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Ago 06, 2019 994 0 Shalom Tidings
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¡PONGÁMONOS SERIOS!

Ante situaciones difíciles, los fuertes siguen adelante…

En el año 2010, se estrenó la película “127 Horas” protagonizada por James Franco representando a un hombre en busca de aventuras, Aron Ralston. El personaje principal, en la aventura de escalar un cañón al sureste de Utah, cae en una profunda y rocosa hendidura. Su antebrazo derecho queda perforado por una gran piedra filosa que lo atrapa durante cinco días y siete horas (127 horas). Permanece varios días inmóvil intentando desprenderse de aquella piedra sin éxito. Finalmente, convencido de que morirá en esa situación, logra sacar de su mochila un pequeño e insignificante cuchillo y comienza a cortarse el brazo. Pese al insoportable dolor, termina su tarea. Ralson coloca un rudimentario torniquete en el muñón de su brazo mutilado, y continúa su camino por la parte restante del cañón, del que tenía que deslizarse a rapel por un escarpado acantilado de casi 20 metros para salvarse. Después llega a una carretera y al pasar un auto, le hace señales pidiendo ayuda. Meses después de aquel terrible calvario, se presenta en el Show de David Letterman en donde platica su experiencia ante una audiencia atónita. Al terminar, el normalmente simpático y sarcástico Letterman se nota inusualmente serio, y mirando fijamente a su invitado, le dice con gran admiración, “Tú sabes algo de la vida
que yo no sé.”
¿Cuál ha sido el propósito de describir esta dramática y a la vez fascinante historia? Hacer un paralelismo de cuando Jesús habla con increíble firmeza de que hay que cortarse la mano, el pie y sacarse el ojo; arrancarse todo esto si eso se convierte en obstáculo para la salvación. Es mejor entrar a la vida eterna mutilado, que ir a la Gehena con todos tus miembros intactos. Estas palabras son duras, desafiantes y sorprendentes, pero ¿acaso debemos entenderlas de forma literal y fundamentalista? No lo creo. En su Suma Teológica, Santo Tomás de Aquino estableció las bases para la moderna interpretación bíblica reconociendo que la Biblia está repleta de un rico lenguaje simbólico que transmite un significado especial en relación a lo que Jesús dijo en realidad.

De tal forma que Santo Tomás hace una distinción entre el sentido literal de un pasaje, y lo que en realidad dicen las palabras de la Escritura; es decir, el significado obvio del texto. Demuestra que en los pasajes hay un sentido espiritual que va más allá del sentido literal de las palabras, y desde esa perspectiva ha de buscarse el significado religioso que se transmite simbólicamente.
No creo que Jesús esté incitando a que sus seguidores se corten las manos, los pies o se saquen los ojos, sino que nos desafía a tomar esta enseñanza con cierta seriedad espiritual, no siendo indiferentes al lenguaje que Jesús está utilizando. ‘Oh, Nuestro Señor sólo está exagerando. Sólo está utilizando metáforas para obtener nuestra atención.’ Más nos valdría leer el pasaje de Marcos 9,43-48, con la óptica de Aron Ralston y su experiencia, quien se enfrentó al peligro de la muerte al quedar su brazo atrapado en una filosa roca. Tan desesperante fue su situación, que juzgó correcto sacrificar una parte esencial de su cuerpo para salvar la vida. Sabía que tenía que hacer algo drástico, y estaba dispuesto a pagar el precio pese al enorme dolor que eso le provocaría.
¿Alguna vez se nos ha ocurrido pensar que podríamos estar en una situación semejante de peligro sólo que en el ámbito espiritual, y que si no hacemos algo drástico podría morir nuestra alma? Ciertamente podríamos estar en peligro mortal, atrapados, por así decirlo, bajo una gran “piedra”. Jesús nos ha advertido de los peligros espirituales, de la guerra espiritual, de la muerte espiritual, y de las decisiones drásticas que tendremos que tomar para salvar el alma. ¿Cuáles son las tres cosas que nos señala Jesús? Veámoslas desde el punto de vista espiritual.

1.- Agarrar al toro por los cuernos

La mano es el miembro con el cual ‘agarramos’ o ‘tomamos’ las cosas. A lo largo de nuestra vida, agarramos o arrebatamos todo tipo de cosas: dinero, placer, sexo, poder, prestigio, seguridad y comodidades. Sólo hay que remontarse al Libro del Génesis para ver cómo nuestros primeros padres ‘arrebataron’ el fruto del árbol del bien y del mal. “Agarraron” la santidad, pero ¡dejaron fuera a Dios! Desde el principio nuestras manos han significado un problema, porque agarran lo que desea el ego. ¿Qué has estado ‘agarrando’ a lo largo de tu vida? ¿Cosas mundanas, honor, beneficios para ti y para satisfacer tus placeres? ¿Esto te ha puesto en peligro espiritual impidiéndote recibir la única esencia gloriosa que es la vida de Dios mismo? ¿Estás dispuesto a cortar los apegos en tu vida? Quizás estés pensando, ‘¡ni loco! No puedo vivir sin esto y lo otro’. Podrían ser riquezas, poder, honor o placeres. En cualquier caso, quizás tu ambición de tener y poseer te esté perforando y eso no te permita estar plenamente vivo.

2. Elije tu camino

¿Qué es el pie, sino el miembro con el cual caminamos, por medio del cual nos ponemos en macha por un camino definitivo? Se supone que debemos caminar espiritualmente hacia Dios, meta de nuestra vida. Santo Tomás de Aquino dice que, si quieres encontrar el gozo, debes ir por el camino que conduce sólo a Dios. ¿Qué hacemos gran parte de nuestra vida? Ir por caminos equivocados, caminos que nos alejan de Dios, caminos que nos conducen a la riqueza y al consumismo, el estatus y el prestigio, el control y la dominación, el placer hedonista. A temprana edad tomamos estos caminos y por allí caminamos y caminamos. Al llegar a la edad adulta, apresuramos el paso porque ya no nos queda mucho tiempo, así que acumulamos más y más, y en esa medida, nos vamos desviando del camino correcto. En la tradición espiritual, hay incontables historias que nos describen caminos, sendas y formas de vida. La “Divina Comedia” de Dante Alighieri, comienza diciendo:

“En medio del camino de nuestra vida me encontré en un oscuro bosque, ya que la vía recta estaba perdida.”
(El Infierno, Dante Alighieri, Canto 1).
Por lo tanto, si tu pie es el problema, córtatelo, pero ¿qué significa eso espiritualmente? Que si vas por el camino equivocado, debes aceptar cambiar de dirección y ponerte en el camino correcto, pero “aquí es donde la puerca tuerce el rabo,” podríamos decir. Pensarás, ‘¿me estás diciendo que el camino que he llevado toda mi vida, al que le he dedicado la mayor parte de mis esfuerzos, está equivocado?’ ¡Sí!, y tienes que estar dispuesto a abandonarlo, a cortarlo.

3. ¡Te conviertes en lo que ves!

Finalmente, Jesús habla del ojo diciendo que, si ese es tu problema, sácatelo. Tanto San Agustín como Santo Tomás de Aquino dicen que la visión beatífica significa “ver” a Dios cara a cara. La meta de la vida espiritual es el conocimiento de Dios, amar a Dios, poder ver profundamente la esencia misma de Dios. Eso significa que la vida espiritual es una continua búsqueda y visión de las cosas de Dios.

Desafortunadamente, la mayoría de nosotros pasa la vida buscando en todo tipo de lugares equivocados, y con frecuencia buscamos los bienes mundanos que nos seducen. Si tu ojo es tu problema, sácatelo. Atrévete a tomar ese desafío con urgencia espiritual. Si has estado buscando en lugares equivocados, si te has sentido intrigado y engañado por cosas equivocadas, debes estar dispuesto a eliminarlo de tu vida haciendo algo drástico para enfrentarlo. En los últimos años hemos perdido el sentido de urgencia en la vida espiritual. De alguna forma, la espiritualidad católica se ha vuelto ‘light’ o se considera demasiado fácil: ‘Dios es amor, Dios es mi amigo. Haga lo que haga, Dios me perdonará. No importa lo que haga, Él me perdona’. Ciertamente seremos perdonados cuando lo pidamos, pero la vida espiritual es la consumada y suprema aventura y, por lo tanto, es bastante exigente. En el lenguaje de San Pablo, un atleta está dispuesto a sacrificar todo tipo de cosas para ganar una corona perecedera, y ¿qué estamos dispuestos a sacrificar nosotros, a cortar de tajo de nuestras vidas con tal de obtener la vida eterna? Esa es la pregunta incómoda y difícil que
nos hace Nuestro Señor Jesús con sus desafiantes palabras. Oh, Señor, ayúdanos a tomar la firme decisión de seguir de cerca la huella de tus queridos pasos, y cortar con
todo aquello que nos aleja de tu camino de justicia y paz. Amén.

Diácono Jim McFadden

El diácono Jim McFadden sirve en la Iglesia Católica de San Juan Bautista en Folsom, California. Es maestro
de teología y presta sus servicios en la formación de fe para los adultos, en la preparación bautismal, la
dirección espiritual y el ministerio penitencial.

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