Dios nos responde con un SÍ en maneras milagrosas para nuestra situación de vida. Aunque nuestros dones sean pequeños, se los ofrecemos a Dios quien usa cinco panes para alimentar a cinco mil personas.

Démosle la oportunidad de manifestar Su Gloria.

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By: Freya Abraham

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Nov 17, 2020
Comprometer Nov 17, 2020

Wuhan, China es notable por algo más que ser el epicentro de la pandemia actual de Covid-19. También es el lugar del martirio del primer santo canonizado de China que murió por asfixia mientras colgaba de una cruz en Wuhan. Muchos misioneros viajaron a China en el siglo XIX con el conocimiento de que nunca regresarían. Entre ellos estaba el Padre Juan-Gabriel Perboyre, un misionero vicenciano de Francia. En una carta que compuso durante su viaje a China escribió: «No sé qué me espera en el camino que se abre ante mí: Sin duda la cruz, que es el pan de cada día del misionero. ¿Qué mejor podemos esperar, yendo a predicar a un Dios crucificado?»

Pronto se unió a los vicencianos ayudando a rescatar a los niños chinos abandonados y educarlos en la fe católica. Fue arrestado en 1839 bajo un edicto que prohibió el cristianismo. Torturado e interrogado durante meses, en 1840 fue finalmente atado a una cruz de madera y sofocado a muerte.

Fue beatificado en 1899 por el Papa León XIII. Santa Teresa de Lisieux tuvo una devoción especial al P. Perboyre y guardaba una tarjeta de oración dedicada a él en su libro de oración personal. San Juan-Gabriel fue canonizado por el Papa Juan Pablo II en 1996.

Entre los tormentos que sufrió San Perboyre se encontraban golpizas en la parte baja de la espalda y arrodillarse sobre vidrio quebrado. Pero este hombre santo murió porque ser colgado de una cruz le hizo imposible respirar. ¡Qué apropiado es buscar intercesión por aquellos que sufren del Covid-19 de uno que experimentó algunas de las agonías asociadas con la enfermedad!

Aquí está una oración escrita por San Juan Gabriel Perboyre poco antes de su muerte:

«Oh mi Divino Salvador,

Que me transforme en ti mismo.

Permíteme que pueda vivir solo en ti, por ti y para ti

Que pueda decir con San Pablo,

‘No soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí’”.

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By: Shalom Tidings

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Nov 17, 2020
Comprometer Nov 17, 2020

Abra la llave y sale el agua;

Gire un interruptor y la luz se enciende;

Abra el armario y encuentre alimentos allí.

¡es tan fácil dar por sentado las cosas!

Dar gracias es un hábito importante para cultivar. En 1 Tesalonicenses 5:18 Pablo dice, «den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús». ¿por qué quiere el Señor que demos gracias en todas las circunstancias? San Pablo dice que el resultado será «la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús». Así que si te encuentras agitado, preocupado, ansioso, sin paz, un buen remedio es empezar a dar gracias al Señor por todas las cosas.

Aprendí algunas lecciones importantes sobre la gratitud en una peregrinación a pie que hice hace algunos años. Una amiga y yo nos propusimos caminar 180 millas(290 Km) del camino de Santiago en España. En uno de los días caminamos unas 15 millas(24 Km) y estábamos muy listos para detenernos. Cansados, polvorientos y hambrientos, decidimos quedarnos en la siguiente ciudad. Sin embargo, cuando llegamos, aprendimos que había un gran festival de vinos en la zona, el cual había tomado todas las habitaciones disponibles. ¡no era lo que queríamos oír!

Estábamos exhaustas y necesitábamos un lugar para dormir esa noche. Después de detenernos en varios alojamientos que estaban completamente llenos, nos estábamos desesperando. Entonces alguien nos dijo que había un lugar justo fuera de la ciudad que podría tener espacio. El hombre fue lo suficientemente amable como para llamar y de hecho tenían dos camas en un dormitorio público. Tuvimos que caminar una milla más para llegar hasta allí, y cuando llegamos nos dimos cuenta de que el lugar estaba sucio y lleno de gente, pero estábamos tan agradecidas por una cama y un refugio que no nos importó ni nos quejamos. Seguro que era mejor que dormir al aire libre en un terreno duro sin techo sobre nuestra cabeza.

Al día siguiente caminamos por una estación de autobuses y vimos a muchos refugiados africanos esperando para tomar los autobuses. ¿De qué estaban escapando? ¿hasta dónde habían viajado? Solo podíamos imaginar el dolor y el sufrimiento que habían soportado para llegar a España y nuestro corazones estaban llenos de compasión y empatía por ellos.

Reflexionando sobre esa experiencia, me pregunté: «¿con qué frecuencia le he dado gracias a Dios por una cama para dormir cada noche?” Me di cuenta de que no le he agradecido lo suficiente. La posibilidad de ser privada de algo que normalmente tomaba por sentado y luego ver a otros en una situación mucho peor de la que yo nunca he estado, me hizo centrarme en mis bendiciones y me impidió quejarme. Mi corazón se sentía más ligero y más alegre. Eso me llevó a dar gracias a Dios por otros dones con los que me ha bendecido, como el agua.

Mi amiga y yo también llegamos a apreciar el regalo del agua en la peregrinación. En el camino, uno lleva agua en una mochila y el agua es bastante pesada. Pero hay tramos a lo largo del camino donde no hay fuente de agua disponible, así que es necesario llevar un buen suministro de agua. Más de una vez, nos quedamos a un nivel bajo e incluso nos quedamos sin agua ¡oh, qué agradecidas estábamos cuando encontramos un lugar para rellenar nuestros contenedores y saciar nuestra sed! Y una de las mejores partes al final del día fue la ducha refrescante que pudimos tomar en los hoteles en los que nos alojamos.

Al regresar a casa de la peregrinación, queríamos conservar el hábito de dar gracias. En lugar de esperar a que se nos prive de algo antes de que lo apreciemos, lo mejor es estar agradecidos cada día por cosas sencillas, por cosas que normalmente damos por sentado. Dios merece nuestra alabanza y gratitud, y cuando buscamos las bendiciones en nuestros días y damos gracias a Dios por ellas, los problemas y preocupaciones que llevamos se sienten más ligeros y la presencia y provisión de Dios son nuestro enfoque.

La gratitud es realmente la puerta que nos abre a la “paz que de Dios que sobrepasa todo entendimiento”. Pruébalo. ¿por qué puedes darle gracias a Dios ahora mismo?

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By: Ellen Hogarty

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Nov 17, 2020
Comprometer Nov 17, 2020

Criar hijos en la fe no es tarea fácil.

¡Les esperan muchas sorpresas a aquellos que realmente lo intentan!

Alegría Burbujeante

«Los niños entran en mi vida… con su risa y su canción.

¿Cuándo seré como ellos?… Enséñame, Señor, a cantar…»

Cada vez que cantaba estas letras de la canción «Las aguas vivas fluyen» mi corazón anhelaba tener mis propios hijos. Como hija única, siempre me atrajeron los niños y nada podía superar la alegría que experimentaba cuando estaba con ellos. De hecho, escogí la vocación del matrimonio para tener estos montones de alegría burbujeante.

Recuerdo que escribía en mi diario acerca de las canciones que les enseñaría y las historias de los Santos que les contaría. Anhelaba tanto criar a mis pequeños en el camino de la santidad, enseñándoles a amar a Jesús y a nuestra Madre María con todo su corazón, que hasta compré libros de historias bíblicas para niños antes de mi boda. Tales fueron los profundos revuelos en mi corazón, que desde el comienzo de mi primer embarazo rodeé a mi pequeña con oraciones, cantos de alabanza a Dios y numerosas señales de la Cruz sobre mi vientre. Ser puesta en reposo de cama sólo duplicó mi fervor para orar más. Nunca sospeché que Dios planeaba traer a mi bebé al mundo a las 27 semanas de embarazo. Cuando sostuve a mi hija primogénita en mis brazos, mi alegría se desbordó con himnos de alabanza. Incluso cuando pasó sus primeros 45 días en la unidad de cuidados intensivos atada con agujas y cánulas en su cuerpo me alegré con el regalo de mi hija.

Le hablaba constantemente de Jesús a mi pequeña Ana. A pesar de que sólo tenía unos minutos con ella cada día, nunca me olvidé de hacer la señal de la Cruz dondequiera que pudiera encontrar su piel libre de yeso y tubos, susurrando que no estaba sola y que nuestra Madre María y Jesús estaban a su lado. A veces, cuando hacía un himno, las enfermeras cantaban y la unidad se convertía en una casa de oración. Cuando finalmente pude llevarme a mi bebé a casa mi alegría no conocía límites.

A Través de las Lágrimas

Unos tres meses después, nos enteramos de que nuestra pequeña Ana no sería como los demás niños. Además de sus discapacidades físicas, su intelecto había sido severamente afectado. Los doctores dijeron que su cerebro se había encogido debido a la falta de oxígeno durante el parto. Yo seguía orando por ella y cantándole himnos. Extrañamente, aunque nunca me miró a los ojos, había una alegría en su rostro que era contagiosa. Cada vez que rezaba el Santo Rosario, todos sus corajes y berrinches se convertían en tranquilidad pacífica. Se sentía como si estuviéramos rodeadas de ángeles que oraban junto con nosotros. Nunca me cansé de contarle historias de santos, sin saber si entendía algo de eso. Hubo días en los que lloré mientras rezaba el Rosario con ella, preguntándome si la pequeña Ana alguna vez podría orar conmigo.

Pasaron cuatro años pasaron y tres abortos espontáneos aumentaron nuestro dolor. Los doctores dijeron que sería imposible que yo tuviera bebés saludables. ¡Se necesitaría un milagro! En Su infinito amor y misericordia, Dios nos bendijo con dos querubines, Issa y Aárico, con dos años de diferencia. Ahora mi pequeña Ana tiene 6 años, con un hermanito y una hermana para unirse a su sinfonía de llantos.

Después de los nacimientos de Issa y Aárico volví a orar y cantar como lo había hecho con Ana. Pero no pude conseguir el ambiente espiritual que había sido tan fuerte alrededor de Anna. Cuando trataba de bendecir a Aárico con la señal de la cruz o trataba de colocar mi mano sobre su cabeza, huiría como un vampiro al ver la Cruz; Issa simplemente me miraba y parpadeaba como diciendo «¿Es en serio?»

¡Fue difícil darme cuenta de que criar a los niños con fe no es tarea fácil después de todo!

Podrías pensar que es una broma que me preocupara tanto por la formación de fe de mi hijo de 2 años y mi bebe de 5 meses. ¡No es broma! En serio empecé a preguntarme: «¿Lo estoy haciendo bien? ¿Se están alejando de Jesús en lugar de acercarse a él? ¿Soy demasiado compulsiva al tratar de enseñarles a amar a Dios?

Los Latidos de mi Corazón se Detuvieron

Una noche, mientras yo meditaba sobre estas preguntas, Aárico se subió a la cama, estiró la mano hacia una cita bíblica enmarcada colgada en la pared, y luego movió su mano a los labios de la bebé Issa. De repente me di cuenta. ¡Lo entiende! Regularmente traigo a Aárico a nuestra imagen del Sagrado Corazón de Jesús, pongo mi mano sobre la imagen y luego toco sus labios. Me di cuenta de que Aárico no sólo imitaba mis gestos, sino que entendía que lo que tocaba en la pared no era una imagen ordinaria, sino algo sagrado. Me recordó a Jeremías 15:16

Al encontrarme con tus palabras,

yo las devoraba;

ellas eran mi gozo

y la alegría de mi corazón,

porque yo llevo tu nombre,

Señor Dios Todopoderoso.

De ese incidente recibí el claro mensaje de que no tenía que estresarme por la fe de mis hijos. De hecho, mis hijos me enseñarían sobre la fe.

Cuando los niños lloran constantemente buscando mi atención y no me dejan salir de su vista, recuerdo la frecuencia con la que trato de llamar la atención de Dios y hacer que me mire. Me veo obligada a preguntarme: «¿Soy tan persistente al tratar de estar cerca de él todo el día como lo son mis hijos al tratar de acercarse a mí?”

Cuando disciplino a mi hijo por sus travesuras, nunca pierde un segundo antes de venir a abrazarme y hacer las paces. Pero cuando he hecho un comentario desagradable o exagerado de alguna manera, ¿cuán pronto me dirijo a Dios para pedir perdón? Dios también nos disciplina y luego espera que lo abracemos y hagamos las paces.

Si yo amo a estos niños que crean tal desorden para el cual los días, semanas y meses no son suficientes para limpiar, entonces ¿cuánto más debe amarnos Dios incluso cuando hacemos nuestros propios desórdenes?

Impenetrable a la Vista

A veces, mientras veo la adoración transmitida por la televisión en vivo, veo a Aárico levantar los brazos y al bebé Issa balanceándose con las canciones de alabanza. Me doy cuenta de que nuestros hijos imitan nuestras expresiones de fe. Sé que no importa lo bien que hable de Jesús o trate de inspirarlos con historias de santos, lo que más ven es lo que hago. ¿Soy tierna y humilde como Jesús? ¿Amo a los que no me aman como Jesús me instruyó? A medida que crecen, los niños son más conscientes de lo que hacemos que de lo que decimos.

Siempre me fascina cuando mi pequeña Ana se enciende durante la Santa Misa. Ella siempre es pacífica. Durante la Misa, sus gritos fuertes y de alto tono están completamente ausentes. Tal es la vigilia que ella mantiene. En el momento en que el sacerdote dice, “Y así con los ángeles y arcángeles… con los coros y los poderes celestiales cantamos el himno de Tu gloria y cantamos sin cesar: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del Universo…” los ojos brillosos de la pequeña Ana se lanzan como si estuviera viendo objetos voladores. Ella se emociona y su rostro se vuelve tan celestial que una mirada a ella sería suficiente para convencerte de que el Cielo es real. El éxtasis en el rostro de la pequeña Ana me convenció de que los ángeles y los santos están con nosotros celebrando la Santa Misa como una verdadera fiesta.

Mis hijos me recuerdan las palabras de Jesús: «… a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos”. Entonces, con gran sencillez y la fe de un niño, ofrezcamos nuestras oraciones que van a atravesar las nubes y llegarán hasta los cielos.

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By: Reshma Thomas

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Nov 17, 2020
Comprometer Nov 17, 2020

¿Alguna vez te has preguntado de qué se trata la vida? ¿Lo has descubierto?

El Secreto de la Vida

            El existencialista cristiano Soren Kierkegaard dijo una vez: «La vida del santo se trata de una cosa«. El danés no quería decir que la vida de un santo sería una existencia monótona, un tipo de estilo de vida «ha estado allí, hecho eso». Más bien, quiso decir que una persona verdaderamente santa está en perfecta unión con la Realidad Suprema.

Así que pregúntate: ¿cuál es tu “cosa»?

La película de 1991 City Slickers, protagonizada por un joven Billy Crystal, explora esta pregunta de una manera fascinante y cinematográfica. La aventura comienza en el corazón de la ciudad de Nueva York, donde un ejecutivo completamente urbanizado, estresado y desaliñado está luchando por encontrar el sentido de la vida. Sus dos mejores amigos tienen la cura perfecta: Unas «vacaciones de fantasía» donde pueden ser vaqueros en un verdadero campo de ganado.

El viaje está dirigido por Curly, un vaquero encantador, sin tonterías, interpretado por Jack Palance (mejor conocido como el malo por excelencia en la película oriental Shane de 1953). En el camino, Mitch (el personaje de Crystal) está fascinado por Curly, que parece tener todo resuelto, y le pregunta: «¿De qué se trata la vida?».

            Curly responde: «Ninguno de ustedes, los astutos de la ciudad, lo entiende. ¿Sabes cuál es el secreto de la vida?» Levanta el dedo índice. «¿Qué? ¿Tu dedo?» responde Mitch desconcertado.

            «Una cosa. Sólo una cosa. Te apegas a eso y el resto es basura». (parafraseo suelto)

«Pero, ¿cuál es esa cosa

             «Eso es lo que tienes que averiguar», responde Curly.

 Descubrir el tesoro oculto

¿Tu has descubierto esa cosa? Ese es el punto de las parábolas de Jesús, El Tesoro enterrado en el campo y la Perla de Gran Valor (Mateo 13:44-49), que se centran en el bien supremo—el Reino de Dios, que fue el tema y el contenido de la misión de Jesús. El Reino significa un estado en el que la bondad de Dios es valorada por encima de todo, por lo que se sigue Su camino. Oramos en el Padre Nuestro: «Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo”. Este es el bien más valioso, que se hace perfectamente presente en Jesús. ¿Cómo es eso? Jesús es la Palabra de Dios, el perfecto Pensamiento reflexivo del Padre (El Logos) de Sí mismo. Por lo tanto, la voluntad de Jesús es siempre, eternamente, congruente con la de Su Padre. Así que si quieres saber cómo es vivir en el Reino, escucha las enseñanzas de Jesús y observa cómo vivió. Jesús es el tesoro escondido; Es la perla de gran valor. Es el descubrimiento fundamental que puede hacer un cambio radical en nuestras vidas, llenando nuestros corazones de alegría.

Tristemente, para muchos de nosotros Dios no manda en nuestras vidas, porque hemos dejado que otras cosas nos dominen. En su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, el Papa Francisco lo expresó de manera conmovedora cuando dijo: “El mayor peligro en el mundo de hoy, impregnado como por el consumismo, es la desolación y la angustia que nacen de un corazón complaciente pero codicioso, la búsqueda febril de placeres frívolos y una conciencia inmunda”. El resultado es que «la voz de Dios ya no es escuchada. El gozo tranquilo de Su amor ya no se siente y el deseo de hacer el bien se desvanece».

Nacido y Renacido

¿Cómo le podemos dar marcha atrás a esta tendencia? Podemos hacer lo que el agricultor y el comerciante en el evangelio hicieron y aprovechar la oportunidad de renovar nuestra relación personal con Jesucristo. Se les dio una oportunidad única, que no iban a dejar escapar. Por lo tanto, vendieron todo lo que poseían para obtenerlo. Darse cuenta del inestimable valor de participar en la Vida de Cristo nos lleva al sacrificio, al desapego y a la renuncia, disposiciones antitéticas a nuestra cultura impulsada por el consumidor que se basa en tener los bienes del mundo para ser felices. Jesus es el tesoro que vale el sacrificio de todo lo temporal. No debemos permitir que esta relación se vuelva estéril y tibia. Esto no es cuestión de despreciar los bienes del mundo, sino de usarlos en Su servicio para amar a Dios y al prójimo. Todo lo demás debe estar por debajo de nuestra relación con Jesús. Su Palabra, Su gracia es esa cosa única.

Cuando tomamos ese compromiso, ¿qué sucede? De nuevo, el Papa Francisco lo dice sucintamente, “con Jesucristo, la alegría siempre nace y renace”. Cuando hacemos del Reino de Dios, perfectamente personificado en Jesús, el centro de nuestra vida, entonces el poder de su Ser entra en nuestra alma y todas nuestras relaciones se llenan de Su amor. Haz de él el punto de partida para tu vida y tu destino. Haz de él la razón y el objetivo de todo lo que haces. Cuando «nos movemos, vivimos y tenemos nuestro ser» en Cristo Jesús, Su gozo impregnará todas las dimensiones de nuestra vida. Su presencia puede transformar nuestros corazones, abriendo nuestros ojos para percibir las necesidades de nuestros hermanos y hermanas, especialmente de los más débiles y pobres.

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By: Diácono Jim McFadden

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Nov 17, 2020
Comprometer Nov 17, 2020

Mi mamá debería haber descansado pacíficamente, sin dolor, en una cama de hospital; pero sus últimos días reflejaron cómo vivió toda su vida.

Fue el último día de mi mes más querido, octubre. Estaba vistiendo apresuradamente a mis pequeños hijos para pasar una noche en la casa de mis padres. Mi madre había sido diagnosticada con cáncer el año anterior y su tiempo en la tierra estaba llegando a su fin. La enfermera del hospicio estaba segura de que mi madre sólo tenía días antes de que el cáncer agresivo conquistara su delicado, pequeño marco de salud.

Esta noticia era incomprensible. Tres días antes, yo la había visto alerta y comprometida como siempre, reparando rosarios rotos y preparando la cena para mi padre. Esa era mi madre. Ella era un ejemplo maravilloso de desinterés y amor. Todos los que la conocían la llamaban una santa viviente. Con su hermoso ejemplo, nos enseñó a todos cómo tomar nuestras cruces con confianza y esperanza. Debido a su vida bien vivida, mi madre no tenía miedo de morir. Su lealtad a su fe y su dedicación a la misa Santa y el Rosario de Nuestra Señora eran inspiradores. Santa Teresa de Calcuta dijo una vez: «UNA vida que no se vive para otros no es una vida». Y mi querida madre vivió estas palabras.

Yendo de prisa a casa de mis padres esa noche, me fui a la pequeña y oscura habitación de mi madre. La encontré acostada en la cama, aparentemente dormida y rodeada de mis hermanos. Tomando mi mano, mi hermana me explicó que unas horas antes, mi madre se había acostado porque no se sentía bien y había caído en un estado de coma. Ya no podía comunicarse. Ella había pasado el día preparando la comida para la reunión familiar de esa noche, cuando debería haber estado descansando tranquilamente, sin dolor, en una cama de hospital. Sus últimos días, sus acciones finales, fueron exactamente cómo vivió toda su vida, vaciándose a sí misma en el cuidado de los demás. Ella era un ejemplo vivo del sacrificio propio.

Mi madre nunca se quejaba del dolor debilitante e implacable, ni se quejó del tratamiento agotante del cáncer o incluso del hecho de que se le dio esta tremenda cruz en absoluto. Mi madre, con la fe y la gracia que vivió toda su vida, aceptó todo sin duda. Con gusto le ofreció esta cruz a Dios.

Durante doce horas continuas, me quedé al lado de mi madre. No podía dejarla en su momento de sufrimiento. Mi madre no quería morir en un hospital y yo no podía evitar pensar lo misericordioso que fue Padre Eterno al permitirle morir pacíficamente, en su propia casa, rodeada por su marido y sus diez hijos. A medida que las horas del fallecimiento de mi madre se prolongaban lentamente, rezamos el Rosario una última vez juntos como familia, tal como lo habíamos hecho al crecer. Observamos con los ojos llorosos como nuestro párroco le dio la Unción de los Enfermos por última vez. Nos turnamos para sentarnos junto a su cama, agradeciéndole por ser un ejemplo perfecto para nosotros al vivir verdaderamente su fe con absoluta confianza en el plan de Dios. Todos sabíamos que aunque mi madre había aceptado esta cruz y estaba lista para entrar a las puertas del cielo, su corazón le dolía al pensar en el dolor que soportaríamos con su muerte. Sin embargo, después de su diagnóstico nos aseguró con confianza que nos sería más útil en el Cielo de lo que podría ser aquí en la tierra y nunca lo he dudado.

Completamente incapaz de comunicarse, mis hermanos y yo notamos que nuestra madre movió sus dedos delante de su boca, como si luchaba suavemente con mis hermanos cuando trataron de administrarle medicamentos para el dolor. Era inconfundible. Mirándonos unos a otros con lágrimas en los ojos, finalmente hablamos en voz alta lo que todos habíamos estado pensando. Quiere sufrir y lo ofrece por nosotros.

La noche se convirtió lentamente en día y mientras luchábamos para permanecer despiertos, notamos que la respiración de mi madre cambió ligeramente. Reuniéndonos alrededor de ella en la pequeña cama donde ella estaba acostada, dijimos nuestra despedida final, prometiendo que nos cuidaríamos unos de otros aquí en la tierra, para que pudiera volver a casa al Cielo pacíficamente, donde la esperaban su querido papá y sus nietos que fueron tomados demasiado pronto. Observé con un corazón pesado mientras ella respiraba por última vez. Los doce, llenando el pequeño y estrecho dormitorio, nos quedamos en silencio. Le susurré en voz baja: «Nuestra mamá ahora ha visto el rostro de Dios». En ese momento, dejé de orar por mi madre y comencé a rezarle. Era el Día de todos los Santos. ¡Qué bienvenida debe haber tenido!

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By: Mary Therese Emmons

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Nov 17, 2020
Comprometer Nov 17, 2020

P – Parece que este año cada vez se pone más loco. Cada vez que veo las noticias, hay un nuevo desastre que nos azota: la crisis por el virus, disturbios raciales, la economía en problemas. Todas estas malas noticias me hacen pensar: ¿será que estamos en el Fin de los Tiempos?

R – ¿Estamos en el Fin de los Tiempos? Esa es una pregunta que se ha hecho a lo largo de la historia. Pero nosotros creemos, como Cristianos, que la historia humana no es solo una serie de eventos vacíos de significado, sino que somos parte de una historia más grande—una que está siendo escrita por Dios para cumplir Sus propósitos. Cada historia tiene un Inicio (La Creación y la Caída), un Intermedio (La Encarnación de Cristo y el Misterio Pascual) y un Final (El regreso triunfal de Cristo). Así que ¿estamos cerca del Final?

Definitivamente hemos pasado del punto intermedio—más de 2,000 años han pasado luego del intermedio—lo cual es equivalente al tiempo que hay entre Abraham y Cristo, históricamente. La pregunta que nadie en realidad conoce es qué tan cerca estamos del final—podría ser un año, cinco años, cien años, mil años. Pero “el final” no es solo un momento, es un proceso. De alguna forma podríamos decir que “El Fin de los Tiempos” empezó en los años 1400s con el Renacimiento, porque este era un sistema que empezó a quitarle la atención a Dios y a ponerla en los Hombres, viendo a la criatura sin relación con su Creador.

Pensar que nosotros estamos en “el final” es, para mí, solo situarnos a nosotros mismos en el Plan Mayor. Hablamos de lo mundano y aburrido—ciertamente nuestras vidas están llenas de cosas mundanas y aburridas. Pero no de cosas poco importantes. Nunca olvidaré lo que mi hermana me dijo un día, hace muchos años. Estábamos manejando a casa después de ver la película El Señor de los Anillos en el cine. Mientras manejábamos mirando el ocaso, ella suspiró profundamente y dijo “¡Oh, ojalá mi vida fuera así! ¡Una aventura épica y emocionante!”

A menudo he utilizado esas palabras en conferencias que he dado, porque creo que tienen una gran percepción sobre el corazón humano. Los seres humanos quieren saber que sus vidas no son solo un accidente, que nuestra presencia aquí en este planeta no pasa desapercibida y que es importante. Este deseo del corazón humano fue puesto en él por Dios, porque sí tenemos un papel irremplazable en esta gran obra—la obra de la Historia de la Salvación.

Así que esas tareas mundanas, aburridas, cuando las vemos a través de ese lente, adquieren un significado monumental. Considera esto: cuando limpias un pañal sucio o cocinas la cena para tus hijos, te estás encargando de las necesidades físicas de almas inmortales que algún día vivirán la eternidad en el triunfo de la gloria eterna o en el horror y la perdición eterna. Estas almas inmortales en tu casa algún día ayudarán a traer al Reino de Dios aquí en la tierra, haciendo caminos para el Rey, o participarán en la destrucción del Reino. Todas estas tareas mundanas que hacemos tienen ramificaciones en la historia y en la eternidad. Somos parte de una historia épica, una batalla entre el bien y el mal, la cual es peleada en cada alma, en cada hogar, en cada nación, en cada época de la historia.

Y por esto es que creo que es de ayuda espiritualmente el estar pendiente del rol que jugamos en este punto crítico de la historia. Algo que estas reflexiones me han enseñado es lo poco que realmente importan las cosas de las que me preocupo en mi vida diaria. Quiero decir, el tráfico, ese peatón imprudente, esa preocupación por el dinero—¿Acaso algo de eso importa si estamos cerca del final? Porque, después de todo, incluso si el fin del mundo no está cerca, el final de mi mundo sí está cerca y está garantizado. Pienso que es solo una magnificación del memento mori (recuerda tu muerte). Me ayuda a recordar que la vida es más grande que mis preocupaciones insignificantes y que tengo que enfocarme en las cosas verdaderamente importantes—estar listo para cuando Cristo venga por mí.

Como sacerdote, algo que siempre me ha impresionado es lo mucho que nuestra liturgia habla de la Segunda Venida de Cristo. Nunca lo había notado en realidad hasta que empecé a celebrar la Misa, pero todas las plegarias eucarísticas y las aclamaciones del memorial—e incluso gran parte del Nuevo Testamento—son sobre la espera de Su regreso. Somos personas escatológicas, siempre buscando la culminación de todas las cosas.

La redención que Cristo nos ha ganado con Su muerte en la Cruz continúa o podríamos decir que no ha terminado. No es que Cristo tenga que añadirle nada, pero el pecado continúa multiplicándose incluso con la tremenda efusión de gracia que hay en el mundo. La Cruz nos permitió reconciliarnos con Dios si respondemos a la Gracia—pero Él no ha ejercido Su dominio pleno sobre la creación. El dominio sobre la creación es de Él, pero Él espera la compleción de todas las cosas para mostrarnos Su poder. Por esto es que la Iglesia clama en todos los tiempos “¡Maranatha! ¡Ven, Señor Jesús!” Como Católicos, todos deseamos el día en que su Redención sea completa, cuando “el último enemigo que será destruido es la muerte” (1 Corintios 15:26).

Mientras esperamos la victoria final, Cristo nos llama a estar vigilantes y observar los signos de los tiempos. Cada periodo de la historia ha tenido que luchar con la pregunta “¿Se acerca el final?” Nuestro periodo no es la excepción. Y de esta forma, los profetas y sabios y aquellos que tienen sus pensamientos en Cristo harían buenas obras para discernir la respuesta a esa pregunta. Pienso que hay diferencias fundamentales entre nuestros tiempos y los pasados pero cada persona en cada siglo está llamada a discernir con sabiduría los signos de los tiempos.

A pesar de que aún no podemos sacar ninguna conclusión sólida, debemos considerar siempre con oración la evidencia en las corrientes geopolíticas y filosóficas que nos rodean. Pienso que es de ayuda espiritualmente. La cantidad de veces que la Escritura nos llama a estar vigilantes, atentos, y manteniendo nuestros ojos espirituales abiertos es un tema constante en el Nuevo Testamento.

En lugar de apartarnos de nuestras responsabilidades en nuestra vida, reflexionar sobre “el final” debe ayudarnos a realizar nuestras tareas con mayor diligencia, sabiendo que si somos descuidados o las hacemos sin entusiasmo, el Novio puede volver y dejarnos afuera como a las vírgenes imprudentes. Si yo (erróneamente) creo que mi vida está llena de cosas aburridas y sin sentido o que la venida de Cristo aún está tan lejana que voy a tener tiempo de arrepentirme y acercarme de nuevo a Él, entonces Él llegará como un ladrón en la noche. Esto es cierto no solo para cada individuo sino para el mundo también. ¿Está la Iglesia preparada? ¿Está el mundo preparado? Si no es así ¿Qué tenemos que hacer para prepararnos para Su venida?

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By: EL PADRE JOSEPH GILL

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Nov 17, 2020
Comprometer Nov 17, 2020

Son esos días difíciles los que te enseñan.

Se lo suficientemente valiente como para sentarse solo

y saber que nunca estás solo…

El teléfono permanece silencioso. El timbre de la puerta no es tocado, ya no suena para anunciar a un invitado bienvenido. Los amigos y la familia parecen distantes, preocupados por sus propias necesidades. No es sorprendente que contempló el refrigerador más durante días, esperando que sus contenidos me traigan consuelo. Aun cuando lleno el día de tareas y aficiones, puedo sentir que no tienen sentido.¿Alguna vez has considerado el día con desesperación y alimentado esa sensación hasta que estás lleno de tristeza o preocupación? Muchos de nosotros lo hacemos en estos días. Incluso en los mejores tiempos, es difícil lidiar con la soledad, pero, a medida que todo el mundo lucha contra la pandemia de Covid-19, la soledad puede atrapar a cualquiera de nosotros cuando estamos más vulnerables. ¿Qué debemos hacer?

Las circunstancias de todos son diferentes. Sin embargo, siempre que me siento aislada, simplemente salgo de mi casa y tomo un respiro profundo. A veces, solo camino 10 pies y otros días es un largo paseo. Es el acto de abrir la puerta que deja entrar el aire en mi casa, me da una perspectiva diferente en mi alrededores y, aunque estén a 6 pies de distancia, ver pasar a otra persona nos quita algo del aislamiento.

Una mañana reciente, con mi rosario en mano, fui a dar un paseo para refrescar mi pensamiento y actitud. La mañana cayó en un día que rezamos los misterios gozosos del Rosario. El pensamiento de caminar en gozo con mi Santísima Madre comenzó a hacer un impacto inmediato en mi actitud. Caminar y rezar el Rosario tiene un ritmo pacífico para mí y es fácil perderme en la meditación. Le pedí a nuestra Madre Santísima que revelara el gozo en cada misterio mientras los contemplaba. Sus revelaciones vienen en muchas formas diferentes, pero ese día pasó justo por delante de mí.

Llegué al último Misterio gozoso donde María y José encuentran a Jesús en el templo. Inmediatamente después de anunciar el misterio, una mujer pasó corriendo. Qué agradable, pensé, ella estaba cuidando de su templo y manteniéndose en forma. También me pregunté cómo era su templo espiritual. Tan rápido como llegó ese pensamiento a mi mente, el siguiente pensamiento se desarrolló: «Reflexiona sobre tu propio templo». De repente, la Santísima Madre me preguntó. «Teresa, ¿has encontrado a Jesús en tu templo hoy? Cuando busques a Jesús y lo encuentres en tu templo, te traerá gozo»

Qué tonta he sido. NUNCA estoy sola o aislada. Jesús SIEMPRE está conmigo. Jesús repetidamente dice en las escrituras que está con nosotros y nunca nos abandonará. En Mateo 7:7 Jesús nos dice que llamemos a la puerta y siempre se nos abrirá. Ahora, llamo a la puerta de mi templo y busco a Jesús. Siempre me da la bienvenida, comparte Su alegría y cambia mi pensamiento y actitud. Ruego que descubran que tampoco están solos. Buscalo y hazlo sentirse bienvenido en tu templo.

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By: Teresa Ann Weider

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Sep 02, 2020
Comprometer Sep 02, 2020

Fascinate con la vida de Brian Welsh a medida que él comparte su jornada de conocer una Super Estrella y cómo cambió radicalmente su vida.

Saltar como un ciervo

Cuando era muy joven, escuché cuando leían el libro del profeta Isaías «¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?” Y respondí: “Aquí me tienes, envíame a mí.»

Crecí en el campo amando la pesca y el fútbol. Tuve una buena crianza Católica. Una mañana, después de recibir la Santa Comunión, sentí un fuego ardiente en mi corazón. Tan pronto llegué de Misa, empecé a saltar como un ciervo, gozosamente corriendo cuesta abajo de una colina. Un sentido sobrecogedor de gozo y de la Paz de Dios desbordaba en una canción, «Dios está ardiendo en mi corazón. Él y yo somos uno.»

A medida que crecí, perdí ese inocente sentido de la presencia de Dios mientras sucumbía a las tentaciones. Cuando servía en el altar, era mi responsabilidad llevar el dinero de la colecta, y decía: «un poco para Dios y un poco para Brian», y procedía a guardarme algo para comprar un helado. Cuando crecía, ese hábito de robar se fortaleció así que si algo quedaba por ahí, yo no tenía duda en tomarlo cuando nadie estaba viendo. 

Rifle en Mano

Mi padre intentó mantenerme en el camino recto y estrecho, pero comencé a rebelarme contra su autoridad. Me sentí lleno de ira. Eso se extendió a la forma en que jugaba al fútbol, volviéndome violento y vengativo. Después de que me noquearon en un juego, juré venganza contra ese jugador. Pasó un año antes de que volviera a jugar con él, pero no lo había olvidado. Cuando tiró la pelota en mi dirección, le clavé la rodilla en su mandíbula. Su mandíbula se rompió, por lo que tuvo que abandonar el campo y nunca más volvió a jugar fútbol.

Mi creciente ira perturbaba a quienes me rodeaban, pero cuando alguien expresaba su preocupación: «Brian, tienes tanta violencia en tu vida, ¿qué vas a hacer al respecto?». Le respondía con furia: «No sabes de lo que estás hablando». Una noche sentí tal resentimiento hacia mi padre que cargué mi rifle con la intención de dispararle. Pero cuando me volví para salir de la habitación, quedé paralizado por una imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Mientras lo miraba a los ojos, sentí que el coraje desaparecía y descargué el rifle a toda prisa.

Cuando mi amigo cercano, Andrew, murió de cáncer, realmente me sorprendió. Hacia el final, me preguntó: «¿Quién es Dios?» pero yo no tenía respuestas porque había olvidado el amor que Dios tenía por nosotros y había perdido mi relación personal con él.

Quizás mudarme a la gran ciudad mejoraría las cosas, pero en cambio caí en un espiral de depresión y perdí mi trabajo rápidamente. El vacío interior me estaba consumiendo, así que hice planes para acabar con todo. Antes de que pudiera hacer nada, un amigo me llamó y pasé la noche contándole sobre este anhelo de algo más. Nada podía llenar ese vacío: ninguna relación, ninguna experiencia, nada que el dinero pudiera comprar. Era solo un gran dolor. Le dije: «Podrías derramar todos los océanos del mundo en mi corazón y aún estaría vacío». Por un tiempo, me distraje viajando por Australia, cometiendo pequeños robos para mantenerme, pero todavía me sentía vacío y sin rumbo.

Desconcertado por Lucía

Finalmente me dirigí a Dios con una oración: «Dios, realmente necesito tu ayuda». Cuando volví a bajar los ojos, vi una librería católica. Cuando entré, me atreví a orar de nuevo: “Dios, si hay algún libro en esta tienda que quieres que lea, muéstramelo». Al pasar junto a un atril, un libro se cayó, así que lo recogí y lo volví a dejar en su lugar. La próxima vez que pasé, se cayó de nuevo, así que lo reemplacé. Cuando cayó frente a mí por tercera vez, finalmente pensé: «Quizás Dios quiere que lea este libro». Le di la vuelta y traté de darle sentido al título: «Fátima en las propias palabras de Lucía». Estaba desconcertado: «¿Qué es Fátima y quién es Lucía?»

Cuando me llevé el libro a casa, lo leí una y otra vez. De repente, recordé cada detalle de todo lo que había hecho mal. Lleno de dolor por mis pecados, me arrodillé en el suelo y clamé a Dios por Su misericordia, rogando por su perdón. Fui a la confesión con una enorme lista de pecados. Tan pronto como el sacerdote pronunció las palabras de absolución, sentí que el amor misericordioso de Dios fluía dentro de mí, desterrando la oscuridad.

Había algo más que necesitaba, pero en lugar de buscarlo en la Iglesia Católica, fui a una Iglesia pentecostal con un amigo. Durante el sermón sobre el amor de Dios, escuché Juan 3:16 con oídos frescos: «Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna». Esa escritura realmente me golpeó el corazón, así que cuando llamaron a las personas que querían oración para que se acercaran, sentí una voz interior que me llamaba.

Cuando el pastor me preguntó qué quería, no supe qué pedir excepto el amor de Dios. Me preguntó si había conocido a Jesús, instándome a abrir mi corazón a Su amor y misericordia diciendo: “Jesús, ven a mi corazón. Sé mi Señor y Salvador «. Como ya me había arrepentido y me había confesado, mi corazón estaba listo. Entonces, cuando cerré los ojos, tomé sus manos y oré con todo mi corazón, el Espíritu Santo cayó sobre mí, llenando el doloroso vacío dentro de mí con el amor misericordioso de Dios.

Encontrando mi Hogar

 Me reconcilié con mi padre y nos ocupamos de los problemas no resueltos entre nosotros. Ahora que soy padre, entiendo mejor algunos de los problemas con los que luchamos.

Antes de que él muriera de cáncer, compartimos muchos recuerdos felices y lloramos juntos por nuestros malentendidos. Su mayor legado es su amor por los pobres, quienes siempre pudieron contar con su amabilidad y generosidad. Después de su muerte, tuve un sueño en el que lo vi lleno de luz, con su sombrero favorito.

Me quedé con los Pentecostales hasta que me dijeron que no adorara a María. «No adoro a María. Rezo el Rosario”. Aunque amaba esta iglesia, amaba más a Mi Madre Celestial, así que oré: «Señor, ¿dónde me quieres?» Cuando relaté la historia en confesión, me hablaron de un grupo carismático católico cercano. Allí me sentí como en casa porque amaban a María, amaban las gracias carismáticas, amaban las tradiciones de la Iglesia y amaban la Eucaristía.

Mi vida siguió cambiando radicalmente. Le pregunté al Señor: «¿Qué quieres de mi vida?» Sentí el llamado a convertirme en misionero y fui enviado a Papúa, Nueva Guinea. Fue genial vivir entre la gente y ver a tantas personas siendo tocadas por el Espíritu Santo.

Un sacerdote me dijo que era un evangelista, no supe a qué se refería. Así que salimos a la calle y me desafió a que fuera y le contara a un joven acerca de Jesús. Entonces, crucé y compartí el amor de Jesús con él. Luego señaló el bar: «Entra y comparte el amor de Jesús con la primera persona que conozcas». Entonces, hice precisamente eso. «Lo que hiciste fue ser un evangelista», dijo el padre, «simplemente compartir el amor y la misericordia de Jesús». Entonces, durante los últimos 32 años he estado saliendo a la calle: sentándome con yonquis; entrando en burdeles; encontrando a las personas que no conocen el amor de Jesús y se sienten muy vacías y solas, incluso suicidas. La gente necesita conocer a Jesús. Incluso algunos católicos que van a la iglesia no conocen el amor de Jesús.

¿Tú lo amas?

Cuando hablo con personas atrapadas en la homosexualidad, su primera pregunta es: “Soy lesbiana, ¿cómo puede Dios amarme? o, soy un travesti, ¿cómo puede Dios amarme? » Les digo: “Dios los ama a ustedes de la misma manera que me ama a mí. No quiere saber tu identidad sexual, quiere saber si tienes un corazón que lo ama». El Hijo de Dios vino a redimir a Su pueblo de sus pecados. Él triunfó sobre mi pecado dándome misericordia. Experimenté el fuego de su amor y ahora estoy llamado a llevar ese amor al mundo.

Un día, mientras me arrodillaba ante el Santísimo Sacramento, recibí una imagen de Jesús saliendo del tabernáculo, radiante de luz. Al acercarse, pude sentir el fuego de Su amor en mi corazón. Señalando su corazón, dijo: «Lleva mi amor al mundo». Le prometí que lo haría, aunque fuera el único que lo hiciera, porque Él vino por mí. Incluso si es solo para una persona, vale la pena. Durante muchos años, fui solo, sintiendo la presencia de Dios, pero se me unen más personas, hablando muchos idiomas diferentes.

Cuando compartimos la Palabra de Dios, muchas personas dicen: «Que bueno que estás aquí», pero algunas personas reaccionan de manera muy negativa con palabrotas o pidiendo que dejemos de hablar. Mi respuesta a eso es simplemente: «Dios te ama». Tenemos el derecho, un derecho dado por Dios, de proclamar la verdad, no de imponer, sino de proponer una nueva forma de vivir en la misericordia de Jesucristo. Nuestro equipo ha sido fortalecido por los sacramentos, la Palabra de Dios y la oración, para llevar su poder sanador y misericordia a las personas que lo necesitan tan desesperadamente. Normalmente reparto Biblias, rosarios, folletos y tarjetas de oración. Durante esta pandemia, los guardo en paquetes sellados e invito a las personas a que los tomen. He montado mi vehículo como una mini capilla, con una imagen de la Divina Misericordia, como plataforma para mi evangelización. Conduzco hasta un estacionamiento, o algún lugar parecido y hablo con la gente que pasa.

¿Quién es tu estrella?

El lugar de trabajo también es un lugar donde evangelizo. Si la gente está dispuesta a ello, les doy una Biblia o rezo con ellos. A veces, la vida de las personas se está desmoronando o simplemente han pasado por una separación o la ruptura de la amistad. Si comparten esto conmigo, comparto el amor de Jesús con ellos, porque Su amistad es una amistad duradera. Como jardinero, trato de hacer su jardín tan hermoso que puedan sentir la presencia de Dios en la tranquilidad de sus hogares.

Sin importar que adicción padezcas: alcohol, drogas, sexo, nicotina, redes sociales, a la pantalla…  recurre a Jesús, toma el poder del Rosario y medita el Evangelio. Un día Él te dirá que no ya necesitas eso y serás libre.

Asegúrate de seguir la estrella correcta. Estrellas de cine, estrellas deportivas, estrellas de televisión y estrellas de las redes sociales están compitiendo por nuestra atención. ¿Te estás dejando guiar por la estrella correcta? La verdadera estrella nos lleva a Jesucristo, el Señor y Salvador, el sanador del corazón humano y el unificador de todas las naciones. La estrella de la mañana, María me condujo hacia él. Vivía en la oscuridad, la desesperación y la desesperanza hasta que ella me llevó a experimentar el gran amor de Dios.

Ahora, vivo mi vida para Él: en mi familia, en mi lugar de trabajo, en mi vida social. Dondequiera que voy, vivo mi vida en Su presencia, llevando Su luz al mundo para disipar la oscuridad. Mi esposa e hijos me reflejan Su luz, sanandome y fortaleciéndome. Vivimos para Él y nos regocijamos al compartir lo mejor que tenemos: nuestro amor por Jesús.

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By: Brian Welsh

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Sep 02, 2020
Comprometer Sep 02, 2020

El padre Chris da Souza estaba ciego hasta que una peregrinación a Fátima le concedió un milagro, y ese no fue el último milagro que Ella le obtuvo a su familia.

Mi devoción a Nuestra Señora empezó desde mi infancia. Nací en Australia, pero mis padres son inmigrantes portugueses, así que siempre hemos tenido una gran devoción a Nuestra Señora de Fátima. Orábamos el Santo Rosario a diario en frente su altar en nuestra casa, así que desarrollé una gran confianza en su intercesión.

Nací legalmente ciego en mi ojo derecho y afligido con una condición patológica en mi ojo izquierdo que causaba que mi visión se deteriorara cada año. A medida que iba creciendo, mis padres determinadamente me llevaron de un especialista al otro, buscando una cura, pero siempre recibiendo las mismas noticias. No había tratamiento y estaría completamente ciego cuando llegara a la mayoría de edad.

Arriesgate 

Cuando llegué a la mayoría de edad,  ya no tenía visión en el ojo izquierdo, así que mis estudios de leyes se vieron severamente afectados. Mis padres estaban afligidos al ver mis dificultades para leer grandes libros de leyes con mi visión severamente limitada. Así que en mi segundo año de estudios, fueron a una peregrinación a Fátima a pedir la intercesión de Nuestra Señora para restaurar la visión de su hijo. Yo me quedé para completar mi año de estudios. Cuando regresaron con una fe fortalecida y confianza en la intercesión de Nuestra Señora, encontraron un especialista que había aprendido un nuevo procedimiento en Bélgica que podría ayudarme. A pesar de que una cita con este especialista era algo casi inalcanzable, le pidieron ayuda a Nuestra Señora e inesperadamente, fui llamado para obtener una consulta. A pesar de que yo ya estaba resignado a haber quedado ciego, no podía decepcionar a mis padres luego de todos sus esfuerzos.

Inmediatamente luego de haber evaluado mi visión, el especialista también me dijo que no estaba seguro si el procedimiento me ayudaría. También era muy riesgoso y, ya que no tenía aprobación del gobierno, iba a ser muy costoso. Sin embargo, mis padres tenían tanta confianza en la intercesión de Nuestra Señora que inmediatamente estuvieron de acuerdo en pagar la cirugía y me rogaron que me sometiera a ella. Yo tenía algo de miedo, pero acepté, encomendándome al cuidado amoroso de Nuestra Señora.

Toma la oportunidad 

Empezaron con mi ojo derecho, el que estaba legalmente ciego. El cirujano me dijo que iba a tomarme unos meses antes de ver una mejoría real, así que no estaba esperando ningún cambio inmediato. Pero dentro de 15 a 20 minutos luego de la operación, pude ver claramente por primera vez con el ojo que estaba legalmente ciego. ¡Tantas formas y colores que no había visto nunca!

Salí de la operación exaltando a Dios, bendiciendo y agradeciendo a Nuestra Madre Celestial por su guía e intercesión. Mientras abrazaba con alegría a mis padres, el especialista, que no era creyente, reconoció que lo que había pasado era un milagro. Él no era incapaz de explicar este don inmediato de una visión clara luego del procedimiento, y en un ojo que nunca había tenido visión.

Un mes después, operó mi otro ojo, el izquierdo. Otro milagro como el anterior parecía mucho qué pedir, pero las bendiciones de Dios son abundantes. Una vez más, dentro de 15 a 20 minutos, pude ver claramente con mi ojo izquierdo. Mi visión completa había sido restaurada. Gracias a la intercesión de Nuestra Santísima Madre y la fe y confianza de mis padres, estaba por iniciar mi vida como abogado defensor.

Haz un cambio 

Siempre había deseado ser abogado, pero también estaba abierto al Señor. ¿Qué pedía el Señor de mí? Sabía que este milagro era un regalo que no necesitaba ser merecido, pero junto con nuestra Santísima Madre, le preguntaba “Señor, ¿Qué quieres de mí? ¿Por qué has restaurado mi visión cuando hay tantos otros que permanecen ciegos?” Esto me llevó a iniciar un periodo de discernimiento, cuando empecé a trabajar. A pesar de que me sentía satisfecho como abogado y me imaginaba una vida de matrimonio y familia, recibí en mi corazón un llamado a la vida religiosa y al sacerdocio durante la peregrinación de la Jornada Mundial de la Juventud.

Me sentí abrumado por el miedo y me tomó varios meses aceptar mi llamado. El 13 de mayo, durante la misa de la festividad de Nuestra Señora de Fátima en mi pueblo, le pedí a Nuestra Santísima Madre “Si esto es lo que tu Hijo quiere de mí, ayúdame a verlo tan claramente como me ayudaste a ver con mis ojos.” Fue como si un velo se hubiera levantado de mis ojos. Sabía que su Hijo me estaba llamando a la vida religiosa. Su hijo me estaba llamando al sacerdocio. Encomendándome a su manos maternas, eventualmente discerní que debía darle mi vida al Señor, con los Hermanos Somascos.

Siguiendo una antigua tradición de nuestra orden religiosa, además de profesar mis votos de pobreza, castidad y obediencia, también me consagré a Nuestra Señora y agregué su nombre, Maria, al mío. Nuestro fundador, San Jerónimo Emiliani, había sido liberado milagrosamente por Nuestra Señora cuando era prisionero de guerra hace 500 años. Yo también había sido liberado de mi ceguera a través de su intercesión, permitiéndome darle mi vida entera a su hijo.

Los milagros sí existen

Cuando estaba en Roma, preparándome para mis exámenes finales de Teología, mi padre se enfermó de leucemia. Mientras se preparaba para recibir tratamiento, fui en una peregrinación a Fátima para encomendar la salud de mi padre a Nuestra Señora y para dar gracias por el milagro de mi visión restaurada. En el mismo día en que caminé de rodillas al lugar donde se les apareció a los niños 100 años atrás, el médico especialista de mi padre descubrió que el cáncer había desaparecido completamente de su sangre. Una vez más, la intercesión de Nuestra Señora restauró milagrosamente la salud de otro miembro de nuestra familia.

Luego de años de misión en la India, Sri Lanka y Mozambique, regresé a Australia a prepararme para mis votos solemnes y la ordenación sacerdotal. Mi ordenación fue en el mes de María, el mes de mayo, en un sábado en su honor. Encomendé mi sacerdocio a sus manos maternas. El siguiente día, en la festividad de Nuestra Señora de Fátima, el 13 de mayo, celebré mi primera misa. Le siguió una hermosa procesión con velas, en honor de nuestra Señora de Fátima, en las calles de Fremantle.

Nuestra copa rebosaba hasta que, en el pico de nuestra alegría, mi madre se enfermó gravemente y fue llevada al hospital en ambulancia. Yo los seguí rápidamente para poder darle el Sacramento de la Unción de los Enfermos, un sacramento de sanación. Ella fue la primera persona a quien ungí con este sacramento. El haber podido ministrarle, no solo como hijo, sino como sacerdote, fortaleció mi sacerdocio. Los doctores pensaron que había sufrido un ataque al corazón, así que le estaban dando medicamentos anticoagulantes. De hecho, tenía un aneurisma que le estaba causando un sangrado interno.

Solo se dieron cuenta de esto luego de varios días de tratarla con anticoagulantes. Su tratamiento de hecho estaba causando que sangrara aún más internamente. Fue sometida a una cirugía de emergencia, de la cual no esperaban que sobreviviera, pero Dios nos bendijo con otro milagro, gracias a la intercesión de Nuestra Señora. Los doctores no se explicaban cómo mi madre podía seguir viva luego de haber tenido una hemorragia interna por tantos días. Mi madre les explicó que Nuestra Señora había intercedido por ella. “Mi hijo se ha consagrado a Ella como sacerdote y ha estado ofreciendo la Santa Eucaristía por mí todos los días. Es por esto que estoy sana, es por eso que ha ocurrido este milagro.”

Mamá nos indica el camino

Estas profundas experiencias han profundizado mi devoción a Nuestra Santísima Madre. Los animo a que encomienden sus vidas a su santa intercesión. Soy testigo de los milagros que ocurren cuando Ella intercede por nosotros ante su Hijo. Ella, que fue inmaculadamente concebida, recibió todas las gracias obtenidas por su Hijo en la Cruz desde su concepción. Pudo decir que “sí” a ser la Madre de Dios, precediendo a Nuestro Señor quien luego aceptaría Su Pasión y Muerte en la Cruz. El deseo de Nuestra Santísima Madre en las Bodas de Caná causó que Nuestro Señor realizara su primer milagro. El corazón de Nuestra Santísima Madre fue atravesado con dolor (Lucas 2:35) presagiando que el Corazón de Nuestro Señor sería atravesado por una lanza en la Cruz (Juan 19:34). Así que ella nos muestra cómo seguir a Jesús, en todas nuestras alegrías y sufrimientos, encomendándoselos a ella.

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By: Father Chris da Sousa

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