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Pregunta: Me estoy preparando para casarme en unos meses, pero la idea de un compromiso de por vida me llena de ansiedad. Conozco muchos matrimonios que terminan en divorcio o miseria, ¿Cómo puedo asegurarme de que mi matrimonio se mantenga fuerte y lleno de felicidad?
Respuesta: ¡Felicitaciones por su compromiso! Este es un momento emocionante en su vida, pero también un momento importante para prepararse, no sólo para la boda, sino para los muchos años de matrimonio con los que Dios los bendecirá.
Hablando humanamente, el matrimonio es una realidad difícil, porque une a dos personas muy imperfectas en una sola familia … por el resto de sus vidas. Pero afortunadamente, el matrimonio no es sólo una realidad humana. ¡Fue establecido por Cristo como un Sacramento! Como tal, es una fuente de gracia para todos los que entran en ella, gracias a las que podemos acceder en todo momento.
Entonces, el primer paso para un matrimonio feliz es mantener a Dios en el centro. El venerable Fulton Sheen escribió un libro titulado “Tres para casarse”, porque el matrimonio no es solo entre un hombre y una mujer, también incluye a una tercera persona: Dios, quien debe permanecer en el centro. Así que recen juntos como pareja y recen por su cónyuge.
Cuanto más tiempo pases con Dios, más te parecerás a Él, lo cual es bueno, porque necesitarás desarrollar virtudes a medida que avanzas en tu vida matrimonial. La paciencia, la bondad, el perdón, la honestidad, la integridad y el amor abnegado son virtudes indispensables. Incluso antes de tu matrimonio, esfuérzate por crecer en estas áreas. Vayan al sacramento de la confesión con regularidad mientras buscan crecer y ser más como Cristo. Oren por estas virtudes, practíquenlas a diario, especialmente el perdón.
Un buen matrimonio nunca existe fuera de una comunidad más amplia, así que rodéate de mentores, parejas que han estado casadas por un tiempo y han resistido algunas tormentas, pero han salido más fuertes. Pueden acudir a ellos en busca de consejos e inspiración cuando lleguen los días difíciles. No todos estos mentores necesitan estar vivos: algunos grandes santos vivieron la vida de casados, como San Luis y Zelie Martin, o Santa Mónica, cuyo difícil matrimonio la convirtió en una gran santa.
Su matrimonio SERÁ atacado: el Maligno odia los buenos matrimonios, porque el matrimonio es el símbolo más claro de la Trinidad aquí en la tierra. Así como la Trinidad es una comunidad de amor vivificante, como tres Divinas Personas se entregan mutuamente por la eternidad, así un buen matrimonio debe ser un ejemplo visible de eso aquí en la tierra: dos personas que se dan la una a la otra para su cónyuge tan plenamente que su amor da como resultado la creación de nuevas personas, los hijos. De modo que el diablo aborrece el matrimonio con un odio especial. Entonces, prepárate para la guerra espiritual. Por lo general, eso toma la forma de un desacuerdo humano natural que se exagera. Quizás tenga un pequeño desacuerdo y, de repente, los pensamientos de divorcio comiencen a molestarles; tal vez se sientan tentado, tan pronto como esté casado, a soñar despierto con otros maridos o esposas; tal vez se encontrará demasiado distraído para pasar mucho tiempo comunicándose con su cónyuge.
¡Resiste estos ataques! Como le gusta decir al autor protestante John Eldredge, el matrimonio involucra a dos personas “espalda con espalda con espadas desenvainadas”. El enemigo NUNCA es su cónyuge: ustedes dos son un equipo, unidos por votos y gracia, luchando por su matrimonio luchando contra el verdadero Enemigo, el Maligno.
¡Y tenemos muchas armas! Los sacramentos, la Palabra de Dios, la oración, el ayuno … todos estos deben ser parte habitual de su matrimonio. Tenga la seguridad de que Dios les dará la gracia de vivir sus votos, pase lo que pase. Siempre es generoso con los que son generosos con Él; Él es fiel a los que le son fieles. Estudien las enseñanzas de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia, como las encíclicas Humanae Vitae y Familiaris Consortio, o la “Teología del Cuerpo” o “Amor y responsabilidad”, y ajusten su matrimonio a esta hermosa visión del amor conyugal que propone la Iglesia.
¡Sobre todo, nunca se rindan! Una vez, cuando estaba dando una clase de educación religiosa, traje a una pareja que había estado casada por más de 50 años. Hicieron una gran presentación sobre su matrimonio y luego le preguntaron a los niños si tenían alguna pregunta. Un niño precoz de 12 años habló y dijo: «¿Alguna vez pensaste en separarte?»
Había mucha incomodidad en la habitación. A regañadientes, la esposa dijo: “Bueno, sí, ha habido días…” Su esposo la miró con sorpresa y respondió: “¿En serio? ¿Tú también?»
Ellos perseveraron y llegaron a los 50 años. ¡Rezo para que ustedes hagan lo mismo!
EL PADRE JOSEPH GILL is a high school chaplain and serves in parish ministry. He is a graduate from Franciscan University of Steubenville and Mount St. Mary’s Seminary. Father Gill has published several albums of Christian rock music (available on iTunes). His debut novel, “Days of Grace” is available on amazon.com.
Algo sucede ante la presencia de un bebé; si se presenta a un bebé en una habitación llena de gente, todos querrán verlo; las conversaciones se detendrán, las sonrisas se extenderán por los rostros de las personas, los brazos se abrirán para sostener al niño. Incluso el personaje más duro y cascarrabias de la habitación se sentirá atraído hacia el bebé. Las personas que momentos antes habían estado discutiendo entre sí, estarán arrullando y haciendo muecas graciosas al bebé; los bebés traen paz y alegría… es lo que hacen. El mensaje central y aun realmente desconcertante de la Navidad es que Dios se convirtió en un bebé; el omnipotente creador del universo, el fundamento de la inteligibilidad del mundo, la fuente de la existencia infinita, la razón por la que hay algo en lugar de nada, se convirtió en un niño demasiado débil incluso para levantar la cabeza; un bebé vulnerable que yace indefenso en un pesebre donde comen los animales. Estoy seguro de que todos los que estaban alrededor del pesebre del Niño Jesús —su Madre, San José, los pastores, los reyes magos— hacían lo que la gente siempre hace con los bebés: sonreían, le arrullaban y hacían ruidos raros. El cuidado y la preocupación por el bienestar de ese bebé los tenía a todos reunidos en torno a Él. En esto vemos la genialidad divina; durante toda la historia de Israel, Dios se esforzaba por atraer a su pueblo elegido hacia sí mismo y por atraerlo a una comunión más profunda con Él. Todo el propósito de la Torá, los diez mandamientos, las leyes dietéticas descritas en el libro de Levítico, la predicación de los profetas, los pactos con Noé, Moisés y David, y los sacrificios ofrecidos en el templo era simplemente fomentar la amistad con Dios y un mayor amor entre su pueblo. Un tema triste pero constante del Antiguo Testamento es que, a pesar de todos estos esfuerzos e instituciones, Israel permaneció alejado de Dios: la Torá ignorada, los pactos rotos, los mandamientos desobedecidos, el templo corrompido. Así que, en la plenitud de los tiempos, Dios determinó no intimidarnos ni ordenarnos desde lo alto, sino más bien convertirse en un bebé, porque ¿quién puede resistirse a un bebé? En Navidad, la raza humana ya no miraba hacia arriba para ver el rostro de Dios, sino hacia el rostro de un niño pequeño. Una de mis heroínas espirituales, Santa Teresa de Lisieux, era conocida como "Teresa del niño Jesús"; es muy fácil caer en la romantización de esta designación, pero debemos resistir esa tentación. Al identificarse con el niño Jesús, Teresa se esforzaba sutilmente por sacar de sí mismos a todos los que encontraba, para llevarlos a una actitud de amor. Una vez que comprendemos esta dinámica esencial de la Navidad, la vida espiritual se abre de una manera fresca. ¿Dónde encontramos al Dios que buscamos? Lo hacemos más claramente en los rostros de los vulnerables, los pobres, los indefensos, los niños. Es relativamente fácil resistirse a las demandas de los ricos, exitosos y autosuficientes; de hecho, es probable que sintamos resentimiento hacia ellos. Pero los humildes, los necesitados, los débiles, ¿cómo podemos apartarnos de ellos? Nos sacan —como lo hace un bebé— de nuestra preocupación por nosotros mismos y nos llevan al espacio del amor verdadero; esta es, sin duda, la razón por la que tantos los santos —Francisco de Asís, Isabel de Hungría, Juan Crisóstomo, la Madre Teresa de Calcuta, por nombrar sólo algunos— se sintieron atraídos al servicio de los pobres. Estoy seguro de que la mayoría de los que lean estas palabras se reunirán con sus familias para la celebración de la Navidad; todos estarán allí: mamá y papá, primos, tíos, tal vez abuelos y bisabuelos, algunos amigos que se encuentran lejos de casa; habrá mucha comida, muchas risas, muchas conversaciones animadas, muy probablemente una o dos discusiones políticas. Los extrovertidos se lo pasarán espléndidamente, a los introvertidos les resultará todo un poco más difícil. Estaría dispuesto a apostar que, en la mayoría de estas reuniones, en algún momento, se traerá un bebé a la habitación: el nuevo hijo, nieto, bisnieto, primo, sobrino, lo que sea; ¿podría instarles este año a que estén particularmente atentos a lo que ese bebé les produce a todos, para que se den cuenta del poder magnético que tiene sobre el grupo variado de personas reunidas? Y luego los invito a recordar que la razón por la que se están reuniendo es para celebrar al bebé que es Dios, y, por último, déjense atraer por el peculiar magnetismo de ese divino niño.
By: Obispo Robert Barron
MoreExiste una meditación poética de principios del siglo XX de un novelista griego llamado Nikos Kazantzakis que guardo en mi mesita de noche cuando comienza el Adviento cada año. Presenta a Cristo como un adolescente observando al pueblo de Israel desde la cima de una colina distante, aún sin estar listo para comenzar su ministerio, pero aguda y dolorosamente sensible al anhelo y sufrimiento de su pueblo. El Dios de Israel está allí entre ellos, pero aún no lo saben. El otro día estaba leyendo esto a mis alumnos, como hago todos los años al comienzo del Adviento, y uno de ellos me dijo después de clase: "Apuesto a que así es como Jesús se siente también en estos tiempos". Le pregunté a qué se refería. Él dijo: "sabemos que Jesús está presente en el Sagrario y nosotros simplemente pasamos como si Él ni siquiera estuviera allí"; desde entonces, en mis oraciones de Adviento, he tenido esta nueva imagen de Jesús esperando en el Tabernáculo, mirando a su pueblo, escuchando nuestros gemidos, nuestras súplicas y nuestros clamores. Esperando... De alguna manera, esta es la forma en que Dios elige venir a nosotros. El Nacimiento del Mesías es EL ACONTECIMIENTO CLAVE EN TODA LA HISTORIA HUMANA y, sin embargo, Dios quiso que se llevara a cabo "tan silenciosamente que el mundo siguiera con sus asuntos como si nada hubiera sucedido". Algunos pastores se dieron cuenta de lo que pasaba, también lo hicieron los reyes magos (e incluso podríamos mencionar a Herodes, que se dio cuenta aunque por las razones equivocadas); luego, aparentemente, todo quedó en el olvido… por un tiempo. De algún modo debe haber algo muy provechoso para nosotros en la espera, pues Dios mismo elige que esperemos; Él elige hacernos esperar en Él, y cuando lo meditas bajo esta luz, toda la historia de la salvación se convierte en una historia de espera. Podemos también observar que existe un sentido simultáneo de urgencia en nuestra pronta respuesta al llamado que Dios nos hace, y la necesidad de que Él también nos responda pronto: "Respóndeme, Señor, cuando te llame", dice el salmista, hay algo tan atrevido en este versículo que resulta encantador. Existe un sentido de urgencia en los salmos; pero también existe la sensación de que debemos aprender a ser pacientes y esperar, esperar con gozosa esperanza y encontrar la respuesta de Dios en la espera.
By: Padre Augustine Wetta O.S.B
MoreLe diagnosticaron un TOC crónico y la medicaron de por vida. Entonces, ocurrió algo inesperado En los años noventa, me diagnosticaron un trastorno obsesivo compulsivo. El médico me prescribió medicamentos y me dijo que tendría que tomarlos el resto de mi vida. Algunas personas creen que los problemas de salud mental se deben a la falta de fe, pero mi fe no tenía nada de malo. Siempre había amado profundamente a Dios y confiaba en Él en todas las cosas, pero también sentía una culpa permanente que me incapacitaba. No había podido sacudirme la idea de que todo lo que estaba mal en el mundo era culpa mía. Me había graduado en Derecho, pero mi corazón nunca estuvo allí. Estudié leyes para impresionar a mi madre, quien pensaba que mi idea de elegir la enseñanza como profesión, no era suficientemente buena. Pero me había casado y había dado a luz a mi primer hijo justo antes de terminar la carrera, y luego había tenido siete hijos preciosos. Así que había pasado más tiempo aprendiendo a ser madre que trabajando como abogada. Cuando nos mudamos a Australia, la ley era diferente, así que volví a la universidad para estudiar finalmente mi primer amor: Magisterio. Pero incluso cuando conseguí un trabajo haciendo lo que me gustaba, sentí que intentaba justificar mi existencia ganando dinero. De algún modo, no me parecía suficiente cuidar a mi familia y a las personas que me habían sido confiadas. De hecho, con mi agobiante sentimiento de culpa y de incapacidad, nada me parecía suficiente. Totalmente inesperado Debido al tamaño de nuestra familia, no siempre era fácil salir en los días festivos, así que nos entusiasmamos cuando oímos hablar del Carry Home de Pemberton, donde el pago era una donación de lo que uno podía permitirse. El lugar estaba en un entorno campestre hermoso, cerca del bosque. Planeamos visitar el lugar en un fin de semana de retiro familiar; los organizadores también tenían un grupo de oración y adoración en Perth. Cuando me uní, me hicieron sentir muy bienvenida. Allí, en uno de los retiros, ocurrió algo totalmente inesperado y sobrecogedor. Acababan de orar por mí cuando de pronto caí al suelo. Mientras estaba en el suelo en posición fetal solo podía gritar y gritar. Me sacaron a una vieja y desvencijada terraza de madera y continuaron orando hasta que dejé de gritar. Fue algo totalmente inesperado, no buscado; pero sabía que era una liberación. Me sentía vacía, como si algo me hubiera abandonado. Después del retiro, mis amigos continuaron al pendiente y rezando por mí, pidiendo la intercesión de María para que los dones del Espíritu Santo se manifestaran en mi vida. Me sentí tan mejorada que al cabo de una o dos semanas, decidí reducir mi dosis de medicamentos. Al cabo de tres meses, había dejado de tomar las medicinas y me sentía mejor que nunca. Derritiéndome Ya no sentía la necesidad de probarme a mí misma, ni de fingir que era mejor de lo que era. No sentía que tuviera que sobresalir en todas las cosas. Me sentía agradecida por el don de la vida, mi familia, mi comunidad de oración y esta tremenda conexión con Dios. Liberada de la necesidad de justificar mi existencia, entendí que en realidad nadie puede justificar su existencia. Es un don: la vida, la familia, la oración, la conexión con Dios... son regalos que nunca te vas a ganar. Los aceptas y das gracias a Dios. Me convertí en mejor persona. No tenía que presumir, competir o insistir arrogantemente en que mi manera de hacer las cosas era la mejor. Me di cuenta de que no tenía que ser mejor que la otra persona porque no importaba. Dios me ama, Dios se preocupa por mí. Una vez fuera de las garras de mi culpa incapacitante, pude darme cuenta de que "si Dios no me quisiera, habría hecho a otra persona". Mi relación con mi madre siempre fue ambivalente. Incluso después de ser madre, seguía luchando con esos sentimientos de ambivalencia. Pero esta experiencia había cambiado todo para mí. Así como Dios eligió a María para traer a Jesús al mundo, Él había elegido a María para ayudarme en mi camino. Mis problemas en la relación con mi madre, y posteriormente con la Santa Madre, se fueron desvaneciendo poco a poco. Me sentí como Juan al pie de la cruz cuando Jesús le dijo: "He ahí a tu Madre". He llegado a conocer a María como la Madre perfecta. Ahora, cuando mi mente falla, ¡el Rosario entra en acción para rescatarme! Nunca me di cuenta de cuánto la necesitaba hasta que se convirtió para mí en una parte indispensable de mi vida. Ahora, no podría imaginar mi vida sin ella.
By: Susen Regnard
MoreP – Estados Unidos se encuentra en medio de una campaña de tres años de "Renacimiento Eucarístico", que busca inspirar una mayor fe en la presencia real de Cristo. ¿Cuáles serían algunas maneras prácticas que llevaran a mi familia a practicar una mayor reverencia por la Eucaristía? R – Un estudio reciente señaló que sólo un tercio de los católicos creen que Jesucristo está verdaderamente presente en la Sagrada Eucaristía. En respuesta, la Iglesia está tratando de volver a despertar lo que San Juan Pablo II llamó "asombro eucarístico"; asombrarse y maravillarse ante la presencia real: Jesús, escondido, pero verdaderamente presente en la Eucaristía. ¿Cómo podemos hacer esto como familia? Aquí hay algunas sugerencias: Primero, la presencia Si supiéramos que alguien está regalando libremente mil dólares cada semana en un lugar determinado, nos aseguraríamos de estar allí; sin embargo, al acudir a misa recibimos algo mucho más valioso: a Dios mismo. El Dios que creó todo el oro del universo, el Dios que te amó aun antes de existir, el Dios que murió para comprar tu salvación eterna, el único Dios que puede hacernos felices en la vida eterna. El primer paso para una vida eucarística es hacer los sacrificios necesarios para llegar a misa al menos semanalmente (o más a menudo, si es necesario). Recuerdo que mi padre a menudo hacía todo lo posible para llevarnos a mí y a mis hermanos a misa después de ir al campamento de niños exploradores; era tal el grado de compromiso por ir el domingo a misa, que mi hermano no pudo hacer la prueba para un equipo de béisbol de élite porque las pruebas fueron el domingo por la mañana. A dondequiera que íbamos de vacaciones, mis padres se aseguraban de localizar la iglesia católica más cercana. Considerando cuán inmensamente valiosa es la Eucaristía, entendemos que ¡Jesús vale cada sacrificio! Segundo, la pureza Asegurarse de que nuestras almas están limpias de pecado grave es un requisito previo para el banquete eucarístico; nadie se sentaría en la cena de Acción de Gracias sin lavarse las manos, y ningún cristiano debería acercarse a la Eucaristía sin haber sido purificado con la confesión. En tercer lugar, el ardor A lo largo de la historia, los católicos han arriesgado sus vidas por asistir a misa; incluso hoy en día, hay al menos 12 países en el mundo donde existen restricciones significativas para los católicos, como China, Corea del Norte e Irán; y sin embargo, están dispuestos a asistir, a pesar de los desafíos. ¿Tenemos nosotros esa misma hambre por Él? Si no, ¡reafírmalo en tu corazón! Date cuenta de que estamos convocados a la sala del trono del Rey; recibimos un asiento de primera fila para el sacrificio del calvario. De hecho, ¡participamos en una especie de adelanto del cielo en cada misa! Cuarto, la oración Una vez que hemos recibido a Jesús Eucaristía, debemos pasar mucho tiempo en oración. El gran evangelista de Roma, San Felipe Neri, solía enviar a dos monaguillos con velas encendidas para seguir a cualquiera que saliera temprano de misa, reconociendo que la persona era literalmente ¡un tabernáculo viviente después de haber recibido a Cristo! Inmediatamente después de recibirlo, tenemos un tiempo muy privilegiado para compartir nuestro corazón con Él, ya que Él habita sustancialmente solo a unos centímetros bajo nuestros corazones, ¡en nuestros cuerpos! Pero esta oración en la presencia eucarística de Cristo también debe durar mucho después de que concluya la misa. Hubo una vez un santo que quería vivir una vida eucarística, pero solo podía llegar a misa los domingos; dedicó jueves, viernes y sábado a una preparación espiritual para la sagrada Comunión; luego, el domingo, se regocijó de poder recibirlo, ¡y pasó el lunes, martes y miércoles en acción de gracias por haberlo recibido! Por lo tanto, debemos pasar tiempo en oración durante toda la semana para agradecer a Dios por la Eucaristía que hemos recibido y preparar nuestros corazones para recibir este regalo nuevamente. Quinto, alabanza Una vida eucarística continúa por la adoración eucarística, pues continuamos en adoración al cuerpo eucarístico de nuestro Señor. Asiste a la adoración tan a menudo como puedas, como dijo el Beato Carlo Acutis: "Cuando nos exponemos al sol, nos bronceamos, pero cuando permanecemos frente a Jesús Eucaristía, nos convertimos en santos". Él sabía que sólo Dios nos hace santos; y al estar en su presencia, ¡Él hará la obra! Yo puedo dar testimonio de ello; mi parroquia comenzó la adoración perpetua (24 horas al día, siete días a la semana) cuando yo era adolescente; y comencé a pasar una hora en la adoración semanal. Fue allí donde me di cuenta de cuánto me amaba el Señor y de que estaba siendo llamado a entregarle mi vida como sacerdote. La adoración fue una gran parte de mi propia conversión. De hecho, mi parroquia tiene 160 años de haber sido construída; en esos años no había surgido ni una sola vocación religiosa de algún joven feligrés; pero en solo 20 años de adoración perpetua, nuestra parroquia ha producido más de 12 vocaciones religiosas. El Beato Carlo Acutis nos recuerda de nuevo: "La Eucaristía es mi camino al Cielo". No necesitamos mirar muy lejos para preguntarnos dónde mora Dios y cómo encontrarlo: ¡Él habita en cada Tabernáculo, en cada Iglesia Católica del mundo!
By: EL PADRE JOSEPH GILL
MoreLas bendiciones fueron abundantes: amigos, familia, dinero, vacaciones... lo que sea, lo tuve todo. Entonces, ¿cómo salió todo tan mal? Realmente no tuve una infancia maravillosa (díganme quién la ha tenido), pero no diría que fue terrible. Siempre había comida en la mesa, ropa sobre mi espalda y un techo sobre mi cabeza; pero teníamos nuestras luchas. No me refiero solo a las dificultades económicas que definitivamente tuvimos; me refiero a que luchamos por encontrar nuestro camino como familia. Mis padres se divorciaron cuando yo tenía seis años; lo que llevó a mi padre a beber más que nunca, mientras que mi madre convivía con hombres que consumían las mismas drogas y tenían los mismos hábitos que ella. Aunque tuvimos un comienzo difícil, las cosas no quedaron así. Finalmente, contra todas las probabilidades estadísticas, mis padres y mi ahora padrastro, por la gracia de Dios alcanzaron la sobriedad y se han mantenido así. Las relaciones se reconstruyeron y el sol comenzó a salir nuevamente en nuestras vidas. Pasaron algunos años y llegó un momento en el que me di cuenta de que tenía que hacer algo productivo y diferente en mi vida para poder dejar atrás todos los obstáculos de mi infancia. Me abroché el cinturón y regresé a la escuela. Obtuve mi licencia de barbero y comencé una buena carrera. Gané mucho dinero y conocí a la mujer de mis sueños. Finalmente surgió la oportunidad y comencé una segunda carrera en el ámbito policial, además de cortar cabello. Yo le agradaba a todo el mundo, tenía amigos en las altas esferas y parecía que el cielo era el límite. Entonces, ¿cómo terminé en prisión? Increíblemente cierto Espera un momento, esta no es mi vida… esto no puede ser real… ¡¿CÓMO ME ESTÁ PASANDO ESTO A MÍ?! Verás, a pesar de todo lo que tenía, me faltaba algo. La peor parte es que todo el tiempo supe exactamente qué era ese algo, y lo ignoré. No es que nunca lo haya intentado; pero simplemente no pude darle “mi todo” a Dios. En cambio, lo perdí todo... ¿no fue así? Así es como esto sucede: cualquier pecado al que te aferres eventualmente echará raíces en lo más profundo de tu alma y te ahogará hasta que no puedas respirar más. Incluso los pecados aparentemente insignificantes van exigiendo más de ti; esto sucede poco a poco, hasta que tu vida está patas arriba, y estás tan desorientado que ya no sabes hacia dónde vas. Así empezó todo para mí. Comencé a ceder a mis pensamientos lujuriosos en algún momento durante la escuela secundaria. Cuando estaba en la universidad, me había convertido en un mujeriego en toda la regla. Cuando finalmente conocí a la mujer de mis sueños, ya no había forma de que pudiera hacer lo correcto. ¿Cómo podría alguien como yo ser fiel? Pero eso no es todo. Durante un tiempo intenté ir a misa y hacer todo lo correcto; me confesaba regularmente e incluso me uní a clubes y comités; pero siempre guardaba para mí un poco de mis viejos pecados. No necesariamente porque quisiera hacerlo, sino que estaba muy apegado a ellos y tenía miedo de dejarlos ir. Pasó el tiempo y poco a poco dejé de ir a misa; mis viejos hábitos pecaminosos comenzaron a pudrirse y a volver a ocupar el primer plano de mi vida. El tiempo pasó rápido y los placeres se arremolinaban a mi alrededor mientras dejaba de lado la precaución. Estaba drogado con la vida; además, tuve mucho éxito y muchos me admiraron. Fue entonces cuando todo se vino abajo: Tomé algunas decisiones terribles que me dejaron cumpliendo una sentencia de 30 años de prisión. Más importante aún, dejé atrás a personas que me amaron y cuidaron, cargando toda una vida de dolor. Verás, el pecado tiene una manera de convencerte de ir más lejos de lo que has llegado y hacerte más depravado de lo que alguna vez fuiste. Tu brújula moral se vuelve confusa. Las cosas peores parecen más emocionantes y los viejos pecados ya no son suficientes. Antes de que te des cuenta, te habrás convertido en alguien que ni siquiera reconoces. Un avance rápido hasta el día de hoy Vivo en una celda de 11x9 pies y paso veintidós horas al día encerrado dentro de ella. Hay caos a mi alrededor. No es así como imaginé que sería mi vida. Pero encontré a Dios dentro de estos muros. He pasado los últimos años aquí en prisión orando y buscando la ayuda que necesitaba. He estado estudiando las Escrituras y tomando muchas clases. También he estado compartiendo el mensaje de la misericordia y la paz de Dios con todos los reclusos que quieran escucharme. Fue necesario un llamado de atención extremo antes de que finalmente me entregara a Dios; pero ahora que lo hice, mi vida ha sido totalmente diferente. Me despierto cada mañana agradecido de estar vivo. Agradezco cada día la lluvia de bendiciones que recibo a pesar de mi encarcelamiento. Por primera vez en mi vida sentí paz en mi alma. Fue necesario perder mi libertad física para encontrar mi libertad espiritual. No es necesario ir a prisión para encontrar y aceptar la paz de Dios. Él te encontrará dondequiera que estés; pero déjame advertirte: si le ocultas algo, es muy probable que termines siendo mi vecino en prisión. Si te reconociste a ti mismo en esta historia, por favor no esperes para buscar ayuda y orientación profesional. Puedes comenzar por tu párroco local, o alguna otra persona o profesional que te brinde ayuda. Nunca te avergüences de admitir que tienes un problema; no hay mejor momento que el AHORA para buscar ayuda. Si estás en prisión y estás leyendo esto, quiero que sepas que aún no es demasiado tarde para ti. Dios te ama. Él puede perdonar cualquier cosa que hayas hecho. Jesucristo derramó su preciosa sangre para perdonarnos a todos los que acudimos a Él con nuestro dolor y nuestro quebrantamiento. Puedes comenzar ahora, en este mismo momento, reconociendo que eres impotente sin Él. Clama a Él con las palabras del publicano: "Oh Dios, ten misericordia de mí, pecador" (Lucas 18,13). Los dejo con esto: "¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si pierde su alma?" (Mateo 16,26).
By: Jon Blanco
More¿Quién es tu héroe favorito? ¿Alguna vez has conocido a un superhéroe en tu vida? Cuando era un niño que crecía en San Francisco en los años 50, mis amigos y yo teníamos nuestros héroes; por lo general del tipo vaquero. El más importante de ellos era John Wayne, que podía ir a donde quería, tenía un código por el cual vivía, derrotaba a los los chicos malos (o a quienes la sociedad en ese momento consideraba 'chicos malos'); al final conseguía quedarse con la chica y se alejaba cabalgando hacia la puesta del sol. Y mientras Estados Unidos pasaba de una victoria sobre las potencias del Eje, después de la Segunda Guerra Mundial, a los peligros de la Guerra Fría (simulacros de guerra nuclear, la crisis de los misiles en Cuba, etc.), la figura heroica de John Wayne resultaba atractiva, pues anhelábamos el momento en que nuestros senderos fueran verdaderamente “felices”. Conoce al verdadero héroe Damos ahora un avance rápido hasta el 2022, y el deseo de héroes aún persiste. Basta mirar las franquicias de superhéroes que dominan las películas convencionales. Las películas de Marvel y sus similares, que se asemejan más a experiencias de "parques temáticos", que a explorar las complejidades de nuestra experiencia humana, nos ofrecen un suministro aparentemente interminable de superhéroes (¡no solo "héroes", sino "superhéroes"!) que derrotan a nuestros enemigos. Al hacer frente a los estragos de la pandemia mundial, la guerra en Europa, el ruido sobre la existencia de armas nucleares, el calentamiento global, la incertidumbre económica y la violencia en las calles de los Estados Unidos, los superhéroes abordan nuestro deseo de que grandes hombres y mujeres puedan superar los peligros que se nos imponen. En este momento, un cristiano puede levantar la mano y decir: "Bueno, tenemos un héroe que supera a todos y cada uno de los 'superhéroes', y su nombre es Jesús". Eso plantea la pregunta, ¿es Jesús un héroe? No lo creo, porque un héroe hace algo que la persona común no puede o no quiere hacer; así que los vemos pasivamente vencer a los enemigos, lo que nos alivia temporalmente de nuestra ansiedad hasta que inevitablemente regresa la próxima crisis. Si bien Jesús no es un héroe en el sentido convencional, definitivamente es un guerrero único: Es la Palabra de Dios que se hizo humano para salvarnos del pecado y la muerte. Él va a luchar contra estos archienemigos, pero no va a usar armas de agresión, violencia y destrucción. Más bien, Él los vencerá a través de la misericordia, el perdón y la compasión, todo puesto de manifiesto a través de su Pasión, muerte y resurrección. Date cuenta cómo Él venció el pecado y la muerte. Comenzando en el Huerto de Getsemaní, Él absorbió nuestro pecado —nuestra disfunción, desorden, inhumanidad, egoísmo— y se hizo pecado. Según San Pablo: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5, 21). Aunque Jesús no es un pecador porque es divino, la segunda persona de la Trinidad, tomó nuestro pecado y por un tiempo "se hizo pecado", lo que lo mató. La dura realidad es que nuestros pecados mataron a Jesús, el Hijo de Dios. Pero la historia cristiana no terminó el viernes santo, porque tres días después, Dios Padre resucitó a Jesús de entre los muertos por el poder del Espíritu Santo. Al hacerlo, nuestros archienemigos: el pecado y la muerte, fueron vencidos. Entonces, Jesús es definitivamente el guerrero espiritual supremo; pero no es un héroe en el sentido convencional. ¿Por qué no? Hilo en tapiz divino La pasión, muerte y resurrección de Jesús son la marca clave del misterio pascual: el misterio de nuestra fe. Subrayemos la palabra 'nuestra'. Jesús pasó por su sufrimiento y muerte, no para evitar que nosotros pasemos por eso, sino para mostrarnos cómo vivir y sufrir, a fin de que podamos experimentar la vida de la resurrección ahora y por la eternidad. Comprendamos esto: como miembros bautizados de su cuerpo místico, la Iglesia, “nos movemos, vivimos y existimos” en Jesús (Hechos 17, 28). Sin duda, Él quiere que creamos en Él, porque cuando escuchamos en Juan 14, 6: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí”; estamos construyendo nuestra vida sobre la base de esa creencia fundamental, y somos llamados a ser sus discípulos para llevar a cabo su misión; la misión que Él dio a su Iglesia en su ascensión (cf. Marcos 16, 19-20 y Mateo 28, 16-20). Más aún, estamos llamados a participar en su mismo ser. Como señala Romano Guardini en su clásico espiritual “El Señor”: “Somos como un hilo en un tapiz divino: realizamos nuestra humanidad en y a través de Él”. En otras palabras, hacemos lo que Jesús modeló para nosotros. Participando de la presencia de Jesús resucitado y glorificado a través de la vida sacramental de la Iglesia, especialmente la Eucaristía, vivimos el misterio pascual a través del poder en nosotros del Espíritu Santo. Entonces, ¿es Jesús un héroe? Escucha lo que dijo Pedro cuando Jesús le preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?” La respuesta de Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16, 17). Jesús es más que un héroe; es un guerrero único. ¡Él es el único y universal SALVADOR!
By: Diácono Jim McFadden
MoreA todos se nos ha dado el regalo del tiempo, pero ¿qué hacemos con él? A veces tengo problemas para entender lo que Dios está tratando de decirme. A menudo hago que Él me lo repita. El año pasado, una y otra vez, sentí que el Señor estaba poniendo estas palabras en mi corazón - “Ponle un cerco alrededor”. Eventualmente pedí una aclaración y me vino a la mente esta escritura: “Había un terrateniente que plantó un viñedo, puso un seto alrededor, cavó en ella un lagar y construyó una torre”. (Mateo 21:33) Sabía que los setos eran arbustos que crecían muy juntos, a menudo para cercar jardines. Cuando le pregunté a Dios qué quería que le encerrara, llegué a comprender que debía cuidar mi tiempo, especialmente mi tiempo con Él. Entonces, comencé a tener más cuidado con mi rutina matutina. Me volví más consciente de mis pensamientos, los sueños y canciones que pasaban por mi cabeza. Empecé a escribir un diario. Me esforcé por elevar mi corazón al Señor con alabanza y acción de gracias incluso antes de levantarme de la cama. En lugar de revisar las redes sociales o leer las noticias, leí las lecturas de la Misa diaria todos los días, con mi café de la mañana en la mano. Vigilo mi vida interior. Estoy vigilando mi tiempo con el Señor. Me siento como un vigilante al amanecer. Cuando busqué un director espiritual el año pasado, lo primero que me preguntó fue si tenía una rutina diaria de oración. Su objetivo número uno para mí era mantener una vida de oración constante y regular. Mi esposo y yo ahora oramos más fielmente como pareja. Hemos comenzado a orar más intencionalmente a la hora de las comidas, agregando oraciones sinceras junto con las que sabemos de memoria. Al final del día, mantenemos nuestro compromiso de orar en familia. Rezo en el coche. Rezo en la iglesia. Rezo en mi trote matutino. A veces camino al rededor de un parque mientras rezo el Rosario o la Divina Misericordia, poniendo un cerco de oración alrededor. Creo que estos nuevos hábitos ya están dando sus frutos. He notado una disminución de actividades cuestionables en el parque de al lado. También he notado que mi esposo y yo estamos trabajando más sincronizados y estamos más dispuestos a reírnos de nuestras diferencias. Pero lo más importante, he notado un cambio en mí misma. Estoy más en paz. Estoy más en sintonía con lo que el Señor me está hablando al corazón. Estoy más preparada para afrontar los retos de cada día. Dios desea que todos oremos sin cesar, pero el primer paso es poner cercos de oración alrededor de nuestros días. Necesitamos ofrecer los primeros frutos de nuestro día al Señor y terminar nuestro día con oración. Nuestros cercos de oración pueden ser diferentes, pero debemos asegurarnos de levantarlos para acabar con las tácticas del diablo. Dios está siempre acercándose a nosotros, y quiere que nos acerquemos a Él. Pero nos distraemos fácilmente. Tenemos que vigilar diligentemente nuestro tiempo. Los setos de oración conducirán a un lugar más fructífero.
By: Denise Jasek
MoreLa vida en mi familia ha sido un viaje de alegría y tristeza. El amor y la alegría a menudo se han visto ensombrecidos por la pérdida de amigos, fracaso en los exámenes, cambio de escuelas y problemas de vivienda. He experimentado una gran miseria y soledad a lo largo de estas pruebas, pero a pesar de esto, me aferraba a la ayuda de nuestra Señora que me apoyaba y me consolaba. Empezar la escuela secundaria fue un gran cambio en mi vida. Muchos de mis amigos y compañeros que tuve en la escuela primaria se habían mudado a otras escuelas secundarias, así que tuve que tratar de encajar con gente nueva y encontrar a los que serían mis amigos. Habían mucho más trabajos y evaluaciones en la nueva escuela, y fue difícil sin un amigo cercano a mi lado. A medida que pasaban los meses, me preguntaba si estas dificultades y pruebas llegarían a su fin. Oré a nuestra Santisima Madre pidiendole consuelo durante estos tiempos difíciles y comencé el retiro personal del P. Michael E. Gaitley llamado "33 Días Hacia un Glorioso Amanecer" para prepararme para la consagración a María. Cada día del retiro incluye una lectura diaria de los santos. Me inspiraron pasajes clave de las enseñanzas de San Luis de Montfort, San Maximiliano Kolbe, Santa Teresa de Calcuta y el Papa San Juan Pablo II. Este libro profundizó mi relación con la virgen María y mi confianza en su cuidado maternal mientras reflexionaba sobre lo que leía cuando rezaba el Rosario cada día. Ahora, cuando estoy consumido por el estrés o la preocupación, simplemente rezo el Rosario y puedo sentir la consoladora mano de nuestra Santisima Madre sobre mi hombro. "Mientras recito el Rosario, estoy sosteniendo la mano de la Santa Madre. Después de recitar el Rosario, la Santa Madre tiene mi mano” (Papa Juan Pablo II). A medida que mi amor y confianza por la Virgen María se profundizaba con cada día del retiro, ya no me sentía triste y solo en la escuela. Orar el Rosario y otras oraciones marianas trajo consigo un gran cambio en mi vida espiritual. El día de la consagración, me desperté temprano en la mañana para rezar la oración de la consagración. A medida que las palabras pasaron por mis labios, mi corazón burbujeó con gran alegría y felicidad mientras me deleitaba en el conocimiento de que finalmente estaba consagrada a María. Muchos de nosotros, enfrentados con dificultades similares en nuestras vidas, a menudo no estamos seguros de qué hacer o a dónde ir. Aprovechemos esta oportunidad para confiar en la intercesión de nuestra Señora. Necesitamos recordar que María experimentó muchas penas y dificultades cuando estaba en la tierra y puede entender exactamente cómo nos sentimos. Tomar su mano y pedirle que nos acompañe en nuestros sufrimientos puede llevarnos a un camino dulce y hermoso. Oremos esta poderosa oración pidiendo la ayuda de la Virgen María durante las dificultades de la vida: Madre de Dios y Madre nuestra, Ruega por nosotros ante Dios, nuestro Padre misericordioso, Para que este gran sufrimiento termine y que la esperanza y la paz amanezcan de nuevo. Amen.
By: Eva Treesa
MoreYo no sabía que una simple excursión en familia me ayudaría a descifrar una estrategia que cambiaría mi vida… El año pasado, mi hijo quería que visitáramos su campus universitario. A pesar de que ya yo había visto aquel extenso campus universitario y las montañas que lo rodeaban, su padre y sus hermanos no lo habían visitado. Como dueños y administradores de restaurantes, planear un viaje de cinco horas y pasar tiempo fuera de casa presentaba ciertos retos, pero estaba determinada a hacer que sucediera. Como no podíamos pasar más de una noche fuera, le dije a mi hijo que planeara una forma de que aprovecháramos nuestro limitado tiempo de la mejor forma posible. Él escogió hacer una excursión en familia. Voluntad sobre Habilidad Admito que a los 49 años, mi cuerpo es más blando que firme. Mi rutina de ejercicios consiste en cargar cestos de ropa sucia, agacharme para recoger calcetines tirados por el piso y libros olvidados, y subir los tres escalones que hay en nuestra casa. Cuando puse mi primera pisada en el camino en el cual realizaríamos la excursión, supe que mi voluntad, no mi habilidad, tendría que impulsarme a continuar. Rápidamente quedé al final de la cola ya que los demás miembros de mi familia tenían más energía y capacidad pulmonar que yo. Algunas yardas más adelante, mi respiración se hizo dificultosa y superficial, y mis piernas dolían debido a la continua contracción de mis músculos carentes de condiciones físicas. Me di cuenta de que necesitaba una estrategia para poder terminar la excursión. Decidí dejar de pensar en grande y enfocarme en los detalles. En vez de concentrarme en las tres millas que nos faltaban por recorrer del sendero, puse mis pensamientos en el siguiente paso a tomar. A menudo pensar en una situación me pone ansiosa, pero enfocarme en los detalles ancla mi mente al momento presente. Me decidí a saborear cada observación y no pensar en todas las cosas que podrían salir mal (¿y si mis piernas me fallan? ¿y si me quedo sin aliento? ¿y si no puedo seguir con el resto de mi familia?) El Mundo que No Vemos Pronto, mi mente quedó atrapada en la belleza de la creación, y me olvidé de la situación en la que me encontraba. Escuchaba el gentil silbido de la brisa y el ruido de las hojas tras la alegre conversación de mis hijos. Mientras luchaba para mantener el paso y mis pulmones de adaptaron al ejercicio, una corriente cálida recorrió mi piel. El matiz verde de las plantas floreciendo en el suelo de la montaña atrajo mi atención, así como el puzle de enredaderas en el dosel de otoño. Mi mente se abrió a un mundo no conocido sobre mí, bajo mis pies, y a mi alrededor. Pisando la tierra firme, me imaginé los ejércitos de insectos marchando cerca de mis pisadas. Soñé despierta sobre las vidas de las muchas criaturas que habitan en nuestro mundo: los pájaros haciendo nido en los árboles cercanos, los roedores que se escondían bajo tierra, y la gran cantidad de insectos trepando, volando y marchando. Agradecí al Dios bueno por cada criatura y cada pedazo de paisaje magnífico en el que me había puesto esa tarde. La Estrategia Descubierta En cierto punto, me detuve para fotografiar un tronco para recordar que aquel árbol que ahora estaba descomponiéndose era parte del plan de Dios para esta montaña. Dentro de un tiempo, ese tronco desaparecería, y su legado sería absorbido por la propia montaña. Mientras enfocaba mi cámara, un arcoíris se estrechó en la imagen, y recordé el pacto entre Dios y la humanidad. Recordé que ese pacto continúa hoy, y le agradecí a Dios por su fidelidad. Mis pasos se hicieron más llevaderos cuando dejé de contarlos. La travesía se hizo ligera cuando bajé el yugo de mis miedos e invité a Cristo a caminar a mi lado. Cuando la tentación deseaba entrar, yo me acercaba a Jesús. En vez de rechazar el reto o volverme abrumada por él, ofrecí una oración de abandono y confié mi caminar a Su cuidado. Para empezar el 2021, lo que aprendí de esa excursión en la montaña aun lo estoy descifrando. Mientras el mundo continúa girando hacia el caos, estoy entendiendo el valor del momento presente. Si bien mirar la imagen completa de una situación es importante para establecer metas y la dirección a tomar, nos puede robar la belleza, la paz y el acompañamiento del momento presente. La Libertad nos espera Si me hubiera enfocado en lo largo del trayecto y mis capacidades insuficientes, me hubiera perdido la excursión. En vez de hacer eso, descubrí un tesoro lleno de belleza y bendiciones. En vez de obsesionarme con la situación, ahora me enfoco en el momento presente. Abrazar a un ser amado en el sofá, leer un libro en voz alta, servirme una taza de café e inhalar el aroma, o llamar a un amigo y reírnos juntos. Me estoy haciendo más atenta y encontrando formas de poner mi amor en acciones. Mi simple excursión resultó en una estrategia para mi vida: ser atenta en el momento presente y expresar mi gratitud por las bendiciones que hay en él. Esta estrategia está haciendo que mi camino sea más llevadero (ya sea escalar una montaña, completar una tarea diaria, cargar una pesada cruz, o vivir en estos tiempos sin precedente en la historia). Vivir el momento presente se ha hecho clave en desbloquear la libertad, una libertad que nadie puede suprimir. Cristo es el momento presente. Busquémoslo donde seguramente Lo vamos a Encontrar.
By: Tara K. E. Brelinsky
More¿Tienes miedo a la muerte? Yo también lo tenía, hasta que me enteré de este doctorado Cuando era niña, siempre me resultaba bastante intimidante asistir a los funerales. Me angustiaba al imaginar el profundo dolor que envolvía a los afligidos miembros de la familia. Pero con la pandemia, la noticia del fallecimiento de vecinos, familiares, feligreses y amigos me llevó a dar un cambio de 180 grados en la manera en que afronto la muerte. La muerte da menos miedo estos días. Ahora, parece un regreso gozoso a la casa del Padre después de haber hecho su voluntad en la tierra. El aumento constante de la transmisión en vivo de funerales por YouTube ha sido de alguna manera una experiencia muy edificante para mí. Me ha ayudado a comprender lo incierta que es la vida. "Nada es más seguro que la muerte, pero nada es más incierto que la hora de la muerte. "Por lo tanto, debemos estar preparados porque la muerte vendrá como un ladrón en la noche. San Gregorio afirma que Dios, para nuestro bien, nos mantiene oculta la hora de nuestra muerte, para que de esa manera podamos siempre ser encontrados, preparados para la misma. Recientemente, mientras reflexionaba sobre las últimas siete palabras de Jesús, escuché a un predicador hablar sobre la importancia de realizar un “doctorado”, que no sería otra cosa que “la preparación para una muerte feliz”. Al profundizar en esto, me encontré con un libro escrito por San Alfonso María de Ligorio titulado: “Preparación para la muerte”. Es una lectura obligada para cualquiera que se esfuerce por vivir una vida cristiana. Me hizo darme cuenta de la fragilidad de la vida en la tierra y de cómo debemos esforzarnos por vivir para el cielo. Me gustaría compartir algunas ideas importantes que cambiaron mi perspectiva general sobre la vida y la muerte. Toda la gloria mundana en nuestras vidas desaparecerá A la hora de la muerte, todos los aplausos, las diversiones y la grandeza desaparecen como la niebla. Las aclamaciones mundanas pierden todo su esplendor cuando se repasan desde el lecho de muerte. No vemos más que humo, polvo, vanidad y miseria. Por lo tanto, abstengámonos de perseguir títulos mundanos, para poder ganar la corona eterna. El tiempo que tenemos es demasiado corto para desperdiciarlo en vanidades mundanas. Los santos siempre contemplaron la muerte San Carlos Borromeo mantenía una calavera sobre su mesa para poder contemplar la muerte. El Beato Juvenal Ancina tenía este lema escrito en una calavera: "Lo que eres, yo fui una vez; lo que soy, tú serás". El Venerable César Baronio escribió: "¡Recordad la muerte!" sobre su anillo. Verdadero significado de "autocuidado" El cuidado personal no se trata de mimarnos con una variedad de delicias, ropa, diversiones y disfrutes sensuales del mundo. El verdadero amor por el cuerpo consiste en tratarlo con rigor, en negarle todos los placeres que puedan conducirle a la infelicidad y a la miseria eternas. Visitemos el cementerio a menudo Hay que ir allí no sólo a rezar por los muertos, sino como dice San Crisóstomo: “Hay que ir a la tumba a contemplar el polvo, las cenizas, los gusanos... y suspirar”. El cadáver primero se vuelve amarillo y luego negro. Después el cuerpo se cubre con un moho blanco y repugnante. Luego forma una baba pegajosa que atrae a los gusanos que se alimentan de la carne. Los gusanos, después de haber consumido toda la carne, se devoran unos a otros. Al final no queda más que un esqueleto fétido que con el tiempo se desmorona. He aquí lo que es el hombre: es un poco de polvo en el suelo de la trilla, que se lleva el viento. Ese 'mañana' para confesarse quizás nunca llegue ¿Qué pasa si hoy es mi último día en la tierra? Si cometo un pecado hoy y decido reconciliarme con Dios mañana, ¿qué sería de mí en la eternidad?, ¿cuántas almas pobres y difuntas podrían haber pasado por episodios tan lamentables? Una vez San Camilo de Lellis comentó: “Si todos estos cadáveres pudieran volver a la vida, ¿qué no harían para obtener la vida eterna?” Tú y yo tenemos la oportunidad de hacer cambios: ¿Qué estamos haciendo por nuestras almas? Nuestra vida actual es una guerra continua con el infierno, en el que estamos en constante peligro de perder nuestras almas. ¿Qué pasaría si ahora estuviéramos al borde de la muerte? ¿No le pediríamos a Dios que nos concediera un mes más o una semana más para que nuestra conciencia estuviera limpia ante su vista? Pero Dios, en su gran misericordia, nos está dando ese tiempo AHORA. Seamos agradecidos con Él, tratemos de expiar los pecados cometidos y utilicemos todos los medios para encontrarnos en estado de gracia. Cuando llegue la Hermana Muerte, no habrá tiempo para expiar los pecados pasados, porque ella vendrá cantando: “Date prisa, ya casi es hora de dejar el mundo; apresúrate, lo hecho, hecho está”.
By: Suja Vithayathil
MoreEn tiempo de problemas, ¿alguna vez has pensado: “si tan solo pudiera contar con alguien que me ayudara”, sin realmente comprender que tienes toda una muchedumbre a tu disposición personal? Mi hija me ha estado preguntando por qué no parezco la típica polaca si soy 100% polaca; nunca tuve una buena respuesta hasta esta semana, cuando me enteré de que algunos de mis antepasados son montañeses górales. Los górales viven en las montañas a lo largo de la frontera sur de Polonia; son conocidos por su tenacidad, su amor por la libertad y su vestimenta, cultura y música distintivas. Existe una canción folklórica góral que resuena una y otra vez en mi corazón, tanto que le compartí a mi esposo que siento como si me estuviera llamando de regreso a mi país. El enterarme de que tengo ascendencia góral ¡ha hecho que mi corazón se goce! La búsqueda de las raíces Creo que hay un cierto deseo dentro de cada uno de nosotros de entrar en contacto con nuestras raíces; eso explica los muchos sitios de genealogía y negocios de pruebas de ADN que han aparecido recientemente. ¿A qué se deberá esto? Tal vez se deba a la necesidad de saber que somos parte de algo más grande que nosotros mismos; anhelamos el significado y la conexión con aquellos que nos han precedido; descubrir nuestra ascendencia demuestra que somos parte de una historia mucho más profunda. No solo eso, sino que conocer nuestras raíces ancestrales nos da un sentido de identidad y solidaridad. Todos venimos de algún lugar, pertenecemos a algún lugar, y estamos en un viaje juntos. Reflexionar sobre esto me hizo darme cuenta de lo importante que es descubrir nuestra herencia espiritual, no solo la física. Después de todo, los humanos somos cuerpo y alma, carne y espíritu; por eso realmente creo que nos beneficiaría mucho conocer a los santos que nos han precedido; no solo debemos conocer sus historias, sino que también debemos familiarizarnos con ellas. Encontrar la conexión Tengo que admitir que no siempre he sido muy buena en la práctica de pedir la intercesión de un santo; esta es ciertamente una nueva adición a mi rutina de oración. Lo que me despertó a esta realidad fue el consejo de San Felipe Neri: "La mejor medicina contra la sequedad espiritual es colocarnos como mendigos en la presencia de Dios y de los santos, y andar como un mendigo de uno a otro y pedir limosna espiritual con la misma insistencia con la que un pobre de la calle pediría limosna". El primer paso es llegar a saber quiénes son los santos; hay muchos buenos recursos en línea. Otra forma es leer la Biblia; existen poderosos intercesores tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, y es posible que te identifiques con uno más que con el otro; además, hay innumerables libros sobre los santos y sus escritos. Ora por su guía y Dios te guiará a tu muchedumbre personal de intercesores. Por ejemplo, le he pedido ayuda a San David rey con mi ministerio musical, San José es mi recurso cuando intercedo por mi esposo y por el discernimiento laboral; pido ayuda a San Juan Pablo II, a San Pedro y a San Pío X cuando me siento llamada a rezar por la Iglesia; rezo por las mamás a través de la intercesión de Santa Ana y Santa Mónica; cuando rezo por las vocaciones, a veces invoco a Santa Teresita y a al Padre Pío. La lista continúa, el Beato Carlo Acutis es mi recurso para los problemas tecnológicos, Santa Jacinta y San Francisco me enseñan sobre la oración y cómo ofrecer mejor los sacrificios; San Juan Evangelista me ayuda a crecer en la contemplación; y sería negligente de mi parte no mencionar que a menudo pido la intercesión de mis abuelos, ellos oraron por mí mientras estaban en la tierra, y sé que están orando por mí en la vida eterna. Pero mi intercesora favorita de todos los tiempos siempre ha sido nuestra muy querida y amada Santísima Madre. A solo una oración de distancia Con quién pasamos el tiempo es importante; nos moldea en lo que nos convertimos. Realmente hay una "nube de testigos" que nos rodea y con la que estamos conectados de una manera real (Hebreos 12, 1); esforcémonos por conocerlos mejor. Podemos enviar oraciones sencillas y sinceras como: "Santo ____, me gustaría conocerte mejor; por favor, ayúdame". No estamos destinados a hacerlo solos en este viaje de fe, vamos en el camino de la fe en comunidad, como el cuerpo de Cristo; al mantenernos conectados con los santos, encontramos una brújula que nos proporciona dirección y una ayuda concreta para viajar con seguridad a nuestra patria celestial. ¡Que el Espíritu Santo nos ayude a ponernos en contacto con nuestras raíces espirituales, para que podamos crecer como santos y pasar la eternidad como una gloriosa familia de Dios!
By: Denise Jasek
MoreCuando te asalten pensamientos de inutilidad, prueba esto... Apestaba. Su cuerpo sucio y hambriento se consumió como su herencia desperdiciada. La vergüenza lo envolvió. Lo había perdido todo: su riqueza, reputación, familia; su vida estaba destrozada. La desesperación lo consumió. Entonces, de pronto, el rostro amable de su padre apareció en su mente. La reconciliación parecía imposible, pero en su desesperación “partió y fue donde su padre; pero cuando aún estaba lejos, su padre lo vio y se llenó de compasión; corrió, lo rodeó con sus brazos y lo besó. Entonces el hijo le dijo: 'Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo.’ Pero el padre dijo: ‘este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a vivir; ¡estaba perdido y ha sido encontrado!’ Y comenzaron a celebrar” (Lucas 15,20-24). Aceptar el perdón de Dios es difícil. Admitir nuestros pecados significa admitir que necesitamos a nuestro Padre. Y mientras tú y yo luchamos con la culpa y la vergüenza de ofensas pasadas, Satanás el acusador nos ataca con sus mentiras: “No son dignos de ser amados ni perdonados”. ¡Pero el Señor nos llama a rechazar esta mentira! En el bautismo, tu identidad como hijo de Dios quedó estampada en tu alma para siempre. Y al igual que el hijo pródigo, estás llamado a descubrir tu verdadera identidad y valor. Dios nunca deja de amarte, no importa lo que hayas hecho. “No rechazaré al que viene a mí” (Juan 6,37). ¡Tú y yo no somos excepciones! Entonces, ¿cómo podemos tomar medidas prácticas para aceptar el perdón de Dios? Busca al Señor, abraza su misericordia y sé restaurado por su poderosa gracia. Busca al Señor Busca tu iglesia o capilla de adoración más cercana y encuentra al Señor cara a cara. Pídele a Dios que te ayude a verte a través de sus ojos misericordiosos, con su amor incondicional. A continuación, haz un inventario honesto y valiente de tu alma. Sé valiente y mira a Cristo en el crucifijo mientras reflexionas: acércate al Señor. Admitir la realidad de nuestros pecados es doloroso, pero un corazón auténtico y vulnerable está dispuesto a recibir los frutos del perdón. Recuerda, eres un hijo de Dios: ¡el Señor no te rechazará! Abraza la misericordia de Dios Luchar contra la culpa y la vergüenza puede ser como intentar mantener una pelota de playa bajo la superficie del agua. ¡Se necesita mucho esfuerzo! Además de esto, el diablo a menudo nos lleva a creer que no somos dignos del amor y el perdón de Dios. Pero en la cruz brotaron sangre y agua del costado de Cristo, para limpiarnos, sanarnos y salvarnos. Tú y yo estamos llamados a confiar radicalmente en esta divina misericordia. Intenta decir: “Soy un hijo de Dios. Jesús me ama. Soy digno de perdón”. Repite esta verdad todos los días. Escríbelo en algún lugar que veas con frecuencia. Pide al Señor que te ayude a liberarte en su tierno abrazo de misericordia. Suelta la pelota de playa y entrégasela a Jesús: ¡nada es imposible para Dios! Ser restaurado En el sacramento de la reconciliación somos restaurados por las gracias de sanación y fortaleza de Dios. Lucha contra las mentiras del diablo y encuentra a Cristo en este poderoso sacramento. Di al sacerdote si estás luchando contra la culpa o la vergüenza, y cuando digas tu acto de contrición, invita al Espíritu Santo a inspirar tu corazón. Elige creer en la infinita misericordia de Dios al escuchar las palabras de absolución: “Que Dios te dé el perdón y la paz; y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. ¡Ahora estás restaurado en el amor incondicional y el perdón de Dios! A pesar de mis fracasos, le pido a Dios todos los días que me ayude a aceptar su amor y su perdón. Puede que hayamos caído como el hijo pródigo, pero tú y yo seguimos siendo hijos e hijas de Dios, dignos de su infinito amor y compasión. Dios te ama, aquí y ahora; entregó su vida por amor a ti. ¡Ésta es la esperanza transformadora de la Buena Nueva! Entonces, abraza el perdón de Dios y atrévete a aceptar con valentía su divina misericordia. ¡La compasión inagotable de Dios te espera! “No teman, porque yo los he redimido; te puse tu nombre, tú eres mío” (Isaías 43,1).
By: Jody Weis
MoreAlgo sucede ante la presencia de un bebé; si se presenta a un bebé en una habitación llena de gente, todos querrán verlo; las conversaciones se detendrán, las sonrisas se extenderán por los rostros de las personas, los brazos se abrirán para sostener al niño. Incluso el personaje más duro y cascarrabias de la habitación se sentirá atraído hacia el bebé. Las personas que momentos antes habían estado discutiendo entre sí, estarán arrullando y haciendo muecas graciosas al bebé; los bebés traen paz y alegría… es lo que hacen. El mensaje central y aun realmente desconcertante de la Navidad es que Dios se convirtió en un bebé; el omnipotente creador del universo, el fundamento de la inteligibilidad del mundo, la fuente de la existencia infinita, la razón por la que hay algo en lugar de nada, se convirtió en un niño demasiado débil incluso para levantar la cabeza; un bebé vulnerable que yace indefenso en un pesebre donde comen los animales. Estoy seguro de que todos los que estaban alrededor del pesebre del Niño Jesús —su Madre, San José, los pastores, los reyes magos— hacían lo que la gente siempre hace con los bebés: sonreían, le arrullaban y hacían ruidos raros. El cuidado y la preocupación por el bienestar de ese bebé los tenía a todos reunidos en torno a Él. En esto vemos la genialidad divina; durante toda la historia de Israel, Dios se esforzaba por atraer a su pueblo elegido hacia sí mismo y por atraerlo a una comunión más profunda con Él. Todo el propósito de la Torá, los diez mandamientos, las leyes dietéticas descritas en el libro de Levítico, la predicación de los profetas, los pactos con Noé, Moisés y David, y los sacrificios ofrecidos en el templo era simplemente fomentar la amistad con Dios y un mayor amor entre su pueblo. Un tema triste pero constante del Antiguo Testamento es que, a pesar de todos estos esfuerzos e instituciones, Israel permaneció alejado de Dios: la Torá ignorada, los pactos rotos, los mandamientos desobedecidos, el templo corrompido. Así que, en la plenitud de los tiempos, Dios determinó no intimidarnos ni ordenarnos desde lo alto, sino más bien convertirse en un bebé, porque ¿quién puede resistirse a un bebé? En Navidad, la raza humana ya no miraba hacia arriba para ver el rostro de Dios, sino hacia el rostro de un niño pequeño. Una de mis heroínas espirituales, Santa Teresa de Lisieux, era conocida como "Teresa del niño Jesús"; es muy fácil caer en la romantización de esta designación, pero debemos resistir esa tentación. Al identificarse con el niño Jesús, Teresa se esforzaba sutilmente por sacar de sí mismos a todos los que encontraba, para llevarlos a una actitud de amor. Una vez que comprendemos esta dinámica esencial de la Navidad, la vida espiritual se abre de una manera fresca. ¿Dónde encontramos al Dios que buscamos? Lo hacemos más claramente en los rostros de los vulnerables, los pobres, los indefensos, los niños. Es relativamente fácil resistirse a las demandas de los ricos, exitosos y autosuficientes; de hecho, es probable que sintamos resentimiento hacia ellos. Pero los humildes, los necesitados, los débiles, ¿cómo podemos apartarnos de ellos? Nos sacan —como lo hace un bebé— de nuestra preocupación por nosotros mismos y nos llevan al espacio del amor verdadero; esta es, sin duda, la razón por la que tantos los santos —Francisco de Asís, Isabel de Hungría, Juan Crisóstomo, la Madre Teresa de Calcuta, por nombrar sólo algunos— se sintieron atraídos al servicio de los pobres. Estoy seguro de que la mayoría de los que lean estas palabras se reunirán con sus familias para la celebración de la Navidad; todos estarán allí: mamá y papá, primos, tíos, tal vez abuelos y bisabuelos, algunos amigos que se encuentran lejos de casa; habrá mucha comida, muchas risas, muchas conversaciones animadas, muy probablemente una o dos discusiones políticas. Los extrovertidos se lo pasarán espléndidamente, a los introvertidos les resultará todo un poco más difícil. Estaría dispuesto a apostar que, en la mayoría de estas reuniones, en algún momento, se traerá un bebé a la habitación: el nuevo hijo, nieto, bisnieto, primo, sobrino, lo que sea; ¿podría instarles este año a que estén particularmente atentos a lo que ese bebé les produce a todos, para que se den cuenta del poder magnético que tiene sobre el grupo variado de personas reunidas? Y luego los invito a recordar que la razón por la que se están reuniendo es para celebrar al bebé que es Dios, y, por último, déjense atraer por el peculiar magnetismo de ese divino niño.
By: Obispo Robert Barron
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