Home/Evangelizar/Article

Abr 20, 2020 718 0 Diácono Jim McFadden
Evangelizar

¡Se Transformado!

Tú vida nunca será la misma, cuando te enamores de Cristo.

¿Has tenido formación cristiana?

En virtud de nuestro bautismo estamos a ser llamados discípulos misioneros.  El Cristo resucitado encomendó a sus seguidores para llevar a cabo su misión.  “Id, pues, y haced discípulos a todas las personas bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, (Matero 28:19). Para hacer esto, necesitamos empoderarnos de Cristo.  ¿qué significa esto?

Un buen lugar para comenzar es Juan 15 “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador”, “todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta y todo el da fruto, lo limpia, para que dé más fruto” (Juan 15-1-2).  Para ser transformados necesitamos ser podados por la oración y el sufrimiento.  Si bien la oración es necesaria para participar en la vida divina, es el sufrimiento el que puede romper los límites que nos separan de Dios.  En ciertos momentos de la vida, como durante una profunda pérdida, rechazo o fracaso, perdemos el control.  Tarde o temprano todos experimentamos el dolor.

En esos momentos el Señor está contigo en su dolor.  Lo ha sufrido todo, él te ama y sostiene tú ser, cada momento de tú existencia.  Descansando en sus brazos, uniéndote a él, puedes hacer lo imposible.  Si has sido rechazado, traicionado o perjudicado, usted podrá perdonar a través de la gracia de Dios.

El perdón es un componente clave para la transformación.  Cuando no perdonamos nos quedamos atrapados en esa dolorosa experiencia.  Se reprime nuestra relación con Dios, los demás y nosotros mismos.  Cuando permites que Dios tome el control, el perdón llega y el dolor desaparece.  Esto pasa a pesar de ti.  Ocurre cuando dices “sí” a la voluntad de Dios, como lo hizo nuestra Santísima Madre en la Anunciación, “he aquí la sierva del Señor, hágase en mi según su palabra” (Lucas 1:38).

¿Enamorarse de Jesús?

Irónicamente para algunos católicos esta invitación parece extraña.  Muchos católicos tienen dificultades hasta para decir el nombre de Jesús, y mucho menos para decir “Amo a Jesús”, porque parece protestante o evangélico.  Usted está hecho a imagen y semejanza de Dios.  Él es amor, así que estás hecho para amar y ser amado por Dios.  Como hijo amado de Dios, ¿cómo puedes temer a Dios, a quien Jesús nos invita a llamar Padre?, es por eso que Jesús dice en Juan 15,  “no os llamo siervos, a vosotros los he llamado amigos”.  Este es el modelo de amistad de la genuina religión.

Como dijo Santa Catalina de Génova, “Dios es mi profundidad”.  Mil años antes de Santa Catalina, San Anastasio que hizo tanto para luchar contra el arrianismo y contribuir al Credo de Nicea, dijo: “El hijo de Dios se hizo hombre para que el hombre pudiera convertirse en Dios”.  Participar en esta realidad es la transformación. Por eso el misterio cristiano encarna al verdadero yo en la Divina Trinidad.  Es por eso que el sufrimiento no es lo peor que te puede pasar, porque al parecer, es la forma más efectiva de eliminar al falso yo.

La cruz lleva a la Resurrección.   Ese es el misterio Pascual, que nosotros estamos llamados vivir todos los días. Lo que le sucede a Cristo Jesús, esta destinado a pasarnos porque somos miembros de su cuerpo místico, La Iglesia.   San Ignacio de Antioquía expresó la necesidad del sufrimiento de la siguiente manera:

Era necesario que Cristo sufriera:  Era imposible para su Pasión, que no hubiera pasado… (sus discípulos) no pudieron reconocer que él tuvo que sufrir para entrar en su Gloria.   Dejando atrás la gloria que tuvo con su Padre, salió a salvar a su pueblo antes de que se hiciera el Mundo.  Esta salvación sólo puede ser alcanzada por el sufrimiento del autor de nuestra vida, cuando lo enseño Pablo cuando dijo: “el autor de la vida misma se perfeccionó a través del sufrimiento” (de un discurso).

La Iglesia como cuerpo de Cristo, debemos pasar por el mismo proceso de transformación que se produce por el sufrimiento.  Lo importante es encontrar a Dios en medio de tus aflicciones.  Una vez encuentres a Dios en todas las cosas, te vuelvas indestructible porque Dios está trabajando en ti.

Share:

Diácono Jim McFadden

Diácono Jim McFadden ministers at the Saint John the Baptist Catholic Church in Folsom, California. He serves in adult faith formation, baptismal preparation, spiritual direction, and prison ministry.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Latest Articles