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Un Libro que puede cambiar tu vida
San Agustín de Hipona es conocido como uno de los santos más grandes de todos los tiempos. Sin embargo, vivió muy pecaminosamente en su juventud y se suscribió a filosofías paganas como el neoplatonismo y el maniqueísmo. A pesar de las fervientes peticiones de arrepentimiento de su madre, continuó viviendo con una mujer fuera del matrimonio y finalmente engendrando un hijo con ella.
Entonces, ¿cómo se convirtió uno de los santos más grandes de todos los tiempos, un Padre de la Iglesia, de una vida sumida en el pecado a la Fe Verdadera?
La respuesta: La Palabra de Dios.
En Confesiones, San Agustín explica que su conversión al catolicismo no fue instantánea. Aunque tenía un fuerte deseo de convertirse en católico, luchó por observar algunas de las enseñanzas de la Iglesia, especialmente la de la castidad. Escribió que le pidió a Dios que lo hiciera casto, pero aún no.
Un día, la frustración de Agustín llegó a un punto. Él suplicó a Dios que convirtiera completamente su corazón. Quería convertirse en católico y abrazar plenamente las enseñanzas de la Iglesia, pero sentía que era imposible separarse de los pecados de la carne. Agustín se retiró a un jardín para la contemplación profunda de su alma. Escribe en Confesiones que escuchó la voz de un niño implorandole que «tomara y leyera» la copia de la Sagrada Escritura que había traído al jardín con él. Inmediatamente, Agustín abrió el libro a la Carta de San Pablo a los
Romanos, 13:13-14, que dice:
Vivamos decentemente, como a la luz del día, no en orgías y borracheras, ni en inmoralidad sexual y libertinaje, ni en disensiones y envidias. Más bien, revístanse ustedes del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa.
Después de leer esas palabras, Agustín sabía que era hora de cambiar su vida.
Todos estamos llamados a la conversión del corazón, pero para la mayoría de nosotros no es fácil. Sin embargo, podemos aprender de la historia de San Agustín que la Palabra de Dios habla directamente a nuestros corazones inquietos y nos ofrece un mapa del camino para volver a casa con él.
'¿Quién querría aprender algo de su enemigo? ¿Cómo pueden las dificultades ser nuestras maestras—desde perder algunas de nuestras libertades, como tener que dejar nuestro hogar, hasta las pérdidas más trágicas en la vida?
¿Nos podemos referir a la Santa Misa como “Un Milagro Mundano”? Este oxímoron católico podría describir el hermoso sacramento de la Eucaristía. Después de todo, podemos recibir a nuestro Señor Resucitado en este sacramento a diario. Los católicos en estado de gracia pueden recibir este don tan extraordinario simplemente al hacer la fila para recibir la Comunión, luego de haber ayunado por lo menos durante una hora. No se requiere ningún boleto de pase ni prueba de autenticidad, solo necesitamos que nuestra consciencia nos diga que estamos libres de algún pecado grave. Así pues, el milagro en que Dios se da a Sí mismo a la humanidad se recibe de forma mundana. Luego, Covid-19 entró a nuestro mundo.
En tus fantasías más locas, ¿alguna vez imaginaste que el gobierno ordenaría que las iglesias cerraran sus puertas? ¿Que no habría misa dominical, ni misa diaria en nuestras parroquias? Pero gracias a Dios, la tecnología permitió que nuestros valientes y equipados sacerdotes pudieran transmitir las misas en vivo. La mesa de mi cocina se convirtió en un espacio sagrado donde la Palabra de Dios era escuchada desde mi teléfono. Nuestros sacerdotes predicaban la homilía, consagraban el pan y el vino y lo convertían en el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor, y nos permitieron recibir la comunión espiritual en todas nuestras iglesias domésticas, es decir nuestros hogares.
Pero los días se convirtieron en meses y comenzamos a sentir hambre. Deseábamos recibir la Eucaristía sacramentalmente, pero este deseo no podía ser satisfecho. Por primera vez en mi vida, y me atrevo a decir que en la suya propia también, nos dimos cuenta de cómo la ausencia de la Eucaristía puede afectarnos. El milagro mundano se convirtió en el milagro anhelado.
Aunque los restaurantes estaban cerrados, podíamos pedir comida a domicilio. Lentamente, bajo reglamentos estatales estrictos, volver a comer dentro de los restaurantes fue permitido. Más maravilloso que eso, la misa diaria, y luego la misa dominical fue retomada con fieles, utilizando mascarilla y guardando el distanciamiento social. Luego de ochenta y ocho días de no recibir la Eucaristía sacramentalmente, estaba muriendo de hambre por Nuestro Señor Resucitado. Yo, junto con muchos otros fieles, recibí la Eucaristía con los ojos llenos de lágrimas y aquel anhelo que finalmente había sido satisfecho. Estaba tan agradecida de poder volver a reunirme con mi querido Amigo que dio Su vida por mí. Solo unos cortos minutos después de meditar en la entrega de Nuestro Señor y Su don de Sí mismo en la Eucaristía me hizo dejar atrás todo el tiempo que estuvimos separados.
Luego me di cuenta de la gran lección que nos deja el Covid-19: la Eucaristía fue el mejor alimento durante el confinamiento, mucho mejor que la comida a domicilio. Cuando la Eucaristía es plenamente recibida y consumida, satisface un corazón hambriento que sale al mundo luego de que termina la misa. Y esta comida debe ser entregada. Oro a Dios para poder Llevarlo a otras personas en la forma en la que Él me envíe. Y una y otra vez, el proceso de repite: Recibirlo y Llevarlo “a domicilio” a nuestro mundo hambriento y necesitado.
Luego de que el sacerdote da la bendición final, podemos irnos. No, me corrijo; podemos irnos pero “con Dios para llevar”, listos y preparados para entregar la mejor comida a domicilio posible. Así que tenemos que estar listos para entregar una sonrisa, una palabra amable, una mano de ayuda, un regalo necesario de alimento, consuelo y ayuda de corazón. Dios nos ayudará a ver dónde estará destinada esta entrega especial. Es gracioso cómo aprendemos de los sucesos más extraños de nuestras vidas. O quizás, en los días más oscuros, buscamos más intensamente la luz y Dios nos alumbra con Su entendimiento.
'En las primeras horas del 2 de septiembre de 2020, David Blaine, el mago y artista mundialmente famoso, hizo algo que otros sólo podían soñar. De hecho, lo que hizo comenzó con un sueño que vio en una película que vio con su madre cuando tenía 5 años. David, que había prometido no realizar actos de miedo desde que su niña pequeña Dessa llegó a su vida, quería inspirar a su hija haciendo algo hermoso. Se aferró a 52 grandes globos de helio y voló hacia el cielo.
Mientras lentamente adquirió altura, él mantuvo los pesos que llevaba sobre él para mantener el ascenso controlado. Finalmente subió a una impresionante altura de 24,900 pies (algunas de las avionetas más pequeñas vuelan así de alto). Desde allí, se separó de los globos y saltó. Cuando alcanzó los 7000 pies, abrió su paracaídas y pronto aterrizó con seguridad. Una vez que recuperó su compostura, habló con su hija que lo escuchaba a través de la radio inalámbrica y le dijo que lo hizo todo por ella y que la ama mucho. Y ella dijo, «Gracias, lo lograste, gracias».
Esta historia de amor entre un padre y su hija nos recuerda el amor de nuestro Padre celestial que por su amor a nosotros entregó a su único hijo, quien no solo vivió entre nosotros en nuestro estado humilde, sino que aceptó voluntariamente el sufrimiento y las heridas para que usted y yo pudiéramos ser sanados. Él fue hasta la cruz y murió y resucitó por nosotros, para que pudiéramos estar con él por la eternidad. Él continúa amándonos con la misma intensidad incluso hoy, incluso ahora. ¿Qué tipo de amor es ese?
Uno podría estar asombrado, sorprendido, aturdido, confuso, deslucido y estupeficado por lo que David hizo por su niña. Pero cuánto más abrumados y sin palabras debemos estar en lo que nuestro Padre celestial ha hecho por nosotros. Nosotros también podemos llorar con alegría, «¡Gracias! ¡lo has logrado! ¡Gracias!»
'¿Dios realmente se interesa por lo que está ocurriendo en tu vida? Esta historia, ya sea ficticia o no, seguramente cambiará tu perspectiva. Durante la Segunda Guerra Mundial, un soldado fue separado de su pelotón. La batalla había sido intensa, pero entre el fuego y el humo había perdido contacto con sus camaradas. Una vez sólo en la jungla, escuchó que se acercaban los soldados del ejército enemigo. En su búsqueda desesperada por refugio, se escabulló a un risco alto donde encontró unas cuevas pequeñas. Rápidamente, se metió en una de ellas.
A pesar de que estaba a salvo en ese momento, se dio cuenta de que si los soldados lo seguían hacia ese risco y buscaban dentro de las cuevas, iban a encontrarlo. Mientras esperaba ansiosamente, oró así “Señor, por favor salva mi vida. Pase lo que pase, te amo y confío en ti. Amén.” El sonido de las pesadas botas de los enemigos se acercaba más y más.
“Bueno, supongo que el Señor no va a ayudarme a salir de esta” pensó, derrotado. Malhumoradamente, vio cómo una araña tejía una telaraña frente a su cueva. “Ajá” se quejó el soldado, “lo que necesito es una muralla de ladrillos y el Señor me manda una telaraña. Dios de verdad que tiene un sentido del humor”. Mientras los enemigos se acercaban a su cueva, el soldado protagonista de esta historia se preparó para enfrentarlos por última vez, cuando escuchó a alguien decir “No tiene sentido que busquemos en esta cueva… ¡Si alguien hubiera entrado ahí, hubiera tenido que romper esta telaraña!”
Para su asombro, luego de mirar la cueva superficialmente, los soldados enemigos se fueron de ahí. La frágil telaraña le había salvado la vida. “Señor, perdóname.” Oró. “Había olvidado que Tú puedes hacer que una telaraña sea más fuerte que una muralla de ladrillos.
«Dios ha escogido lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios, y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos.» (1 Corintios 1: 27)
'Una tarde, el Padre Pío se sentó solo en el balcón, justo afuera de su celda. Su asistente, el Padre Alessio pensó que sería una buena oportunidad para revisar algunas de las cartas que pedían su consejo, pero su respuesta lo sorprendió. “Ahora estoy muy ocupado,” dijo el Padre Pío. “No puedo contestar preguntas en este momento”
El Padre Alessio se sintió confundido. Le parecía obvio que el Padre Pío no estaba ocupado. Estaba sentado con el rosario en su mano, pero siempre llevaba el rosario. El Padre Pío explicó más tarde: “El día de hoy han habido aquí muchos ángeles de la guarda trayendo mensajes de mis hijos espirituales.” Al pasar de los años, el Padre Alessio experimentó misteriosos golpes en su puerta, o susurros en su oído por parte del ángel de la guarda del Padre Pio, llamándolo a que asistiera al Padre Pío cuando él no podía caminar sin ayuda.
A cada ser humano se le ha asignado un ángel de la guarda que siempre ve el rostro de Dios. Su tarea es guiarnos a Su presencia; a los lugares que Dios ha preparado para nosotros en el cielo. Cuando necesites ayuda, pídele a tu ángel que te ayude. Envía a tu ángel de la guarda a que consuele a un amigo que esté en tiempos de angustia. Recuerda que siempre hay un testigo para tus obras.
Ángel de Dios, mi querido guardián, a quien Su amor me compromete; mantente a mi lado aún en este día, para iluminar y cuidar, gobernar y guiar. Amen.
'¿Plástico? ¿Cubierto de polvo? No este Chico
Una Noción Extraña
En un momento tuve que pensar que los santos eran de plástico y cubiertos de polvo, como demasiadas de las estatuas antiguas que había visto. ¿Qué podrían saber o por qué podrían preocuparse por mí y mi mundo? Pero durante un período de tiempo, comencé a tener un ‘sentido’ interior de que San José quería mi atención. No tenía idea de por qué. Pero esta impresión no se alejaba. A veces me arrodillaba ante su estatua en la iglesia y le dirigía una palabras como: «Hola, José, no te conozco. ¿Realmente quieres mi atención?» Nunca escuché respuestas. Pero aún así no podía dejar la idea de que estaba tratando de conectarse.
Soy una mujer soltera sin destreza para funcionamientos defectuosos — mecánicos o digitales — que a menudo se frustra cuando tales cosas ocurren. Como experimento, comencé a pedir la ayuda de San José con estas situaciones, y me di cuenta de que parecía responder de diversas maneras creativas. Me impresionó. Después de unos años, me convencí de que San José realmente era parte de mi equipo. Cuando les dije sonriendo a mis amigos: «¡Es mi hombre principal!» San José siguió cuidándome en asuntos grandes y pequeños. Pero recientemente me protegió incluso antes de preguntar, cuando no sabía que necesitaba protección.
Mi amiga Kathy había dejado un mensaje pidiéndome que cubriera su hora de adoración al día siguiente. Como no podía responder a tiempo, sólo me presenté al día siguiente como ella había pedido. Inexplicablemente, me estacioné en un área del estacionamiento donde no suelo hacerlo, en el extremo norte en vez de hacerlo en el extremo sur del enorme estacionamiento. En la iglesia, mientras estaba de rodillas, vi pasar a mi amigo Andy. Pero no pasó. Se inclinó en mi banca y me susurró que la llanta trasera del lado del conductor estaba ponchada. Sorprendida, le di las gracias a Andy, le hice una oración rápida a San José para pedirle que se haga cargo, y dejé la llanta fuera de mi mente. Mientras terminaba mi hora, Andy de repente reapareció. Esta vez su voz era urgente: «Absolutamente yo no conduciría con esa llanta. Tengo un dispositivo que puede inflarla. Iré a buscarlo. Regreso en diez minutos.”
Afuera, mientras esperaba a que Andy regresara, vino una amiga. Ella y yo hablamos acerca de la llanta y acordamos que no se veía muy ponchada. Estaba segura de que no habría ningún daño si conducía unas dos millas al taller de llantas. Pero no tenía forma de contactarme con Andy y no podía irme y dejarlo mientras él estaba haciendo todo lo posible para ayudarme. Además, tuve un pequeño pensamiento chismoso, ‘Andy es un ‘chico de coches’ de oficio. Podría tener un mejor «ojo para los coches» que yo. Por supuesto, cuando Andy conectó su aparato a mi llanta, la presión registraba 6 libras en lugar de las 30-35 libras que se suponía que tenía que ser. Mi llanta podría haber quedado destrozada si yo hubiera conducido en él. ¡Caramba! Mientras Andy estaba inflando la llanta, mencioné que estuve allí esa mañana a petición de Kathy. Para mi sorpresa, ¡él también! Parece que cuando Kathy no pudo contactarse conmigo también le pidió a Andy que cubriera su hora. ¿Quién sabía que los dos vendríamos?
¿Un Plan Celestial?
En el taller se le quitó un clavo a mi llanta y fue reparada sin costo alguno. Mientras conducía a casa dandole gracias a Dios por Su cuidado, San José apareció en mi mente. Y las preguntas empezaron a aparecer en mi cabeza: ¿Era San José parte de un plan celestial para protegerme ese día… o para protegerme de una posible exploción de llanta más tarde esa semana cuando estuviera viajando por carretera?
Andy y yo nos presentamos en adoración, y yo me estacioné en el lado norte ese día, cuando normalmente me estaciono en el sur. Y en ese gran estacionamiento, Andy, con su buen ojo de mecánico, se detuvo junto al lado de mi auto donde podía ver fácilmente mi llanta ponchada.
¿Todo esto era coincidencia? No lo sabré con seguridad en este lado del cielo. Pero sé con seguridad que los santos no están lejos y a veces realmente se involucran en nuestros asuntos, tanto grandes como pequeños. Y a veces, incluso cuando no lo hemos pedido, sus huellas celestiales invisibles aparecen en los lugares más audaces. Sé que San José no es plástico. Este tipo poderoso con influencia celestial demuestra una y otra vez que realmente me cubre mis espaldas. No sólo me ayuda a navegar por caminos traicioneros cada vez que lo pido, sino que a veces extiende su atención proactiva incluso cuando no tengo idea de que lo necesito.
Oh San José cuya protección es tan grande, tan fuerte, tan pronta ante el Trono de Dios, pongo en ti todas mis intereses y mis deseos. Ayúdame, por tu poderosa intercesión, para que siempre pueda buscar la Santa Voluntad de Dios. Sé mi protector y mi guía en el camino de la salvación. Amén.
'Al crecer en una familia grande de diez hijos con personalidades muy distintas, nuestra casa a menudo era ruidosa y se volvía un caos, pero estaba llena de amor y fe profunda. Tengo recuerdos vivos de mis hermanos y yo lanzándole charlas y desacuerdos a nuestra querida madre casi a diario.
Con frecuencia nuestra madre simplemente respondía a nuestras peleas recitando las Bienaventuranzas con su voz calmada y relajante: “Bienaventurados son los que construyen la paz, pues serán llamados hijos de Dios”. Al escuchar estas palabras, nos retirábamos y proponíamos firmemente llegar a un acuerdo y perdonar. Al pasar de los años, muchas de las palabras sabias de mi madre se han convertido en mi interior. Esa voz es particularmente fuerte ahora debido al tumultuoso mundo en el que vivimos.
Curiosamente, el mundo de hoy no es completamente diferente de la casa en la que yo crecí. Este mundo también es ruidoso y caótico, pero lleno de amor y fe. Aun con personalidades que se confrontan, ideales diferentes y pensamientos conflictivos, creo que hay un deseo común de paz, y un amor subyacente para los demás.
La oración favorita de mi padre era la simple pero bella oración de paz de San Francisco, la cual ha adquirido un mayor significado para mí a medida que he crecido. Es una oración perfecta para los tiempos en los que vivimos. No es simplemente una oración por la paz, sino que es una oración que busca una manera de convertirse en un instrumento para difundir la paz.
Pide que nos olvidemos de nosotros para poder cuidar a los demás y sanar este mundo que está profundamente herido y lastimado. Mientras reflexiono en las palabras de esta oración que tocan el corazón, no puedo evitar sentir compasión y empatía por los que están heridos, y un sincero deseo de ayudar a sanar, consolar y traer la paz a donde pueda.
Este mundo sería muy diferente si todos adoptáramos las suaves palabras del tierno Santo de Asís y las implementáramos en nuestras vidas:
Señor, hazme un instrumento de tu paz.
Que donde hay odio, yo ponga el amor.
Que donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que donde hay error, yo ponga la verdad.
Que donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que donde hay tristeza, yo ponga alegría.
Oh Maestro, ayúdame a nunca buscar ser consolado, sino consolar,
ser comprendido, sino comprender,
ser amado, sino amar.
Porque es dándose como se recibe,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
Amén.
'Las novelas y películas pintan al matrimonio como el objetivo, el lugar de destino que acaba con el drama de una vez y por todas, y luego todos viven felices por siempre. Más realísticamente, debemos ver al matrimonio como una travesía, no como un lugar de destino. Muchos de nosotros cometemos el error de casarnos con un cónyuge perfecto imaginario. Desafortunadamente, ese personaje solo existe en los cuentos de hadas. No nos debe extrañar que los matrimonios siempre corren peligro. El certificado de matrimonio no es una garantía de un “final feliz”.
En cuanto a mi esposo Nilo y yo, nuestro matrimonio se empezó a deteriorar alrededor de nuestro 15vo aniversario, y yo dudaba seriamente de que podríamos reconciliar nuestras diferencias. Por la pura gracia de Dios, nuestro matrimonio pudo ser salvado a través de un retiro de renovación matrimonial. Fui con tantas ganas de “reparar” a mi esposo, ¡pero el Señor me enseñó que tenía que “repararme” a mí misma primero! ¡Qué revelación! Una relación personal y profunda con Jesús era lo que más necesitaba, antes de ser capaz de arreglar mi relación con mi esposo.
Era difícil, morir a mí misma todos los días e intentar comprender a mi esposo a través de un lente distinto, pero el Señor nos lo simplificó. El amor incondicional y el regalo del perdón nos ayudaron a encaminarnos. Aún hay días en los que el camino se hace tortuoso, pero he cambiado mi enfoque. Atesoro mi matrimonio como una bendición valiosa de Dios, que Él mismo nos ha confiado para que la cuidemos. Somos responsables de lo que hacemos con ella todos los días. Es demasiado preciosa para dejarla morir o dejarla de lado.
Hoy, soy facilitadora de un programa pre matrimonial para parejas que van a casarse. Y este es parte del recordatorio que siempre les doy: “El matrimonio se acaba en una hora, pero toma toda una vida permanecer casados de verdad.”
'¿Qué harías cuando te golpee la ansiedad? ¿Eres menos como Marta? Sigue leyendo para saber …
Todos estamos familiarizados con el relato del Evangelio de la visita de Jesús a la casa de Marta y María. María se sienta a los pies de Jesús, mientras que Marta está agobiada por las numerosas tareas requeridas para recibir a un visitante importante. Esto empeora porque siente que María no está contribuyendo nada, absolutamente nada, a este trabajo doméstico esencial.
Al igual que el hijo fiel en la parábola del Hijo Pródigo, Marta se siente difamada, subestimada y, hasta cierto punto, traicionada. ¿Por qué debería todo el trabajo recaer en ella cuando tiene una hermana que es igualmente capaz? ¿Por qué no puede tener un turno para descansar y escuchar a Jesús? Ciertamente no parece justo. Y luego, para rematar, cuando apela a Jesús, no obtiene la respuesta que está buscando. El no le pide a María que vaya en su ayuda. En cambio, parece amonestarla.
Ahora, no voy a mentir, siempre he simpatizado con Marta. Quiero decir, es bueno disfrutar de la compañía de los visitantes, pero el trabajo no se hará solo.
Soy una de esas personalidades de tipo A, los trabajadores perfeccionistas que trabajan duro, y siempre he luchado con este pasaje del Evangelio, especialmente ahora que soy una esposa ocupada y madre de seis. ¿A quién no le gustaría pasar todo el día a los pies de Jesús, disfrutando de su presencia, escuchando sus parábolas de primera mano y absorbiendo su verdad y sabiduría? Pero, en realidad, hay bebés para alimentar, niños que deben ir a la escuela, almuerzos para empacar, ropa para lavar, pisos para limpiar, etc… ad infinitum.
Sin embargo, si miramos de cerca lo que Jesús dice, aprendemos que Él no está reprochando a Marta por su trabajo, o incluso por elegir trabajar, sino por algo completamente diferente.
San Francisco de Sales explica: «Cuando nuestro Señor reprendió a Santa Marta, Él le dijo:’ Marta, Marta, estás ansiosa y molesta por muchas cosas ‘. Usted verá, si ella simplemente hubiera atendido sus necesidades, no se habría preocupado. Sin embargo, su resentimiento y preocupación por la perfección la hacen apresurada y agitada. Es por eso que Nuestro Señor la reprendió».
Si ella simplemente hubiera atendido sus necesidades … Qué simple suena eso, pero cuando nos sentimos envueltos por las necesidades de quienes nos rodean, podemos perder el enfoque y olvidar realizar nuestras tareas con cuidado y compasión. Marta fue advertida porque se volvió irracional y ansiosa en su prisa por completar este trabajo. Se obsesionó con el trabajo en sí y con quién debería participar en él, en lugar de para quién y para qué era.
María ha elegido la mejor parte, no solo por sentarse al lado de Jesús, sino por aceptar Su paz que el mundo no puede dar. La tranquilidad en su interior le permitió darse cuenta de que prestar atención a lo que dice su invitado es una prioridad más alta que apresurarse a traerle algo que no necesita en ese momento. Ella sabe que el trabajo de servicio todavía debe hacerse, pero puede esperar, y lo hará. Este momento nunca volverá a llegar, algo bueno que deben recordar los padres con sus hijos y cónyuges.
Si Marta hubiera realizado sus actos de servicio alegre y serenamente, podría haber disfrutado de Su compañía, en medio de completar sus tareas. Entonces, ella también podría haberse relajado a Su lado, sin ser afectada por las pasiones de frustración y celos.
Entonces, ¿cómo podemos ser más como María, para poder aprovechar estas oportunidades para sentarnos a los pies de Jesús? Aquí hay algunas maneras en que puede convertir su Marta-interior en una María-interior:
- Ora sin cesar
Comienza tu día de la manera correcta, en oración. Y continúa orando durante todo el día. Ofrécele todas tus alegrías, obras y sufrimientos a Él en tu Ofrenda de la Mañana. Asiste a misa regularmente, diariamente si puedes. Reza el Rosario todos los días en familia. Recita el Ángelus antes de dar Gracias en el almuerzo. Pasa tiempo en la Adoración al Santísimo Sacramento. ¡María se deleitó en la presencia de Jesús, por lo que deberíamos hacer lo mismo!
- Admite tus errores
Reconocer nuestros errores y fallas puede ser desalentador, pero reconocer nuestras propias deficiencias y fallas a través de un examen diario de conciencia puede ser tanto informativo como esclarecedor. Somos seres humanos defectuosos y vamos a cometer errores. No debemos detenernos en estos errores, sino simplemente reconocerlos, expresarles pena y repararlos. El Sacramento de la Penitencia es uno de los caminos menos apreciados y subutilizados hacia la gracia. Las Confesiones mensuales Regulares son una excelente ayuda para encontrar y mantener nuestra paz interior, al reconciliarnos con Dios, nuestros prójimos y nosotros mismos.
- Evite apresurarse
Esto es más fácil decirlo que hacerlo, como lo sé bien, pero, como explica San Francisco de Sales: «Nunca se realiza una tarea bien con impetuosidad y prisa.» ¿La solución? Intenta aceptar todas tus tareas con paz. Completalas en un orden prioritario y delega lo que pueda o deba.
- Pide ayuda
Si te sientes agobiado por una tarea o ansioso por la vida en general, busca ayuda. No hay daño en pedir una mano, si la necesitas. Deseas que sus amigos y familiares se acerquen a ti en busca de apoyo si lo necesitan, así que asegúrate de considerarte de la misma manera. Por supuesto, el orgullo puede interferir, pero quizás Dios ha introducido esta tarea en tu vida para ayudar a fomentar la virtud de la humildad en ti.
- Confía en Él
Dios es infinito. Es infinitamente misericordioso y generoso. No puede ser superado en generosidad. Renuncia a las cuidados, las cargas que te agobian, las ansiedades que te impiden lograr cualquier cosa y las preocupaciones de esta vida. Deja que Él te ayude. Confía en Su sabiduría y misericordia y verás que Él te dará todo lo que necesitas para soportar los tiempos más difíciles. Jesús nos exhorta a ser como los niños inocentes que confían en Él implícitamente. Ellos no se preocupan por cosas que les conciernen a ellos.
Un poco de desapego es algo bueno para todos nosotros, especialmente para nuestra Marta- interior.
Querido Jesús, eres la fortaleza de mi vida. Restaura mi alma y rompe las cadenas de ansiedad y pánico que me unen. Amén.
'Alguien una vez le preguntó a un gran hombre el secreto de su éxito. Él respondió “Tuve un amigo que me amaba y tenía fe en mí. Él hizo que mi vida valiera la pena.”
¿Tienes algún amigo así? ¡Lo necesitas!
¿Has olvidado a Dios?
Así como la ráfaga de viento en el primer Pentecostés, el Espíritu Santo se mueve por el mundo inspirando a las personas a levantar el corazón en novenas de oración, pidiendo por las graves necesidades que atravesamos. Imaginarnos esta escena nos recuerda a aquellas personas que despiertan tarde y se apuran a ponerse al tanto de lo que se han perdido mientras dormían. Es una “ráfaga dorada” que acarrea un premio más grande que cualquier tesoro en este mundo.
Sí, necesitamos al Espíritu Santo cada día, no solo cuando tenemos alguna necesidad en especial, o en la Fiesta de Pentecostés o cuando se acerca el sacramento de la Confirmación. A pesar de que muchos tratan al Santo Espíritu como una figura del pasado, Él siempre está moviéndose en nuestro presente, inspirando aliento de vida en los corazones de hombres y mujeres alrededor del mundo.
Nuestro Señor Jesucristo tenía mucho que decir sobre lo esencial que es el Espíritu Santo en nuestra vida diaria.
“Rogaré al Padre, y Él les dará un Consolador, para que permanezca con ustedes para siempre” (Juan 14:16)
En cualquier momento, podemos pedirle al Espíritu Santo que venga en nuestro auxilio, en cualquier circunstancia. Mi esposa me dijo que una tarde se sentía exhausta y desmotivada al ver la cantidad de ropa que tenía que lavar y la multitud de oficios y diligencias que le quedaban por hacer. Cuando la fatiga la sobrecogió, exclamó “Espíritu Santo, ayúdame”. Tan pronto esas palabras dejaron sus labios, sintió el poder de Dios surgir dentro de ella, dándole la vitalidad que necesitaba para completar sus tareas.
Buscando minas de oro
A veces, estamos reacios a pedirle ayuda al Espíritu en asuntos triviales, pensando que el Espíritu Santo solo se preocupa por asuntos espirituales de gran importancia. Pero la verdad es que, cada pequeña parte de nuestras vidas es importante para Dios, y el propósito del Espíritu Santo es darnos la fuerza para cumplir la voluntad de Dios en todo. Nuestros trabajos, nuestros estudios, nuestros pasatiempos y en especial nuestras relaciones interpersonales son importantes para el Reino de Dios. El Espíritu Santo nos une en Su Amor y nos llena de la sabiduría que viene de Dios. Construir una relación con el Espíritu Santo es como cavar en una mina de oro que nunca se acaba.
La esposa de un amigo había luchado por años contra una desagradable enfermedad que afectaba su cuero cabelludo. Había intentado con una gran cantidad de remedios, pero nada parecía servir, y aquella condición médica solo empeoraba. Finalmente, mi amigo le pidió al Espíritu Santo sabiduría, y el buen Señor le reveló los nombres de las yerbas que podían aliviar la condición de su esposa. Las consiguió, investigó sobre ellas y consultó con un botánico. Cuando usó aquellas yerbas para hacer un remedio, su esposa se liberó completamente de aquella condición luego de algunos días de uso. Cuando lo compartió con sus amigos y allegados, ellos también se curaron de los problemas cutáneos que tenían. Mi amigo comenzó a producir este remedio y se convirtió en su modo de ganarse la vida, y continúa prosperando y ayudando a muchas otras personas, todo gracias a la sabiduría que viene del Santo Espíritu.
Siguiendo la inspiración
Santa Faustina supo que la ruta más corta para crecer en santidad es seguir la inspiración del Espíritu Santo. Ella escribió “Estoy esforzándome lo más que puedo para ser fiel, a lo largo del día, al Espíritu Santo y cumplir con lo que pide de mí”
El Espíritu Santo siempre está disponible para guiarnos, ayudarnos y protegernos. Hace unos días, necesitaba urgentemente un documento, pero no podía encontrarlo. Lo busqué en muchos lugares sin éxito, hasta que le pedí al Espíritu Santo que me revelara dónde estaba. Tan pronto dije esta oración, visualicé un estante en mi mente. Busqué hacia la izquierda de ese estante, y encontré el documento allí.
La Palabra de Dios nos recuerda que “El ladrón viene solo para robar, matar y destruir; Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10:10) y que debemos “Guardar el buen tesoro que te he encomendado, con la ayuda del Espíritu Santo que vive en nosotros” (2 Timoteo 1:14). Nuestra fe es el tesoro más importante que Dios nos ha dado. La guardamos junto con otras muchas gracias que Él nos ha concedido, compartiendolas bajo la inspiración del Espíritu Santo.
Cuando el Espíritu Santo viene a nosotros, todo lo que le pertenece se vuelve nuestro—Su paz, Su alegría, Su bondad.
Ahora que nos acercamos al día de Pentecostés este año, oremos que nuestra amistad con el Espíritu Santo durante todo el año, para que Él nos renueve y nos fortalezca para enfrentar los retos de cada día.
Inspírame, Espíritu Santo, para que mis pensamientos sean santos.
Muévete en mí, Espíritu Santo, para que mi trabajo también sea santo.
Atráeme, Espíritu Santo, para que solo ame lo que es santo.
Fortaléceme, Espíritu Santo, para que pueda defender lo que es santo.
Protégeme, Espíritu Santo, para que yo pueda siempre ser santo.
'Cuando le des a tu corazón en compás correcto, tu vida nunca volverá a ser la misma…
Yo crecí en una familia muy Católica en Texas, EE.UU.. Mi papá fue un Ministro de Jovenes por unos 20 años, así que la fe fue incorporada a mi familia desde mi juventud más temprana. Tristemente, el conocer la verdad acerca de Dios es Padre, Dios el Hijo y Dios es Espíritu Santo terminaron siendo solo mucha información acerca de Él, y yo realmente aun no lo conocía. Me faltaba la relación.
En la escuela secundaria, yo comencé a buscar un lugar al cual pertenecer. Pensando que finalmente ajustaría si tenía muchos amigos, me uni al grupo de teatro en el cual conocí a muchas personas. Al principio se sintió bien, pero después me di cuenta de que be estaba convirtiendo en la personas que ellos querían que fuera, y no la persona que yo quería ser ni quien Dios quería que yo fuera.
Cuando tenía 14 años, fui a un retiro que se convirtió en un momento crucial en mi vida. Finalmente conocí a otros jóvenes de mi edad que estaban entusiasmados acerca de la fe. Aunque estábamos a horas de nuestras casas, todos querían estar ahí. Su gozo era contagioso. Porque ellos me mostraron su amor por mí, yo sentí el amor de Dios hacia mi. Llegué a conocer quién es realmente el Espíritu Santo y como puedo reflejar su amor por los demas. Me imagino al Espíritu Santo como alguien que mantiene la llama de la fe ardiendo dentro de cada uno de nosotros.
Cuando fue confirmada a la edad de 15, estaba realmente emocionada de aprender que tan importante es el Espíritu Santo para la vida de la Iglesia. Se sentía como Pentecostés cuando el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles, confundiendolos con con su poder y sus dones. El dia despues de mi confirmación, no sentí esa misma emoción apasionante. Sin embargo, llegué a entender que el Espíritu Santo aun mora more dentro de mi, sin importar como me sienta. Cuando me entrego a Él, eso le permite permite hacer su voluntad en mi vida en las vidas de los que me rodean.
En otro retiro, aprendí más acerca los dones del Espíritu Santo. Al principio de intimido, pero una noche, mientras estaba alabando a Dios con uno de los grupos de oración, sentí que el Espíritu Santo quería hablar a través de mi. El canto “Espíritu Santo, respira en mí” se repetía en mi mente. Los demás oraron sobre mí, y unos minutos después recibí el don de lenguas. Eso es lo mas hermoso que me ha sucedido en mi vida. En ese momento, yo solo deje que el Espíritu Santo dijera lo que yo nunca podría decir. Yo era como una vela encendida por la llama del Espíritu Santo. ¡Fue increíble darme cuenta de de que tan bella podría ser cuando me entrego a Dios y lo dejo que actúe a través de mí!
No tenemos que sentirlo para estar llenos de Él. No siempre tiene que ocurrir algo grande. Jesús se lo dio a los Apóstoles para para que recuerden sus palabras y sus obras, para que de esa manera ellos conocieran el amor del Padre y lo compartieran con todo el mundo. Al principio, yo había esperado que el Espíritu Santo fuera como un mapa que claramente me mostrara el punto de partida y el destino, pero me di cuenta de que Él es más bien como un compás que apunta a la dirección correcta. Cada dia tengo que decidir cómo seguir esa guía. El trabaja a través de mí cuando permito que su poder entre a mi corazón.
Ven Espiritu Santo, lléname de tu amor y guíame por el camino correcto. Dame la valentía y la fortaleza para actuar siempre de acuerdo a Tus Inspiraciones Santas. Amen.
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