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Sep 02, 2020 647 0 Margaret Ann Stimatz
Disfrutar

Mi Hombre Principal

¿Plástico? ¿Cubierto de polvo? No este Chico

Una Noción Extraña

En un momento tuve que pensar que los santos eran de plástico y cubiertos de polvo, como demasiadas de las estatuas antiguas que había visto. ¿Qué podrían saber o por qué podrían preocuparse por mí y mi mundo? Pero durante un período de tiempo, comencé a tener un ‘sentido’ interior de que San José quería mi atención. No tenía idea de por qué. Pero esta impresión no se alejaba. A veces me arrodillaba ante su estatua en la iglesia y le dirigía una palabras como: «Hola, José, no te conozco. ¿Realmente quieres mi atención?» Nunca escuché respuestas. Pero aún así no podía dejar la idea de que estaba tratando de conectarse.

Soy una mujer soltera sin destreza para funcionamientos defectuosos — mecánicos o digitales — que a menudo se frustra cuando tales cosas ocurren. Como experimento, comencé a pedir la ayuda de San José con estas situaciones, y me di cuenta de que parecía responder de diversas maneras creativas. Me impresionó. Después de unos años, me convencí de que San José realmente era parte de mi equipo. Cuando les dije sonriendo a mis amigos: «¡Es mi hombre principal!»  San José siguió cuidándome en asuntos grandes y pequeños. Pero recientemente me protegió incluso antes de preguntar, cuando no sabía que necesitaba protección.

Mi amiga Kathy había dejado un mensaje pidiéndome que cubriera su hora de adoración al día siguiente. Como no podía responder a tiempo, sólo me presenté al día siguiente como ella había pedido. Inexplicablemente, me estacioné en un área del estacionamiento donde no suelo hacerlo, en el extremo norte en vez de hacerlo en el extremo sur del enorme estacionamiento. En la iglesia, mientras estaba de rodillas, vi pasar a mi amigo Andy. Pero no pasó. Se inclinó en mi banca y me susurró que la llanta trasera del lado del conductor estaba ponchada. Sorprendida, le di las gracias a Andy, le hice una oración rápida a San José para pedirle que se haga cargo, y dejé la llanta fuera de mi mente.  Mientras terminaba mi hora, Andy de repente reapareció. Esta vez su voz era urgente: «Absolutamente yo no conduciría con esa llanta. Tengo un dispositivo que puede inflarla. Iré a buscarlo. Regreso en diez minutos.”

Afuera, mientras esperaba a que Andy regresara, vino una amiga. Ella y yo hablamos acerca de la llanta y acordamos que no se veía muy ponchada. Estaba segura de que no habría ningún daño si conducía unas dos millas al taller de llantas. Pero no tenía forma de contactarme con Andy y no podía irme y dejarlo mientras él estaba haciendo todo lo posible para ayudarme. Además, tuve un pequeño pensamiento chismoso, ‘Andy es un ‘chico de coches’ de oficio. Podría tener un mejor «ojo para los coches» que yo. Por supuesto, cuando Andy conectó su aparato a mi llanta, la presión registraba 6 libras en lugar de las 30-35 libras que se suponía que tenía que ser. Mi llanta podría haber quedado destrozada si yo hubiera conducido en él. ¡Caramba! Mientras Andy estaba inflando la llanta, mencioné que estuve allí esa mañana a petición de Kathy. Para mi sorpresa, ¡él también! Parece que cuando Kathy no pudo contactarse conmigo también le pidió a Andy que cubriera su hora. ¿Quién sabía que los dos vendríamos?

¿Un Plan Celestial?

En el taller se le quitó un clavo a mi llanta y fue reparada sin costo alguno.  Mientras conducía a casa dandole gracias a Dios por Su cuidado, San José apareció en mi mente.  Y las preguntas empezaron a aparecer en mi cabeza: ¿Era San José parte de un plan celestial para protegerme ese día… o para protegerme de una posible exploción de llanta más tarde esa semana cuando estuviera viajando por carretera?

Andy y yo nos presentamos en adoración, y yo  me estacioné en el lado norte ese día, cuando normalmente me estaciono en el sur.  Y en ese gran estacionamiento, Andy, con su buen ojo de mecánico, se detuvo junto al lado de mi auto donde podía ver fácilmente mi llanta ponchada.

¿Todo esto era coincidencia? No lo sabré con seguridad en este lado del cielo.  Pero sé con seguridad que los santos no están lejos y a veces realmente se involucran en nuestros asuntos, tanto grandes como pequeños. Y a veces, incluso cuando no lo hemos pedido, sus huellas celestiales invisibles aparecen en los lugares más audaces. Sé que San José no es plástico.  Este tipo poderoso con influencia celestial demuestra una y otra vez que realmente me cubre mis espaldas. No sólo me ayuda a navegar por caminos traicioneros cada vez que lo pido, sino que a veces extiende su atención proactiva incluso cuando no tengo idea de que lo necesito.

Oh San José cuya protección es tan grande, tan fuerte, tan pronta ante el Trono de Dios, pongo en ti todas mis intereses y mis deseos. Ayúdame, por tu poderosa intercesión, para que siempre pueda buscar la Santa Voluntad de Dios. Sé mi protector y mi guía en el camino de la salvación. Amén.

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Margaret Ann Stimatz

Margaret Ann Stimatz is a retired therapist currently working to publish her first book “Honey from the Rock: A Forty Day Retreat for Troubled Eaters”. She lives in Helena, Montana.

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