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Sus suspiros profundos y oraciones simples nunca pasan desapercibidas …
Prepárate para sorprenderte con lo que hará por ti.
Vengo de un pequeño pueblo en Cork, Irlanda. Aunque crecí en una familia católica que asistía a la misa dominical y recibía los sacramentos, no practicamos muy bien nuestra fe. La Iglesia y una relación con Dios no estaban en el corazón de nuestra vida cotidiana familiar.
Llenando el Vacío
Desde una muy temprana edad, me sentí rechazada y sin valor porque me molestaban mucho en la escuela. En la universidad, busqué a Dios en los lugares equivocados, como el alcohol, las salidas nocturnas y otras personas. Para eliminar ese sentimiento de rechazo, traté de llenar el vacío con algo más que Dios, pero no me di cuenta de que todos esos placeres pasantes nunca me satisfarían.
Una noche, cuando regresé de una salida nocturna, estaba realmente cansada y deprimida. Mi madre me dio una pequeña tarjeta de oración «Milagro». Me sentí atraída por el Espíritu Santo, aunque no me di cuenta de eso en ese momento. Después de leerla, le dije a Dios: “Si realmente existes … si realmente estás allí, por favor contéstame. Por favor cambia mi vida. Me siento muy deprimida. Por favor, necesito tu ayuda…»
No volví a pensarlo hasta unos meses después, cuando me sentí obligada a renovar la oración. Poco después, mis padres me invitaron a ir a Medjugorje en Croacia. Mi motivación para ir fue disfrutar de unas vacaciones gratis al sol y tomar unas copas. Escuché que había algo religioso allí, pero no estaba realmente interesada.
Fe Asombrosa
En Medjugorje, fui recibida por personas que irradiaban una libertad y alegría asombrosas. Siguieron hablando de Jesús y María, como si los conocieran. Me contaron cosas asombrosas sobre la fe católica que me eran extrañas. No tenía idea de qué estaban hablando, pero realmente deseaba la alegría, la libertad y el amor que emanaban de ellos. Seguían instándome a ir a la confesión. «¡De ninguna manera!» Fue mi primera reacción, porque en ese momento estaba muy en contra de la Confesión. ¡Me preocupaba lo que el sacerdote pensaría de mí, que me juzgaría y me echaría! Sin embargo, anhelaba esta libertad, alegría y sentido de pertenencia. Quería saber dónde estaba destinada a estar y quién puedo ser. Finalmente, me sentí convencida de ir.
En mi camino al confesionario, una oración llegó a mi corazón. Era el Credo que había aprendido durante la misa. No lo sabía todo de memoria, pero el poder del Espíritu Santo me ayudó. Con cada palabra, realmente sentí que el Espíritu Santo me animaba. Cuando me arrodillé para confesarme, le di mi corazón al sacerdote sobre todas las cosas que había hecho mal en mi vida. La misericordia de Dios fluyó sobre mí y la paz llenó mi corazón. Cuando salí de allí, era una mujer nueva, caminaba alegremente en la fe, porque finalmente tenía una profunda convicción de que Dios realmente me amaba.
Una Sorpresa de Dios
A mi regreso, le pregunté al Señor por qué se me había revelado, a pesar de las muchas decisiones equivocadas que había tomado en la vida. De repente, vi las palabras de la «oración milagrosa» claramente en mi mente y me di cuenta de cómo el Señor respondió mi oración. Sentí una alegría increíble al saber que Dios había estado armando este plan durante meses, preparándome para el día en que me diera cuenta de su amor por mí en Medjugorje.
Necesitaba hacer muchos cambios, pero Dios me ayudó a alejarme de muchas personas y cosas que no me acercaban a Dios y trajo amigos y oportunidades increíbles a mi vida. El Espíritu Santo me dio una mayor comprensión y reverencia por la Misa y las Escrituras. Cuando escuché que se leían las Escrituras, me conmoví profundamente, porque el mensaje no era solo para las personas que vivieron hace 2000 años. Fue para mí viviendo en este momento. Dios quería que me hablaran esas palabras ahora mismo.
Abundante Alegría
Después de leer las Escrituras y sumergirme en la fe, tenía un gran deseo de aprender más, saber más, comprender más y amar más a Dios. Esto no fue de mi cabeza sino de mi corazón. Dios mismo sembró la semilla del gran amor en mi corazón.
Dios guió hacia mí a las personas que habían tenido un sufrimiento similar. Me pidió que hablara con ellos sobre cómo había experimentado el poder de la oración y la confesión. Fue increíble ver cómo Dios obró a través de esas conversaciones simples uno a uno, tal como esos asombrosos testigos en Medjugorje me llevaron a la fe. A veces, simplemente me pedía que me callara y oraba por esa persona en particular.
Uno de los mensajes que Nuestra Señora transmitió en Medjugorje es “¡Ora! Ora hasta que la oración se convierta en una alegría para ti». Nunca entendí eso hasta que perseveré en la oración. Ahora me encanta rezar y realmente se ha convertido en una alegría para mí. Agradezco a Dios todos los días por el don del Espíritu Santo que está trabajando a través de mí. No hay forma de que me mantenga firme en la fe hoy sin los dones del Espíritu Santo, especialmente la perseverancia.
Oh Espíritu Santo, enséñame a orar bien. Ayúdame a vivir una vida santa y a crecer en bondad y gracia. Amén.
'¡Una manera rápida, fácil y segura de Jesús!
Amor que floreció en primavera
Mi amor por María comenzó en mi infancia. Cuando mi madrina me dio un pequeño rosario de plata para mi Primera Comunión, papá me prometió: «Janie, si rezas tu Rosario todos los días, la Santísima Madre siempre te cuidará». Si no me unía a papá en su rosario diario, me preguntaba: «¿Has dicho tu rosario hoy?» Por lo general, admitiría que no, pero finalmente le prometí: «Cuando tenga 8 años, comenzaré». Desde mi octavo cumpleaños, he mantenido el compromiso de decir al menos un conjunto de Misterios todos los días.
Cuando Dios me llamó a la vida religiosa, me sentí atraída por las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción, en parte porque estaban dedicadas a María. Aprecié nuestro rosario diario antes de la oración de la tarde y las procesiones del rosario del sábado a la gruta de Lourdes. A menudo recurría a María cuando me sentía estresada por los desafíos de la enseñanza y el ministerio. Cuando acepté una invitación para enseñar en Taiwán, practique el único chino que aprendí, una versión fonética del Ave María, cientos de veces en el viaje en el avión allí.
Poco después de regresar de Taiwán, papá reveló que cuando nací, dijo: «Madre Bendita, ella es tuya». Vaya, qué gran Epifanía. Comprendí al instante por qué María era tan importante para mí. Esto explicaba por qué me sentía atraída a hacer una gruta con una estatua de Nuestra Señora en mi habitación cuando era niña, donde podía rezar su Rosario. Mi madre y mis hermanos no se habían sentido atraídos por el Rosario, e incluso se resistieron a rezarlo en familia. Siempre estoy agradecido de que mi papá me consagró a María de esa manera simple cuando nací.
Poder de la Consagración
Cuando nuestras Hermanas Misioneras se reúnen para orar, comenzamos: “Oh Jesús, a través del Inmaculado Corazón de María, te consagro esta hora (o día, o a mí mismo) como un acto de amor perfecto. . . . » Pero no hice una consagración formal durante muchos años. Cuando escuché que el lema del Papa Juan Pablo II era Totus Tuus, me pregunté qué significaba darle todo a Jesús a través de María. Luego, un amigo me invitó a unirme a un grupo para prepararme para la Consagración total de De Montfort, que hicimos en una iglesia en la ciudad de Nueva York en el 1990.
Durante mis cinco años en la Universidad Franciscana de Steubenville, dejé pasar varias oportunidades para unirme en la preparación para una Consagración del 8 de diciembre.
Luego, en el 1998, decidí hacerlo nuevamente como una renovación con otros en este campus de fervientes Católicos. La oración de renovación de De Montfort se convirtió en una parte atesorada de mi oración diaria: «Soy todo tuyo, y todo lo que tengo es tuyo, mi Jesús más amoroso, a través de María tu santa Madre».
Mi Viaje a Casa
Un Sacerdote Mariano, el P. Michael Gaitley dijo que anhelaba ser un santo pero sentía que sus muchas fallas lo impedían. Sin embargo, cuando leyó que “La consagración a María es la forma corta, fácil, segura y más efectiva de convertirse en un santo” todo cambió. El P. Michael se inspiró para escribir 33 Días Hacia un Glorioso Amanecer, un retiro de hágalo-usted-mismo en preparación para la Consagración Mariana. La esencia de este método es la lectura diaria de los santos. Me inspiré reflexionando sobre los pasajes claves de San Luis de Montfort, San Maximiliano Kolbe, Santa Teresa de Calcuta y el Papa San Juan Pablo II. Usé 33 Días Hacia un Glorioso Amanecer para renovar y profundizar regularmente mi consagración a María y lo compartí con otros.
Realmente puedo afirmar que Nuestra Santísima Madre me ha cuidado maravillosamente. A pesar de mis debilidades y fallas. Nuestra Señora me ha llevado más cerca del Corazón de su Hijo, Jesús. El viaje de mi vida se ha enriquecido al contemplar sus mensajes de sus apariciones en Lourdes, Fátima y México. Todos los días camino con mi hermosa Madre, felizmente segura de que me llevara a casa al Cielo. Animo de corazón a otros a hacer y renovar esta consagración total a Jesús a través de María.
María, Madre mia, me entrego totalmente a ti como tu posesión y propiedad. Por favor, haz de mí, de todo lo que soy y tengo, lo que más te agrade. Déjame ser un instrumento adecuado en tus manos inmaculadas y misericordiosas para llevar la mayor gloria posible a Dios. Amén.
'Tuve la experiencia más extraordinaria de amor al prójimo con una familia Hindú. Un caballero se acercó a nuestra casa y dijo, “Madre Teresa, hay una familia que no ha comido nada por tantos días. Haga algo.” Tomé algo de arroz y fui inmediatamente. Cuando vi a los niños, sus ojos brillaban de hambre. No se si tu alguna vez has visto el hambre, pero yo la he visto muy frecuentemente. La madre de la familia tomó el arroz y se fue. Cuando regresó, le pregunté “¿A dónde se fueron; qué hicieron?”Ella me dio una respuesta muy simple: “Ellos (una familia de vecinos) también tienen hambre.” Lo que más me sorprendió fue que ellos eran musulmanes. Y ella lo sabía. No traje más arroz esa tarde, porque quería que ellos, Hindúes y Musulmanes, disfrutaran el gozo del compartir. Esos niños estaban radiantes de alegría, y compartían esa alegría y paz con su mamá porque ella tenía el don de dar hasta que duela. Ves que aquí es donde el amor comienza: En casa con la familia” [Extraído de “Un Llamado a la Misericordia” por la Madre Teresa]
Esto sucedió en una ocasión cuando la violencia religiosa prevalecía en la India, y miles de personas morían en los enfrentamientos entre las comunidades Hindúes y Musulmanas. El regalo generoso y no egoísta que esta mujer sin dudar le dio a sus vecinos hambrientos, tocó muy profundamente a la Madre Teresa. Ella a menudo veía al pobre, pues su amor era simple y sus corazones estaban llenos de gozo. La Madre Teresa nos invita a aprender de los pobres y recibir su gozo al compartir nuestras bendiciones generosamente.
“No todos estamos llamados a hacer grandes cosas, pero todos podemos hacer cosas pequeñas con gran amor”
—Madre Teresa de Calcuta
'Siempre me ha encantado el libro de Los Hechos de los Apóstoles, y con frecuencia lo recomiendo a los que se acercan a la Biblia por primera vez. Lleno de narraciones coloridas, aventura, martirio, persecución, y jornadas por el mar, se vuelve en una lectura muy estimulante por supuesto. Pero me encanta especialmente porque nos muestra la emoción de ser seguidores de Jesús. Mucho antes de que existieran las parroquias, las diócesis, el Vaticano, y otras estructuras institucionales, existía esta banda de hermanos y hermanas que estaban tan abrumados y llenos de energía por la resurrección que fueron por el mundo llevando el mensaje de Jesús hasta sus muertes.
También presenta algunos maravillosos ejemplos de la predicación Cristiana, pues nos relata algunas de las primera proclamaciones Kerigmáticas de los apóstoles. Si le ponemos atención a estas predicaciones, aprenderemos mucho acerca de la buena predicación, pero también mucho acerca de la naturaleza del Cristianismo. Un buen ejemplo particular es el sermón dado por San Pedro el día de Pentecostés y descrito en el segundo capítulo de los Hechos de los Apóstoles.
Escuchamos que Pedro se puso de pie con los Once y levantó la voz. Primera Lección: toda doctrina y proclamación Cristiana legítima es apostólica, lo que quiere decir que está fundada en el testimonio de los primeros íntimos seguidores de Jesús. Los obispos deben predicar con precisión porque son sucesores de los apóstoles; a través de los obispos, los sacerdotes y diáconos están formalmente encargados de predicar. Esto es para asegurar que lo que los predicadores digan no sea debido a opinión privada o algún consenso cultural, sino más bien arraigado en la experiencia de aquellos que conocieron personalmente a Jesús.
Entonces ¿Cómo se ve la predicación apostólica? Pedro dice, “Que sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías.” Notemos primero la fuerza, confianza y la inquietud de esta proclamación. No hay debilidad, vacilación o inseguridad en esto. Esto no es un predicador compartiendo sus dudas contigo o revelándose en la complejidad y ambigüedad de la fe. Esto es un hombre hablando (en voz alta) acerca de su convicción absoluta. ¿Y de qué estaba convencido? de que “a este Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías.” Christos, el término Griego del cual viene la palabra Cristo, tiene un sentido de ungido, lo cual implica el nuevo David y significa el complimiento de las expectativas de Israel. La buena proclamación siempre pone a Jesús en relación a Israel, pues Él tiene sentido solo kata ta grapha (de acuerdo con las escrituras). Un Jesús sacado de la historia de Israel se convierte en poco tiempo en un simple maestro religioso o maestro de verdades espirituales eternas.
Y no solo es Cristo: Él también es Kyrios (Señor). El término tenía sentido Judio y Romano en tiempos de Jesús y Pedro. En la lectura Judía, se designa a Yahveh, el Dios de Israel, como Adonai (Señor en Hebreo). Este término era comúnmente un sustituto para la palabra impronunciable YHWH. Pablo, quien continuamente se refiere a Jesús como “Señor,” dice que a Jesús se le dio el nombre que está sobre todo nombre, por lo cual él se refiere al nombre de Dios.
La predicación que deja a lado u oscurece la divinidad de Jesús, por eso, no es predicación apostólica. Entonces, Kyrios también tiene sentido Romano, pues el César era llamado kyrios, es decir a quien se le debe toda lealtad. ¿Ves que tan Vanguardista y subversivo era declarar que Jesús es Señor, lo cual implicaba que el César no lo era? Y ¿Ves por qué los que proclamaban esto terminaban presos y/o ejecutados? Un obispo Anglicano del siglo XX expresó memorablemente la idea de la siguiente manera: “Cuando Pablo predicó, hubo disturbios; cuando yo predico, me sirven té.”
Noten, en seguida, que Peter no le hace cosquillas a los oyentes: “a este Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías.” No está golpeando ni tratando de ganar amigos e influenciar a las personas. Con la mayor franqueza y claridad posible, él menciona el pecado de su audiencia. Y esto es precisamente lo que «llega hasta el corazón» de sus oyentes. Creanme cuando les digo que los principios espirituales abstractos, los bromuros cansados y las verdades morales intemporales no llegan al corazón de las personas. Y entonces gritan: «¿Qué debemos hacer?» El sermón de Pedro continúa: «Arrepiéntanse y bautícense para el perdón de sus pecados». Cada sermón verdaderamente evangélico debería llamar al arrepentimiento, a cambiar el rumbo de nuestras vidas. Si no lleva a la contrición y la convicción de cambio, no llega al corazón; no corta al corazón. Eso sí, esto no implica la moralización de una manera deslumbrante, sino la presentación del mensaje de Jesús en una manera tan clara y convincente que las personas naturalmente ven cómo se han quedado cortas y quieren cambiar.
Pedro concluye diciendo: “salvense de esta generación corrupta”. Los seguidores de Jesús son una nación santa, un pueblo apartado. Tenemos voluntad y mente renovada, y debemos perfilarnos claramente en el contexto del mundo. Si pensamos y actuamos como todos los demás, no hemos asimilado el Evangelio. Relativamente, si todo lo que escuchamos desde el púlpito es lo que se puede escuchar en los programas de entrevistas y en los grupos de discusión y en las conversaciones políticas, no hemos escuchado el Evangelio.
Finalmente, se nos dice que “Unas tres mil personas se unieron ese día [a la iglesia]”. Yo se que so nos dice que no nos preocupemos por los números, y por supuesto hay verdad en eso. Dios quiere que seamos, no triunfadores, sino fieles, como lo dijo la Madre Teresa. De cualquier modo, nos guste o no, a la BIblia le interesan los números. Una buena predica, si es verdaderamente evangélica, tiene la intención de atraer a la gente a la iglesia. El Hecho de que hoy se mantienen alejados de la Iglesia en masa, dice algo bastante negativo sobre la calidad de nuestra predicación.
A todos los predicadores, les recomiendo una consideración cautelosa de los sermones kerigmáticos en Hechos de los Apóstoles. Si tú predicas como Pedro, tal vez no te sirvan un té después de cada homilía, pero sabrán que el evangelio te ha llegado hasta el corazón.
'¿La Santidad se trata de ser amable? ¿Ser asertivo es contrario a la Santidad?
La semana pasada, hice una pregunta a mis alumnos cuando comenzó nuestra clase. “Si un misil nuclear nos golpeara en los próximos segundos, y todos muriéramos ¿irías al Cielo? Levanta la mano, si crees que definitivamente irías directamente al cielo.” Me sorprendió que solo una chica levantara la mano, pero me complació que el resto no lo hiciera, porque no podemos esperar de lo que estamos seguros. La esperanza es una virtud que necesitamos hasta el día en que nos encontremos con nuestro Creador. Debemos orar diariamente con la esperanza de que Dios tenga misericordia de nosotros, pero ninguno de nosotros puede estar seguro de nuestro destino eterno hasta que nos encontremos con Dios cara a cara.
Entonces se me ocurrió que su moderación podría no tener nada que ver con la esperanza. Entonces, les pregunté: «¿Cuántos creen que irías al Infierno si murieras en este momento?» Alrededor de cinco de ellos levantaron la mano. Como eran chicas de muy buen carácter, le pregunté a una de ellas: «¿Por qué crees que irás al infierno?» Ella respondió: «Porque no soy agradable. No tomo ninguna porquería.» Le pregunté a otros, y ellos dijeron casi lo mismo.
Casi me caigo. “¿De dónde sacaste la idea de que la santidad se trata de ser amable? ¿Y por qué crees que ser asertivo es contrario a la santidad?”
Vivimos en una cultura dominada por la tiranía de la amabilidad, donde es más importante ser amable que ser verdaderamente bueno. La amabilidad se ha vuelto más importante que la Verdad. Por eso me resulta tan difícil lograr que los adolescentes presenten objeciones en clase. Si escuchan algo con lo que no están de acuerdo, o desean disputar un punto, permanecen en silencio. Han aprendido que discutir, hacer preguntas difíciles o desafiar al maestro es una falta de respeto.
Ya no vivimos en una cultura de debate. Cuando era joven, vi un programa llamado El Gran Debate. Ellos debatirán temas controvertidos, luego la audiencia votariá al final. Ya no vemos programas como ese, y muy pocas escuelas tienen clubes de debate. Para usar una frase acuñada por el Papa Benedicto XVI, vivimos bajo la dictadura del relativismo. El relativismo es el tirano detrás de la tiranía de la amabilidad. El relativismo niega que haya Verdad absoluta. Niega que existan preceptos morales absolutos, o que ciertas acciones sean intrínsecamente incorrectas (como el aborto, la eutanasia activa, el adulterio, la anticoncepción, la pornografía y la fornicación). Entonces, naturalmente se deduce que si no hay Verdad, no hay nada que debatir; porque el debate se trata de descubrir la Verdad. En una cultura relativista, todos tienen su propia verdad, y todo debe ser tolerado, excepto la creencia de que algunas acciones son incorrectas y que existe la Verdad absoluta. Esa es una buena cultura, muy agradable, donde el debate debe cerrarse porque da como resultado sentimientos heridos.
Por lo tanto, los estudiantes que desafían un punto en la clase son castigados por no ser amables. El argumento ha sido abiertamente desalentado. Solo acepta lo que te están enseñando. Y lo que se enseña no es en absoluto controvertido. Por qué no? Porque no es bueno hablar de cosas controvertidas como el aborto, la fornicación y la homosexualidad, por ejemplo, porque estas son «divisivas» y alguien podría ofenderse. En otras palabras, la verdad pasa a segundo plano a la sensibilidad. Entonces, la directiva moral moderna más fundamental, el único mandamiento que reemplaza a los Diez Mandamientos de antaño, es: «Serás sensible». El amor ahora ha llegado a significar sensibilidad.
Todos hemos escuchado la expresión «La verdad duele». Decir la verdad puede hacer que las personas se sientan incómodas. No es «agradable» hacer que las personas sientan incomodidad, pero decir la verdad es a veces lo más amoroso que puedes hacer. Tener el estómago cortado con un escalpelo no es una experiencia agradable, pero mi médico hizo algo muy amoroso hace años cuando me abrió para eliminar un cáncer. No es agradable, pero amoroso.
Un psicólogo local escribió sobre los efectos psicológicos adversos de la tiranía de la amabilidad. Tiende a provocar una división en la personalidad de uno, una desintegración del personaje, porque en lugar de hablar honestamente, uno tiene que permanecer en silencio o decir cosas buenas, independientemente de si son ciertas o no. He tenido colegas que dicen las cosas más bonitas, las más positivas, cuando saben que no están siendo sinceros. «¿Cómo fue esa excursión?» «¡Fue genial!», Responden con soltura, pero cuando los preguntas más, eventualmente admiten que fue un desastre, una completa pérdida de tiempo. ¿Por qué dijeron que era genial? Están atrapados por una respuesta. Es la tiranía de la amabilidad. Si hablamos con franqueza, nos veremos como manivelas u ogros. Cuando comencé a enseñar, un director siempre nos dijo que todos estábamos haciendo un trabajo maravilloso. Sabía que eso no era cierto. Solo algunos estaban haciendo un buen trabajo, pero no es bueno ser demasiado honesto. Este tipo de falta de integridad personal puede tener graves consecuencias adversas en el futuro, tanto psicológica como espiritualmente.
Bueno, la santidad no es amabilidad. La santidad es fe heroica, esperanza heroica y caridad heroica (amor sobrenatural de Dios). Jesús es la santidad misma, la perfección de la santidad, la fuente de toda santidad. Pero lee los Evangelios. No era amable, especialmente con los fariseos. San Pablo no siempre fue tan agradable. Note lo que les dijo a los gálatas: “En cuanto a mí, hermanos, si todavía estoy predicando la circuncisión, ¿por qué continúan los ataques contra mí? … ¡Ojalá aquellos que te están molestando puedan seguir todo el camino y castrarse! (Gálatas 5, 11-12). No es bueno decirlo, pero Paul es un santo. Estudia la vida de San Padre Pío, uno de los grandes santos del siglo XX. No siempre fue amable, pero fue un hombre de caridad heroica.
La carta a los romanos no fue nada agradable, según los estándares de hoy. Sería terriblemente ofensivo para un gran número de personas: «Comportémonos adecuadamente, no en orgías y borracheras, no en promiscuidad y lujuria, no en rivalidad y celos … no hagamos provisiones para los deseos de la carne».
La integridad sexual es muy importante, porque la inmoralidad sexual afecta nuestra capacidad de relacionarnos. Afecta el matrimonio, que es la base de la familia, la unidad fundamental de la sociedad. Lamentablemente, la mayoría de las personas de hoy, incluidos los educadores, guardan silencio sobre la moral sexual, porque temen ofender. Desafortunadamente, algunos sacerdotes y obispos se han convertido en discípulos de la tiranía de la amabilidad, por lo que rara vez escuchamos sobre temas controvertidos desde el púlpito.
¿Cómo nos preparamos para la segunda venida de Cristo? Al crecer en santidad e integridad personal. La lujuria sobre todo tiene el poder de destruir esa integridad. El neurocirujano Donald Hilton ha escrito recientemente sobre los efectos de la pornografía en el cerebro. La investigación es muy desconcertante, especialmente a la luz de la revelación de que el 87% de los hombres universitarios y el 31% de las mujeres ven pornografía. Él dice que la pornografía causa una interrupción de la dopamina en el cerebro. La dopamina es esencial para que los seres humanos deseen placeres apropiados en la vida. Sin ella, no comeríamos; no procrearíamos, ni siquiera trataríamos de ganar un juego de damas.
La adicción es causada por el uso excesivo del sistema de recompensa de dopamina. Cuando las vías neurales se usan compulsivamente, la dopamina disminuye. Las células de dopamina comienzan a encogerse o atrofiarse. Los centros de recompensa de placer del cerebro anhelan la dopamina, por lo que el cerebro se vuelve a conectar. El «termostato de placer» se reinicia, produciendo un nuevo estado «normal». Para sentirse normal, la persona debe capitular ante su adicción cada vez más para elevar la dopamina a niveles suficientemente altos.
Ese es el caso de todas las adicciones, pero especialmente la adicción sexual, que se establece muy rápidamente y es la más difícil de superar.
Lo que es más importante, Hilton señala que los lóbulos frontales del cerebro, ubicados justo por encima de los ojos, también se atrofian, y estos lóbulos tienen conexiones importantes con las vías de placer en el cerebro, por lo que el placer puede controlarse. Los lóbulos frontales son importantes en nuestra capacidad de emitir juicios. Si el cerebro fuera un automóvil, los lóbulos frontales serían los frenos. Cuando se atrofian, la capacidad de una persona para procesar las consecuencias del comportamiento adictivo se ve afectada. Este deterioro neurológico es análogo al desgaste de las pastillas de freno en un automóvil. Las personas que sufren daños en el lóbulo frontal son impulsivas, actúan sin pensar en las consecuencias. Están compulsivamente obsesionados con ciertos objetos o comportamientos. Experimentan cambios de humor repentinos e impredecibles y su juicio se ve afectado.
El Dr. Victor Cline, en su ensayo sobre los efectos de la pornografía en adultos y niños, dice que reduce drásticamente la capacidad de amar de una persona, lo que resulta en una disociación del sexo de la amistad, el afecto, el cuidado y otras emociones que son parte integrante de matrimonios saludables. Él dice que el lado sexual de una persona se deshumaniza, y muchos desarrollarán un «estado de ego extraño» o lado oscuro, «cuyo núcleo es la lujuria antisocial desprovista de la mayoría de los valores».
Las consecuencias que esto tiene sobre el matrimonio son devastadoras. El antropólogo de Cambridge Dr. J. D. Unwin examinó los efectos de la restricción sexual y el abandono sexual en 86 culturas, que abarcan 5,000 años. Descubrió que las culturas que practicaban la monogamia estricta exhibían «energía social creativa», que culminaba en «el cénit de la producción». Sin embargo, las culturas en las que no había restricción en la sexualidad se deterioraron en mediocridad y caos, sin excepción.
A medida que pasa el tiempo, la restricción sexual en nuestra cultura continúa aflojándose. A medida que se abandona más sexualmente, estamos presenciando una disminución constante en el matrimonio. Las consecuencias del matrimonio y la ruptura familiar, como cualquier maestro sabe, son calamitosas.
Los hombres de verdad se están volviendo raros en la sociedad occidental. Muchas de nuestras celebridades masculinas están atrapadas en una adolescencia perpetua. Un niño no tiene control sobre sus pasiones, pero es guiado por ellas. Un hombre se posee gobernando sus pasiones y sometiéndolas a la razón. Un niño ama las cosas por lo que hacen por él, pero un hombre real ama a otro por lo que son, no por lo que hacen por él. Muchas parejas jóvenes abandonan el matrimonio porque no han aprendido a superar las dificultades a través de un acto de la voluntad. Muchos piensan que la vida, y el matrimonio, se trata de una euforia sin parar.
Para ser verdaderamente felices, debemos tomar en serio las palabras de San Pablo: «Desechemos las obras de la oscuridad y vistámonos con la armadura de la luz; comportémonos adecuadamente como en el día, no en orgías y borracheras, no en promiscuidad y lujuria, no en rivalidad y celos … Pero vístete del Señor Jesucristo y no hagas provisión para los deseos de la carne».
En la lucha por la integridad personal, tenemos que cultivar la castidad en nosotros mismos y fomentarla en nuestros hijos. Es imposible crecer en santidad y prepararse para la vida eterna sin castidad. Tenemos que ser padres cuidadosos y prudentes, padres asertivos. Necesitamos dejar de ser tan amables. Diles la verdad con compasión y consideración. Testigo de la verdad de la que están siendo engañados. Es un deber sagrado que no debemos eludir.
'Seguiré a Jesús
Todos los días de mi vida,
Incluso en momentos de dolor y debilidad,
Seguiré a Jesús
Porque sé que solo Él,
Puede librarme de las cadenas del pecado,
Así que le seguiré hasta el final,
Hasta el final de los tiempos.
No buscaré mi fortaleza en ningún hombre,
Para seguir a Jesús todos los días de mi vida,
Porque el hombre se derrumba como la arena
Y desaparece de la faz de la Tierra
Por eso digo,
Seguiré a Jesús
Hasta el final,
Hasta el final de los tiempos
Seguiré a Jesús
Todos los días de mi vida,
Incluso en momentos de dolor y debilidad,
Seguiré a Jesús
'Subtítulo: ¿Buscas rectificar tu vida? ¿Estás buscando la paz en tu familia? ¡Comienza hoy a caminar con Jesús, y tu vida nunca será la misma!
Alicia, mi mejor amiga, compartió una experiencia que cambió mi vida y me embarcó en una hermosa jornada espiritual.
Desde que nos conocimos como niñas, yo fui impresionada por su amabilidad y gentileza. Ella nunca lastimó a nadie por su propia voluntad. Aun cuando la acusaban injustamente, ella nunca intentó de justificarse, sino que tomaba toda la culpa. Con frecuencia me preguntaba cómo ella podía estar tan llena de gracia, así que un día le pregunté. Ella simplemente me contestó: “me imagino al Sagrado Corazón de Jesús dentro de mi Corazón. Cuando soy tentada a decir o hacer algo malo, siento que Jesús sufriría mucho, y así es como me mantengo alejada del pecado.”
Entonces ella se volteó hacia mí y me preguntó, “Agnes ¿no sabes que Jesús anhela habitar en tu corazón?” Yo anhelaba compartir la imagen de Jesús dentro de mí también, así que decidí orar por eso. Desde ese dia, cada tarde subía a pedirle a Jesús que compartiera una Imagen de Su Sagrado Corazón conmigo. ¡Una noche, tuve un sueño de Verónica limpiando el rostro de Jesús y recibiendo Su imagen en su velo! Finalmente me di cuenta de que limpiar Sus heridas dejaría su imagen impresa en mi corazón.
Ahora mis pensamientos se centraron en encontrar maneras de limpiar Sus heridas. Se me ocurrió otra idea como de un niño. Cada tarde, yo salía a caminar con Jesús. Me imaginaba a mi misma como una pequeña niña que acompañaba a María durante la dolorosa Pasión de Jesús. Desde que era muy pequeña, yo podía acercarme a Él, sin que los soldados me detuvieran, y entonces levantaba mi vista para ver el rostro de Jesús.
Mientras caminaba, yo lentamente recordaba las maneras negativas en las que había reaccionado a la adversidad. Entonces, me imaginaba a Jesús viendome y motivándome a ser mejor. Cada dia, le entregaba mis sufrimientos actuales a Jesús, limpiando de esa manera las manchas que me habían impedido discernir claramente. Se convirtió en un deleite. En mi oración, comencé a imaginarme a mis seres queridos acompañándome en esta jornada diaria, para que ellos también fuera purificados por la preciosa sangre que brotó de Sus llagas. Cuando nos acercabamos a la escena de Su crucifixión, Jesús me recordó imitarlo, perdonando a todos los que me habían lastimado. No podía seguirlo más, hasta que me deshice de todas quejas.
Me mantuve de pie cerca de la cruz, tomada de la mano de Maria. Jesús me mostró cuánto sufría cuando alguien caía en pecado mortal. ¡Cada vez que estrechamos nuestra mano para asistir a esos que se han alejado de Cristo, consolamos en Sagrado Corazón de Jesus! Cada dia que acompañaba a Jesús y a María en el Vía Crucis me revelaba más acerca del misterio de la salvación.
En este tiempo de Cuaresma, te motivo a caminar con Jesús, como un niño pequeño. Que esta jornada te ayude a comparar tu sufrimiento con el sufrimiento que Él soportó, y comparte el peso de los sufrimientos con Él. Al recordar eventos anteriores, podemos darnos cuenta de que aún llevamos cargas innecesarias sin razón alguna. Invitemos a Nuestro Señor a que limpie nuestros corazones de cosas que nos opacan, para que podamos brillar con pureza. Entonces, Su amor radiante brillará en nuestros corazones y nos revelará la presencia de Cristo a nuestro alrededor.
'Hoy en la montaña, ante una gran multitud, proclamaré que no hay otro Dios sino Tú.
Esther Ahn Kim caminó lentamente hacia el santuario en la cima de la montaña, con sus estudiantes siguiéndola en silencio. La joven profesora de música sabía que cuando llegaran a aquel lugar de adoración, serían forzados a tomar una decisión que cambiaría sus vidas. Los japoneses, que habían tomado control de Corea en 1937, estaban obligando a todo el mundo a inclinarse ante el altar de su “dios sol”. El castigo para todo el que se rehusara a hacerlo sería la cárcel, torturas e incluso la muerte.
A pesar de que muchos otros cristianos habían decidido que estaría bien arrodillarse ante el ídolo solo ante la mirada de los japoneses, pero seguir rindiendo culto a Cristo en sus corazones, Esther no podía tomar tal decisión. Oró a Dios en silencio. “Hoy en la montaña, ante esta gran multitud, proclamaré que no hay otro Dios sino Tú” declaró.
Una gran multitud se había reunido, de pie y erguidos en filas, temerosos de moverse ante la mirada cruel de los policías japoneses. El corazón de Esther comenzó a latir fuertemente, aterrada por lo que estaba a punto de hacer. Una sensación de intranquilidad la sobrecogió, y silenciosamente oró el Padre Nuestro, una y otra vez. “Señor” oraba ella, “¡Soy tan débil! Por favor ayúdame a hacer esto, cuídame mientras Te defiendo”
Cuando uno de los oficiales gritó “¡Inclinémonos ante Amaterasu Omikami!” todas aquellas personas se arrodillaron, inclinándose solemnemente ante el santuario. Esther fue la única que se mantuvo de pie, mirando al cielo. El miedo y la incertidumbre que se habían apoderado de ella solo hacía unos minutos se habían desvanecido. La paz había inundado su corazón. Sabía que había hecho lo que Dios quería que ella hiciera.
Su valiente forma de “levantarse” por Cristo le valió seis horrorosos años en las prisiones japonesas. Durante este tiempo, a pesar de que su cuerpo se debilitó con el sufrimiento, su alma brillaba con un amor sobrenatural por sus persecutores y compañeros de prisión.
En medio de una noche helada, Esther escuchó lo que describió como un sonido “misterioso, similar a quejidos.” Fue informada por un carcelero de que se trataba de una prisionera china de 20 años de edad, a la cual iban a ejecutar por asesinar a su esposo. Incapaz de dejar de pensar en aquella mujer, Esther pidió que trajeran a esta peligrosa prisionera a su celda. El carcelero le advirtió a Esther “Esa mujer está loca. Muerde a todo el mundo”. Esther, aun así, insistió en que se la trajeran.
Los siguientes días fueron arduos para Esther, física, emocional y espiritualmente. Le cedió su escasa ración de comida a esta mujer, que estaba sucia y desequilibrada mentalmente. En vez de despreciarla, como todos los demás, Esther oró por ella sin descanso, sacrificando su propia comodidad para alcanzar el corazón de la asesina. Con el tiempo, fue capaz de compartir el amor de Cristo con su nueva amiga. Los demás prisioneros estaban impactados al ver la transformación de aquella mujer.
Cuando esta joven mujer fue llevada a su ejecución, los ojos de Esther se llenaron de lágrimas, cuando la vio caminar hacia su verdugo “… como si estuviera presurosa a encontrarse con Jesucristo”. Como Esther decidió abrazar a esta ‘loca’ y ‘peligrosa’ mujer con un amor que esta nunca antes había conocido, muchos otros han seguido su increíble ejemplo de sufrir valientemente para Cristo. Al abrir sus brazos para recibirla, así como cuando había recibido al mismo Jesucristo, llevó a muchas otras personas hacia el Reino de Dios; individuos que, si no hubiese sido por Esther, jamás habrían escuchado del Evangelio.
¿Estoy yo preparado para sufrir de forma correcta por Jesucristo? En medio de nuestras comodidades, es fácil pensar “Claro, si viniera una persecución yo jamás negaría el nombre de Cristo. Claro, si me encarcelaran, permanecería fiel a mi Fe.”
Debemos preguntarnos a nosotros mismos: ¿De veras estoy “muriendo a mí mismo” diariamente, como lo hizo Esther? ¿O estoy más preocupado por proteger mis propias comodidades e intereses?
'Nunca es demasiado tarde para empezar a rezar y Dios nunca está demasiado lejos para escuchar.
Pasamos nuestros días ocupados en el hogar o en nuestro lugar de trabajo, distraídos en cosas buenas que nos alejan de la oración. Cuando dejamos de orar, ¡las cosas empiezan a ir mal!
No hay duda que cuando oramos, somos más felices, estamos menos ansiosos y tenemos una paz mental y sentimos paz en nuestro corazón. Cuanto más oramos, más nos entendemos porque llegamos a conocer a Dios más íntimamente y por experiencia sólo nos conocemos, en la medida que conocemos a Dios de una forma personal. Cuanto más oramos, empezamos a ver la mano de Dios en nuestra vida cotidiana, es decir, lo vemos actuar en nuestra vida. Empezamos a ver que él nos ama y eso hace que nuestra vida sea más significativa.
Cultivando el hábito de rezar
Lo más importante es adquirir el hábito de la oración. Sin eso, no tenemos una vida interior, sólo tenemos una vida exterior.
Cuando solamente tenemos una vida exterior, nos ponemos ansiosos, inquietos y eso nos lleva a la codicia y al amor excesivo de tener cosas. Terminamos tratando de asegurar nuestra propia seguridad y reducir nuestra ansiedad y cuando las cosas no salen como las queremos, nos enojamos nos impacientamos, nos irritamos, perdemos la paz que anhelamos. Cuando estamos en ese punto, significa que hemos tomado nuestra vida en nuestras propias manos.
Estamos destinados a ser llevados por Dios de la mano como un bebé es llevado en su asiento de automóvil. Estamos destinados a ser llevados por la divina providencia. Dios está en control, no nosotros y tenemos que rendirnos a su control. Cuando lo hacemos, la vida se vuelve mucho más inspiradora.
Si no rezamos nos abrimos al engaño. Este es un punto tan importante. El engaño diabólico es tan sutil y simplemente no somos lo suficientemente inteligentes para defendernos del sutil engaño del maligno. Un ángel es inconcebible, intelectualmente superior a los seres humanos y a las personas que no tienen costumbre de orar, que éstos están abiertos a todo tipo de engaño. La meta del diablo es sembrar mentiras y engaños en la mente de los seres humanos, crear enemistada y división. Esto lleva a los divorcios, enemistades, desconfianza mutua, rencor en las familias y en la comunidad religiosa.
La única defensa contra esto es la oración ferviente y persistente. Cuando oramos en la presencia de Dios, muchas cosas ocurren. Cuando rezamos entramos en la región más profunda del ser, donde solamente habita Dios. En esa región solamente habita Dios puede y nos espera a ti y a mí individualmente, y es allí donde nos habla en silencio. Cuando entramos en esto, a menudo la vida se nos vuelve más rica, menos ansiosa y mucho más tolerable. El Mundo se ve diferente; comenzamos a ver la belleza del mundo que nos rodea. Comenzamos a ver a las personas desde el punto de vista de Dios. Comenzamos a vernos y a sentirnos mejor con nosotros mismos.
¿Qué pasa si no rezo en absoluto?
Si no adquirimos el hábito de la oración, la vejez será difícil y dolorosa prueba. Si una persona tiene una vida interior entonces la vida se limita a un hospital o un hogar de anciano, lo cual no es una posibilidad horrible, porque la alegría de esa persona proviene de la comunión con Dios en lo más profundo de su alma. Estas almas nunca están solas porque conocen profundamente al Dios que habita en lo profundo de ellos y sienten la presencia de Dios dentro de ellos mismos.
Es como estar en presencia de alguien que amas. Recuerdo haber visitado en el hospital a una feligresa que sufrió un derrame cerebral y cuando entré lentamente a su habitación vi a su esposo sentado allí, mirando al espacio sin decir nada. No tenían que decir nada, ambos disfrutaban de estar en uno compañía de otro. No tenían que mantener una conversación.
Cuando era adolescente a veces levantaba el teléfono y no oía el tono de marcado, tampoco escuchaba hablar. Cría que el teléfono estaba dañado. Me hubiera gustado escuchar a mi mamá con su buena amiga, pero descubrí que no hablaban, sólo estaban en presencia la una de la otra.
Ese es el punto al que tenemos que llegar con Dios. Cuando conocemos su presencia interior como resultado del hábito de la oración, no estamos solos. Estamos vivos, alegres, aunque en el exterior pudiese parecerles a dos demás que estamos aburridos o solitarios.
¿Estás Muerto en Vida?
Si nunca hemos rezado, en nuestra vejez estaremos simultáneamente vivos y muertos. Sufriremos una muerte en vida. Como no tenemos una vida interior, hemos buscado nuestra paz desde el exterior; no podemos viajar o ir de excursión, no podemos ir a nadar o trotar, o hacer lo que solíamos hacer cuando somos jóvenes. Conozco algunas personas mayores que por problemas con sus ojos ya no pueden leer o ver películas, etc. La vida se vuelve intolerable si no tenemos una vida interior.
Cuando tenemos una rica vida interior como resultado de años de oración, todas estas actividades externas son en realidad bastante aburridas y rápidamente “envejecen” junto a las alegrías intensas que provienen de la Oración meditativa.
Si realmente no ha empezado a orar regularmente, y desea saber cómo comenzar, empiece reservando un tiempo determinado todos los días y leyendo un Salmo del Antiguo Testamento; le tomará 5 meses para leer los 150 de ellos. Luego ofrezca una oración y petición y confíe en que Dios le otorgará esa oración, si es por un aumento en la santidad. Entonces reza una oración de intercesión. Dios escucha las oraciones que hacemos por los demás y responde a ellas a su manera y a su propio tiempo, por lo que debemos orar por los demás persistentemente y en un espíritu de confianza, para nuestros hijos, parientes, nuestros enemigos, aquellos que no podemos soportar, aquellos a los que encontramos difíciles de perdonar, pero a quienes necesitamos perdonar.
Debemos recordar orar por los enfermos, por los que sufren y por el país en su conjunto, que como cultura podemos volver a Dios. Luego ofrezca una oración de gracias en silencio.
Eventualmente adquirimos un profundo sentido de Dios en nuestras almas. Después años de eso, estaremos listos para dejar este mundo y no temeremos a la muerte, lo haremos en espera que veamos el rostro de Dios directamente. Eso es la vida eterna y esta vida es una preparación. Todo esto empieza en la decisión de rezar regularmente. Amén.
'Qué tan fuerte es tu relación con nuestro Padre celestial? Tu padre en la tierra está profundamente profundamente preocupado por las dificultades diarias que enfrentas. Tu Padre celestial tiene una preocupación aún mayor porque Él conoce las dificultades que no le revelas a nadie (incluso a ti mismo en veces).
Cada primer viernes del mes, San Francisco de Asís pasaba tiempo solo en el bosque orando, de las seis en punto de la tarde hasta las seis de la mañana. Al observar esta rutina, uno de sus hermanos le preguntó: ¿cómo es que tu te mantienes despierto y orando durante la noche?” San Francisco respondió: “Vete al bosque con una bolsa vacía y otra llena de piedras. Allí rezas el ‘Padre Nuestro.’ Cada vez que repitas la oración, pasas una piedra a la bolsa vacía. ¡Haz esto durante toda la noche, y a medida que se acerca el amanecer, todas las piedras habían sido pasadas a la bolsa vacía, y no tendrás sueño!”
Su hermano estaba muy contento de haber escuchado esto, así que siguió el consejo de San Francisco. A medida que se acerca el amanecer, él había transferido aproximadamente unas trescientas piedras a la bolsa vacía. Cuando llegó la mañana él estaba emocionado de haber orado toda la noche sin tener sueño o cansancio. Corrió en busca de San Francisco para reportarle cuántas veces había repetido la oración del Señor. Sin Embargo, cuando lo encontró, lo que vio tocó su corazón. Hincado a lado del cerco, San Francisco estaba llorando viendo hacia el cielo, con la primera piedra en su mano, aún rezando la primera parte del “Padre Nuestro.” Atemorizado, el hermano se dio cuenta de que la relación de San Francisco con Dios era muy profunda. Él no había necesitado rezar la oración del Señor muchas veces para mantenerse alerta. En su profundo amor por Dios, cada palabra de la oración era incalculablemente fascinante.
Al sonar la campana, San Francisco se dirigió a la Misa sin siquiera haber completado el “Padre Nuestro.” Esto le causó las lágrimas a su hermano. San Francisco lo abrazó diciendo, “lo que necesitamos en nuestra oración y en nuestras vidas Cristianas es un ardiente amor por nuestro padre celestial. Si tu tienes una relación amorosa con tu Padre en el cielo, todo lo demás se acomodará en su lugar.”
'Pregunta: Mi mejor amigo recientemente perdió una terrible batalla contra el cáncer. Fue desgarrador verla sufrir por tanto tiempo, solo para morir al final. Ella era una de las personas más devotas que he conocido. ¿por qué Dios permite que las personas buenas sufran?
Respuesta: Hace miles de años un hombre llamado Job se hizo la misma pregunta. ¿por qué las personas buenas sufren mientras parece que los pecadores se multiplican? Al final del libro de Job, Dios responde a Job rápidamente diciendo “tus caminos, no son mis caminos”.
Pero después Job vino a Jesús y Jesús cambió la naturaleza del sufrimiento.
Cuando Jesús era Dios manifestado en carne, pudo haber evitado todo sufrimiento. Siendo divino, pudo haber evitado todo dolor mental o físico por enfermedad, lesión, rechazo, tortura o muerte, pero eligió sentir esas cosas porque él es Enmanuel, ¡Dios con nosotros! Jesús sabía que el sufrimiento era parte de la condición humana, por lo que decidió convertirse “como nosotros en todas las cosas excepto en el pecado” (Hebreos 4:15)
El sufrimiento no es parte del plan original de Dios. Llegó al mundo por el pecado original. Cuando nuestros primeros padres se apartaron de las bendiciones que Dios había planeado para ellos y quisieron convertirse en dioses, el resultado fue la muerte, la prueba, la tribulación y el dolor; sin embargo, Dios no hizo el sufrimiento como castigo. No es un remedio curativo, porque el sufrimiento nos enseña que el amor cuesta.
Considere esto— cuando una madre se queda despierta cuidando a su hijo enfermo, es una ardua tarea, pero también es un acto de amor. Cuando un padre trabaja duro en un trabajo difícil y estresante, para poner comida en la mesa de su familia, es oneroso, pero también es un acto de amor. Cuando un hermano soporta a su molesta hermana menor, es un desafío, pero también es un acto de amor. No podríamos aprender a amar sino fuera por el sufrimiento.
Cuando su amiga estaba en los tratamientos contra el cáncer, imagino que muchas personas la ayudaron de diversas maneras; cocinaron para ella, la llevaron a citas, la animaron, oraron por ella, y de esta manera, las personas que la rodeaban aprendieron que por medio del sacrificio del amor, podemos imitar a Dios.
Cuando sufrimos podemos reconciliarnos con Cristo. Atravesar por el cáncer nos enseña las virtudes como el coraje, la perseverancia, la humildad… y cuando lo ofrecemos como un sacrificio en unión con Cristo, como un “sacrificio vivo” ( Romanos 12:1), ¡participamos con él en la salvación del Mundo! Cada sufrimiento que soportamos puede ayudarnos a crecer en virtud. Recuerde: nunca estamos tan cerca de Jesús, como cuando estamos colgados en la cruz con él.
Finalmente, Jesús nunca prometió felicidad en este Mundo; mas bien prometió la cruz. Pero, también prometió que nunca nos abandonaría y que para aquellos que lo aman, todas las cosas funcionan para bien. Bajo una perspectiva eterna, el sufrimiento y la muerte de su amigo provocaron su santificación y se le otorgaron innumerables gracias a ella y a muchos otros, gracias que sólo entenderemos cuando nos encontremos con Cristo en la eternidad.
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