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Feb 05, 2021 666 0 Shalom Tidings
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Corazones Encendidos

Pasión del Martirio

Santa Perpetua era una noble de 22 años, bien educada y madre de un hijo pequeño que vivía en Cartago, en el norte de África, en el siglo II. Durante el reinado del emperador romano Septimio Severo, quien prohibió la conversión al cristianismo. Fue arrestada junto con Felicitas, una esclava que estaba embarazada de ocho meses. Perpetua, Felicitas y algunos otros catecúmenos fueron colocados en una mazmorra oscura y más tarde sentenciados a enfrentarse a animales salvajes en un anfiteatro en el cumpleaños del emperador.

Mientras estaba en la prisión, Perpetua llevaba un diario de las visiones que se le dieron sobre el futuro. En una visión, vio una escalera alta, pero estrecha, que llegaba hasta el cielo. Espadas, lanzas, ganchos y dagas estaban unidos a los lados de la escalera y al pie de la escalera había un enorme dragón. Inspirada por las palabras de uno de sus compañeros que ya había subido la escalera, Perpetua llegó sin miedo a la cima.

Como era ilegal quitarle la vida a las mujeres embarazadas, Felicitas estaba profundamente preocupada porque no sería capaz de abrazar el martirio con sus amigos. Sus compañeros rezaron fervientemente y Felicitas dio a luz a una niña dos días antes de la fecha fijada para su muerte. Su fe impresionó tanto al carcelero que se convirtió al cristianismo.

El día de su martirio, las mujeres marcharon al anfiteatro con alegría, con rostros tranquilos. Perpetua y Felicitas fueron arrojadas frente a una vaquilla loca para ser mutiladas. Cuando la vaquilla arrojó a Perpetua al suelo, se sentó, bajó su túnica para cubrir su cuerpo, pensando más en su modestia que en su dolor. Entonces se ordenó que Perpetua y sus compañeros fueran asesinados por un gladiador. Cuando fue el turno de Perpetua, ¡tomó la mano temblorosa del joven gladiador y la guió a su garganta!

Tal fe no era rara entre los primeros cristianos. Su valor nos desafía a preguntarnos si estaríamos dispuestos a renunciar a nuestra vida en lugar de nuestra fe.

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