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Oct 31, 2023 283 0 Denise Jasek
Evangelizar

¿Cuál es la lección de hoy?

Obtenga una experiencia práctica sobre cómo Dios puede usar las cosas de la tierra para comunicar las cosas del cielo

Cierto día, cuando salí por la puerta de mi casa para traer los botes de basura, me detuve con miedo; había una piel de serpiente fresca sobre la cubierta del desagüe al lado de la casa. Inmediatamente llamé a mi esposo, pues les tengo cierta fobia a las serpientes.

Cuando quedó claro que, aun cuando se trataba de una piel de serpiente muerta, no había serpientes vivas cerca, me relajé y pregunté a Dios qué lección estaba tratando de enseñarme ese día.

¿Cuál es el punto?

Soy lo que los maestros llaman una aprendiz kinestésica, aprendo mejor moviéndome o interactuando con las cosas. Últimamente he notado que Dios a menudo me muestra su presencia a través de objetos materiales; esta pedagogía divina es incluso aludida en el Catecismo de la Iglesia Católica.

«Dios, creándolo todo y conservándolo por su Verbo, da a los hombres testimonio perenne de sí en las cosas creadas» (CCE 54).

Por ejemplo, Dios envió una olla de fuego humeante y una antorcha encendida a Abraham, un ángel de lucha libre a Jacob y una zarza ardiente a Moisés; Dios envió una paloma llevando una rama de olivo y luego un arco iris a Noé, un poco de rocío a Gedeón, y un cuervo con pan y carne a Elías.

El Dios de Abraham, de Jacob y Moisés es también nuestro Dios. ¿Por qué el Dios de toda la creación no usaría la materia visible y tangible de la tierra para comunicar realidades invisibles e intangibles del Cielo?

El P. Jacques Philippe ha escrito: «Como criaturas de carne y hueso, necesitamos el apoyo de las cosas materiales para alcanzar las realidades espirituales; Dios lo sabe, y es lo que explica todo el misterio de la encarnación» (Tiempo para Dios, p. 58).

Dios puede enviarnos mensajes a través de una placa o una calcomanía para el parachoques de un auto. La semana pasada, las palabras en la parte trasera de un camión decían: «sigue moviéndote»; y me resonaron; me recordaron la visión de la homilía que escuché esa misma mañana: que estamos llamados a seguir compartiendo el Evangelio.

Dios también puede usar la naturaleza para enseñarnos: mientras recogía cerezas recientemente, recordé cómo la cosecha es abundante, y los trabajadores son pocos; un día tormentoso podría traernos a la mente que «estamos rodeados por una gran nube de testigos» (Hebreos 12, 1); un pájaro hermoso o una cálida puesta de sol podrían ser la manera en que Dios levanta nuestro espíritu caído.

Cada vez que estoy particularmente sorprendida por algo, trato de preguntarle a Dios qué lección podría estar enseñándome. La otra noche, por ejemplo, cuando estaba debatiendo sobre levantarme de la cama para ver cómo estaba mi hija, cayó de mi tocador de repente una tarjeta de oración en honor a Santa Mónica, -la santa patrona de las madres-, inmediatamente me levanté a revisarla. También recuerdo aquel momento en que me desperté a altas horas de la madrugada y me sentí llamada a rezar un rosario en nombre de un familiar recientemente fallecido y estaba maravillada al ver la más resplandeciente estrella fugaz en el cielo.

A veces Dios envía su mensaje a través de otras personas. ¿Cuántas veces has recibido una tarjeta, una llamada telefónica o un mensaje de texto de alguien, y lo que escuchaste o leíste fue justo el estímulo que necesitabas?

Un verano, mientras daba un paseo en bicicleta reflexionando sobre la posibilidad de interrumpir mi estudio bíblico, me encontré con un amigo; de la nada, mencionó el hecho de que planeaba mantener su estudio bíblico porque una vez que detienes algo, es muy difícil volver a ponerlo en marcha.

Dios también podría usar objetos concretos para disciplinarnos o ayudarnos a crecer en nuestro discipulado. Una mañana me topé con tres clavos grandes, eran idénticos, pero los había encontrado en tres lugares diferentes: una gasolinera, mi camino de entrada y al final de la calle; al ver el tercer clavo, me detuve y le pregunté a Dios qué estaba tratando de decirme, y me di cuenta de que necesitaba arrepentirme por algo en mi vida.

Nunca olvidaré la vez que salí, e instantáneamente una mosca voló hacia mi ojo; te dejaré usar tu imaginación para esa lección aprendida.

Estilo de aprendizaje

Dios nos enseña todo el tiempo, y nos instruye de acuerdo a las diversas formas de aprendizaje de cada estudiante; lo que funciona para una persona puede no funcionar para otra. Algunos escucharán a Dios más claramente en la misa, otros en la adoración eucarística, la lectura de la Biblia o durante su oración privada. Sin embargo, Dios siempre está trabajando y continuamente nos enseña a través de nuestros pensamientos, sentimientos, imaginación, pasajes de las Escrituras, personas, palabras de conocimiento, música y cada evento de nuestro día.

Personalmente aprecio cuando Dios se comunica a través de objetos físicos, ya que tiendo a recordar mejor la lección de esa manera; tal vez te estés preguntando qué aprendí de la piel de la serpiente… Me trajo a la mente la siguiente escritura: «La gente no pone vino nuevo en odres viejos, de lo contrario, las pieles estallarían, el vino se derramaría y las pieles se arruinarían; más bien, vierten vino nuevo en odres frescos, y ambos se conservan» (Mateo 9, 17).

Espíritu Santo, ayúdanos a ser más conscientes de cualquier lección que puedas estar enseñándonos hoy.

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Denise Jasek

Denise Jasek es una amada hija de Dios que está agradecida por su fe, sus cinco hijos llenos de fe, su esposo Chris, y la oportunidad de servir en la música y el ministerio universitario.

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