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Nov 17, 2020 700 0 EL PADRE JOSEPH GILL, EUA
Comprometer

P y R

P – Parece que este año cada vez se pone más loco. Cada vez que veo las noticias, hay un nuevo desastre que nos azota: la crisis por el virus, disturbios raciales, la economía en problemas. Todas estas malas noticias me hacen pensar: ¿será que estamos en el Fin de los Tiempos?

R – ¿Estamos en el Fin de los Tiempos? Esa es una pregunta que se ha hecho a lo largo de la historia. Pero nosotros creemos, como Cristianos, que la historia humana no es solo una serie de eventos vacíos de significado, sino que somos parte de una historia más grande—una que está siendo escrita por Dios para cumplir Sus propósitos. Cada historia tiene un Inicio (La Creación y la Caída), un Intermedio (La Encarnación de Cristo y el Misterio Pascual) y un Final (El regreso triunfal de Cristo). Así que ¿estamos cerca del Final?

Definitivamente hemos pasado del punto intermedio—más de 2,000 años han pasado luego del intermedio—lo cual es equivalente al tiempo que hay entre Abraham y Cristo, históricamente. La pregunta que nadie en realidad conoce es qué tan cerca estamos del final—podría ser un año, cinco años, cien años, mil años. Pero “el final” no es solo un momento, es un proceso. De alguna forma podríamos decir que “El Fin de los Tiempos” empezó en los años 1400s con el Renacimiento, porque este era un sistema que empezó a quitarle la atención a Dios y a ponerla en los Hombres, viendo a la criatura sin relación con su Creador.

Pensar que nosotros estamos en “el final” es, para mí, solo situarnos a nosotros mismos en el Plan Mayor. Hablamos de lo mundano y aburrido—ciertamente nuestras vidas están llenas de cosas mundanas y aburridas. Pero no de cosas poco importantes. Nunca olvidaré lo que mi hermana me dijo un día, hace muchos años. Estábamos manejando a casa después de ver la película El Señor de los Anillos en el cine. Mientras manejábamos mirando el ocaso, ella suspiró profundamente y dijo “¡Oh, ojalá mi vida fuera así! ¡Una aventura épica y emocionante!”

A menudo he utilizado esas palabras en conferencias que he dado, porque creo que tienen una gran percepción sobre el corazón humano. Los seres humanos quieren saber que sus vidas no son solo un accidente, que nuestra presencia aquí en este planeta no pasa desapercibida y que es importante. Este deseo del corazón humano fue puesto en él por Dios, porque sí tenemos un papel irremplazable en esta gran obra—la obra de la Historia de la Salvación.

Así que esas tareas mundanas, aburridas, cuando las vemos a través de ese lente, adquieren un significado monumental. Considera esto: cuando limpias un pañal sucio o cocinas la cena para tus hijos, te estás encargando de las necesidades físicas de almas inmortales que algún día vivirán la eternidad en el triunfo de la gloria eterna o en el horror y la perdición eterna. Estas almas inmortales en tu casa algún día ayudarán a traer al Reino de Dios aquí en la tierra, haciendo caminos para el Rey, o participarán en la destrucción del Reino. Todas estas tareas mundanas que hacemos tienen ramificaciones en la historia y en la eternidad. Somos parte de una historia épica, una batalla entre el bien y el mal, la cual es peleada en cada alma, en cada hogar, en cada nación, en cada época de la historia.

Y por esto es que creo que es de ayuda espiritualmente el estar pendiente del rol que jugamos en este punto crítico de la historia. Algo que estas reflexiones me han enseñado es lo poco que realmente importan las cosas de las que me preocupo en mi vida diaria. Quiero decir, el tráfico, ese peatón imprudente, esa preocupación por el dinero—¿Acaso algo de eso importa si estamos cerca del final? Porque, después de todo, incluso si el fin del mundo no está cerca, el final de mi mundo sí está cerca y está garantizado. Pienso que es solo una magnificación del memento mori (recuerda tu muerte). Me ayuda a recordar que la vida es más grande que mis preocupaciones insignificantes y que tengo que enfocarme en las cosas verdaderamente importantes—estar listo para cuando Cristo venga por mí.

Como sacerdote, algo que siempre me ha impresionado es lo mucho que nuestra liturgia habla de la Segunda Venida de Cristo. Nunca lo había notado en realidad hasta que empecé a celebrar la Misa, pero todas las plegarias eucarísticas y las aclamaciones del memorial—e incluso gran parte del Nuevo Testamento—son sobre la espera de Su regreso. Somos personas escatológicas, siempre buscando la culminación de todas las cosas.

La redención que Cristo nos ha ganado con Su muerte en la Cruz continúa o podríamos decir que no ha terminado. No es que Cristo tenga que añadirle nada, pero el pecado continúa multiplicándose incluso con la tremenda efusión de gracia que hay en el mundo. La Cruz nos permitió reconciliarnos con Dios si respondemos a la Gracia—pero Él no ha ejercido Su dominio pleno sobre la creación. El dominio sobre la creación es de Él, pero Él espera la compleción de todas las cosas para mostrarnos Su poder. Por esto es que la Iglesia clama en todos los tiempos “¡Maranatha! ¡Ven, Señor Jesús!” Como Católicos, todos deseamos el día en que su Redención sea completa, cuando “el último enemigo que será destruido es la muerte” (1 Corintios 15:26).

Mientras esperamos la victoria final, Cristo nos llama a estar vigilantes y observar los signos de los tiempos. Cada periodo de la historia ha tenido que luchar con la pregunta “¿Se acerca el final?” Nuestro periodo no es la excepción. Y de esta forma, los profetas y sabios y aquellos que tienen sus pensamientos en Cristo harían buenas obras para discernir la respuesta a esa pregunta. Pienso que hay diferencias fundamentales entre nuestros tiempos y los pasados pero cada persona en cada siglo está llamada a discernir con sabiduría los signos de los tiempos.

A pesar de que aún no podemos sacar ninguna conclusión sólida, debemos considerar siempre con oración la evidencia en las corrientes geopolíticas y filosóficas que nos rodean. Pienso que es de ayuda espiritualmente. La cantidad de veces que la Escritura nos llama a estar vigilantes, atentos, y manteniendo nuestros ojos espirituales abiertos es un tema constante en el Nuevo Testamento.

En lugar de apartarnos de nuestras responsabilidades en nuestra vida, reflexionar sobre “el final” debe ayudarnos a realizar nuestras tareas con mayor diligencia, sabiendo que si somos descuidados o las hacemos sin entusiasmo, el Novio puede volver y dejarnos afuera como a las vírgenes imprudentes. Si yo (erróneamente) creo que mi vida está llena de cosas aburridas y sin sentido o que la venida de Cristo aún está tan lejana que voy a tener tiempo de arrepentirme y acercarme de nuevo a Él, entonces Él llegará como un ladrón en la noche. Esto es cierto no solo para cada individuo sino para el mundo también. ¿Está la Iglesia preparada? ¿Está el mundo preparado? Si no es así ¿Qué tenemos que hacer para prepararnos para Su venida?

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EL PADRE JOSEPH GILL

EL PADRE JOSEPH GILL es capellán de escuela secundaria y sirve en el ministerio parroquial. Se graduó en la Universidad Franciscana de Steubenville y en el Seminario Mount Saint Mary. El padre Gill ha publicado varios álbumes de música rock cristiana (disponibles en iTunes). Su primera novela, Days of Grace, está disponible en amazon.com.

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