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Sep 02, 2020 913 0 Mary Therese Emmons, USA
Disfrutar

Sana al Mundo

Al crecer en una familia grande de diez hijos con personalidades muy distintas, nuestra casa a menudo era ruidosa y se volvía un caos, pero estaba llena de amor y fe profunda. Tengo recuerdos vivos de mis hermanos y yo lanzándole charlas y desacuerdos a nuestra querida madre casi a diario.

Con frecuencia nuestra madre simplemente respondía a nuestras peleas recitando las Bienaventuranzas con su voz calmada y relajante: “Bienaventurados son los que construyen la paz, pues serán llamados hijos de Dios”. Al escuchar estas palabras, nos retirábamos y proponíamos firmemente llegar a un acuerdo y perdonar. Al pasar de los años, muchas de las palabras sabias de mi madre se han convertido en mi interior. Esa voz es particularmente fuerte ahora debido al tumultuoso mundo en el que vivimos.

Curiosamente, el mundo de hoy no es completamente diferente de la casa en la que yo crecí. Este mundo también es ruidoso y caótico, pero lleno de amor y fe. Aun con personalidades que se confrontan, ideales diferentes y pensamientos conflictivos, creo que hay un deseo común de paz, y un amor subyacente para los demás.

La oración favorita de mi padre era la simple pero bella oración de paz de San Francisco, la cual ha adquirido un mayor significado para mí a medida que he crecido. Es una oración perfecta para los tiempos en los que vivimos. No es simplemente una oración por la paz, sino que es una oración que busca una manera de convertirse en un instrumento para difundir la paz.

Pide que nos olvidemos de nosotros para poder cuidar a los demás y sanar este mundo que está profundamente herido y lastimado.  Mientras reflexiono en las palabras de esta oración que tocan el corazón, no puedo evitar sentir compasión y empatía por los que están heridos, y un sincero deseo de ayudar a sanar, consolar y traer la paz a donde pueda.

Este mundo sería muy diferente si todos adoptáramos las suaves palabras del tierno Santo de Asís y las implementáramos en nuestras vidas:

Señor, hazme un instrumento de tu paz.

Que donde hay odio, yo ponga el amor.

Que donde hay ofensa, yo ponga el perdón.

Que donde hay discordia, yo ponga la unión.

Que donde hay error, yo ponga la verdad.

Que donde hay duda, yo ponga la Fe.

Que donde desesperación, yo ponga la esperanza.

Que donde hay tinieblas, yo ponga la luz.

Que donde hay tristeza, yo ponga alegría.

Oh Maestro, ayúdame a nunca buscar ser consolado, sino consolar,

ser comprendido, sino comprender,

ser amado, sino amar.

Porque es dándose como se recibe,

es perdonando, como se es perdonado,

es muriendo como se resucita a la vida eterna.

Amén.

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Mary Therese Emmons

Mary Therese Emmons is a busy mother of four teenagers. She has spent more than 25 years as a catechist at her local parish, teaching the Catholic faith to young children. She lives with her family in Montana, USA.

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