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Si logras pasar la noche, habrá un día más claro…
Todo estará bien si te aferras a Él.
Abrumados por el Pánico
Cuando la pandemia inició, sacudió nuestras vidas, nuestros hogares y nuestra realidad como si fuera un huracán. De repente, frases como “distanciamiento de dos metros”, “lávate las manos”, “quédate en casa”, “no recibas visitas” se volvieron cotidianas. Sentimos temor sobre el futuro, recelo hacia la persona que pasaba cerca de nosotros o miedo del escozor en la garganta que sentimos al despertar en las mañanas.
¿Será que tengo Covid-19? ¿La tiene mi esposo? ¿Está en mi casa? El miedo y la ansiedad se apoderaron de las personas. “Te enfermarás y morirás solo, sin que tu familia pueda acompañarte. No podrás alimentar a tu familia ni pagar tus cuentas”, decían algunos. Las noticias sobre las últimas medidas de restricción y predicciones de cifras de mortalidad llenaron nuestras redes sociales, aumentando nuestro pánico mientras esta condena invisible nos amenazaba desde todos los ángulos. ´Sobreviviremos esto´; ´Estamos juntos en esto´ nos decían, pero ¿Dónde está Dios? ¿Por qué ocurrió todo esto?
Angustia Indescriptible
Hace muchos años, fui vencida por el miedo y sumergida dentro de una angustia indescriptible. Un neurólogo pediatra nos dijo a mi esposo y a mí que nuestro hijo de año y medio podría morir de una rara enfermedad y que no había nada que pudiéramos hacer al respecto. Sus palabras me destruyeron. Me llevaron a desarrollar una profunda desesperación, que me hizo arrodillarme y rogarle a Dios por la vida de mi hijo. En una búsqueda desesperada por oraciones, milagros y esperanza, pedí el asesoramiento de un sacerdote local que me aconsejó aprender a orar y enseñarle a mi familia cómo hacerlo. No fue el consuelo que estaba buscando.
Esperanza contra todo
Mi esposo y yo buscamos al mejor especialista del mundo en esta enfermedad en particular. Nos dijo muy directamente “No sabemos qué causa esta condición, así que no existe una cura, pero intentaré ayudarlos.” Hospitalizaron a mi hijo en un hospital pediátrico de Chicago, a dos mil millas de distancia de nuestra casa donde nuestra lucha continuaba. Un día, mi hijo se desmayó luego de haber sido puncionado una decena de veces en un intento fallido de colocarle una línea intravenosa.
Me desplomé en el suelo sollozando, y una mujer me tomó de los brazos para levantarme. Sus ojos estaban llenos de amor y compasión mientras me preguntó “¿Desayunaste esta mañana? ¿Te pusiste tu maquillaje?“
La miré incrédula. ¿Acaso estaba bromeando? “No” Le respondí.
“¿Qué tiene tu hijo?” Me preguntó. Cuando le conté, me dijo “Bien, tienes esperanza” y entonces abrió la cortina de la camilla de al lado, que dejó al descubierto a un niño de unos 12 años. “Este es mi hijo Charles. Tiene un tumor cerebral doble. Acaban de operarlo, pero no pudieron extirpar el tumor. La operación lo ha dejado mudo.”
“¿Qué harán con él?” Pregunté en un suspiro.
“Nada. Le han dado dos meses de vida.” Reveló la mujer. Estaba impactada, pero ella continuó su relato. “Yo me levanto todas las mañanas, me pongo mi maquillaje y tomo mi desayuno, no por mí sino por este niño, y oro diciendo estas palabras: Gracias Jesús porque tengo a mi hijo Charles hoy. Eso es todo lo que importa.”
Su historia me dejó sin palabras. Esa mujer no tenía razón para guardar las esperanzas, pero aún así lo hacía. Yo, que sí tenía razón para tener esperanza, era un desastre. En los siguientes ocho días, la vi ir de cuarto en cuarto, llevando alegría y esperanza a otras familias sufrientes. Era increíble. ¿Cómo tenía la fortaleza para hacer eso mientras su hijo estaba mudo en esa cama de hospital, donde mi hijo le hablaba incesantemente sobre Star Wars?
Pasando por el Horno Ardiente
Regresamos a casa luego de que los médicos decidieran implantarle de forma quirúrgica un catéter de infusión a mi hijo para que pudiera recibir sus medicamentos tres veces a la semana, luego de lo cual se nos citó para regresar a Chicago a ver a su doctora. Desde casa, mi esposo le envió a Charles una gorra de futbol americano firmada por el equipo Gators, ya que habíamos descubierto que Charles amaba a dicho equipo. Tristemente, no tuvimos respuesta de Charles o su mamá.
Cuando nuestro hijo finalmente empezó a mejorar, me mantuve en oración. Nuestros sueños y ambiciones pasadas habían desaparecido. Nos mantuvimos expectantes, viendo a nuestro hijo mejorar, tener recaídas, mejorar de nuevo, volver a recaer. Una y otra vez, de un lado a otro, observando, orando, esperando…
Unos dos años después, mientras estábamos en el pasillo del hospital esperando los resultados de laboratorio de mi hijo, escuché que alguien llamaba mi nombre. Me volví hacia la voz que me llamaba, y me alegré mucho de ver… a ¡Charles y su madre! Él corrió hacia nuestro hijo, lo levantó y le dio vueltas diciendo “No podía hablarte antes, pero ahora sí puedo”. Su madre me miró con lágrimas en los ojos y me dijo “No es el mejor de su equipo de basquetbol ni un estudiante de A, pero,Gracias Jesús. Tengo a mi Charles hoy y eso es todo lo que importa.” Ni siquiera un tumor cerebral doble fue lo suficientemente grande para detener la voluntad de Dios. Me maravillé de la Fe de esta mujer, y pensé en las palabras de las Escrituras.
¿Acaso no te has enterado?
El Señor es el Dios eterno,
el creador de los confines de la tierra.
No se cansa ni se fatiga,
y su inteligencia es insondable.
Él fortalece al cansado
y acrecienta las fuerzas del débil.
Aun los jóvenes se cansan, se fatigan,
y los muchachos tropiezan y caen;
pero los que confían en el Señor
renovarán sus fuerzas;
volarán como las águilas:
correrán y no se fatigarán,
caminarán y no se cansarán.
Isaías 40: 28-31
Se suponía que mi hijo no llegaría a cumplir 4 años, pero los cumplió. Luego fue al jardín niños y a la escuela primaria. Se graduó con honores de la escuela secundaria. Hoy día está culminando su doctorado en Teología. Ha estado enfermo intermitentemente toda su vida, así que yo siempre he permanecido en oración. El sacerdote con el que hablé aquella vez tenía razón. El sufrimiento me ha mantenido en oración y me ha enseñado lo pequeña que soy, el poco control que tengo sobre los acontecimientos, y sobre todo, me ha mostrado las cosas que son realmente importantes. Mi vida no es la vida que imaginé para mí, pero cuando miro hacia atrás me doy cuenta de que fui bendecida abundantemente a través de este sufrimiento. Enterneció mi corazón y me reveló que sin importar lo que venga y lo desesperante que parezca ser una situación, puedo confiar en la bondad de Dios para que cuide de mí y de mi familia.
'¿Buscas la belleza que nunca se desvanece? ¡Entonces esto es para ti!
Mark Twain, el célebre escritor y humorista estadounidense, dijo una vez: «La edad es una cuestión de voluntad. No importa si no te importa”. Dejando el humor fuera, todos sabemos que no es fácil lidiar con el envejecimiento, independientemente de quienes somos. Y para los ricos y famosos, es especialmente difícil ver la juventud y la belleza desvanecerse.
Volando Alto
Cuando era adolescente, a principios de la década de los 60, Mary Ann era hermosa, encantadora y llena de energía. Cuando vio la película Ven a Volar Conmigo de Dolores Hart en el 1963, quedó fascinada por el estatus y el privilegio de las azafatas trotamundos que fueron las protagonistas de la película. La película glorificó el glamour, el prestigio y la aventura de ser azafata. Empezó a soñar con ser como el personaje de Dolores Hart viajando por el mundo en busca de romance y emoción.
Encontrar un trabajo como azafata en aquellos días era difícil. Pero Mary Ann era inteligente y hermosa y pronto consiguió ese trabajo soñado. TWA, en aquellos días, era una de las aerolíneas internacionales más prestigiosas y Mary Ann pronto apareció en la revista Skyliner de la compañía y recibió mucha atención. Eventualmente cambió su carrera a la publicación y el periodismo, y de nuevo encontró mucho éxito. Ella disfrutó de la atención que recibió, y mantuvo un estilo de una vida activo. Para cuando llegó a los cincuenta años, comenzó a notar arrugas en su cara. La horrorizaron. ¿Cómo podría seguir siendo quien era sin su belleza y su sonrisa juvenil?
Encuentro con la Madre Superiora
Una amiga cercana notó el cambio en el estado de ánimo de Mary Ann. Cuando hablaron, Mary Ann confesó su preocupación por el proceso de envejecimiento. Su amiga le recomendó que conociera a alguien especial en un convento Benedictino cercano de Regina Laudis, un claustro ubicado en Bethlehem, Connecticut. El día de la reunión, su amiga presentó a Mary Ann a la Madre Superiora, la Madre Dolores Hart. Mary Ann rápidamente notó el parecido entre la Superiora y la actriz que adoraba en la película de los años 60. ¡La Madre Dolores le aseguró que era la misma Dolores! Mary Ann no podía creer que la actriz favorita de su adolescencia era la Madre Superiora de un convento, ¡y un convento enclaustrado! En su tiempo a solas, Mary Ann le contó a la Madre Dolores sobre el dolor de envejecer y cómo le aterraba la idea de perder su belleza y encanto.
Ahí estaba Mary Ann hablando con una mujer que, antes de entrar al convento, fue una actriz prominente a lo largo de las décadas de los 50 y 60. No sólo había recibido el Premio Mundial de Teatro y una nominación al Premio Tony, sino que fue la primera actriz en besar a Elvis Presley en la televisión. Ella había crecido cerca de Sunset Boulevard en Hollywood, y soñaba con convertirse en una estrella de cine. Y su sueño se hizo realidad. Pero Dios tenía otros planes.
Fuera de la Luz del Espectáculo
A principios de la década de 1960, Dolores actuó en los teatros de Broadway en la ciudad de Nueva York. Durante un largo periodo de descanso, no tenía una casa a la que ir como otros actores que vivían en la zona. Un amigo le habló de un convento en Connecticut, que, de acuerdo con la orden de San Benito, operaba cuartos de invitados.
Dolores decidió quedarse en ese convento de clausura. Estaba fascinada por cómo las hermanas trabajaban duro y, sin embargo, seguían siendo tan amables. ¡Su estancia en el convento la cautivó tanto que supo que pronto volvería allí! Finalmente, Dolores reconoció un llamamiento a la vida religiosa y rompió su compromiso con su prometido, abandonó su carrera de actriz y la vida que había tenido para así poder abrazar su nueva vida en un claustro.
Una Lección de Vida
Mientras Mary Ann se sintió totalmente absorbida por la historia que estaba escuchando. La madre Dolores le dijo que en lo alto de su carrera se miró al espejo un día y se dio cuenta de que su fama había llegado debido a su belleza y juventud, pero era una belleza que no duraría mucho. Llegó a entender que la única belleza que dura es la belleza interior.
Después de esa conversación, Mary Ann se fue con una nueva perspectiva de vida. Aunque todavía era una mujer bella, era la belleza interior de la Madre Dolores la que emanaba de ella. El cuerpo es un templo para el alma y cuando cuidamos la belleza del alma, esa belleza interior se ve reflejada en la cara y en todo lo que hacemos. La Madre Dolores había aprendido esa lección. Y ahora, Mary Ann también.
'¿Sabías que preocuparte funciona? ¡El 90% de las cosas que te preocupan nunca suceden!
Antes de ahogarte
La última vez que vi a mi padre vivo, hablábamos en su cuarto del hospital. Él se encontraba luchando contra el cáncer por muchos meses, y se acercaba al final de la batalla.
Habiendo liderado varios estudios bíblicos y dado tantos discursos en su vida, me dijo, “Si Dios me da una oportunidad más de enseñar sobre Su Palabra, voy a hablar de lo que llamo el undécimo mandamiento: “No os preocupeis”.
Este era el tema favorito de mi papá, quien era un hombre de gran fe y confianza en el Señor. Él amaba enseñarle a las personas cómo obtener la victoria y derrotar la preocupación confiando en la providencia de Dios.
Mi padre fue llamado a la casa del Señor seis semanas después, así que nunca dió esa última charla. Pero me gustaría compartir la esencia de ella aquí.
En el corto pasaje de Mateo 6: 25-34, Jesús nos dice tres veces: “No preocuparse”. Él nos dice que no nos preocupemos de nuestra vida, ni de lo que comeremos o beberemos, tampoco de nuestros cuerpos, o de lo que vestiremos. “En efecto, el Padre del Cielo, el Padre de ustedes, sabe que necesitan todas estas cosas”. Jesús nos asegura.
Preocuparse demuestra falta de confianza en Dios. Sin embargo, es tan normal en nuestra cultura y sociedad. Creemos que una mujer es buena madre cuando se preocupa por sus hijos, o una persona es un buen dueño de negocio porque se preocupa de su compañía o de su trabajo. No vemos la preocupación como desobediencia. Pero lo es.
La palabra preocupación en Inglés es “worry” que proviene de un viejo término Inglés: “wyrgan” , que quiere decir “ahogar” o “estrangular”. Eso es lo que hace la preocupación con nuestra fe: la ahoga o la estrangula. Empezamos a orar por alguien, ya sea por un niño, pariente enfermo, matrimonio en problemas; y antes que nos demos cuenta, estamos distraídos con las preocupaciones, el miedo nos sobrecoge y nuestra fe se ahoga.
El difícil orar, o siquiera pensar claramente cuando estamos preocupados. Si alguna vez has visto un jardín crecido con maleza, has visto que la maleza estrangula las flores y vegetales que están tratando de crecer con ellas. Así se estrangula nuestra fe con la preocupación.
Deja de preocuparte
¿Y cómo detenemos nuestra tendencia a preocuparnos? Hay dos lugares donde Podemos atacar el mal hábito de la preocupación.
Primero, planta la Palabra de Dios en tu corazón. Aprende sobre las promesas de Dios y escríbelas. Léelas una y otra vez hasta que la Palabra de Dios se arraigue en tu alma. Filipenses 4:6-7 es un buen comienzo: “No se inquieten por nada; antes bien, en toda ocasión presenten sus peticiones a Dios y junten la acción de gracias a la súplica. Y la paz de Dios, que es mayor de lo que se puede imaginar, guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.»
Segundo, ante el Santísimo Sacramento. Lleva todos tus problemas ante el Señor y déjalos a Sus pies. Admite tu incapacidad de arreglar las cosas y pídele a Jesús que se haga cargo. Un hombre sabio y santo me dijo una vez: “Los problemas de las personas suelen esfumarse cuando estás en adoración frente al Santísimo Sacramento. No saben cómo ni por qué, pero sus problemas comienzan a arreglarse cuando adoran al Señor en la Eucaristía.”
Todo va a estar bien
Meses después de la muerte de mi papá, algo ocurrió que me impresionó profundamente y me recordó su enseñanza acerca de la preocupación.
Mi papá fue un leal fanático de los Red Sox de Boston por muchos años. Durante las finales del baseball del 2003, las últimas que él vio, los Red Sox perdieron contra sus archirrivales, los Yankees de Nueva York. A pesar de que ese año parecían tener una gran oportunidad de llegar a la Serie Mundial. Fue una derrota amarga para todos los fanáticos de los Red Sox, incluyendo a mi papá.
Meses después, justo antes que mi papá falleciera, mi hermana menor, también fanática de los Red Sox, le dijo: “¡Papá, cuando llegues al cielo, asegúrate que los Red Sox venzan a los Yankees este año!” Mi papá sonrió.
Él murió en Abril del 2004, y para Octubre de ese año los Yankees y los Red Sox se enfrentaban en las finales. No soy fanática de los deportes, pero seguía la temporada de baseball en honor a mi papá. Con gran confianza, le dije a mis amigos que eran leales fanáticos de los Red Sox: “Los Red Sox van a ganar este año”
¡Y ellos procedieron a perder los primeros 3 juegos seguidos! Las cosas no se veían bien.
Tras el tercer juego perdido, yo caminaba por el rancho donde vivía, sintiéndome triste, extrañando a mi padre y decepcionada de que su equipo estuviera perdiendo. Uno de mis amigos estaba enojado conmigo por haberle dado falsas esperanzas. A medida que reflexionaba sobre esto, tuve de repente una imagen mental de mi padre sonriendo ampliamente, confortandome y diciendo: “¿Ell, por qué te preocupas? Todo va a estar bien.” Escuché a mi padre decirle esas palabras a mi madre cientos, si no miles de veces, mientras crecía. Ella era quien se preocupaba, pero no importaba cuán desolador fuera el panorama, mi papá le aconsejaba que no se preocupara, que Dios iba a hacer que todo funcionara para bien. Y Dios siempre lo hacía de formas sorprendentes.
Sorpresivamente, los Red Sox comenzaron a ganar los siguientes cuatro juegos consecutivos, algo que nunca había sucedido en la historia del baseball. No solo ganaron el juego contra los Yankees, sino que ganaron la Serie Mundial en una racha de cuatro juegos ganados, concluyendo la sequía de 86 años desde la última Serie Mundial ganada en el 1918.
A través de esta Victoria deportiva sin importancia, sabía que mi papá enfocaba mi mirada a algo mucho más grande. Me recordaba su tema favorito: ¡No te preocupes! Confía en Dios. Todo se va a arreglar, aún cuando parezca imposible.
La vida trae problemas grandes y pequeños. Pero no importa qué problemas estés enfrentando ahora: dificultades financieras, problemas de salud, relaciones estresantes. Recuerda que tu Padre del Cielo sabe lo que necesitas y se regocija en cuidar de ti. Deja tus preocupaciones y dale espacio para que Él trabaje.
«Depositen en él todas sus preocupaciones, porque él cuida de ustedes.»(1 Pedro 5:7)
'«Mira. Mira las llagas. Entra en las llagas. Por esas llagas fuimos sanados. ¿Sientes amargura, tristeza, sientes que la vida no es sólo ir por el camino correcto y que tambien hay mal? Mira allí. En silencio.”
Con estas palabras el Papa Francisco nos dice cuán profundamente uno puede ser sanado a través de las cinco llagas de Jesús, las perforaciones en sus manos, pies y pecho. Muchos católicos están familiarizados con la devoción a estas cinco llagas. Pero ¿has escuchado de la sexta llaga de Jesús?
En el siglo XII, un Abbott y místico Francés, San Bernardo de Claraval, preguntó a Jesús cuál era su mayor sufrimiento no registrado, y el Señor le respondió: «Tuve sobre mi hombro, mientras llevaba mi cruz en el Camino de los Dolores, una dolorosa llaga que fue más dolorosa que las demás, y que no está registrada por los hombres.»
En el siglo XX, otro santo confirmó esta sexta llaga: San Pío de Pietrelcina. Conocido Popularmente como un Santo viviente, por más de 50 años él padeció las llagas de Cristo en su cuerpo. El Padre Pío una vez tuvo una conversación interesante con Karol Wojtyla, el futuro Santo Papa Juan Pablo II, donde el Padre Wojtyla le preguntó qué llaga de sus estigmas le provocó el mayor dolor, esperando al Padre Pío que dijera que fue la llaga en el pecho. En lugar de eso, el Padre Pío respondió: «Es la llaga en mi hombro, la que nadie conoce y nunca ha sido curada o tratada».
Después de la muerte del Padre Pío, el Hermano Modestino, a quien le fue asignada la tarea de realizar un inventario de todas las pertenencias del santo, descubrió que una de las camisetas del Padre Pío tenía un círculo de manchas de sangre en el área del hombro derecho. En esa misma tarde, el Hermano Modestino le pidió al Padre Pío en oración que le aclarara el significado de la camiseta manchada de sangre. Pidió una señal de que el Padre Pío verdaderamente tenía la llaga de Cristo en el hombro. El Hermano Modestino despertó en medio de esa noche con un insoportable dolor en su hombro, como si hubiera sido cortado con un cuchillo hasta el hueso. Sentía que moriría si el dolor continuaba, pero solo duró poco tiempo. En seguida, el cuarto se llenó con el aroma de un perfume celestial, el signo de la presencia espiritual del padre Pío, y oyó una voz que decía: «¡Esto es lo que tuve que sufrir!».
Piensa en esto: Jesús permitió que sus pies fueran clavados en la cruz; Él voluntariamente entregó sus manos, y permitió que le abrieran el costado. Pero su hombro que llevaba el aplastante peso de la cruz, ese hombro herido y sangriento que, según él evangelio de san Juan, soportó el peso de nuestros pecados sin ninguna ayuda o alivio, ese hombro siguió disponible a lo largo de toda su agonía.
Y hoy en día sigue estando disponible, para nosotros y para todos los que lo necesiten.
Así que «Mira allí. En silencio», como sugiere el Papa Francisco. Mira y escucha la voz de Jesús que te invita a inclinarte sobre Su hombro y a descansar tu cabeza allí y sentir el amor que le permitió aguantar el insoportable dolor de las terribles heridas por el bien de todos nosotros.
Para fomentar la devoción a la llaga del Hombro de Cristo, San Bernardo de Claraval escribió esta oración a la Llaga del Hombro de Cristo:
Oh amado Jesús, manso Cordero de Dios, a pesar de ser yo una criatura miserable y pecadora, te adoro y venero la llaga causada por el peso de vuestra cruz que abriendo vuestras carnes desnudo los huesos de vuestro hombro sagrado y de la cual vuestra Madre Dolorosa tanto se compadeció. También yo, oh carísimo Jesús, me compadezco de Vos y desde el fondo de mi corazón te glorifico y te agradezco por esta llaga dolorosa de vuestro hombro en la que quisiste cargar vuestra cruz por mi salvación. Ah! por los sufrimientos que padeciste y que aumentaron el enorme peso de vuestra cruz, ruégote con mucha humildad, ten piedad de mi pobre criatura pecadora, perdona mis pecados y condúceme al cielo por el camino de la cruz. Amen
'Cuando es caliente y húmedo, frío y ventoso, o durante una epidemia, la gente recurre a expresiones como: ¡Qué insoportable es el calor! ¡Qué penetrante es el viento!¡Qué Tragedia!
¿Es esta la manera correcta de lidiar con situaciones que están fuera de nuestro control?
San Alfonso Ligorio en su libro “Uniformidad con la voluntad de Dios”, narra un incidente que ocurrió en la vida de San Francisco de Borja:
A altas horas de una noche, el Padre Francisco de Borja llegó inesperadamente a una casa Jesuita durante una tormenta de nieve. Tocó varias veces en la puerta pero sin respuesta alguna. Todos estaban dormidos. En la mañana todos en la comunidad estaban muy angustiados y avergonzados de saber que él había pasado toda la noche a la intemperie. El Padre Francisco los consoló diciendo que había experimentado el mayor consuelo durante esas largas horas al imaginarse que el Señor le derramaba copos de nieve desde el cielo.
¡Los santos están llenos de imaginación!
¿Con qué frecuencia nos hemos lamentado sobre debilidades de cuerpo y mente? Si solo tuviera una mente brillante, o si tuviera un cuerpo robusto, yo hubiera hecho maravillas. ¡Quizás si Dios me hubiera dado un mayor talento, una mejor salud, o una apariencia más atractiva, yo hubiese perdido mi alma! Grandes talentos y conocimientos han causado que muchos se hinchen con la idea de su propia importancia y, en su orgullo, han despreciado a los demás. ¡Cuán fácilmente aquellos que tienen estos dones pueden caer en pecado y poner gravemente en peligro su salvación! Por el contrario, ¡cuántos de los que sufren pobreza, enfermedad o deformidades físicas se han convertido en santos! Estemos contentos con lo que Dios nos ha dado. Solo una cosa es necesaria, y no es la belleza, la salud, ni el talento. Es la salvación del alma inmortal.
'R- La soledad es dolorosa, pero común, parte de la vida. Un reciente estudio publicado por el gigante farmacéutico Cigna encontró que el 46% de los estadounidenses se sienten solos “a veces o todo el tiempo”, y la mayor tasa de soledad está en los jóvenes (edades 18-22). Por lo tanto, ¡si están solos, sepan que no están solos! (Juego de palabras intencionado).
Todos nosotros, a veces, sentimos soledad. Como sacerdote, ciertamente hay veces cuando siento ese dolor. Para mí, el domingo por la tarde es cuando me siento más solo. El domingo por la mañana las Misas siempre están imbuidas de encuentros gozosos con feligreses devotos y animados, pero cuando todos se van a la casa para estar con sus familias, vuelvo a una rectoría vacía.
Pero cuando eso sucede, intento convertir mi soledad en privacidad. ¿Cuál es la diferencia? La soledad es el dolor de la falta de relación con otros seres humanos. La privacidad es la tranquilidad de estar íntimamente conectado con el Señor. Por más dolorosa que sea, la soledad puede ser una invitación a una profunda intimidad con el Señor. Cuando sentimos ese dolor, ese anhelo por el contacto humano, podemos invitar al Señor a llenar ese vacío. Él es nuestro mejor amigo; Él es el amante de nuestras almas.
¡Y Él sabe lo que es estar solo! Durante su pasión, casi todos sus amigos lo abandonaron, causándole un dolor inmenso a su Sagrado Corazón. Podemos compartir nuestra soledad con Él.
Pero, al mismo tiempo, «no es bueno que el hombre esté solo» (Génesis 2:18). Afortunadamente, somos parte de una comunidad más amplia: el Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Estamos rodeados de nuestra familia de la Iglesia todo el tiempo, no sólo la comunidad terrena de creyentes, sino de los ángeles y los Santos («La Iglesia Triunfante»). Sus vidas pueden inspirarnos y consolarnos. Hay tantos santos con quienes me siento personalmente conectado: San Juan Bosco, San Pancracio, la Madre Teresa de Calcuta. Ellos son mis amigos, aunque en este momento nuestra amistad es en el nivel de «amigos a larga distancia». ¡Cuando solicitó su intercesión, responden con ideas mientras rezan por mí! Pero algún día, espero encontrarme con ellos cara a cara y disfrutar de su compañía para siempre.
Cuando oramos por las santas animas del Purgatorio («La Iglesia sufriente»), también nos conectamos con nuestros seres queridos que se nos han adelantado, y aquellos que no tienen a nadie que los recuerde y rece por ellos porque sufrieron soledad en la tierra. Al ofrecer el dolor de nuestra soledad por ellos y pedirles sus oraciones, transformamos nuestra miseria en mérito.
Además de nuestros amigos en el cielo, “la Iglesia militante» (miembros de la Iglesia aquí en la tierra) también debería proporcionarnos una comunidad. Participa en la iglesia y conocerás gente inspiradora y amable. Quizás hay un estudio bíblico al cual unirte. Puedes participar en un grupo de personas de tu misma edad (o comenzar un grupo si no hay ninguno). Quizás podrías encontrar amigos para ayudar a los demás con los Caballeros de Colón, San Vicente de Paúl, atención y cuidado o algún otro grupo orientado al servicio. A veces tenemos que buscar más allá de nuestra propia parroquia.
¿Hay otras iglesias católicas de la ciudad con actividades vibrantes y una comunidad a la cual te puedas relacionar? He estado en algunas parroquias donde el ambiente comunitario es cálido y cariñoso, y en otros lugares donde hacía falta. Una parroquia, donde estaba asignado, era un lugar muy poco comunitario. Los feligreses venían a misa y salían inmediatamente. Así que, en búsqueda de una comunidad, empecé como voluntario en una escuela católica local donde conocí algunas familias maravillosas que aún siguen siendo mis amigos. ¡Puedo garantizar que la comunidad está «ahí afuera», si tan sólo tenemos la valentía de buscarla!
Para quienes están confinados a sus hogares, las conexiones pueden ser forjadas de otras formas. Quizás empieza a escribir cartas a los prisioneros católicos que necesitan apoyo y aliento. Siempre podríamos tomar el teléfono e iniciar el contacto con los miembros de la familia o viejos amigos. A veces, el solo enviar una inesperada tarjeta de agradecimiento puede re-establecer o profundizar a una amistad.
Aunque la soledad puede ser el catalizador que activa una relación más profunda con Dios, Él también quiere que vivamos en comunión con los demás, apoyándonos mutuamente. Estamos hechos para demostrar nuestro amor a Dios mediante el desarrollo de una comunidad de familiares y amigos a quienes amar y cuidar. Buscalos y los encontrarás.
'Cuando miro hacia el futuro, me atemorizo,
Pero ¿por qué sumergirse en el futuro?
Para mi solamente el momento actual es de gran valor,
Ya que quizá el futuro nunca llegue a mi alma.
El tiempo que ha pasado no está en mi poder.
Cambiar, corregir o agregar,
No pudo hacerlo ningún sabio ni profeta,
Así que debo confiar a Dios lo que pertenece al pasado.
Oh momento actual, tú me perteneces por completo,
Deseo aprovecharte cuando pueda,
Y aunque soy débil y pequeña,
Me concedes la gracia de tu omnipotencia.
Por eso, confiando en Tu misericordia,
Camino por la vida como un niño pequeño
Y cada día Te ofrezco mi corazón
Inflamado del amor por Tu mayor gloria.
'Reminiscencia:
«¡Tocaste mi café!» La cliente le gritó a la joven barista, quien se echó a llorar cuando, desvalida, intentó ofrecerle una nueva taza a la mujer enojada. Sentimos que ella no era local y que los clientes leales tuvieron la confianza para defender a la joven. «¡Si estás tan preocupada por la contaminación, ni siquiera deberías salir!» gritó un cliente. «¡Quédate en casa!» dijo otro entrometido.
Como trabajadora pastoral, le ofrecí una palabra de consuelo. Mientras preparaba mi taza entre sándwiches, le recordé que el entorno actual hacía que todos estuvieran tensos, por lo que no debía tomarlo como algo personal y dejar que el incidente arruinara su día. Unos minutos después, tuve que seguir mi propio consejo. Cuando accidentalmente sobrepasé la marca de 1.5 metros en el supermercado, un anciano me advirtió con disgusto «¡quédate en tu lugar!» agregando una sacudida del brazo para enfatizar más. Luego, cuando saqué a mi pequeña nieta para un ejercicio muy necesario, un transeúnte la reprendió, gritando «¡1.5 metros!» mientras se alejaba. ¡¡¡Uf!!!
Solo hay algunos incidentes en los que parecían ser las víctimas ocultas de la pandemia de Covid-19. El miedo y la ansiedad internalizados han drenado el amor, la alegría y la gracia de la vida. Casi nadie sonrió. Con las cabezas inclinadas, los ojos alarmantemente vigilantes pero distraídos, el lenguaje corporal claramente indicaba: «¡Aléjate de mí!». Esto era fácilmente comprensible ya que nos enfrentamos a un enemigo peligroso e invisible y no sabemos quién caerá por su espada antes de que termine la pandemia. Miles de vidas y medios de supervivencia afectados; el distanciamiento social y el autoaislamiento se convirtieron en el muy necesario escudo contra este virus nuevo y desconocido.
Casualidades ocultas y no ocultas
Todos hemos sido afectados por ello. La tristeza por la pérdida de seres queridos, incluidos los héroes dedicados de nuestros trabajadores de salud de primera línea, es abrumadora e increíble. La tristeza por la pérdida de seres queridos, por cualquier causa, se vuelve abrumadora cuando los dolientes no pueden recibir el consuelo de amigos y familiares. Mi corazón se rompe por ellos y yo solo podía orar por sus almas y pedir consuelo para sus familias. Las autoridades gubernamentales y sanitarias hicieron todo lo posible para hacer cumplir lo que sabían que eran las mejores medidas para controlarlo y prevenirlo. Muchos de ellos lo consideraron como ir a la guerra. Y de hecho hubo bajas. Toda la nación cayó de rodillas.
Pero ¿cuál ha sido su impacto en mí personalmente? Cuando se impusieron la cuarentena y los cierres, miré los proyectos en los que se suponía que debía estar trabajando. En ese momento, parecían irrelevantes. Decidí guardarlos en el garaje, sabiendo que no podría trabajar en ellos ahora. Mi perspectiva cambió rápidamente del futuro a solo el momento y a vivir el momento y que nada es tan importante como la salud y la seguridad. Cuando tuve que visitar al médico por un problema de salud, le supliqué al Señor que me ahorrara la necesidad de atención hospitalaria, ya que le temía al ambiente de allí.
Me dediqué a reflexionar y examiné qué aspectos de mi vida debían cambiar. Todos los días oraba de rodillas pidiéndole ayuda al Señor. A cada hora, comencé a rezar el salmo 91, mi favorito, por la protección del Señor sobre todos, y la oración «Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, que soy pecador».
Bendiciones disfrazadas
Normalmente me entusiasman los proyectos futuros, pero con Covid-19, el futuro se volvió borroso. Lo desconocido se convirtió en mi realidad diaria. Como estoy acostumbrada a una vida ocupada, necesitaba encontrar actividades que me ayudaran a sobrellevarlo. Cociné más para la familia. Como mi hija y mi yerno trabajaban desde casa, asumí tareas importantes en la cocina. La vida familiar se convirtió en nuestra base. Las primeras semanas de estar en casa las 24 horas del día, los 7 días de la semana, fueron difíciles, pero las cosas mejoraron a medida que se dio mayor importancia a la solidaridad familiar y nos apreciamos más. Cada uno de nosotros contribuyó más a las tareas del hogar.
La lavandería diaria se convirtió en un consuelo; es un zumbido suave, un sonido de normalidad. Tener suficiente tiempo para limpiar armarios y ordenar la casa me ha dado un propósito. Dormir se convirtió en un escape al principio, pero luego también me di cuenta de lo agotado que había estado mi cuerpo a lo largo de los años y di la bienvenida al descanso y la desaceleración. Mi ducha en la mañana se convirtió en un ritual de la tarde pues corría a las tiendas en la mañana, para conseguir nuestros artículos necesarios mientras el producto todavía estaba en existencia. La simplicidad se convirtió en una norma: sin maquillaje, sin perfume, solo mi yo al natural.
Sucedieron pequeños milagros. Cuando estaba desesperada por papel higiénico, toallitas y aerosoles desinfectantes, y no había encontrado ninguno en los estantes, ¡encontraba algunos en un carrito abandonado!
¿Dónde está Dios?
Los informes de algunas partes del mundo revelan que la naturaleza estaba tomando un descanso para recuperarse a medida que la contaminación se reduce y el cielo, los océanos y los bosques reviven. El cierre de nuestras iglesias durante la Cuaresma y la Pascua fue particularmente difícil, y me pregunto qué mensaje nos reveló el Señor. ¿Dónde está Dios en todo esto? Mucha gente preguntó. Los mensajes espirituales son abundantes. La mayoría de ellos son alentadores, afirmando que Dios no es la fuente de esto, ya que no conoce el mal, sino que va con nosotros en este viaje doloroso, tal como lo hizo cuando sufrió aquí en la tierra con nosotros y su resurrección da esperanza. que soportaremos esta prueba.
Nuestro grupo de oración que se ha estado reuniendo semanalmente durante los últimos 22 años no fue desalentado por el cierre. Guiados por el Espíritu Santo, llevamos a cabo nuestra reunión de oración y compañerismo espiritual por conferencia telefónica todos los viernes y recibimos mensajes proféticos y exhortaciones para vernos en estos tiempos difíciles.
Al adoptar el uso de la tecnología, nos mantuvimos conectados con nuestros sacerdotes que continuaron celebrando la misa por nosotros. La bendición de esto fue que muchas personas que anteriormente no asistían a misa se unieron a nosotros para acudir a las reuniones y enseñanzas de la iglesia, pero pavimentando el camino hacia un fortalecimiento y comprensión de la fe. Nunca más volveré a dar por sentado el regalo de la Eucaristía. Fue el ayuno más profundo que he experimentado.
Recientemente, recibí una llamada de una amiga que está luchando contra una enfermedad grave todos los días; en cualquier momento podría morir por problemas cardíacos y renales. Cuando salió del hospital después de otro episodio de complicaciones, me dijo que su perspectiva es de un día a la vez. Reflexioné que todos estamos en el mismo barco.
Covid-19 nos ha enseñado una lección importante: valorar cada momento y estar llenos de gratitud a Dios, desde el instante en que nos despertamos y durante todo el día. Las palabras y los actos de amor deben ser expresados y realizados en este momento, aquí mismo, no mañana.
¿Y alguna vez le hemos dicho un sincero agradecimiento a alguien que ayudó hoy?
“Ahora cada mañana es tu amor, gran Dios de la luz, y durante todo el día trabajas para el bien en el mundo. Despierta en nosotros el deseo de servirte, de vivir en paz con nuestros vecinos y con toda tu creación, y dedicar cada día a tu Hijo, nuestro Salvador Jesucristo «. Amén.
'Era una hermosa mañana en el supermercado. Una pareja de ancianos estaba recorriendo los pasillos juntos. La señora empujaba el carrito de compras mientras que el esposo buscaba y tomaba los artículos que tenían apuntados en su lista de compras. De repente, mientras daba un giro, el carrito golpeó un estante que tenía platos. El ruido de los platos cayendo y rompiéndose resonó en el aire. Las personas susurraban y miraban la calamidad. La señora miraba nerviosamente el montón de platos rotos que los rodeaban. Sonrojada por la vergüenza, se hincó y empezó a recoger las piezas rotas, mientras que su esposo empezó a buscar los precios de los platos rotos, susurrando “¡Ahora tendremos que pagar por esto!”
Todos alrededor simplemente se quedaron mirándola, hasta que el supervisor de la tienda llegó. Arrodillándose junto a la señora, le dijo “Déjelo así, nosotros lo limpiaremos. Deme su información para que podamos llevarla a un hospital a que le vean ese corte que tiene en su mano.”
Mortificada, la señora miró el desastre a su alrededor. “Pero antes necesito pagar por todo esto.” El supervisor sonrió y la ayudó a ponerse de pie, diciendo “No señora, tenemos un seguro para este tipo de accidentes. ¡No tiene que pagarnos nada!”
Imaginate el alivio que sintió la señora cuando entendió que la culpa y el costo de toda esa mercancía había sido levantado de sus hombros. ¡Ahora tomémonos un momento para cerrar nuestros ojos e imaginar a Dios haciendo eso mismo por nosotros!
Reúne las piezas de tu corazón roto, lastimado por los golpes y las bofetadas que ha experimentado. El “seguro” que Dios te da contra las rupturas del corazón se llama Gracia. Cuando lo aceptamos a Él en nuestras vidas, seguimos su Camino y pedimos Su perdón, el Supervisor del universo (DIOS) nos dirá: “Ya todo está pagado.”
'¿Te sientes incompleto? Dios te ama completamente.
¿Eres imperfecto? Dios te ama perfectamente.
Hazlo a la Manera de Dios
Me gusta pensar de mí misma como una católica devota, obediente a las leyes y a la voluntad de Dios. Sin embargo, sé que no solo me quedo corta. En algunos aspectos importantes estoy fallando completamente. Es extremadamente difícil para mí mostrar amor a las personas que me han lastimado profundamente. Aunque he tratado de perdonar a ciertas personas una y otra vez, se siente como muchas más de 70 veces 7, en el fondo, nunca me siento convencida por mis intentos de amor o perdón.
Jesús nos pide amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. No sólo se refiere a las personas que viven cerca de nosotros, sino a todas las personas con las que entramos en contacto, incluso a los que nos maltratan o son incapaces de amarnos, a los que no sienten la necesidad de pedir perdón… o aquellos que no son capaces de darlo. Entiendo por qué Jesús nos pide amar, pero en algunos casos específicos, se siente imposible. Sin embargo, esta vida no se trata sólo de mí y de lo que yo quiero. Jesús nunca prometió una vida fácil o justa; Él Prometió que nunca nos abandonaría.
A veces se siente más fácil revolcarnos en nuestra propia miseria, o más satisfactorio apuntar el dedo a los demás, pero si queremos que Cristo nos sonría y nos diga: «Bien hecho, siervo bueno y fiel», tenemos que obedecerle. No es suficiente dejarse llevar por la rutina. Lo he intentado. La falta de sinceridad es obvia. Por lo tanto, sé que tengo que dejar de lado mi manera de tratar de remediar las cosas y hacerlo a la manera de Dios.
¿Duele el amor?
Dios nos amó tanto que se convirtió en uno de nosotros, sufrió con nosotros y dio Su vida por nosotros. Ese es el ejemplo definitivo. Debido a que nos ama incondicionalmente, nos pide que hagamos lo mismo por los demás. Siempre tendremos nuestro círculo íntimo de seres queridos, pero al llamarnos cristianos, necesitamos exigir más de nosotros mismos. No podemos profesar ser católicos e ir eligiendo y escogiendo cuál de las leyes de Dios preferimos seguir. El catolicismo no funciona así. Ser obediente significa volverse vulnerable, lo cual nos vuelve extremadamente humildes… y eso es exactamente lo que deberíamos ser.
He descubierto que la única manera de romper mi barrera de ‘amor’ y dar lo mejor de mí misma es permitiéndo que Dios me ame primero. Pero soy una pecadora. Humana. Llena de faltas, inseguridades y debilidades mundanas. Algunos días me siento demasiado herida, enojada o entumecida. ¿Podría Dios, que creó el universo, amar a alguien como yo? Lo hace, y es implacable al respecto. Me ama porque soy débil.
Pero una cosa es decir que quiero el amor de Dios, y otra cosa realmente sentirlo. Un gran paso adelante es entregar mi corazón y dejar ir todo mi dolor y orgullo. Eso es muy desalentador, pero como dijo una vez Santa Teresa de Calcuta: «El amor es real, debe costar. Debe doler. Debe vaciarnos de sí mismo.”
Dejar que Dios Haga lo Suyo
Si seguimos ocultando nuestras vulnerabilidades, entonces nos distanciamos de Dios y del propósito que tiene para nuestras vidas. Para que el amor de Dios trabaje en nosotros, debemos confiar plenamente en Él. Él nos conoce mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos. Siéntate tranquilamente ante el altar o en un espacio privado, y deja que todo salga: el dolor, la vergüenza, las debilidades. Luego llena ese vacío con el poderoso fuego restaurador del Espíritu Santo.
Permitir que el Espíritu Santo sane nuestros corazones, libera el amor y la paz que hemos estado persiguiendo infructuosamente. La clave para la plena sanación y transformación es a través de una relación personal con Dios en las 3 personas de la Santísima Trinidad. Las relaciones sanas no son de una sola cara, ni son meras transacciones. Requieren esfuerzo y comunicación.
¿Cómo se puede lograr esto? La recepción regular de los Sacramentos, la oración, la lectura de las Escrituras, la alabanza y la adoración, la meditación y la escucha son la clave. Cuanto más tiempo pasemos con Dios, más receptivos somos a entender cuando Él nos hable al corazón, y más queremos hacer Su voluntad.
Recuerda, incluso si somos transformados por el amor de Dios, aquellos con quienes luchamos pueden seguir reusándonos. Pero eso está bien, deja que Dios trabaje en ellos. Podemos hacer nuestra parte empezando poco a poco. Ora por ellos. Sigue ofreciendole la situación a Dios. Que la luz transformadora de Dios brille a través de nosotros para inspirar a los demás. Cuando amamos a alguien profundamente, no nos importa ir más allá. Así que, ve más allá por Cristo. Nuestros pequeños sacrificios y nuestros intentos por compartir Su amor son hermosos puntos de partida para que Dios entre en nuestro drama diario y se encargue del resto.
Para Dios valemos la pena, con manchas y todo. No siempre merecemos algo tan poderoso como Su amor, pero gracias a Su gracia, Él cree que sí. Qué hermoso sería si, en nuestras pequeñas formas, pudiéramos esforzarnos por hacer lo mismo.
Querido Dios, llena nuestros corazones con el fuego de tu amor incesante para que podamos ir más allá de las imperfecciones y sentimientos heridos. Entregamos todos nuestros deseos y vulnerabilidades, y buscamos tu amor incondicional en todas las áreas de nuestras vidas. Transforma nuestros corazones, para irradiar la luz de tu amor a todos los que nos rodean. Amén.
'¡Todo se reduce a encontrar la trayectoria de la vida!
Con frecuencia pienso en la bendición que es el haber sido criada como Católica. Me mostraron el camino correcto desde mi nacimiento. La llama se encendió y se mantuvo viva a través de mi infancia sin tener que hacer esfuerzos significativos para descubrirla por mi cuenta.
¿Hice suficiente justicia a estas creencias mientras crecía? Han habido periodos de dudas, momentos de letargo y momentos de desaliento. Sin embargo, mi fe ha sobrevivido y se ha fortalecido desde entonces.
No es una mala hazaña y no es algo que podría haber logrado si me hubiera apoyado en mi propio entendimiento. Así que claramente he tenido ayuda, a lo grande.
Una memoria viva de cuando yo tenía nueve años me vino recientemente a la mente. Ya se acercaba mi cumpleaños cuando mi mamá y yo estábamos de compras en la tienda de regalos Católicos de San Miguel. En medio de la fascinante variedad de imágenes religiosas, estatuas y baratijas, todas juntas, una en particular me llamó la atención: una imagen de la Virgen María que después llegué a conocer como “Nuestra Señora del Perpetuo Socorro”.
El encontrarme con mi afectuosa Madre celestial me ayudaría de muchas maneras en los años venideros. Cuando mi mamá me regaló el libro “El plan de paz de Nuestra Señora de Fátima desde el Cielo”, entendí cuánto nuestra Santísima Madre nos ama y desea nuestra salvación. Ver un hermoso video acerca de las apariciones Marianas cimentó mi entendimiento aún más.
Desde entonces, he llegado a conocer a María, nuestra Madre, como una persona con quien puedo hablar, independientemente de mi nivel de piedad en cualquier momento. Ella nunca para de acercarme a Dios, y con frecuencia pido su intercesión cuando tengo la fuerte necesidad de un milagro. En varias ocasiones me ha ayudado, y el resultado ha caído notablemente en un miércoles, el día asociado con la devoción a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
María, nuestra Madre, también me ha ayudado a no ver a Dios como un mago que me concede mis deseos, sino que me da las fuerzas para atravesar la curva de aprendizaje que Él establece, antes de que el deseo se transforme en un resultado más justo. Muchas de sus intervenciones han llegado como un aviso para preocuparse menos, volver al curso y centrarse más en su Hijo, Jesús.
Cuando conecto los puntos formados por todos los encuentros espirituales, las intercesiones y las bendiciones que he recibido a través de los años, me doy cuenta de que los puntos forman una trayectoria. Una trayectoria, como sabemos, se define como el camino seguido por un objeto que se mueve bajo la acción de fuerzas dadas. Una definición adecuada, creo, para aplicar a este trayecto espiritual.
¿Cuán espléndido sería si todos tomáramos unos momentos para reflexionar sobre cuándo nuestra relación con Dios realmente comenzó a fortalecerse? Hasta pudo haber alguien sobre la tierra conduciendo por este trayecto asistido por alguien en el cielo. La Virgen Maria, San Jose, San Antonio y todos los santos nos acercan a Jesús, preparándonos para que el Buen Pastor se nos revele y nos dirija a los largo del camino.
Recordemos con qué frecuencia Dios nos ha bendecido incluso con más de lo que necesitamos; las fortuitas coincidencias que nos han conectado con nuestra alma gemela y amigos que piensan igual que nosotros; y todos los pequeños milagros que iluminaron nuestras vidas mientras estábamos demasiado ocupados para notarlo. Busquemos la trayectoria en la que Dios nos ha colocado y permanezcamos firmes sobre ella, orando con todas nuestras fuerzas. Este es el momento en que el mundo necesita nuestras oraciones, más que nunca.
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