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Ago 05, 2024 50 0 Sean Hampsey, Australia
Disfrutar

El Arte de Morir

No es fácil predecir si tendrás éxito, si serás rico o famoso; pero una cosa es segura: la muerte te espera al final. 

Una gran parte de mi tiempo lo he dedicado a practicar el arte de morir. Debo decir que estoy disfrutando cada momento de este ejercicio, al menos desde que me he dado cuenta de que he entrado en el extremo pesado de la balanza del tiempo. 

Ya me encuentro dentro de los 60’s, así que he comenzado a pensar: ¿Qué preparativos positivos he puesto en marcha para la inevitabilidad de mi muerte? ¿Qué tan inmaculada es la vida que estoy viviendo? ¿Está mi vida lo más posible libre del pecado, especialmente de los pecados de la carne? ¿Es mi objetivo final salvar mi alma inmortal de la condenación eterna?

Dios en su misericordia me permitió tener ‘tiempo extra’ en este juego de la vida, para poder poner mis asuntos (en especial los espirituales) en orden antes de que me vaya a la cima y a las sombras del valle de la muerte. Tuve toda una vida para arreglar esto, pero como muchos, descuidé las cosas más importantes de la vida; preferí buscar tontamente riquezas, seguridad y gratificación instantánea. No puedo decir que esté cerca de tener éxito en mis esfuerzos, ya que las distracciones de la vida continúan atormentándome, a pesar de mi edad avanzada. Este conflicto constante es siempre muy molesto y atormentador; y aún cuando uno todavía puede ser tentado, tal desperdicio de emociones resulta ser inútil. 

Escapar de lo inevitable

A pesar de mi educación católica y la urgencia de abrazar y esperar el inevitable toque en el hombro del ‘Ángel de la Muerte’ de Dios, todavía estoy esperando a esa carta del Rey felicitándome por alcanzar ‘el gran cero’. Por supuesto, como muchos de mi edad, estoy tratando de “evitar lo inevitable” abrazando cualquier incentivo para ayudar a prolongar mi existencia terrenal con medicinas, higiene, dieta o por cualquier medio posible. 

La muerte es inevitable para todos, incluso para el Papa, nuestra adorable tía Beatriz y la realeza. Pero cuanto más tiempo escapamos de lo inevitable, más débilmente brilla ese rayo de esperanza en nuestra psique: de cómo podemos ir más allá, llenar con un poco más de aire el globo, llevándolo hasta su límite. Supongo que de alguna manera, esa podría ser la respuesta para alargar la fecha de nuestra muerte: esa positividad, esa resistencia a la mortalidad. Siempre he pensado, si puedo evitar impuestos injustificables por cualquier medio, ¿por qué no intentar evitar la muerte?

San Agustín se refiere a la muerte como “la deuda que debe ser saldada”. El arzobispo Anthony Fisher le añade: “Cuando se trata de la muerte, la modernidad se dedica a la evasión de impuestos, al igual que nuestra cultura actual niega el envejecimeinto, la fragilidad y la muerte”. 

Lo mismo ocurre en los  fitness gyms. La semana pasada conté cinco establecimientos de este tipo en nuestra comunidad relativamente pequeña, en el suburbio occidental en Sydney. Este deseo frenético de estar en forma y saludable, en sí mismo es noble y loable, siempre y cuando no lo tomemos demasiado en serio, ya que puede afectar en todos los aspectos de nuestras vidas; y a veces, puede conducir al narcisismo. Debemos estar seguros de nuestras habilidades y talentos; pero sin perder de vista la virtud de la humildad, que es lo que nos mantiene atados a la realidad, para que no nos alejemos demasiado de las pautas de Dios para la normalidad. 

Al grado máximo

Incluso intentamos domesticar el envejecimiento y la muerte, por lo que se producen en nuestros propios términos a través del exceso de cosméticos, la criopreservación, los órganos robados ilegalmente para transplantes, o la forma más diabólica de vencer la muerte natural, mediante el acto de la eutanasia… Como si no hubiera suficientes percances que nos quitan la vida prematuramente. 

Aun así, la mayoría de las personas temen la idea de la muerte. Puede ser paralizante, desconcertante e incluso deprimente, porque significa el final de nuestra vida terrenal; pero simplemente se necesita un grano de mostaza de fe para cambiar todos esos sentimientos del “fin del mundo”, y abrir una perspectiva completamente nueva, de esperanza, alegría, anticipación placentera y felicidad. 

Con la fe en una vida con Dios después de la muerte y todo lo que involucra, la muerte es simplemente una puerta que debe abrirse para que participemos de todas las promesas del cielo. ¡Qué garantía, la que nos ha dado nuestro Dios todopoderoso, de que al creer en su Hijo Jesús y al vivir una vida basada en sus instrucciones, encontraremos vida después de la muerte, en su grado más pleno! Así que, podemos, con confianza hacer la pregunta: “Oh muerte, ¿dónde está tu victoria, dónde está tu aguijón?” (1 Corintios 15:58).

Una pizca de fe

Cuando entramos a lo desconocido, la trepidación es algo que se espera, pero al contrario de lo que dice el Hamlet de Shakespeare: “La muerte, ese ignoto país de cuyos lindes, ningún viajero vuelve”; a nosotros, que hemos sido dotados con el don de la fe, se nos ha mostrado la viva evidencia de que algunas almas han regresado de las entrañas de la muerte para traer testimonio de esa desinformación. 

El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que la muerte es consencuenia del pecado. El Magisterio de la Iglesia, como auténtico intérprete de las afirmaciones de las escrituras y las tradiciones, nos enseña que la muerte entró al mundo gracias al pecado del hombre. “Aún cuando la naturaleza del hombre es la mortalidad, Dios lo había destinado a no morir. Por lo tanto, la muerte era contraria a los planes de Dios creador y entró al mundo como consecuencia del pecado.” El libro de la sabiduría lo confirma: “Dios no hizo a la muerte, y Él no se regocija en la muerte de los vivos. El creó todo para que pudiera seguir existiendo, y todo lo que creó es sano y bueno” (Sabiduría 1,13-14, 1 Corintios 15,21, Romanos 6,21-23). 

Sin fe genuina, la muerte parece una aniquilación; por lo tanto, busca la fe porque eso es lo que cambia la idea de la muerte a la esperanza de vida. Si la fe que posees no es lo suficientmente fuerte como para vencer el miedo a la muerte, entonces apresúrate a fortalecer esa pizca de fe en una creencia completa en aquel que es la vida; porque después de todo, lo que está en juego es tu vida eterna. Así que no dejemos las cosas demasiado al azar. 

¡Que tengas un buen viaje, nos vemos del otro lado!

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Sean Hampsey

Sean Hampsey es autor, cantante y compositor, y tiene 10 álbumes y 7 libros en su haber. Jubilado a los ochenta y cinco años, es profundamente apasionado por su fe. Sean vive en Nueva Gales del Sur, Australia.

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