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Sep 02, 2021 914 0 Emily Shaw, Australia
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5 Formas de seguir Adelante con valor

¿Quieres cambiar el mundo? Aquí hay unos consejos sencillos para hacerlo.

 El profesor de Historia Eclesiástica en nuestro seminario local le pidió a los seminaristas de primer año que nombraran el mejor año de la historia de la Iglesia. Aquellos jóvenes, recién embarcados en su vocación, respondieron dudosamente desde sus asientos.

A medida que todas las posibles respuestas se juzgaban incorrectas, los seminaristas empezaron a preguntarse si la pregunta había sido capciosa. Eventualmente, el profesor coincidió en que la pregunta sí había sido un tanto capciosa porque la Iglesia nunca ha experimentado una época perfecta.

Cada época trajo consigo sus retos para los fieles cristianos – desde persecuciones violentas, escándalos, conflictos dentro de la jerarquía, hasta ideologías peligrosas y enseñanzas herejes, hasta el secularismo de los tiempos presentes.

La Iglesia y sus fieles han soportado estas tormentas, golpeados pero no derrotados. Los santos y mártires y los hombres y mujeres santos se han mantenido firmes en estas tormentas y han seguido adelante con valentía. Y aunque parecería que nuestros tiempos presentes son poco prometedores, que la Iglesia que amamos es constantemente atacada, perseguida, y traicionada en muchas formas, podemos tener consuelo en saber que la Iglesia Católica lo ha soportado todo antes. Y lo hará de nuevo.

Pero mientras luchamos para confiar y soportar, también tenemos que buscar formas de cambiar el mundo a nuestro alrededor y seguir un camino que nos lleve a la santificación. Puede que nunca seamos reconocidos como santos canonizados, pero podemos convertirnos en santos de igual forma y pasar la eternidad junto a Dios. Aquí hay unas maneras sencillas de empezar nuestro camino en la santidad:

1. Practicar lo Ordinario

Puede que sintamos la urgencia de hacer algo heroico, pero sentimos que no podemos hacer nada para fortalecer la fe en nuestro mundo. Pero los actos heroicos para Cristo no son lo que la mayoría de nosotros estamos llamados a hacer. Para la mayoría de nosotros, nuestras vocaciones y apostolados están más cerca de nuestro entorno y son a mucha menor escala. Santo Tomás Moro, un gran defensor de la Iglesia y sus enseñanzas, entendió esta realidad muy bien. “Los actos ordinarios que practicamos todos los días en casa,” decía, “son mucho más importantes para el alma de lo que su simplicidad sugiere.”

Puede ser que nuestro testimonio simple y cotidiano sea lo que influya en los demás, plantando semillas en ellos que quizás nunca veamos dar fruto. Nuestros hogares, parroquias y comunidades son los lugares donde cultivamos nuestra fe, la fe de los demás, y la sanidad en general del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.

2. Conectar con lo Extraordinario

La vida de la fe pareciera ser radical para nuestra sociedad secular. Muchos de nosotros no comprendemos lo sobrenatural y relegamos la religión al reino de los cuentos de hadas y las leyendas. Pero vivir una vida católica auténtica dentro de nuestras circunstancias individuales requiere una extraordinaria fe y confianza en Dios y, sobre todo, un amor que nos lleve a abandonarnos en Él. La Madre Angélica lo estableció de forma muy sucinta cuando dijo: “La Fe nos dice que Dios está presente cuando oramos, la esperanza nos dice que Él nos escucha, pero solo el amor nos hace continuar orando cuando la oscuridad, el aburrimiento e incluso el disgusto llena nuestras almas.”

Así que ora, confía, ama y ora de nuevo. Lo que pareciera ser una rutina de actos espirituales, de hecho, es lo que nos conecta con lo extraordinario—la presencia sublime, sobrenatural de nuestro Padre Celestial; Su único Hijo, nuestro Salvador y Redentor; y el Espíritu Santo que nos otorga los dones de entendimiento y temor.

3. Practica la Santa Testarudez

Ninguno de nosotros es perfecto y todos somos propensos al pecado, así que está sobre entendido que vamos a cometer errores. De hecho, es bastante probable que cometamos muchos errores y a menudo repetiremos los mismos errores, una y otra vez. Pero es importante que no nos desanimemos.

San Josemaría Escrivá nos anima: “No olviden que un santo no es aquel que nunca falla, sino aquel que siempre se levanta cada vez que cae, con humildad y con santa testarudez.” Así que levántate, desempólvate, y sigue adelante con una santa testarudez que sabe que vale la pena seguir el camino a la santificación.

4. Santifica a la Sociedad

“Santifícate a ti mismo y santificarás a la sociedad,” dice San Francisco de Asís. Para mí, esto siempre ha sido más fácil dicho que hecho, dada mi naturaleza humana pecaminosa y la enormidad de esta tarea. Pero solo porque esta pareciera ser una meta poco realista, no significa que no podamos alcanzarla. Jesús nos dice muy claramente que lo que es imposible para nosotros no es imposible para Dios. (Mateo 19:26)

Asegúrate de establecer y permanecer fiel a tu vida de oración diaria. Practica las virtudes y realiza un examen de consciencia diario para comprenderte mejor a ti mismo y a tu progreso espiritual.

5. Aférrate a la Esperanza

El Santo Padre Pío regularmente animaba a la gente diciéndoles “ora, ten esperanza y no te preocupes.” Nuestro mundo no es perfecto. A menudo es caótico y está lleno de tensiones. Pero esto no debe perturbar nuestro espíritu. Los comentarios de Padre Pío sobre los tormentos de la vida son muy consoladores: “Dios nunca permitirá que nos pase nada que no sea para nuestro bien mayor. Los tormentos de la vida que se forman a tu alrededor resultarán ser para la mayor gloria de Dios, tu propio mérito, y el bien de muchas almas.”

Así que, no pierdas la esperanza dentro de todos los tormentos de tu vida y del mundo. Estos son los tiempos en los que Dios nos ha puesto, así que por lo tanto estos son los tiempos que nos santificarán. Solo necesitamos seguir adelante con valentía hasta que vayamos a descansar en el Reino de Dios.

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Emily Shaw

Emily Shaw is a former Australasian Catholic Press Association award-winning editor turned blogger for australiancatholicmums.com and is a contributor to Catholic-Link. A wife and mother of seven, she resides on a farm in rural Australia and enjoys the spiritual support of her local catholic community.

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