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Hoy en la montaña, ante una gran multitud, proclamaré que no hay otro Dios sino Tú.
Esther Ahn Kim caminó lentamente hacia el santuario en la cima de la montaña, con sus estudiantes siguiéndola en silencio. La joven profesora de música sabía que cuando llegaran a aquel lugar de adoración, serían forzados a tomar una decisión que cambiaría sus vidas. Los japoneses, que habían tomado control de Corea en 1937, estaban obligando a todo el mundo a inclinarse ante el altar de su “dios sol”. El castigo para todo el que se rehusara a hacerlo sería la cárcel, torturas e incluso la muerte.
A pesar de que muchos otros cristianos habían decidido que estaría bien arrodillarse ante el ídolo solo ante la mirada de los japoneses, pero seguir rindiendo culto a Cristo en sus corazones, Esther no podía tomar tal decisión. Oró a Dios en silencio. “Hoy en la montaña, ante esta gran multitud, proclamaré que no hay otro Dios sino Tú” declaró.
Una gran multitud se había reunido, de pie y erguidos en filas, temerosos de moverse ante la mirada cruel de los policías japoneses. El corazón de Esther comenzó a latir fuertemente, aterrada por lo que estaba a punto de hacer. Una sensación de intranquilidad la sobrecogió, y silenciosamente oró el Padre Nuestro, una y otra vez. “Señor” oraba ella, “¡Soy tan débil! Por favor ayúdame a hacer esto, cuídame mientras Te defiendo”
Cuando uno de los oficiales gritó “¡Inclinémonos ante Amaterasu Omikami!” todas aquellas personas se arrodillaron, inclinándose solemnemente ante el santuario. Esther fue la única que se mantuvo de pie, mirando al cielo. El miedo y la incertidumbre que se habían apoderado de ella solo hacía unos minutos se habían desvanecido. La paz había inundado su corazón. Sabía que había hecho lo que Dios quería que ella hiciera.
Su valiente forma de “levantarse” por Cristo le valió seis horrorosos años en las prisiones japonesas. Durante este tiempo, a pesar de que su cuerpo se debilitó con el sufrimiento, su alma brillaba con un amor sobrenatural por sus persecutores y compañeros de prisión.
En medio de una noche helada, Esther escuchó lo que describió como un sonido “misterioso, similar a quejidos.” Fue informada por un carcelero de que se trataba de una prisionera china de 20 años de edad, a la cual iban a ejecutar por asesinar a su esposo. Incapaz de dejar de pensar en aquella mujer, Esther pidió que trajeran a esta peligrosa prisionera a su celda. El carcelero le advirtió a Esther “Esa mujer está loca. Muerde a todo el mundo”. Esther, aun así, insistió en que se la trajeran.
Los siguientes días fueron arduos para Esther, física, emocional y espiritualmente. Le cedió su escasa ración de comida a esta mujer, que estaba sucia y desequilibrada mentalmente. En vez de despreciarla, como todos los demás, Esther oró por ella sin descanso, sacrificando su propia comodidad para alcanzar el corazón de la asesina. Con el tiempo, fue capaz de compartir el amor de Cristo con su nueva amiga. Los demás prisioneros estaban impactados al ver la transformación de aquella mujer.
Cuando esta joven mujer fue llevada a su ejecución, los ojos de Esther se llenaron de lágrimas, cuando la vio caminar hacia su verdugo “… como si estuviera presurosa a encontrarse con Jesucristo”. Como Esther decidió abrazar a esta ‘loca’ y ‘peligrosa’ mujer con un amor que esta nunca antes había conocido, muchos otros han seguido su increíble ejemplo de sufrir valientemente para Cristo. Al abrir sus brazos para recibirla, así como cuando había recibido al mismo Jesucristo, llevó a muchas otras personas hacia el Reino de Dios; individuos que, si no hubiese sido por Esther, jamás habrían escuchado del Evangelio.
¿Estoy yo preparado para sufrir de forma correcta por Jesucristo? En medio de nuestras comodidades, es fácil pensar “Claro, si viniera una persecución yo jamás negaría el nombre de Cristo. Claro, si me encarcelaran, permanecería fiel a mi Fe.”
Debemos preguntarnos a nosotros mismos: ¿De veras estoy “muriendo a mí mismo” diariamente, como lo hizo Esther? ¿O estoy más preocupado por proteger mis propias comodidades e intereses?
Mary Clare
Algo me hizo detenerme ese día… y todo cambió. Estaba a punto de comenzar el grupo del rosario en el asilo de ancianos donde trabajo como agente de cuidado pastoral, cuando vi a Norman, de 93 años, sentado solo en la capilla, bastante desolado. Los temblores del Parkinson parecían bastante pronunciados. Me acerqué a él y le pregunté cómo estaba. Con un encogimiento de hombros, derrotado, murmuró algo en italiano y se puso bastante lloroso. Sabía que no estaba bien. Su lenguaje corporal me resultaba muy familiar. Lo había visto en mi padre unos meses antes de que muriera: la frustración, la tristeza, la soledad, la angustia del “¿por qué tengo que seguir viviendo así?”, el dolor físico evidente por la cabeza fruncida y los ojos vidriosos... Me puse muy sentimental y no pude hablar por unos momentos. En silencio, puse mi mano sobre sus hombros asegurándole que estaba allí con él. Un mundo completamente nuevo Era la hora del té por la mañana. Sabía que para cuando lograra llegar al comedor, se perdería el servicio de té. Así que me ofrecí a prepararle una taza. Con mi mínimo italiano, pude interpretar sus preferencias. En la cocina cercana del personal, le hice una taza de té con leche y azúcar. Le advertí que estaba bastante caliente. Sonrió indicando que así le gustaba. Revolví la bebida muchas veces porque no quería que se quemara y, cuando ambos sentimos que estaba a la temperatura adecuada, se la ofrecí. Debido a su Parkinson, no podía sostener la taza con firmeza. Le aseguré que sostendría la taza; con mi mano y la suya temblorosa, sorbió el té sonriendo tan deliciosamente como si fuera la mejor bebida que hubiera tomado en su vida. ¡Terminó hasta la última gota! Sus temblores pronto cesaron y se sentó más alerta. Con su distinguida sonrisa exclamó: “¡Gracias!” Incluso se unió a los otros residentes que pronto se acercaron a la capilla y se quedó para el Rosario. Solo era una taza de té, pero significó el mundo entero para él, no solo para saciar una sed física, sino también un hambre emocional. Recordando Mientras lo ayudaba a beber su taza de té, recordé a mi padre. Los momentos en los que disfrutaba de las comidas que teníamos juntos sin prisa, sentándome con él en su lugar favorito del sofá mientras lidiaba con sus dolores de cáncer, acompañándolo en su cama, escuchando su música favorita, viendo misas de sanación juntos en línea… ¿Qué me llevó a encontrarme con Norman en su necesidad esa mañana? Seguramente no fue mi naturaleza débil y carnal. Mi plan era preparar rápidamente la capilla porque llegaba tarde. Tenía una tarea que cumplir. ¿Qué me hizo detenerme? Fue Jesús quien entronizó su gracia y misericordia en mi corazón para responder a las necesidades de alguien. En ese momento, comprendí la profundidad de la enseñanza de San Pablo: "Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí" (Gálatas 2, 20). Me pregunto si, cuando llegue a la edad de Norman y anhele un cappuccino 'con leche de almendra, medio fuerte, extra caliente', ¿alguien me hará uno con tanta misericordia y gracia también?
By: Dina Mananquil Delfino
MoreNunca me había dado cuenta del significado real de "yugo" hasta que... Esta mañana tenía una sensación de pesadez; entendí que era un claro llamado a pasar más tiempo en oración. Sabiendo que la presencia de Dios es el antídoto para todos los males, me acomodé en mi “armario de oración”, que por hoy estaba ubicado en mi porche delantero. Sola, excepto por el canto de los pájaros y una brisa tranquila que se filtraba entre los árboles, descansé con los sonidos de la suave música de adoración que provenía de mi celular. A menudo he experimentado la libertad que proviene de apartar la vista de mí misma, de mis relaciones o de las preocupaciones del mundo. Dirigir mi atención a Dios me recordó el versículo del Salmo 22: “Pero tú eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel” (3). En efecto, Dios habita en las alabanzas de su pueblo. Comencé a sentirme centrada una vez más, libre de las cargas que se cernían sobre nuestra nación y el mundo. La paz volvió cuando sentí que mi llamado no era a llevar, sino a abrazar el yugo que Jesús ofrece en el Evangelio de Mateo: “Vengan a mí todos los que están cansados y cargados, y yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, porque soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas.” (11; 28-29). El sello de un cristiano Mis padres crecieron en granjas. Es posible que alguno de ustedes haya visto dos animales conectados por un travesaño de madera sujeto al cuello, pero ese no fue mi caso. Siempre había interpretado ese versículo imaginando a Jesús asociándose con nosotros en la vida: Él, soportando la mayor parte de la carga, y yo caminando a su lado, logrando lo que me correspondía hacer con su ayuda y guía. Pero recientemente aprendí que un "yugo" era una expresión judía del primer siglo, que significaba algo completamente diferente a la imagen agraria de dos bueyes conectados por sus cuellos. “Yugo”, como lo usó Jesús, se refiere a la colección de enseñanzas de un rabino. Al elegir seguir las enseñanzas de un rabino en particular, una persona se convierte en su discípulo y elige caminar con él. Jesús, en efecto, está diciendo: “Te estoy mostrando cómo es caminar con Dios”. ¡No es un deber ni una obligación, sino un privilegio y un don! Aunque había experimentado el “yugo” de Jesús como un privilegio y un regalo, los “problemas del mundo” que prometió que experimentaríamos a menudo, lograron empañar el gozo que debería ser en mí el sello distintivo de una cristiana. Durante la oración de esta mañana, abrí un libro escrito hace casi veinticinco años por un sacerdote franciscano, y pasé a una página que sonaba como si estuviera escrita hoy: “Cuando la gracia ya no es una realidad experimentada, parece ser que el reino de la libertad se pierde también… Es tan fácil demonizar al otro lado, al que piensa diferente. Así lo podemos ver escrito con letras grandes en las elecciones de este país: Todo lo que cualquiera de las partes sabe hacer es atacar al otro. No tenemos nada positivo que nos lleve a creer, nada que sea iluminador, que nos enriquezca o nos interpele de manera profunda. La identidad negativa, superficial como es, surge más fácilmente que la elección dedicada. Francamente, es mucho más fácil estar en contra que a favor. Incluso en la Iglesia, muchos no tienen una visión positiva de lo que tienen enfrente, por lo que llevan la carga hacia atrás o en contra. Tengamos en cuenta que el concepto de Jesús del "Reino de Dios" es totalmente positivo; no está basado en el miedo ni en contra de algún individuo, grupo, pecado o problema. (“Everything Belongs”, [Todo Pertenece], 1999). Poco a poco La pesadez que había estado sintiendo era el resultado no solo de la división en nuestro país, sino también entre los integrantes de mi propio círculo que, como yo, llaman a Jesús “Señor”, pero parecen incapaces de honrar los diferentes llamados y caminos de otras personas. Sabiendo que Jesús restauró la dignidad a aquellos a quienes la sociedad había avergonzado, ¿no es esto lo que nosotros como sus seguidores deberíamos hacer por los demás?: Incluir, no excluir; extender la mano, no alejarla; escuchar, no condenar. Yo misma luché contra eso. Era difícil entender cómo otros podían ver las cosas de una manera que a mí me parecían contrarias al mensaje cristiano; pero tenían la misma dificultad para mirar desde la lente a través de la cual yo misma podía ver ahora el “yugo” de Jesús. Aprendí hace años el valor de tener un espíritu abierto a ser enseñado. Es fácil para nosotros sentir que tenemos la única verdad; sin embargo, si somos discípulos firmes, expandiremos continuamente nuestra visión no solo a través de la oración, sino también a través de la lectura, la meditación en las Escrituras y escuchando a aquellos que son más sabios que nosotros. Es de suma importancia la elección de las personas a quienes les permitimos tener un lugar de influencia sobre nosotros. Las personas de fe e integridad probadas, que han llevado “vidas dignas de su llamamiento” merecen nuestra atención. Sobre todo, el ejemplo de quienes modelan el amor, buscando el bien de todos, nos ayudará a crecer y cambiar a lo largo de los años. Nuestro carácter será refinado, poco a poco, a medida que seamos “transformados a imagen de Cristo”. Si nosotros, con toda nuestra iluminación, todavía sentimos que debemos decir la verdad de la manera como la entendemos, aun con el amor con el que hablemos, podremos fácilmente cometer el error de pensar que somos la voz del Espíritu Santo en la vida de alguien más. Solo Dios conoce el corazón, la mente y la obediencia de la persona que vive para Él. La obra de su Espíritu y la respuesta de otro no son nuestras jurisdicciones. Ciertamente, un buen padre no señalaría con el dedo a un niño pequeño e insistiría en que actúe como un adulto. Un buen padre entiende que se necesitan muchos años, mucha enseñanza y un buen ejemplo para que el niño madure. ¡Afortunadamente, tenemos un Padre muy bueno! El Salmo 22 me vino a la mente de nuevo. El mismo salmo que Jesús citó desde la cruz, en lo más profundo de su dolor y sufrimiento, termina con el recordatorio de que cada generación contará a sus hijos las cosas buenas que el Señor ha hecho. La gracia abunda y le sigue la libertad. Decidí nuevamente ofrecer ambas a aquellos que no entiendo y que no me entienden a mí. Aquel con quien estoy en “yugo” de por vida, me muestra el camino.
By: Emmanuel
MoreDios no envía a nadie con las manos vacías, excepto a aquellos que están llenos de sí mismos. Una vez escuché a un maestro de Taekwondo corregir con mucho tacto a un joven adolescente que buscaba ser su estudiante de artes marciales: “Si quieres aprender artes marciales conmigo”, dijo, “primero debes servir el té en tu taza, y luego traer de vuelta la taza vacía.” Para mí, el significado del maestro fue claro y conciso: no quería un estudiante orgulloso. Una taza llena de té no tiene espacio para más; no importa cuán bueno sea lo que se intente agregar, desbordará la taza. Del mismo modo, ningún estudiante puede aprender incluso del mejor de los maestros si ya está lleno de sí mismo. Mientras mis ojos seguían al joven que se alejaba indignado, me dije a mí misma que nunca caería en esa trampa orgullosa. Sin embargo, unos años más tarde, me encontré trayendo una taza rebosante de té amargo a Dios, mi Maestro. Lleno hasta el borde Me asignaron enseñar religión a estudiantes desde prescolar hasta segundo grado, en una pequeña escuela católica de Texas. Recibí ese encargo de mi superior religioso con pesar y desaliento. Para mí, la razón era bastante comprensible: había completado mi Maestría en Teología, porque quería convertirme en profesora universitaria de Sagrada Escritura y, más tarde, en una solicitada oradora. Claramente, esta tarea no cumplía con mis expectativas y requirió mucho menos de mí de lo que pensé que podría dar. Caí postrada en llanto en el suelo de la capilla del convento y me quedé allí durante mucho tiempo. ¿Cómo puedo ir a enseñar a un grupo de niños pequeños?, ¿qué beneficio puedo obtener por trabajar entre niños? De hecho, mi taza de té estaba llena hasta el borde. Pero incluso en mi orgullo, no podía soportar alejarme de mi Maestro. La única salida era rogarle por ayuda. El Maestro me vio de principio a fin y estaba listo para ayudarme a vaciar mi taza de té, para poder llenarla con un té más sabroso. Irónicamente, eligió usar a los mismos niños que puso a mi cargo para enseñarme humildad y vaciar mi copa de orgullo. Para mi sorpresa, comencé a darme cuenta de que los niños estaban apenas comenzando a formarse; eran como pequeños teólogos. De cuando en cuando, sus preguntas y comentarios me dieron una mayor comprensión y percepción de la naturaleza de Dios. La pregunta de Andrew, un pequeño de cuatro años me llevó a una respuesta sorprendente: “¿Cómo puede Dios estar dentro de mí?”, preguntó. Mientras organizaba mis pensamientos y preparaba una respuesta teológica sofisticada, la pequeña Lucy respondió sin dudarlo un momento: “Dios es como el aire. Él está en todos lados." Luego respiró hondo para mostrar cómo Dios podía ser como el aire dentro de ella. Entrenada por el verdadero Maestro Dios no solo se valió de los niños para ayudarme a vaciar mi taza, sino también para enseñarme ‘artes marciales’ para mis batallas espirituales. Mientras veía un breve video sobre la historia del fariseo y el recaudador de impuestos, el pequeño Mateo se echó a llorar. Cuando le pregunté el por qué, admitió con humildad: “El otro día me sentí orgulloso de haber compartido mi helado con mi amigo”. Sus palabras me recordaron que debía permanecer en guardia contra el pecado del orgullo. Al final del año, aprendí que mientras yo vaciaba mi taza de té, Dios la llenaba de Sí mismo. Hasta los niños me lo dijeron. Un día, Austin preguntó a escondidas: “Hermana, ¿qué es la Biblia?” Sin esperar respuesta, me señaló: “Tú eres la Biblia”, dijo. Estaba un poco sorprendida y confundida, pero la pequeña Nicole proporcionó la explicación: "Porque en ti todo se trata de Dios", dijo. Fue a través de los niños que Dios vertió té nuevo en mi taza. Muchos de nosotros acudimos a Dios para pedirle que nos enseñe cómo pelear nuestras batallas espirituales, sin darnos cuenta de que nuestra taza está demasiado llena de orgullo como para dejar espacio a su enseñanza. He aprendido que es más fácil traer una taza vacía y pedirle a nuestro Maestro que la llene con su propia vida y sabiduría. Dejemos que el verdadero Maestro nos entrene y nos dé ejercicios para nuestro viaje de vida y para las batallas que inevitablemente libraremos. Puede que nos sorprenda y se sirva de niños pequeños, o de otras personas que menospreciamos, para enseñarnos; pero recordemos que “Dios escogió a los humildes y despreciados del mundo, a los que nada valen, para reducir a nada a los que son algo, para que ningún ser humano se gloríe delante de Dios” (1 Corintios 1, 28-29).
By: Hermana Theresa Joseph Nguyen, O.P.
MoreTenía 65 años y estaba buscando cambiar mi póliza de seguro de vida. Por supuesto, requirieron algunas pruebas de laboratorio. Pensé: "Está bien, hare lo que me pidan". Hasta entonces, todas las pruebas de laboratorio que había tomado habían sido normales, incluidas las radiografías de tórax, los electrocardiogramas y las colonoscopias, todas normales. Mi presión arterial era de 126/72 y mi IMC era de 26. Hacia ejercicio cuatro veces por semana y comía una dieta bastante saludable. Me sentía bien y estaba totalmente asintomático. Todos mis resultados de laboratorio salieron normales... excepto mi PSA, fue de 11 ng/ml (lo normal es menos de 4.5 ng/ml). Tres años antes había sido normal. ¡Caramba! Entonces, fui a ver a mi médico. Durante el examen rectal, encontró mi próstata agrandada y endurecida. "Sospecho de cáncer, te voy a referir a un urólogo", dijo. Problemas, otra vez. Once de once biopsias de próstata fueron positivas para el cáncer. Mi puntaje de Gleason fue de 4 + 5, lo que significaba que era un cáncer de alto grado y podía crecer y propagarse más rápidamente. Entonces, me sometí a una prostatectomía radical, radioterapia y terapia hormonal con Lupron. ¡Oh esos sofocos! Señoras créanme cuando digo; Sé por lo que están pasando. Problemas, una vez más. Entonces, ¿por qué solo "problemas" y no "no lo creo, no puede ser, voy a morir? ¿Dios me está castigando”? Bueno, déjame decirte por qué. Antes de que la insuficiencia renal de mi madre requiriera diálisis peritoneal en casa, mis padres viajaban bastante, especialmente a México. Cuando la diálisis diaria detuvo los viajes, pasaron más tiempo trabajando en rompecabezas, leyendo y estudiando su Biblia. Esto los acercó mucho más a Dios. Entonces, cuando sus médicos le dijeron que no había nada más que pudieran hacer por ella, ella estaba de acuerdo con eso. Ella me dijo: "Estoy cansada, estoy lista para estar con mi Padre. Estoy en paz con mi familia y amigos, conmigo misma, pero lo más importante, estoy en paz con Dios". Unos días más tarde, murió pacíficamente con una sonrisa en su rostro. "Estoy en paz con Dios". Eso es lo que quería. Ya no quería ser solo un católico de la misa dominical. Fue entonces cuando comencé el camino que me ha llevado más cerca de Dios: leer y estudiar la Biblia tanto en inglés como en español, orar, rezar el Rosario, dar gracias por mis bendiciones y ser voluntario como maestro de catecismo. Pronto, espero terminar mi pasantía como capellán voluntario de hospital y estoy a punto de completar mi curso de guía espiritual. Entonces, sí, tener cáncer de próstata es un fastidio, pero eso es todo lo que es, porque estoy en paz con Dios.
By: Dr. Victor M. Nava
MoreChristopher estaba esperando a que su padre lo recogiera de la iglesia. Él estaba meditando sobre lo que su maestro de Catecismo le había enseñado acerca de la Misa Negra y los adoradores de Satanás que maltrataban a Jesús burlándose y profanando a la Hostia Eucarística consagrada . Nunca antes había oído hablar de una Misa Negra y él sintió lástima por Jesús. En su inocencia, Christopher trató de elaborar un plan. De repente, su atención fue captada un lagarto que se autoamputó su cola y la derramó para distraer al depredador, un ave de color marrón. Christopher notó que la cola cortada se estaba moviendo y girando, y el ave de color marrón continuamente luchaba con su pico contra la cola sin darse cuenta de que el lagarto había huido. Mirando eso, Christopher pensó, ¿qué pasaría si Jesús se va del Santísimo Sacramento? ¿Y si Jesús pudiera escapar de los adoradores de Satanás, como el lagarto? ¿y si Jesús pudiera eliminar su presencia en el Santísimo Sacramento para que no tuviera que sufrir? Si Jesús renuncia, entonces la hostia Consagrada se convertiría en pan común. De esa manera, los adoradores de Satanás, o aquellos que participan en la Misa Negra, no podrían humillar a Jesús. Más tarde ese día, cuando su padre vino a recogerlo, Christopher detalló extasiado su nuevo plan para Jesús. "Papá, ¿por qué Jesús no puede renunciar al Santísimo Sacramento? De esa manera, él no tendría que sufrir, ¿verdad?”. Christopher preguntó. Por un momento, su padre se quedó en silencio. Esta era una pregunta extraña y su padre nunca había pensado en esto antes. “Hijo mío, Jesús no puede dejar el Santísimo Sacramento porque Él es fiel a Su palabra”, dijo finalmente su padre. “El sacerdote usa las palabras de Jesús cuando bendice la Eucaristía. Cuando Jesús dice: "Este es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados", nos ha hecho una promesa. Él nunca se retractará de Su promesa. Así que, para la humanidad, sufrirá cualquier humillación. Jesús sufrió y renunció a su vida en el Calvario para salvar a la humanidad hace dos mil años. Todavía está sufriendo hoy.” ¿Nos damos cuenta de cuánto está sufriendo Jesús en el Santísimo Sacramento debido a nuestro pecado, ignorancia y falta de respeto? Oremos por la conversión de aquellos que participan en las Misas Negras y todos los demás pecadores. Oremos también para que toda la humanidad respete y ame a Jesús en el Santísimo Sacramento.
By: Rosemaria Thomas
MoreQuizás estés familiarizado con el centurión que perforó el costado de Jesús mientras el Señor estaba clavado en la Cruz. Según algunas tradiciones y leyendas, el soldado se llamaba Longinos, un nombre que aparece por primera vez en el evangelio apócrifo de Nicodemo. El soldado no es nombrado en los evangelios canónicos. Según las leyendas, después de sufrir heridas en batallas pasadas, Longinos fue cruelmente burlado por sus compañeros soldados por su falta de visión. En el momento en que perforó el costado del Señor, la sangre salpicó sus ojos. Inmediatamente su vista fue restaurada. En el Evangelio de San Marcos lo escuchamos exclamar: "¡Verdaderamente, este era el Hijo de Dios!" La tradición también nos dice que Longinos abandonó al ejército, tomó la instrucción de los apóstoles y se hizo un monje en Capadocia. Allí fue detenido por su fe, sus dientes arrancados a la fuerza y su lengua cortada. Sin embargo, Longinos milagrosamente siguió hablando claramente y logró destruir a varios ídolos en presencia del gobernador. El gobernador, que fue cegado por los demonios que se escaparon de los ídolos, hizo restaurar su vista milagrosamente por Longinos. Cuando Longinos fue decapitado, parte de su sangre salpicó los ojos del gobernador y el gobernador fue sanado instantáneamente. San Longinos es uno de los primeros mártires de la Iglesia. Su lanza es una de las muchas reliquias asociadas con Cristo y se puede encontrar en uno de los cuatro pilares sobre el altar principal de la Basílica de San Pedro.
By: Shalom Tidings
MoreSan Francisco de Asís tuvo un gran temor y aborrecimiento de los leprosos. Él confesó que la vista de un leproso era tan repugnante para él que se negaba incluso a acercarse a sus viviendas. Si veía a uno de ellos o pasaba por el leprosario durante sus viajes, volteaba la cabeza y se cubría la nariz. A medida que tomó más seriamente su fe y tomó la amonestación de Cristo de amar a los demás como te amas a ti mismo, se avergonzó de su actitud. Así que un día cuando un hombre afligido con lepra cruzó su camino, él venció sus sentimientos de horror y asco y, en lugar de alejarse, salto de su caballo, besó al leproso y puso dinero en su mano. Pero cuando Francisco montó de nuevo y volteó hacia atrás, no podía encontrar al leproso en ninguna parte. Con entusiasmo, se dio cuenta de que era Jesús a quien había besado. Después de recaudar algunos fondos, fue al hospital de leprosos y dio limosna a cada uno, besando sus manos con reverencia mientras lo hacía. Lo que antes había parecido desagradable para él — ver o tocar a un leproso — fue transformado en dulzura. Más tarde Francisco escribió, "cuando yo estaba en pecado, ver a los leprosos me causaba asco más allá de toda medida; pero entonces Dios mismo me llevó a su compañía, y yo tuve piedad de ellos. Cuando los conocí, lo que antes me había causado náuseas se convirtió en la fuente de consuelo espiritual y físico para mí". Hoy en día, a menudo vemos a personas a nuestro alrededor que están afectadas con la lepra espiritual. La mayoría de las veces tratamos de mantenernos alejados de ellos, pero no nos damos cuenta de que también ha entrado en nuestros propios corazones. Así que en lugar de juzgar y señalar a los demás, limpiémonos de la mente y dureza del corazón. En primer lugar, Dios nos concedió su gracia y misericordia aunque estemos quebrantados y heridos. Lleguemos a los demás con esta misericordia y compasión que recibimos incondicionalmente.
By: Shalom Tidings
MorePasión del Martirio Santa Perpetua era una noble de 22 años, bien educada y madre de un hijo pequeño que vivía en Cartago, en el norte de África, en el siglo II. Durante el reinado del emperador romano Septimio Severo, quien prohibió la conversión al cristianismo. Fue arrestada junto con Felicitas, una esclava que estaba embarazada de ocho meses. Perpetua, Felicitas y algunos otros catecúmenos fueron colocados en una mazmorra oscura y más tarde sentenciados a enfrentarse a animales salvajes en un anfiteatro en el cumpleaños del emperador. Mientras estaba en la prisión, Perpetua llevaba un diario de las visiones que se le dieron sobre el futuro. En una visión, vio una escalera alta, pero estrecha, que llegaba hasta el cielo. Espadas, lanzas, ganchos y dagas estaban unidos a los lados de la escalera y al pie de la escalera había un enorme dragón. Inspirada por las palabras de uno de sus compañeros que ya había subido la escalera, Perpetua llegó sin miedo a la cima. Como era ilegal quitarle la vida a las mujeres embarazadas, Felicitas estaba profundamente preocupada porque no sería capaz de abrazar el martirio con sus amigos. Sus compañeros rezaron fervientemente y Felicitas dio a luz a una niña dos días antes de la fecha fijada para su muerte. Su fe impresionó tanto al carcelero que se convirtió al cristianismo. El día de su martirio, las mujeres marcharon al anfiteatro con alegría, con rostros tranquilos. Perpetua y Felicitas fueron arrojadas frente a una vaquilla loca para ser mutiladas. Cuando la vaquilla arrojó a Perpetua al suelo, se sentó, bajó su túnica para cubrir su cuerpo, pensando más en su modestia que en su dolor. Entonces se ordenó que Perpetua y sus compañeros fueran asesinados por un gladiador. Cuando fue el turno de Perpetua, ¡tomó la mano temblorosa del joven gladiador y la guió a su garganta! Tal fe no era rara entre los primeros cristianos. Su valor nos desafía a preguntarnos si estaríamos dispuestos a renunciar a nuestra vida en lugar de nuestra fe.
By: Shalom Tidings
MoreEn las primeras horas del 2 de septiembre de 2020, David Blaine, el mago y artista mundialmente famoso, hizo algo que otros sólo podían soñar. De hecho, lo que hizo comenzó con un sueño que vio en una película que vio con su madre cuando tenía 5 años. David, que había prometido no realizar actos de miedo desde que su niña pequeña Dessa llegó a su vida, quería inspirar a su hija haciendo algo hermoso. Se aferró a 52 grandes globos de helio y voló hacia el cielo. Mientras lentamente adquirió altura, él mantuvo los pesos que llevaba sobre él para mantener el ascenso controlado. Finalmente subió a una impresionante altura de 24,900 pies (algunas de las avionetas más pequeñas vuelan así de alto). Desde allí, se separó de los globos y saltó. Cuando alcanzó los 7000 pies, abrió su paracaídas y pronto aterrizó con seguridad. Una vez que recuperó su compostura, habló con su hija que lo escuchaba a través de la radio inalámbrica y le dijo que lo hizo todo por ella y que la ama mucho. Y ella dijo, "Gracias, lo lograste, gracias". Esta historia de amor entre un padre y su hija nos recuerda el amor de nuestro Padre celestial que por su amor a nosotros entregó a su único hijo, quien no solo vivió entre nosotros en nuestro estado humilde, sino que aceptó voluntariamente el sufrimiento y las heridas para que usted y yo pudiéramos ser sanados. Él fue hasta la cruz y murió y resucitó por nosotros, para que pudiéramos estar con él por la eternidad. Él continúa amándonos con la misma intensidad incluso hoy, incluso ahora. ¿Qué tipo de amor es ese? Uno podría estar asombrado, sorprendido, aturdido, confuso, deslucido y estupeficado por lo que David hizo por su niña. Pero cuánto más abrumados y sin palabras debemos estar en lo que nuestro Padre celestial ha hecho por nosotros. Nosotros también podemos llorar con alegría, "¡Gracias! ¡lo has logrado! ¡Gracias!"
By: Shalom Tidings
More¿Dios realmente se interesa por lo que está ocurriendo en tu vida? Esta historia, ya sea ficticia o no, seguramente cambiará tu perspectiva. Durante la Segunda Guerra Mundial, un soldado fue separado de su pelotón. La batalla había sido intensa, pero entre el fuego y el humo había perdido contacto con sus camaradas. Una vez sólo en la jungla, escuchó que se acercaban los soldados del ejército enemigo. En su búsqueda desesperada por refugio, se escabulló a un risco alto donde encontró unas cuevas pequeñas. Rápidamente, se metió en una de ellas. A pesar de que estaba a salvo en ese momento, se dio cuenta de que si los soldados lo seguían hacia ese risco y buscaban dentro de las cuevas, iban a encontrarlo. Mientras esperaba ansiosamente, oró así “Señor, por favor salva mi vida. Pase lo que pase, te amo y confío en ti. Amén.” El sonido de las pesadas botas de los enemigos se acercaba más y más. “Bueno, supongo que el Señor no va a ayudarme a salir de esta” pensó, derrotado. Malhumoradamente, vio cómo una araña tejía una telaraña frente a su cueva. “Ajá” se quejó el soldado, “lo que necesito es una muralla de ladrillos y el Señor me manda una telaraña. Dios de verdad que tiene un sentido del humor”. Mientras los enemigos se acercaban a su cueva, el soldado protagonista de esta historia se preparó para enfrentarlos por última vez, cuando escuchó a alguien decir “No tiene sentido que busquemos en esta cueva… ¡Si alguien hubiera entrado ahí, hubiera tenido que romper esta telaraña!” Para su asombro, luego de mirar la cueva superficialmente, los soldados enemigos se fueron de ahí. La frágil telaraña le había salvado la vida. “Señor, perdóname.” Oró. “Había olvidado que Tú puedes hacer que una telaraña sea más fuerte que una muralla de ladrillos. "Dios ha escogido lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios, y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos." (1 Corintios 1: 27)
By: Shalom Tidings
MoreEl padre Jerzy regresaba a Varsovia después de ofrecer la misa. Tres agentes de los servicios de seguridad detuvieron el coche, se llevaron las llaves del vehículo y lo sacaron a rastras. Los oficiales lo golpearon brutalmente, lo encerraron en el maletero del auto y se fueron a toda velocidad con él adentro. El conductor corrió a la iglesia local para informar a las autoridades del incidente. Mientras tanto, Jerzy comenzó a gritar y casi logra abrir el maletero. Al percibir el peligro, los hombres detuvieron inmediatamente el coche para cerrar el maletero, pero él escapó y corrió hacia el bosque. Lo siguieron y finalmente lo atraparon, luego se dirigieron al embalse del río Vístula, donde ataron a Jerzy de una manera segura, le metieron ropa en la boca y le taparon la nariz. Después de atarle las piernas a un saco de piedras, lo arrojaron al embalse. Este fue el segundo atentado contra su vida en seis días. Este sacerdote polaco fue ordenado el 28 de mayo de 1972, en pleno régimen comunista. En la imagen de su primera misa podían leerse las memorables palabras: "Dios me envía a predicar el Evangelio y a curar las heridas de los corazones adoloridos". Su vida sacerdotal fue testimonio de estas palabras. Apoyó a los oprimidos y predicó sermones que interpretaban las dolorosas situaciones políticas existentes a través del prisma del Evangelio, convirtiéndose pronto en uno de los principales objetivos del gobierno. Los interrogatorios, las acusaciones falsas y los arrestos ocurrieron en numerosas ocasiones; pero incluso en su último sermón, su llamado fue a "orar para que estemos libres del miedo, la intimidación y, sobre todo, la sed de venganza y violencia". ¡Y con esto, caminó valientemente hacia su martirio, sin miedo ni ira! Diez días después del incidente, el 29 de octubre, su cuerpo apenas reconocible fue recuperado del río. El 2 de noviembre, cuando este joven guerrero fue finalmente enterrado, alrededor de 800 mil personas acudieron a despedirse de él. Fue beatificado solemnemente en presencia de su madre de 100 años en 2010, y recordado como "un sacerdote que respondió a las mociones que recibió de Dios, y que durante años, maduró para su martirio". Que este mártir, que plantó firmemente el catolicismo en su patria, nos inspire a estar encendidos por el Reino de Dios, no solo en la muerte, sino también en la vida.
By: Shalom Tidings
MoreLa navidad se acerca con el recordatorio de conseguir regalos para todos, ¿pero es realmente el regalo lo que importa? Hace algunos años, mientras buscaba ejemplares en una tienda de libros cristianos con mi novio de aquel entonces, nuestra mirada se detuvo al mismo tiempo en una imagen en particular. Era grande, una colorida representación de Jesús, titulada “El Cristo que ríe”; con la cabeza ligeramente echada hacia atrás, algo despeinado, con su cabello castaño oscuro enmarcado por unos ojos entrecerrados, ¡destellando alegría! ¡Fue verdaderamente encantador! Nos encontramos mirando la sonrisa ligeramente angulada de aquel hombre de atractiva mirada. Oh, ¡tan contagioso!, ¡tan cercano!, ¡tan atrayente! Al mirarnos uno al otro desde este sentimiento común, compartimos la alegría que ambos experimentamos al descubrir esta imagen tan única de la persona a quien habíamos llegado a conocer y en quien confiábamos desde hacía un par de años. Ambos crecimos con figuras y pinturas de Jesús en nuestras casas, pero Él siempre había sido representado serio, y de alguna manera distante a la vida tal como nosotros la conocemos. Aunque ambos creímos siempre que la persona que veíamos en esas imágenes había verdaderamente vivido en esta tierra, e incluso orábamos cuando necesitábamos algo, recientemente nuestra fe se había convertido en algo muy real… incluso, vivo. La impresión de este artista reflejaba a quién nosotros habíamos descubierto como Señor en nuestras vidas: alguien con quien podíamos compartir la vida, alguien que nos amaba de una manera que nunca antes habíamos conocido, alguien que se mostraba a nosotros cuando orábamos. Como resultado, nuestra comprensión de Dios pasó de ser un entendimiento intelectual de su existencia, a una nueva experiencia de amistad, de una manera viva, comunicativa y maravillosa; nuestro verdadero mejor amigo. Aún tiempo después de habaer salido de la tienda, nuestra emocionante conversación sobre esa representación de Jesús, continuaba. Había capturado cada uno de nuestros corazones; sin embargo, ninguno de los dos tuvo la intención de comprarlo. Tan pronto como llegué a mi casa supe que debía volver y comprar ese cuadro. Algunos días más tarde, simplemente lo hice; entonces lo envolví cuidadosamente, y esperé ansiosa la llegada de la navidad. Un regalo de honor Los días pasaron, hasta que finalmente llegó la víspera de la Navidad. Con villancicos sonando de fondo, nos sentamos en el piso cerca del pequeño árbol artificial que mi mamá me había regalado. Al entregarle el regalo a mi amado, esperé expectante escuchar su agradecimiento mientras veía el nuevo reloj de pulsera que yo había colocado en la pata del perrito de peluche que hábilmente entregaría el reloj. Un “gracias” a manera de susurro fue toda la respuesta que obtuve; pero no me preocupé, ese no era el regalo que yo sabía que sería perfecto. Pero primero, yo tendría que abrir el regalo que él me dio. Al tomarlo, me sentí un poco desconcertada. Era grande, rectangular y plano. al comenzar a abrirlo, e ir retirando la envoltura del regalo, repentinamente vi… ¡mi cuadro! ¿El mismo que yo en secreto compré para él? Así es, ahí estaba “El Cristo que ríe”. Era la pintura que me había encantado, pero en lugar de sentirme emocionada, me sentía decepcionada; se suponía que este debería ser su regalo, el que yo sabía, era exactamente lo que él quería. Traté de esconder mi decepción, dándole a él un beso para expresarle mi agradecimiento. Entonces saqué el regalo que yo cuidadosamente había envuelto y que había escondido detrás del árbol y se lo di al objeto de mi amor. Él lo abrió rompiendo el papel rápidamente, revelando el contenido del paquete. Su cara parecía feliz… ¿no? ¿O estaba un poco abatido... como me podría haber visto yo si no me hubiese esforzado para ocultarle mi decepción cuando fue mi turno de abrir el regalo? Por supuesto que ambos dijimos las palabras correctas, sin embargo, de alguna manera sentíamos que el regalo que recibimos del otro no estuvo ni cerca de lo grandioso que nosotros esperábamos que fuera. Era la entrega de ese regalo lo que ambos esperábamos con tanta anticipación. Reflejaba al Cristo que ambos habíamos experimentado y nuestro deseo era compartir a quién habíamos llegado a conocer. Ahí fue donde se encontraba la alegría, no en que se cumplieran nuestros propios deseos, sino en satisfacer los deseos del otro. Con el tiempo, mi relación con ese joven terminó. Aunque fue doloroso, la alegre imagen de Jesús continúa colocada en un lugar de honor en mi pared. Ahora, es mucho más que solo una representación, mucho más que sólo un hombre. Permanece como un recordatorio de aquel que nunca me abandonará, de aquel con quien siempre estaré en una relación, de aquel que ha enjugado mis lágrimas en incontables ocasiones a través de los años; pero más que eso, de aquel que siempre será en mi vida un motivo de alegría. Después de todo, Él es mi vida. Esos ojos arrugados se encuentraron con los míos, y entonces esa sonrisa cautivadora me invitó a levantar las comisuras de mis labios, y así… me reí junto a mi mejor amigo.
By: Karen Eberts
MoreNo conocía su idioma ni su dolor emocional... ¿Cómo podría conectarme con ellos? El jueves 22 de febrero de 2024 es un día que nunca olvidaré. A las 05:15 a. m., junto con varios hermanos de los Servicios Sociales Católicos, esperé la llegada de 333 refugiados de Etiopía, Eritrea, Somalia y Uganda. La compañía aérea Egyptian Airlines se encargó de llevarlos desde Entebbe, Uganda, a El Cairo, Egipto, y finalmente a su punto de entrada en Canadá: Edmonton. De repente, las puertas del otro extremo se abrieron y los pasajeros comenzaron a caminar hacia nosotros. Como no sabía hablar sus idiomas, me sentí extremadamente vulnerable. ¿Cómo podría yo, una simple persona normal que nunca ha pasado un momento en un campo de refugiados, comprender y saludar a estos hermanos y hermanas exhaustos, esperanzados y aprensivos, de una manera que les dijera: "Bienvenidos a su nuevo hogar"...? Le pregunté a uno de mis hermanos que habla cinco idiomas: “¿Qué puedo decir?” “Solo digan: Salam, eso será suficiente”. Cuando se acercaron, comencé a decir: “Salam” mientras sonreía con los ojos. Noté que muchos se inclinaban y se ponían la mano sobre el corazón. Comencé a hacer lo mismo. Cuando se acercó una familia joven con 2 a 5 niños, me agaché a su altura y les ofrecí el signo de la paz. Inmediatamente respondieron con una gran sonrisa, devolvieron el signo de la paz, corrieron hacia mí, me miraron con sus hermosos ojos castaños y me abrazaron. Incluso mientras comparto estos preciosos momentos, me conmuevo hasta las lágrimas. No se necesita un idioma para comunicar amor. “El idioma del Espíritu es el idioma del corazón”. Extendiendo una mano Después de que todos estuvieron en fila en la sala de aduanas, nuestro equipo bajó las escaleras y comenzó a repartir botellas de agua, barras de granola y naranjas. Noté que una mujer musulmana mayor, de unos 50 a 55 años, se inclinaba sobre su carrito, tratando de empujarlo. Fui a saludarla con un “Salam” y sonreí. Con gestos, traté de preguntarle si podía ayudarla a empujar su carrito. Ella negó con la cabeza: “No”. Seis horas después, fuera de la aduana, había gente sentada en diferentes zonas acordonadas; sólo 85 permanecerían en Edmonton y esperaban a que sus familiares o amigos los recibieran y los llevaran a casa. Algunos subirían a un autobús para ir a otras ciudades o pueblos, y otros pasarían la noche en un hotel y volarían a su destino final al día siguiente. A los que iban a viajar en autobús a otras ciudades de Alberta, les esperaba un viaje de cuatro a siete horas. Descubrí que la anciana musulmana que había visto en la aduana iba a volar a Calgary al día siguiente. La miré y sonreí, y todo su rostro estaba radiante. Cuando me acerqué a ella, dijo en un inglés vacilante: “Me amas”. Tomé sus manos entre las mías, la miré a los ojos y dije: “Sí, te amo y Dios/Alá te ama”. La joven que estaba a su lado, que entendí, era su hija, me dijo: “Gracias. Ahora mi mamá está feliz”. Con lágrimas en los ojos, el corazón lleno de alegría y los pies muy cansados, salí del Aeropuerto Internacional de Edmonton, profundamente agradecida por una de las experiencias más hermosas de mi vida. Puede que nunca más me vuelva a encontrar con ella, pero sé con absoluta certeza que nuestro Dios, que es la encarnación del amor tierno y compasivo, se hizo visible y tangible para mí a través de mi hermosa hermana musulmana. En 2023, hubo 36,4 millones de refugiados que buscaban una nueva patria y 110 millones de personas desplazadas a causa de la guerra, la sequía, el cambio climático y más. Día tras día, escuchamos comentarios como: “Construyan muros”, “cierren las fronteras” y “nos están robando el trabajo”. Espero que mi historia ayude, de alguna manera, a que la gente comprenda mejor la escena de Mateo 25. “Los justos preguntaron a Jesús: «¿Cuándo Señor, Dios, hicimos todo esto por ti?» Y Él respondió: «Cada vez que lo hicisteis a uno de estos pequeños míos, a mí lo hicisteis»”.
By: Mary Clare
MoreLa cruz del día a día se hacía cada vez más pesada, ¡pero la misericordia del Señor nunca falló a esta familia! Di a luz a mi primogénita hace diez años, ¡y estábamos muy contentos! Todavía recuerdo ese día; estábamos muy felices de saber que era una niña. No podía agradecerle lo suficiente al Señor por sus bendiciones sobre mi familia. Como toda madre, soñaba con comprar lindos vestidos, pinzas y zapatos tejidos para mi pequeña princesa. La llamamos "Athalie", que significa "Dios es exaltado". Estábamos alabando a Dios por el hermoso regalo que le dio a nuestra familia; nuestra pequeña. Aún no sabíamos que nuestra alegría pronto se convertiría en un profundo dolor; que nuestra oración de gratitud pronto sería reemplazada por peticiones de su misericordia para nuestra preciosa bebé. A los cuatro meses, se enfermó gravemente. Con múltiples convulsiones lloraba durante horas y no podía dormir ni alimentarse bien. Después de múltiples pruebas, le diagnosticaron daño cerebral. Ella también sufría de un tipo raro de epilepsia infantil grave llamada "síndrome de West", que afecta a uno de cada 4,000 niños. Golpe tras golpe El diagnóstico fue demasiado impactante y desgarrador para nosotros. No sabía cómo podría enfrentar esa tormenta. Quería que mi corazón estuviera insensible al dolor emocional que estaba atravesando. Muchas preguntas pasaron por mi mente. Este fue solo el comienzo de un largo y doloroso camino que nunca estuve preparada para emprender. Mi niña continuó sufriendo convulsiones durante casi dos años y medio. Los médicos probaron con múltiples medicamentos, dolorosas inyecciones diarias y numerosos análisis de sangre. Lloraba durante horas y todo lo que podía hacer era pedirle a Dios que tuviera misericordia de mi hija. Me sentía impotente por no poder consolar a mi pequeña de ninguna manera. La vida se sentía como un pozo profundo y oscuro de agonía y desesperación. Sus convulsiones finalmente remitieron, pero sufrió múltiples retrasos en el desarrollo. A medida que avanzaba su tratamiento, otra noticia impactante sacudió a nuestra familia. A nuestro hijo Asher, que tenía retraso en el habla y problemas de comportamiento, le diagnosticaron autismo de alto funcionamiento, con tan sólo tres años de edad. Estábamos a punto de perder la esperanza; la vida se nos hacía demasiado abrumadora como padres primerizos. Nadie podía entender ni sentir el dolor por el que pasábamos. Nos sentíamos solos y miserables. Sin embargo, este período de soledad y los dolorosos días de la maternidad me acercaron a Dios; su Palabra brindó consuelo a mi alma cansada. Sus promesas, que ahora me mostraban un significado más profundo y una comprensión más plena, me animaron. La pluma del Espíritu Fue durante esta difícil etapa de mi vida que Dios me permitió escribir blogs llenos de fe y de aliento para personas que atravesaban desafíos y sufrimientos similares a los míos. Mis artículos, nacidos de mis devociones diarias, compartían los desafíos de una paternidad especial e incluían mis experiencias de vida y mis percepciones. Dios usó mis palabras para sanar muchas almas doloridas. Estoy verdaderamente agradecida con Él por convertir mi vida en un recipiente funcional de su amor. Diría que la desesperación por la enfermedad de nuestra hija afianzó la fe de nuestra familia en Dios. Mientras mi esposo y yo nos aventuramos en este desconocido y singular camino de la paternidad, a lo único que nos aferramos fue a las promesas de Dios y a la fe en nuestros corazones, teniendo la certeza de que Dios nunca nos dejaría ni nos abandonaría. Lo que una vez había parecido un camino bastante obscuro, comenzó a transformarse en fortaleza a medida que Dios nos extendía su gracia, paz y alegría, durante la temporada más desgarradora y oscura de nuestra vida. En los momentos más solitarios, pasar tiempo a sus pies nos trajo una esperanza renovada y el coraje para seguir adelante. Oraciones contestadas Después de años de tratamiento y oraciones incesantes, las convulsiones de Athalie ahora están controladas, pero sigue teniendo una forma grave de parálisis cerebral. No puede hablar, caminar, ver ni sentarse por sí sola y depende completamente de mí. Hoy en día, tras mudarnos recientemente de la India a Canadá, nuestra familia está recibiendo el mejor tratamiento. Una mejora sustancial en su salud está haciendo que nuestras vidas sean más alegres. Asher está fuera del espectro autista y ha recuperado completamente el habla. Después de que muchas escuelas lo rechazaran inicialmente debido a su falta de atención, lo eduqué en casa hasta quinto grado. Aunque muestra algunos rasgos de TDAH, por la gracia de Dios, ahora está inscrito en sexto grado en una escuela cristiana privada. Es un amante de los libros que muestra un interés único en el sistema solar. Le encanta aprender sobre diferentes países, sus banderas y mapas. Aunque la vida todavía está llena de desafíos, el amor de Dios es lo que nos hace educar a nuestros hijos con amor, paciencia y bondad. Mientras continuamos abrazando la esperanza que tenemos en nuestro Señor Jesús y recorremos este camino único de ser padres con necesidades especiales, podemos ver que hay momentos en los que recibimos respuestas a nuestras oraciones de manera inmediata, y nuestra fe obra y produce resultados. En esos momentos, la fuerza y el poder de Dios se revelan en lo que Él hace por nosotros: la respuesta segura a nuestras oraciones. En otras ocasiones, su fuerza sigue brillando a través de nosotros, permitiéndonos soportar nuestro dolor con valentía, permitiéndonos experimentar su amorosa misericordia en nuestras dificultades, mostrándonos su poder en nuestras debilidades, enseñándonos a desarrollar la capacidad y la sabiduría para dar los pasos correctos hacia adelante, dándonos la gracia para contar historias sobre su fortaleza y animándonos a ser testigos de su luz y su esperanza en medio de nuestros desafíos, en medio de nuestra cruz de cada día.
By: Elizabeth Livingston
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