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¿Cuál es tu programa favorito? ¿Realmente te atrae?
Ver televisión en exceso: Un pasatiempo que hoy se encuentra en los primeros lugares de nuestra lista de actividades a las cuales acudir. La única parte extenuante es elegir ese programa perfecto en medio de la gran cantidad de opciones a través de múltiples plataformas de transmisión. Cruzar ese obstáculo y luego un solo clic en «Play» nos aleja de los mundos fuera de los nuestros, lejos de nuestras preocupaciones diarias.
Cuando nos llegó el primer encierro debido a la pandemia, mi esposo y yo encontramos una serie que alcanzó la mayoría de nuestras expectativas. Rápido y con un gran trama, la serie fue lo suficientemente apasionante como para llenar los fines de semana. No fue difícil ver cómo el programa había obtenido una gran base de fans junto con altas calificaciones de los críticos.
Sin embargo, a medida que avanzabamos por las varias temporadas, notamos una tendencia perturbadora en la historia. La práctica de la fe católica fue diseccionada y retorcida y se convirtió en la actividad principalmente de los villanos, no de los buenos. Parecía que la intención subyacente era transmitir esta falsificación malévola poco a poco, a medida que los espectadores eran más y más absorbidos por el programa.
Tales intentos por hacer que los espectadores cuestionen su creencia en un poder superior pueden no ser siempre obvios. Algunos contenidos podrían tratar de desensibilizarnos lentamente a los vicios más básicos. Una comedia popular que empecé a ver parecía tratar los crímenes con demasiado humor. Otro espectáculo de tendencias se centró en el deseo humano de vivir para siempre a través de un avatar virtual, una alternativa al final percibido por la muerte.
Afortunadamente, también tenemos esas creaciones que siguen inspirándonos y motivándonos: Superhéroes, historias de amor, historias de triunfo contra todas las probabilidades, luchas valientes por la paz y más. ¿no es increíble cuánto impacto puede tener esa pantalla de televisión? Me alegré de encontrar uno de esos programas recientemente, pero después me enteré de que no había atraído a suficientes espectadores para seguir siendo desarrollado. No es la primera vez que esto ocurre con programas de esta naturaleza.
Quizás los programas que rompen las normas hacen un mejor trabajo a la hora de mantener nuestro interés. Las viejas películas familiares ya no son algo que recomendamos cuando hablamos de los programas que encontramos recientemente.
Ver contenido que provoca pensamientos puede tener sus beneficios, pero las dudas que algunos programas desencadenan acerca de nuestras creencias básicas pueden ir en ambas direcciones. O nos basamos en nuestras experiencias de vida y en las enseñanzas cristianas para permanecer más firmes en nuestra fe, o podemos sentirnos atraídos a un contenido aún más cuestionable que intensifica nuestras dudas. Esto puede ser bastante peligroso en lo que respecta a los jóvenes. Todo lo que se necesita es un carácter atractivo y aparentemente inteligente que en nombre de la conciencia social habla diálogo casual que desdiende la religión. Esto puede confundir a las mentes jóvenes que valoran la responsabilidad social y podría hacerlos preguntarse si la iglesia comparte esos valores.
Entonces, ¿cómo podemos ser conscientes de todo lo que nos rodea sin dejar que nada sacuda nuestros corazones? ¿Cómo tomamos sólo lo bueno de lo que observamos y descartamos lo malo? Oremos a Dios nuestro Señor y pidámosle el don del discernimiento. Teniendo en cuenta que no tenemos que acostumbrarnos a la forma en que nos sentimos después de ver algo. Invitar a los miembros de la familia a reunirse en el comedor y compartir sus puntos de vista nos puede conducir a una comprensión más saludable de lo que apoya los valores cristianos y lo que no. Si algo no lo hace, seamos conscientes y tomemos las medidas apropiadas.
Y mientras seguimos disfrutando de la creatividad que la industria del entretenimiento tiene para ofrecer, concentrémonos y disfrutemos del conocimiento sublime que se encuentra en las páginas de nuestra Biblia, el amor de nuestro Padre, el héroe supremo Jesús, los superpoderes de los santos y la maravilla del Reino eterno. Ayudémonos mutuamente a darnos cuenta de lo impresionante que es conocer a un Dios que nos ama, murió por nosotros y quiere que estemos con él para siempre. Y que nada nos impida sostener esa fe hasta el final
“Por tanto, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien ahora está sentado a la derecha del trono de Dios”. (Hebreos 12:1-2)
Michelle Harold is an IT professional who finds great joy in living the Catholic faith. She resides with her husband in Melbourne, Australia.
Una de las mayores tragedias en el mundo actual es la idea errónea de que la ciencia y la religión tienen que estar en guerra. He pasado la totalidad de mi carrera trabajando en escuelas primarias y secundarias; en escuelas públicas donde la fe y la cultura secular chocan. Durante años escuché la declaración reiterada de que la fe y el mundo real simplemente no pueden coexistir; o que la fe es para las personas a las que les han lavado el cerebro, como los soñadores y aquellos que se niegan a ver la vida por lo que es. La vida de fe se ha vuelto anticuada a los ojos de muchos; como algo que ya no es necesario ahora que tenemos ciencia y filosofía modernas para explicarlo todo. Este choque siempre fue más visible en mis cursos de ciencias; si los maestros no lo declaraban abiertamente, a menudo los estudiantes señalaban que uno no puede creer tanto en Dios como en la ciencia; los dos son, dicho de manera simple: mutuamente excluyentes. Para mí, nada podría estar más lejos de la verdad. A mis ojos, todo en la naturaleza sirve para probar la existencia de Dios. El diseño perfecto de Dios Cuando miramos el mundo natural, todo está perfectamente diseñado: El sol está a la distancia perfecta para sustentar la vida en la tierra; los organismos que habitan en el océano aparentemente sin ningún propósito, en realidad sirven para eliminar el dióxido de carbono de nuestros mares y atmósfera, para mantener la tierra habitable para otras especies; el ciclo de la luna a muchos kilómetros de distancia en el espacio exterior es lo que hace que las mareas cambien justo delante de nosotros; incluso los eventos aparentemente aleatorios en la naturaleza no son tan aleatorios cuando los analizamos. Durante mi tercer año de secundaria, tomé un curso de ciencias ambientales; en mi unidad favorita aprendimos sobre los ciclos de la naturaleza. El ciclo del nitrógeno me impresionó particularmente; el nitrógeno es un nutriente crucial para que las plantas crezcan; sin embargo, en su forma atmosférica no es utilizable para ese propósito. Para que el nitrógeno se transforme en forma utilizable, desde la atmósfera, se necesitan bacterias en el suelo o un rayo; ¡un simple rayo! Algo que parece tan aleatorio y sin importancia sirve a un propósito mucho mayor. Toda la naturaleza está perfectamente entretejida, al igual que el plan de Dios para nuestras vidas; incluso las cosas más pequeñas tienen una cadena de causas y efectos, todo sirviendo a un propósito final que alteraría el destino del mundo si faltara. Sin la luna, los innumerables animales y plantas que dependen del flujo y reflujo de las mareas para alimentarse morirían; sin esos rayos "aleatorios", nuestras plantas tendrían dificultades para crecer a medida que disminuye la fertilidad del suelo. Del mismo modo, cada incidente en nuestras vidas, por confuso o insignificante que parezca, está previsto y se incorpora al plan perfectamente diseñado por Dios para nosotros, cuando alineamos nuestras voluntades con la suya. Si todo en la naturaleza tiene un propósito, todo en nuestras vidas también debe tener un significado mayor. Creador en la Creación Siempre he escuchado que encontramos a Dios en tres cosas: Verdad, belleza y bondad. Un análisis lógico de la función de la naturaleza puede servir como evidencia de la verdad y de cómo Dios encarna esa verdad. Pero Dios no es sólo el emblema de la verdad, sino la esencia misma de la belleza. La naturaleza tampoco es solo un sistema de ciclos y células, sino también una cosa de gran belleza, otra representación de las muchas facetas de Dios. Uno de mis l ares favoritos para orar siempre ha sido en mi tabla de surf en medio del océano; mirar a mi alrededor la belleza de la creación de Dios me acerca mucho más al creador; sentir el poder de las olas y reconocer mi pequeñez entre el vasto mar siempre sirve para recordarme el inmenso poder de Dios. El agua está en todas partes y presente en todo; está dentro de nosotros, dentro del mar, dentro del cielo y dentro de las plantas y animales en la naturaleza. Incluso cuando cambia de forma (sólido, líquido, gas), sigue siendo agua. Esto nos recuerda que Dios está presente como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; todos los seres vivos dependen del agua para sostenerse. No solo necesitamos del agua, sino que nuestros cuerpos también consisten en un gran porcentaje de agua. Dios también es omnipresente, Él es la fuente de toda vida y la clave para sostener la vida, Él está dentro de nosotros y está presente en todo lo que nos rodea. Cuando miro al mundo, veo a su creador; siento el latido del corazón del Señor mientras me acuesto bajo el cálido sol en medio de la suave hierba y las flores; veo cómo pintó perfectamente las flores silvestres, con colores tan vivos como la paleta de un artista, sabiendo que me traerían alegría. La belleza del mundo natural es inconmensurable; los seres humanos se sienten atraídos por la belleza y han tratado de crearla ellos mismos a través del arte y la música. Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, y su amor por la belleza no podría ser más evidente; lo vemos en todas partes a nuestro alrededor. Por ejemplo, vemos el arte de Dios en el intrincado diseño de una hoja de otoño, y escuchamos su música en el sonido de las olas rompiendo y los pájaros cantando cada mañana. Misterios sin fin El mundo puede tratar de decirnos que seguir a Dios, atender a la antigua sabiduría de la Biblia o centrarse en la fe es un rechazo ignorante de la verdad. “La ciencia es la verdad” -se nos dice-, “y la religión no lo es”. Sin embargo, lo que muchos no ven es que Jesús vino como la encarnación misma de la verdad. Dios y la ciencia no son mutuamente excluyentes; más bien, una creación perfecta es sólo una prueba más de que debe haber un creador perfecto; tanto la tradición religiosa como el descubrimiento científico pueden ser verdaderos y buenos. La fe no se está volviendo obsoleta en nuestros tiempos modernos; nuestros avances científicos solo presentan perspectivas más hermosas sobre los misterios interminables de nuestro Señor.
By: Sarah Barry
MoreP: Mis hijos preadolescentes me están insistiendo por un teléfono celular para poder acceder a las redes sociales, al igual que todos sus amigos. Me siento tan confundido, pues por un lado no quisiera que se quedaran fuera, pero sé lo peligroso que puede ser. ¿Cuál es su opinión? R: Las redes sociales se pueden usar para el bien. Conozco a un niño de doce años que hace breves reflexiones bíblicas en TikTok y obtiene cientos de visitas. Otro joven que conozco tiene una cuenta de Instagram dedicada a publicar sobre los santos. Otros adolescentes que conozco van a Discord u otras salas de chat para debatir con ateos o para alentar a otros jóvenes en su fe. Sin duda, hay buenos usos para las redes sociales en la evangelización y formación de la comunidad cristiana. Y sin embargo... ¿Los beneficios superan los riesgos? Una buena regla en la vida espiritual es: "Confía inmensamente en Dios... ¡Nunca confíes en ti mismo!" ¿Debemos confiar a un joven el acceso sin restricciones a internet? Incluso si comienzan con las mejores intenciones, ¿son lo suficientemente fuertes como para resistir las tentaciones? Las redes sociales pueden ser un pozo negro, no solo tentaciones obvias como la pornografía o glorificar la violencia, sino tentaciones aún más insidiosas como la ideología de género, la intimidación, volverse adicto a la adrenalina de obtener “me gusta” y “vistas”, y sentimientos de insuficiencia cuando los adolescentes comienzan a compararse con otros en las redes sociales. En mi opinión, los riesgos superan los beneficios de permitir que los jóvenes accedan a un mundo secular que tratará de formarlos lejos de la mente de Cristo. Recientemente, una madre de familia y yo estábamos discutiendo el mal comportamiento y actitud de su hija adolescente, que estaba correlacionado con su uso de TikTok y su acceso sin restricciones al internet. La madre dijo con un suspiro de resignación: "Es tan triste que los adolescentes sean tan adictos a sus teléfonos ... Pero ¿qué puede uno hacer?" ¿Qué pueden hacer? ¡Pueden ser padres! Sí, sé que la presión de grupo es tremenda para permitir a sus hijos un teléfono o dispositivo con acceso gratuito sin fin a todo lo peor que la humanidad tiene para ofrecer (también conocido como redes sociales), pero como padre o madre, su trabajo es formar a sus hijos para que sean santos. Sus almas están en sus manos. Debemos ser esa primera línea de defensa contra los peligros del mundo. Nunca les permitiríamos pasar tiempo con un pedófilo; si supiéramos que están siendo intimidados, trataríamos de protegerlos; si algo estuviera dañando su salud, no escatimaríamos gastos para llevarlos al médico. Entonces, ¿por qué les permitiríamos una ventana al pozo negro de la pornografía, odio y basura que están disponibles en internet sin ofrecer una guía cuidadosa? Estudio tras estudio se ha demostrado los efectos negativos del internet en general, en particular las redes sociales, pero aun así nos hacemos de “la vista gorda” y nos preguntamos por qué nuestros hijos e hijas adolescentes batallan con crisis de identidad, depresión, odio a sí mismos, adicciones, comportamiento aberrante, pereza, falta de deseo de santidad. ¡Padres, no abdiquen de su autoridad y de su responsabilidad! Al final de sus vidas, el Señor les preguntará qué tan bien pastorearon estas almas que Él les confió… si las llevaron o no al cielo y si preservaron sus almas del pecado lo mejor que pudieron. No podemos usar la excusa: "Señor, mira los hijos de los demás tienen un celular, ¡así que mi hijo quedaría fuera si no tuviera uno! ¿Tus hijos se enojarán contigo? Tal vez incluso dirán que te odian, si pones restricciones en sus dispositivos; pero su ira será temporal, su gratitud será eterna. Recientemente, otra amiga que viaja por el país hablando sobre los peligros de las redes sociales me dijo que después de su charla siempre se le acercan muchos adultos jóvenes con una de dos reacciones: "En ese momento estaba furiosa con mis padres por quitarme el teléfono, pero ahora estoy agradecida". O "Realmente desearía que mis padres me hubieran protegido de perder tanta inocencia". ¡Nadie ha estado agradecido de que sus padres fueran tan permisivos! Entonces, ¿qué se puede hacer? Primero, no les dé a los adolescentes (o más jóvenes) teléfonos con internet o aplicaciones. Si por alguna razón tiene que darle un teléfono que tenga acceso a internet, imponga restricciones parentales sobre ellos. Instale Covenant Eyes (aplicación que restringe acceso a sitios peligrosos y pornográficos en la red) en los teléfonos de su hijo y en las computadoras de su hogar, casi todas las confesiones que escucho involucran pornografía, que es mortalmente pecaminosa y puede llevar a su hijo a ver a las mujeres como nada más que objetos, lo que tendrá enormes ramificaciones en sus relaciones futuras. No les permita usar sus pantallas en las comidas o mientras están solos en sus habitaciones. Busque el apoyo de otras familias que tienen las mismas políticas. Lo más importante: no trate de ser amigo de su hijo, sino su padre. El amor auténtico requiere límites, disciplina y sacrificio. El bienestar eterno de su hijo vale la pena, así que no diga: "Por desgracia, no puedo hacer nada, mi hijo necesita encajar". ¡Es mejor destacar aquí en la tierra para que podamos encajar en la comunión de los santos!
By: EL PADRE JOSEPH GILL
MorePregunta: ¿Por qué los católicos hacen la Señal de la Cruz? ¿Qué símbolos encontramos detrás de esta señal? Respuesta: Como católicos, hacemos la Señal de la Cruz varias veces al día. ¿Por qué lo hacemos y qué significa? Primero debemos considerar cómo hacemos la Señal de la Cruz. En la Iglesia Occidental, usamos la mano abierta que se usa para la bendición (por eso decimos que nos “bendecimos a nosotros mismos”). En el Este, mantienen tres dedos juntos como signo de la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo), mientras que los otros dos dedos están unidos como signo de la divinidad y humanidad de Cristo. Las palabras que decimos confiesan el misterio de la Trinidad. Ten en cuenta que decimos: “En el nombre del Padre…” y no “en los nombres del Padre”. Dios es uno, así que decimos que solo tiene un nombre. Y así continuamos nombrando a las tres personas de la Trinidad. Cada vez que comenzamos una oración reconocemos que el núcleo mismo de nuestra fe es que creemos en un Dios que es tres en uno: tanto unidad como trinidad. Cuando proclamamos esta confesión de fe en la Trinidad, ¡sellamos la Señal de la Cruz sobre nosotros mismos! Estamos confesando públicamente quienes somos y ¡a quien pertenecemos! La Señal de la Cruz es nuestro rescate; podríamos decir: nuestra “etiqueta de precio”, para recordarnos que hemos sido comprados a precio de sangre en la cruz de Jesús. Así que cuando Satanás viene a tentarnos, hacemos la Señal de la Cruz para mostrarle que ya estamos marcados. Hay una historia increíble en el libro de Ezequiel, donde un ángel viene a Ezequiel y le anuncia que Dios va a castigar a Israel por su infidelidad; pero todavía quedan algunas personas buenas en Jerusalén, así que el ángel da la vuelta y pone una marca en la frente de aquellos que todavía son fieles a Dios. La marca que les hace es la tau, la última letra del alfabeto hebreo, ¡y se marca como una cruz! Dios tiene misericordia de quienes tienen la marca de la tau, y derriba a quienes no la tienen. De la misma manera, los que estamos marcados con la Cruz seremos preservados de la justicia de Dios, y en su lugar recibiremos su misericordia. En el antiguo Egipto, Dios hizo que los israelitas marcaran sus puertas con sangre de cordero durante la Pascua, para que fueran salvados del ángel de la muerte. Ahora, al hacer la Señal de la Cruz sobre nuestros cuerpos, invocamos la Sangre del Cordero sobre nosotros para salvarnos del poder de la muerte. Pero ¿dónde ponemos la Señal de la Cruz? La ponemos en nuestra frente, nuestro corazón, y en nuestros hombros. ¿Por qué? Porque hemos sido puestos en esta tierra para conocer, amar y servir a Dios; así que le pedimos a Cristo que sea el Rey de nuestras mentes, nuestros corazones, (nuestros deseos y todo lo que amamos), y nuestras acciones. Cada aspecto de nuestra vida lo ponemos bajo la Señal de la Cruz para que podamos conocerle, amarle y servirle. La Señal de la Cruz es una oración increíblemente poderosa. A menudo se usa como preámbulo de una oración, pero tiene un poder inmenso por derecho propio. Durante la persecución de los primeros cristianos, algunos paganos intentaron matar al apóstol San Juan porque su predicación estaba alejando a muchas personas de los dioses paganos, para aceptar el cristianismo. Los paganos invitaron a Juan a cenar y envenenaron su copa; antes de comenzar a comer, Juan dio gracias e hizo la Señal de la Cruz sobre su copa. Inmediatamente una serpiente salió de su copa y Juan pudo escapar sin ser lastimado. Escucha las palabras de San Juan Vianney: “La Señal de la Cruz es el arma más poderosa contra el diablo. Por lo tanto, la Iglesia desea no solo que la tengamos continuamente en nuestra mente, para recordarnos lo que valen nuestras almas y el precio que pagó Jesucristo; sino que también deberíamos hacerla sobre nosotros mismos en cada momento: al acostarnos, al despertar, por la noche, al levantarnos, al empezar cualquier cosa y, sobre todo, cuando seamos tentados.” La Señal de la Cruz es una de las oraciones más poderosas que tenemos: Invoca a la Trinidad, nos sella con la Sangre de la Cruz, manda a volar al maligno, y nos recuerda quienes somos. Hagamos esta señal con cuidado, con devoción y hagámosla con frecuencia a lo largo del día. Es el signo exterior que nos recuerda quiénes somos y a quién pertenecemos.
By: EL PADRE JOSEPH GILL
MoreUna entrevista especial con el Dr. Thomas D. Jones, quien realizó cuatro misiones separadas del transbordador con la NASA. ¡En una de esas misiones, pudo llevar la Eucaristía con él! Cuéntanos cómo fue estar en el espacio mirando las estrellas y de vuelta a la Tierra. ¿Cómo impactó eso en tu fe en Jesús? Para hacer realidad mi sueño profesional de volar en el espacio, que todo astronauta espera, tuve que esperar casi 30 años. Así que mi primer vuelo fue la realización de un sueño de la infancia. Contemplar esta inmensa vista del cosmos que rodea nuestro planeta natal, me dio la oportunidad de pensar por qué estaba allí. Fue una experiencia tan emotiva ver realmente la increíble belleza del universo y nuestro planeta natal en toda su encantadora variedad, realmente impresionante. Me sentí muy agradecido con Dios por la oportunidad de estar allí físicamente, abrumado por Su gracia y Presencia. Eres conocido como uno de los astronautas que fue capaz de llevar la Eucaristía al espacio. Para todos los que somos creyentes, eso es muy inspirador. ¿Podría compartir toda esa experiencia? Sin duda fue increíble para todos los que participamos. Uno no puede ir a ningún lugar tan remoto como el espacio y olvidarse de su vida espiritual. Es la fe lo que me ayudó a tener éxito en la Tierra y esta es la misma fe con la que contaba para ayudarme a tener éxito en el espacio. En mi primer vuelo en 1994, a bordo del transbordador Endeavour, había otros dos astronautas católicos. Cuando nos reunimos para prepararnos para la misión de 11 días, hablamos de lo maravilloso que sería llevar la Eucaristía con nosotros al espacio. Entonces, debido a que Kevin Chilton, nuestro piloto en el vuelo, era un ministro extraordinario de la Sagrada Comunión, pudimos recibir el permiso de nuestro pastor para traer el Santísimo Sacramento con nosotros. Cada momento del vuelo de once días estaba muy programado, pero nuestro comandante católico, Sid Gutiérrez, pudo encontrar un lugar unos siete días después, cuando nos sentíamos cómodos con cómo iba la misión, para un servicio de Comunión de diez minutos. Entonces, ese domingo, nuestro segundo domingo en el espacio, hicimos una pausa de todos los asuntos de la misión para pasar diez minutos a solas en la cabina con el Dios que había hecho todo esto posible, y compartir la Sagrada Comunión con Él. De hecho, fue un reconocimiento de que nunca podríamos haber llegado a ese punto sin Su presencia entre nosotros. Fue realmente satisfactorio traer nuestra vida de fe al espacio y saber que Él estaba allí, físicamente, con nosotros. ¿Alguna vez te ha resultado difícil unir la Ciencia y la Fe? ¿Podría profundizar en la relación entre la ciencia y la fe? A lo largo de mi carrera profesional, he conocido a muchos científicos que son espirituales, y tienen sus propias prácticas de fe. Aquí mismo, en el norte de Virginia, he conocido a varios científicos e ingenieros católicos en mi propia iglesia que comparten una fe fuerte. Ellos creen en la Creación de Dios, y en la inspiración bíblica de cómo entendemos el universo. Creo que la mayoría de las personas tienen algunos elementos espirituales en sus vidas. He conocido astronautas que no son formalmente religiosos, pero todos se sintieron conmovidos por la experiencia espiritual de los viajes espaciales. Así que he descubierto que la mayoría de las personas están abiertas a lo que el universo y el mundo natural que nos rodea revelan en términos de cómo entendemos la Creación. Los científicos son tan curiosos, como todos los humanos, sobre la naturaleza del universo y lo que podemos aprender sobre él. Para mí, esta es una señal de que la ciencia y la espiritualidad van de la mano. Nuestra curiosidad e interés en la naturaleza y cómo funciona, cómo se arma el universo y cómo fue creado, esa curiosidad nos fue dada porque estamos hechos a semejanza de Dios. Eso es parte de Su personalidad impartida a nosotros. Así que creo que esta búsqueda de la verdad sobre el mundo natural es parte de nuestra naturaleza innata como seres humanos. Creo que la búsqueda del conocimiento es algo que le da a Dios mucho placer: ver a las criaturas que Él ha hecho buscando los secretos de cómo ha unido el universo. Eso sí, Él no está tratando de mantenerlo en secreto. Solo quiere que se revele a través de nuestros propios esfuerzos, ingenio y curiosidad. Entonces, para mí, no hay mucho conflicto entre la Ciencia y la Naturaleza y la Espiritualidad. Creo que las personas que intentan separarlos están tratando de dividir la naturaleza humana en una mitad racional y una mitad espiritual. Por supuesto, eso no se puede hacer. Una persona es un ser humano cuya naturaleza no se puede separar. En tus misiones espaciales estabas cumpliendo, en muchos sentidos, el epítome del logro humano. Hacer algo realmente grande, y sin embargo encontrar algo mucho mayor en magnitud: la gloria y la majestuosidad de la creación de Dios... ¿Cómo fue haber logrado tanto, sin dejar de reconocer tu propia pequeñez en comparación con Dios? Para mí todo cristalizó en mi última misión. Estaba ayudando a construir la estación espacial, haciendo tres caminatas espaciales para instalar un laboratorio de ciencias llamado Destiny. Cerca del final de mi última caminata espacial, estaba en la parte delantera de la estación espacial. Como estaba adelantado a nuestro horario de trabajo, el Control de Misión de la NASA me permitió pasar el rato durante unos cinco minutos por ahí. Al aferrarme al frente de la estación espacial con la punta de los dedos, pude girar para poder ver la inmensidad del espacio que me rodeaba. Miré hacia la Tierra, 220 millas directamente más allá de mis botas hasta el azul profundo del Océano Pacífico. Estaba flotando allí mirando hacia el horizonte, a mil millas de distancia, y luego el cielo infinito y negro sobre mi cabeza. A unos 100 pies sobre mí, la estación espacial brillaba como el oro con la luz del sol reflejada por sus paneles solares, mientras caíamos silenciosamente alrededor del mundo juntos. Esta increíble vista era tan increíblemente hermosa que me trajo lágrimas a los ojos. Me sentí abrumado por este sentimiento: 'Aquí estoy, un astronauta altamente entrenado en esta estación espacial, navegando alrededor de la Tierra, sin embargo, soy solo un ser humano insignificante en comparación con este vasto cosmos que existe'. Dios bajó un poco la cortina por mí, dejándome ver esa magnífica inmensidad de una manera personal. Sentí: "Sí, eres muy especial porque estás viendo este punto de vista", pero me recordó lo insignificantes que somos todos en el vasto universo que Dios ha creado. Sentirse importante y ser humillado al mismo tiempo fue un regalo de Dios. Literalmente me trajo lágrimas a los ojos mientras agradecía al Señor, emocionado de compartir este punto de vista con Él. Muy pocos humanos tienen la experiencia y el privilegio de ver la Tierra desde esa perspectiva, y todo fue gracias a Él. Hay mucha confusión en el mundo en este momento ... mucha oscuridad y sufrimiento; pero cuando miras el mundo, ya sea desde ese punto de vista único que tenías en el Espacio, o ahora en tu estado actual de vida, ¿qué te está dando esperanza? Creo que lo que me inspira es que Dios nos ha dado mentes muy curiosas. Tenemos esta curiosidad innata y eso nos ha convertido en solucionadores de problemas y exploradores. Entonces, incluso con todos los desafíos que nos acosan hoy, ya sea una pandemia, o la amenaza de guerra, o alimentar a siete mil millones de personas en todo el mundo, tenemos las habilidades que se nos han dado y estamos llamados a darles un buen uso para resolver estos problemas. Hay un vasto universo ahí fuera, lleno de recursos. Nos desafía, pero si miramos más allá de nuestro mundo natal hacia el sistema solar y el universo, hay muchas cosas de las que podemos hacer uso. Vastos recursos materiales en la Luna y asteroides cercanos pueden complementar los que encontramos en la tierra. Hay un suministro colosal de energía solar que podría cosecharse del espacio y transmitirse al mundo para ayudar a suministrar a todos la energía y la electricidad que necesitan para tener éxito. Tenemos la capacidad de protegernos de los asteroides destructivos que a menudo han golpeado la Tierra, y debido a que tenemos habilidades espaciales y las mentes para desarrollar una forma de defender nuestro planeta, podemos prevenir estos desastres naturales más terribles. Por lo tanto, no tenemos que seguir el camino de los dinosaurios si usamos las habilidades que hemos adquirido y nos ponemos a la tarea. Vivimos en un mundo que nos anima a utilizar nuestra curiosidad e inteligencia para resolver estos problemas. Así que soy muy optimista de que al aplicar nuestras habilidades y la tecnología que desarrollamos, podemos adelantarnos a todos estos desafíos. Miren la vacuna que desarrollamos este año para combatir el virus. Esa es una marca de lo que podemos hacer cuando ponemos nuestras mentes en algo, ya sea poner a un hombre en la Luna o enviar a la primera mujer a Marte. Creo que también estamos en buena forma para el futuro. El artículo se basa en la entrevista especial dada por el Dr. Thomas D. Jones para el programa Shalom World "Gloria a Dios". Para ver el episodio visite: shalomworld.org/episode/an-astronauts-faith-dr-thomas-d-jones
By: Dr. Thomas D Jones
MoreLa conclusión evangélica es la exclamación: "Jesucristo ha resucitado de entre los muertos". Estrechamente vinculado a esa declaración está la convicción de que Jesús es quien dijo ser, que las propias afirmaciones de Jesús de actuar y hablar en la misma persona de Dios están justificadas. Y desde la divinidad de Jesús viene el humanismo radical del cristianismo. Es este tercer principio evangélico que quisiera explorar, aunque brevemente, en este artículo. Los padres de la Iglesia resumieron consistentemente el significado de la Encarnación usando la fórmula "Dios se hizo humano, para que los humanos se convirtieran en Dios". La entrada de Dios en nuestra humanidad, incluso hasta el punto de la unión personal, equivale, y vieron, a la mayor afirmación y elevación posible del ser humano. San Ireneo, el gran teólogo del siglo II, podría expresar la esencia del cristianismo con el adagio conciso "la gloria de Dios es un ser humano plenamente vivo". Ahora me doy cuenta de que gran parte de esto es contraintuitivo. Para muchos, el cristianismo católico es antihumanista, un sistema caracterizado por una serie de leyes que controlan la autoexpresión, especialmente en el ámbito de la sexualidad. De acuerdo con la narración moderna estándar de la historia, el progreso humano equivale a un aumento de la libertad personal, y el enemigo de este progreso (si se permite que surja el sub-texto más oscuro de la narrativa) es el cristianismo quisquilloso y moralizador. ¿Cómo hemos pasamos del exuberante humanismo cristiano de San Ireneo a la sospecha moderna del cristianismo como principal oponente del progreso humano? Mucho depende de cómo construimos la libertad. La visión de la libertad que ha dado forma a nuestra cultura es lo que podríamos llamar la libertad de indiferencia. En esta lectura, la libertad es la capacidad de decir "sí" o "no" simplemente sobre la base de sus propias inclinaciones y de acuerdo con su propia decisión. Aquí, la elección personal es primordial. Podemos ver claramente este privilegio de elección en los ámbitos económicos, políticos y culturales contemporáneos. Pero hay una comprensión más clásica de la libertad, que podría caracterizarse como libertad para la excelencia. En esta lectura, la libertad es la disciplina del deseo para hacer posible el logro del bien, primero posible, y luego sin esfuerzo. Por lo tanto, me vuelvo cada vez más libre en mi uso del idioma inglés cuanto más mi mente y mi voluntad se formen en las reglas y la tradición del inglés. Si estoy completamente moldeado por el mundo del inglés, me convierto en un usuario completamente libre del idioma, capaz de decir lo que quiero, lo que sea que tenga que decirse. De manera similar, me vuelvo más libre en jugar al baloncesto cuanto más se colocan los movimientos del juego, a través del ejercicio y la disciplina, en mi cuerpo. Si estuviera completamente formado por el mundo del baloncesto, podría superar a Michael Jordan, porque sería capaz de hacer, sin esfuerzo, lo que el juego me exigiera. Para la libertad de indiferencia, las reglas objetivas, los órdenes y las disciplinas son problemáticos, ya que se sienten, necesariamente, como limitaciones. Pero para el segundo tipo de libertad, tales leyes son liberadoras, porque hacen posible el logro de un gran bien. San Pablo dijo: "Yo soy el esclavo de Cristo Jesús" y "es por la libertad que Cristo os ha liberado". Para un defensor de la libertad de indiferencia, la comparación de esas dos afirmaciones no tiene sentido. Ser esclavo de cualquiera es, necesariamente, no ser libre de elegir. Pero para el devoto de la libertad para la excelencia, las declaraciones de Pablo son completamente coherentes. Cuanto más me rindo a Cristo Jesús, quien el mayor bien posible, la encarnación de Dios, con más libertad soy quien se supone que soy. Cuanto más Cristo se convierte en el maestro de mi vida, más interiorizo sus demandas morales, más libre soy para ser hijo de Dios, para responder rápidamente al llamado del Padre. Por último, los seres humanos no tienen hambre de elegir; tienen hambre de elegir lo bueno. No quieren la libertad del libertino; quieren la libertad del santo. Y es precisamente esta última libertad la que ofrece la evangelización, porque ofrece a Cristo. Por extraño que sea, uno de los evangelistas más grandes del Nuevo Testamento es Poncio Pilato. Presentando a Jesús azotado a la multitud, dice: "Aquí tienen a su hombre". En la deliciosa ironía del Evangelio de Juan, Pilato llama involuntariamente la atención sobre el hecho de que Jesús, completamente sometido a la voluntad de su Padre, incluso hasta el punto de aceptar la tortura y la muerte, es en realidad "el hombre", la humanidad en su máximo estado y maxima libertad.” El evangelista de hoy hace lo mismo. El sostiene a Cristo, la libertad humana y la verdad divina en perfecta armonía, y dice: "Contemplad a la humanidad; contemplad lo mejor que pueda ser".
By: Obispo Robert Barron
MoreP – Me entristece el corazón ver tanta división en el mundo. Ya sea que se trate de divisiones entre razas, animosidad política e incluso divisiones dentro de la Iglesia, parece que no hay nada más que odio, división e ira en nuestra cultura de hoy. Como católico, ¿Que puedo hacer para traer sanidad a nuestro mundo que está tan dividido? R – Desde Caín y Abel, la división y el odio han sido una herramienta primordial del maligno. Hoy, a través de las redes sociales y con los temas que la gente siente fuertemente, creo que estamos experimentando un tiempo sin precedentes de animosidad dentro de nuestro mundo. ¡Pero nuestra Fe Católica puede mostrarnos un mejor camino! Primero, debemos recordar la verdad fundamental de que todo ser humano está hecho a imagen de Dios, esto incluye a nuestros enemigos. Como dijo una vez la Madre Teresa, "hemos olvidado que nos pertenecemos unos a otros". La persona de una raza diferente o persuasión política, esa persona con la que estamos discutiendo en Facebook o que está de pie en el lado opuesto de la fila, es un hijo amado de Dios por quien Jesús murió. Es fácil para nosotros etiquetar a las personas y despedirlas, decimos, “Oh, es tan ignorante por creer en X” o “es tan malvado por respaldar a tal candidato”, pero esto desestima su gran dignidad. Nuestros oponentes tienen el potencial de convertirse en santos, y son receptores de la misericordia y el amor de Dios, al igual que nosotros. Uno de los grandes errores del mundo moderno es decir que para amar a alguien, siempre debemos estar de acuerdo con ellos. ¡Esto es absolutamente falso! Podemos amar a personas que tienen convicciones políticas, orientaciones sexuales y puntos de vista teológicos diferentes. De hecho, debemos amarlos. Es mucho más importante ganar un alma para Cristo que ganar un argumento, y la única manera de ganar un alma es a través del amor. Como dijo una vez el Papa San Juan Pablo II, "la única respuesta apropiada para un ser humano es el amor". El amor a nuestros oponentes toma muchas formas. Tratamos de hacer obras concretas de misericordia para ellos, así que si los vemos sedientos porque están protestando en un caluroso día de verano, les ofrecemos agua, incluso si no estamos de acuerdo con su mensaje. Nos aseguramos de que nuestro diálogo con ellos sea respetuoso y se adhiera a los problemas, en lugar de implicarse en una sesión de insulto (especialmente cuando les respondemos en internet). Oramos por ellos, por su conversión, por una sanación más profunda, por su santificación y por bendiciones materiales. Realmente tratamos de entender su posición, en lugar de simplemente descartarla. Incluso las personas que tienen creencias erróneas tienen algo en común con nosotros: busquen eso que tienen en común, afirmenlo y construyan sobre él para conducirlos a la verdad. Y a veces ese amor se puede mostrar mejor ofreciéndoles la verdad de Cristo de una manera amorosa. Además, deberíamos ser lo suficientemente humildes como para reconocer que a veces somos los que estamos equivocados y necesitamos que nos enseñen las ideas y la experiencia de los demás. Por último, creo que es importante evitar sitios web y artículos de noticias que son intencionalmente inflamatorios. Muchos medios de comunicación y sitios de redes sociales se ganan la vida provocando indignación e ira. ¡Pero Dios desea que los cristianos se llenen de paz y amor! Así que evite esos sitios web, artículos o autores que simplemente tratan de suscitar controversia por el bien de las calificaciones o los clics en el sitio web. San Pablo, en Romanos 12, nos da una buena amonestación: "No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos, hasta donde dependa de ustedes, hagan cuanto puedan por vivir en paz con todos. Y también: Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber. Así harás que le arda la cara de vergüenza.” No te dejes vencer por el mal. Al contrario, vence el mal con el bien. Solo la verdadera caridad cristiana, llevada a cabo con palabras y hechos, sanará las divisiones de nuestra cultura y de nuestro mundo.
By: EL PADRE JOSEPH GILL
MoreP. Esta crisis causada por el virus me ha hecho darme cuenta de cuán corta es la vida, y ahora me estoy empezando a preocupar—me preocupa enfermarme, y tengo miedo a la muerte. ¿Cómo puedo estar en paz cuando no sé si me enfermaré del coronavirus? R.Todos los noticiarios han estado cubriendo la pandemia del coronavirus con regularidad. Es difícil evitar las noticias de esta enfermedad—está literalmente en todas partes. Incluso la Iglesia ha tenido que involucrarse—la nación completa cerró las Misas públicas por varios meses al inicio de este año. ¡Nunca antes había visto una iglesia con desinfectante para manos bendito frente a la fuente de Agua Bendita! Las precauciones son una cosa, pero el pánico es otra. Creo que muchas personas (¡e instituciones!) han caído en este estado de pánico que ni es realista, ni es de ayuda en un tiempo como este. Hay tres cosas que recordar si queremos mantenernos saludables durante este virus: Primero, no tengan miedo. Esta es una de las frases más repetidas en la Biblia. De hecho, se ha dicho que la frase “No tengan miedo” aparece 365 veces en la Biblia—una para cada día del año, porque necesitamos escucharla todos los días. ¿Por qué no deberíamos tener miedo? Porque Dios tiene el control. En nuestra cultura racionalista, basada en la ciencia, tendemos a olvidar esto—creemos que el destino de la raza humana está en nuestras manos. Por el contrario—Dios tiene el control, y su Voluntad siempre prevalece. Si es Su Voluntad que contraigamos esta enfermedad, debemos someter nuestra voluntad a la de Él. Sí, tomar medidas de precaución, pero en nuestro corazón no debemos olvidar que nuestras vidas están en Sus manos. Él es un buen Padre que no abandona a Sus hijos, sino que obra todo para nuestro bien. Sí, “todas las cosas obran bien de aquellos que aman a Dios”—todas las cosas, incluyendo al coronavirus. Segundo, como Cristianos debemos tener en cuenta el hecho de que todos vamos a morir. Dice la Escritura (Romanos 14:8) que “si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor; entonces, si vivimos o morimos, pertenecemos al Señor.” A veces pensamos que podemos evitar la muerte para siempre, pero no podemos. Nuestras vidas no son nuestras para que nos aferremos a ellas – nos las ha dado el Señor en forma de un don, como un préstamo, y tendremos que regresárselas a Jesús de una forma u otra. ¡Qué paz tenemos cuando reconocemos que algún día le regresaremos estos dones al Padre! Como dijo el escritor cristiano John Eldridge, “El hombre más poderoso en la Tierra es aquel que ha hecho las paces con su propia muerte.” En otras palabras, si no le temes a la muerte, entonces eres imparable. De la misma forma, una vez que los cristianos aceptan el hecho de que sus vidas no son suyas, que tendremos que ir ante Dios de una forma u otra, esto nos libera de la necesidad de temerle a la muerte. Nos libera de nuestro apego frenético a la vida, como si esta vida física fuera lo más importante que debemos proteger y preservar. Sí, la vida es un don, y debemos llegar muy lejos para defenderla. Pero el regalo de la vida no es absoluto—debemos regresarle ese don a Dios en algún punto. No importa si es el coronavirus o cáncer, un accidente automovilístico y la vejez, todos debemos morir. Los cristianos debemos mantener nuestra mirada fija en la eternidad, donde la vida nunca termina. Finalmente, debemos recordar nuestro deber hacia los enfermos. Tenemos un deber de no abandonar a los enfermos—incluso si son contagiosos. Como dijo San Carlos Borromeo durante la plaga de 1576, “Estén listos para abandonar esta vida mortal antes que a aquellos que están bajo su cuidado.” Recientemente, celebramos el memorial de Santa Francisca de Roma, quien vivió en la década de 1440, durante un tiempo de gran levantamiento social. Le dedicó su vida a los enfermos. Escucha las palabras de una contemporánea suya: Muchas enfermedades distintas plagaban Roma. Había enfermedades fatales y plagas por todas partes, pero la santa ignoró el riesgo de contagio y demostró las más profundas manifestaciones de bondad hacia los pobres y necesitados. Los buscaba en sus refugios y en los hospitales públicos, y les refrescaba la sed, les estiraba las sábanas, y les vendaba las llagas. Mientras más desagradable y enfermizo era el hedor, con mayor amor y cuidado los trataba. Por treinta años Francisca continuó este servicio hacia los enfermos y los extraños… (“La vida de Santa Francisca en Roma” por Sor María Madgalena Anguillaria). Nosotros también debemos buscar formas de cuidar a las víctimas de esta enfermedad. ¡No abandonemos aquellos a quienes se han infectado! Es nuestro deber cristiano y una de las Obras Corporales de Misericordia. Tomemos precauciones, claro, pero si llegamos a contagiarnos del virus de algún infectado al que estamos sirviendo, es una forma de martirio, de amor en acción. Y finalmente, recordemos que todo esto está en las manos de Dios. Si es Su Voluntad que nos mantengamos sanos, alabémoslo por eso. Si es Su Voluntad que nos enfermemos, entonces debemos sufrir bien por Él. Si es Su Voluntad que muramos por este virus, pongamos nuestras vidas en Sus Manos. Así que sí, tomemos las precauciones, quedémonos en casa si estamos enfermos (¡no estás cometiendo un pecado si no vas a misa porque estás enfermo!), lavémonos las manos frecuentemente e intentemos mantenernos sanos. Y dejémosle el resto a Dios.
By: EL PADRE JOSEPH GILL
MoreA veces lo que comienza como un pasatiempo inofensivo puede hacer que tu vida se convierta en un abismo oscuro. Encontrando mi Destino Durante la mayor parte de mi adolescencia, luché por confiar en Dios y de esta falta de confianza surgió mi decisión de confiarme a mí misma y a mi futuro en las manos de poderes que prometían prosperidad, amor y felicidad. Me di cuenta de las creencias de la Nueva Era y pronto me encontré entrelazada con cartas de tarot, psiquicos, horóscopos y magia. Al principio, interesarme superficialmente en estas cosas me parecía divertido y emocionante. Debido a las prácticas de la Nueva Era, sentí que ya no caminaba ciegamente — claramente vi el camino de mi destino y recibí una guía útil para mi vida. Creí que las cartas y los psíquicos me conocían. Entendían lo que estaba pasando en mi vida personal que no había compartido con nadie, y por esto creí en ellos con toda mi alma. Muy pronto, lo que comenzó como un pasatiempo aparentemente inofensivo se convirtió en una obsesión que me alejó de Dios. Más allá de la Obsesión Consultaba constantemente a mis cartas de tarot, desesperada por encontrar respuestas a los problemas de mi vida. Adoré a falsos ídolos - dioses y diosas - suplicandoles una ayuda que nunca vino. Empecé a buscar hechizos que se suponía me ayudarían a salir de situaciones incómodas o a mejorar mi vida. Afortunadamente solo llegué a "mirar hacia", pero estuve muy cerca de lanzar hechizos. Si no fuera por la culpa que sentí mientras investigaba la brujería, probablemente lo habría hecho. Al ver hacia atrás, creo que fue la gracia de Dios que me mantenía alejada de algo que me habría llevado por un camino aún más oscuro. Mi obsesión impactó mi fe drásticamente. Aunque había crecido católica, ya no me consideraba católica. Sentí que me relacionaba con las creencias de la Nueva Era más que con cualquier otra cosa. Les dije a mis amigos y familiares que no estaba segura si todavía creía en un Dios. Después de todo, si Dios existiera, ¿por qué me sentía tan perdida y sin esperanza? ¿Por qué hizo Dios milagros para los demás, pero no para mí? Nunca me imaginé que regresaría a la fe católica, no después de toda la "verdad" que había aprendido sobre la "iluminación". Pensé que los cristianos eran los ciegos, los que no podían ver la verdad que estaba delante de ellos, mientras yo podía ver más allá de las mentiras y el engaño del mundo. No sabía que yo era la ciega que caminaba sola por la vida. Estaba desesperada por recibir una guía y pensé que las creencias de la Nueva Era me darían algo en qué esperar. Regresa a Mi For weeks, my tarot cards were giving me mixed messages. They no longer made any sense, nor did they apply to what I was asking of them. I felt hopeless, frustrated. My Tarot cards were my only assurance that things would turn out okay, but even they stopped working. It was like everything was spiraling, and I no longer had any control over my life. But that was just it! I was so obsessed with control that when I lost it, I felt weak and vulnerable. Durante semanas, mis cartas de tarot me daban mensajes mixtos. Ya no tenían ningún sentido, ni se aplicaban a lo que les estaba pidiendo. Me sentí frustrada y sin esperanza. Mis cartas del Tarot eran lo único que me aseguraba que las cosas saldrían bien, pero incluso dejaron de funcionar. Era como si todo girara en espiral y yo ya no tenía ningún control sobre mi vida. ¡pero era justamente eso! Estaba tan obsesionada con el control que cuando lo perdí, me sentía débil y vulnerable. Pronto me di cuenta de que Dios quiere que seamos vulnerables para que podamos aprender a entregarle todo el control y poner toda nuestra fe en Él. Al final, fue Jesús quien me salvó y me devolvió a la verdad que había estado buscando durante tanto tiempo. Señor, yo sé que el hombre no es dueño de su vida, que no tiene dominio sobre su destino (Jeremías 10:23). Empecé a oír a Dios susurrando en mi corazón y decirme que era hora de que confiara en él. Le abrí la puerta al Señor, y él no dudó en entrar. Después de años de lanzar un llanto a nadie en particular, recibí una inspiración de Dios. Dios me condujo a la naturaleza donde me sentí más en paz y me abrazó con sus brazos de amor. Mire el cielo y Dios me habló a mí, escondido en las nubes durante esa tarde profética. "Vuelve a mí", dijo, y yo sentí mucho más amor de lo que jamás había sentido en mi vida. "Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. En todos tus caminos, reconocerlo, y él hará tus caminos rectos" (Proverbios 3:5-6). Solo me tomó un día dejar que la luz del Espíritu Santo llenara esos espacios de mi vida que había dejado en la oscuridad durante varios años. ¡Esta es la belleza de los poderes sanadores de Dios para iluminar incluso a las almas más oscuras! Sin embargo, sabía que tenía que mostrarle al Señor que realmente quería experimentar su gracia. Esa noche, en mi habitación, le derramé todo a Dios. Le dije que lamentaba haber estado tan lejos y me arrepentí de todos los pecados que había cometido. Le dije a Dios que de ahora en adelante le confiaría toda mi vida. Puse mi destino en las manos de Dios y renuncié a las creencias de la Nueva Era. Caí en los brazos de un Dios que me amaba como Su hija. Una vez que sentí el consuelo de descansar en los brazos misericordiosos de Dios, comencé a ver la fe católica como algo en lo que podía confiar con todo mi corazón, y ya no sentí la necesidad de dirigir mi propio destino. Ya no me obsesiono con las respuestas; ahora confío en el plan del Señor para mí. "Sométanse, pues, a Dios. Resiste al diablo, y él huirá de ti" (Santiago 4:7).
By: Ashley Fernandes
MoreCon demasiada frecuencia estamos dispuestos a anotar nuestras resoluciones; pero no las mantenemos. ¿Qué tal si hacemos un cambio esta vez? A la Deriva sin Rumbo Fijo En esta época del año, la sensación de que mi vida estaba a la deriva era algo que se daba anualmente. El final de un año y el comienzo de otro, inevitablemente me llevaba a contemplar los cambios que quería hacer en mi vida y dentro de mí misma. Sin embargo, unas semanas después del año, las resoluciones de año Nuevo tenían menos importancia. La energía que estas intenciones me dieron del 31 de diciembre y hasta enero inevitablemente comenzó a disminuir. Siempre quise seguir adelante en la búsqueda de la santidad y mejorarme a mí misma, pero muy a menudo me quedé atorada. Aunque las buenas intenciones aún estaban presentes, saber cómo llevarlas a cabo y apegarme a ellas, a menudo me eludía. Hablando figurativamente, me sentía como si estuviera inmóvil o a la deriva sin rumbo fijo. Conociendo mi amor por las palabras, Dios tiene una manera de hablar el lenguaje de mi corazón. Una noche hace unos años, cuando la rutina anual de año Nuevo pesaba en mi corazón, un poema parecía fluir de mi corazón como una respuesta a mi oración. Yo, Yo misma y Yo sola Había un barco que se quedó en medio del mar profundo, las únicas almas a bordo eran Yo, Yo misma y Yo sola Nos sentamos y vimos cada puesta de sol con silencio, sin un sonido. pensé que había un susurro Y me levanté para mirar alrededor. Una presencia llenó el aire esa noche. que nadie podía ver. su mensaje estaba dirigido a Yo, Yo misma y Yo sola Mi voz se rompió en la noche Me dije a mí misma “¿Cómo podemos estar sentados aquí? ¡hemos perdido nuestro destino!” Me dije a mí misma que tomara el timón Y fíjara un rumbo. Me apoderé del timón del capitán para guiarnos a través del mar. El barco no hizo ningún movimiento. Me quedé sentada en medio del mar. Teníamos la voluntad de hacer su movimiento, pero no pudimos…. ni yo misma, ni yo. Se escuchó un susurro una vez más, y me dijo estas palabras “llama al viento y pide ayuda, ¡su poder te puede liberar!” Yo, yo sola me tomé de la mano conmigo misma Nos inclinamos sobre rodilla doblada. Le pedimos al Espíritu en el viento "¡Ayúdanos a movernos a través del mar!" Sentimos un cambio, una moción, Nuestro curso, ¿cuál sería?. El Barco giró dentro del viento, Para deslizarse sin esfuerzo No sabíamos la dirección ni lo áspero que sería el mar. tuvimos que confiar en el Espíritu para guiarnos, a mi, yo misma y yo sola A Solo Una Llamada El primer borrador de este poema fluyó de mi pluma tan rápidamente;No podía escribir lo suficientemente rápido como para seguir el ritmo del mensaje que Dios quería que contemplara. Ves, por una gran parte de mi vida yo consideraba a Dios como mi propio y maravilloso plan de seguro. Las decisiones relativas a mi vida eran mías y si algo no salía bien, le pediría que me sacara de un aprieto. Lo llamaría como si fuera un agente de seguros. Siempre supe que estaba allí, pero no me parecía correcto abrumarlo con las decisiones cotidianas mundanas. Era como: Me alegro de que mi agente de seguros está a solo una llamada de distancia, pero no necesito que conduzca conmigo en mi coche todos los días. ¡El mundo me dijo que yo era la capitana de mi propio barco! Creía que yo era la capitana de mi propio barco, pero con cada año que pasaba me di cuenta de que no poseía mi propia brújula. ¡Qué tontería! Además, ni siquiera sabía navegar. ¡No sabía ni lo básico de la navegación o cómo establecer un rumbo a través de las aguas! Fue este tipo de pensamiento equivocado lo que me dejó atrapada o a la deriva durante los primeros meses de cada año nuevo. Dios nunca fue mi plan de seguro. Él conoce el plan para mi vida mejor que yo. ¡Él era y es el plan! Un Nuevo Giro Era importante reconocer la necesidad de mejorar mi vida y desear la santidad, pero no podía hacerlo por mi propia cuenta o por mi propia fuerza. Cuando contemplé las palabras que se desbordaron en el poema, sentí que Dios llamaba a mi corazón para asegurarme que Él estaba allí, esperando que le pidiera que dirigiera mi vida. Quería darme el plan y los medios para hacerlo. Dios nos dice en Proverbios 3:5-8: “Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión.” Como cada resolución fue hecha y olvidada, tomó mucho tiempo para que me diera cuenta de que debía preguntarle a Dios cuál era su plan para mí en el año nuevo. Cuando empecé a alinear mi voluntad con su voluntad, quedó claro que no carecía de fuerza de voluntad. Qué tonta había sido. Cuando alineé mi voluntad con la suya, recibí Su poder a través de mí. San Pablo nos dice en Filipenses 4:13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Mis resoluciones de Año Nuevo tienen un nuevo giro en ellos en estos días. En la oración contemplativa le pido a Dios que revele, a Su tiempo, su plan de Año Nuevo para mí. Con humildad, le pido al Espíritu Santo que me guíe y haga que las cosas sucedan de acuerdo con el santo plan de Dios. Pido el don de la fe, para que incluso en las aguas oscuras reconozca su presencia, confíe en que él me está guiando y acepte su Santa voluntad para mi vida. Jeremias 29:11 dice, “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”. ¿no es eso encantador? Para nosotros que tenemos el beneficio de la edad y la experiencia, está claro que hay estaciones y tiempos para todo en la vida. Este puede ser el momento para dejar de desviarse y este puede ser el momento para alinear tus resoluciones de año nuevo con la Santa voluntad de Dios para tu vida. Que Dios Todopoderoso te bendiga y te hable en el lenguaje de tu corazón.
By: Teresa Ann Weider
MoreLea la extraordinaria historia de Cintia, quien fue milagrosamente salvada de las garras del suicidio Labios Gozosos Crecí en una familia de clase media en Brasil. Mi padre era un cirujano pediatra quien le enseñó a los estudiantes antes de convertirse en gerente de salud. Y mi madre es enfermera, así que había bastante dinero para las cosas materiales, buenas escuelas, una casa hermosa, comida deliciosa. Como ese era el segundo matrimonio de mi padre y tenía dos familias que mantener, él trabajaba mucho y mi madre también. En veces yo no la veía en casa por dos o tres días, debido a los horarios en los que trabajaba. Teníamos a alguien que trabajaba en la casa para ocuparse de nosotros y de las tareas domésticas, pero yo de verdad extrañaba a mis padres. Cuando yo tenía 16 años de edad, mi padre traiciono a mi madre con otra mujer y ellos se separaron. Me sentí aún más abandonada y la frustración se hizo sentir dentro de mí, ya que me sentía tan impotente e indefensa. Aunque teníamos todas las cosas materiales, no éramos felices. Aunque mis hermanos y yo habíamos sido bautizados, no habíamos ido a clases de catecismo. Íbamos a Misa dominical ocasionalmente, pero nos parecía aburrida porque no entendíamos lo que ocurría. Creíamos en Dios, pero no teníamos una relación con Él. Nos faltaban la oración regular y el entendimiento de la fe Católica. Mi amiga y yo estábamos lamentando la falta de buenos amigos y sentíamos la necesidad de construir algo mejor en nuestras vidas. Entonces, el amigo de mi hermano dijo, “yo se donde puedes conocer a muchos jóvenes que podrían ser buenos amigos porque siguen a Dios. Son de la Iglesia Católica. Tal vez podrías ir a Misa o a un retiro allí.” A mi amiga y a mi nos gustó la idea, así que fuimos. Fue algo muy diferente a lo que había experimentado: muchos jóvenes estaban cantando y alabando a Dios con música hermosa. Entonces escuché a un joven decir muchas cosas a las que me podía relacionar. Todas las cosas que había guardado dentro, el vacío, la tristeza y la sed por Dios que yo no había entendido. No me había dado cuenta de que era Dios a quien yo realmente buscaba. Cuando asistí a un retiro de cuatro días, fue la primera vez que realmente experimenté a Dios. Pasé cuatro días llorando mucho mientras escuchaba muchos elementos básicos de la fe explicados por primera vez. Por primera vez sentí la presencia de Dios, así que empecé a leer mucho la Biblia y a orar todos los días sola en mi habitación. Un Terreno Dificil Mis padre siempre había puesto énfasis en la importancia de tener una buena profesión para que pudiera obtener un buen trabajo, tener dinero y ser independiente. Lo tomé muy seriamente, pero también me sentía vacía, siempre en busca de algo. Yo no sabía que Dios nos podía ayudar de esa manera. Porque me sentía muy frustrada por la situación de mi familia, cuando un muchacho de la escuela me invitó a ser su novia, me lanze a la oportunidad para salir de mi casa. Porque nadie me había enseñado el camino de Dios y no tenía a nadie que me guiara, pronto me encontré sumergida en una relación muy difícil. Comenzamos a hacer muchas cosas que no eran buenas. El comenzó a controlar todo en mi vida. Al principio él iba conmigo a la iglesia pero lo usaba para manipular mis pensamientos. Utilizaba palabras que escuchaba en la iglesia o en la Biblia para que yo me sometiera a él e hiciera todo lo que él quería. Me faltaba tanto la formación que no me daba cuenta de lo equivocado que él estaba, y comenzó a alejarme de la Iglesia. Lo perdí todo por confiar en él. Me alejó de mi familia y amigos e incluso interrumpió mis estudios universitarios. Después de cuatro años de relación, yo estaba muy mal, me sentía aplastada por la presión. Finalmente, comencé a orar cuando estaba sola. Le dije a Jesús: “hace tres años, yo sentía verdadero amor de parte tuya, pero ahora estoy tan triste. ¿Qué ha pasado?”. Le rogué a Dios que me ayudara con las muchas cosas que me estaban preocupando. Le entregué todo a Jesús otra vez y le prometí que viviría a su manera, no a mi manera. Quería ser libre y confiar en que si Dios murió por mí, me salvaría. No tenía la fuerza para romper esa relación, pero mi novio obtuvo un trabajo en otra ciudad a unas doce horas de distancia. Finalmente, pude romper la relación y él estaba demasiado lejos para venir tras de mí. Fue como un milagro, porque no había sido capaz de hacer eso durante mucho tiempo. Inclinada al Borde Sin embargo, todavía tenía mucho dolor dentro de mi por todo lo que había pasado. Un día, todo me pareció demasiado. No podía soportar más esta angustia. Pensamientos suicidas me torturaron y un día cedí. Fui a la ventana y me preparé para saltar y suicidarme. Quería quitarme la vida, pero afortunadamente, no tuve el valor de saltar. Me incliné más y fui dejando que mi peso me llevara por el borde. De repente, sentí una gran mano en mi pecho empujándome hacia atrás. Me caí hacia atrás y empecé a llorar porque no entendía por qué me sentía así. Dios me había dado una segunda oportunidad. Él me salvó y yo no entendía por qué. Grité, “¿Qué quieres de mí?” Entonces sentí que Él decía, "Enciende la televisión". Cuando encendí la televisión, vi a un sacerdote hablando de por qué no deberíamos renunciar a la vida. Las lágrimas se derramaron en mis ojos mientras sus palabras penetraban profundamente en mi corazón. Escuché atentamente durante una hora mientras él predicaba ardientemente sobre el don de nuestras vidas. Una y otra vez enfatizó: "Tu vida es importante". Finalmente entendí por qué Jesús me salvó y que yo necesitaba ayuda porque no podía hacer nada sola. Mi madre notó mis lágrimas y me preguntó si necesitaba ayuda. Finalmente lo admití. Cuando comencé la terapia, pude volver a mis estudios. Al mismo tiempo, entendí que necesitaba volver a la Iglesia. Necesitaba desesperadamente a Jesús. Debido a que me salvó la vida y me dio una segunda oportunidad, le prometí que confiaría en Él y aprendería a hacer lo que Él quisiera. En el 2009, pasé un año en la comunidad de Palavra Viva en su escuela de evangelización. Dentro de unos meses, Dios reveló mi vocación. Me habló en lo profundo del corazón y me pidió que fuera una mujer consagrada. Me sentía confundida porque esperaba casarme, ya que amo a los niños. Empecé a discernir si este llamado a la vida consagrada era real. Finalmente tuve gente que me podía ayudar y guiar mi discernimiento vocacional. Cuando entendí que mi llamado era a la vida consagrada y que esa era la voluntad de Dios, dije “esta bien, lo haré”, aunque no lo entendía por completo. En 2011 profesé mis primeros votos de pobreza, castidad y obediencia. En 2017 tomé mis votos perpetuos y vine a Tasmania donde hoy vivo mi vocación. Soy sólo un ser humano limitado con muchos, muchos pecados, pero si confío en él todo estará bien.
By: Cintia Ramos Sozinho Amorim
MoreSi no hubiera pasado por esa oscuridad, no estaría donde estoy ahora. Mis padres realmente querían tener una familia, pero mi mamá no pudo quedar embarazada hasta los 40 años. Yo era su bebé milagro, nacida en su cumpleaños, exactamente un año después de que completara una novena especial para pedir un hijo. Y al año siguiente, me regalaron un hermanito. Mi familia era católica nominal; íbamos a la misa del domingo y recibíamos los sacramentos, pero no había nada más. Cuando tenía alrededor de 11 o 12 años, mis padres se alejaron de la Iglesia y mi vida de fe hizo una pausa increíblemente larga. Una agonía insoportable La adolescencia estuvo llena de presión, mucha de la cual me puse yo misma. Me comparaba con otras chicas; no estaba contenta con mi apariencia. Era muy tímida y ansiosa. Aunque sobresalía académicamente, la escuela se me hacía difícil porque era muy ambiciosa. Quería salir adelante, demostrarle a la gente que podía ser exitosa e inteligente. No teníamos mucho dinero como familia, así que pensé que estudiar bien y conseguir un buen trabajo lo resolvería todo. Al contrario, me puse cada vez más triste. Iba a eventos deportivos y celebraciones, pero al día siguiente me despertaba sintiéndome vacía. Tenía algunos buenos amigos, pero ellos también tenían sus propias luchas. Recuerdo intentar apoyarlos y terminar cuestionándome el porqué de todo el sufrimiento a mi alrededor. Estaba perdida, y esta tristeza me hacía encerrarme y hacerme chiquita en mí misma. A los 15 años, caí en el hábito de autolesionarme; como me di cuenta más tarde, a esa edad no tenía la madurez ni la capacidad de hablar sobre lo que sentía. A medida que la presión se intensificaba, varias veces cedí a pensamientos suicidas. Durante una hospitalización, uno de los médicos me vio en tanta agonía que me dijo: "¿Crees en Dios? ¿Crees en algo después de la muerte?" Me pareció la pregunta más extraña; pero esa noche, recuerdo haber reflexionado sobre ella. Fue entonces cuando clamé a Dios por ayuda: "Dios, si existes, por favor ayúdame. Quiero vivir, me gustaría pasar mi vida haciendo el bien, pero ni siquiera soy capaz de amarme a mí misma. Todo lo que hago termina en agotamiento si no tengo un sentido para todo esto." Una mano amiga Comencé a hablar con la Virgen María, con la esperanza de que tal vez ella pudiera entenderme y ayudarme. Poco después, una amiga de mi madre me invitó a ir a una peregrinación a Medjugorje. Realmente no quería ir, pero acepté la invitación más por la curiosidad de conocer un nuevo país y un clima agradable. Rodeada de gente que rezaba el Rosario, ayunaba, subía montañas e iba a misa; me sentía fuera de lugar, pero a la vez un poco intrigada. Era la época del Festival Católico Juvenil, y había alrededor de 60,000 jóvenes allí, asistiendo a misa y a la adoración, rezando el Rosario todos los días; no porque los obligaran, sino con alegría, por puro deseo. Me preguntaba si estas personas tenían familias perfectas que les hacían realmente fácil creer, aplaudir, bailar y todo eso. La verdad es que dentro de mí, ¡anhelaba esa alegría! Mientras estábamos en la peregrinación, escuchamos los testimonios de muchachas y muchachos en una Comunidad cercana llamada “Cenacolo”, y eso realmente cambió las cosas para mí. En 1983, una monja italiana fundó la Comunidad “Cenacolo” para ayudar a los jóvenes cuyas vidas habían tomado un mal camino. Ahora, la organización se puede encontrar en muchos países del mundo. Escuché la historia de una chica de Escocia que tenía problemas de drogas; ella también había intentado quitarse la vida. Pensé para mí misma: "Si ella puede vivir tan felizmente, si puede salir de todo ese dolor y sufrimiento y creer genuinamente en Dios, tal vez haya algo en eso para mí también." Otra gran gracia que recibí cuando estuve en Medjugorje fue que me confesé por primera vez en muchos años. No sabía qué esperar, pero ir a confesarme y finalmente decirle en voz alta a Dios todas las cosas que me habían lastimado, todo lo que había hecho para lastimar a los demás y a mí misma, fue un enorme peso quitado de mis hombros. Sentí paz y me sentí lo suficientemente limpia como para comenzar de nuevo. Regresé conmovida y comencé la universidad en Irlanda, pero lamentablemente no tuve el apoyo adecuado, y terminé nuevamente en el hospital. Encontrando el camino Al darme cuenta de que necesitaba ayuda, regresé a Italia y me uní a la Comunidad Cenacolo. No fue fácil. Todo era nuevo: el idioma, las oraciones, las personalidades diferentes, las culturas. Pero había algo auténtico en ese lugar. Nadie trataba de convencerme de nada; todos vivían su fe a través de la oración, el trabajo y la amistad verdadera, y eso los sanaba. Vivían en paz y con alegría, y era real, no algo fingido. Yo los veía todo el día, todos los días, y eso era lo que yo quería. Lo que realmente me ayudó en esos días fue la Adoración al Santísimo Sacramento. No sé cuántas veces lloré frente a la Eucaristía. No tenía a un terapeuta hablándome ni nadie me daba medicamentos, pero sentía como si me estuvieran limpiando. En la comunidad no había nada particularmente especial, excepto la presencia de Dios. Otra cosa que me ayudó mucho a salir de la depresión fue el comenzar a servir a los demás. Mientras más me enfocaba en mí misma, en mis propias heridas y problemas, más me hundía. La vida comunitaria me obligó a salir de mí misma, mirar a los demás y tratar de darles esperanza, la esperanza que estaba encontrando en Cristo. Me ayudó mucho cuando otras jóvenes llegaban a la comunidad, chicas con problemas similares a los míos o incluso peores. Las cuidaba, trataba de ser una hermana mayor e incluso a veces una madre para ellas. Empecé a pensar en lo que mi madre habría pasado conmigo cuando me autolesionaba o estaba triste. A menudo hay una sensación de impotencia; pero con la fe, aun cuando no puedes ayudar a alguien con tus palabras, puedes hacerlo de rodillas. He visto el cambio en tantas chicas y en mi propia vida gracias a la oración. No es algo místico ni algo que pueda explicar teológicamente, pero la fidelidad al rosario, la oración y los sacramentos ha cambiado mi vida y la de muchas otras personas, y nos ha dado nuevas ganas de vivir. Compartiendo mi alegría Regresé a Irlanda para estudiar enfermería; de hecho, más que una carrera, sentía profundamente que era así como quería vivir mi vida. Ahora vivo con jóvenes, algunos de los cuales están pasando por lo mismo que yo a su edad: luchando contra la autolesión, la depresión, la ansiedad, el abuso de sustancias o la impureza. Siento que es importante contarles lo que Dios hizo en mi vida, así que a veces durante la comida les digo que realmente no podría hacer este trabajo, ver todo el sufrimiento y el dolor, si no creyera que hay algo más en la vida que solo la muerte después de una enfermedad. La gente a menudo me dice: " tu nombre es Joy (Alegría), te queda perfecto; ¡eres tan feliz y sonriente!". Me río por dentro y pienso: "¡Si supieran de dónde viene!" Mi alegría surgió del sufrimiento; por eso es una alegría verdadera. Se mantiene incluso cuando hay dolor. Y quiero que los jóvenes tengan la misma alegría porque no es solo mía, es una alegría que viene de Dios, y esta disponible para que todos la puedan experimentar. Solo quiero poder compartir esta alegría infinita de Dios para que otros sepan que se puede atravesar el dolor, la miseria y las dificultades, y aún así salir de ellas, agradecidos y llenos de gozo con nuestro Padre.
By: Joy Byrne
MoreMi nueva heroína es la Madre Alfred Moes. Me doy cuenta de que no es un nombre familiar, incluso entre los católicos; pero ella debería de serlo. Ella apareció en mi radar solo hasta después de que me convertí en el obispo de la Diócesis de Winona-Rochester, donde la Madre Alfred realizó la mayor parte de su trabajo y donde además fue sepultada. Su historia está llena de un coraje sobresaliente, fe, perseverancia y un espíritu puro de determinación. Créeme, una vez que te adentres en los detalles de sus aventuras, se te vendrán a la mente un sin número de otras Madres católicas: Cabrini, Teresa, Drexel y Angélica, por nombrar algunas. La Madre Alfred nació como María Catherine Moes, en Luxemburgo, en 1828. De niña quedó fascinada con la posibilidad de hacer trabajo misionero entre los pueblos nativos de Norte América. En consecuencia, viajó con su hermana al Nuevo Mundo en 1851. Primero se unió a la escuela de Hermanas de Notre Dame in Milwaukee, pero luego se cambió con las Hermanas de la Santa Cruz en La Porte, Indiana, un grupo asociado con el Padre Sorin, fundador de la Universidad de Notre Dame. Después de haber tenido un desacuerdo con sus superiores, un hecho bastante típico para una joven tan luchadora y segura de sí misma, se dirigió hacia Joliet, Illinois, donde se convirtió en la superiora de una nueva congregación de Hermanas Franciscanas, adoptando el nombre de “Madre Alfred”. Cuando el Obispo Foley de Chicago trató de interferir con las finanzas y con los proyectos de construcción de su comunidad, ella “partió hacia pastos más verdes” en Minnesota, donde el Gran Arzobispo de Irlanda la acogió y le permitió establecer una escuela en Rochester. Fue en este pequeño pueblo del sur de Minnesota donde Dios comenzó a obrar poderosamente a través de ella. En 1883, un terrible tornado arrasó Rochester, matando a muchos y dejando a otros más sin hogar y en la indigencia. Un médico local, William Worrall Mayo, se encargó de atender a las víctimas del desastre. Abrumado por el número de víctimas, se contactó con las Hermanas de la Madre Alfred para que lo ayudaran. A pesar de que eran maestras y no enfermeras, y de que no tenían alguna capacitación formal en medicina, ellas aceptaron la misión. Justo después del desastre, la Madre tranquilamente informó al doctor Mayo que había tenido una visión en la que un hospital sería construido en Rochester, no nada más para servir a la comunidad local sino para servir a todo el mundo. Asombrado por esta propuesta totalmente irreal, el Doctor Mayo le dijo a la Madre Alfred que necesitaría recaudar la cantidad de 40,000 dólares (una cifra astronómica para la época y el lugar), para poder construir una instalación de ese tipo. Ella, a su vez, le dijo al doctor que, si lograba recaudar los fondos para construir el hospital, esperaba que él y sus dos hijos que también eran médicos, trabajaran ahí. En un corto periodo de tiempo, ella consiguió el dinero, y se estableció el hospital de Santa María. Estoy seguro de que ya habrás adivinado, que esta fue la semilla a partir de la cual crecería la poderosa Clínica Mayo, un sistema hospitalario que, de hecho, como la Madre Alfred había visualizado tiempo atrás, sirve al mundo entero. Esta intrépida monja continuó con su trabajo como constructora, organizadora y administradora, no solamente del hospital que había fundado, sino de otras instituciones del Sur de Minnesota, hasta su muerte en 1899, a la edad de 71 años. Hace apenas unas semanas, escribí acerca de la necesidad apremiante de sacerdotes en nuestra diócesis, e invité a todos a formar parte de una misión para incrementar el numero de vocaciones al sacerdocio. Con la Madre Alfred en mente, ¿podría aprovechar la ocasión para pedir más vocaciones de mujeres a la vida religiosa? De alguna manera, las últimas tres generaciones de mujeres han tenido una tendencia a ver la vida religiosa como algo indigno de ser considerado. El número de monjas se ha desplomado desde el Concilio Vaticano II, y la mayoría de los católicos, cuando se les pregunta acerca de esto, probablemente dirían que ser una hermana religiosa no es una perspectiva viable en nuestra era feminista. ¡Que tontería! La Madre Alfred, dejó su hogar siendo una mujer muy joven, cruzó el océano hacia una tierra extranjera, se convirtió en religiosa, siguió sus instintos y su sentido de misión, incluso cuando la llevó a tener conflictos con superiores poderosos, incluidos varios obispos, inspiró al Dr. Mayo a establecer el más impresionante centro médico del planeta y presidió el desarrollo de una orden de hermanas que construyeron y dotaron de personal a numerosas instituciones de salud y enseñanza. Ella fue una mujer de una extraordinaria inteligencia, empuje, pasión, coraje e inventiva. Si alguien le hubiera sugerido que estaba viviendo de una manera indigna deacuerdo a sus dones y por debajo de su valor como mujer, me imagino que ella tendría algunas palabras para responder. ¿Estas buscando una heroína feminista? Puedes quedarte con Gloria Steinem; yo me dejaré inspirar por la Madre Alfred cada día de la semana. Así que, si conoces a una joven mujer que pudiera ser una buena religiosa, que está marcada por la inteligencia, energía, creatividad y la capacidad de levantarse, comparte con ella la historia de la Madre Alfred Moes. Y dile que ella podría aspirar a ese mismo tipo de heroísmo.
By: Obispo Robert Barron
MoreEl ruido de una alarma interrumpió el sonido de la noche; me desperté con un sobresalto, y mi primera reacción fue de frustración; pero a medida que el tiempo pasaba y la alarma continuaba sonando, me di cuenta de que algo estaba mal. Más por curiosidad que por valentía, salí para dar un vistazo. Vi a mi vecino John trabajando bajo el capó de su carro, y le pregunté si escuchó la alarma; pero al parecer no le había prestado atención. Él simplemente se cruzó de brazos y dijo: “Esas cosas suenan todo el tiempo… se apagará sola en unos minutos.” Yo estaba muy confundido: “Pero ¿qué pasaría si alguien entró en la casa?”, pregunté. “En ese caso, si ellos tienen su servicio de alarma por alguna compañía, alguien tendría que venir para revisar, pero probablemente no sería nada. Como te dije, esas cosas suenan todo el tiempo por las razones más extrañas; relámpagos, carros ruidosos… y tantas cosas más.” Caminé de regreso a mi casa y me quedé observando el panel de la alarma sobre la pared cerca de nuestra puerta principal, mientras me preguntaba: “¿De qué sirve una alarma si nadie le presta atención?” ¿Cuántas veces el mensaje del Evangelio se proclama a través de los vecindarios o de las ciudades como una voz que clama en el desierto, como una alarma que anuncia un peligro inminente en medio de la noche? “Vuelvan su mirada a Dios,” nos exhorta, “arrepiéntanse y busquen su misericordia.” Muchos de nosotros simplemente nos cruzamos de brazos, damos la vuelta y continuamos “husmeando” dentro del capó de nuestros carros; contentos con nuestros estilos de vida, relaciones y en nuestra zona de confort. “¿Acaso no la escuchas?” pregunta alguien de vez en cuando; probablemente la respuesta es: “La he escuchado desde que era niño, pero no te preocupes, en algún momento sola se apaga.” “Busquen al Señor ahora que lo pueden encontrar, llámenlo ahora que Él está cerca” (Is 55,6).
By: Richard Maffeo
MoreA principios de 1900, el Papa León XIII solicitó a la congregación de Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón que fueran a los Estados Unidos para dar la atención necesaria a un número significativo de italianos que habían migrado hacia allá. La fundadora de la congregación, la Madre Cabrini, deseaba hacer una misión en China, pero obedientemente escuchó el llamado de la Iglesia y se embarcó en un largo viaje a través del mar. Como casi se ahogó cuando era niña, tenía un gran miedo al agua. Aun así, en obediencia, ella cruzó al otro lado del mar. Al llegar, ella y sus hermanas se encontraron con que su ayuda financiera no había sido autorizada y que no tenían dónde vivir. Estas fieles hijas del Sagrado Corazón perseveraron y comenzaron a servir a las personas marginadas. En pocos años, su misión entre los inmigrantes floreció tan fructíferamente que, hasta su fallecimiento, esta monja con fobia al agua realizó 23 viajes transatlánticos alrededor del mundo, fundando centros educativos y sanitarios en Francia, España, Gran Bretaña y América del Sur. Su obediencia y atención al llamado misionero de la Iglesia fueron recompensadados eternamente. Hoy en día, la Iglesia la venera como patrona de los inmigrantes y de los administradores de hospitales.
By: Shalom Tidings
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