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“Camino por fe, no por vista”, dice sonriendo Mario Forte mientras comparte un asombroso testimonio de vida.
Nací con glaucoma, así que al comienzo de mi vida, apenas veía parcialmente con el ojo izquierdo y absolutamente nada con el derecho. A lo largo de los años, he tenido más de 30 cirugías, la primera cuando tenía solo tres meses … A la edad de siete años, los médicos me extirparon el ojo derecho con la esperanza de mantener la vista en mi ojo izquierdo. Cuando tenía doce años, me atropelló un automóvil mientras cruzaba la calle de camino a casa desde la escuela. Al salir disparado por el aire, creí que era Superman por un momento. Caí fuertemente y terminé con un desprendimiento de retina, entre otras cosas, tuve tres meses fuera de la escuela recuperándome y sometiéndome a más operaciones, así que tuve que repetir el séptimo grado.
De niño, la ceguera era normal para mí porque no podía compararla con ninguna otra cosa, pero Dios me dio una idea. Desde muy temprana edad, antes de recibir cualquier instrucción oficial, hablaba con Dios, como con cualquier otra persona porque estaba acostumbrado a comunicarme con personas que no podía ver.
Solo lograba distinguir la diferencia entre la luz y la oscuridad, pero un día, en un abrir y cerrar de ojos, todo se volvió negro, como una luz que se apaga. Aunque he estado en total oscuridad durante más de 30 años, la gracia de Dios me ha dado el valor para seguir adelante. Ahora, no es la luz física lo que veo, sino la luz de Dios en el interior. Sin Él, no sería mas que un trozo de madera. El Espíritu Santo hace todo posible.
A veces, la gente incluso se olvida de que soy ciego porque puedo moverme por la casa, manejar una computadora y cuidar de mí mismo. Esto es gracias a mis padres que siempre me animaron a hacer las cosas por mi cuenta. Mi padre era un electricista que me llevaba consigo para ayudarme a comprender su oficio, incluso me hizo instalar tomas de corriente e interruptores. Me enseñó a pensar de forma lógica para que pudiera adaptarme e improvisar cuando las cosas salieran mal. Mi madre, con su naturaleza cariñosa y amorosa, sembró las semillas de mi fe. Ella se aseguró de que rezáramos juntos el Rosario y la Coronilla de la Divina Misericordia todos los días, para que esas oraciones quedasen grabadas en mi memoria.
Me permitieron graduarme con éxito con un título en informática. Con su ayuda, contactaba a tutores para obtener el esquema del curso antes de que comenzara el trimestre. Luego íbamos a la biblioteca a copiar todos los materiales relevantes para que la Royal Blind Society pudiera transcribirlos por mí.
En mi adolescencia, tuve una experiencia extraordinaria cuando Dios me llamó. En ese momento, todavía tenía algo de vista en mi ojo izquierdo. Un día, mientras oraba en la iglesia, el altar mayor se iluminó de repente con una luz intensa y una voz interior me habló con ternura, diciendo: “Ven, ven a mí”. Esto sucedió tres veces. Desde entonces, he sentido Su mano protegiéndome con un amor y misericordia que no merezco.
Este llamado me llevó a considerar si sería posible convertirme en sacerdote o diácono. Desde luego era poco realista, pero mis estudios de teología profundizaron mi fe. Comencé a liderar la devoción a la Divina Misericordia en un grupo carismático de oración con el apoyo del párroco. A pesar de todos los contratiempos que he sufrido, estoy agradecido de poder estar al servicio del Señor y las personas que he conocido a través de los eventos que organizo, las devociones a la Divina Misericordia, la adoración durante toda la noche y 40 Días por la Vida, también me han ayudado. Después de la muerte de mis padres, mi hermana y mi sobrina se han convertido en mi familia y me ayudan semanalmente con las tareas domésticas y las necesidades especiales de transporte.
Los hechos más trágicos de mi vida no son la pérdida de mi vista sino la pérdida de mis parientes más cercanos, por lo que estoy especialmente agradecido a estos amigos que me acompañan al cementerio para compartir algo de comer junto a las tumbas de mis seres queridos y rezar la Coronilla de la Divina Misericordia por sus almas. Intento concentrarme en lo positivo, en lo que tengo, en lugar de lo que me falta. Me esfuerzo por hacer lo mejor que puedo para cumplir los mandamientos de Dios sobre el amor. Todos los días, estoy decidido a poner la voluntad de Dios en primer lugar y poner el Evangelio en acción.
San Pablo dijo: «Por fe caminamos, no por vista». (2 Corintios 5: 7.) A menudo bromeo diciendo que literalmente hago esto. Ese pequeño verso dice mucho. No veremos los frutos de nuestro trabajo en esta vida. Es un gran gozo trabajar en la viña de Dios. Jesús sufrió y murió por mí. Cada persona puede decir esto. Cualquiera que quiera conocerlo puede venir a recibir al Señor. Doy gracias y alabo al Señor por habernos dado la oportunidad de recibir Su gloriosa presencia en nuestro ser. Su Palabra viva puede revivirnos con la esperanza de la Resurrección, para que podamos vivir cada día en Su presencia y cumplir Su mandato de amar. En mi corazón, canto ¡Aleluya!
Dios eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable; Míranos con bondad y aumenta Tu misericordia para que en los momentos difíciles no nos desesperemos, sino que nos sometamos con gran confianza a Tu santa voluntad, que es el amor y la misericordia mismos. Amén.
Mario Forte Article is based on the interview given by Mario Forte for the Shalom World TV program “Triumph”. To watch the episode visit: shalomworld.org/episode/mario-forte
El mejor evangelista es por supuesto, el propio Jesús, y no hay mejor presentación de la técnica evangélica de Jesús que la magistral narración de Lucas sobre los discípulos de Emaús. La historia comienza con dos personas que van en dirección contraria. En el Evangelio de Lucas, Jerusalén es el centro gravitacional de espiritualidad: Es el lugar de la última cena, la cruz, la resurrección y el envío del Espíritu. Es el lugar cargado con un gran peso, donde se desarrolla el drama de la salvación. Por eso, al alejarse de la capital, estos dos antiguos discípulos de Jesús iban a contracorriente. Jesús se unió a ellos en su viaje -aunque se nos dice que se les impidió reconocerlo- y les preguntó de qué hablaban. A lo largo de su ministerio, Jesús se relacionó con pecadores. Estuvo codo a codo en las turbias aguas del Jordán con aquellos que buscaban el perdón a través del bautismo de Juan; una y otra vez, comió y bebió con tipos de mala reputación, para disgusto de los santurrones; y al final de su vida, fue crucificado entre dos ladrones. Jesús odiaba el pecado, pero simpatizaba con los pecadores y estaba siempre dispuesto a entrar en su mundo, así como a comprometerse con ellos en sus términos. Incitado por las curiosas preguntas de Jesús, uno de los viajeros de nombre Cleofás, relató todas las "cosas" relativas a Jesús de Nazaret: "Era un profeta poderoso de palabra y de obra ante Dios y ante todo el pueblo; nuestros dirigentes, sin embargo, lo condenaron a muerte; pensábamos que sería el redentor de Israel; esta misma mañana se ha sabido que resucitó de entre los muertos". Cleofás tenía todos los "hechos" claros; no había una sola cosa que hubiera dicho sobre Jesús que estuviera equivocada. Pero su tristeza y su huida de Jerusalén atestiguaban que no estaba viendo el cuadro completo. Me encantan las viñetas inteligentes y divertidas de la revista “New Yorker”; aunque de vez en cuando hay alguna que no entiendo; he captado todos los detalles, he visto a los protagonistas y los objetos que los rodean, he entendido el pie de foto; sin embargo, no comprendo por qué es graciosa. Y entonces llega un momento de iluminación: aunque no he visto ningún detalle más, aunque no ha surgido ninguna pieza nueva en el rompecabezas, discierno el patrón que los conecta de una manera significativa. En una palabra, "entiendo" el cómic. Habiendo escuchado el relato de Cleofás, Jesús les dijo: "¡Oh, qué necios y lentos de corazón son para creer todo lo que dijeron los profetas". Y entonces les recordó las Escrituras, revelándoles los grandes patrones bíblicos que dan sentido a las "cosas" que habían presenciado. Sin revelarles ningún detalle nuevo sobre sí mismo, Jesús les muestró la forma, el diseño general, el significado, y a través de este proceso empezaron a "entender": sus corazones ardían en su interior. Esta es la segunda gran lección evangélica. El evangelista de éxito utiliza las Escrituras para revelar los modelos divinos y, en última instancia, el modelo que se hace carne en Jesús. Sin estas formas esclarecedoras, la vida humana es una mezcolanza, un borrón de acontecimientos, una cadena de sucesos sin sentido. El evangelista eficaz es un hombre de la biblia, porque la Escritura es el medio por el que "obtenemos" a Jesucristo y, a través de Él, nuestras vidas. Los dos discípulos lo presionaron para que se quedara con ellos mientras se acercaban al pueblo de Emaús. Jesús se sentó con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se los dio; y en ese momento lo reconocieron. Aunque por mediación de la Escritura habían comenzado a ver, todavía no comprendían del todo quién era Él. Pero en el momento eucarístico, al partir el pan, se les abrieron los ojos. El medio último por el que comprendemos a Jesucristo no es la Escritura, sino la Eucaristía; porque la Eucaristía es Cristo mismo, personal y activamente presente. La encarnación del misterio pascual, la Eucaristía, es el amor de Jesús por el mundo hasta la muerte, su viaje al abandono de Dios para salvar al más desesperado de los pecadores, su corazón desgarrado por la compasión. Y por eso, es a través de la lente de la Eucaristía que Jesús se ve más plena y vívidamente. Y así vemos la tercera gran lección evangélica. Los evangelistas de éxito son personas de Eucaristía. Están inmersos en los ritmos de la misa; practican la adoración eucarística; atraen a los evangelizados a una participación en el cuerpo y la sangre de Jesús. Saben que al llevar a los pecadores a Jesucristo, el testimonio personal nunca es lo más importante, ni los sermones inspiradores, ni siquiera la exposición de los modelos de la Escritura. Lo verdaderamente importante es ver el corazón roto de Dios a través del pan partido de la Eucaristía. Así que, futuros evangelizadores, hagan lo que hizo Jesús. Caminen con los pecadores, abran el Libro, partan el Pan.
By: Obispo Robert Barron
MoreNach meiner Querschnittslähmung weigerte ich mich, an den Rollstuhl gefesselt zu sein ... In den ersten Jahren meines Studiums erlitt ich einen Bandscheibenvorfall. Die Ärzte versicherten mir, dass ich jung und aktiv sei und dass Physiotherapie und Übungen mir helfen könnten, doch trotz aller Bemühungen hatte ich jeden Tag Schmerzen. Alle paar Monate hatte ich akute Schübe, die mich wochenlang ans Bett fesselten und zu wiederholten Krankenhausaufenthalten führten. Dennoch gab ich die Hoffnung nicht auf, bis ich mir einen zweiten Bandscheibenvorfall zuzog. Da wurde mir klar, dass sich mein Leben verändert hatte. Wütend auf Gott! Ich wurde in Polen geboren. Meine Mutter ist Religionslehrerin, also wurde ich im katholischen Glauben erzogen. Selbst als ich fürs Studium nach Schottland und dann nach England zog, hielt ich am Glauben fest, auch wenn nur in mäßiger Weise. Die Zeit nach dem Umzug in ein anderes Land war nicht einfach. Zuhause war es schwierig gewesen, weil meine Eltern sich die meiste Zeit stritten; so war ich praktisch in dieses fremde Land geflüchtet. Ich hatte meine schwierige Kindheit hinter mir gelassen und wollte meine Jugend genießen. Doch nun machte es mir dieser Schmerz schwer, eine Arbeit zu finden und mich finanziell über Wasser zu halten. Ich war wütend auf Gott. Doch er war nicht bereit, mich loszulassen. Da ich zu Hause durch die akuten Schmerzen praktisch gefangen war, griff ich auf den einzigen verfügbaren Zeitvertreib zurück - die Sammlung religiöser Bücher meiner Mutter. Die Einkehrtage, die ich besuchte, und die Bücher, die ich las, führten mich langsam zu der Erkenntnis, dass Gott trotz meines Misstrauens wirklich wollte, dass meine Beziehung zu ihm gestärkt wird. Aber ich war auch noch nicht ganz über die Wut hinweg, dass er mich immer noch nicht geheilt hatte. Schließlich kam ich zu der Überzeugung, dass es umgekehrt sein müsse, dass nämlich Gott wütend auf mich war und mich nicht heilen wollte. Daher versuchte ich, ihn auszutricksen. Ich fing an, nach einem heiligmäßigen Priester mit einer guten „Heilungsquote" zu suchen, damit ich geheilt werden konnte, selbst wenn Gott mit anderen Dingen beschäftigt war. Unnötig zu sagen, dass das nicht funktionierte. Eine Kehrtwende auf meiner Reise Einmal, als ich in einer Gebetsgruppe war, hatte ich starke Schmerzen. Aus Angst vor einem akuten Anfall wollte ich schon gehen, als eines der Mitglieder fragte, ob ich etwas hätte, wofür sie beten sollten. Ich hatte Probleme bei der Arbeit, also sagte ich ja. Während sie beteten, fragte einer der Männer, ob es eine körperliche Krankheit gäbe, für die ich Gebet bräuchte. Sie standen ganz unten auf meiner „Heilerliste", so dass ich nicht darauf vertraute, dass ich durch ihr Gebet Linderung erfahren würde, aber ich sagte trotzdem ja. Sie beteten, und meine Schmerzen waren weg. Als ich nach Hause kam, war ich noch immer schmerzfrei. Ich fing an zu springen und mich zu drehen und zu bewegen, und es ging mir immer noch gut. Aber niemand glaubte mir, als ich sagte, ich sei geheilt. Also hörte ich damit auf, den Leuten davon zu erzählen und bin stattdessen nach Medjugorje gefahren, um der Muttergottes zu danken. Dort hatte ich eine Begegnung mit einem Mann, der Reiki praktizierte und für mich beten wollte. Ich lehnte ab, aber bevor ich ging, umarmte er mich zum Abschied, was mich beunruhigte, weil ich mich an seine Worte erinnerte, dass seine Berührung Macht habe. Ich ließ zu, dass die Angst die Oberhand gewann und glaubte fälschlicherweise, die Berührung dieses Bösen sei stärker als Gott. Am nächsten Morgen wachte ich unter unerträglichen Schmerzen auf und konnte nicht mehr gehen. Nach vier Monaten der Erleichterung kehrten meine Schmerzen so stark zurück, dass ich dachte, ich würde es nicht einmal zurück nach Großbritannien schaffen. Als ich zurückkam, stellte ich fest, dass meine Bandscheiben die Nerven berührten, was monatelang noch stärkere Schmerzen verursachte. Nach sechs oder sieben Monaten entschieden die Ärzte, dass sie den riskanten Eingriff an meiner Wirbelsäule vornehmen mussten, den sie lange hinausgezögert hatten. Bei der Operation wurde ein Nerv in meinem Bein beschädigt, und mein linkes Bein war bis zum Knie gelähmt. Von da an begann eine neue Reise, eine andere Reise. Ich weiß, dass du es kannst Als ich das erste Mal im Rollstuhl nach Hause kam, waren meine Eltern entsetzt, aber ich war voller Freude. Ich liebte all die technischen Geräte. Jedes Mal, wenn jemand einen Knopf an meinem Rollstuhl drückte, war ich aufgeregt wie ein Kind. Erst in der Weihnachtszeit, als sich meine Lähmung zurückzubilden begann, wurde mir das Ausmaß der Schädigung meiner Nerven bewusst. Ich wurde eine Zeit lang in ein Krankenhaus in Polen eingeliefert. Ich wusste nicht, wie ich überleben sollte. Ich betete einfach zu Gott, dass ich eine weitere Heilung brauchte: „Ich muss dich wieder finden, denn ich weiß, dass du es kannst.“ Also suchte ich einen Heilungsdienst auf in der Überzeugung, dass ich geheilt werden würde. Ein Moment, den man nicht verpassen sollte Es war Samstag und mein Vater wollte zunächst nicht mitgehen. Ich sagte ihm: „Du willst doch nicht verpassen, wenn deine Tochter geheilt wird.“ Der ursprüngliche Plan sah eine Messe vor, gefolgt von einem Heilungsdienst mit eucharistischer Anbetung. Aber als wir ankamen, sagte der Priester, sie müssten den Plan ändern, da das Team, das den Heilungsgottesdienst leiten sollte, nicht da war. Ich erinnere mich, dass ich dachte: „Ich brauche kein Team, ich brauche nur Jesus.“ Als die Messe begann, hörte ich kein einziges Wort. Wir saßen auf der Seite, wo ein Bild der Göttlichen Barmherzigkeit hing. Ich sah Jesus an, wie ich ihn noch nie zuvor angesehen hatte. Es war ein überwältigendes Bild. Ich sah nicht mehr das Bild, sondern Jesus, der in meinen Augen so schön war wie noch nie zuvor. Während der ganzen Messe umhüllte der Heilige Geist meine Seele, ich sagte in meinem Kopf 'Danke', obwohl ich gar nicht wusste, wofür ich dankbar war. Ich fühlte mich unfähig, um Heilung zu bitten. Als die Anbetung begann, bat ich meine Mutter, mich nach vorne zu bringen, so nah wie möglich zu Jesus. Als ich dort vorne saß, spürte ich, wie jemand meinen Rücken berührte und massierte. Mir wurde so wohlig warm, dass ich das Gefühl hatte, ich würde gleich einschlafen. Also beschloss ich, zurück zur Bank zu gehen, wobei ich „vergaß“, dass ich doch gar nicht gehen konnte. Ich ging einfach zurück, und meine Mutter lief mit meinen Krücken hinter mir her, lobte Gott und sagte: „Du gehst, du gehst.“ Ich wurde von Jesus im Allerheiligsten Sakrament geheilt. Sobald ich mich hinsetzte, hörte ich eine Stimme sagen: „Dein Glaube hat dich geheilt.“ In meinem Kopf hatte ich das Bild jener Frau, die den Mantel Jesu berührte, als er an ihr vorbeiging. Ihre Geschichte erinnerte mich an meine. Nichts hatte geholfen, bis ich den Punkt erreichte, an dem ich anfing, Jesus zu vertrauen. Die Heilung kam, als ich ihn annahm und ihm sagte: „Du bist alles, was ich brauche.“ Mein linkes Bein hatte alle Muskelkraft verloren, aber selbst die kam über Nacht wieder zurück. Das war wesentlich, denn die Ärzte hatten zuvor diesen Verlust an Muskelkraft gemessen und nun eine erstaunliche, unerklärliche Veränderung festgestellt. Es herausschreien Als ich dieses Mal geheilt wurde, wollte ich es allen mitteilen. Es war mir nicht mehr peinlich. Ich wollte, dass alle wissen, wie wunderbar Gott ist und wie sehr Er uns alle liebt. Ich bin nichts Besonderes, und ich habe nichts Besonderes getan, um diese Heilung zu erhalten. Dass ich geheilt bin, bedeutet auch nicht, dass mein Leben über Nacht superbequem geworden wäre. Es gibt immer noch Schwierigkeiten, aber sie sind viel leichter geworden. Ich bringe sie in die eucharistische Anbetung, und Er gibt mir Lösungen oder Ideen, wie ich mit ihnen umgehen kann, sowie die Gewissheit und das Vertrauen, dass Er sich darum kümmern wird.
By: Ania Graglewska
More¿Alguna vez has experimentado lo que es estar en adoración? El hermoso relato de Colette podría cambiar tu vida. Recuerdo que de niña solía pensar que hablar con Jesús en el Santísimo Sacramento era lo más increíble o lo más loco. Pero eso fue mucho antes de encontrarme con Él. Años después de esa introducción inicial, ahora tengo un tesoro de pequeñas y grandes experiencias que me mantienen cerca del Corazón Eucarístico de Jesús, llevándome cada vez más cerca, paso a paso… El viaje aún continúa. Una vez al mes, la parroquia a la que asistía entonces celebraba una vigilia nocturna que comenzaba con la celebración de la Eucaristía, seguida de adoración durante toda la noche, dividida en horas. Cada hora comenzaba con alguna oración, una lectura de las Escrituras y alabanzas; recuerdo que durante los primeros meses sentí las primeras señales de esa sensación de estar muy cerca de Jesús. Esas noches estaban tan enfocadas en Jesús que aprendí a hablar con el Santísimo Sacramento como si Jesús en persona estuviera allí. Más tarde, en un retiro para jóvenes adultos, me encontré con la adoración eucarística en silencio, lo cual al principio me pareció extraño. No había nadie dirigiendo y no había cantos. Disfruto cantar en la adoración y siempre me ha gustado que alguien nos guíe en la oración. Pero esta idea de que podía sentarme y simplemente estar, eso era nuevo… En el retiro, había un sacerdote jesuita muy espiritual que comenzaba la adoración con: "Quédate quieto y sabe que yo soy Dios." Y esa era la invitación. Tú y yo, Jesús Recuerdo un incidente específico que me trajo una profunda comprensión de esta quietud. Estaba en adoración ese día, mi tiempo designado había terminado y la persona que debía relevarme no había llegado. Mientras esperaba, tuve una impresión clara del Señor: "Esa persona no está aquí, pero tú sí", así que decidí simplemente respirar. Pensé que llegarían en cualquier momento, así que me concentré en la presencia de Jesús y simplemente respiraba. Sin embargo, me di cuenta de que mi mente estaba saliendo del edificio, ocupándose de otras preocupaciones, mientras que mi cuerpo aún estaba allí con Jesús. Todo lo que estaba pasando en mi mente de repente se detuvo. Fue solo un momento repentino, casi terminado antes de que me diera cuenta de lo que estaba pasando. Un momento repentino de quietud y paz. Todos los ruidos fuera de la capilla se sentían como música y pensé: "Dios mío, Señor, gracias… ¿Es esto lo que se supone que debe hacer la adoración? ¿Llevarme a un espacio donde solo somos Tú y yo?" Esto dejó una impresión profunda y duradera en mí de que la Eucaristía no es algo, es alguien. De hecho, no es solo alguien, es Jesús mismo. Regalo Invaluable Creo que nuestra percepción de su presencia y mirada juega un gran papel. La idea del ojo de Dios fijado en nosotros puede parecer muy aterradora. Pero en realidad, esta es una mirada de compasión. Experimento eso plenamente en la adoración. No hay juicio, solo compasión. Soy alguien que es muy rápida para juzgarme a mí misma, pero en esa mirada de compasión desde la Eucaristía, soy invitada a ser menos crítica conmigo misma porque Dios es menos crítico. Supongo que estoy creciendo en esto a lo largo de una vida expuesta de manera continua al Santísimo Sacramento. Así, la adoración eucarística se ha convertido para mí en una escuela de presencia. Jesús está 100% presente dondequiera que vayamos, pero es cuando me siento en su presencia eucarística que soy consciente de mi propia presencia y la suya. Allí su presencia se encuentra con la mía de una manera muy intencional. Esta escuela de presencia ha sido una educación en términos de cómo acercarme a los demás también. Cuando estoy de servicio en el hospital o el hospicio y me encuentro con alguien muy enfermo, ser una presencia no ansiosa para ellos es lo único que puedo ofrecerles. Aprendo esto de su presencia en la adoración. Jesús en mí me ayuda a estar presente con ellos sin agenda: simplemente 'estar' con la persona en su espacio. Esto ha sido un gran regalo para mí porque me libera para ser casi la presencia del Señor con los demás y permitir que el Señor los ministre a través de mí. No hay límite para el don de paz que Él da. La gracia ocurre cuando me detengo y dejo que su paz me envuelva. Siento eso en la adoración eucarística cuando dejo de estar tan ocupada. Creo que en mi vida de aprendizaje hasta ahora esa es la invitación: 'Deja de estar tan ocupada y simplemente sé y déjame hacer el resto.'
By: Colette Furlong
MoreCuando ella perdió la movilidad, la vista, la escucha, la voz e incluso el sentido del tacto, ¿qué impulsó a esta joven mujer a describir su vida como “dulce”? La pequeña Benedetta, a los siete años escribió en su diario: “¡El mundo es encantador! Es fantástico estar vivo”. Esta muchacha inteligente y feliz, lamentablemente contrajo polio en su infancia, lo que dejó su cuerpo lisiado, ¡pero nada pudo paralizar su espíritu! Tiempos difíciles en marcha Benedetta Bianchi Porro nació en Forlì, Italia, en 1936. Cuando era adolescente comenzó a quedarse sorda, pero a pesar de ello ingresó a la facultad de medicina, en donde fue muy destacada realizando exámenes orales tan sólo con leer los labios de sus profesores. Tenía un ardiente deseo de convertirse en médica misionera, pero después de cinco años de formación en medicina y a tan sólo un año de obtener el título, se vio obligada a finalizar sus estudios debido al aumento de los síntomas de su enfermedad. Benedetta se diagnosticó a sí misma con neurofibromatosis. Hay varios diagnósticos de esta cruel enfermedad, y en el caso de Benedetta, atacó los centros nerviosos de su cuerpo, formando tumores en ellos y provocando gradualmente sordera total, ceguera y, más tarde, parálisis. A medida que el mundo de Benedetta se hacía cada vez más pequeño, ella demostró un valor y una santidad extraordinarios, y fue visitada por muchos que buscaban su consejo e intercesión. Ella se pudo mantener en comunicación, gracias a que su madre marcaba el alfabeto italiano en su palma izquierda, una de las pocas áreas de su cuerpo que seguía siendo funcional. Su madre marcaba minuciosamente cartas, mensajes y las Santas Escrituras en la palma de Benedetta, y ella respondía verbalmente a pesar de que su voz se había debilitado hasta convertirse en un susurro. “Iban y venían en grupos de diez y quince”, dijo Maria Grazia, una de las confidentes más cercanas de Benedetta. “Con su mamá como intérprete pudo comunicarse con cada uno. Parecía como si pudiera leer nuestras almas con extrema claridad, aunque no podía oírnos ni vernos. Siempre la recordaré con la mano extendida dispuesta a recibir la Palabra de Dios y a sus hermanos” (“Más allá del silencio”, las cartas de la vida diaria de Benedetta Bianchi Porro). No es que Benedetta nunca hubiera experimentado agonía o incluso enojo por esta enfermedad que le estaba quitando la capacidad de convertirse en médico; pero al aceptarla, se convirtió en una doctora de otro tipo, una especie de cirujana del alma. Ella era, en efecto, una doctora espiritual. Al final, Benedetta no fue menos sanadora de lo que alguna vez deseó ser. Su vida se había reducido hasta la palma de su mano; esa palma que no era más grande que una hostia de comunión; sin embargo, en esa pequeñez, la comunión… Cristo, le había concedido un don extraordinario, un don poderoso. Es imposible pasar por alto la correlación entre la vida de Benedetta y Jesús sacramentado, que se encuentra en ese pequeño pan, silencioso, frágil, pero que es Jesús, el amigo siempre presente para nosotros. Hacia el final de su vida, le escribió a un joven que sufría de manera similar: “Por ser sorda y ciega, las cosas se me han complicado... Sin embargo, en mi calvario no me falta la esperanza. Sé que al final del camino Jesús me espera. Primero en mi sillón, y ahora en mi cama donde ahora me encuentro, he encontrado una sabiduría mayor que la de los hombres; he descubierto que Dios existe, que Él es amor, fidelidad, alegría, certeza, hasta el fin de los siglos... Mis días no son fáciles. Son duros. Pero también son días dulces porque Jesús está conmigo en mis sufrimientos, y me da su dulzura en mi soledad y su luz en las tinieblas. Me sonríe y acepta mi servicio”. (“Venerable Benedetta Biancho Porro”, por Dom Antoine Marie, OSB) Un recordatorio convincente Benedetta falleció el 23 de enero de 1964. Tenía 27 años. Fue reconocida como “venerable” el 23 de diciembre de 1993 por el Papa Juan Pablo II y beatificada el 14 de septiembre de 2019 por el Papa Francisco. Uno de los grandes regalos que los santos aportan a la Iglesia es que nos dan una imagen clara de cómo es la virtud, incluso en circunstancias increíblemente difíciles. Necesitamos “vernos a nosotros mismos” en la vida de los santos, a fin de ser fortalecidos para la nuestra. La Beata Benedetta es verdaderamente un modelo de santidad para nuestro tiempo. Ella es un recordatorio convincente de que incluso una vida llena de limitaciones graves puede ser un poderoso catalizador para la esperanza y la conversión en el mundo, y que el Señor conoce y cumple el deseo más profundo de cada corazón, a menudo de manera sorprendente. Una oración a la Beata Benedetta Beata Benedetta, tu mundo se hizo pequeño como una hostia de comunión. Estabas inmovilizada, sorda y ciega y, sin embargo, fuiste un testigo poderoso del amor de Dios y de la Santísima Madre. Jesús en el Santísimo Sacramento está escondido y también es pequeño, silencioso, inmovilizado e incluso débil, y todavía todopoderoso, siempre presente para nosotros. Por favor, ora por mí, Benedetta, para que colabore, como tú, con Jesús, en cualquier forma que Él quiera utilizarme. Que se me conceda la gracia de permitir que el Padre todopoderoso hable también a través de mi pequeñez y soledad, para la gloria de Dios y la salvación de las almas. Amén.
By: Liz Kelly Stanchina
MoreLa soledad es la nueva normalidad en todo el mundo, ¡pero no para esta familia! Sigue leyendo y descubre este increíble consejo para estar siempre conectados. Hace poco mi hogar se transformó en nido vacío. Mis cinco hijos viven a horas de distancia unos de otros, lo que hace que las reuniones familiares sean escasas. Esta es una de las consecuencias agridulces de lanzar con éxito a tus hijos: a veces pueden volar bastante lejos. Las pasadas navidades, toda nuestra familia tuvo la feliz ocasión de visitarnos. Al final de esos tres alegres días, cuando llegó la hora de las despedidas, oí a un hermano decirle a otro: "Nos vemos en la Eucaristía". Este es el camino; así es como nos mantenemos unidos. Nos aferramos a la Eucaristía, y Jesús nos une. Ciertamente nos echamos de menos y desearíamos pasar más tiempo juntos. Pero Dios nos ha llamado a trabajar en pastos diferentes y a contentarnos con el tiempo que se nos ha dado. Así que, entre visitas y llamadas telefónicas, vamos a misa y seguimos conectados. ¿Te sientes solo? Asistir al santísimo sacrificio de la misa nos permite entrar en una realidad que no está limitada por el espacio y el tiempo. Es salir de este mundo y entrar en un espacio sagrado donde el cielo toca la tierra de una manera real, y estamos unidos con toda la familia de Dios; los que adoran tanto aquí en la tierra como en el cielo. Al participar en la sagrada comunión, nos damos cuenta de que no estamos solos. Una de las últimas palabras de Jesús a sus discípulos fue: "Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28, 20). La Eucaristía es el inmenso don de su continua presencia con nosotros. Naturalmente, extrañamos a los seres queridos que ya no están con nosotros; a veces, el dolor puede ser muy intenso. Es en esos momentos cuando debemos aferrarnos a la Eucaristía. En los días particularmente solitarios, hago un esfuerzo adicional para llegar a misa un poco antes y quedarme un poco más, después. Intercedo por cada uno de mis seres queridos y recibo el consuelo de saber que no estoy sola y que estoy cerca del corazón de Jesús. Rezo para que los corazones de mis seres queridos también estén cerca del corazón de Jesús, para que podamos estar juntos. Jesús prometió: "Pero cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí" (Juan 12,32). Increíblemente cerca Una de mis frases favoritas de la plegaria eucarística es ésta: "Pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y la Sangre de Cristo". Dios reúne lo que antes estaba disperso y nos atrae hacia el único cuerpo de Cristo. En la misa, el Espíritu Santo tiene la misión especial de unirnos. Necesitamos absolutamente la ayuda de Dios para estar en verdadera comunión con los demás. ¿Alguna vez has estado en la misma habitación que alguien, pero te ha parecido estar a un millón de kilómetros de distancia? Lo contrario también puede ser cierto. Aunque estemos a kilómetros de distancia, podemos sentirnos increíblemente cerca de los demás. La última realidad El año pasado me sentí especialmente cerca de mi abuela en la misa de su funeral. Fue muy reconfortante, porque sentí que ella estaba allí con nosotros, especialmente durante la plegaria eucarística y la sagrada comunión. Mi abuela tenía una gran devoción a la Eucaristía y se esforzó por asistir a misa todos los días mientras pudo hacerlo físicamente. Yo estaba muy agradecida por ese tiempo de intimidad con ella y siempre lo atesoraré. Esto me recuerda otra parte de la plegaria eucarística: "Acuérdate también de nuestros hermanos y hermanas que se han dormido en la esperanza de la resurrección y de todos los que han muerto; por tu misericordia acógelos a la luz de tu rostro. Ten piedad de todos nosotros, te rogamos, para que con la bienaventurada virgen María, Madre de Dios, el bienaventurado San José, su esposo, los bienaventurados apóstoles y con todos los santos que te han complacido a lo largo de los siglos, merezcamos ser coherederos de la vida eterna, y podamos alabarte y glorificarte por medio de tu Hijo Jesucristo". Mientras estamos en misa o en adoración eucarística, estamos en la presencia real de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. También nos acompañan los santos y los ángeles en el cielo. Un día veremos esta realidad por nosotros mismos. Por ahora, creemos con los ojos de la fe. Armémonos de valor cada vez que nos sintamos solos o extrañemos a un ser querido. El corazón amoroso y misericordioso de Jesús late constantemente por nosotros y anhela que pasemos tiempo con Él en la Eucaristía. Aquí es donde encontramos nuestra paz; aquí es donde se alimenta nuestro corazón. Como San Juan, descansemos en paz sobre el pecho amoroso de Jesús y recemos para que muchos otros encuentren el camino hacia su Sagrado Corazón Eucarístico. Entonces, estaremos verdaderamente juntos.
By: Denise Jasek
MoreP - Mis muchos amigos cristianos celebran la "comunión" todos los domingos, y argumentan que la presencia eucarística de Cristo es sólo espiritual. Yo creo que Cristo está presente en la Eucaristía, pero ¿hay algún modo de explicárselos? R - En efecto, es una pretensión increíble decir que, en cada misa, un trocito de pan y un pequeño cáliz de vino se convierten en la misma carne y la misma sangre de Dios. No es un signo o un símbolo, sino verdaderamente el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Jesús. ¿Cómo podemos afirmar esto? Hay tres razones por las que creemos esto. En primer lugar, Jesucristo mismo lo dijo. En el Evangelio de Juan, capítulo 6, Jesús dice: "En verdad, en verdad les digo que si no comen la carne del Hijo del hombre y beben su sangre, no tendrán vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tendrá vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él". Siempre que Jesús dice: "En verdad, en verdad les digo...", es señal de que lo que va a decir es completamente literal. Además, Jesús usa la palabra griega “trogon” que se traduce como "comer" -pero realmente significa "masticar, roer o rasgar con los dientes". Es un verbo muy gráfico que sólo puede usarse literalmente. Además, considera la reacción de sus oyentes… ¡se alejaron! En Juan 6 dice: "Como resultado de esta [enseñanza], muchos de sus discípulos volvieron a su antigua forma de vida y ya no le acompañaron”. ¿Les persigue Jesús?, ¿les dice que han entendido mal? No, les permite que se vayan, ¡porque Él iba en serio con esta enseñanza de que la Eucaristía es verdaderamente su carne y su sangre! En segundo lugar, creemos porque la Iglesia siempre lo ha enseñado desde sus primeros días. Una vez pregunté a un sacerdote por qué no se mencionaba la Eucaristía en el credo que profesamos cada domingo, y me contestó que era porque nadie discutía su presencia real, ¡así que no era necesario definirla oficialmente! Muchos de los padres de la Iglesia escribieron sobre la Eucaristía; por ejemplo, San Justino Mártir, alrededor del año 150 d.C., escribió estas palabras: "Porque no los recibimos como pan y bebida comunes, sino que se nos ha enseñado que el alimento que es bendecido por la oración de su palabra, y del que se nutren nuestra sangre y nuestra carne, es la carne y la sangre de aquel Jesús que se hizo carne". Todos los Padres de la Iglesia están de acuerdo: la Eucaristía es verdaderamente su carne y su sangre. Por último, nuestra fe se ve reforzada por los numerosos milagros eucarísticos de la historia de la Iglesia: más de 150 milagros documentados oficialmente. Tal vez el más famoso ocurrió en Lanciano, Italia, en el año 800, cuando un sacerdote que dudaba de la presencia de Cristo se sorprendió al ver que la Hostia se convertía en carne visible, mientras que el vino se convertía también en sangre visible. Pruebas científicas posteriores descubrieron que la Hostia era carne de corazón de un humano varón, sangre tipo AB (muy común entre los hombres judíos). La carne del corazón había sido muy golpeada y magullada. La sangre se había coagulado en cinco grumos, simbolizando las cinco heridas de Cristo, y milagrosamente ¡el peso de uno de los grumos es igual al peso de los cinco juntos! Los científicos no pueden explicar cómo esta carne y esta sangre han durado mil doscientos años, lo que constituye un milagro inexplicable en sí mismo. Pero, ¿cómo podemos explicar en que forma ocurre esto? Distinguimos entre accidentes (el aspecto de algo, su olor, su sabor, etc.) y sustancia (lo que algo es en realidad). Cuando era pequeño, estaba en casa de una amiga y, cuando salió de la habitación, vi una galleta en un plato. Tenía un aspecto delicioso, olía a vainilla, así que le di un mordisco... ¡y era jabón! Me decepcionó mucho, pero me enseñó que mis sentidos no siempre pueden descifrar lo que algo es en realidad. En la Eucaristía, la sustancia del pan y el vino se transforma en la sustancia del cuerpo y la sangre de Cristo (un proceso conocido como transubstanciación), mientras que los accidentes (el sabor, el olor, el aspecto) siguen siendo los mismos. En efecto, se necesita fe para reconocer que Jesús está verdaderamente presente, ya que no puede ser percibido por nuestros sentidos, ni es algo que podamos deducir con nuestra lógica y razón. Pero si Jesucristo es Dios y no puede mentir, estoy dispuesto a creer que no es un signo o un símbolo, sino que está verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento.
By: EL PADRE JOSEPH GILL
More¿Estás cansado de todas las dificultades en tu vida? ¡Este súper alimento podría ser justo lo que necesitas! “La Odisea” de Homero, “Moby Dick” de Herman Melville, “En el camino” de Jack Kerouac… todos tienen algo en común: Los protagonistas se encuentran abriéndose paso a través del viaje de su vida. Estos libros nos pueden servir para recordarnos que también nosotros nos encontramos en un viaje. El ganador se lleva todo En el punto más álgido de su ministerio, el profeta Elías se encontró cara a cara con los profetas de Baal, el dios pagano. Elías estaba en la cima del Monte Carmelo con 400 profetas paganos y los retó a un “duelo profético”; él les dijo: “Ustedes rogarán a su Dios y yo invocaré el nombre de Yahvé. El verdadero Dios será el que responda enviando fuego” (1 Reyes 18,24). Era una gran confrontación, una prueba real; podríamos imaginar cómo sería promocionado este duelo en un evento de “pago por evento” en televisión. Los sacerdotes de Baal se lo tomaron realmente en serio: oraron y danzaron frenéticamente, mientras pedían a su dios que hiciera lo suyo; pero nada pasó. Elías se burló de ellos diciendo: “Griten más fuerte, cierto que Baal es un dios, pero debe estar ocupado, debe andar de viaje, o tal vez esté dormido y necesiten despertarlo” (1 Reyes 18,27). Entonces ellos aumentaron sus esfuerzos, clamaron y clamaron, se cortaron entre ellos con espadas y lanzas hasta convertirse en un desastre sanguinolento; pero … por supuesto, nada paso. En contraste, Elías tranquilamente invocó el nombre de Yahvé solo una vez, y Él envió un fuego que consumió el sacrificio, probando que solo hay un Dios verdadero: Yahvé. Con eso la multitud quedó asombrada, y postrándose exclamaban: “El Señor es el Dios verdadero, el Señor es el Dios verdadero” (1Reyes 18,39). Entonces Elías ordenó a la multitud que apresara a los profetas paganos y los llevaran al torrente de Cisón, donde los degolló. ¡Hablamos de que el ganador se lleva todo! Un giro inesperado Ahora podemos imaginar que la reina pagana Jezabel no estaba feliz al tener a 400 de sus profetas humillados y sacrificados. Ella tenía que hacer algo para guardar las apariencias y mantener sus prerrogativas imperiales. Si Baal era desacreditado, ella también lo sería; así que en secreto envió mercenarios a perseguir a Elías, quien para entonces había huído. Él se encontró corriendo por su vida, porque sabía que si lo capturaban, lo asesinarían. Hemos escuchado que Elías “caminó todo un día por el desierto y se sentó debajo de un solitario enebro. Allí deseó la muerte y dijo: <<Ya Basta; Señor, toma mi vida ahora, pues yo no soy mejor que mis ancestros>>” (1 Reyes 19,4). Su vida, que acababa de pasar por un momento fuerte con la confrontación de los profetas paganos, ahora había tocado fondo. Se encontraba temeroso, triste, y tan deprimido que le rogaba a Dios que le quitara la vida, él quería morir, se encontraba cansado de huir. El clamor del profeta por morir no fue escuchado, su misión no había terminado aún. Entonces el ángel del Señor, un mensajero de Dios, vino a él: “De pronto un ángel lo tocó y le dijo: ´Levántate y come´. Elías miró y vio en su cabecera pan horneado sobre piedras calientes y una jarra de agua. Se levantó, comió, bebió y se volvió a acostar. El ángel del Señor vino por segunda vez, lo tocó, y le dijo: ´Levántate y come, si no, el camino será demasiado largo para ti´” (1 Reyes 19,5-7). El ángel lo guió al monte Horeb, que es otro nombre del Monte Sinaí, el monte santo. Sostenido por la misteriosa comida y bebida, Elías fue capaz de caminar por cuarenta días; un número muy significativo, que en el contexto bíblico significa perfección; lo que nos deja ver que tuvo una revelación, al igual que Moisés. Así que tenemos una historia que comienza con desesperación y termina con el profeta nuevamente comprometido con la obra de Dios. La Jezabel de ahora Nosotros podemos no ser perseguidos por los mercenarios de Jezabel, pero tenemos que lidiar con las influencias malignas en nuestra vida diaria, así que nos podemos identificar con el profeta Elías fácilmente. Muchos de nosotros, especialmente aquellos que hemos vivido más, hemos tenido momentos de dificultad en nuestras vidas. No tenemos la misma energía que teníamos cuando éramos jóvenes, y el entusiasmo por vivir ha disminuido. En ocasiones, es todo lo que podemos hacer para pasar el día, y eso antes de enfrentarnos a pandemias, racismo, transgresiones a nuestra democracia y la degradación del medio ambiente; la vida realmente nos está dando una paliza. Hay solo un número limitado de problemas psicológicos que podemos manejar; además de eso, nuestra práctica religiosa se ha vuelto demasiado familiar, incluso mecánica. Algunas veces parece que hemos perdido la dirección y el propósito; nos volvemos como el profeta Elías. Cuando tocamos fondo de esa manera, ¿qué necesitamos? Lo mismo que Elías: alimento para el camino y un renovado sentido de dirección y propósito. Encontramos nuestro alimento en Jesús, quien dijo: “Yo soy el pan vivo … quien coma de este pan vivirá para siempre” (Juan 6,51). Entendamos dos cosas: Jesús, el pan vivo, es el medio y el fin. Él no es sólo el alimento para el camino, Él también es el destino. El alimento en el que nos convertimos Cuando celebramos la Santa Misa, nos ofrecemos nosotros mismos como ofrenda a Dios, simbolizado por el pan y el vino; a cambio recibimos la presencia real de Cristo mismo, que se dona a nosotros. Cuando consumimos la Eucaristía, nosotros no hacemos que el pan y el vino cobren vida, ¡sino que el pan celestial, consagrado, nos hace vivir a nosotros porque nos asemeja a él! Cuando recibimos su cuerpo y su sangre, estamos recibiendo su alma y su divinidad; cuando eso pasa, somos atraídos a su ser, a su vida divina. Ahora tenemos los medios para ver como Jesús ve, y vivir una vida similar a la suya: valorando todo lo que hacemos para servir al Padre. La Eucaristía es también el fin de nuestro viaje, tenemos una probadita del cielo en la tierra, porque entramos en el misterio de Dios. A través de la Eucaristía experimentamos el cielo en tiempo y espacio, experimentamos la unidad con Dios, con los demás y con toda la creación. ¡Experimentamos la plenitud de nuestro ser, que es lo que nuestro corazón anhela ahora y siempre! Si deseas tener el alimento y el coraje para el viaje, haz de la Eucaristía -el pan de vida-, el verdadero centro de tu vida. Si deseas el gozo y la satisfacción de una vida completamente invadida por Dios, recibe el regalo de Jesús en el Pan de Vida.
By: Diácono Jim McFadden
More¿Tienes miedo a la muerte? Yo también lo tenía, hasta que me enteré de este doctorado Cuando era niña, siempre me resultaba bastante intimidante asistir a los funerales. Me angustiaba al imaginar el profundo dolor que envolvía a los afligidos miembros de la familia. Pero con la pandemia, la noticia del fallecimiento de vecinos, familiares, feligreses y amigos me llevó a dar un cambio de 180 grados en la manera en que afronto la muerte. La muerte da menos miedo estos días. Ahora, parece un regreso gozoso a la casa del Padre después de haber hecho su voluntad en la tierra. El aumento constante de la transmisión en vivo de funerales por YouTube ha sido de alguna manera una experiencia muy edificante para mí. Me ha ayudado a comprender lo incierta que es la vida. "Nada es más seguro que la muerte, pero nada es más incierto que la hora de la muerte. "Por lo tanto, debemos estar preparados porque la muerte vendrá como un ladrón en la noche. San Gregorio afirma que Dios, para nuestro bien, nos mantiene oculta la hora de nuestra muerte, para que de esa manera podamos siempre ser encontrados, preparados para la misma. Recientemente, mientras reflexionaba sobre las últimas siete palabras de Jesús, escuché a un predicador hablar sobre la importancia de realizar un “doctorado”, que no sería otra cosa que “la preparación para una muerte feliz”. Al profundizar en esto, me encontré con un libro escrito por San Alfonso María de Ligorio titulado: “Preparación para la muerte”. Es una lectura obligada para cualquiera que se esfuerce por vivir una vida cristiana. Me hizo darme cuenta de la fragilidad de la vida en la tierra y de cómo debemos esforzarnos por vivir para el cielo. Me gustaría compartir algunas ideas importantes que cambiaron mi perspectiva general sobre la vida y la muerte. Toda la gloria mundana en nuestras vidas desaparecerá A la hora de la muerte, todos los aplausos, las diversiones y la grandeza desaparecen como la niebla. Las aclamaciones mundanas pierden todo su esplendor cuando se repasan desde el lecho de muerte. No vemos más que humo, polvo, vanidad y miseria. Por lo tanto, abstengámonos de perseguir títulos mundanos, para poder ganar la corona eterna. El tiempo que tenemos es demasiado corto para desperdiciarlo en vanidades mundanas. Los santos siempre contemplaron la muerte San Carlos Borromeo mantenía una calavera sobre su mesa para poder contemplar la muerte. El Beato Juvenal Ancina tenía este lema escrito en una calavera: "Lo que eres, yo fui una vez; lo que soy, tú serás". El Venerable César Baronio escribió: "¡Recordad la muerte!" sobre su anillo. Verdadero significado de "autocuidado" El cuidado personal no se trata de mimarnos con una variedad de delicias, ropa, diversiones y disfrutes sensuales del mundo. El verdadero amor por el cuerpo consiste en tratarlo con rigor, en negarle todos los placeres que puedan conducirle a la infelicidad y a la miseria eternas. Visitemos el cementerio a menudo Hay que ir allí no sólo a rezar por los muertos, sino como dice San Crisóstomo: “Hay que ir a la tumba a contemplar el polvo, las cenizas, los gusanos... y suspirar”. El cadáver primero se vuelve amarillo y luego negro. Después el cuerpo se cubre con un moho blanco y repugnante. Luego forma una baba pegajosa que atrae a los gusanos que se alimentan de la carne. Los gusanos, después de haber consumido toda la carne, se devoran unos a otros. Al final no queda más que un esqueleto fétido que con el tiempo se desmorona. He aquí lo que es el hombre: es un poco de polvo en el suelo de la trilla, que se lleva el viento. Ese 'mañana' para confesarse quizás nunca llegue ¿Qué pasa si hoy es mi último día en la tierra? Si cometo un pecado hoy y decido reconciliarme con Dios mañana, ¿qué sería de mí en la eternidad?, ¿cuántas almas pobres y difuntas podrían haber pasado por episodios tan lamentables? Una vez San Camilo de Lellis comentó: “Si todos estos cadáveres pudieran volver a la vida, ¿qué no harían para obtener la vida eterna?” Tú y yo tenemos la oportunidad de hacer cambios: ¿Qué estamos haciendo por nuestras almas? Nuestra vida actual es una guerra continua con el infierno, en el que estamos en constante peligro de perder nuestras almas. ¿Qué pasaría si ahora estuviéramos al borde de la muerte? ¿No le pediríamos a Dios que nos concediera un mes más o una semana más para que nuestra conciencia estuviera limpia ante su vista? Pero Dios, en su gran misericordia, nos está dando ese tiempo AHORA. Seamos agradecidos con Él, tratemos de expiar los pecados cometidos y utilicemos todos los medios para encontrarnos en estado de gracia. Cuando llegue la Hermana Muerte, no habrá tiempo para expiar los pecados pasados, porque ella vendrá cantando: “Date prisa, ya casi es hora de dejar el mundo; apresúrate, lo hecho, hecho está”.
By: Suja Vithayathil
MoreLos regalos son parte integral de la Navidad, pero ¿nos damos cuenta del valor del regalo que nos han dado tan generosamente? Una mañana de diciembre me despertó la exuberante proclamación de mi hijo Timmy: “¡Mamá! ¿Adivina qué? (su forma de expresar una invitación a responder, sin necesidad de esperar). Estaba rebosante de la necesidad de impartir información urgente... ¡lo antes posible! Al ver mis párpados abiertos, gritó con alegría: "¡Santa me trajo una bicicleta y TÚ una bicicleta!". La verdad, por supuesto, era que la bicicleta más grande era para su hermana mayor, pero como puedes imaginar, en realidad esa era información irrelevante; lo que realmente importaba era que Timmy estaba cumpliendo el mayor deseo de su corazón: ¡una bicicleta nueva! Se acerca rápidamente la temporada que hace que muchos de nosotros hagamos una pausa y nos quedemos con nostalgia en los recuerdos del pasado. Hay algo en la Navidad que nos remonta a aquellos tiempos de la niñez cuando la vida era sencilla y nuestra felicidad se basaba en que los deseos de nuestro corazón se cumplieran al abrir los regalos debajo del árbol. Cambiar la lente Como cualquier padre sabe, tener un hijo cambia por completo nuestra perspectiva de que la vida se centra en lo que es importante para nosotros, ya que al ser papás lo más importante es satisfacer las necesidades y, a menudo, los deseos de nuestro hijo. ¡Es casi como si desempolvaramos con cautela nuestro propio visor de juguete (view-master) y se lo entregáramos, libre y felizmente, a nuestra descendencia sin pensarlo. Para aquellos de ustedes que tuvieron la suerte de abrir uno de esos juguetes la mañana de navidad, recordarán que venía con un delgado carrete de cartón que contenía pares de pequeñas fotografías Kodachrome que, cuando se veían a través del aparato, creaban la ilusión de escenas tridimensionales. Una vez que un niño llega a nuestra familia, vemos todo no sólo a través de nuestros propios lentes sino también a través de los de ellos. Nuestro mundo se expande y recordamos, y de alguna manera revivimos la inocencia de la infancia que dejamos atrás hace mucho tiempo. No todo el mundo tiene una infancia segura y sin preocupaciones, pero muchos tienen la suerte de recordar lo bueno de sus vidas, mientras que las dificultades que experimentamos al crecer desaparecen con el tiempo. Aun así, aquello en lo que nos centramos repetidamente dará forma a la manera en que, en última instancia, viviremos nuestras vidas. Quizás por eso se dice: “¡Nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz!” Sin embargo, lo que esto requiere es intención y práctica, especialmente a través de opciones como expresar gratitud. La mirada repetida a través de un visor de juguete, que una vez amplió el paisaje de nuestros pequeños mundos, nos llevó a reconocer la belleza, los colores y las diferentes dimensiones en las imágenes dentro de nuestro campo de visión. De la misma manera, una práctica habitual y frecuente de la gratitud puede llevarnos a ver la vida con perspectivas de oportunidades, sanación y perdón, en lugar de una serie de decepciones, heridas y ofensas. Los investigadores en el campo de las ciencias sociales, que examinan y observan cómo los individuos interactúan y se comportan entre sí, han llegado a la conclusión de que las prácticas de gratitud son psicológicamente útiles. “Agradecer a los demás, agradecernos a nosotros mismos, a la Madre Naturaleza o al Todopoderoso: la gratitud en cualquier forma puede iluminar la mente y hacernos sentir más felices. Todo esto tiene un efecto curativo en nosotros” (Russell & Fosha, 2008). Un sabio proverbio dice: “La gratitud puede transformar los días comunes en acción de gracias, convertir los trabajos rutinarios en alegría y convertir las oportunidades ordinarias en bendiciones”. Regalo intacto Reflexionar sobre el pasado conduce al recuerdo. Enfocarnos en las cosas que debimos haber agradecido, nos revela las bendiciones que no pudimos comprender en nuestra juventud... es decir, ¡hasta que podamos recibir el regalo de un visor de juguete alguna navidad! En verdad a todos nos han regalado uno, pero no todos han abierto el suyo. Un regalo que yace debajo del árbol puede permanecer allí mientras que las manos extendidas recogen con entusiasmo otros obsequios coronados con lazos de colores. ¿La renuencia del destinatario a seleccionar un paquete en particular se basó en los tonos apagados del envoltorio liso?, ¿quizás la falta de cintas rizadas y etiquetas de regalo? El visor de juguete nos abriría a nuevas maneras de “ver”, traería nuevas aventuras y cambiaría el mundo de quien lo abriera, pero ese reconocimiento requiere receptividad por parte de quien recibe el regalo. Y cuando otra persona presenta un regalo de una manera que no invita a la curiosidad, es probable que permanezca intacto. Aquellos que han estado anhelando un visor de juguete, que lo buscan activamente debajo del árbol, que pueden confiar en que hay algo mejor debajo del simple exterior, no se sentirán decepcionados. Saben que los mejores regalos a menudo llegan inesperadamente y, una vez abiertos, su aprecio aumenta a medida que se reconoce su valor. Con el tiempo, a medida que se dedica más tiempo a explorar las múltiples facetas del regalo, el tesoro se convierte en una parte apreciada de la vida del receptor. ¡Es hora de desenvolverse! Hace mucho tiempo hubo un grupo de personas que esperaban recibir lo que se les había prometido durante años. Anhelándolo, vivían con la anticipación de que algún día lo recibirían. Cuando llegó el momento de que se cumpliera esta promesa, pudieron encontrarla envuelta en una tela común y corriente; pero era tan pequeña que en la oscuridad de la noche, sólo unos pocos pastores supieron de su llegada. Cuando la luz empezó a crecer, algunas personas intentaron bloquearla, pero las sombras daban evidencia de la influencia de esta luz. Recordemos el valor de volver a ser niños; muchas personas comenzaron a caminar con esta luz que iluminaba su camino. Con mayor claridad y visión, el significado y el propósito comenzaron a enmarcar su vida diaria. Maravillados y llenos de asombro, su comprensión se profundizó. Desde entonces, durante generaciones, la devoción de numerosas personas se ha fortalecido con el recuerdo de haber recibido la Palabra prometida que se hizo carne. La comprensión de lo que se les había dado lo cambió todo. Que en esta Navidad recibas el deseo de tu corazón, como lo recibió mi hijo hace muchos años. Cuando nuestros ojos se abren, nosotros también podemos exclamar: "¿Sabes qué?" ¡Dios me trajo un "maravilloso consejero", y a ti, el "Príncipe de Paz!" Si has desenvuelto este precioso regalo, sabrás la satisfacción y el gozo que sigue. Responder con gratitud nos hace querer que otros experimenten lo que hemos recibido. Una consideración cuidadosa de cómo presentamos lo que ahora queremos regalar, aumenta la probabilidad de que se abra el regalo. ¿Cómo entregaré el tesoro que he descubierto?, ¿lo envolveré de amor?, ¿lo cubriré de alegría?, ¿lo envolveré en un corazón pacífico?, ¿lo cubriré de paciencia?, ¿lo envolveré con bondad?, ¿lo empacaré con generosidad?, ¿lo protegeré mediante la fidelidad?, ¿lo manejaré con gentileza? Si el destinatario aún no está listo para abrir este regalo, quizá se pueda considerar el último fruto del Espíritu Santo, ¿podríamos entonces optar por proteger nuestro tesoro en el dominio propio?
By: Karen Eberts
MoreLo único en lo que podía pensar día y noche, era que necesitaba vengarse de aquellos que lo pusieron tras las rejas. Mi familia emigró a Estados Unidos desde Irak cuando yo tenía 11 años; abrimos una tienda de comestibles y todos trabajamos duro para que tuviera éxito. Era un entorno difícil para crecer; nunca quise que se me percibiera como un debilucho, así que no dejaba que nadie me humillara. Aunque iba a la iglesia regularmente con mi familia y servía en el altar, mis verdaderos dioses eran el dinero y el éxito. Por ese motivo mi familia ese alegró cuando me casé a los 19 años, pues con ello esperaban que sentara cabeza. Me convertí en un exitoso hombre de negocios haciéndome cargo de la tienda familiar de comestibles. Pensé que era invencible y que podía salirme con la mía, especialmente cuando sobreviví a los disparos de mis rivales. Cuando otro grupo caldeo abrió su propio supermercado cerca, la competencia se volvió feroz; no solo nos estábamos subestimando el uno al otro, estábamos cometiendo delitos para sacarnos el uno al otro del negocio. Provoqué un incendio en su tienda, pero su seguro pagó la reparación; luego les envié una bomba de tiempo, y ellos mandaron gente a matarme. Estaba furioso y decidí vengarme de una vez por todas: iba a matarlos; mi esposa me rogó que no lo hiciera, pero cargué un camión de 14 pies con gasolina y dinamita y lo conduje hacia su edificio; cuando encendí la mecha, todo el camión se incendió de inmediato, quedé atrapado en las llamas y justo antes de que el camión explotara, salté y rodé por la nieve; no podía ver, mi cara, mis manos y mi oreja derecha se derritieron. Me escapé por la calle y me llevaron al hospital; la policía vino a interrogarme, pero mi abogado me dijo que no me preocupara. Sin embargo, en el último minuto todo cambió; así que me fui a Irak y mi esposa y mis hijos me siguieron. Después de siete meses, regresé silenciosamente a San Diego para ver a mis padres, pero todavía quería ajustar cuentas con mis enemigos, así que los problemas comenzaron de nuevo. Locas visitas El FBI allanó la casa de mi mamá; aunque escapé justo a tiempo tuve que abandonar el país de nuevo. Como los negocios iban bien en Irak, decidí no volver a Estados Unidos; luego, mi abogado me llamó y me dijo que, si me entregaba, haría un trato para conseguirme una sentencia de solo 5 a 8 años; regresé, pero me enviaron a la cárcel por 60 a 90 años. En la apelación, el tiempo se redujo de 15 a 40 años, lo que todavía parecía una eternidad. A medida que pasaba de prisión en prisión, mi reputación de persona violenta me precedía. A menudo me metía en peleas con otros reclusos y la gente me tenía miedo; todavía solía ir a la iglesia, pero estaba lleno de ira y obsesionado con la venganza. Tenía una imagen grabada en mi mente, de entrar en la tienda de mi rival, enmascarado, disparando a todos en la tienda y saliendo; no podía soportar que estuvieran libres mientras yo estaba tras las rejas. Mis hijos crecían sin mi presencia y mi esposa ya se había divorciado de mí. En mi sexta prisión en diez años, conocí a estos voluntarios locos y santos; trece de ellos que venían todas las semanas con sacerdotes; estaban entusiasmados con Jesús todo el tiempo. Hablaban en lenguas y hablaban de milagros y sanaciones; pensé que estaban locos, pero les agradecí que vinieran. El diácono Ed y su esposa Bárbara habían estado haciendo esto durante trece años; un día, el diácono me preguntó: "Tom, ¿cómo es tu caminar con Jesús?" Le dije que era genial, pero que solo había una cosa que quería hacer, mientras me alejaba; me llamo de regreso y me preguntó: "¿Estás hablando de vengarte?". Le dije que simplemente lo llamaba "desquitarme". Él dijo: "Realmente no sabes lo que significa ser un buen cristiano, ¿verdad?" Me dijo que ser un buen cristiano no solo significaba adorar a Jesús, sino que significaba amar al Señor y hacer todo lo que Jesús hacía, incluyendo perdonar a los enemigos. "Bueno", dije, "ese era Jesús, es fácil para Él, pero no para mí". El diácono Ed me pidió que orara todos los días: "Señor Jesús, quita de mí esta ira, te pido que te interpongas entre mis enemigos y yo, te pido que me ayudes a perdonarlos y a bendecirlos". ¿Bendecir a mis enemigos? ¡No es posible! Pero sus repetidas lecciones de alguna manera tuvieron efecto en mi y, a partir de ese día, comencé a orar por el perdón y la sanación. Alzando una plegaria Durante mucho tiempo no pasó nada, pero un día, mientras pasaba de un canal a otro, vi un predicador en la televisión que decía: "¿Conoces a Jesús? ¿O solo eres un asistente más a la iglesia?" Sentí que me estaba hablando directamente a mí; a las 10 de la noche. Al apagarse la luz de la celda, como de costumbre me senté en mi litera y le dije a Jesús: "Señor, en toda mi vida nunca te conocí, lo tenía todo, ahora no tengo nada; toma mi vida, te la doy, a partir de ahora, úsala para lo que quieras, probablemente harás un mejor trabajo que el que yo hice con ella". Después de la plegaria me uní al estudio de la Biblia y me uní al grupo de vida en el Espíritu. Un día, durante el estudio de las Escrituras, tuve una visión de Jesús en su esplendorosa gloria, y una especie de láser que bajaba del cielo me llenó del amor de Dios. Las Escrituras me hablaron y descubrí mi propósito: El Señor comenzó a hablarme en sueños y me reveló cosas que estaban viviendo algunas personas, que nunca habían compartido con nadie; empecé a llamarlos desde la cárcel para hablar de lo que el Señor me había dicho, y les prometí orar por ellos. Más tarde, escucharía sobre cómo habían experimentado la sanación en sus vidas. En una misión Cuando me trasladaron a otra prisión, no tenían un servicio católico, así que inicié uno y comencé a predicar el Evangelio allí. Empezamos con 11 miembros, crecimos a 58 y se fueron uniendo más. Los reclusos estaban siendo sanados de las heridas que los habían tenido encarcelados incluso antes de entrar en prisión. Después de 15 años, regresé a casa con una nueva misión: salvar almas y destruir al enemigo. Mis amigos llegaban a casa y me encontraban leyendo las Escrituras durante horas; no podían entender lo que me había pasado; les dije que el viejo Tom había muerto, yo era una nueva creación en Cristo Jesús, orgulloso de ser su seguidor. Perdí muchos amigos, pero gané muchos hermanos y hermanas en Cristo. Quería trabajar con los jóvenes, entregarlos a Jesús para que no terminaran muertos o en la cárcel. Mis primos pensaron que me había vuelto loco y le dijeron a mi madre que lo superaría muy pronto; pero luego me reuní con el obispo, quien dio su aprobación, y encontré a un sacerdote, el padre Caleb, que estaba dispuesto a trabajar conmigo en este apostolado. Antes de ir a la cárcel, tenía mucho dinero, tenía popularidad y todo tenía que ser a mi manera; era un controlador. En mis viejos tiempos de crimen, todo se trataba de mí; pero después de conocer a Jesús, me di cuenta de que comparado con Él todo en el mundo era basura; ahora, todo giraba en torno a Jesús, que vive en mí, Él me impulsa a hacer todas las cosas, y no puedo hacer nada sin Él. Escribí un libro sobre mis experiencias para dar esperanza a la gente; no solo a las personas en prisión, sino a cualquiera que esté encadenado a sus pecados. Siempre vamos a tener problemas, pero con su ayuda podemos superar todos los obstáculos de la vida; es solo a través de Cristo que podemos encontrar la verdadera libertad. Mi Salvador vive, está vivo. ¡Bendito sea el Nombre del Señor!
By: Tom Naemi
MoreEl padre Jerzy regresaba a Varsovia después de ofrecer la misa. Tres agentes de los servicios de seguridad detuvieron el coche, se llevaron las llaves del vehículo y lo sacaron a rastras. Los oficiales lo golpearon brutalmente, lo encerraron en el maletero del auto y se fueron a toda velocidad con él adentro. El conductor corrió a la iglesia local para informar a las autoridades del incidente. Mientras tanto, Jerzy comenzó a gritar y casi logra abrir el maletero. Al percibir el peligro, los hombres detuvieron inmediatamente el coche para cerrar el maletero, pero él escapó y corrió hacia el bosque. Lo siguieron y finalmente lo atraparon, luego se dirigieron al embalse del río Vístula, donde ataron a Jerzy de una manera segura, le metieron ropa en la boca y le taparon la nariz. Después de atarle las piernas a un saco de piedras, lo arrojaron al embalse. Este fue el segundo atentado contra su vida en seis días. Este sacerdote polaco fue ordenado el 28 de mayo de 1972, en pleno régimen comunista. En la imagen de su primera misa podían leerse las memorables palabras: "Dios me envía a predicar el Evangelio y a curar las heridas de los corazones adoloridos". Su vida sacerdotal fue testimonio de estas palabras. Apoyó a los oprimidos y predicó sermones que interpretaban las dolorosas situaciones políticas existentes a través del prisma del Evangelio, convirtiéndose pronto en uno de los principales objetivos del gobierno. Los interrogatorios, las acusaciones falsas y los arrestos ocurrieron en numerosas ocasiones; pero incluso en su último sermón, su llamado fue a "orar para que estemos libres del miedo, la intimidación y, sobre todo, la sed de venganza y violencia". ¡Y con esto, caminó valientemente hacia su martirio, sin miedo ni ira! Diez días después del incidente, el 29 de octubre, su cuerpo apenas reconocible fue recuperado del río. El 2 de noviembre, cuando este joven guerrero fue finalmente enterrado, alrededor de 800 mil personas acudieron a despedirse de él. Fue beatificado solemnemente en presencia de su madre de 100 años en 2010, y recordado como "un sacerdote que respondió a las mociones que recibió de Dios, y que durante años, maduró para su martirio". Que este mártir, que plantó firmemente el catolicismo en su patria, nos inspire a estar encendidos por el Reino de Dios, no solo en la muerte, sino también en la vida.
By: Shalom Tidings
MoreLa navidad se acerca con el recordatorio de conseguir regalos para todos, ¿pero es realmente el regalo lo que importa? Hace algunos años, mientras buscaba ejemplares en una tienda de libros cristianos con mi novio de aquel entonces, nuestra mirada se detuvo al mismo tiempo en una imagen en particular. Era grande, una colorida representación de Jesús, titulada “El Cristo que ríe”; con la cabeza ligeramente echada hacia atrás, algo despeinado, con su cabello castaño oscuro enmarcado por unos ojos entrecerrados, ¡destellando alegría! ¡Fue verdaderamente encantador! Nos encontramos mirando la sonrisa ligeramente angulada de aquel hombre de atractiva mirada. Oh, ¡tan contagioso!, ¡tan cercano!, ¡tan atrayente! Al mirarnos uno al otro desde este sentimiento común, compartimos la alegría que ambos experimentamos al descubrir esta imagen tan única de la persona a quien habíamos llegado a conocer y en quien confiábamos desde hacía un par de años. Ambos crecimos con figuras y pinturas de Jesús en nuestras casas, pero Él siempre había sido representado serio, y de alguna manera distante a la vida tal como nosotros la conocemos. Aunque ambos creímos siempre que la persona que veíamos en esas imágenes había verdaderamente vivido en esta tierra, e incluso orábamos cuando necesitábamos algo, recientemente nuestra fe se había convertido en algo muy real… incluso, vivo. La impresión de este artista reflejaba a quién nosotros habíamos descubierto como Señor en nuestras vidas: alguien con quien podíamos compartir la vida, alguien que nos amaba de una manera que nunca antes habíamos conocido, alguien que se mostraba a nosotros cuando orábamos. Como resultado, nuestra comprensión de Dios pasó de ser un entendimiento intelectual de su existencia, a una nueva experiencia de amistad, de una manera viva, comunicativa y maravillosa; nuestro verdadero mejor amigo. Aún tiempo después de habaer salido de la tienda, nuestra emocionante conversación sobre esa representación de Jesús, continuaba. Había capturado cada uno de nuestros corazones; sin embargo, ninguno de los dos tuvo la intención de comprarlo. Tan pronto como llegué a mi casa supe que debía volver y comprar ese cuadro. Algunos días más tarde, simplemente lo hice; entonces lo envolví cuidadosamente, y esperé ansiosa la llegada de la navidad. Un regalo de honor Los días pasaron, hasta que finalmente llegó la víspera de la Navidad. Con villancicos sonando de fondo, nos sentamos en el piso cerca del pequeño árbol artificial que mi mamá me había regalado. Al entregarle el regalo a mi amado, esperé expectante escuchar su agradecimiento mientras veía el nuevo reloj de pulsera que yo había colocado en la pata del perrito de peluche que hábilmente entregaría el reloj. Un “gracias” a manera de susurro fue toda la respuesta que obtuve; pero no me preocupé, ese no era el regalo que yo sabía que sería perfecto. Pero primero, yo tendría que abrir el regalo que él me dio. Al tomarlo, me sentí un poco desconcertada. Era grande, rectangular y plano. al comenzar a abrirlo, e ir retirando la envoltura del regalo, repentinamente vi… ¡mi cuadro! ¿El mismo que yo en secreto compré para él? Así es, ahí estaba “El Cristo que ríe”. Era la pintura que me había encantado, pero en lugar de sentirme emocionada, me sentía decepcionada; se suponía que este debería ser su regalo, el que yo sabía, era exactamente lo que él quería. Traté de esconder mi decepción, dándole a él un beso para expresarle mi agradecimiento. Entonces saqué el regalo que yo cuidadosamente había envuelto y que había escondido detrás del árbol y se lo di al objeto de mi amor. Él lo abrió rompiendo el papel rápidamente, revelando el contenido del paquete. Su cara parecía feliz… ¿no? ¿O estaba un poco abatido... como me podría haber visto yo si no me hubiese esforzado para ocultarle mi decepción cuando fue mi turno de abrir el regalo? Por supuesto que ambos dijimos las palabras correctas, sin embargo, de alguna manera sentíamos que el regalo que recibimos del otro no estuvo ni cerca de lo grandioso que nosotros esperábamos que fuera. Era la entrega de ese regalo lo que ambos esperábamos con tanta anticipación. Reflejaba al Cristo que ambos habíamos experimentado y nuestro deseo era compartir a quién habíamos llegado a conocer. Ahí fue donde se encontraba la alegría, no en que se cumplieran nuestros propios deseos, sino en satisfacer los deseos del otro. Con el tiempo, mi relación con ese joven terminó. Aunque fue doloroso, la alegre imagen de Jesús continúa colocada en un lugar de honor en mi pared. Ahora, es mucho más que solo una representación, mucho más que sólo un hombre. Permanece como un recordatorio de aquel que nunca me abandonará, de aquel con quien siempre estaré en una relación, de aquel que ha enjugado mis lágrimas en incontables ocasiones a través de los años; pero más que eso, de aquel que siempre será en mi vida un motivo de alegría. Después de todo, Él es mi vida. Esos ojos arrugados se encuentraron con los míos, y entonces esa sonrisa cautivadora me invitó a levantar las comisuras de mis labios, y así… me reí junto a mi mejor amigo.
By: Karen Eberts
MoreNo conocía su idioma ni su dolor emocional... ¿Cómo podría conectarme con ellos? El jueves 22 de febrero de 2024 es un día que nunca olvidaré. A las 05:15 a. m., junto con varios hermanos de los Servicios Sociales Católicos, esperé la llegada de 333 refugiados de Etiopía, Eritrea, Somalia y Uganda. La compañía aérea Egyptian Airlines se encargó de llevarlos desde Entebbe, Uganda, a El Cairo, Egipto, y finalmente a su punto de entrada en Canadá: Edmonton. De repente, las puertas del otro extremo se abrieron y los pasajeros comenzaron a caminar hacia nosotros. Como no sabía hablar sus idiomas, me sentí extremadamente vulnerable. ¿Cómo podría yo, una simple persona normal que nunca ha pasado un momento en un campo de refugiados, comprender y saludar a estos hermanos y hermanas exhaustos, esperanzados y aprensivos, de una manera que les dijera: "Bienvenidos a su nuevo hogar"...? Le pregunté a uno de mis hermanos que habla cinco idiomas: “¿Qué puedo decir?” “Solo digan: Salam, eso será suficiente”. Cuando se acercaron, comencé a decir: “Salam” mientras sonreía con los ojos. Noté que muchos se inclinaban y se ponían la mano sobre el corazón. Comencé a hacer lo mismo. Cuando se acercó una familia joven con 2 a 5 niños, me agaché a su altura y les ofrecí el signo de la paz. Inmediatamente respondieron con una gran sonrisa, devolvieron el signo de la paz, corrieron hacia mí, me miraron con sus hermosos ojos castaños y me abrazaron. Incluso mientras comparto estos preciosos momentos, me conmuevo hasta las lágrimas. No se necesita un idioma para comunicar amor. “El idioma del Espíritu es el idioma del corazón”. Extendiendo una mano Después de que todos estuvieron en fila en la sala de aduanas, nuestro equipo bajó las escaleras y comenzó a repartir botellas de agua, barras de granola y naranjas. Noté que una mujer musulmana mayor, de unos 50 a 55 años, se inclinaba sobre su carrito, tratando de empujarlo. Fui a saludarla con un “Salam” y sonreí. Con gestos, traté de preguntarle si podía ayudarla a empujar su carrito. Ella negó con la cabeza: “No”. Seis horas después, fuera de la aduana, había gente sentada en diferentes zonas acordonadas; sólo 85 permanecerían en Edmonton y esperaban a que sus familiares o amigos los recibieran y los llevaran a casa. Algunos subirían a un autobús para ir a otras ciudades o pueblos, y otros pasarían la noche en un hotel y volarían a su destino final al día siguiente. A los que iban a viajar en autobús a otras ciudades de Alberta, les esperaba un viaje de cuatro a siete horas. Descubrí que la anciana musulmana que había visto en la aduana iba a volar a Calgary al día siguiente. La miré y sonreí, y todo su rostro estaba radiante. Cuando me acerqué a ella, dijo en un inglés vacilante: “Me amas”. Tomé sus manos entre las mías, la miré a los ojos y dije: “Sí, te amo y Dios/Alá te ama”. La joven que estaba a su lado, que entendí, era su hija, me dijo: “Gracias. Ahora mi mamá está feliz”. Con lágrimas en los ojos, el corazón lleno de alegría y los pies muy cansados, salí del Aeropuerto Internacional de Edmonton, profundamente agradecida por una de las experiencias más hermosas de mi vida. Puede que nunca más me vuelva a encontrar con ella, pero sé con absoluta certeza que nuestro Dios, que es la encarnación del amor tierno y compasivo, se hizo visible y tangible para mí a través de mi hermosa hermana musulmana. En 2023, hubo 36,4 millones de refugiados que buscaban una nueva patria y 110 millones de personas desplazadas a causa de la guerra, la sequía, el cambio climático y más. Día tras día, escuchamos comentarios como: “Construyan muros”, “cierren las fronteras” y “nos están robando el trabajo”. Espero que mi historia ayude, de alguna manera, a que la gente comprenda mejor la escena de Mateo 25. “Los justos preguntaron a Jesús: «¿Cuándo Señor, Dios, hicimos todo esto por ti?» Y Él respondió: «Cada vez que lo hicisteis a uno de estos pequeños míos, a mí lo hicisteis»”.
By: Mary Clare
MoreLa cruz del día a día se hacía cada vez más pesada, ¡pero la misericordia del Señor nunca falló a esta familia! Di a luz a mi primogénita hace diez años, ¡y estábamos muy contentos! Todavía recuerdo ese día; estábamos muy felices de saber que era una niña. No podía agradecerle lo suficiente al Señor por sus bendiciones sobre mi familia. Como toda madre, soñaba con comprar lindos vestidos, pinzas y zapatos tejidos para mi pequeña princesa. La llamamos "Athalie", que significa "Dios es exaltado". Estábamos alabando a Dios por el hermoso regalo que le dio a nuestra familia; nuestra pequeña. Aún no sabíamos que nuestra alegría pronto se convertiría en un profundo dolor; que nuestra oración de gratitud pronto sería reemplazada por peticiones de su misericordia para nuestra preciosa bebé. A los cuatro meses, se enfermó gravemente. Con múltiples convulsiones lloraba durante horas y no podía dormir ni alimentarse bien. Después de múltiples pruebas, le diagnosticaron daño cerebral. Ella también sufría de un tipo raro de epilepsia infantil grave llamada "síndrome de West", que afecta a uno de cada 4,000 niños. Golpe tras golpe El diagnóstico fue demasiado impactante y desgarrador para nosotros. No sabía cómo podría enfrentar esa tormenta. Quería que mi corazón estuviera insensible al dolor emocional que estaba atravesando. Muchas preguntas pasaron por mi mente. Este fue solo el comienzo de un largo y doloroso camino que nunca estuve preparada para emprender. Mi niña continuó sufriendo convulsiones durante casi dos años y medio. Los médicos probaron con múltiples medicamentos, dolorosas inyecciones diarias y numerosos análisis de sangre. Lloraba durante horas y todo lo que podía hacer era pedirle a Dios que tuviera misericordia de mi hija. Me sentía impotente por no poder consolar a mi pequeña de ninguna manera. La vida se sentía como un pozo profundo y oscuro de agonía y desesperación. Sus convulsiones finalmente remitieron, pero sufrió múltiples retrasos en el desarrollo. A medida que avanzaba su tratamiento, otra noticia impactante sacudió a nuestra familia. A nuestro hijo Asher, que tenía retraso en el habla y problemas de comportamiento, le diagnosticaron autismo de alto funcionamiento, con tan sólo tres años de edad. Estábamos a punto de perder la esperanza; la vida se nos hacía demasiado abrumadora como padres primerizos. Nadie podía entender ni sentir el dolor por el que pasábamos. Nos sentíamos solos y miserables. Sin embargo, este período de soledad y los dolorosos días de la maternidad me acercaron a Dios; su Palabra brindó consuelo a mi alma cansada. Sus promesas, que ahora me mostraban un significado más profundo y una comprensión más plena, me animaron. La pluma del Espíritu Fue durante esta difícil etapa de mi vida que Dios me permitió escribir blogs llenos de fe y de aliento para personas que atravesaban desafíos y sufrimientos similares a los míos. Mis artículos, nacidos de mis devociones diarias, compartían los desafíos de una paternidad especial e incluían mis experiencias de vida y mis percepciones. Dios usó mis palabras para sanar muchas almas doloridas. Estoy verdaderamente agradecida con Él por convertir mi vida en un recipiente funcional de su amor. Diría que la desesperación por la enfermedad de nuestra hija afianzó la fe de nuestra familia en Dios. Mientras mi esposo y yo nos aventuramos en este desconocido y singular camino de la paternidad, a lo único que nos aferramos fue a las promesas de Dios y a la fe en nuestros corazones, teniendo la certeza de que Dios nunca nos dejaría ni nos abandonaría. Lo que una vez había parecido un camino bastante obscuro, comenzó a transformarse en fortaleza a medida que Dios nos extendía su gracia, paz y alegría, durante la temporada más desgarradora y oscura de nuestra vida. En los momentos más solitarios, pasar tiempo a sus pies nos trajo una esperanza renovada y el coraje para seguir adelante. Oraciones contestadas Después de años de tratamiento y oraciones incesantes, las convulsiones de Athalie ahora están controladas, pero sigue teniendo una forma grave de parálisis cerebral. No puede hablar, caminar, ver ni sentarse por sí sola y depende completamente de mí. Hoy en día, tras mudarnos recientemente de la India a Canadá, nuestra familia está recibiendo el mejor tratamiento. Una mejora sustancial en su salud está haciendo que nuestras vidas sean más alegres. Asher está fuera del espectro autista y ha recuperado completamente el habla. Después de que muchas escuelas lo rechazaran inicialmente debido a su falta de atención, lo eduqué en casa hasta quinto grado. Aunque muestra algunos rasgos de TDAH, por la gracia de Dios, ahora está inscrito en sexto grado en una escuela cristiana privada. Es un amante de los libros que muestra un interés único en el sistema solar. Le encanta aprender sobre diferentes países, sus banderas y mapas. Aunque la vida todavía está llena de desafíos, el amor de Dios es lo que nos hace educar a nuestros hijos con amor, paciencia y bondad. Mientras continuamos abrazando la esperanza que tenemos en nuestro Señor Jesús y recorremos este camino único de ser padres con necesidades especiales, podemos ver que hay momentos en los que recibimos respuestas a nuestras oraciones de manera inmediata, y nuestra fe obra y produce resultados. En esos momentos, la fuerza y el poder de Dios se revelan en lo que Él hace por nosotros: la respuesta segura a nuestras oraciones. En otras ocasiones, su fuerza sigue brillando a través de nosotros, permitiéndonos soportar nuestro dolor con valentía, permitiéndonos experimentar su amorosa misericordia en nuestras dificultades, mostrándonos su poder en nuestras debilidades, enseñándonos a desarrollar la capacidad y la sabiduría para dar los pasos correctos hacia adelante, dándonos la gracia para contar historias sobre su fortaleza y animándonos a ser testigos de su luz y su esperanza en medio de nuestros desafíos, en medio de nuestra cruz de cada día.
By: Elizabeth Livingston
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