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Sep 02, 2020 696 0 Father Chris da Sousa
Contratar

¡Es un milagro!

El padre Chris da Souza estaba ciego hasta que una peregrinación a Fátima le concedió un milagro, y ese no fue el último milagro que Ella le obtuvo a su familia.

Mi devoción a Nuestra Señora empezó desde mi infancia. Nací en Australia, pero mis padres son inmigrantes portugueses, así que siempre hemos tenido una gran devoción a Nuestra Señora de Fátima. Orábamos el Santo Rosario a diario en frente su altar en nuestra casa, así que desarrollé una gran confianza en su intercesión.

Nací legalmente ciego en mi ojo derecho y afligido con una condición patológica en mi ojo izquierdo que causaba que mi visión se deteriorara cada año. A medida que iba creciendo, mis padres determinadamente me llevaron de un especialista al otro, buscando una cura, pero siempre recibiendo las mismas noticias. No había tratamiento y estaría completamente ciego cuando llegara a la mayoría de edad.

Arriesgate 

Cuando llegué a la mayoría de edad,  ya no tenía visión en el ojo izquierdo, así que mis estudios de leyes se vieron severamente afectados. Mis padres estaban afligidos al ver mis dificultades para leer grandes libros de leyes con mi visión severamente limitada. Así que en mi segundo año de estudios, fueron a una peregrinación a Fátima a pedir la intercesión de Nuestra Señora para restaurar la visión de su hijo. Yo me quedé para completar mi año de estudios. Cuando regresaron con una fe fortalecida y confianza en la intercesión de Nuestra Señora, encontraron un especialista que había aprendido un nuevo procedimiento en Bélgica que podría ayudarme. A pesar de que una cita con este especialista era algo casi inalcanzable, le pidieron ayuda a Nuestra Señora e inesperadamente, fui llamado para obtener una consulta. A pesar de que yo ya estaba resignado a haber quedado ciego, no podía decepcionar a mis padres luego de todos sus esfuerzos.

Inmediatamente luego de haber evaluado mi visión, el especialista también me dijo que no estaba seguro si el procedimiento me ayudaría. También era muy riesgoso y, ya que no tenía aprobación del gobierno, iba a ser muy costoso. Sin embargo, mis padres tenían tanta confianza en la intercesión de Nuestra Señora que inmediatamente estuvieron de acuerdo en pagar la cirugía y me rogaron que me sometiera a ella. Yo tenía algo de miedo, pero acepté, encomendándome al cuidado amoroso de Nuestra Señora.

Toma la oportunidad 

Empezaron con mi ojo derecho, el que estaba legalmente ciego. El cirujano me dijo que iba a tomarme unos meses antes de ver una mejoría real, así que no estaba esperando ningún cambio inmediato. Pero dentro de 15 a 20 minutos luego de la operación, pude ver claramente por primera vez con el ojo que estaba legalmente ciego. ¡Tantas formas y colores que no había visto nunca!

Salí de la operación exaltando a Dios, bendiciendo y agradeciendo a Nuestra Madre Celestial por su guía e intercesión. Mientras abrazaba con alegría a mis padres, el especialista, que no era creyente, reconoció que lo que había pasado era un milagro. Él no era incapaz de explicar este don inmediato de una visión clara luego del procedimiento, y en un ojo que nunca había tenido visión.

Un mes después, operó mi otro ojo, el izquierdo. Otro milagro como el anterior parecía mucho qué pedir, pero las bendiciones de Dios son abundantes. Una vez más, dentro de 15 a 20 minutos, pude ver claramente con mi ojo izquierdo. Mi visión completa había sido restaurada. Gracias a la intercesión de Nuestra Santísima Madre y la fe y confianza de mis padres, estaba por iniciar mi vida como abogado defensor.

Haz un cambio 

Siempre había deseado ser abogado, pero también estaba abierto al Señor. ¿Qué pedía el Señor de mí? Sabía que este milagro era un regalo que no necesitaba ser merecido, pero junto con nuestra Santísima Madre, le preguntaba “Señor, ¿Qué quieres de mí? ¿Por qué has restaurado mi visión cuando hay tantos otros que permanecen ciegos?” Esto me llevó a iniciar un periodo de discernimiento, cuando empecé a trabajar. A pesar de que me sentía satisfecho como abogado y me imaginaba una vida de matrimonio y familia, recibí en mi corazón un llamado a la vida religiosa y al sacerdocio durante la peregrinación de la Jornada Mundial de la Juventud.

Me sentí abrumado por el miedo y me tomó varios meses aceptar mi llamado. El 13 de mayo, durante la misa de la festividad de Nuestra Señora de Fátima en mi pueblo, le pedí a Nuestra Santísima Madre “Si esto es lo que tu Hijo quiere de mí, ayúdame a verlo tan claramente como me ayudaste a ver con mis ojos.” Fue como si un velo se hubiera levantado de mis ojos. Sabía que su Hijo me estaba llamando a la vida religiosa. Su hijo me estaba llamando al sacerdocio. Encomendándome a su manos maternas, eventualmente discerní que debía darle mi vida al Señor, con los Hermanos Somascos.

Siguiendo una antigua tradición de nuestra orden religiosa, además de profesar mis votos de pobreza, castidad y obediencia, también me consagré a Nuestra Señora y agregué su nombre, Maria, al mío. Nuestro fundador, San Jerónimo Emiliani, había sido liberado milagrosamente por Nuestra Señora cuando era prisionero de guerra hace 500 años. Yo también había sido liberado de mi ceguera a través de su intercesión, permitiéndome darle mi vida entera a su hijo.

Los milagros sí existen

Cuando estaba en Roma, preparándome para mis exámenes finales de Teología, mi padre se enfermó de leucemia. Mientras se preparaba para recibir tratamiento, fui en una peregrinación a Fátima para encomendar la salud de mi padre a Nuestra Señora y para dar gracias por el milagro de mi visión restaurada. En el mismo día en que caminé de rodillas al lugar donde se les apareció a los niños 100 años atrás, el médico especialista de mi padre descubrió que el cáncer había desaparecido completamente de su sangre. Una vez más, la intercesión de Nuestra Señora restauró milagrosamente la salud de otro miembro de nuestra familia.

Luego de años de misión en la India, Sri Lanka y Mozambique, regresé a Australia a prepararme para mis votos solemnes y la ordenación sacerdotal. Mi ordenación fue en el mes de María, el mes de mayo, en un sábado en su honor. Encomendé mi sacerdocio a sus manos maternas. El siguiente día, en la festividad de Nuestra Señora de Fátima, el 13 de mayo, celebré mi primera misa. Le siguió una hermosa procesión con velas, en honor de nuestra Señora de Fátima, en las calles de Fremantle.

Nuestra copa rebosaba hasta que, en el pico de nuestra alegría, mi madre se enfermó gravemente y fue llevada al hospital en ambulancia. Yo los seguí rápidamente para poder darle el Sacramento de la Unción de los Enfermos, un sacramento de sanación. Ella fue la primera persona a quien ungí con este sacramento. El haber podido ministrarle, no solo como hijo, sino como sacerdote, fortaleció mi sacerdocio. Los doctores pensaron que había sufrido un ataque al corazón, así que le estaban dando medicamentos anticoagulantes. De hecho, tenía un aneurisma que le estaba causando un sangrado interno.

Solo se dieron cuenta de esto luego de varios días de tratarla con anticoagulantes. Su tratamiento de hecho estaba causando que sangrara aún más internamente. Fue sometida a una cirugía de emergencia, de la cual no esperaban que sobreviviera, pero Dios nos bendijo con otro milagro, gracias a la intercesión de Nuestra Señora. Los doctores no se explicaban cómo mi madre podía seguir viva luego de haber tenido una hemorragia interna por tantos días. Mi madre les explicó que Nuestra Señora había intercedido por ella. “Mi hijo se ha consagrado a Ella como sacerdote y ha estado ofreciendo la Santa Eucaristía por mí todos los días. Es por esto que estoy sana, es por eso que ha ocurrido este milagro.”

Mamá nos indica el camino

Estas profundas experiencias han profundizado mi devoción a Nuestra Santísima Madre. Los animo a que encomienden sus vidas a su santa intercesión. Soy testigo de los milagros que ocurren cuando Ella intercede por nosotros ante su Hijo. Ella, que fue inmaculadamente concebida, recibió todas las gracias obtenidas por su Hijo en la Cruz desde su concepción. Pudo decir que “sí” a ser la Madre de Dios, precediendo a Nuestro Señor quien luego aceptaría Su Pasión y Muerte en la Cruz. El deseo de Nuestra Santísima Madre en las Bodas de Caná causó que Nuestro Señor realizara su primer milagro. El corazón de Nuestra Santísima Madre fue atravesado con dolor (Lucas 2:35) presagiando que el Corazón de Nuestro Señor sería atravesado por una lanza en la Cruz (Juan 19:34). Así que ella nos muestra cómo seguir a Jesús, en todas nuestras alegrías y sufrimientos, encomendándoselos a ella.

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Father Chris da Sousa

Father Chris da Sousa is the first Australian priest in the Company of the Servants of the Poor – the Somascan Fathers. This article is based on the Shalom World TV program : Mary My Mother https://shalomworld.org/episode/i-was-blind-but-now-i-see-fr-christopher-john-maria-de-sousacrs.

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