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Ene 21, 2024 43 0 Shalom Tidings
Encuentro

Nunca dejar ir

Era julio de 1936; durante el apogeo de la guerra española. El Pelé caminaba por las calles de Barbastro, España, cuando un gran alboroto captó su atención. Mientras corría hacia la fuente, vio soldados arrastrando a un sacerdote por las calles. No podía quedarse al margen y observar; se apresuró a defender al sacerdote. Los soldados no se dejaron intimidar y le gritaron que entregara su arma. Levantó su rosario y les dijo: “Sólo tengo esto”.

Ceferino Giménez Malla, conocido cariñosamente como El Pelé, era romaní; una comunidad a la que a menudo, de manera peyorativa, se les llama gitanos y que en general son despreciados por la sociedad. Pero Pelé era muy estimado no sólo por su propia comunidad, incluso las personas educadas respetaban a este hombre analfabeto por su honestidad y sabiduría.

Cuando fue arrestado y encarcelado en 1936, su esposa había fallecido y él ya era abuelo.

Aún en prisión, continuó aferrándose a su rosario. Todos, incluso su hija, le rogaron que lo abandonara. Sus amigos le dijeron que si dejaba de rezar, su vida podría salvarse. Pero para El Pelé, renunciar a su rosario o dejar de orar, significaba negar su fe.

Entonces, a la edad de 74 años, lo mataron a tiros y lo arrojaron a una fosa común. Este valiente soldado de Cristo murió gritando: «¡Viva Cristo Rey!» todavía sosteniendo un rosario en sus manos.

Sesenta años después, el Beato Ceferino Giménez Malla se convirtió en el primero de la comunidad romaní en ser beatificado, lo que demuestra una vez más que el Salvador está siempre presente para todo aquel que lo invoca, independientemente de su color o credo.

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