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Ago 05, 2024 8 0 Pavithra Kappen
Comprometer

Vive la vida que amas

Un primer encuentro, una pérdida y un reencuentro cautivadores… Esta es una historia de amor sin fin.

Tengo un buen recuerdo de la infancia, de un día mágico en el que me encontré con Jesús en la adoración eucarística. Quedé hipnotizada por Jesús Eucaristía, que se encontraba en una majestuosa custodia, mientras el incienso se elevaba hacia Él. 

Al balancearse el incensario, el humo aromático se elevaba hacia Jesús en la custodia, y toda la congregación cantaba al unísono: «Oh Sacramento Santísimo, oh Sacramento Divino, toda alabanza y toda acción de gracias, sean tuyas en cada momento».

Encuentro muy esperado

Anhelaba tocar el incensario yo misma y empujarlo suavemente hacia adelante para poder hacer que el incienso se elevara hasta el Señor Jesús. El sacerdote me hizo un gesto para que no tocara el incensario y dirigí mi atención al humo del incienso que se elevaba junto con mi corazón y mis ojos, al Señor Dios plenamente presente en la Eucaristía.

Este encuentro llenó mi alma de mucha alegría. La belleza, el olor del incienso, toda la congregación cantando al unísono, y la visión del Señor siendo adorado en la Eucaristía… Mis sentidos estaban rebosados, dejándome con ganas de volver a vivir esta experiencia. Todavía me llena de mucha alegría recordar ese día.

Sin embargo, en mi adolescencia perdí mi fascinación por este tesoro, privándome de una fuente de santidad tan grande. Como niña que era, pensaba que tenía que rezar continuamente durante todo el tiempo de la adoración eucarística y una hora entera me parecía demasiado tiempo para esto. ¿Cuántos de nosotros hoy dudamos en ir a la adoración eucarística por razones similares: estrés, aburrimiento, pereza o incluso miedo? La verdad es que nos privamos de este gran regalo.

Más fuerte que nunca

En medio de las luchas y pruebas de mi juventud adulta, recordé dónde había recibido anteriormente tanto consuelo y regresé a la adoración eucarística en busca de fuerza y sustento. Los primeros viernes, descansaba en silencio en la presencia de Jesús en el Santísimo Sacramento, durante una hora entera; simplemente permitiéndome estar con Él, hablando con el Señor sobre mi vida, implorando su ayuda repetidamente, pero profesando suavemente mi amor por Él. La posibilidad de presentarme frente a Jesús Eucarístía y permanecer en su divina presencia durante una hora me atraía una y otra vez. Conforme han pasado los años, me doy cuenta de que la adoración eucarística ha cambiado mi vida de manera profunda, en la medida en que me vuelvo más y más consciente de mi identidad como hija amada de Dios. 

Sabemos que nuestro Señor Jesús está verdadera y plenamente presente en la Eucaristía: su cuerpo, sangre, alma y divinidad. La Eucaristía es Jesús mismo. Pasar tiempo con Jesús Eucaristía puede curar tus males, limpiarte de tus pecados y llenarte de su gran amor. Por lo tanto, animo a todos a tomar una Hora Santa regular. Cuanto más tiempo acumules con el Señor en la adoración eucarística, más fuerte será tu relación personal con Él. No cedas a la vacilación inicial, y no tengas miedo de pasar tiempo con nuestro Jesús Eucaristía, porque es el amor y la misericordia misma, bondad y sólo bondad.

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Pavithra Kappen

Pavithra Kappen trabaja en la administración pública federal de Canadá. Vive en Ontario con sus padres y cinco hermanos, y le encanta crear contenido inspirador que proclame la buena nueva del amor de Cristo.

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