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Sep 02, 2020 1089 0 Shalom Tidings
Encuentro

¿Un milagro visto por el Papa Francisco?

El 18 de agosto de 1996, cuando la misa concluyó en la iglesia de Santa María y Caballito Almagro, una mujer informó que una hostia consagrada había sido abandonada en un polvoriento portavelas en la parte trasera de la iglesia. Puesto que no estaba en condiciones adecuadas para ser consumida, el sacerdote siguió los protocolos normales colocando la hostia consagrada en agua y depositandola en el tabernáculo.

Al lunes siguiente, cuando el templo fue abierto, la Hostia parecía estar cubierta de una sustancia sangrienta. Esto fue relatado al Obispo Jorge Bergoglio (el futuro Papa Francisco, entonces Obispo Auxiliar y pronto después Arzobispo de Buenos Aires), luego fue trasladada a un lugar seguro donde la apariencia de la Hostia continuó cambiando hasta convertirse en pura carne. El Arzobispo Bergoglio dirigió una investigación sobre el milagro después de que la Hostia Sangrante fuera milagrosamente preservada por varios años.

El 5 de octubre de 1999, en presencia de los representantes del Arzobispo, un científico tomó una muestra del fragmento y lo envió a Nueva York para ser analizada. El origen de la muestra no fue revelado a los científicos. El Dr. Frederick Zugibe, un cardiólogo y patólogo forense muy reconocido, determinó que la sustancia analizada era carne y sangre real que contenía ADN humano y había sido tomada del corazón de una persona viva que había sido torturada.

Declaró que «el material analizado es un fragmento del músculo cardíaco responsable de la contracción del corazón. El músculo cardíaco está en una condición inflamatoria y contiene un gran número de glóbulos blancos. Esto indica que el corazón estaba vivo en el momento en que se tomó la muestra. Opino que el corazón estaba vivo, ya que los glóbulos blancos mueren fuera de un organismo vivo. Por lo tanto, su presencia indica que el corazón estaba vivo cuando se tomó la muestra. Es más, los glóbulos blancos penetraron el tejido, lo que indica además que el corazón había estado bajo un estrés severo, como si su dueño hubiera sido golpeado severamente sobre el pecho.»

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