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Nov 17, 2020 612 0 Rosanne Pappas
Comprometer

Conquistar al Mundo

¿Estás preocupado por el futuro? ¿Tienes dudas?

¡Entonces este testimonio inspirador es para ti!

Un Dia Dificil

Las olas de lluvia tocaron la ventana de la recámara como al ritmo de un tambor. Me volteé y miré al reloj. Eran las 8 de la mañana, pero el cielo estaba oscuro como si fuera de noche. Cinco minutos más, me dije a mí misma y me volví a meter debajo de mis cobijas. Mi hijo de 19 años saldría por la puerta para ir a clase en menos de treinta minutos. Se había sentido deprimido y yo estaba preocupada. Nuestra conversación de la noche anterior daba vueltas en mi mente.

«¿Qué te molesta? Hace tiempo que te ves deprimido”, le pregunté.

«Todo me molesta. Ojalá hubiera ido a otra universidad. Esta escuela no me está ayudando a llegar a donde quiero ir. Es una pérdida de tiempo. Arruiné mis calificaciones de la secundaria y ahora no hay nada que pueda hacer al respecto. Debería dejar la escuela, ir a Los Ángeles. y obtener una experiencia cinematográfica de verdad», se quejó.

Mi pecho se contrajo. Habíamos tenido conversaciones similares anteriormente. «¿Qué pasó con los días de los aprendices? Necesito ser aprendiz», insistió. Tenía mucho sentido. Aunque yo estaba decidida a que él obtuviera un título universitario, sabía que solo él y Dios podrían decidir su futuro. A final de cuentas, él tenía que decidir por sí mismo. Mi trabajo no era obligarlo a seguir mis planes, sino ayudarlo a desarrollar su propio plan. «Entonces, ¿qué crees que deberías hacer?» Lo pregunté tentativamente, temiendo su respuesta. «No lo sé», murmuró. Respiré profundamente. «Ya lo descubrirás», le dije.

Sonó mi alarma. Mientras mi hijo bajaba por las escaleras, me levanté para unirme a él. Esperaba que se sintiera mejor.

“¿Desayuno?” Le ofrecí alegremente.

“No, compraré algo en el camino”, murmuró sin levantar la vista. “ah”, pensé, todavía se siente deprimido.

“Ten cuidado. Está lloviendo y las carreteras están resbalosas”, le advertí.

“Si, lo haré,” me prometió.

“Que tengas un buen dia”, le dije mientras él salía por la puerta trasera.

¿Qué clase de cristiana soy?

 Me dejé caer en mi silla cómoda. El cielo oscuro reflejaba mi estado de ánimo. Con mi corazón pesado, mis oraciones eran de memoria. Sentí el peso de su angustia. Sus dudas sobre su futuro se convirtieron en mis dudas. Me sentí culpable. Las dificultades de la vida, el matrimonio y los hijos eran abrumadoras. Me senti decaida y encima de eso sentía vergüenza por estar decaida. En verdad, ¿Qué clase de cristiana era? Debía estar feliz, positiva y agradecida, pero no lo estaba. “Jesús, estoy tan decaída, llena de dudas y vergüenza por mis dudas. Perdón, pero esta es la verdad de como me siento”, le dije. Tomé mi devocional y lo leí. Las palabras penetraron mi corazón.

«Establece un estándar muy alto. Apunta a conquistar el mundo, el mundo que te rodea. Sólo di: ‘Jesús conquista’, ‘Jesús salva’ — ante cada duda, cada pecado, cada mal, cada miedo. Ningún mal puede oponerse a eso porque no hay ‘ningún otro nombre bajo el Cielo que haya sido dado a los hombres por el cual los hombres pueden ser salvados’. Ante todo temor de deseo o carencia, ‘Jesús salva de la pobreza’, ante todo temor, ‘Jesús salva del miedo.’ Haz esto ante toda enfermedad y desaparecerá como la noche cuando el sol se levanta”.

¿Cómo había permitido que la miseria y la duda de mi hijo se convirtieran en mi propia miseria y duda? Oré, «Jesús, sabes lo que mi hijo necesita, quién es y lo que tienes reservado para él. Tu sabes que aunque quiero arreglarlo todo y mejorarlo todo, no puedo. No conozco a nadie en la industria del cine, pero tú sí. Si quieres esto para él, entonces tráele a la gente adecuada. Si no, sé que traerás algo mejor para él. Gracias por usar las dificultades de mi hijo para su bien y para tu gloria. Perdóname por mi incredulidad y por dudar de tu plan y amor por él». Mi oración me levantó el espíritu y me hizo rendirme.

Cuando Sucede lo Increíble

Esa tarde, cuando llegué a casa y me detuve en la entrada, me di cuenta de que había dejado la puerta del garaje abierta inadvertidamente. Dentro del garaje, pegado a la puerta de la casa estaba un papel con este aviso,

«La Compañía Cinematográfica Suncoast filmará una película en su calle mañana por la mañana. La calle estará cerrada durante varias horas del día. Volveremos a su vecindario por la tarde para discutir los detalles.”

¡No pude creer lo que veía! ¡Una compañía de cine vendría a nuestra calle mañana! El representante de la compañía de cine tocó a nuestra puerta unas horas más tarde y, durante nuestra charla, aceptó ofrecerle a mi hijo un trabajo como interno o aprendiz. Tan pronto como mi hijo entró por la puerta, me apresuré a darle la noticia. Le conté los acontecimientos del día, incluyendo la lectura en el devocional y mi oración a Jesús.

Mirándolo a sus ojos, le dije: «Nunca dudes de que Jesús está contigo en cada momento. Fuiste hecho para él y para su gloria. Eres parte de su plan y él te ama. Cada respiro que tomas es una prueba de eso. Dile todo lo que sientas y todo lo que quieras. Después confía en que él te guiará a través de la situación”.

«Lo haré, mamá. Solo que no puedo creerlo. ¡Es increíble! Voy a ser un interno para una película aquí en nuestra calle. Estoy tan emocionado y aturdido por todo esto”, exclamó mientras sonreía de oreja a oreja.

Ese trabajo como interno le abrió las puertas para trabajar de manera autónoma como asistente de producción en el cine y la televisión durante sus años de universidad. Sin embargo, el verdadero regalo de esa experiencia vino antes de que el milagro de la compañía cinematográfica llegara a mi puerta. El regalo fueron las palabras de la verdad, “A cada miedo, carencia o deseo, ‘Jesús salva”, girar mi corazón del autoenfoque, la duda y el miedo hacia la paz y la libertad en Cristo.

Querido Jesús, en tus manos entrego todas mis ansiedades, temores y dudas. Confiando en tu amor y misericordia vivo cada momento y pongo mi mirada en ti. Reina en mi corazón, oh Señor, para que pueda andar en tu luz y encontrar la verdadera libertad y paz. Amén.

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Rosanne Pappas

Rosanne Pappas is an artist, author, and speaker. Pappas inspires others as she shares personal stories of God’s grace in her life. Married for over 35 years, she and her husband live in Florida, and they have four children.

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