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Oct 31, 2023 450 0 EL PADRE JOSEPH GILL, EUA
Comprometer

Preguntas y respuestas: ¿Cuándo el hablar de alguien se convierte en chisme?

P – En mi familia estamos teniendo un problema con una de mis hermanas, y a menudo tengo que hablar de ella con mis otros hermanos. ¿Estaré desahogándome o estoy ya entrando al terreno del chisme? ¿Estoy obrando correctamente o estoy cometiendo pecado con esto?
R – El apóstol Santiago reconoce los desafíos de controlar la lengua; en el tercer capítulo de su epístola escribe: «Cuando ponemos freno en la boca a los caballos para que nos obedezcan, controlamos todo su cuerpo. Lo mismo pasa con la lengua; es una parte muy pequeña del cuerpo, pero es capaz de grandes cosas. ¡Qué bosque tan grande puede quemarse por causa de un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego. Es un mundo de maldad puesto en nuestro cuerpo, que contamina a toda la persona. El hombre es capaz de dominar toda clase de fieras, de aves, de serpientes y de animales del mar, y los ha dominado. Con la lengua, lo mismo bendecimos a nuestro Señor y Padre, que maldecimos a los hombres creados por Dios a su propia imagen. De la misma boca salen bendiciones y maldiciones. Hermanos míos, esto no debe ser así. De un mismo manantial no puede brotar a la vez agua dulce y agua amarga» (Santiago 3, 3-12).

El presentador de radio estadounidense Bernard Meltzer una vez estableció tres reglas sobre si deberíamos o no decir algo sobre otra persona: ¿Es necesario?, ¿es cierto?, ¿es bueno?

¡Estas son tres grandes preguntas para hacer! Cuando hable de su hermana, ¿es necesario que los otros miembros de su familia sepan acerca de sus faltas y fallas?; ¿estás transmitiendo la verdad objetiva o exagerando sus puntos débiles?, ¿asumes la mejor de sus intenciones o impugnas los motivos negativos de sus acciones?

En cierta ocasión, una mujer fue a San Felipe Neri y confesó el pecado del chisme; como penitencia, el Padre Neri le asignó tomar una almohada llena de plumas y abrirla en la parte superior de una torre alta; la mujer pensó que era una extraña penitencia, pero lo hizo y vio las plumas volar a los cuatro vientos. Al regresar al santo, ella le preguntó qué significaba eso, él respondió: «Ahora, ve y recoge todas esas plumas»; ella respondió que era imposible. «Así sucede con las palabras que decimos: nunca podremos llevarlas de vuelta porque han sido enviadas por los vientos a lugares que nunca entenderemos», le replicó este gran santo.

Ahora, hay momentos en que es necesario compartir cosas negativas sobre los demás. Yo enseño en una escuela católica, y a veces necesito compartir algo sobre el comportamiento de un estudiante con un colega; esto siempre me obliga a detenerme un poco para preguntarme: ¿lo estoy haciendo por las razones correctas? ¿Realmente quiero lo mejor para este estudiante? Muchas veces me encuentro disfrutando el hecho de contar historias sobre estudiantes que los reflejan bajo una mala luz; y cuando disfruto de las desgracias o el mal comportamiento de otra persona, entonces definitivamente he cruzado la línea hacia el pecado.

Hay tres tipos de pecados que dañan la reputación de otra persona: Primero está el “juicio precipitado”, que significa que asumimos demasiado rápido lo peor sobre el comportamiento o la intención de una persona; en segundo lugar, está la “calumnia”, que significa decir mentiras negativas sobre otro; finalmente, la “murmuración”, que es revelar las faltas o fallas de otra persona sin una razón válida para hacerlo. Entonces, en el caso de tu hermana: ¿es parte de una murmuración el compartir sus defectos?; podrías preguntarte: si comparto sus faltas, ¿ella u otra persona sufrirán por ésto? Si la respuesta es afirmativa y es únicamente para «desahogarse», entonces si has caído en el pecado de la murmuración. Pero si es realmente necesario para el bien de la familia, entonces es legítimo hablar de ella a sus espaldas.

Para combatir los pecados de la lengua, recomiendo tres cosas: Primero, ¡difunde “cosas buenas” sobre tu hermana! Todo el mundo tiene cualidades redentoras de las que podemos hablar; segundo, reza las “alabanzas divinas”, es una hermosa oración que glorifica y alaba a Dios, y que ayudará a reparar por el mal uso que hemos dado a nuestra lengua. Finalmente, considera cómo nos gustaría que se hablara de nosotros mismos; a nadie le gusta que se ventilen sus fallas. Así que, con compasión, tratemos bien a los demás con nuestras palabras, ¡con la esperanza de que recibamos la misma amabilidad!

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EL PADRE JOSEPH GILL

EL PADRE JOSEPH GILL es capellán de escuela secundaria y sirve en el ministerio parroquial. Se graduó en la Universidad Franciscana de Steubenville y en el Seminario Mount Saint Mary. El padre Gill ha publicado varios álbumes de música rock cristiana (disponibles en iTunes). Su primera novela, Days of Grace, está disponible en amazon.com.

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