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May 18, 2024 56 0 Emilin Mathew
Comprometer

Él escribe mi historia.

Tenía tres años cuando mi vida dio un vuelco. ¡Nada volvió a ser igual, hasta que lo conocí!…

A los tres años tuve mucha fiebre seguida de una convulsión repentina, tras la cual comencé a mostrar signos de parálisis facial. Cuando tenía cinco años, mi rostro se volvió visiblemente asimétrico. La vida dejó de ser tranquila.

A medida que mis padres seguían buscando nuevos hospitales, el dolor y el daño mental que sufrí se volvieron insoportables: preguntas recurrentes, miradas extrañas, efectos y secuelas de nuevos medicamentos que recibía de cuando en cuando.

Arrastrándome hacia un capullo

Me sentía cómoda sola porque, irónicamente, los grupos me hacían sentir sola. Tenía mucho miedo de que los niños de la casa de junto lloraran en voz alta si tan solo les sonreía. Recuerdo los dulces que mi papá traía a casa todas las noches, para ayudarme a beber la desagradable medicina que estaba sobrecargada de amargura. Las caminatas semanales con mi madre por los pasillos del hospital para las sesiones de fisioterapia nunca fueron un paseo de fin de semana: cada vez que las vibraciones del estimulador golpeaban mi cara, las lágrimas comenzaban a rodar.

Hubo algunas almas hermosas que calmaron mis miedos y mi dolor, como mis padres, que nunca se dieron por vencidos conmigo. Me llevaron a todos los hospitales que pudieron y probamos una variedad de tratamientos. Más tarde, también los vería devastados cuando me sugirieron la neurocirugía.

Por primera vez en mi vida sentí que debería tomar yo misma el timón de mi vida y mi enfermedad. Tenía que hacer algo. Entonces, durante el primer semestre de la universidad, sin poder soportarlo más, decidí suspender los medicamentos.

Descubriendo la belleza

Después de dejar los medicamentos sentí una descarga de adrenalina porque finalmente hice algo por mi cuenta. Le di la bienvenida a una nueva vida, pero no tenía ni idea de cómo debería de vivirla. Empecé a escribir más, a soñar más, a pintar más y a buscar colores en todas las zonas grises de la vida. Fueron los días en que comencé a participar activamente en el Movimiento Juvenil de Jesús (movimiento católico internacional aprobado por la Santa Sede). Poco a poco comencé a aprender a cómo abrirme al amor de Dios y sentirme amada nuevamente.

Darme cuenta de la importancia del estilo de vida católico me ayudó a comprender mi propósito. Empecé a creer nuevamente que soy mucho más que todo lo que me ha pasado. Ahora, cuando miro hacia atrás, a esos momentos marcados por puertas cerradas, puedo ver claramente que en cada rechazo, la presencia siempre compasiva de Jesús me acompañó, envolviéndome con su amor y comprensión ilimitados. Reconozco en quién me he convertido y las heridas que han sanado.

Una razón para resistir

Nuestro Señor dice: “Ya que eres precioso a mis ojos, digno de honra, y yo te amo, daré a otros hombres en lugar tuyo, y a otros pueblos por tu vida. No temas, porque yo estoy contigo” (Isaías 43,4-5).

Encontrarlo en mis inseguridades nunca fue una tarea fácil. Aun cuando tenía muchas razones para seguir adelante, estaba siempre buscando esa única razón para permanecer. Esto me dio fuerza y confianza para superar mis vulnerabilidades. El viaje para encontrar mi valor, dignidad y gozo en Cristo fue simplemente maravilloso. A menudo nos quejamos de no encontrar la gracia, aun cuando hemos logrado salir adelante de los problemas. Creo que todo esto se trata de ver más allá de las luchas. Expresar con honestidad que no hay enojo ante el más mínimo e inesperado cambio, trae luz a tu vida.

Fue todo un viaje. Y mientras Él sigue escribiendo mi historia, yo aprendo cada día a abrazar más, a extender la mano sin inhibiciones y a dejar espacio para las pequeñas alegrías de la vida. Mis oraciones ya no contienen la necesidad constante de las cosas que deseo. En cambio, le pido que me fortalezca para decir “amén” a los cambios que siguen ocurriendo en el camino.

Oro para que Él me sane y transforme todas las influencias negativas que aún están dentro de mí y a mi alrededor.

Le pido que reavive las partes de mí que se perdieron.

Le agradezco por todo lo que he pasado, todas las bendiciones que recibo cada minuto del día y por la persona en la que me he convertido; y estoy haciendo todo lo posible por amarlo con todo mi corazón y mi alma.

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Emilin Mathew

Emilin Mathew is a civil servant in the UK. She lives in Sunderland and loves to read, paint, and scribble her thoughts at sanguinitydesign.wordpress.com.

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