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Feb 09, 2024 84 0 Denise Jasek
Encuentro

Tiempo para Dios

La cuaresma está a la vuelta de la esquina, ¿te sientes preparado para renunciar a tus cosas favoritas?

Al crecer, solía ser una niña inquieta con una boca muy ruidosa y un profundo amor a la música. Uno de mis primeros recuerdos ha sido la vez que encendí la radio yo solita por primera vez para escuchar la música que emanaba mágicamente de esa cajita. ¡Era como la entrada a un nuevo mundo para mí”

Toda mi familia amaba la música y constantemente cantábamos juntos, tocábamos el piano, rasgábamos la guitarra, escuchábamos música clásica, o nuestras propias composiciones. Recuerdo pensar que la vida sería mucho mejor si constantemente hubiera un soundktrack sonando en el fondo.

Transmití ese amor por la música a mis hijos. Cuando éramos una familia joven teníamos canciones para casi cualquier ocasión, incluidos nuestros momentos de oración. Ahora, todos nosotros dirigimos de alguna manera, ministerios de música. Por mi parte, en la actualidad sirvo en el ministerio de música de dos parroquias. ¡La música es una fuente de vida y alegría!

Un día, de la nada, me di cuenta de que sí estaba muy apegada a la música.

Durante esa cuaresma, dejé de escuchar música en mi vehículo; lo cual fue algo complicado, porque estaba demasiado acostumbrada a escuchar música mientras conducía. Fue un hábito demasiado difícil de romper; era como uno de esos reflejos de la rodilla… cada vez que me subía al coche, mi mano volaba hacia algún CD.

Pero persistí y finalmente logré entrenar mi mano para no tocar ningún botón, y en vez de eso, usarla para persignarme. Comencé a reemplazar el escuchar música con la oración, o con el rezo del rosario. Esto fue hace siete años, y desde entonces no he mirado hacia atrás. Con el paso del tiempo he llegado a apreciar mucho estos momentos de inactividad con Dios.

El tiempo que dedicamos al Señor nos brinda el espacio que todos necesitamos desesperadamente para desconectarnos de las cosas exteriores y conectarnos con nuestra vida interior. Nos ayuda a recuperar la paz; nos ayuda a rendirnos y a escuchar mejor a Dios. Recordemos cómo San Juan Evangelista se recostó sobre el pecho de Jesús en la última cena. Ahora, imagínate a ti mismo rendido, recostando tu cabeza tan cerca que puedas sentir los latidos del corazón de Jesús.

Dios quiere que nos rindamos para crear un espacio en nuestra vida diaria en la cual podamos descansar nuestras cabezas sobre su Sagrado Corazón y aprendamos de Él o simplemente descansemos nuestras almas atribuladas.

Como amante de la música siempre tenía una melodía rondando en mi mente y, muchas veces, esto era una verdadera distracción. Ahora, si tengo una melodía en mi mente, me detengo y le pregunto a Dios si me está comunicando algo a través de ella. Esta mañana, por ejemplo, me desperté con una melodía que no había escuchado en mucho tiempo: “Cantaré las misericordias del Señor para siempre; cantaré, cantaré”.

La música es el lenguaje del corazón. Creo que Dios se deleita cuando le cantamos alabanzas, y que a menudo Él mismo canta sobre nosotros; así que, ¡aún canto al Señor!; sin embargo, me siento particularmente bendecida cuando el canto conduce a un lugar de silencio, o lo que me gusta llamar, un «silencio preñado», un lugar de profunda intimidad con el Señor. Aprecio especialmente este espacio tranquilo justo después de recibir la sagrada comunión.

En nuestras vidas ocupadas, crear tiempo libre con el Señor es a menudo una batalla. Rezar el rosario me ayuda enormemente en esta batalla, lo cual tiene sentido ya que nuestra Santísima Madre es una campeona de la contemplación. “María guardó todas estas cosas, reflexionándolas en su corazón” (Lucas 2, 19).

Jesús mismo nos nos mostró con sus actos la importancia de entrar en el silencio, ya que a menudo se retiraba a un lugar tranquilo para estar a solas con su Padre celestial.

Un día del verano pasado, mientras estaba en una playa llena de gente durante una reunión familiar, me encontré un poco fuera de lugar e inquieta. Anhelaba un tiempo de tranquilidad con el Señor. Mi hija reconoció que yo no era la misma y lo mencionó de manera casual. Decidí aventurarme sola en el lago durante una hora y descubrí que si me sumergía bajo el agua encontraría mi zona de tranquilidad. Esa tarde recé un rosario mientras nadaba y recuperé la paz.

“Cuanto más oramos, más deseamos orar. Como un pez que al principio nada en la superficie del agua, que se sumerge y cada vez nada más profundo, así el alma se sumerge… se sumerge y se pierde en la dulzura de conversar con Dios.” San Juan Vianney.

Espíritu Santo, ayúdanos a encontrar el tiempo de tranquilidad que tanto necesitamos, para que podamos escuchar mejor tu voz y simplemente descansar en tu abrazo.

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Denise Jasek

Denise Jasek es una amada hija de Dios que está agradecida por su fe, sus cinco hijos llenos de fe, su esposo Chris, y la oportunidad de servir en la música y el ministerio universitario.

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