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¿Tomas represalias con insultos cuando la gente te lastima?
¡Qué tal si les devolvemos con una bendición!
Las historias de La Biblia siempre me han fascinado. Este incidente en la vida del Rey David tuvo un gran impacto en mi vida (2 Samuel 16: 5-13).
Acompañado por sus soldados, David huía por su vida de su hijo Absalón, quien intentaba usurpar su trono. Se encontró con un hombre llamado Shimei (un miembro del mismo clan que Saúl, el rey anterior). Shimei maldijo y lanzó insultos al rey David. Los hombres de David se indignaron y pidieron permiso para decapitar a Shimei por este ultraje.
La respuesta de David es muy inspiradora. “¿Qué asunto es mío o tuyo … que él maldice? Supongamos que el SEÑOR le ha dicho a él que maldiga a David; Entonces, ¿quién se atreverá a decir: «¿Por qué haces esto?» «David también dijo a sus siervos:» Quizás el Señor mirará mi aflicción y me pagará con bien por las maldiciones que está pronunciando este día «.
Este legendario rey tenía el poder de deshacerse de Shimei en un instante pronunciando solo una palabra. En cambio, eligió tener una visión a largo plazo y considerar el incidente desde el marco de referencia de Dios. Sabía que nada en su vida, ni siquiera lo más pequeño, sucede sin el conocimiento y permiso de Dios. En lugar de tomar los insultos de Shimei personalmente y responder con ira, David vio este evento como una oportunidad para que Dios trabajara en su vida.
Todos podríamos aprender de esta hermosa historia. Cuando nos encontramos con situaciones desagradables, tendemos a ser hostiles hacia las personas que los causan, lo cual puede agravar el problema y causar más problemas. Sin embargo, si miramos desde la perspectiva de Dios y respondemos como David, podría haber un resultado más feliz. No significa que nunca nos lastimemos ni nos molestemos por la crueldad o la incomprensión, pero cuando adoptamos la actitud de David, podemos reaccionar con más gracia. Dios puede convertir cualquier situación negativa en nuestras vidas en algo hermoso si se lo permitimos.
Las situaciones difíciles y desafiantes que ocurren en nuestras vidas son una gran oportunidad para reconocer nuestras fortalezas y debilidades. Cuando todo en mi vida va muy bien, puedo parecer muy paciente y amable, pero en el momento en que una persona se comporta con dureza hacia mí, mi reacción me muestra cuánta gracia necesito en esta área.
Nuestro propósito principal en la vida es ser santos. Como dice el Papa Francisco: «No temas a la santidad. No te quitará nada de tu energía, vitalidad o alegría». Cuando Dios permita que suceda una situación dolorosa y difícil en su vida, permite que te santifique. En lugar de reciprocar con petulancia, usa este incidente como una oportunidad para el crecimiento espiritual.
Señor Todopoderoso, me has cuidado gentilmente en cada momento de mi vida. Incluso cuando estoy acosado por problemas, sé que me sostienes con seguridad en la palma de tu mano. Ayúdame a confiar en ti en cada adversidad y reaccionar con gentileza y amabilidad. Amén.
Susan Uthup works as a rehabilitation instructor at a rehabilitation center for the blind in Chicago, Illinois. She lost her eyesight in a car accident over fifteen years ago. Uthup shared her inspiring story in the SHALOM WORLD original series "Triumph" (www.ShalomWorld.org/triumph).
Una de las mayores tragedias en el mundo actual es la idea errónea de que la ciencia y la religión tienen que estar en guerra. He pasado la totalidad de mi carrera trabajando en escuelas primarias y secundarias; en escuelas públicas donde la fe y la cultura secular chocan. Durante años escuché la declaración reiterada de que la fe y el mundo real simplemente no pueden coexistir; o que la fe es para las personas a las que les han lavado el cerebro, como los soñadores y aquellos que se niegan a ver la vida por lo que es. La vida de fe se ha vuelto anticuada a los ojos de muchos; como algo que ya no es necesario ahora que tenemos ciencia y filosofía modernas para explicarlo todo. Este choque siempre fue más visible en mis cursos de ciencias; si los maestros no lo declaraban abiertamente, a menudo los estudiantes señalaban que uno no puede creer tanto en Dios como en la ciencia; los dos son, dicho de manera simple: mutuamente excluyentes. Para mí, nada podría estar más lejos de la verdad. A mis ojos, todo en la naturaleza sirve para probar la existencia de Dios. El diseño perfecto de Dios Cuando miramos el mundo natural, todo está perfectamente diseñado: El sol está a la distancia perfecta para sustentar la vida en la tierra; los organismos que habitan en el océano aparentemente sin ningún propósito, en realidad sirven para eliminar el dióxido de carbono de nuestros mares y atmósfera, para mantener la tierra habitable para otras especies; el ciclo de la luna a muchos kilómetros de distancia en el espacio exterior es lo que hace que las mareas cambien justo delante de nosotros; incluso los eventos aparentemente aleatorios en la naturaleza no son tan aleatorios cuando los analizamos. Durante mi tercer año de secundaria, tomé un curso de ciencias ambientales; en mi unidad favorita aprendimos sobre los ciclos de la naturaleza. El ciclo del nitrógeno me impresionó particularmente; el nitrógeno es un nutriente crucial para que las plantas crezcan; sin embargo, en su forma atmosférica no es utilizable para ese propósito. Para que el nitrógeno se transforme en forma utilizable, desde la atmósfera, se necesitan bacterias en el suelo o un rayo; ¡un simple rayo! Algo que parece tan aleatorio y sin importancia sirve a un propósito mucho mayor. Toda la naturaleza está perfectamente entretejida, al igual que el plan de Dios para nuestras vidas; incluso las cosas más pequeñas tienen una cadena de causas y efectos, todo sirviendo a un propósito final que alteraría el destino del mundo si faltara. Sin la luna, los innumerables animales y plantas que dependen del flujo y reflujo de las mareas para alimentarse morirían; sin esos rayos "aleatorios", nuestras plantas tendrían dificultades para crecer a medida que disminuye la fertilidad del suelo. Del mismo modo, cada incidente en nuestras vidas, por confuso o insignificante que parezca, está previsto y se incorpora al plan perfectamente diseñado por Dios para nosotros, cuando alineamos nuestras voluntades con la suya. Si todo en la naturaleza tiene un propósito, todo en nuestras vidas también debe tener un significado mayor. Creador en la Creación Siempre he escuchado que encontramos a Dios en tres cosas: Verdad, belleza y bondad. Un análisis lógico de la función de la naturaleza puede servir como evidencia de la verdad y de cómo Dios encarna esa verdad. Pero Dios no es sólo el emblema de la verdad, sino la esencia misma de la belleza. La naturaleza tampoco es solo un sistema de ciclos y células, sino también una cosa de gran belleza, otra representación de las muchas facetas de Dios. Uno de mis l ares favoritos para orar siempre ha sido en mi tabla de surf en medio del océano; mirar a mi alrededor la belleza de la creación de Dios me acerca mucho más al creador; sentir el poder de las olas y reconocer mi pequeñez entre el vasto mar siempre sirve para recordarme el inmenso poder de Dios. El agua está en todas partes y presente en todo; está dentro de nosotros, dentro del mar, dentro del cielo y dentro de las plantas y animales en la naturaleza. Incluso cuando cambia de forma (sólido, líquido, gas), sigue siendo agua. Esto nos recuerda que Dios está presente como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; todos los seres vivos dependen del agua para sostenerse. No solo necesitamos del agua, sino que nuestros cuerpos también consisten en un gran porcentaje de agua. Dios también es omnipresente, Él es la fuente de toda vida y la clave para sostener la vida, Él está dentro de nosotros y está presente en todo lo que nos rodea. Cuando miro al mundo, veo a su creador; siento el latido del corazón del Señor mientras me acuesto bajo el cálido sol en medio de la suave hierba y las flores; veo cómo pintó perfectamente las flores silvestres, con colores tan vivos como la paleta de un artista, sabiendo que me traerían alegría. La belleza del mundo natural es inconmensurable; los seres humanos se sienten atraídos por la belleza y han tratado de crearla ellos mismos a través del arte y la música. Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, y su amor por la belleza no podría ser más evidente; lo vemos en todas partes a nuestro alrededor. Por ejemplo, vemos el arte de Dios en el intrincado diseño de una hoja de otoño, y escuchamos su música en el sonido de las olas rompiendo y los pájaros cantando cada mañana. Misterios sin fin El mundo puede tratar de decirnos que seguir a Dios, atender a la antigua sabiduría de la Biblia o centrarse en la fe es un rechazo ignorante de la verdad. “La ciencia es la verdad” -se nos dice-, “y la religión no lo es”. Sin embargo, lo que muchos no ven es que Jesús vino como la encarnación misma de la verdad. Dios y la ciencia no son mutuamente excluyentes; más bien, una creación perfecta es sólo una prueba más de que debe haber un creador perfecto; tanto la tradición religiosa como el descubrimiento científico pueden ser verdaderos y buenos. La fe no se está volviendo obsoleta en nuestros tiempos modernos; nuestros avances científicos solo presentan perspectivas más hermosas sobre los misterios interminables de nuestro Señor.
By: Sarah Barry
MoreP: Mis hijos preadolescentes me están insistiendo por un teléfono celular para poder acceder a las redes sociales, al igual que todos sus amigos. Me siento tan confundido, pues por un lado no quisiera que se quedaran fuera, pero sé lo peligroso que puede ser. ¿Cuál es su opinión? R: Las redes sociales se pueden usar para el bien. Conozco a un niño de doce años que hace breves reflexiones bíblicas en TikTok y obtiene cientos de visitas. Otro joven que conozco tiene una cuenta de Instagram dedicada a publicar sobre los santos. Otros adolescentes que conozco van a Discord u otras salas de chat para debatir con ateos o para alentar a otros jóvenes en su fe. Sin duda, hay buenos usos para las redes sociales en la evangelización y formación de la comunidad cristiana. Y sin embargo... ¿Los beneficios superan los riesgos? Una buena regla en la vida espiritual es: "Confía inmensamente en Dios... ¡Nunca confíes en ti mismo!" ¿Debemos confiar a un joven el acceso sin restricciones a internet? Incluso si comienzan con las mejores intenciones, ¿son lo suficientemente fuertes como para resistir las tentaciones? Las redes sociales pueden ser un pozo negro, no solo tentaciones obvias como la pornografía o glorificar la violencia, sino tentaciones aún más insidiosas como la ideología de género, la intimidación, volverse adicto a la adrenalina de obtener “me gusta” y “vistas”, y sentimientos de insuficiencia cuando los adolescentes comienzan a compararse con otros en las redes sociales. En mi opinión, los riesgos superan los beneficios de permitir que los jóvenes accedan a un mundo secular que tratará de formarlos lejos de la mente de Cristo. Recientemente, una madre de familia y yo estábamos discutiendo el mal comportamiento y actitud de su hija adolescente, que estaba correlacionado con su uso de TikTok y su acceso sin restricciones al internet. La madre dijo con un suspiro de resignación: "Es tan triste que los adolescentes sean tan adictos a sus teléfonos ... Pero ¿qué puede uno hacer?" ¿Qué pueden hacer? ¡Pueden ser padres! Sí, sé que la presión de grupo es tremenda para permitir a sus hijos un teléfono o dispositivo con acceso gratuito sin fin a todo lo peor que la humanidad tiene para ofrecer (también conocido como redes sociales), pero como padre o madre, su trabajo es formar a sus hijos para que sean santos. Sus almas están en sus manos. Debemos ser esa primera línea de defensa contra los peligros del mundo. Nunca les permitiríamos pasar tiempo con un pedófilo; si supiéramos que están siendo intimidados, trataríamos de protegerlos; si algo estuviera dañando su salud, no escatimaríamos gastos para llevarlos al médico. Entonces, ¿por qué les permitiríamos una ventana al pozo negro de la pornografía, odio y basura que están disponibles en internet sin ofrecer una guía cuidadosa? Estudio tras estudio se ha demostrado los efectos negativos del internet en general, en particular las redes sociales, pero aun así nos hacemos de “la vista gorda” y nos preguntamos por qué nuestros hijos e hijas adolescentes batallan con crisis de identidad, depresión, odio a sí mismos, adicciones, comportamiento aberrante, pereza, falta de deseo de santidad. ¡Padres, no abdiquen de su autoridad y de su responsabilidad! Al final de sus vidas, el Señor les preguntará qué tan bien pastorearon estas almas que Él les confió… si las llevaron o no al cielo y si preservaron sus almas del pecado lo mejor que pudieron. No podemos usar la excusa: "Señor, mira los hijos de los demás tienen un celular, ¡así que mi hijo quedaría fuera si no tuviera uno! ¿Tus hijos se enojarán contigo? Tal vez incluso dirán que te odian, si pones restricciones en sus dispositivos; pero su ira será temporal, su gratitud será eterna. Recientemente, otra amiga que viaja por el país hablando sobre los peligros de las redes sociales me dijo que después de su charla siempre se le acercan muchos adultos jóvenes con una de dos reacciones: "En ese momento estaba furiosa con mis padres por quitarme el teléfono, pero ahora estoy agradecida". O "Realmente desearía que mis padres me hubieran protegido de perder tanta inocencia". ¡Nadie ha estado agradecido de que sus padres fueran tan permisivos! Entonces, ¿qué se puede hacer? Primero, no les dé a los adolescentes (o más jóvenes) teléfonos con internet o aplicaciones. Si por alguna razón tiene que darle un teléfono que tenga acceso a internet, imponga restricciones parentales sobre ellos. Instale Covenant Eyes (aplicación que restringe acceso a sitios peligrosos y pornográficos en la red) en los teléfonos de su hijo y en las computadoras de su hogar, casi todas las confesiones que escucho involucran pornografía, que es mortalmente pecaminosa y puede llevar a su hijo a ver a las mujeres como nada más que objetos, lo que tendrá enormes ramificaciones en sus relaciones futuras. No les permita usar sus pantallas en las comidas o mientras están solos en sus habitaciones. Busque el apoyo de otras familias que tienen las mismas políticas. Lo más importante: no trate de ser amigo de su hijo, sino su padre. El amor auténtico requiere límites, disciplina y sacrificio. El bienestar eterno de su hijo vale la pena, así que no diga: "Por desgracia, no puedo hacer nada, mi hijo necesita encajar". ¡Es mejor destacar aquí en la tierra para que podamos encajar en la comunión de los santos!
By: EL PADRE JOSEPH GILL
MorePregunta: ¿Por qué los católicos hacen la Señal de la Cruz? ¿Qué símbolos encontramos detrás de esta señal? Respuesta: Como católicos, hacemos la Señal de la Cruz varias veces al día. ¿Por qué lo hacemos y qué significa? Primero debemos considerar cómo hacemos la Señal de la Cruz. En la Iglesia Occidental, usamos la mano abierta que se usa para la bendición (por eso decimos que nos “bendecimos a nosotros mismos”). En el Este, mantienen tres dedos juntos como signo de la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo), mientras que los otros dos dedos están unidos como signo de la divinidad y humanidad de Cristo. Las palabras que decimos confiesan el misterio de la Trinidad. Ten en cuenta que decimos: “En el nombre del Padre…” y no “en los nombres del Padre”. Dios es uno, así que decimos que solo tiene un nombre. Y así continuamos nombrando a las tres personas de la Trinidad. Cada vez que comenzamos una oración reconocemos que el núcleo mismo de nuestra fe es que creemos en un Dios que es tres en uno: tanto unidad como trinidad. Cuando proclamamos esta confesión de fe en la Trinidad, ¡sellamos la Señal de la Cruz sobre nosotros mismos! Estamos confesando públicamente quienes somos y ¡a quien pertenecemos! La Señal de la Cruz es nuestro rescate; podríamos decir: nuestra “etiqueta de precio”, para recordarnos que hemos sido comprados a precio de sangre en la cruz de Jesús. Así que cuando Satanás viene a tentarnos, hacemos la Señal de la Cruz para mostrarle que ya estamos marcados. Hay una historia increíble en el libro de Ezequiel, donde un ángel viene a Ezequiel y le anuncia que Dios va a castigar a Israel por su infidelidad; pero todavía quedan algunas personas buenas en Jerusalén, así que el ángel da la vuelta y pone una marca en la frente de aquellos que todavía son fieles a Dios. La marca que les hace es la tau, la última letra del alfabeto hebreo, ¡y se marca como una cruz! Dios tiene misericordia de quienes tienen la marca de la tau, y derriba a quienes no la tienen. De la misma manera, los que estamos marcados con la Cruz seremos preservados de la justicia de Dios, y en su lugar recibiremos su misericordia. En el antiguo Egipto, Dios hizo que los israelitas marcaran sus puertas con sangre de cordero durante la Pascua, para que fueran salvados del ángel de la muerte. Ahora, al hacer la Señal de la Cruz sobre nuestros cuerpos, invocamos la Sangre del Cordero sobre nosotros para salvarnos del poder de la muerte. Pero ¿dónde ponemos la Señal de la Cruz? La ponemos en nuestra frente, nuestro corazón, y en nuestros hombros. ¿Por qué? Porque hemos sido puestos en esta tierra para conocer, amar y servir a Dios; así que le pedimos a Cristo que sea el Rey de nuestras mentes, nuestros corazones, (nuestros deseos y todo lo que amamos), y nuestras acciones. Cada aspecto de nuestra vida lo ponemos bajo la Señal de la Cruz para que podamos conocerle, amarle y servirle. La Señal de la Cruz es una oración increíblemente poderosa. A menudo se usa como preámbulo de una oración, pero tiene un poder inmenso por derecho propio. Durante la persecución de los primeros cristianos, algunos paganos intentaron matar al apóstol San Juan porque su predicación estaba alejando a muchas personas de los dioses paganos, para aceptar el cristianismo. Los paganos invitaron a Juan a cenar y envenenaron su copa; antes de comenzar a comer, Juan dio gracias e hizo la Señal de la Cruz sobre su copa. Inmediatamente una serpiente salió de su copa y Juan pudo escapar sin ser lastimado. Escucha las palabras de San Juan Vianney: “La Señal de la Cruz es el arma más poderosa contra el diablo. Por lo tanto, la Iglesia desea no solo que la tengamos continuamente en nuestra mente, para recordarnos lo que valen nuestras almas y el precio que pagó Jesucristo; sino que también deberíamos hacerla sobre nosotros mismos en cada momento: al acostarnos, al despertar, por la noche, al levantarnos, al empezar cualquier cosa y, sobre todo, cuando seamos tentados.” La Señal de la Cruz es una de las oraciones más poderosas que tenemos: Invoca a la Trinidad, nos sella con la Sangre de la Cruz, manda a volar al maligno, y nos recuerda quienes somos. Hagamos esta señal con cuidado, con devoción y hagámosla con frecuencia a lo largo del día. Es el signo exterior que nos recuerda quiénes somos y a quién pertenecemos.
By: EL PADRE JOSEPH GILL
MoreUna entrevista especial con el Dr. Thomas D. Jones, quien realizó cuatro misiones separadas del transbordador con la NASA. ¡En una de esas misiones, pudo llevar la Eucaristía con él! Cuéntanos cómo fue estar en el espacio mirando las estrellas y de vuelta a la Tierra. ¿Cómo impactó eso en tu fe en Jesús? Para hacer realidad mi sueño profesional de volar en el espacio, que todo astronauta espera, tuve que esperar casi 30 años. Así que mi primer vuelo fue la realización de un sueño de la infancia. Contemplar esta inmensa vista del cosmos que rodea nuestro planeta natal, me dio la oportunidad de pensar por qué estaba allí. Fue una experiencia tan emotiva ver realmente la increíble belleza del universo y nuestro planeta natal en toda su encantadora variedad, realmente impresionante. Me sentí muy agradecido con Dios por la oportunidad de estar allí físicamente, abrumado por Su gracia y Presencia. Eres conocido como uno de los astronautas que fue capaz de llevar la Eucaristía al espacio. Para todos los que somos creyentes, eso es muy inspirador. ¿Podría compartir toda esa experiencia? Sin duda fue increíble para todos los que participamos. Uno no puede ir a ningún lugar tan remoto como el espacio y olvidarse de su vida espiritual. Es la fe lo que me ayudó a tener éxito en la Tierra y esta es la misma fe con la que contaba para ayudarme a tener éxito en el espacio. En mi primer vuelo en 1994, a bordo del transbordador Endeavour, había otros dos astronautas católicos. Cuando nos reunimos para prepararnos para la misión de 11 días, hablamos de lo maravilloso que sería llevar la Eucaristía con nosotros al espacio. Entonces, debido a que Kevin Chilton, nuestro piloto en el vuelo, era un ministro extraordinario de la Sagrada Comunión, pudimos recibir el permiso de nuestro pastor para traer el Santísimo Sacramento con nosotros. Cada momento del vuelo de once días estaba muy programado, pero nuestro comandante católico, Sid Gutiérrez, pudo encontrar un lugar unos siete días después, cuando nos sentíamos cómodos con cómo iba la misión, para un servicio de Comunión de diez minutos. Entonces, ese domingo, nuestro segundo domingo en el espacio, hicimos una pausa de todos los asuntos de la misión para pasar diez minutos a solas en la cabina con el Dios que había hecho todo esto posible, y compartir la Sagrada Comunión con Él. De hecho, fue un reconocimiento de que nunca podríamos haber llegado a ese punto sin Su presencia entre nosotros. Fue realmente satisfactorio traer nuestra vida de fe al espacio y saber que Él estaba allí, físicamente, con nosotros. ¿Alguna vez te ha resultado difícil unir la Ciencia y la Fe? ¿Podría profundizar en la relación entre la ciencia y la fe? A lo largo de mi carrera profesional, he conocido a muchos científicos que son espirituales, y tienen sus propias prácticas de fe. Aquí mismo, en el norte de Virginia, he conocido a varios científicos e ingenieros católicos en mi propia iglesia que comparten una fe fuerte. Ellos creen en la Creación de Dios, y en la inspiración bíblica de cómo entendemos el universo. Creo que la mayoría de las personas tienen algunos elementos espirituales en sus vidas. He conocido astronautas que no son formalmente religiosos, pero todos se sintieron conmovidos por la experiencia espiritual de los viajes espaciales. Así que he descubierto que la mayoría de las personas están abiertas a lo que el universo y el mundo natural que nos rodea revelan en términos de cómo entendemos la Creación. Los científicos son tan curiosos, como todos los humanos, sobre la naturaleza del universo y lo que podemos aprender sobre él. Para mí, esta es una señal de que la ciencia y la espiritualidad van de la mano. Nuestra curiosidad e interés en la naturaleza y cómo funciona, cómo se arma el universo y cómo fue creado, esa curiosidad nos fue dada porque estamos hechos a semejanza de Dios. Eso es parte de Su personalidad impartida a nosotros. Así que creo que esta búsqueda de la verdad sobre el mundo natural es parte de nuestra naturaleza innata como seres humanos. Creo que la búsqueda del conocimiento es algo que le da a Dios mucho placer: ver a las criaturas que Él ha hecho buscando los secretos de cómo ha unido el universo. Eso sí, Él no está tratando de mantenerlo en secreto. Solo quiere que se revele a través de nuestros propios esfuerzos, ingenio y curiosidad. Entonces, para mí, no hay mucho conflicto entre la Ciencia y la Naturaleza y la Espiritualidad. Creo que las personas que intentan separarlos están tratando de dividir la naturaleza humana en una mitad racional y una mitad espiritual. Por supuesto, eso no se puede hacer. Una persona es un ser humano cuya naturaleza no se puede separar. En tus misiones espaciales estabas cumpliendo, en muchos sentidos, el epítome del logro humano. Hacer algo realmente grande, y sin embargo encontrar algo mucho mayor en magnitud: la gloria y la majestuosidad de la creación de Dios... ¿Cómo fue haber logrado tanto, sin dejar de reconocer tu propia pequeñez en comparación con Dios? Para mí todo cristalizó en mi última misión. Estaba ayudando a construir la estación espacial, haciendo tres caminatas espaciales para instalar un laboratorio de ciencias llamado Destiny. Cerca del final de mi última caminata espacial, estaba en la parte delantera de la estación espacial. Como estaba adelantado a nuestro horario de trabajo, el Control de Misión de la NASA me permitió pasar el rato durante unos cinco minutos por ahí. Al aferrarme al frente de la estación espacial con la punta de los dedos, pude girar para poder ver la inmensidad del espacio que me rodeaba. Miré hacia la Tierra, 220 millas directamente más allá de mis botas hasta el azul profundo del Océano Pacífico. Estaba flotando allí mirando hacia el horizonte, a mil millas de distancia, y luego el cielo infinito y negro sobre mi cabeza. A unos 100 pies sobre mí, la estación espacial brillaba como el oro con la luz del sol reflejada por sus paneles solares, mientras caíamos silenciosamente alrededor del mundo juntos. Esta increíble vista era tan increíblemente hermosa que me trajo lágrimas a los ojos. Me sentí abrumado por este sentimiento: 'Aquí estoy, un astronauta altamente entrenado en esta estación espacial, navegando alrededor de la Tierra, sin embargo, soy solo un ser humano insignificante en comparación con este vasto cosmos que existe'. Dios bajó un poco la cortina por mí, dejándome ver esa magnífica inmensidad de una manera personal. Sentí: "Sí, eres muy especial porque estás viendo este punto de vista", pero me recordó lo insignificantes que somos todos en el vasto universo que Dios ha creado. Sentirse importante y ser humillado al mismo tiempo fue un regalo de Dios. Literalmente me trajo lágrimas a los ojos mientras agradecía al Señor, emocionado de compartir este punto de vista con Él. Muy pocos humanos tienen la experiencia y el privilegio de ver la Tierra desde esa perspectiva, y todo fue gracias a Él. Hay mucha confusión en el mundo en este momento ... mucha oscuridad y sufrimiento; pero cuando miras el mundo, ya sea desde ese punto de vista único que tenías en el Espacio, o ahora en tu estado actual de vida, ¿qué te está dando esperanza? Creo que lo que me inspira es que Dios nos ha dado mentes muy curiosas. Tenemos esta curiosidad innata y eso nos ha convertido en solucionadores de problemas y exploradores. Entonces, incluso con todos los desafíos que nos acosan hoy, ya sea una pandemia, o la amenaza de guerra, o alimentar a siete mil millones de personas en todo el mundo, tenemos las habilidades que se nos han dado y estamos llamados a darles un buen uso para resolver estos problemas. Hay un vasto universo ahí fuera, lleno de recursos. Nos desafía, pero si miramos más allá de nuestro mundo natal hacia el sistema solar y el universo, hay muchas cosas de las que podemos hacer uso. Vastos recursos materiales en la Luna y asteroides cercanos pueden complementar los que encontramos en la tierra. Hay un suministro colosal de energía solar que podría cosecharse del espacio y transmitirse al mundo para ayudar a suministrar a todos la energía y la electricidad que necesitan para tener éxito. Tenemos la capacidad de protegernos de los asteroides destructivos que a menudo han golpeado la Tierra, y debido a que tenemos habilidades espaciales y las mentes para desarrollar una forma de defender nuestro planeta, podemos prevenir estos desastres naturales más terribles. Por lo tanto, no tenemos que seguir el camino de los dinosaurios si usamos las habilidades que hemos adquirido y nos ponemos a la tarea. Vivimos en un mundo que nos anima a utilizar nuestra curiosidad e inteligencia para resolver estos problemas. Así que soy muy optimista de que al aplicar nuestras habilidades y la tecnología que desarrollamos, podemos adelantarnos a todos estos desafíos. Miren la vacuna que desarrollamos este año para combatir el virus. Esa es una marca de lo que podemos hacer cuando ponemos nuestras mentes en algo, ya sea poner a un hombre en la Luna o enviar a la primera mujer a Marte. Creo que también estamos en buena forma para el futuro. El artículo se basa en la entrevista especial dada por el Dr. Thomas D. Jones para el programa Shalom World "Gloria a Dios". Para ver el episodio visite: shalomworld.org/episode/an-astronauts-faith-dr-thomas-d-jones
By: Dr. Thomas D Jones
MoreLa conclusión evangélica es la exclamación: "Jesucristo ha resucitado de entre los muertos". Estrechamente vinculado a esa declaración está la convicción de que Jesús es quien dijo ser, que las propias afirmaciones de Jesús de actuar y hablar en la misma persona de Dios están justificadas. Y desde la divinidad de Jesús viene el humanismo radical del cristianismo. Es este tercer principio evangélico que quisiera explorar, aunque brevemente, en este artículo. Los padres de la Iglesia resumieron consistentemente el significado de la Encarnación usando la fórmula "Dios se hizo humano, para que los humanos se convirtieran en Dios". La entrada de Dios en nuestra humanidad, incluso hasta el punto de la unión personal, equivale, y vieron, a la mayor afirmación y elevación posible del ser humano. San Ireneo, el gran teólogo del siglo II, podría expresar la esencia del cristianismo con el adagio conciso "la gloria de Dios es un ser humano plenamente vivo". Ahora me doy cuenta de que gran parte de esto es contraintuitivo. Para muchos, el cristianismo católico es antihumanista, un sistema caracterizado por una serie de leyes que controlan la autoexpresión, especialmente en el ámbito de la sexualidad. De acuerdo con la narración moderna estándar de la historia, el progreso humano equivale a un aumento de la libertad personal, y el enemigo de este progreso (si se permite que surja el sub-texto más oscuro de la narrativa) es el cristianismo quisquilloso y moralizador. ¿Cómo hemos pasamos del exuberante humanismo cristiano de San Ireneo a la sospecha moderna del cristianismo como principal oponente del progreso humano? Mucho depende de cómo construimos la libertad. La visión de la libertad que ha dado forma a nuestra cultura es lo que podríamos llamar la libertad de indiferencia. En esta lectura, la libertad es la capacidad de decir "sí" o "no" simplemente sobre la base de sus propias inclinaciones y de acuerdo con su propia decisión. Aquí, la elección personal es primordial. Podemos ver claramente este privilegio de elección en los ámbitos económicos, políticos y culturales contemporáneos. Pero hay una comprensión más clásica de la libertad, que podría caracterizarse como libertad para la excelencia. En esta lectura, la libertad es la disciplina del deseo para hacer posible el logro del bien, primero posible, y luego sin esfuerzo. Por lo tanto, me vuelvo cada vez más libre en mi uso del idioma inglés cuanto más mi mente y mi voluntad se formen en las reglas y la tradición del inglés. Si estoy completamente moldeado por el mundo del inglés, me convierto en un usuario completamente libre del idioma, capaz de decir lo que quiero, lo que sea que tenga que decirse. De manera similar, me vuelvo más libre en jugar al baloncesto cuanto más se colocan los movimientos del juego, a través del ejercicio y la disciplina, en mi cuerpo. Si estuviera completamente formado por el mundo del baloncesto, podría superar a Michael Jordan, porque sería capaz de hacer, sin esfuerzo, lo que el juego me exigiera. Para la libertad de indiferencia, las reglas objetivas, los órdenes y las disciplinas son problemáticos, ya que se sienten, necesariamente, como limitaciones. Pero para el segundo tipo de libertad, tales leyes son liberadoras, porque hacen posible el logro de un gran bien. San Pablo dijo: "Yo soy el esclavo de Cristo Jesús" y "es por la libertad que Cristo os ha liberado". Para un defensor de la libertad de indiferencia, la comparación de esas dos afirmaciones no tiene sentido. Ser esclavo de cualquiera es, necesariamente, no ser libre de elegir. Pero para el devoto de la libertad para la excelencia, las declaraciones de Pablo son completamente coherentes. Cuanto más me rindo a Cristo Jesús, quien el mayor bien posible, la encarnación de Dios, con más libertad soy quien se supone que soy. Cuanto más Cristo se convierte en el maestro de mi vida, más interiorizo sus demandas morales, más libre soy para ser hijo de Dios, para responder rápidamente al llamado del Padre. Por último, los seres humanos no tienen hambre de elegir; tienen hambre de elegir lo bueno. No quieren la libertad del libertino; quieren la libertad del santo. Y es precisamente esta última libertad la que ofrece la evangelización, porque ofrece a Cristo. Por extraño que sea, uno de los evangelistas más grandes del Nuevo Testamento es Poncio Pilato. Presentando a Jesús azotado a la multitud, dice: "Aquí tienen a su hombre". En la deliciosa ironía del Evangelio de Juan, Pilato llama involuntariamente la atención sobre el hecho de que Jesús, completamente sometido a la voluntad de su Padre, incluso hasta el punto de aceptar la tortura y la muerte, es en realidad "el hombre", la humanidad en su máximo estado y maxima libertad.” El evangelista de hoy hace lo mismo. El sostiene a Cristo, la libertad humana y la verdad divina en perfecta armonía, y dice: "Contemplad a la humanidad; contemplad lo mejor que pueda ser".
By: Obispo Robert Barron
MoreP – Me entristece el corazón ver tanta división en el mundo. Ya sea que se trate de divisiones entre razas, animosidad política e incluso divisiones dentro de la Iglesia, parece que no hay nada más que odio, división e ira en nuestra cultura de hoy. Como católico, ¿Que puedo hacer para traer sanidad a nuestro mundo que está tan dividido? R – Desde Caín y Abel, la división y el odio han sido una herramienta primordial del maligno. Hoy, a través de las redes sociales y con los temas que la gente siente fuertemente, creo que estamos experimentando un tiempo sin precedentes de animosidad dentro de nuestro mundo. ¡Pero nuestra Fe Católica puede mostrarnos un mejor camino! Primero, debemos recordar la verdad fundamental de que todo ser humano está hecho a imagen de Dios, esto incluye a nuestros enemigos. Como dijo una vez la Madre Teresa, "hemos olvidado que nos pertenecemos unos a otros". La persona de una raza diferente o persuasión política, esa persona con la que estamos discutiendo en Facebook o que está de pie en el lado opuesto de la fila, es un hijo amado de Dios por quien Jesús murió. Es fácil para nosotros etiquetar a las personas y despedirlas, decimos, “Oh, es tan ignorante por creer en X” o “es tan malvado por respaldar a tal candidato”, pero esto desestima su gran dignidad. Nuestros oponentes tienen el potencial de convertirse en santos, y son receptores de la misericordia y el amor de Dios, al igual que nosotros. Uno de los grandes errores del mundo moderno es decir que para amar a alguien, siempre debemos estar de acuerdo con ellos. ¡Esto es absolutamente falso! Podemos amar a personas que tienen convicciones políticas, orientaciones sexuales y puntos de vista teológicos diferentes. De hecho, debemos amarlos. Es mucho más importante ganar un alma para Cristo que ganar un argumento, y la única manera de ganar un alma es a través del amor. Como dijo una vez el Papa San Juan Pablo II, "la única respuesta apropiada para un ser humano es el amor". El amor a nuestros oponentes toma muchas formas. Tratamos de hacer obras concretas de misericordia para ellos, así que si los vemos sedientos porque están protestando en un caluroso día de verano, les ofrecemos agua, incluso si no estamos de acuerdo con su mensaje. Nos aseguramos de que nuestro diálogo con ellos sea respetuoso y se adhiera a los problemas, en lugar de implicarse en una sesión de insulto (especialmente cuando les respondemos en internet). Oramos por ellos, por su conversión, por una sanación más profunda, por su santificación y por bendiciones materiales. Realmente tratamos de entender su posición, en lugar de simplemente descartarla. Incluso las personas que tienen creencias erróneas tienen algo en común con nosotros: busquen eso que tienen en común, afirmenlo y construyan sobre él para conducirlos a la verdad. Y a veces ese amor se puede mostrar mejor ofreciéndoles la verdad de Cristo de una manera amorosa. Además, deberíamos ser lo suficientemente humildes como para reconocer que a veces somos los que estamos equivocados y necesitamos que nos enseñen las ideas y la experiencia de los demás. Por último, creo que es importante evitar sitios web y artículos de noticias que son intencionalmente inflamatorios. Muchos medios de comunicación y sitios de redes sociales se ganan la vida provocando indignación e ira. ¡Pero Dios desea que los cristianos se llenen de paz y amor! Así que evite esos sitios web, artículos o autores que simplemente tratan de suscitar controversia por el bien de las calificaciones o los clics en el sitio web. San Pablo, en Romanos 12, nos da una buena amonestación: "No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos, hasta donde dependa de ustedes, hagan cuanto puedan por vivir en paz con todos. Y también: Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber. Así harás que le arda la cara de vergüenza.” No te dejes vencer por el mal. Al contrario, vence el mal con el bien. Solo la verdadera caridad cristiana, llevada a cabo con palabras y hechos, sanará las divisiones de nuestra cultura y de nuestro mundo.
By: EL PADRE JOSEPH GILL
MoreP. Esta crisis causada por el virus me ha hecho darme cuenta de cuán corta es la vida, y ahora me estoy empezando a preocupar—me preocupa enfermarme, y tengo miedo a la muerte. ¿Cómo puedo estar en paz cuando no sé si me enfermaré del coronavirus? R.Todos los noticiarios han estado cubriendo la pandemia del coronavirus con regularidad. Es difícil evitar las noticias de esta enfermedad—está literalmente en todas partes. Incluso la Iglesia ha tenido que involucrarse—la nación completa cerró las Misas públicas por varios meses al inicio de este año. ¡Nunca antes había visto una iglesia con desinfectante para manos bendito frente a la fuente de Agua Bendita! Las precauciones son una cosa, pero el pánico es otra. Creo que muchas personas (¡e instituciones!) han caído en este estado de pánico que ni es realista, ni es de ayuda en un tiempo como este. Hay tres cosas que recordar si queremos mantenernos saludables durante este virus: Primero, no tengan miedo. Esta es una de las frases más repetidas en la Biblia. De hecho, se ha dicho que la frase “No tengan miedo” aparece 365 veces en la Biblia—una para cada día del año, porque necesitamos escucharla todos los días. ¿Por qué no deberíamos tener miedo? Porque Dios tiene el control. En nuestra cultura racionalista, basada en la ciencia, tendemos a olvidar esto—creemos que el destino de la raza humana está en nuestras manos. Por el contrario—Dios tiene el control, y su Voluntad siempre prevalece. Si es Su Voluntad que contraigamos esta enfermedad, debemos someter nuestra voluntad a la de Él. Sí, tomar medidas de precaución, pero en nuestro corazón no debemos olvidar que nuestras vidas están en Sus manos. Él es un buen Padre que no abandona a Sus hijos, sino que obra todo para nuestro bien. Sí, “todas las cosas obran bien de aquellos que aman a Dios”—todas las cosas, incluyendo al coronavirus. Segundo, como Cristianos debemos tener en cuenta el hecho de que todos vamos a morir. Dice la Escritura (Romanos 14:8) que “si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor; entonces, si vivimos o morimos, pertenecemos al Señor.” A veces pensamos que podemos evitar la muerte para siempre, pero no podemos. Nuestras vidas no son nuestras para que nos aferremos a ellas – nos las ha dado el Señor en forma de un don, como un préstamo, y tendremos que regresárselas a Jesús de una forma u otra. ¡Qué paz tenemos cuando reconocemos que algún día le regresaremos estos dones al Padre! Como dijo el escritor cristiano John Eldridge, “El hombre más poderoso en la Tierra es aquel que ha hecho las paces con su propia muerte.” En otras palabras, si no le temes a la muerte, entonces eres imparable. De la misma forma, una vez que los cristianos aceptan el hecho de que sus vidas no son suyas, que tendremos que ir ante Dios de una forma u otra, esto nos libera de la necesidad de temerle a la muerte. Nos libera de nuestro apego frenético a la vida, como si esta vida física fuera lo más importante que debemos proteger y preservar. Sí, la vida es un don, y debemos llegar muy lejos para defenderla. Pero el regalo de la vida no es absoluto—debemos regresarle ese don a Dios en algún punto. No importa si es el coronavirus o cáncer, un accidente automovilístico y la vejez, todos debemos morir. Los cristianos debemos mantener nuestra mirada fija en la eternidad, donde la vida nunca termina. Finalmente, debemos recordar nuestro deber hacia los enfermos. Tenemos un deber de no abandonar a los enfermos—incluso si son contagiosos. Como dijo San Carlos Borromeo durante la plaga de 1576, “Estén listos para abandonar esta vida mortal antes que a aquellos que están bajo su cuidado.” Recientemente, celebramos el memorial de Santa Francisca de Roma, quien vivió en la década de 1440, durante un tiempo de gran levantamiento social. Le dedicó su vida a los enfermos. Escucha las palabras de una contemporánea suya: Muchas enfermedades distintas plagaban Roma. Había enfermedades fatales y plagas por todas partes, pero la santa ignoró el riesgo de contagio y demostró las más profundas manifestaciones de bondad hacia los pobres y necesitados. Los buscaba en sus refugios y en los hospitales públicos, y les refrescaba la sed, les estiraba las sábanas, y les vendaba las llagas. Mientras más desagradable y enfermizo era el hedor, con mayor amor y cuidado los trataba. Por treinta años Francisca continuó este servicio hacia los enfermos y los extraños… (“La vida de Santa Francisca en Roma” por Sor María Madgalena Anguillaria). Nosotros también debemos buscar formas de cuidar a las víctimas de esta enfermedad. ¡No abandonemos aquellos a quienes se han infectado! Es nuestro deber cristiano y una de las Obras Corporales de Misericordia. Tomemos precauciones, claro, pero si llegamos a contagiarnos del virus de algún infectado al que estamos sirviendo, es una forma de martirio, de amor en acción. Y finalmente, recordemos que todo esto está en las manos de Dios. Si es Su Voluntad que nos mantengamos sanos, alabémoslo por eso. Si es Su Voluntad que nos enfermemos, entonces debemos sufrir bien por Él. Si es Su Voluntad que muramos por este virus, pongamos nuestras vidas en Sus Manos. Así que sí, tomemos las precauciones, quedémonos en casa si estamos enfermos (¡no estás cometiendo un pecado si no vas a misa porque estás enfermo!), lavémonos las manos frecuentemente e intentemos mantenernos sanos. Y dejémosle el resto a Dios.
By: EL PADRE JOSEPH GILL
MoreA veces lo que comienza como un pasatiempo inofensivo puede hacer que tu vida se convierta en un abismo oscuro. Encontrando mi Destino Durante la mayor parte de mi adolescencia, luché por confiar en Dios y de esta falta de confianza surgió mi decisión de confiarme a mí misma y a mi futuro en las manos de poderes que prometían prosperidad, amor y felicidad. Me di cuenta de las creencias de la Nueva Era y pronto me encontré entrelazada con cartas de tarot, psiquicos, horóscopos y magia. Al principio, interesarme superficialmente en estas cosas me parecía divertido y emocionante. Debido a las prácticas de la Nueva Era, sentí que ya no caminaba ciegamente — claramente vi el camino de mi destino y recibí una guía útil para mi vida. Creí que las cartas y los psíquicos me conocían. Entendían lo que estaba pasando en mi vida personal que no había compartido con nadie, y por esto creí en ellos con toda mi alma. Muy pronto, lo que comenzó como un pasatiempo aparentemente inofensivo se convirtió en una obsesión que me alejó de Dios. Más allá de la Obsesión Consultaba constantemente a mis cartas de tarot, desesperada por encontrar respuestas a los problemas de mi vida. Adoré a falsos ídolos - dioses y diosas - suplicandoles una ayuda que nunca vino. Empecé a buscar hechizos que se suponía me ayudarían a salir de situaciones incómodas o a mejorar mi vida. Afortunadamente solo llegué a "mirar hacia", pero estuve muy cerca de lanzar hechizos. Si no fuera por la culpa que sentí mientras investigaba la brujería, probablemente lo habría hecho. Al ver hacia atrás, creo que fue la gracia de Dios que me mantenía alejada de algo que me habría llevado por un camino aún más oscuro. Mi obsesión impactó mi fe drásticamente. Aunque había crecido católica, ya no me consideraba católica. Sentí que me relacionaba con las creencias de la Nueva Era más que con cualquier otra cosa. Les dije a mis amigos y familiares que no estaba segura si todavía creía en un Dios. Después de todo, si Dios existiera, ¿por qué me sentía tan perdida y sin esperanza? ¿Por qué hizo Dios milagros para los demás, pero no para mí? Nunca me imaginé que regresaría a la fe católica, no después de toda la "verdad" que había aprendido sobre la "iluminación". Pensé que los cristianos eran los ciegos, los que no podían ver la verdad que estaba delante de ellos, mientras yo podía ver más allá de las mentiras y el engaño del mundo. No sabía que yo era la ciega que caminaba sola por la vida. Estaba desesperada por recibir una guía y pensé que las creencias de la Nueva Era me darían algo en qué esperar. Regresa a Mi For weeks, my tarot cards were giving me mixed messages. They no longer made any sense, nor did they apply to what I was asking of them. I felt hopeless, frustrated. My Tarot cards were my only assurance that things would turn out okay, but even they stopped working. It was like everything was spiraling, and I no longer had any control over my life. But that was just it! I was so obsessed with control that when I lost it, I felt weak and vulnerable. Durante semanas, mis cartas de tarot me daban mensajes mixtos. Ya no tenían ningún sentido, ni se aplicaban a lo que les estaba pidiendo. Me sentí frustrada y sin esperanza. Mis cartas del Tarot eran lo único que me aseguraba que las cosas saldrían bien, pero incluso dejaron de funcionar. Era como si todo girara en espiral y yo ya no tenía ningún control sobre mi vida. ¡pero era justamente eso! Estaba tan obsesionada con el control que cuando lo perdí, me sentía débil y vulnerable. Pronto me di cuenta de que Dios quiere que seamos vulnerables para que podamos aprender a entregarle todo el control y poner toda nuestra fe en Él. Al final, fue Jesús quien me salvó y me devolvió a la verdad que había estado buscando durante tanto tiempo. Señor, yo sé que el hombre no es dueño de su vida, que no tiene dominio sobre su destino (Jeremías 10:23). Empecé a oír a Dios susurrando en mi corazón y decirme que era hora de que confiara en él. Le abrí la puerta al Señor, y él no dudó en entrar. Después de años de lanzar un llanto a nadie en particular, recibí una inspiración de Dios. Dios me condujo a la naturaleza donde me sentí más en paz y me abrazó con sus brazos de amor. Mire el cielo y Dios me habló a mí, escondido en las nubes durante esa tarde profética. "Vuelve a mí", dijo, y yo sentí mucho más amor de lo que jamás había sentido en mi vida. "Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. En todos tus caminos, reconocerlo, y él hará tus caminos rectos" (Proverbios 3:5-6). Solo me tomó un día dejar que la luz del Espíritu Santo llenara esos espacios de mi vida que había dejado en la oscuridad durante varios años. ¡Esta es la belleza de los poderes sanadores de Dios para iluminar incluso a las almas más oscuras! Sin embargo, sabía que tenía que mostrarle al Señor que realmente quería experimentar su gracia. Esa noche, en mi habitación, le derramé todo a Dios. Le dije que lamentaba haber estado tan lejos y me arrepentí de todos los pecados que había cometido. Le dije a Dios que de ahora en adelante le confiaría toda mi vida. Puse mi destino en las manos de Dios y renuncié a las creencias de la Nueva Era. Caí en los brazos de un Dios que me amaba como Su hija. Una vez que sentí el consuelo de descansar en los brazos misericordiosos de Dios, comencé a ver la fe católica como algo en lo que podía confiar con todo mi corazón, y ya no sentí la necesidad de dirigir mi propio destino. Ya no me obsesiono con las respuestas; ahora confío en el plan del Señor para mí. "Sométanse, pues, a Dios. Resiste al diablo, y él huirá de ti" (Santiago 4:7).
By: Ashley Fernandes
MoreCon demasiada frecuencia estamos dispuestos a anotar nuestras resoluciones; pero no las mantenemos. ¿Qué tal si hacemos un cambio esta vez? A la Deriva sin Rumbo Fijo En esta época del año, la sensación de que mi vida estaba a la deriva era algo que se daba anualmente. El final de un año y el comienzo de otro, inevitablemente me llevaba a contemplar los cambios que quería hacer en mi vida y dentro de mí misma. Sin embargo, unas semanas después del año, las resoluciones de año Nuevo tenían menos importancia. La energía que estas intenciones me dieron del 31 de diciembre y hasta enero inevitablemente comenzó a disminuir. Siempre quise seguir adelante en la búsqueda de la santidad y mejorarme a mí misma, pero muy a menudo me quedé atorada. Aunque las buenas intenciones aún estaban presentes, saber cómo llevarlas a cabo y apegarme a ellas, a menudo me eludía. Hablando figurativamente, me sentía como si estuviera inmóvil o a la deriva sin rumbo fijo. Conociendo mi amor por las palabras, Dios tiene una manera de hablar el lenguaje de mi corazón. Una noche hace unos años, cuando la rutina anual de año Nuevo pesaba en mi corazón, un poema parecía fluir de mi corazón como una respuesta a mi oración. Yo, Yo misma y Yo sola Había un barco que se quedó en medio del mar profundo, las únicas almas a bordo eran Yo, Yo misma y Yo sola Nos sentamos y vimos cada puesta de sol con silencio, sin un sonido. pensé que había un susurro Y me levanté para mirar alrededor. Una presencia llenó el aire esa noche. que nadie podía ver. su mensaje estaba dirigido a Yo, Yo misma y Yo sola Mi voz se rompió en la noche Me dije a mí misma “¿Cómo podemos estar sentados aquí? ¡hemos perdido nuestro destino!” Me dije a mí misma que tomara el timón Y fíjara un rumbo. Me apoderé del timón del capitán para guiarnos a través del mar. El barco no hizo ningún movimiento. Me quedé sentada en medio del mar. Teníamos la voluntad de hacer su movimiento, pero no pudimos…. ni yo misma, ni yo. Se escuchó un susurro una vez más, y me dijo estas palabras “llama al viento y pide ayuda, ¡su poder te puede liberar!” Yo, yo sola me tomé de la mano conmigo misma Nos inclinamos sobre rodilla doblada. Le pedimos al Espíritu en el viento "¡Ayúdanos a movernos a través del mar!" Sentimos un cambio, una moción, Nuestro curso, ¿cuál sería?. El Barco giró dentro del viento, Para deslizarse sin esfuerzo No sabíamos la dirección ni lo áspero que sería el mar. tuvimos que confiar en el Espíritu para guiarnos, a mi, yo misma y yo sola A Solo Una Llamada El primer borrador de este poema fluyó de mi pluma tan rápidamente;No podía escribir lo suficientemente rápido como para seguir el ritmo del mensaje que Dios quería que contemplara. Ves, por una gran parte de mi vida yo consideraba a Dios como mi propio y maravilloso plan de seguro. Las decisiones relativas a mi vida eran mías y si algo no salía bien, le pediría que me sacara de un aprieto. Lo llamaría como si fuera un agente de seguros. Siempre supe que estaba allí, pero no me parecía correcto abrumarlo con las decisiones cotidianas mundanas. Era como: Me alegro de que mi agente de seguros está a solo una llamada de distancia, pero no necesito que conduzca conmigo en mi coche todos los días. ¡El mundo me dijo que yo era la capitana de mi propio barco! Creía que yo era la capitana de mi propio barco, pero con cada año que pasaba me di cuenta de que no poseía mi propia brújula. ¡Qué tontería! Además, ni siquiera sabía navegar. ¡No sabía ni lo básico de la navegación o cómo establecer un rumbo a través de las aguas! Fue este tipo de pensamiento equivocado lo que me dejó atrapada o a la deriva durante los primeros meses de cada año nuevo. Dios nunca fue mi plan de seguro. Él conoce el plan para mi vida mejor que yo. ¡Él era y es el plan! Un Nuevo Giro Era importante reconocer la necesidad de mejorar mi vida y desear la santidad, pero no podía hacerlo por mi propia cuenta o por mi propia fuerza. Cuando contemplé las palabras que se desbordaron en el poema, sentí que Dios llamaba a mi corazón para asegurarme que Él estaba allí, esperando que le pidiera que dirigiera mi vida. Quería darme el plan y los medios para hacerlo. Dios nos dice en Proverbios 3:5-8: “Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión.” Como cada resolución fue hecha y olvidada, tomó mucho tiempo para que me diera cuenta de que debía preguntarle a Dios cuál era su plan para mí en el año nuevo. Cuando empecé a alinear mi voluntad con su voluntad, quedó claro que no carecía de fuerza de voluntad. Qué tonta había sido. Cuando alineé mi voluntad con la suya, recibí Su poder a través de mí. San Pablo nos dice en Filipenses 4:13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Mis resoluciones de Año Nuevo tienen un nuevo giro en ellos en estos días. En la oración contemplativa le pido a Dios que revele, a Su tiempo, su plan de Año Nuevo para mí. Con humildad, le pido al Espíritu Santo que me guíe y haga que las cosas sucedan de acuerdo con el santo plan de Dios. Pido el don de la fe, para que incluso en las aguas oscuras reconozca su presencia, confíe en que él me está guiando y acepte su Santa voluntad para mi vida. Jeremias 29:11 dice, “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”. ¿no es eso encantador? Para nosotros que tenemos el beneficio de la edad y la experiencia, está claro que hay estaciones y tiempos para todo en la vida. Este puede ser el momento para dejar de desviarse y este puede ser el momento para alinear tus resoluciones de año nuevo con la Santa voluntad de Dios para tu vida. Que Dios Todopoderoso te bendiga y te hable en el lenguaje de tu corazón.
By: Teresa Ann Weider
MoreLea la extraordinaria historia de Cintia, quien fue milagrosamente salvada de las garras del suicidio Labios Gozosos Crecí en una familia de clase media en Brasil. Mi padre era un cirujano pediatra quien le enseñó a los estudiantes antes de convertirse en gerente de salud. Y mi madre es enfermera, así que había bastante dinero para las cosas materiales, buenas escuelas, una casa hermosa, comida deliciosa. Como ese era el segundo matrimonio de mi padre y tenía dos familias que mantener, él trabajaba mucho y mi madre también. En veces yo no la veía en casa por dos o tres días, debido a los horarios en los que trabajaba. Teníamos a alguien que trabajaba en la casa para ocuparse de nosotros y de las tareas domésticas, pero yo de verdad extrañaba a mis padres. Cuando yo tenía 16 años de edad, mi padre traiciono a mi madre con otra mujer y ellos se separaron. Me sentí aún más abandonada y la frustración se hizo sentir dentro de mí, ya que me sentía tan impotente e indefensa. Aunque teníamos todas las cosas materiales, no éramos felices. Aunque mis hermanos y yo habíamos sido bautizados, no habíamos ido a clases de catecismo. Íbamos a Misa dominical ocasionalmente, pero nos parecía aburrida porque no entendíamos lo que ocurría. Creíamos en Dios, pero no teníamos una relación con Él. Nos faltaban la oración regular y el entendimiento de la fe Católica. Mi amiga y yo estábamos lamentando la falta de buenos amigos y sentíamos la necesidad de construir algo mejor en nuestras vidas. Entonces, el amigo de mi hermano dijo, “yo se donde puedes conocer a muchos jóvenes que podrían ser buenos amigos porque siguen a Dios. Son de la Iglesia Católica. Tal vez podrías ir a Misa o a un retiro allí.” A mi amiga y a mi nos gustó la idea, así que fuimos. Fue algo muy diferente a lo que había experimentado: muchos jóvenes estaban cantando y alabando a Dios con música hermosa. Entonces escuché a un joven decir muchas cosas a las que me podía relacionar. Todas las cosas que había guardado dentro, el vacío, la tristeza y la sed por Dios que yo no había entendido. No me había dado cuenta de que era Dios a quien yo realmente buscaba. Cuando asistí a un retiro de cuatro días, fue la primera vez que realmente experimenté a Dios. Pasé cuatro días llorando mucho mientras escuchaba muchos elementos básicos de la fe explicados por primera vez. Por primera vez sentí la presencia de Dios, así que empecé a leer mucho la Biblia y a orar todos los días sola en mi habitación. Un Terreno Dificil Mis padre siempre había puesto énfasis en la importancia de tener una buena profesión para que pudiera obtener un buen trabajo, tener dinero y ser independiente. Lo tomé muy seriamente, pero también me sentía vacía, siempre en busca de algo. Yo no sabía que Dios nos podía ayudar de esa manera. Porque me sentía muy frustrada por la situación de mi familia, cuando un muchacho de la escuela me invitó a ser su novia, me lanze a la oportunidad para salir de mi casa. Porque nadie me había enseñado el camino de Dios y no tenía a nadie que me guiara, pronto me encontré sumergida en una relación muy difícil. Comenzamos a hacer muchas cosas que no eran buenas. El comenzó a controlar todo en mi vida. Al principio él iba conmigo a la iglesia pero lo usaba para manipular mis pensamientos. Utilizaba palabras que escuchaba en la iglesia o en la Biblia para que yo me sometiera a él e hiciera todo lo que él quería. Me faltaba tanto la formación que no me daba cuenta de lo equivocado que él estaba, y comenzó a alejarme de la Iglesia. Lo perdí todo por confiar en él. Me alejó de mi familia y amigos e incluso interrumpió mis estudios universitarios. Después de cuatro años de relación, yo estaba muy mal, me sentía aplastada por la presión. Finalmente, comencé a orar cuando estaba sola. Le dije a Jesús: “hace tres años, yo sentía verdadero amor de parte tuya, pero ahora estoy tan triste. ¿Qué ha pasado?”. Le rogué a Dios que me ayudara con las muchas cosas que me estaban preocupando. Le entregué todo a Jesús otra vez y le prometí que viviría a su manera, no a mi manera. Quería ser libre y confiar en que si Dios murió por mí, me salvaría. No tenía la fuerza para romper esa relación, pero mi novio obtuvo un trabajo en otra ciudad a unas doce horas de distancia. Finalmente, pude romper la relación y él estaba demasiado lejos para venir tras de mí. Fue como un milagro, porque no había sido capaz de hacer eso durante mucho tiempo. Inclinada al Borde Sin embargo, todavía tenía mucho dolor dentro de mi por todo lo que había pasado. Un día, todo me pareció demasiado. No podía soportar más esta angustia. Pensamientos suicidas me torturaron y un día cedí. Fui a la ventana y me preparé para saltar y suicidarme. Quería quitarme la vida, pero afortunadamente, no tuve el valor de saltar. Me incliné más y fui dejando que mi peso me llevara por el borde. De repente, sentí una gran mano en mi pecho empujándome hacia atrás. Me caí hacia atrás y empecé a llorar porque no entendía por qué me sentía así. Dios me había dado una segunda oportunidad. Él me salvó y yo no entendía por qué. Grité, “¿Qué quieres de mí?” Entonces sentí que Él decía, "Enciende la televisión". Cuando encendí la televisión, vi a un sacerdote hablando de por qué no deberíamos renunciar a la vida. Las lágrimas se derramaron en mis ojos mientras sus palabras penetraban profundamente en mi corazón. Escuché atentamente durante una hora mientras él predicaba ardientemente sobre el don de nuestras vidas. Una y otra vez enfatizó: "Tu vida es importante". Finalmente entendí por qué Jesús me salvó y que yo necesitaba ayuda porque no podía hacer nada sola. Mi madre notó mis lágrimas y me preguntó si necesitaba ayuda. Finalmente lo admití. Cuando comencé la terapia, pude volver a mis estudios. Al mismo tiempo, entendí que necesitaba volver a la Iglesia. Necesitaba desesperadamente a Jesús. Debido a que me salvó la vida y me dio una segunda oportunidad, le prometí que confiaría en Él y aprendería a hacer lo que Él quisiera. En el 2009, pasé un año en la comunidad de Palavra Viva en su escuela de evangelización. Dentro de unos meses, Dios reveló mi vocación. Me habló en lo profundo del corazón y me pidió que fuera una mujer consagrada. Me sentía confundida porque esperaba casarme, ya que amo a los niños. Empecé a discernir si este llamado a la vida consagrada era real. Finalmente tuve gente que me podía ayudar y guiar mi discernimiento vocacional. Cuando entendí que mi llamado era a la vida consagrada y que esa era la voluntad de Dios, dije “esta bien, lo haré”, aunque no lo entendía por completo. En 2011 profesé mis primeros votos de pobreza, castidad y obediencia. En 2017 tomé mis votos perpetuos y vine a Tasmania donde hoy vivo mi vocación. Soy sólo un ser humano limitado con muchos, muchos pecados, pero si confío en él todo estará bien.
By: Cintia Ramos Sozinho Amorim
More¿Tienes miedo a la muerte? Yo también lo tenía, hasta que me enteré de este doctorado Cuando era niña, siempre me resultaba bastante intimidante asistir a los funerales. Me angustiaba al imaginar el profundo dolor que envolvía a los afligidos miembros de la familia. Pero con la pandemia, la noticia del fallecimiento de vecinos, familiares, feligreses y amigos me llevó a dar un cambio de 180 grados en la manera en que afronto la muerte. La muerte da menos miedo estos días. Ahora, parece un regreso gozoso a la casa del Padre después de haber hecho su voluntad en la tierra. El aumento constante de la transmisión en vivo de funerales por YouTube ha sido de alguna manera una experiencia muy edificante para mí. Me ha ayudado a comprender lo incierta que es la vida. "Nada es más seguro que la muerte, pero nada es más incierto que la hora de la muerte. "Por lo tanto, debemos estar preparados porque la muerte vendrá como un ladrón en la noche. San Gregorio afirma que Dios, para nuestro bien, nos mantiene oculta la hora de nuestra muerte, para que de esa manera podamos siempre ser encontrados, preparados para la misma. Recientemente, mientras reflexionaba sobre las últimas siete palabras de Jesús, escuché a un predicador hablar sobre la importancia de realizar un “doctorado”, que no sería otra cosa que “la preparación para una muerte feliz”. Al profundizar en esto, me encontré con un libro escrito por San Alfonso María de Ligorio titulado: “Preparación para la muerte”. Es una lectura obligada para cualquiera que se esfuerce por vivir una vida cristiana. Me hizo darme cuenta de la fragilidad de la vida en la tierra y de cómo debemos esforzarnos por vivir para el cielo. Me gustaría compartir algunas ideas importantes que cambiaron mi perspectiva general sobre la vida y la muerte. Toda la gloria mundana en nuestras vidas desaparecerá A la hora de la muerte, todos los aplausos, las diversiones y la grandeza desaparecen como la niebla. Las aclamaciones mundanas pierden todo su esplendor cuando se repasan desde el lecho de muerte. No vemos más que humo, polvo, vanidad y miseria. Por lo tanto, abstengámonos de perseguir títulos mundanos, para poder ganar la corona eterna. El tiempo que tenemos es demasiado corto para desperdiciarlo en vanidades mundanas. Los santos siempre contemplaron la muerte San Carlos Borromeo mantenía una calavera sobre su mesa para poder contemplar la muerte. El Beato Juvenal Ancina tenía este lema escrito en una calavera: "Lo que eres, yo fui una vez; lo que soy, tú serás". El Venerable César Baronio escribió: "¡Recordad la muerte!" sobre su anillo. Verdadero significado de "autocuidado" El cuidado personal no se trata de mimarnos con una variedad de delicias, ropa, diversiones y disfrutes sensuales del mundo. El verdadero amor por el cuerpo consiste en tratarlo con rigor, en negarle todos los placeres que puedan conducirle a la infelicidad y a la miseria eternas. Visitemos el cementerio a menudo Hay que ir allí no sólo a rezar por los muertos, sino como dice San Crisóstomo: “Hay que ir a la tumba a contemplar el polvo, las cenizas, los gusanos... y suspirar”. El cadáver primero se vuelve amarillo y luego negro. Después el cuerpo se cubre con un moho blanco y repugnante. Luego forma una baba pegajosa que atrae a los gusanos que se alimentan de la carne. Los gusanos, después de haber consumido toda la carne, se devoran unos a otros. Al final no queda más que un esqueleto fétido que con el tiempo se desmorona. He aquí lo que es el hombre: es un poco de polvo en el suelo de la trilla, que se lleva el viento. Ese 'mañana' para confesarse quizás nunca llegue ¿Qué pasa si hoy es mi último día en la tierra? Si cometo un pecado hoy y decido reconciliarme con Dios mañana, ¿qué sería de mí en la eternidad?, ¿cuántas almas pobres y difuntas podrían haber pasado por episodios tan lamentables? Una vez San Camilo de Lellis comentó: “Si todos estos cadáveres pudieran volver a la vida, ¿qué no harían para obtener la vida eterna?” Tú y yo tenemos la oportunidad de hacer cambios: ¿Qué estamos haciendo por nuestras almas? Nuestra vida actual es una guerra continua con el infierno, en el que estamos en constante peligro de perder nuestras almas. ¿Qué pasaría si ahora estuviéramos al borde de la muerte? ¿No le pediríamos a Dios que nos concediera un mes más o una semana más para que nuestra conciencia estuviera limpia ante su vista? Pero Dios, en su gran misericordia, nos está dando ese tiempo AHORA. Seamos agradecidos con Él, tratemos de expiar los pecados cometidos y utilicemos todos los medios para encontrarnos en estado de gracia. Cuando llegue la Hermana Muerte, no habrá tiempo para expiar los pecados pasados, porque ella vendrá cantando: “Date prisa, ya casi es hora de dejar el mundo; apresúrate, lo hecho, hecho está”.
By: Suja Vithayathil
MoreEn tiempo de problemas, ¿alguna vez has pensado: “si tan solo pudiera contar con alguien que me ayudara”, sin realmente comprender que tienes toda una muchedumbre a tu disposición personal? Mi hija me ha estado preguntando por qué no parezco la típica polaca si soy 100% polaca; nunca tuve una buena respuesta hasta esta semana, cuando me enteré de que algunos de mis antepasados son montañeses górales. Los górales viven en las montañas a lo largo de la frontera sur de Polonia; son conocidos por su tenacidad, su amor por la libertad y su vestimenta, cultura y música distintivas. Existe una canción folklórica góral que resuena una y otra vez en mi corazón, tanto que le compartí a mi esposo que siento como si me estuviera llamando de regreso a mi país. El enterarme de que tengo ascendencia góral ¡ha hecho que mi corazón se goce! La búsqueda de las raíces Creo que hay un cierto deseo dentro de cada uno de nosotros de entrar en contacto con nuestras raíces; eso explica los muchos sitios de genealogía y negocios de pruebas de ADN que han aparecido recientemente. ¿A qué se deberá esto? Tal vez se deba a la necesidad de saber que somos parte de algo más grande que nosotros mismos; anhelamos el significado y la conexión con aquellos que nos han precedido; descubrir nuestra ascendencia demuestra que somos parte de una historia mucho más profunda. No solo eso, sino que conocer nuestras raíces ancestrales nos da un sentido de identidad y solidaridad. Todos venimos de algún lugar, pertenecemos a algún lugar, y estamos en un viaje juntos. Reflexionar sobre esto me hizo darme cuenta de lo importante que es descubrir nuestra herencia espiritual, no solo la física. Después de todo, los humanos somos cuerpo y alma, carne y espíritu; por eso realmente creo que nos beneficiaría mucho conocer a los santos que nos han precedido; no solo debemos conocer sus historias, sino que también debemos familiarizarnos con ellas. Encontrar la conexión Tengo que admitir que no siempre he sido muy buena en la práctica de pedir la intercesión de un santo; esta es ciertamente una nueva adición a mi rutina de oración. Lo que me despertó a esta realidad fue el consejo de San Felipe Neri: "La mejor medicina contra la sequedad espiritual es colocarnos como mendigos en la presencia de Dios y de los santos, y andar como un mendigo de uno a otro y pedir limosna espiritual con la misma insistencia con la que un pobre de la calle pediría limosna". El primer paso es llegar a saber quiénes son los santos; hay muchos buenos recursos en línea. Otra forma es leer la Biblia; existen poderosos intercesores tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, y es posible que te identifiques con uno más que con el otro; además, hay innumerables libros sobre los santos y sus escritos. Ora por su guía y Dios te guiará a tu muchedumbre personal de intercesores. Por ejemplo, le he pedido ayuda a San David rey con mi ministerio musical, San José es mi recurso cuando intercedo por mi esposo y por el discernimiento laboral; pido ayuda a San Juan Pablo II, a San Pedro y a San Pío X cuando me siento llamada a rezar por la Iglesia; rezo por las mamás a través de la intercesión de Santa Ana y Santa Mónica; cuando rezo por las vocaciones, a veces invoco a Santa Teresita y a al Padre Pío. La lista continúa, el Beato Carlo Acutis es mi recurso para los problemas tecnológicos, Santa Jacinta y San Francisco me enseñan sobre la oración y cómo ofrecer mejor los sacrificios; San Juan Evangelista me ayuda a crecer en la contemplación; y sería negligente de mi parte no mencionar que a menudo pido la intercesión de mis abuelos, ellos oraron por mí mientras estaban en la tierra, y sé que están orando por mí en la vida eterna. Pero mi intercesora favorita de todos los tiempos siempre ha sido nuestra muy querida y amada Santísima Madre. A solo una oración de distancia Con quién pasamos el tiempo es importante; nos moldea en lo que nos convertimos. Realmente hay una "nube de testigos" que nos rodea y con la que estamos conectados de una manera real (Hebreos 12, 1); esforcémonos por conocerlos mejor. Podemos enviar oraciones sencillas y sinceras como: "Santo ____, me gustaría conocerte mejor; por favor, ayúdame". No estamos destinados a hacerlo solos en este viaje de fe, vamos en el camino de la fe en comunidad, como el cuerpo de Cristo; al mantenernos conectados con los santos, encontramos una brújula que nos proporciona dirección y una ayuda concreta para viajar con seguridad a nuestra patria celestial. ¡Que el Espíritu Santo nos ayude a ponernos en contacto con nuestras raíces espirituales, para que podamos crecer como santos y pasar la eternidad como una gloriosa familia de Dios!
By: Denise Jasek
MoreCuando te asalten pensamientos de inutilidad, prueba esto... Apestaba. Su cuerpo sucio y hambriento se consumió como su herencia desperdiciada. La vergüenza lo envolvió. Lo había perdido todo: su riqueza, reputación, familia; su vida estaba destrozada. La desesperación lo consumió. Entonces, de pronto, el rostro amable de su padre apareció en su mente. La reconciliación parecía imposible, pero en su desesperación “partió y fue donde su padre; pero cuando aún estaba lejos, su padre lo vio y se llenó de compasión; corrió, lo rodeó con sus brazos y lo besó. Entonces el hijo le dijo: 'Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo.’ Pero el padre dijo: ‘este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a vivir; ¡estaba perdido y ha sido encontrado!’ Y comenzaron a celebrar” (Lucas 15,20-24). Aceptar el perdón de Dios es difícil. Admitir nuestros pecados significa admitir que necesitamos a nuestro Padre. Y mientras tú y yo luchamos con la culpa y la vergüenza de ofensas pasadas, Satanás el acusador nos ataca con sus mentiras: “No son dignos de ser amados ni perdonados”. ¡Pero el Señor nos llama a rechazar esta mentira! En el bautismo, tu identidad como hijo de Dios quedó estampada en tu alma para siempre. Y al igual que el hijo pródigo, estás llamado a descubrir tu verdadera identidad y valor. Dios nunca deja de amarte, no importa lo que hayas hecho. “No rechazaré al que viene a mí” (Juan 6,37). ¡Tú y yo no somos excepciones! Entonces, ¿cómo podemos tomar medidas prácticas para aceptar el perdón de Dios? Busca al Señor, abraza su misericordia y sé restaurado por su poderosa gracia. Busca al Señor Busca tu iglesia o capilla de adoración más cercana y encuentra al Señor cara a cara. Pídele a Dios que te ayude a verte a través de sus ojos misericordiosos, con su amor incondicional. A continuación, haz un inventario honesto y valiente de tu alma. Sé valiente y mira a Cristo en el crucifijo mientras reflexionas: acércate al Señor. Admitir la realidad de nuestros pecados es doloroso, pero un corazón auténtico y vulnerable está dispuesto a recibir los frutos del perdón. Recuerda, eres un hijo de Dios: ¡el Señor no te rechazará! Abraza la misericordia de Dios Luchar contra la culpa y la vergüenza puede ser como intentar mantener una pelota de playa bajo la superficie del agua. ¡Se necesita mucho esfuerzo! Además de esto, el diablo a menudo nos lleva a creer que no somos dignos del amor y el perdón de Dios. Pero en la cruz brotaron sangre y agua del costado de Cristo, para limpiarnos, sanarnos y salvarnos. Tú y yo estamos llamados a confiar radicalmente en esta divina misericordia. Intenta decir: “Soy un hijo de Dios. Jesús me ama. Soy digno de perdón”. Repite esta verdad todos los días. Escríbelo en algún lugar que veas con frecuencia. Pide al Señor que te ayude a liberarte en su tierno abrazo de misericordia. Suelta la pelota de playa y entrégasela a Jesús: ¡nada es imposible para Dios! Ser restaurado En el sacramento de la reconciliación somos restaurados por las gracias de sanación y fortaleza de Dios. Lucha contra las mentiras del diablo y encuentra a Cristo en este poderoso sacramento. Di al sacerdote si estás luchando contra la culpa o la vergüenza, y cuando digas tu acto de contrición, invita al Espíritu Santo a inspirar tu corazón. Elige creer en la infinita misericordia de Dios al escuchar las palabras de absolución: “Que Dios te dé el perdón y la paz; y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. ¡Ahora estás restaurado en el amor incondicional y el perdón de Dios! A pesar de mis fracasos, le pido a Dios todos los días que me ayude a aceptar su amor y su perdón. Puede que hayamos caído como el hijo pródigo, pero tú y yo seguimos siendo hijos e hijas de Dios, dignos de su infinito amor y compasión. Dios te ama, aquí y ahora; entregó su vida por amor a ti. ¡Ésta es la esperanza transformadora de la Buena Nueva! Entonces, abraza el perdón de Dios y atrévete a aceptar con valentía su divina misericordia. ¡La compasión inagotable de Dios te espera! “No teman, porque yo los he redimido; te puse tu nombre, tú eres mío” (Isaías 43,1).
By: Jody Weis
MoreAlgo sucede ante la presencia de un bebé; si se presenta a un bebé en una habitación llena de gente, todos querrán verlo; las conversaciones se detendrán, las sonrisas se extenderán por los rostros de las personas, los brazos se abrirán para sostener al niño. Incluso el personaje más duro y cascarrabias de la habitación se sentirá atraído hacia el bebé. Las personas que momentos antes habían estado discutiendo entre sí, estarán arrullando y haciendo muecas graciosas al bebé; los bebés traen paz y alegría… es lo que hacen. El mensaje central y aun realmente desconcertante de la Navidad es que Dios se convirtió en un bebé; el omnipotente creador del universo, el fundamento de la inteligibilidad del mundo, la fuente de la existencia infinita, la razón por la que hay algo en lugar de nada, se convirtió en un niño demasiado débil incluso para levantar la cabeza; un bebé vulnerable que yace indefenso en un pesebre donde comen los animales. Estoy seguro de que todos los que estaban alrededor del pesebre del Niño Jesús —su Madre, San José, los pastores, los reyes magos— hacían lo que la gente siempre hace con los bebés: sonreían, le arrullaban y hacían ruidos raros. El cuidado y la preocupación por el bienestar de ese bebé los tenía a todos reunidos en torno a Él. En esto vemos la genialidad divina; durante toda la historia de Israel, Dios se esforzaba por atraer a su pueblo elegido hacia sí mismo y por atraerlo a una comunión más profunda con Él. Todo el propósito de la Torá, los diez mandamientos, las leyes dietéticas descritas en el libro de Levítico, la predicación de los profetas, los pactos con Noé, Moisés y David, y los sacrificios ofrecidos en el templo era simplemente fomentar la amistad con Dios y un mayor amor entre su pueblo. Un tema triste pero constante del Antiguo Testamento es que, a pesar de todos estos esfuerzos e instituciones, Israel permaneció alejado de Dios: la Torá ignorada, los pactos rotos, los mandamientos desobedecidos, el templo corrompido. Así que, en la plenitud de los tiempos, Dios determinó no intimidarnos ni ordenarnos desde lo alto, sino más bien convertirse en un bebé, porque ¿quién puede resistirse a un bebé? En Navidad, la raza humana ya no miraba hacia arriba para ver el rostro de Dios, sino hacia el rostro de un niño pequeño. Una de mis heroínas espirituales, Santa Teresa de Lisieux, era conocida como "Teresa del niño Jesús"; es muy fácil caer en la romantización de esta designación, pero debemos resistir esa tentación. Al identificarse con el niño Jesús, Teresa se esforzaba sutilmente por sacar de sí mismos a todos los que encontraba, para llevarlos a una actitud de amor. Una vez que comprendemos esta dinámica esencial de la Navidad, la vida espiritual se abre de una manera fresca. ¿Dónde encontramos al Dios que buscamos? Lo hacemos más claramente en los rostros de los vulnerables, los pobres, los indefensos, los niños. Es relativamente fácil resistirse a las demandas de los ricos, exitosos y autosuficientes; de hecho, es probable que sintamos resentimiento hacia ellos. Pero los humildes, los necesitados, los débiles, ¿cómo podemos apartarnos de ellos? Nos sacan —como lo hace un bebé— de nuestra preocupación por nosotros mismos y nos llevan al espacio del amor verdadero; esta es, sin duda, la razón por la que tantos los santos —Francisco de Asís, Isabel de Hungría, Juan Crisóstomo, la Madre Teresa de Calcuta, por nombrar sólo algunos— se sintieron atraídos al servicio de los pobres. Estoy seguro de que la mayoría de los que lean estas palabras se reunirán con sus familias para la celebración de la Navidad; todos estarán allí: mamá y papá, primos, tíos, tal vez abuelos y bisabuelos, algunos amigos que se encuentran lejos de casa; habrá mucha comida, muchas risas, muchas conversaciones animadas, muy probablemente una o dos discusiones políticas. Los extrovertidos se lo pasarán espléndidamente, a los introvertidos les resultará todo un poco más difícil. Estaría dispuesto a apostar que, en la mayoría de estas reuniones, en algún momento, se traerá un bebé a la habitación: el nuevo hijo, nieto, bisnieto, primo, sobrino, lo que sea; ¿podría instarles este año a que estén particularmente atentos a lo que ese bebé les produce a todos, para que se den cuenta del poder magnético que tiene sobre el grupo variado de personas reunidas? Y luego los invito a recordar que la razón por la que se están reuniendo es para celebrar al bebé que es Dios, y, por último, déjense atraer por el peculiar magnetismo de ese divino niño.
By: Obispo Robert Barron
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