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Abr 18, 2020 1280 0 Reshma Thomas
Encuentro

Gozo en el Sufrimiento

Mejor No Ser un Santo?!

Una vez conocí a una mamá angustiada que sufría debido a sus problemas económicos, la incertidumbre acerca del de sus hijos y todos los apuros que la atormentaban. Con la esperanza que la Palabra de Dios no se perdiera en ella, le dije “La mano del Señor no se ha acortado para salvar; ni Su oído se ha endurecido para oír.” Para motivarla a que le entrege todas sus preocupaciones a las manos de Dios, le pedí que orara aún más. Le aconseje que reconociera sus fallas, ya que esto prepara el para que Dios llegue a nuestros corazones y nos acerque más a Él.

Estas palabras parecían aliviarla, pero después de cierto tiempo me hizo una pregunta sorprendente: “Siento que cuando nos acercamos más a Dios, el sufrimiento aumenta. Para evitar esos sufrimientos y dificultades, ¿no sería mejor no orar tanto?” Me quedé perpleja. ¿Es eso cierto? Recordé todos los santos y sus vidas de santidad. Muchos de ellos soportaron dificultades severas. Esto me recuerda a situación de un colega quien intentó inspirar a sus hijos con historias de grandes santos. Cada noche, comenzando con los apóstoles, les narraba con gran entusiasmo la historia de sus virtudes heroicas y fuertes. Al final de la semana, su hija mayor dijo bruscamente: “¿Ser santo incluye mucho sufrimiento y una muerte dolorosa? ¡Entonces es mejor que yo no sea santa!”

Hacerlo o Morir

San Pedro, la roca sobre la cual la iglesia fue edificada, recibió la cruz del martirio cuando fue clavado a la cruz con su cabeza hacia el piso y sus pies levantados. Simón, el Zelote, con frecuencia es representado con una sierra, porque hay una tradición que dice que él fue cortado a la mitad, y de esa manera fue martirizado. La mayoría de los apóstoles fueron crucificados, excepto San Juan, quien sobrevivió milagrosamente después de haber sido envenenado y hundido en aceite hirviendo. ¿Hay algún santo que se te venga a mente quien no haya sufrido?

¿Todavía te atreves a tener una vida fuertemente basada en la fe? ¿el hecho de que uno debe cargar con la cruz te atemoriza y te evita desarrollar una vida espiritual más profunda? ¡Anímate! Jesús ya te ha dado la respuesta.

Una vida sin cruces es más bien como un cuento de hadas. Cuando esquivo una, otra más fuerte se me aparece. Esto no está reservado solo para los fieles. Todos, sin importar clase, credo o religión, somos confrontados por estas dificultades, ¡Incluso los agnósticos y ateos! Religiosos o no, las personas pasan por adversidades en la vida. ¿cuál es la diferencia cuando los fieles sufren?

Cuando medito en la pasión y muerte de Cristo, mi mente con frecuencia se piensa en la película, “La Pasión de Cristo.” Aquí están algunas de las maneras en que sus escenas han tocado mi corazón.

Cuando Abrazas la Cruz…

Después de la Confesión, con frecuencia siento una dulce sensación. Mi corazón se levanta tan ligera como una pluma de ave, y siento flotar cuando regreso a la banca para rezar mi penitencia y tomar mis resoluciones. Extrañamente, en una ocasión tuve una experiencia opuesta. En vez de una sensación ligera y favorable, me sentí agobiada por una pesadez, y agotada de energía. El simple pensamiento de hacer tareas domésticas y necesarias me agobiaba. Viendo directamente al tabernáculo, cerré mis ojos y le entregué todo a Jesús. De repente, sentí como si sangre estuviera cayendo sobre mi y lavandome completamente. Cuando abrí mis ojos, claramente escuché las palabras, “Toma mi cruz… sígueme.”

Jesús nos está invitando a ti y a mi a abrazar la cruz de la vida en amor a Él. En “La Pasión de Cristo,” cuando Jesús es forzado a cargar con la cruz, Él primero la abrazó y la besó, a pesar de la burla de los soldados. Este me recuerda que debo tomar las dificultades con alegría. En ese momento, yo estaba profundamente fortalecida para ser alegre aun cuando todo parece estar mal a mi alrededor. Cuando verdaderamente aceptemos la cruz, nada será demasiado pesado o difícil de enfrentar, porque Él la cargara con nosotros.

Obligada a Cargar con la Cruz

Después del nacimiento de mi hijo, tuve un tiempo agotador alimentándose. Cada vez que intentaba alimentarlo era tan doloroso que tenía que agarrar el brazo de la silla. Lloré, pero aún así soporté el tormento para llenar su pequeño estómago. No fue fácil. Justo cuando pensé que era intolerable, la imagen de Jesús en la cruz se me vino a la mente. Le grité, suplicándole que cargara esta agonía conmigo. Todo mi dolor repentinamente se volvió soportable. Aun lo podía sentir, pero la gracia de Dios me ayudó a aguantarlo.

Cuando le pidieron a Simón el Cireneo que cargara la cruz, él se pudo haber sentido ofendido, o hasta amargado al principio, por la cruz que fue obligado a cargar. Él era simplemente un hombre en camino hacia algo más cuando los soldados lo sacaron de su oscuridad a la quinta estación del Vía Crucis. Al final de la breve jornada de Simon con Jesús, él fue cambiado para siempre. En la película, Jesús cae mientras cargan con la cruz en el camino a Golgota. Simon rapidamente lo levanta y le dice,“¡Ya casi llegamos! ¡Ya casi terminamos!” Siempre me parte el corazón ver a Jesús volviendo su mirada hacia él.

Simon se sintió obligado a continuar con Jesús, a terminar. De igual manera, cuando nosotros nos quejamos de nuestros sufrimientos, ¿de verdad vemos a Jesús sosteniendonos y cargando todo el peso de nuestros pecados sobre Sus hombros? En vestiduras cubiertas de sangre, El teje el camino y nos acompaña, sin importar que tan mal estén las cosas. Cuando Simón terminó su jornada a la cumbre del Calvario, se quedó como testigo de la pasión y muerte de Cristo en la cruz, lo cual le trajo el don de la vida eterna.

Una Lagrimas del Cielo

En el clímax de “La Pasión de Cristo” vemos una lágrima que cae al piso después de la muerte de Jesús en la cruz. Nuestro Padre celestial nos ama tanto que entregó a su único Hijo para que nos redimiera de nuestros pecados. Tristemente, muchos se alejan de Dios en su sufrimiento, diciendo que Dios realmente no nos ama o que cómo podría enviarnos tan gran tormento para que lo soportemos. Poco nos damos cuenta de que la mayoría de las adversidades son el resultado de los pecados que cometimos, o una manera de purificarnos de incluso la más pequeña huella del pecado. El sufrimiento, una consecuencia del pecado original, tiene nuevo significado cuando lo ofrecemos a nuestro Padre celestial. Se convierte en una participación de trabajo salvador de Jesús (“Catecismo de la Iglesia Católica” 1521)

No desperdiciemos ni un solo momento, sino que defendamos valientemente a Cristo. “Ya no soy yo en que vive, sino Cristo quien vive en mi” (Galatas 2:20). Una vez le preguntaron a San Padre Pío que si uno debería pedir más sufrimientos para vivir una vida santa. Él simplemente dijo que uno debe aceptar con alegría todo lo que nos llega. Cada día tiene sus propios sufrimientos y deleites. Al aceptarlos alegremente, nosotros realmente participamos en el plan salvador de Jesus.

En las propias palabras de Santa Teresita, si nosotros podemos recoger un alfiler del piso en amor a Dios seguramente puede salvar vidas. Ofrece todos tus dolores y sufrimientos por esos que no conocen a Jesús o se han alejado de Él. Recuerda, no puedes evitar la cruz, pero al abrazarla juntos, puedes convertir tus aflicciones en alegrías. ¡Pongamos nuestros tesoros en el cielo!

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Reshma Thomas

Reshma Thomas is a wife and mother of four wonderful children. She finds great joy in doing little works for Jesus, and making known his merciful love revealed through her life-experiences. She lives with her family in Kerala, India.

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