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May 27, 2023 500 0 Nisha Peters
Comprometer

Lo que ningún ojo ha visto…

“Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1, 14).

La primera vez que vi a Anne estaba en la iglesia durante la Santa Misa. Entre semana, asisto a Misa en una pequeña capilla con solo dos filas de asientos. Ves a las mismas pocas personas todos los días, por lo que te familiarizas con todos. Anne parecía tener temblores de vez en cuando. Al principio, supuse que tenía la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, después de una observación más cercana, noté que solo tenía este problema cuando recibía la Sagrada Comunión. Su cuerpo, especialmente sus manos, temblaban mientras recibía la hostia consagrada del sacerdote. El temblor continuaba durante unos minutos.

Un día, decidí preguntarle a Anne sobre su reacción durante la Comunión. Anne explicó amablemente este regalo inusual. Sus temblores no estaban relacionados con ningún tipo de condición médica, aunque muchas personas asumieron que ese era el caso. Estaba un poco avergonzada por la reacción de su cuerpo, porque atraía una atención no deseada hacia ella. Este fenómeno comenzó hace varios años cuando de repente reconoció la magnitud de lo que significaba recibir el cuerpo de Cristo. Jesús, el Hijo de Dios, se hizo hombre por nosotros. Lleno de gracia y de verdad, vivió entre nosotros. Él murió en sacrificio por nuestros pecados. Después de ese momento de conciencia, Anne dice que su cuerpo tiembla involuntariamente cada vez que acepta la Comunión. La reverencia de Ana por la Eucaristía me dio una nueva apreciación de este Sacramento.

San Agustín describió un Sacramento como un «signo exterior y visible de una gracia interior e invisible». ¿Con qué frecuencia reconocemos los signos de la gracia? Cuando reducimos los sacramentos a meros rituales, perdemos la conciencia de la presencia amorosa de Dios. Las realidades sagradas sólo pueden ser apreciadas por aquellos que están atentos.

Señor Jesús, oro para que me des una profunda reverencia por todo lo que es sagrado. Permíteme encarnar a Cristo en todo lo que soy y en todo lo que hago. Conviérteme en un sacramento vivo, un signo exterior y visible de tu gracia interior e invisible. Amén.

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Nisha Peters

Nisha Peters serves in the Shalom Tidings’ Editorial Council and also writes her daily devotional, Spiritual Fitness, at susannapeters.substack.com

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